Todos los que han sido llamados al camino de vida de Dios luchan en contra de los impulsos de la carne y de las tentaciones de Satanás en este mundo. Algunos triunfan, otros no.
Cristo dijo, “Entrad por la puerta estrecha [difícil]; porque ancha es la puerta, y espacioso [fácil] el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:13-14). La mayoría busca el sendero fácil y “ancho”.
Vencer es duro — ¡difícil! — es una lucha de toda la vida. Pero es posible. Usted puede vencer. Si usted es un cristiano, ¡debe hacerlo!
No obstante, este mundo está a la deriva, completamente desprevenido del maravilloso propósito de Dios para el hombre, que es edificar carácter en esta vida. Él está preparando un equipo con aquéllos que calificarán para ser parte de la restauración de su gobierno en la tierra al regreso de Cristo.
El patrón de la Biblia
La Biblia está llena de relatos de los más grandes siervos de Dios batallando para vencer el pecado. Casi en cada caso, ellos tuvieron que aprender lecciones difíciles y algunas veces dolorosas. Cuando se examinan colectivamente, Moisés, Noé, David, Samuel, Pedro y otros han luchado contra todo tipo de problema conocido por el hombre. Lucharon contra el pecado, las debilidades, las faltas, las actitudes, e impulsos y tentaciones de la carne. David peleó contra los pecados y las actitudes erróneas y las venció. Moisés carecía de fe y confianza y tenía un mal temperamento que tenía que vencer. No obstante, él tendrá un puesto alto en el reino de Dios. Tanto Job como Elías lucharon contra el desaliento y la depresión, hasta el punto de querer morir. Pero estos hombres soportaron — vencieron. Ellos exterminaron sus problemas ¡en vez de ser exterminados por ellos!
Estos hombres fueron entrenados activamente por Dios y tenían que vencer a Satanás, las tentaciones de este mundo y los impulsos de la carne. ¡Un cristiano es aquél que vence sus problemas, debilidades, pecados y actitudes equivocadas, en vez de ser vencido y derrotado por ellos!
Para el vencedor
A través de Juan, Cristo dijo, “Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro” (Apo. 2:26-27).
En su instrucción a la era de Laodicea de su Iglesia, Él añade: “Al que venciere , le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono” (Apo. 3:21).
Estos versículos representan a Cristo reestableciendo el gobierno de Dios sobre las naciones de la tierra. Los cristianos recibirán poder real para gobernar. Pero primero deben vencer.
Los cristianos son aquellos que siguen — que copian — a Cristo. Entonces, ¿Cuál fue el patrón que Cristo nos dejó a seguir? ¿Venció Él?
Con referencia a su propia lucha por mantenerse libre de pecado, perfecto en carácter, Cristo dijo, “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción [¡cuán cierto!]; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Cristo había vencido tanto al mundo como a su dios — Satanás (II Cor. 4:4). Recuerde que Cristo dijo, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”. Jesucristo venció y calificó para gobernar. Tal como Él calificó para reemplazar a Satanás, ¡nosotros debemos hacerlo!
Un poder tan enorme para gobernar nunca podría ser dado a personas que no están preparadas — que no hayan calificado para usarlo apropiadamente. Dios no dará gran autoridad a personas que puedan rebelarse y volver a los caminos de Satanás. Los siervos de Dios deben usar esta vida para edificar precisamente su carácter, tan necesario para llevar oficios de gran autoridad.
Experimentados en el pecado
¡Entendamos! Usted ha estado practicando el ceder a la carne y los caminos de Satanás en toda su vida, probablemente llegando a ser muy bueno en ambas cosas. Créame, conforme usted luche por vencer y resistir los impulsos que operan en su interior, usted descubrirá que los patrones de conducta erróneos le resultan básicamente “naturales” — ¡más de lo que usted entiende ahora! La naturaleza humana, cuando se le permite seguir su curso, se compone de vanidad, celos, lujuria, codicia, envidia, resentimiento, odio, ira, orgullo, rebelión, necedad, engaño y hostilidad hacia Dios. Esto es lo que usted ha estado practicando — posiblemente por décadas.
Vencer no será fácil ni sucederá de un día para otro. Toma toda una vida de lucha en contra de actitudes bien establecidas y una vida anterior que el cristiano ha rechazado y dejado atrás. Quien camina el sendero de Dios se está esforzando para frenar y mantenerse donde la Palabra de Dios le instruye; se esfuerza en ejercitarse en todas las áreas que Dios instruye. Cuando Dios instruye hacer algo, ¡el cristiano se esfuerza en hacerlo! Cuando Dios da la instrucción de no hacer algo, ¡él se esfuerza en no hacerlo!
Aprender a hacer esto toma toda la vida. Pero recuerde, edificar carácter es la razón por la cual usted ha nacido. Su trabajo es “deshacerse” de los impulsos de la carne, de la naturaleza humana, y de “revestirse” del carácter de Dios y de Cristo (Col. 3:8-13). Aunque no es fácil, la recompensa en grandiosa.
Dios mira las intenciones del corazón. Es su deseo y motivación general lo que es importante para él. Él quiere saber si, después de haber pecado, usted está arrepentido por ello y determinado a luchar para hacer un mejor trabajo. Él entiende las tentaciones que nos acosan incluso mejor que nosotros. Él vigila para ver si estaremos sobrios y vigilantes en el proceso de arrancar de raíz el pecado de nuestras vidas. ¿Vamos a retroceder descuidadamente en antiguos patrones de conducta? ¿Trataremos de vencer usando fuerza y energía humanas?
El poder de Dios en la conversión
Hemos visto que un cristiano es guiado por el Espíritu Santo de Dios (Rom. 8:9, 14). Se recibe al momento del arrepentimiento y del bautismo (Hechos 2:38). Es este Espíritu en una mente convertida que le da poder a uno con la fuerza para cambiar lo que “impulso” humano por sí solo no podría. II Timoteo 1:7 dice, “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de PODER, de amor y de dominio propio”.
La palabra griega por poder es dunamis. Significa “poder o fuerza especial, milagrosa”. En la conversión, ¡a usted literalmente se le dio poder verdadero! Este poder edifica y establece la justicia de Dios dentro de su carácter. Usted debe acercarse a la fuerza de Espíritu de Dios en una base diaria para vencer exitosamente. Esta fuerza es ilimitada y es suficiente para derrotar cualquier pecado, problema o actitud — ¡no importa qué tan grande o sombrío pueda parecer!
¡Pero no se equivoque! No debemos edificar nuestra propia justicia. Esto no impresiona a Dios. Él ve esto como muchos “trapos de inmundicia” (Isa. 64:6). Pablo escribió acerca de su propia esperanza como cristiano, “y ser hallado en Él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe” (Fil. 3:9).
El papel de la fe
¿Cuál es exactamente el papel que juega la fe para vencer — en el crecimiento? Juega un papel, pero ¿cómo?
Efesios 2:8-9 dice, “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto [la fe] no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. La fe de Cristo en nosotros es un regalo. Y la salvación es dada como un regalo gratuito, por gracia — ¡por medio de la fe! Pero Pablo explica que hasta la fe debe ser un regalo. Si no, sería una “obra” generada por el esfuerzo humano. (Puede que usted desee leer nuestro folleto ¿Qué es la Fe Real? para entender mejor este tema.)
Es la misma fe de Cristo que obra en un cristiano. Pero entendamos, la fe ayuda en la realización de las obras en todos aquellos guiados por el Espíritu de Dios. Espere la ayuda de Dios.
Casi universalmente, los teólogos, los religiosos y los eclesiásticos dejan de leer luego de Efesios 2:8-9, “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”, e ignoran el esencialmente importante versículo 10, “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”. ¡Esto es correcto! Los cristianos debemos “andar… en buenas obras” como “Su hechura [de Dios]” venciendo diariamente.
Cristo trabajando
En el sentido más literal, Cristo vive su vida en los cristianos. Sin su ayuda, no llegará a ninguna parte — ¡rápido! Usted debe ejercitar el fruto de la fe que proviene del Espíritu de Dios (Gál. 5:22-23), sabiendo que Cristo trabaja en usted — si se esfuerza por someterse a Él y haciendo todo lo que es capaz de llevar a cabo.
En Juan 15:5 Cristo dijo, “lleva mucho fruto” y luego expresó “…separados de mí nada podéis hacer”. El poder humano — la energía humana — sólo ayuda a las personas a vencer en áreas físicas. Los problemas espirituales no pueden ser conquistados por el esfuerzo físico.
Cristo es la vid y nosotros somos los pámpanos (Juan 15:5). Los pámpanos deben estar conectados a la vid. Esto sucede por medio del Espíritu de Dios obrando en su mente.
Al hablar de la forma en que obra el Espíritu de Dios, Jesús dijo, “de su interior correrán ríos de agua viva, esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él” (Juan 7:38). Conforme realiza buenas obras, el Espíritu de Dios “sale” del cristiano. Hace buenas obras. Por lo tanto, debe ser reabastecido o se agotará y desaparecerá completamente. Es por esto que Cristo también dijo, “Si ustedes…sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lucas 11:13). Usted debe pedir regularmente, en oración, por más del Espíritu Santo.
Pablo escribió, “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza” (Efe. 6:10). Cristo dijo también, “más para Dios todo es posible” (Mateo 19:26). Con el Espíritu de Dios obrando activamente y creciendo en usted, ¡esto también puede ser cierto en usted! Ejercite la fe de Cristo mientras trabaja en usted mismo.
¡Y recuerde! Una conversión profunda no sucede de la noche a la mañana. Pablo escribió a los corintios que ellos eran “niños en Cristo” (I Cor. 3:1). Él describió cómo ellos necesitaban “leche” en vez de “carne” para comer. El nuevo cristiano es bastante parecido a un infante. Por analogía, primero aprende a rodarse y luego a gatear antes de poder caminar (de manera vacilante al principio). Es hasta más tarde que finalmente aprende a correr (espiritualmente).
Pablo compara la conversión con correr en una carrera (I Cor. 9:24). En cierto punto el corredor debe desarrollar gran velocidad, porque Pablo dice, “Corred de tal manera que lo obtengáis [ganéis]”.
Ese es el camino de vida cristiano. Un crecimiento lento pero constante por medio de la práctica diaria produce progreso en la vida de la persona que está copiando a Cristo. El cristiano nuevo lucha sinceramente, desde su corazón, para ser diferente — ¡eligiendo el otro camino, el camino de Dios, por el resto de su vida!
¡Esfuércese! Empújese a crecer y vencer. No espere que sea fácil, como “caer de un tronco”. Crezca también en conocimiento (II Pedro 3:18).
Resista la tentación
Cristo instruyó a sus discípulos a entender los impulsos de la naturaleza humana trabajando en ellos cuando enseñó, “lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez” (Marcos 7:20-22).
Estas mismas actitudes, los impulsos de la carne y los patrones erróneos de conducta, también están obrando dentro de usted y de mí. Estas cosas nos dejan fértiles para ser tentados por Satanás.
Por lo tanto, muchas clases de aflicciones, pruebas y tentaciones le serán lanzadas durante su vida. Usted debe resistirlas exitosamente, éstas llegan a menudo cuando usted menos las espera. El diablo tratará de golpearle donde usted es más débil — más vulnerable — y está menos preparado. Usted debe estar en guardia todo el tiempo — ¡siempre preparado! No asuma que es más fuerte o que está más preparado de lo que usted piensa, considere esto: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (I Cor. 10:12).
Santiago explicó cómo la tentación puede convertirse en pecado: “sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte” (1:14-15). Saque los pensamientos equivocados. ¡No se relaje y asuma una victoria antes que se hayan ido!
Pedro añadió, “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (I Pedro 5:8). Y Santiago también instruyó, “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros” (4:7). Pedro continuó, “al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en el mundo” (I Pedro 5:9).
La segunda parte de este versículo ofrece ánimo: usted no está solo en su lucha para vencer el pecado. Todos los seres humanos han enfrentado los mismos problemas. ¡Entienda! “Todos han pecado” (Rom. 3:23) y “el pecado es infracción de la ley” (I Juan 3:4). Dios promete que “el pecado no se enseñoreará de vosotros” (Rom. 6:14).
He aquí cómo Pablo explicó las fuerzas que obraban en él, “Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago…Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago” (Rom. 7:15, 19).
Esto describe lo que enfrentamos todos. Cuando usted se sienta así, ¡luche! ¡Resista! Use el poder de Dios dentro de usted. Clame a Dios por ayuda y recuerde siempre lo que debe hacer, “Acercaos a Dios, y Él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo purificad vuestros corazones” (Stgo. 4:8).
Ciertamente, cumplir este versículo en su propia vida no es un proceso de la noche a la mañana. Requiere tiempo y mucho esfuerzo.
Busque a Dios en oración ferviente, regular y confiada. Comuníquese con Dios diariamente, ore sin cesar (I Tes. 5:17-18), estudie su Biblia (Mateo 4:4). Asimílela como lo que es, la Palabra de Dios — ¡como si Él hablase personalmente con usted, de la misma forma en que las oraciones suyas significan comunicación con Él!
Sobre todo, no se desanime ni se rinda cuando la tentación sea severa y parezca implacable. Nunca olvide que, “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (I Cor. 10:13).
Esta es la promesa segura de Dios ¡para todos los que buscan vencer!
Cristo venció y calificó para reemplazar a Satanás
Resistir la tentación del diablo fue central para que Cristo venciese al pecado. Mateo 4:4 contiene el relato: “Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu…para ser tentado por el diablo” (vs. 1). El diablo tentó a Cristo repetidamente, de diferentes maneras. Lea cuidadosamente el relato. Al final de varios intentos de Satanás para quebrantar la voluntad de Cristo, el relato llega a su punto culminante.
Usted notará que después de haberle sido ofrecidas todas las potestades del mundo, Cristo rechazó a Satanás (vs. 10), diciendo, “Vete, Satanás”. Cristo literalmente le ordenó al diablo marcharse. En este momento la tentación finalizó y el diablo se fue. ¡Cristo había resistido exitosamente!
Esté usted preparado para decirle a Satanás que se marche de su vida tan a menudo como necesite hacerlo. Resístalo exitosamente sometiéndose por completo a Dios — ¡en todas las cosas!
¡Cristo aprobó un examen muy real! Él venció al mundo, su carne y al diablo al triunfar sobre el pecado y calificar para pagar por los pecados del mundo.
Recuerde, con respecto a vencer al mundo, Cristo dijo, “Tened buen ánimo”. Usted puede vencer de la misma manera en que Cristo lo hizo.
Siete pasos para un cambio permanente
Aplicar los siguientes siete pasos básicos le ayudará a vencer los problemas que usted enfrente. Representan principios que funcionan en el proceso de vencer; no importa el tamaño del problema o problemas que usted enfrente.
Si usted los aplica diligentemente, estos pasos serán la fórmula que le ayudará a vencer permanentemente en su vida.
(1) enfrente el problema honestamente. Muchas personas no enfrentan de lleno sus problemas. Esconden sus ojos de la realidad. Jeremías 17:9 dice, “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá”? La mayoría de las personas se engañan a sí mismas sobre sus problemas. Enfrente sus problemas con honestidad. Mírelos directamente a los ojos y véalos por lo que son.
(2) No se desanime. Es muy fácil desanimarse una vez que usted ha reconocido sus problemas. Es fácil estar desalentado, es algo natural. Esté preparado para que este sentimiento posiblemente le afecte después de haber enfrentado sus debilidades, sus pecados o faltas que ahora está listo para abordar. Pablo escribió de aquellos que están “atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos” (II Cor. 4:8-9). Puede que usted se sienta de esta manera al enfrentar sus problemas, pero no se desanime. Continúe con el paso siguiente.
(3) Determínese a hacerlo. Decídase por completo a derrotar cada problema y que ¡nada lo vencerá! Tome un enfoque de vida o muerte en la batalla que se avecina. Se ha dicho que la batalla más difícil es la primera. Determínese a enfrentar cada pecado o debilidad con éxito. Dígase a sí mismo que lo va a vencer — que va a erradicar cualquier falla de su carácter. Pero reconozca que usted no puede pelear esa batalla por su propia cuenta. Usted debe continuar al paso cuatro.
(4) Forme una sociedad con dios. Si usted decide que puede vencer con mera fuerza humana, seguramente fallará. Ya hemos mencionado esto. Pablo escribió, “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13). Jesús dijo, “No puedo yo hacer nada por mí mismo (Juan 5:30). En otra ocasión, cuando hablaba con sus discípulos acerca de aquellos que tienen que vencer ciertas cosas, Cristo también dijo, “Para los hombres esto es imposible; más para Dios todo es posible” (Mateo 19:26). Simplemente crea las palabras de Cristo. Si Él no podía hacer nada por sí mismo, ni usted ni yo podemos. Asegúrese de formar una sociedad con Dios y de que no está trabajando por su propia cuenta.
(5) Comience justo donde está. Admita el problema reconociendo el tamaño del mismo. No lo exagere ni lo subestime. Si es un problema grande, ¡admítalo! Esto es parte de enfrentarlo honestamente. Si usted está tratando de vencer cualquier impulso carnal o tentación presente por un largo tiempo — que ha sido parte de usted por muchos años, incluso toda una vida — admita el tamaño del problema. Se ha dicho que “el viaje más largo comienza con el primer paso”. Esto es verdad para los cristianos. No importa cuánto tiempo le tome, o dónde se encuentre en un principio, comience justo allí. Si usted ha tardado en reconocer el problema, admítalo. Reconozca dónde se encuentra y “Redima el tiempo” (Efe. 5:16).
(6) Esté dispuesto a pagar el precio. La Biblia describe a aquéllos que “se cansan” y “desmayan en el día de la adversidad” (Prov. 24:10 VKJ). Salomón escribió que “su fuerza será reducida”. Pablo escribió, “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos” (Gál. 6:9). Todo lo que tiene valor en esta vida tiene un costo — un precio. Esto a veces involucra dolor y sufrimiento. Usted debe pagar el precio. Pablo escribió que incluso Cristo “por lo que padeció aprendió la obediencia” (Heb. 5:8). Ninguno de nosotros goza el dolor, pero a veces, éste es inevitable en el proceso de vencer. El salmista dijo, “Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; más ahora guardo tu palabra” (Salmo 119:67). Cuatro versículos más tarde, añadió, “Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos” (vs. 71).
(7) No se rinda antes de triunfar. Pablo habló acerca de correr una carrera y terminar su curso. Él dijo “prosigo a la meta” (Fil. 3:13,14) en su camino hacia el reino de Dios. Salomón escribió, “Siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse” (Prov. 24:16). No se rinda. ¡nunca se rinda! ¡Luche, batalle y esfuércese hasta que haya vencido cualquier obstáculo, debilidad, pecado o problema que usted esté enfrentando!
Siga estos puntos, empleando siempre un paso a la vez. ¡Esto ha ayudado a muchos a ganar la guerra de vencer!
Una batalla de toda la vida
Recuerde que “el que persevere hasta el fin será salvo”. Vivir una vida de crecimiento y triunfo no es fácil. Es una constante lucha diaria en contra de los impulsos de la carne y de las tentaciones del pecado. Pero ahora estamos siendo juzgados.
Pedro escribió, “Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? Y si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador?” (I Pedro 4:17-18).
Pablo reconoció que él — sus palabras, hechos y pensamientos — estaba siendo juzgado. Observe: “Y esto hago, por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él. ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis [ganéis]. Todo aquel que lucha [por el campeonato o la victoria,] de todo se abstiene; ellos [los no cristianos]…para recibir una corona corruptible, pero nosotros, [los cristianos] una incorruptible. Así que, yo de esta manera CORRO, no como a la ventura; de esta manera PELEO … no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado [un fracaso, un perdedor]” (I Cor. 9:23-27) y “Por tanto… despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la CARRERA que tenemos por delante” (Heb. 12:1).
Pablo peleó fuertemente en contra el pecado. Él vio en su propia mente dos fuerzas opuestas en acción. Note usted la intensidad con la cual luchó para vencer los impulsos dentro de él, “Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo, así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros” (Rom. 7:18, 21-23).
Pablo describió al cristianismo como una “lucha” en contra de “las asechanzas del diablo” (Efe. 6:11-12) — todo aquél que ha practicado la lucha entiende cuán extenuante puede ser este deporte. Y él instruyó a los filipenses a “proseguir a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (3:14). También reconoció que toma mucho esfuerzo correr y ganar una carrera larga.
El triunfo de Pablo representa un ejemplo clásico de cómo uno de los más grandes siervos de Dios peleó para vencer al pecado. Al final de su vida, él fue capaz de decir que había “peleado la buena batalla” y que había “corrido su curso” sabiendo que una “corona” lo esperaba. Pero esto no sucedió sin antes haber luchado, persistido, corrido, luchado y contendido en contra de la naturaleza humana que él se esforzaba por vencer.
Pero Pablo también entendió que esta carrera era una maratón y no un esfuerzo momentáneo, y así es la suya.
Un esfuerzo de toda la vida
Si usted es un adulto, le tomó quince o veinte años crecer hasta cierta altura. Este largo proceso de crecimiento fisco probablemente involucró un número de “dolores de crecimiento”. Indudablemente, usted se cayó y se raspó alguna de sus rodillas, o le sangró la nariz muchas veces antes de alcanzar la adultez. ¡El cristianismo no es diferente! No se desanime y abandone el crecimiento, tal como un niño no se desanima ni “abandona la vida” simplemente porque tal vez se cayó o se raspó una rodilla. Cuando su hijo se cae, usted lo ayuda a levantarse, pues esto es parte de la vida. ¡El cristianismo no es diferente!
Los niños siempre quieren crecer más rápido de lo que permite el horario de la vida. A pesar de que la niñez es maravillosa en muchas maneras, pareciera como si la mayoría de las personas jóvenes no pudieran esperar para hacerse adultos. ¡El cristianismo no es diferente! Pero la adultez cristiana plena llega sólo después de un largo período de practicar el camino de vida correcto.
La perfección es una meta que conlleva un camino de vida en control de cada pensamiento, acción y palabra de uno. Dios ve el corazón, la intención de la persona que se está sujetando a Él. En tanto que la persona esté creciendo y venciendo espiritualmente — y siendo guiado por el Espíritu Santo — él sigue siendo un hijo convertido y engendrado de Dios.
Es sólo a través de la oración constante, el estudio de la Biblia, la meditación e incluso el ayuno (abstenerse de comida y agua por un período de tiempo) que el cristiano es capaz de vencer a los tres enemigos que le acechan todos los días de su vida.
Finalmente, todas las naciones se presentarán ante el Dios de la Biblia. Algunos calificarán para gobernar y algunos no. Note, “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con Él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de Él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros [todos aquellos que han vencido] desde la fundación del mundo” (Mateo 25:31-34).
El gobierno de Dios pronto será restaurado en la Tierra, y todos los que se han preparado “heredarán el reino”. Solo los vencedores, aquellos que exitosamente se sometieron a Dios y resistieron a Satanás a través de sus vidas, tendrán parte en este futuro glorioso: “El que VENCIERE heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Apo. 21:7-8).
Cómo prevenir el pecado
Herbert. W. Armstrong, en su artículo “Cómo prevenir el pecado”, concluyó con lo siguiente. Observe la clave importante que él describe. También le ayudará a usted:
“El modo de sacar el pecado de la mente es poner un pensamiento opuesto dentro de la misma. He notado muy a menudo a padres de bebés esforzarse mucho por ‘silenciar’ al bebé cuando está llorando. Puede que algo le esté causando dolor, el cual debería ser removido, o hay algo en la mente del bebé que le provoca llanto o ansiedad. El simplemente decir ‘¡silencio!’ u ordenar al bebé que deje de hacer berrinche generalmente no da buenos resultados. Hemos criado cuatro hijos, y he aprendido hace mucho que el truco para tranquilizar a un bebé es dirigir su mente a otra cosa. En vez de ordenarle que deje de llorar, atraiga su atención hacia un objeto nuevo — hágalo interesarse en jugar con aquel objeto…y antes que usted se dé cuenta, el bebe habrá dejado de llorar”.
“Trate de usar este mismo método con usted mismo. Pero en lugar de cosas materiales o del mundo, una persona madura debe de usar autodisciplina y poner su mente en cosas espirituales. Abra su Biblia. Ponga en su mente algún tema espiritual. La próxima vez que sea tentado, inténtelo. Ore al respecto, pídale ayuda a Dios. Vea cuán rápido usted comenzará a triunfar sobre la tentación y el pecado y cuán maravilloso será su crecimiento en lo espiritual y en carácter”.
El Sr. Armstrong concluyó un artículo relacionado, “Como ser un vencedor” con lo siguiente:
“Si nos acercamos a Dios, y luego nos mantenemos cerca de Él, nuestros problemas serán resueltos. Entonces, tendremos FE. Luego seremos llenos de su Espíritu — su poder para vencer”.
“Podemos continuar en entrenamiento espiritual solo si mantenemos nuestros afectos — nuestra mente — nuestros pensamientos — en cosas espirituales. Lea Col. 3:1-10. La mayoría de nosotros mantenemos nuestra mente llena de cosas terrenales, preocupaciones e intereses materiales, ¡prestando atención a lo espiritual sólo ocasionalmente! ¡Busque primero el reino de Dios y su justicia!”
“A veces es necesario emprender un período intenso de ayuno y oración — oración sincera, determinada y perseverante — buscando a Dios con todas nuestras fuerzas — con llanto — persistiendo en ello, determinados — hasta terminar el ayuno. Luego, debemos mantenernos en oración continua. Echemos todas nuestras preocupaciones sobre Él. No estamos haciendo eso. ¡Si lo hacemos, tendremos muchas cosas por las cuales orar cada día! Y es necesario realizar oración personal diaria, en gran sinceridad, además de la oración familiar. ¿Acaso la vida eterna no lo vale?”
La palabra de Dios señala el camino
Una cita final del Sr. Armstrong resume este libro. Fue tomada de su “Carta del Editor” del “Mundo del Mañana” de mayo-junio de 1970:
“El mundo ha rechazado la Ley de Dios — el camino de dios. Se ha ido por el camino que ha traído todo tipo de maldición a la humanidad. El mundo del mañana cambiará todo eso. ¡Será gobernado por la ley de Dios!”
“Para calificar y ser un rey — un gobernante en el reino de Dios — usted debe llegar a conocer esa ley. Y la biblia entera es una magnificación — una elaboración de sus principios. sólo aquellos que se arrepienten de sus transgresiones a la gran Ley espiritual de Dios — los Diez Mandamientos — y que se rinden y aceptan cono salvador a Jesucristo, pueden llegar a ser hijos engendrados de Dios. Nadie es un verdadero cristiano sin antes recibir el Espíritu Santo de Dios (Rom. 8:9). Ése es el don de Dios. Imparte la vida misma de Dios. Renueva y abre la mente para comprender el conocimiento espiritual. Concede el amor de Dios — amor divino y espiritual. Imparte poder. Infunde fe”.
“Entonces, una vez realmente convertido — cuando la dirección entera de su vida haya cambiado — usted debe continuar venciendo. Hay tres cosas difíciles de vencer — su propio yo, con los impulsos de la naturaleza humana; el mundo, con sus costumbres, enseñanzas falsas, caminos equivocados, malas compañías, y el diablo mismo, invisible pero completamente real. Usted debe crecer, no solamente en gracia espiritual, sino en el conocimiento de Cristo — el conocimiento del libro de instrucciones de Dios — la Santa Biblia. Usted debe estudiarla — entenderla — y ser guiado inmediatamente por sus pautas. La Biblia señala el camino — ¡camine usted en éste!”
Mucho conocimiento
Este libro le ha traído a usted un entendimiento extraordinario, un conocimiento presentado por ninguna otra organización. Este material ha examinado profundamente el tema de los Diez Mandamientos. Usted ha visto que son la Ley de Dios y no la ley de Moisés — y que cada uno de ellos fue ordenado (aunque ciertamente no siempre obedecido) desde el tiempo de la creación. Usted ha visto la definición de pecado — en el Antiguo y Nuevo Testamento — y ha aprendido que cada uno de los Diez Mandamientos es mencionado en el Nuevo Testamento. También aprendió que la gracia en el Nuevo Testamento no “libera” a las personas de la obediencia a las leyes que fueron diseñadas no solamente para los judíos o los israelitas.
¿Qué acerca de usted?
Al final, usted ha visto la belleza, la lógica y la simplicidad de cada uno de los Diez Mandamientos de Dios. Ha visto la cantidad de beneficios para el mundo si todas las personas los guardasen. Usted ha visto que los cristianos deben vencer y prevenir el pecado. También ha visto que los Diez Mandamientos no fueron “clavados en la cruz” sino que son necesarios para la salvación.
Al enfrentar decisiones difíciles, la mayoría toma el sendero más fácil. ¿Nadará usted en contra de la corriente popular de aquéllos a su alrededor? ¿obedecerá usted al Dios de la Biblia? ¿Se acercará y luego se mantendrá cerca de Dios? ¿Luchará usted por vivir cada uno de los Diez Mandamientos (así como otras leyes y principios de Dios) cada día de su vida?
¿Vencerá usted y heredará todas las cosas?