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¿Dónde está la Iglesia de Dios hoy?
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Jesús dijo: “Edificaré mi Iglesia”. Hay una sola organización que enseña toda la verdad de la Biblia, y es llamada a vivir por “cada palabra de Dios”. ¿Usted sabe cómo encontrarla? Cristo dijo que:

  • Enseñaría “todas las cosas” que Él ordenó
  • llamaría a los miembros a ser apartados por la verdad
  • Sería una “manada pequeña”
Acerca del Autor
Photo of David C. PackDavid C. Pack 

Fundador y Pastor General de La Iglesia de Dios Restaurada, Editor en jefe de la revista La Plena Verdad, y voz del programa El Mundo por Venir, David C. Pack ha llegado a muchos millones de personas en todo el mundo con las verdades más poderosas de la Biblia — desconocidas por casi todos. Él es autor de 80 libros y folletos, estableció personalmente más de 50 congregaciones, y apareció como invitado en The History Channel. El Sr. Pack asistió al Colegio Ambassador en Pasadena, California, entró al ministerio de la Iglesia de Dios Universal en 1971, y fue entrenado personalmente por su fundador, Herbert W. Armstrong.

Entendiendo el divorcio y las segundas nupcias

por David C. Pack

Más de la mitad de los matrimonios en la actualidad terminan en divorcio. Pero, ¿permite Dios el divorcio? Si es así, ¿por qué motivos? ¿Son libres de volverse a casar las personas divorciadas? ¿Están todos los matrimonios unidos por Dios para toda la vida? Si no es así, ¿por qué? ¿Bajo qué circunstancias une Dios a un matrimonio? Millones de personas están confundidas. La enseñanza y el razonamiento humano abundan. ¿Qué enseña la Biblia acerca del divorcio y las segundas nupcias? ¡Este folleto revela las respuestas simples a éstas y otras preguntas relacionadas!

El divorcio y las segundas nupcias son un hecho de la vida en el mundo actual. Millones de personas participan habitualmente en esta práctica. ¡Pero ese nunca fue el propósito de Dios!

El Dios Todopoderoso es el autor del matrimonio. Las leyes que unen y liberan los matrimonios derivan su autoridad del Aquel que creó esta institución divina. Por supuesto, los hombres también han creado muchas leyes que rigen la unión física del matrimonio. Pero ninguno de los gobiernos humanos comprende el propósito supremo del matrimonio y, por lo tanto, la forma de aplicar las leyes de Dios a esta relación.

En un mundo apartado de Dios (Isa. 59:1-2; Jer. 5:25), los gobiernos, e incluso muchas supuestas denominaciones cristianas, no entienden cómo y cuándo los matrimonios quedan atados o anulados, o cuándo es permisible un divorcio, con la posibilidad de volverse a casar.

Las instituciones de este mundo — la religión, educación, ciencia, gobierno, industria, comercio y la sociedad en general — siguen al dios de este mundo (II Cor. 4:4), en lugar del verdadero Dios. El resultado ha sido miseria, desdicha, confusión y todo dolor humano imaginable. ¡Y el matrimonio no es la excepción!

El primer matrimonio

En el principio de Génesis, Dios registra la descripción del primer matrimonio del mundo, diciendo: “Y de la costilla que el Eterno Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban” (Gén. 2:22-25).

En el Nuevo Testamento, Jesús confirmó la permanencia del matrimonio, citando directamente el relato de Génesis. Note: “Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne?” (Mat. 19:4-5).

Si bien Cristo estaba citando obviamente Génesis 2, Él continúo al añadir esto en el versículo 6: “Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”.

Como el Dios del Antiguo Testamento (I Cor. 10:4), Cristo no habría estado en desacuerdo con sus propias declaraciones registradas en Génesis. ¡Jesucristo fue el verdadero Autor del matrimonio, y Él es el único calificado para decirnos cuales leyes rigen el divorcio y las segundas nupcias!

Puesto que Adán y Eva, en el huerto, rechazaron el gobierno de Dios — Su gobierno sobre sus vidas — la humanidad ya no toma en cuenta a Dios en este tipo de relaciones como lo es el matrimonio o las sociedades de negocios, o la educación y sus instituciones encargadas de enseñar el conocimiento correcto. Las personas no quieren que Dios entre o forme parte de sus vidas — pero desean sus bendiciones. ¡Sin embargo, muchos matrimonios hoy en día carecen de esas bendiciones!

Las condiciones en la actualidad

Incontables millones de personas actualmente no están interesadas en lo que Dios dice — ¡sobre ninguna cosa! La mayoría de las personas están completamente dispuestas a conseguir un divorcio basándose sólo en el sentimiento de que deben hacerlo. Estos mismos millones no le dan consideración a lo que Dios dice — a lo que es el matrimonio, y cuándo, o si se les permite, divorciarse y volverse a casar.

Algunas personas, que se dicen cristianas, fabrican una razón para divorciarse — a menudo siendo poco más que un capricho. La mayoría no dan el menor pensamiento a lo que Dios ordena en su Palabra sobre el divorcio o las segundas nupcias. Por supuesto, la mayoría de ellos tampoco tienen ni idea de lo que realmente Dios instruye, o no instruye.

Otros cuantos buscan una escritura para apoyar sus acciones, y entonces declaran: “Todos debemos decidir por nosotros mismos. También, siento que debo divorciarme — y es realmente un sentimiento muy fuerte, sobre todo porque ya no quiero a mi esposa (o esposo). Dios me está mostrando que debo divorciarme”.

¡Esto no es ninguna exageración!

El estado conyugal es tan malo que se ha convertido en la parte más abundante de las bromas, como por ejemplo la observación de que “la principal causa de divorcio es el matrimonio”. (Por desgracia, casi ha llegado a ser de esta manera.) Esta clase de pensamiento también ha causado que millones de parejas simplemente vivan juntas creyendo que: “Si no nos casamos, no tenemos que preocuparnos por el divorcio”.

Incluso hay un apoyo cada vez mayor proveniente de ciertos clérigos y religiosos, alegando que la Biblia permite la cohabitación fuera del matrimonio, siempre y cuando en la pareja se “amen” el uno al otro. ¡Qué razonamiento humano tan ciego! — ¡con horribles e incluso catastróficos resultados para los que lo practican! Por otro lado, para aquellos que se casan, una escritora sobre la familia, Maggie Gallagher, dice: “Ahora vivimos en una sociedad donde es legalmente más fácil y menos riesgoso deshacerse de una esposa que despedir a un empleado”.

Dondequiera que los matrimonios estén ocurriendo, el divorcio sigue siendo un hecho trágico de la vida en casi todas partes del mundo. Considere las siguientes estadísticas:

Las probabilidades de que un primer matrimonio terminara en divorcio en 1997 – 43%; el porcentaje de matrimonios que terminaron dentro de los primeros 15 años en 1995 – 43%; el porcentaje de todos los hogares donde no están casados – 48%; el porcentaje de las bodas que son segundas nupcias para al menos uno de los cónyuges en 1997 – 43%; el porcentaje de todos los matrimonios que terminaron en divorcio en 1997 – 50%; el porcentaje de segundas nupcias que terminaron en divorcio en 1997 – 60%.

El libro de William J. Bennett The Broken Hearth, El Corazon roto declara: “Desde 1960, un período de cuarenta años en el que la tasa de matrimonios se ha reducido un tercio, la tasa de divorcios…se ha más que duplicado. El año 1974 fue un año muy destacado. En ese año, el divorcio remplazó la muerte como la principal causa de disolución familiar”.

Hoy en día, una de cada dos parejas que se casan (ya sea su primer, segundo o tercer matrimonio) ¡estará divorciada en los próximos cinco años! No hace mucho tiempo, uno de cada dos matrimonios sólo en California terminaba en divorcio, y uno de cada tres en el resto de los Estados Unidos. Por lo tanto, si usted asistió a dos bodas este año, en cinco años, uno de esos matrimonios estará espiritual y emocionalmente destruido.

Estas estadísticas casi ciertamente continuarán acelerándose.

Eliminando la confusión

Todo esto crea una gran confusión acerca de lo que Dios enseña sobre el matrimonio, el divorcio y las segundas nupcias. Sin embargo, hay quienes no quieren saber lo que Dios dice y no quieren estar en armonía con sus leyes que rigen el matrimonio y el divorcio. Ellos no saben a dónde acudir en busca de respuestas.

¿Cree que usted tiene un aceptable — buen — conocimiento del divorcio y las segundas nupcias? ¿Sabe lo que Dios enseña, lo que Moisés escribió, lo que Cristo dijo, y lo que Pablo explicó, sobre el tema? Dios deja en claro muchas cosas en la Biblia, pero el mundo por lo general hace a un lado las verdades básicas y sencillas. Si se utiliza el enfoque de los hombres de explicar versículos básicos a su manera, este tema, podría parecer bastante técnico, y rechazarlo podría ser fácil. ¡Pero en realidad no es difícil de entender!

¡Este folleto presenta la enseñanza de Dios sobre el divorcio y las segundas nupcias — proveniente de Su Palabra! Éste eliminará toda duda acerca de cómo Él espera que su pueblo — los verdaderos cristianos — aborden este tema. No obstante, está diseñado para enseñar la doctrina del divorcio y segundas nupcias, no para tratar todos los detalles administrativos que sólo serían aplicables a personas en los casos de divorcio actual, los cuales serían manejados a través de consejo personal.

El colapso de la moral en un mundo ciego

Como nunca antes en la historia, la moral de todo el mundo se encuentra en un estado de colapso. La pornografía, el adulterio, el sexo prematrimonial, la pedofilia, el incesto, la prostitución (cada vez más abiertamente), usualmente encontrados lado a lado con los juegos de apuestas, y ahora el matrimonio entre personas del mismo sexo, están en aumento. Esto se debe a que la corrupción en general siempre engendra más inmoralidad, lo que contribuye a un mayor colapso moral, incluyendo la institución del matrimonio.

Empeorando aun más las cosas, los educadores liberales modernos, los políticos, los actores, las estrellas del pop, los medios de comunicación e incluso el clero promueven la “corrección política”, en lo que se refiere a la aceptación de todas las formas de “estilo de vida alternativo”. Las personas, al igual que las naciones, moralmente pueden colapsarse y corromper a otros. El concepto liberal actual de la misericordia y la tolerancia, siendo considerado como la solución a todas las formas de inmoralidad y mala conducta, promueven el pecado y la perversión.

Dios tiene un plan mucho mejor — ¡la solución correcta! — reservada para la recuperación de aquellos que se han auto-destruido en esta vida. Él puede, y eventualmente lo hará, redimir a la inmensa mayoría de la humanidad, que aprenderá a honrar el camino de Dios.

Pero Dios no está trabajando con el mundo actualmente. Él sólo está trabajando con unos pocos escogidos que Él está llamando a salir de este mundo (Juan 6:44, 65; 17:14, 16). Él está revelando su plan y propósito — incluyendo el asombroso propósito para el matrimonio — a sólo unos pocos.

Cuando el juicio comienza

La única manera de abordar el tema del divorcio y las segundas nupcias es determinar el punto en el que Dios hace a las personas verdaderamente responsables por el pecado — de cualquier tipo. Otra forma de preguntar esto sería: ¿Acaso perdona Dios todos los pecados que se cometieron antes del bautismo, o sólo algunos?

Santiago 4:17 dice: “…al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”. Este versículo revela que las personas son juzgadas por lo que saben.

Este pasaje es similar a Hebreos 10:26: “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados”. ¡Para ser responsable por el pecado, uno debe conocer “la verdad”!

Es sólo después de que una persona aprende el conocimiento espiritual de Dios — la verdad — que Dios la hace responsable de obedecerlo. Considere por un momento. No más de la mitad de las personas sobre la tierra han oído el nombre de Jesucristo, y muchos de ellos ni siquiera saben quién era, lo que hizo, lo que enseñó, o su propósito para vivir una vida humana física. No obstante, muchos creen, independientemente de que la gran mayoría de la humanidad está separada y nunca ha conocido a Dios, que estos miles de millones de personas están siendo juzgadas y que posiblemente han perdido la salvación.

Pero I Pedro 4:17 dice: “Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?”

Nuevamente, una vez que una persona viene a la verdad, esa persona es responsable por lo que hace con ella. Debemos decir esto claramente: Los seres humanos sólo son responsables ante Dios por los pecados que cometen después de aprender la verdad.

Pero, ¿qué tiene esto que ver con el divorcio y las segundas nupcias?

“Los pecados pasados”

Al aconsejar a una persona para bautismo, un ministro hace varias preguntas con respecto a si la persona está actuando sobre el nuevo conocimiento que está adquiriendo. Por ejemplo “¿Está usted ahora guardando el día de reposo?” La persona generalmente responde, “Sí”. Para cuando alguien es bautizado, él ya ha estado guardando el día sábado. Pero no podemos decir que regrese y guarde todos los sábados que no guardó durante veinte, treinta, cuarenta o más años. ¿Cómo haría eso?

Entonces preguntamos: “¿Está usted diezmando?” Las personas también suelen responder, “Sí”. ¡Sin embargo, ya que estas personas deben practicar la ley del diezmo a partir de ese punto en adelante, ellos no pueden pagarle a Dios los diezmos que no pagaron a lo largo de sus vidas! Obviamente, esto sería casi imposible.

Entonces podemos preguntar a estas mismas personas: “¿Ha comprobado el entendimiento de la definición bíblica acerca de las carnes limpias e inmundas? ¿Ha dejado de comer carne de cerdo, mariscos y otras carnes inmundas?” Otra vez, ellos generalmente dicen, “Sí”. Pero no pueden retroceder y echar fuera — descomer — todos los alimentos inmundos que comieron durante toda su vida.

El punto debe ser claro. Las personas no pueden deshacer el pasado, el período antes de que Dios estuviera trabajando con ellos en preparación para perdonar sus pecados y darles su Espíritu Santo en el bautismo.

Dios no se inmiscuye en las vidas de las personas en el mundo. Puesto que Isaías 59:2 y Jeremías 5:25 muestran que el pecado corta a la humanidad de Dios, y que el mundo está ciego y no está siendo juzgado ahora. Dios no entra ni se involucra en los matrimonios de este mundo. Él no está uniendo a los matrimonios que ocurren en las selvas de Brasil entre los caníbales o colectores de cabezas — o a las personas que adoran a los pies de un dios de piedra — o a los ateos que ni siquiera creen que haya un Dios.

¿Sobre qué base podría Dios juzgar a las personas con respecto al conocimiento correcto — la verdad bíblica — del cual nada saben? La mayoría no sabe la verdad acerca de la permanencia del matrimonio, y cuando el divorcio y las segundas nupcias podrían ser permisibles. Las personas no pueden ser consideradas responsables por las leyes del matrimonio que nunca comprendieron — que Dios no les ha revelado.

Las personas vienen al conocimiento de la verdad a menudo después de haber estado casadas una, dos, tres, e incluso — como en un caso que recuerdo — ¡ocho veces! ¿Cómo descifraría una persona todo eso, y cómo llegaría a los hechos sobre cuál de los matrimonios fue supuestamente atado por Dios? Esto incluiría identificar todas las uniones que fueron fraudulentas para no considerarlas.

Romanos 3:25 dice que Cristo murió por “los pecados pasados”. Esto incluye quebrantar el sábado, mentir, robar, jurar, deshonrar a los padres, odiar — o casarse una, dos o aún tres veces — antes de que Dios comience a juzgarnos, una vez que aprendemos la verdad.

Este es un mundo inundado de seres humanos imperfectos, llenos con defectos, pecado, maldad, “dureza de corazón”, infidelidad e irresponsabilidad. Aunque Dios “aborrece el repudio” en el matrimonio (Mal. 2:16), los divorcios suceden. En la ignorancia, las personas rompen rutinariamente las leyes de Dios en todas las áreas de sus vidas. Sin embargo, Dios llama a muchas de esas personas a su verdad.

¿Qué puede hacer una persona si él o ella ya se han divorciado antes de ser llamados? Tras el arrepentimiento, el bautismo y la conversión, todos los pecados pasados son perdonados (Hechos 2:38; Sal. 103:1-3, 10-12), incluyendo el divorcio. De tal modo que el individuo tendría permitido considerar las segundas nupcias.

A pesar de que las mentes inconversas no puedan entender las enseñanzas de Cristo (Rom. 8:7), todos los que son convertidos, todos los que tienen el Espíritu Santo (Rom. 8:9, 14), deben obedecer a Dios en la letra y el espíritu de la Ley (Rom. 2:29; I Cor. 6:20). ¡Esto significa que los maridos y las esposas no sólo deben evitar el espectáculo de un divorcio, sino trabajar en construir matrimonios con relaciones que reflejen la relación de Cristo con su esposa — la Iglesia (Efe. 5:25-26; Apo.19:7-9)!

Una asunción errónea

Hemos visto que muchos asumen que Dios se involucra en todos y cada uno de los matrimonios efectuados en cualquier parte de la tierra. Si esto es cierto, entonces ¿por qué en los registros del Nuevo Testamento esto no era algo notable? ¿Por qué no se menciona al menos un par de historias de casos de divorcio y segundas nupcias? Un examen de todo el Nuevo Testamento revela que esta cuestión nunca fue un problema en la Iglesia del primer siglo. Trate de imaginar los problemas que habrían estado plagando la Iglesia si este hubiera sido el caso. Sin embargo los registros guardan silencio.

Se hace evidente que la Iglesia primitiva no estaba separando constantemente a las familias, creyendo que todos los matrimonios, en todos los tiempos, y en cada cultura y sociedad, independientemente de lo que sabían las personas, habían sido unidos por Dios. La Iglesia primitiva sabía que las personas tampoco serían responsables de lo que no sabían sobre esta doctrina, así como tampoco serían responsables por lo que no sabían acerca del sábado, el diezmo, la salvación, el juicio, los Diez Mandamientos, las carnes limpias e inmundas, o de cualquier otra doctrina de Dios.

El punto de partida

Entonces ¿cómo es que el nuevo converso llamado por Dios, analiza específicamente sus circunstancias presentes? I Corintios 7:20 claramente dice: “Cada uno en el estado en que fue llamado, en él se quede”. Este pasaje se repite casi idénticamente, cuatro versículos después en el versículo 24: “Cada uno, hermanos, en el estado en que fue llamado, así permanezca para con Dios”.

Estas escrituras están lado a lado con 23 versículos que describen el matrimonio, la separación, la reconciliación y otras clases de asuntos maritales. Este es el contexto para las dos declaraciones.

El apóstol Pablo dice que, sea cual sea su situación actual — cualquiera que sea el estado en el que está siendo llamado — deje atrás el pasado, decidido a “quedarse” como está. Esta es una instrucción básica del Nuevo Testamento. Una persona debe aceptar cualquier estado presente de matrimonio en el que él o ella puedan estar al momento de la conversión, reconociendo que ese juicio ha comenzado. Recuerde, el juicio ahora “comienza en la casa de Dios” — para aquellos que “saben hacer lo bueno”.

Ahora estamos listos para hacer una importantísima pregunta: Una vez que las personas son convertidas, ¿hay circunstancias en las que un matrimonio puede ser disuelto, dejando a una o ambas partes libres para volverse a casar? o ¿están todos los matrimonios entre las personas convertidas (los que conocen la verdad), independientemente de las circunstancias, atados permanentemente por Dios?

La primera de dos razones

Hay dos razones bíblicas — y sólo dos — por las que un matrimonio podría terminar, cuando ambas partes conocen la verdad de Dios.

La primera razón por la que un matrimonio puede terminar — y que es en realidad la anulación de un matrimonio que Dios nunca unió — es por fraude. Una anulación es un reconocimiento oficial de que un matrimonio simplemente nunca ocurrió.

¿Qué es un fraude?

En un contrato de negocios, el fraude es muy simple de entender. Si dos partes estrechan las manos y están de acuerdo en un asunto, celebran un contrato, y uno estafa al otro — no estando a la altura del trato — ya sea que añada o quite algo del contrato sin el conocimiento de la otra parte — se comete un fraude.

Por ejemplo: Un contratista en el ramo de la construcción hace un acuerdo con el banco y un cliente para que construya una casa en tres meses, sabiendo que no hay manera posible que pueda hacerlo. Tal vez quiera lograr un simple “pie de casa”. Técnicamente, él ya ha defraudado al banco, y qué decir del cliente. Del mismo modo, si alguien vende un automóvil y le dice al comprador que es un automóvil nuevo cuando no lo es, el comprador ha sido defraudado.

Considere. Si dos personas entran en un matrimonio y uno le dice al otro: “Estoy en perfecto estado de salud”, pero esta persona sabe que tiene cáncer terminal, con sólo cuatro meses de vida — eso es fraude. No es la clase de fraude que usted encontrará descrita específicamente en las Escrituras, pero es una forma de fraude.

Del mismo modo, si dos personas se casan y uno es un alcohólico que en secreto ha estado bebiendo durante años, y de alguna manera logró esconderlo durante el noviazgo, pero, después del matrimonio, las botellas aparecen de repente en toda la casa — se ha cometido un fraude.

Si alguien se ha declarado en bancarrota, pero dice que es millonario, y la nueva esposa encuentra que está en la quiebra, ahogándose en deudas y sin un salario — un fraude ha sido cometido. Del mismo modo, si alguien era un adicto a las drogas o fue declarado culpable de un delito o ha estado en prisión, o tiene otros hijos, que no reveló antes del matrimonio — se cometió un fraude.

Cada una de estas circunstancias implica una situación o condición fraudulenta que podría poner fin a un matrimonio, si la parte ofendida escoge actuar al respecto.

El fraude implica simplemente dos personas que firman un contrato y una parte recibe el proverbial “gato por liebre” — algo distinto de lo que él pensaba que estaba negociando. Esta definición general de fraude debe ser entendida antes de examinar la especificación de Dios para finiquitar un matrimonio fraudulento.

El tema del divorcio y segundas nupcias puede entenderse en general mediante el examen de cinco pasos básicos. En primer lugar, vamos a examinar dos pasajes en Deuteronomio para establecer el escenario para las preguntas que Cristo aborda en dos pasajes en el libro de Mateo. Esto nos permitirá entender la primera de las dos razones por la que una persona podría divorciarse y volverse a casar.

Deuteronomio 22:13

El Antiguo Testamento describe las circunstancias bajo las cuales el pueblo de Israel se divorciaba. Primero, fíjese en Deuteronomio 22:13-17. Éste pasaje establece el escenario para discutir más a fondo el fraude, siempre y cuando sea descubierto después que el matrimonio haya sido consumado.

Observe: “Cuando alguno tomare mujer, y después de haberse llegado a ella la aborreciere [el marido, listo para consumar el matrimonio, encuentra algo malo en su nueva esposa], y le atribuyere faltas que den que hablar [él está enojado con ella, dando a conocer algún asunto], y dijere [difamando su reputación]: A esta mujer tomé, y me llegué a ella, y no la hallé virgen; entonces el padre de la joven y su madre tomarán y sacarán las señales de la virginidad de la doncella a los ancianos de la ciudad, en la puerta; y dirá el padre de la joven a los ancianos: Yo di mi hija a este hombre por mujer, y él la aborrece; y he aquí, él le atribuye faltas que dan que hablar, diciendo: No he hallado virgen a tu hija; pero ved aquí las señales de la virginidad de mi hija. Y extenderán la vestidura delante de los ancianos de la ciudad”.

Aunque la Biblia no es clara en cuanto a cómo se hacía esto, el capítulo 5 de Números indica que estas señales pueden haber implicado una clase de prueba de tornasol, o “prueba de agua”, en la que podría hacerse una determinación sobre la virginidad de la mujer. Puede también haber sido algo sobrenatural, utilizado para determinar si una mujer era virgen el día de su boda.

Continuando en Deuteronomio 22: “Entonces los ancianos de la ciudad tomarán al hombre y lo castigarán [¡porque él estaba obrando mal!]; y le multarán en cien piezas de plata, las cuales darán al padre de la joven, por cuanto esparció mala fama sobre una virgen de Israel; y la tendrá por mujer, y no podrá despedirla en todos sus días. Mas si resultare ser verdad que no se halló virginidad en la joven, entonces la sacarán a la puerta de la casa de su padre, y la apedrearán los hombres de su ciudad, y morirá, por cuanto hizo vileza en Israel fornicando en casa de su padre; así quitarás el mal de en medio de ti” (vs. 14-21).

Estas son las instrucciones básicas sobre el principal tipo de fraude — ¡en el que una de las partes cree que él o ella se estaba casando con alguien virgen y descubrió lo contrario después del matrimonio! (Si el marido hacía una acusación falsa, permanecía con la mujer y el matrimonio continuaba.) Si cualquiera de los dos había mentido, el matrimonio era fraudulento. Terminaba — ¡se anulaba! — y el culpable era repudiado, y en el Antiguo Testamento apedreado hasta la muerte. ¡Dios toma este asunto muy en serio!

Moisés fue claro respecto a esto. Sin embargo, no hay lugar en este pasaje para alguien que diga, diez, quince o veinticinco años después: “Obtuve gato por liebre, algo por lo que cual no negocié”, tratando de idear un caso de fraude.

Tenga esto presente. La instrucción anterior no describe técnicamente un divorcio, sino una anulación. ¡Dios nunca unió el matrimonio, debido a que una de las partes mintió desde el principio! Si hay un problema grave, oculto desde el principio, y la persona que lo sabe presenta el asunto, el matrimonio sería anulado.

Deuteronomio 24:1-4

Estamos preparados para discutir el segundo pasaje en Deuteronomio. Los fariseos estaban muy familiarizados con este pasaje y se lo citaron a Cristo en Mateo 19, tratando de presionarlo con una pregunta engañosa.

Ahora en Deuteronomio 24, el cual debería primero leerse en su totalidad: “Cuando alguno tomare mujer y se casare con ella, si no le agradare por haber hallado en ella alguna cosa indecente [“algo indecoroso” o “un asunto de desnudez” — en otras palabras, quizás ella había estado desnuda frente a otro hombre], le escribirá carta de divorcio [mejor traducido, “QUE ÉL le escriba carta de divorcio”], y se la entregará en su mano, y la despedirá de su casa. Y salida de su casa, podrá ir y casarse con otro hombre. Pero si la aborreciere este último, y le escribiere carta de divorcio, y se la entregare en su mano, y la despidiere de su casa; o si hubiere muerto el postrer hombre que la tomó por mujer, no podrá su primer marido, que la despidió, volverla a tomar para que sea su mujer, después que fue envilecida; porque es abominación delante del Eterno, y no has de pervertir la tierra que el Eterno tu Dios te da por heredad” (vs. 1-4).

El comienzo del pasaje es una especie de situación de “qué pasaría si…”. Esto no prohíbe ni ordena el divorcio, y realmente no da razones para el divorcio. Estos versículos simplemente tratan de cuando llegase a suceder el divorcio.

Dios dice claramente que Él aborrece el divorcio (Mal. 2:16). ¡Esta siempre ha sido su perspectiva! Pero, para el momento en que Moisés estaba enseñando a Israel (2.500 años después de Génesis 2), los hombres se divorciaban sin considerar la voluntad de Dios. Como resultado, Dios inspiró a Moisés para explicar, en efecto: “Cuando esto sucede, el hombre nunca puede volver a tomar a su esposa”.

Dos corrientes de pensamiento

Dos de las principales corrientes de pensamiento surgieron de estos versículos, obedeciendo a las frases “por haber hallado en ella alguna cosa indecente” y “si no le agradare”.

Un escriba judío, conocido por algunos como un rabino, Shamai, tuvo un punto de vista muy conservador, uno que probablemente se acercaba más a la verdad. Él dijo, en efecto, que esto debía estarse refiriendo a un problema sexual — inmundicia sexual — siempre que pudiera salir a la luz. Pero otro rabino, Hillel, tuvo un punto de vista mucho más liberal y tolerante diciendo que cualquier cosa que cause a una nueva esposa perder el favor a los ojos de su marido — algo que en su mente sea impuro o indecoroso — es motivo suficiente para la anulación. Tomándolo literalmente, esto significaba que si tenía demasiados lunares en la espalda, quemaba la comida, tenía arrugas antes de tiempo o era obstinada, él podría poner fin al matrimonio. (Un hombre que conocí trató realmente de deshacerse de su esposa porque no le dijo que era obstinada antes de casarse.)

Ahora note lo siguiente de un documento secular judío que se refiere a la enseñanza de Cristo en Mateo 19, y las dos escuelas populares de pensamiento judío: “Hay varias cosas que considerar alrededor de este relato [Mateo 19], como lo hace claro la primera parte del capítulo, es muy importante notar que a Jesús se le estaba haciendo una pregunta mal intencionada. En ese momento, había dos corrientes de pensamiento entre los fariseos sobre la cuestión del matrimonio. La escuela de Hillel era más liberal, y permitía el divorcio por cualquier razón [como los fariseos le dijeron a Cristo]. La escuela más conservadora, en este caso la de Shamai, permitía el divorcio sólo por la falta de castidad [o adulterio o alguna promiscuidad en particular, o prostitución]”.

Otra fuente, que describe estas dos escuelas de pensamiento, declara lo siguiente: “el rabino Shamai dice, ‘Un hombre no debe divorciarse de su esposa a menos que la haya encontrado culpable de alguna conducta indecorosa [sexualmente hablando] de acuerdo a Deuteronomio 24. El rabino Hilel, sin embargo, dice: ‘Incluso si ella sólo ha echado a perder la comida que ha preparado, él ha encontrado alguna cosa impropia en ella. Incluso, si él encuentra otra mujer más hermosa, ella ya no tiene el favor de sus ojos’”.

Miles de judíos se divorciaron apoyados en la enseñanza ridícula y liberal de Hilel. El rey Salomón dijo: “no hay nada nuevo bajo el sol”, y esto es exactamente lo que está sucediendo en el mundo actual. Las personas se divorcian debido al abuso emocional, distanciamiento afectivo, incompatibilidad, pérdida de interés, adulterio, muerte de un hijo, infertilidad, sobrepeso — y toda razón imaginable que la naturaleza humana pueda idear para “separar lo que Dios unió”.

La fuente anterior, y otras, explican que las dos escuelas de pensamiento estaban preocupadas principalmente con el significado de Deuteronomio 24. Así que, cuando los fariseos le preguntaron a Jesús sobre el divorcio, en realidad le estaban pidiendo su interpretación de Deuteronomio 24 — en otras palabras, con quién estaría más de acuerdo: ¿con Shamai o Hilel?

Mateo 5 — La “cláusula de exclusión”

Comprenda lo siguiente, recuerde que sólo hay dos lugares donde Cristo trató directamente el divorcio. (Hubo otra oscura referencia acerca de una mujer que había tenido a cinco maridos, que examinaremos brevemente más adelante, pero esa no es realmente sobre el divorcio y segundas nupcias.)

La primera se encuentra en el Sermón del Monte: “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio” (Mat. 5:27). El séptimo mandamiento prohíbe el adulterio. Esto definitivamente “fue dicho” en el pasado.

En el versículo 28, Cristo expande en gran medida la definición de adulterio: “Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón”. Volveremos a esto más adelante.

Ahora note el versículo 31: “También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio”. Recuerde que esto es mejor traducido: “que él le escriba carta de divorcio”. Nuevamente, este no fue un mandamiento dado por Moisés, sino más bien algo que permitió, algo “que él” hizo porque las personas lo exigieron.

Cristo continúa en el versículo 32: “Pero yo os digo [Él ahora está esclareciendo lo que Moisés registró], que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación [del griego: porneía], hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio”.

El anterior es uno de los dos versículos en Mateo, refiriéndose a lo que se conoce generalmente como “la cláusula de exclusión”. Estos versículos dan una excepción para que un matrimonio termine, el cual de otro modo estaría atado. ¿Qué significa este pasaje?

Entienda que Cristo dijo que un matrimonio no podría terminar, “salvo [excepto] por causa de fornicación”. Esto prepara el escenario para entender que quiso decir. Pero primero, debemos examinar el segundo pasaje que menciona el divorcio, y lo que Cristo enseñó.

Mateo 19:3-12

Ahora podemos examinar Mateo 19, donde los Fariseos trataron de engañar a Cristo, con el objetivo de conseguir que se inclinara con Hilel o Shamai. Ellos trataban de ver si apoyaría la ideología liberal o conservadora, planeando atacar su posición en cualquiera de los casos.

Un análisis de Mateo 19 yendo versículo por versículo sirve mejor al relato.

Versículo 3: “Entonces vinieron a él los fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?” De hecho, estaban diciendo; “¿estás de acuerdo con Hilel? Si ella tiene muchos lunares en su espalda, quema la comida, es obstinada, o tiene muchas arrugas cuando llegue a los 40, ¿puedes repudiarla?”

Versículo 4: “Él, respondiendo, les dijo: No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo”. Aquí, Cristo cita Génesis 2:22, examinado anteriormente.

Versículo 5: “Y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne”. Aún continúa citando Génesis 2.

Versículo 6: “Así que no son ya más dos, sino una sola carne, por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”. Cuando los fariseos trataron de sorprenderlo con Deuteronomio 24, ¿qué hizo Cristo? Él mencionó y continuó en Génesis, sin mencionar a Deuteronomio.

Versículo 7: Insistiendo nuevamente: “Le dijeron: ¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla?” Ellos citaron erróneamente a Moisés, porque él no ordenó el divorcio, sino que lo permitió.

Versículo 8: Observe lo que dijo Cristo: “Él les dijo: Por la dureza de vuestro corazón [incapaces de pasar por alto los errores de los demás, muchas personas no pueden perdonar] Moisés os permitió [no ordenó] repudiar a vuestras mujeres; mas al principio [Génesis] no fue así”.

¿Cómo fue al principio? — dejará a su padre y a su madre, y se unirá a (permanecerá con) su mujer, y lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”. Pero las personas ignoraron a Dios y se divorciaron de todos modos, así que Moisés dijo, en efecto: “Si eso es lo que las personas van a hacer, entonces no puede volverla a tomar”. Una vez más, lo que Moisés permitió, los fariseos trataron de decir que él lo ordenó.

Versículo 9: Cristo continúa: “Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación [porneía], y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada adultera”.

Obviamente, Cristo no estaba de acuerdo con Hilel, al decir que sólo por razones de porneía se permite el divorcio. De hecho, Él fue aun más conservador que Shamai, quien lo permitía por cualquier problema sexual, antes o después del matrimonio. Pero Cristo dijo que sólo por porneía, que es más restrictivo que el adulterio, la homosexualidad u otros problemas sexuales dentro y después del matrimonio, es motivo de divorcio. ¡Esto será absolutamente claro!

Versículo 10: La discusión ahora involucra a los discípulos, quienes quedaron impactados: “Le dijeron sus discípulos: Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse”. Considere el entorno histórico y los antecedentes de los discípulos. Ellos eran pescadores y recaudadores de impuestos que habían crecido creyendo que si su esposa envejecía y tenía canas, debían buscar a alguien más. Ellos razonaron que si alguien no podía deshacerse de su esposa después de 10 o 20 años, sería mejor que no se casara, tomando la posición de que si lo hacía, ¡estaba atrapado!

Versículo 11: Cristo responde: “Entonces Él les dijo: No todos son capaces de recibir esto, sino aquellos a quienes es dado”. ¡Cuán cierto es! El mundo no puede — ¡ni podrá! — recibir este conocimiento. Generalmente la humanidad no está dispuesta a continuar en un matrimonio “hasta que la muerte los separe” — a permanecer con una esposa o marido para el resto de su vida. Aquellos que son llamados, que se les muestra la verdad, y entienden la unidad y santidad del matrimonio pueden entenderlo — ¡y lo recibirán!

Versículo 12: Cristo amplifica el reto para algunas otras personas en relación al matrimonio: “Pues hay eunucos, que nacieron así del vientre de su madre [alguien que nunca puede casarse debido a una deformidad de nacimiento], y hay eunucos que son hechos eunucos por los hombres [los castrados], y hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos [un hombre que, o bien escoge no casarse o no puede casarse porque está atado a alguien más]. El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba”.

¡Una vez más, sólo las mentes convertidas recibirán y comprenderán esa instrucción!

No es de extrañar que lo expuesto confundiera a los discípulos. Ellos pensaron que el matrimonio era semejante a jugar el “juego de las sillas”. Pero Cristo les dijo que las personas tienen que soportar las circunstancias en las que se encuentran. Tienen que hacer funcionar su matrimonio con paciencia.

El matrimonio no siempre es fácil, y tampoco lo es para ninguna de las circunstancias forzadas sobre las tres clases de eunucos que se describen en el versículo 12. En la actualidad, sin embargo, la mayoría de las personas quieren tomar el camino fácil, el camino de menor resistencia, seguir sus sentimientos, sólo interesados en complacerse a sí mismos. Si esto significa conseguir un divorcio, no importa quién pueda ser lastimado, la mayoría de las personas egoístas, y a menudo descuidadamente, siguen adelante para lograrlo.

Una vez más, este no es el primer período de la historia que gran cantidad de personas han sentido que podrían divorciarse libremente y volverse a casar. Los romanos, al igual que los judíos, se divorciaban y se volvían a casar en gran número, como lo hicieron otras civilizaciones que finalmente sucumbieron por la decadencia moral, a menudo procedente directamente de la ruptura de la unidad familiar básica. ¡Estos son hechos de la historia!

Marcos 10 añade más

Examinaremos brevemente el relato paralelo a Mateo 19, que se encuentra en Marcos 10. Este añade un elemento importante, porque la última instrucción de Cristo (en cuanto a los eunucos, y ser capaz de recibir esta condición) no les fue dicha a los fariseos. En este punto, Cristo y sus discípulos ya habían salido de su presencia.

Versículos 9-11: Cristo también hace referencia a Génesis aquí: “Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre. En casa volvieron los discípulos a preguntarle de lo mismo [esto tuvo lugar después, en privado, “en la casa”] y les dijo: Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra ella”. Así que en ésta última instrucción (Mat. 19:10-12) Cristo explicó de nuevo, esta vez sólo con sus discípulos presentes. Note que no repitió la cláusula de exclusión en Marcos. Esto se debe a que, una vez que la dureza de los corazones de los cristianos se ablanda con la conversión, muchos ya no buscarán salir de un matrimonio — aún cuando se les pueda permitir por “causa de fornicación”. La decisión de buscar la anulación no es automática.

El significado de porneía

Surge la pregunta obvia: ¿Cuál es el significado de la frase “a no ser por causa de fornicación” (Mat. 5:32)? Recuerde, cualquier cosa que Cristo tuvo en mente cuando mencionó porneía es lo único que puede suceder antes que un matrimonio pueda ser anulado.

Una vez más, la palabra que se traduce “fornicación” es la palabra griega porneía. Algunos han afirmado que esta palabra significa o incluye “adulterio”, y que esto es lo que Cristo tenía en mente. ¡Veremos cuatro pruebas de que no lo es! Antes de entender qué significa porneía, entienda esto. Si Cristo hubiera querido decir “adulterio” — si hubiera tenido adulterio en mente — Él habría utilizado una palabra griega diferente, moicheia. ¡Ésta es la primera prueba!

Esto es muy importante de entender porque, en este mismo versículo, Cristo usó la palabra moicheia cuando quiso decir adulterio. Obviamente tenía algo diferente en mente cuando utilizó la palabra porneia — justo a un lado de moicheia (adulterio) — al describir la “cláusula de exclusión”. ¡Asegúrese de entender esto!

Cristo está diciendo que a menos que el matrimonio de alguien termine a causa de porneía, esto hace que el cónyuge acusado cometa adulterio (moicheia), si ocurren unas segundas nupcias. Esto hace que el entendimiento de porneía sea muy importante. Después de todo, un matrimonio podría terminar sin razón — y sin que porneía suceda, ¡alguien que reclame esta cláusula empuja a la otra parte en un futuro “matrimonio” adúltero!

¡Debemos entender!

Porneía puede ser traducida de diversas maneras, dependiendo del contexto en el que se utiliza. (La palabra pornografía se deriva de ésta.) Por lo tanto, tenemos que discernir qué quiso decir Cristo para aplicarla, reconociendo que Dios no dejaría una definición de tan primordial importancia abierta a especulaciones ambiguas.

Únicamente por fornicación

Ahora bien, ¿acerca de qué estaba hablando Cristo? Sabemos que no quiso decir “adulterio”, o sólo habría estado utilizando moicheia una segunda vez. No lo hizo. ¿Por qué?

Cristo debe haber estado hablado acerca de fornicación, algo antes del matrimonio. Esto es en parte debido a que Deuteronomio 22 aborda la cuestión de la virginidad. Pero ¿cómo sabemos que Él solamente estaba hablando de la fornicación? ¿Cómo sabemos que Cristo quiso decir sexo antes del matrimonio, y no ninguna otra razón, como la infidelidad después del matrimonio, lo que permitiría que la parte ofendida se divorciara?

¡Entienda la segunda prueba! En ninguna parte del Nuevo Testamento se utiliza porneía cuando el sentido en el contexto es adulterio. ¡En ninguna parte! Este sería el único lugar (de 26 veces), si es que Cristo quiso decir adulterio. Esta palabra siempre significa “fornicación” — un error antes del matrimonio. Esto implica pecados que estaban ocultos, que sólo salen a la luz después del matrimonio, que dan como resultado el fraude.

Considere: Supongamos que Cristo quiso decir: “Cualquiera que repudie a su mujer, a no ser por causa de adulterio [no sólo fornicación] y se casa con otra comete adulterio y hace que ella adultere”. ¿Por qué habría de existir una preocupación de repudiar a una pareja, si el adulterio era el problema como la causa del repudio? Esto no tendría sentido.

¡Esta es la tercera prueba!

Eliminemos toda duda

Dos aspectos deben ser contemplados, por lo que sin duda sigue siendo lo mismo que Cristo tenía en mente cuando usó la palabra, porneía.

Primeramente, preguntemos de nuevo, si Cristo no quería ver a uno de los cónyuges en adulterio en un futuro matrimonio, ¿por qué se enfocaría en el adulterio, del matrimonio actual, como la causa para disolverlo? Recuerde, si esa es la razón por la que el matrimonio terminó en primer lugar, ¿por qué la preocupación de que una de las partes cometiera más adulterio? Entonces: ¿Por qué un esposo se preocuparía de que su esposa siguiera cometiendo adulterio cuando esa es la razón por la que él la repudió? ¡Él no se preocuparía por eso!

¡Sólo si ha habido fornicación oculta (relaciones sexuales antes del matrimonio), es cuando se puede poner fin a lo que sería de hecho un matrimonio fraudulento! De lo contrario, poner fin a un matrimonio que si fue atado obligaría a una persona a cometer adulterio. ¡Así que el adulterio simplemente no podría ser lo que Cristo tenía en mente!

Ahora piense más sobre este segundo aspecto. Si Cristo hubiera querido decir adulterio, y recuerde, que Él dijo que la codicia es adulterio, entonces, si una mujer sorprende a su esposo mirando a otra mujer por la calle por mucho tiempo, ella puede decir: “Tú estás codiciando — te dejo por adulterio — ¡por codiciarla en el corazón!” Una vez más, si Cristo hubiera incluido el adulterio en la cláusula de excepción, y hubiera definido el adulterio como codicia, ambas partes en todos los matrimonios tendrían que sentarse al final de cada día y discutir si alguno había codiciado ese día. Es de suponer que si ambos respondieron que no, entonces podrían permanecer casados un día más. Por supuesto, esto es ridículo, pero es útil ver a través del tipo de pensamiento en el que algunos caen, quienes buscan una forma de salir de un matrimonio, convenciéndose de que Cristo lo autorizó.

¡Por último, si Cristo incluyó el adulterio como una razón para el divorcio, entonces él habría destruido totalmente la institución matrimonial — porque Él había definido específicamente que éste incluía la codicia! ¿Ve usted? ¡Esta la cuarta prueba!

Recuerde, Dios dice que: “él aborrece el repudio [de un cónyuge]” (Mal. 2:16). Cuando hay adulterio en el matrimonio, el cónyuge infractor no necesariamente tiene una profunda debilidad de carácter. Esto sería demostrado si se repiten los errores, dejando una herida abierta, en la que la parte ofensora vierte continuamente sal.

¡El principio fundamental cristiano es perdonar! Esta es la clara enseñanza de la Biblia. Sin embargo, si una persona sigue cometiendo adulterio, entonces esa persona tiene un problema mucho más grande. Si el adulterio se convierte en una debilidad crónica, una que aleje a la persona del reino de Dios, en algún punto entonces veremos que el matrimonio puede pasar a un segundo plano. (Pero el patrón de adulterio podría terminar permanentemente el matrimonio basándose en la segunda razón para el divorcio, la cual será explicada más adelante. Veremos después exactamente como el adulterio repetido encaja en esto.)

Cristo enseñó que el adulterio no termina automáticamente un matrimonio. Si bien puede haber razones por las que en una pareja los dos ya no puedan vivir juntos, veremos que esos matrimonios permanecen unidos a los ojos de Dios hasta la muerte de uno de los cónyuges.

Una analogía

Algunos han intentado reclamar un fraude matrimonial después de años o incluso décadas de matrimonio. La siguiente analogía ayuda a explicar por qué es erróneo, y no es lo que Cristo quiso decir:

Supongamos que usted compra un automóvil usado y el odómetro marca 32.000 km. Ahora supongamos que le pregunta al vendedor cuántos kilómetros tiene el vehículo. Él responde que 32.000, cuando realmente tiene 192.000 km. (Por supuesto, es ilegal alterar el odómetro de un automóvil.) Usted conduce el automóvil y el motor está funcionando bien, piensa que tiene un automóvil con 32.000 km. Después de seis años, lo ha manejado otros 160.000 kilómetros, ahora piensa que tiene 192.000 kilómetros. En este punto, usted se da cuenta de que el automóvil ha sido conducido realmente 352.000 km.

¿Puede volver seis años más tarde y alegar que fue estafado — o defraudado? Ciertamente no fue tratado honestamente. Pero el automóvil fue útil durante seis años, ¡y usted lo condujo 160.000 Kilómetros! Aunque esta analogía no es perfecta, marca el punto.

Cristo no estaba abriendo las puertas para permitir cualquier razón para el divorcio. En realidad, Él estaba cerrándolas — regresando el matrimonio a la santidad original que Dios le había dado en el Huerto del Edén. Él estaba diciendo: “Si no hay fraude, al igual que Moisés lo escribió en Deuteronomio 22, en el que la mujer no es virgen, el matrimonio está atado”. Aunque los fariseos podrían haber sido duros de corazón e incapaces de perdonar o pasar por alto, un cristiano debe perdonar. Pero Cristo entendió y enseñó que este conocimiento sólo es “dado” a ciertas personas — a las que tienen el Espíritu de Dios y pueden entender y perdonar — no aquellos que buscan una salida fácil a un compromiso de por vida.

Entendamos lo que Cristo expuso claramente

En una carta a la Iglesia de Dios Universal en mayo de 1980, Herbert W. Armstrong explicó lo que acabamos de cubrir de la siguiente manera:

“Ahora en Mateo 19. Por supuesto, porneía en griego tiene más de un significado. Así como la palabra en español “sierra”. Podría significar la parte de una cordillera, o podría significar una herramienta con dientes rectilíneos para cortar a través de la madera. Nosotros determinamos por su uso EN EL CONTEXTO DE ESA ORACIÓN, cual significado de la palabra se aplica.

“Así es el caso en el que Jesús utilizó la palabra griega porneía. Los traductores de la Biblia King James de 1611 [lo mismo en la versión Reina-Valera y otras versiones en español] sabían que Jesús quería la definición de “fornicación”, como el acto previo al matrimonio”.

“Considere lo que Jesús dijo en Mateo 5:32: ‘Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio’”.

“¡Considere eso! Si en este caso porneía debería haber sido traducido como ‘adulterio’ en vez de fornicación premarital, entonces, cuán absurdo sería la declaración de Jesús. Él habría dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, salvo por causa de adulterio, hace que ella adultere. En otras palabras, se divorció de ella por el pecado de adulterio, y hace que cometa otra vez el mismo acto por el que se divorció de ella. ¡ESO NO TENDRÍA SENTIDO!”

“Además, una misma frase (versículo 32): ‘y el que se casa con la repudiada’ (alejada por adulterio) ‘comete adulterio’. ¡El que se casare con esta mujer divorciada en particular estaría cometiendo adulterio SÓLO PORQUE ELLA ES AÚN LA ESPOSA del hombre del que se divorció!”

“¡Decir que Jesús consideró el ADULTERIO como causa de divorcio introduce CONFUSIÓN y representa lo que Jesús dijo como algo RIDÍCULO!”

“La única manera de que un hombre cometa adulterio al casarse con una mujer divorciada, es si la mujer AÚN es la esposa que está atada a aquel que la divorció. Por lo tanto, cuando Jesús dijo que el ÚNICO motivo era FORNICACIÓN premarital, eso SÓLO puede significar que el matrimonio NO ESTABA ATADO — Dios nunca había UNIDO ese matrimonio en primer lugar. La mujer habría cometido fornicación antes del matrimonio, no le había dicho al hombre, y por lo tanto ÉL FUE DEFRAUDADO — ¡el matrimonio nunca fue atado! ¿Por qué? Porque DIOS SABÍA, pero el hombre no. Dios NUNCA UNIÓ ese matrimonio. El hombre fue defraudado sin saberlo. Si ella le hubiera dicho, y él la hubiera perdonado y se casaba con ella de todos modos, entonces el matrimonio habría sido ATADO por DIOS. En ese caso si él se divorció de ella, y no lo hizo de manera legal a los ojos de Dios, él ha causado, que al casarse ella con otro, cometa adulterio”.

“En Mateo 5 y Mateo 19, las dos palabras traducidas al español como ‘fornicación’ y ‘adulterio’ son mencionadas. En el griego original la palabra traducida como ‘fornicación’ era porneía, y una palabra griega diferente fue utilizada para adulterio, moicheia. Si Jesús hubiera querido decir ‘adulterio’ como el único motivo para el divorcio y segundas nupcias, habría utilizado la palabra moicheia en lugar de porneía. El mismo hecho de que él utilizó en griego porneía en la misma frase con moichea muestra definitivamente que no tenía intención de que porneía significara adulterio — que es infidelidad después del matrimonio”.

“En otros pasajes sobre el mismo tema, tal como en Marcos 10:5-9, nos encontramos con la versión de Marcos de la misma conversación registrada en Mateo 19. Allí, Jesús NO dio causas de divorcio, una vez atado en matrimonio – ‘por lo tanto, lo que Dios juntó (ató), no lo separe el hombre’”.

“Aquí Jesús habló de un matrimonio ATADO POR DIOS. Él NO dio motivo alguno para el divorcio o segundas nupcias. En Mateo 19 él estaba hablando de un caso en el que Dios NO lo había ATADO”.

“En Lucas 16:18 Jesús NO da motivos para el divorcio y segundas nupcias en el caso de un matrimonio atado por Dios”.

“Por lo tanto es claro que los pasajes en Mateo 15 y 19 hablan de un matrimonio que NO está atado por Dios”.

La segunda razón

La Biblia también describe una situación en la cual un matrimonio es válido, uno que es aceptado por Dios, que podría terminar. En I Corintios 7, Pablo aborda toda una serie de circunstancias que pueden surgir dentro de matrimonios de creyentes, o creyentes casados con incrédulos. Esto se refiere a menudo como el “capítulo del matrimonio”, pero podría ser fácilmente llamado el “capítulo del matrimonio, divorcio y segundas nupcias”.

Al igual que en pasajes previos, este capítulo es mejor comprendido si lo estudiamos versículo por versículo.

Versículo 1: “En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno le sería al hombre no tocar mujer”. Pablo no está diciendo que no es bueno para el hombre tocar mujer. Él simplemente está citando una carta, diciendo: “¡que me escribisteis!”

Versículos 2-3: Pablo continúa: “pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido. El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido”. Esto es básicamente un mandato a las parejas casadas de cumplir su responsabilidad sexual — el no “defraudarse” el uno al otro.

Versículo 4: Ahora fíjese: “La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer”. Todas las parejas casadas deben tomar nota: Pablo está explicando que el cuerpo de la esposa pertenece a su marido, y el del marido a su mujer. En otras palabras: “Maridos, lo que piensan que están haciendo con su cuerpo, realmente están haciendo con el cuerpo de su esposa, y viceversa. Su cuerpo le pertenece al otro”.

Versículo 5: Pablo sigue explicando lo que significa ignorar la responsabilidad sexual de su cónyuge: “No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia [o discontinuidad]”. Pablo está diciendo que las parejas pueden evitar tener relaciones sexuales por un período, mientras se acercan a Dios y se examinan a sí mismos espiritualmente.

Versículos 6-7: “Mas esto digo por vía de concesión, no por mandamiento. Quisiera más bien que todos los hombres fuesen como yo; pero cada uno tiene su propio don de Dios, uno a la verdad de un modo, y otro de otro”.

Pablo se había convertido, en efecto en un eunuco por causa del reino. Hay evidencia de que Pablo estuvo casado. ¿Cómo lo sabemos? Él estuvo previamente en lo que era llamado el Sanedrín — la Corte Suprema judía. Comparando su época, era lo equivalente a uno de las nueve jueces de la Corte Suprema de los EE.UU. Sólo los hombres casados podrían recibir tal designación. A la luz del versículo 7, y ya que nunca oímos hablar de su esposa, al parecer ella lo había dejado (tal vez al tiempo de su conversión), o había muerto. Así que Pablo estaba simplemente diciendo que otros hombres fueran como él — libre del matrimonio ante la persecución particularmente grave, que afligía a la Iglesia en ese momento. Él reconocía que las circunstancias actuales eran más fáciles siendo soltero.

Versículo 8: “Digo, pues, a los solteros y a las viudas [personas solteras en la Iglesia], que bueno les fuera quedarse como yo”.

Versículo 9: “Pero si no tienen don de continencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando”. Pablo entendió que es mejor casarse que quemarse, ya sea con la pasión, el deseo de un compañero, pero incapaz de tener uno, o literalmente quemarse en el lago de fuego, porque uno es tentado por esto y por los tropiezos en la inmoralidad sexual.

Versículo 10: “Pero a los que están unidos en matrimonio [dos personas convertidas en la Iglesia] mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido”.

Versículo 11: “Y si se separa [Dios dice, “No es mi voluntad que se separen, sino como dijo Moisés, si sucede], quédese sin casar, o reconcíliese con su marido [ustedes están unidos si viven o no bajo el mismo techo]; y que el marido no abandone a su mujer”.

La ciudad de Corinto estaba plagada con problemas de divorcio y nuevas nupcias. Pablo tuvo que aclarar que las normas de Dios eran muy diferentes a los de la ciudad en la que los hermanos de Corinto vivían. Él explicó que, si una pareja convertida se divorciaba, ellos no eran libres de volverse a casar, o estarían violando Romanos 7:1-3, y serían culpables de adulterio. Su único recurso era la reconciliación, donde el marido o la esposa podrían regresar al lado de su esposo.

Desde este punto en adelante, nos enfocaremos en la tercera y única categoría posible de circunstancias matrimoniales dentro de la Iglesia. Esto requiere una explicación y aclaración importante.

Versículo 12: Pablo continúa: “Y a los demás yo digo, no el Señor: Si algún hermano tiene mujer que no sea creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone”. ¿Quiénes son el “resto” descrito aquí?

¿Cuál es la tercera categoría posible que Pablo podría estar abordando más allá de los casados o solteros (incluyendo a las viudas y viudos)? Aunque sólo hay dos categorías en la sociedad en general, esto deja de lado el tercer grupo dentro de la Iglesia de Dios — aquellos casos en que un creyente está casado con un incrédulo. En tales casos, y esto es común, uno en la pareja tiene el conocimiento de la verdad, y el otro no. ¿Qué sucede si ese matrimonio no puede continuar — el incrédulo ya no desea vivir (por cualquier razón) con el creyente? Estos cónyuges no se sentirían atados por, ni estarían probablemente conscientes de las leyes de Dios sobre el matrimonio.

Pablo no cita a Cristo en algún otro lugar de la Biblia. Antes de este momento, Dios nunca había abordado estas circunstancias sin precedentes. Se hizo necesaria la aclaración y Dios usó a Pablo para este propósito. Por lo tanto, escribe: “digo yo, no el Señor” o, “Esto es lo que digo ahora”. Algunos dirán: “No, esto no es más que teología de Pablo”. Con ese razonamiento humano, todo lo que Pablo escribió puede reducirse a lo que se ha llamado “teología Paulina”. Entienda que Pablo estaba escribiendo bajo la inspiración de Dios. Lo que él dice es Escritura pura (Juan 10:35). Dios nunca le permitiría a Pablo o cualquier otra persona que registrara una opinión humana, dejándonos, en efecto, sin que se nos requiriera seguirla. Esto estaría permitiendo a las personas decir: “Me gusta la teología Paulina. Prefiero mejor la teología de Pedro” — o “me gusta la de Juan” — “y haré lo que me plazca”.

Dios no es autor de confusión (I Cor. 14:33), por lo que nunca ofrecería un razonamiento humano como una entrada a las escrituras. Pablo está simplemente reconociendo que Cristo — “el Señor” — nunca había abordado tales circunstancias.

Surge la pregunta: ¿Cuándo se casó ese “hermano” (vs. 12)? II Corintios 6:14 prohíbe a los creyentes casarse con incrédulos, así que esto tiene que ser un matrimonio que ya existía cuando el “hermano” fue convertido. Su conversión podría haber llevado al matrimonio a dificultades, causando que la esposa se preguntase si deseaba continuar con él. El versículo 12 describe al hombre cuya esposa es miembro, pero que dice: “Te quiero a pesar de que no vaya a tu Iglesia, no guardo el día de reposo, no creo las cosas que tú crees, pero aún así, quiero vivir contigo”. Pablo le instruye a no separarse.

Versículo 13: “Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone”. Obviamente, lo mismo se aplica a las mujeres casadas cuyos maridos no son convertidos.

Versículo 14: “Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos”.

El pasaje presenta un entendimiento vital, revelando que Dios ha entrado en la familia y el matrimonio de todo creyente, independientemente del estado del cónyuge. Los hijos de la unión vienen a ser “santos” para Dios.

Versículo 15: Pero algunos incrédulos dejan el matrimonio: “Pero si el incrédulo se separa, sepárese; pues no esté el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a paz nos llamó Dios”. Si un miembro bautizado de la Iglesia se encuentra casado con alguien que no está en la Iglesia, y que no quiere continuar con el matrimonio, Pablo explica que el matrimonio puede terminar. Si el incrédulo (no el creyente) dice: “¡me voy, adiós!”, el matrimonio puede terminar. (Por lo general no hay nada que se pueda hacer para detenerlo de todos modos.) El resultado, desde la perspectiva de Dios, es: “el hermano o hermana no está bajo esclavitud [vínculo matrimonial] en estos casos”. El tema en el contexto es el VÍNCULO MATRIMONIAL. Pablo está diciendo que el VÍNCULO MATRIMONIAL se termina por la partida del incrédulo.

Hay una segunda manera en que de hecho se puede “decir”, él o ella “no quiere vivir” con un creyente. Considere. Si un esposo dice: “estoy contento de vivir contigo, siempre y cuando recibas palizas diarias” — o “siempre y cuando me permitas engañarte” — o “siempre y cuando me permitas dejar en bancarrota a la familia y no alimente a los niños”, él no quiere vivir con su esposa llevando a cabo su papel apropiadamente.

Si, por obvia conducta — y esto debe ser muy continuo y serio — su pareja demuestra que no quiere vivir en el matrimonio, el versículo 15 puede interpretarse de manera similar. ¡Se puede decir que él o ella quieren permanecer con su compañero, pero las acciones hablan más que las palabras!

Versículo 16: Para que nadie busque o trate de inventar u orquestar la situación anterior, Pablo explica lo que está en juego, si la pareja permanece unida: “Porque ¿qué sabes tú, oh mujer, si quizá harás salvo a tu marido? ¿o qué sabes tú, oh marido, si quizá harás salva a tu mujer?”

¿Qué significa esto? Un cónyuge, no miembro, que estaba cortado de Dios, ya no está cortado, porque esta persona está ahora casada con un cristiano — un creyente. Los cónyuges no bautizados de los creyentes no están cortados de Dios ni son llamados por Él. Más bien, están en una categoría especial, en la que son libres de buscar a Dios, o de no hacerlo. De hecho, Dios les permitirá venir a Él, y tal vez puedan obedecerlo, tal vez no.

Lo mismo aplica a los hijos de un miembro convertido. Ellos tampoco están cortados de Dios ni automáticamente son llamados. Algunas veces Dios llama a algunos directamente, mientras que otros están en una categoría en la que, si deciden buscar a Dios, pueden hacerlo.

Si el cónyuge convertido da un maravilloso y hermoso ejemplo cristiano, él o ella puede “salvar” al esposo incrédulo. Si el ejemplo del cónyuge llamado es claro, fuerte y como el de Cristo, puede afectar al cónyuge incrédulo. (Por supuesto, sólo Dios puede salvar realmente a una persona.) Para los que son llamados en una situación en la que Dios dice: “Permanece como fuiste llamado” — tal vez una en la que el cónyuge no está en la Iglesia — puede significar que si uno da un buen ejemplo, el cónyuge puede decir: “aprecio y respeto lo que crees”. Quiero saber más acerca de tu religión”. Y eso pudiera resultar la conversión.

Todos los hermanos — los hijos engendrados de Dios — deben ser muy cuidadosos de no tener una actitud prepotente y altiva de “soy más santo que tú — ¡porque no eres convertido!” En este sentido, el creyente debe ser muy cuidadoso de no empujar a su cónyuge a salir del matrimonio, colocándolos en una situación de aislamiento, incapaces de buscar al verdadero Dios, y luego sellar esta acción errónea al decir: “Ella no quería vivir conmigo”.

Podría haber un caso, sin embargo, donde un CREYENTE se aleja de Dios, pierde el Espíritu Santo, degenerándose hacia una terrible y mala conducta — incluyendo el adulterio repetido u otros pecados graves — deja la Iglesia, llega a ser hostil, y trata de salir del matrimonio. Aunque raro, esto podría suceder. Tal persona se ha convertido en incrédulo, por lo que el versículo 15 es aplicable, una vez más. Si esa persona se aparta, el creyente realmente no tiene más remedio que dejar que esto ocurra. Obviamente, el matrimonio ha terminado.

Si se sacan de contexto ciertos otros pasajes pueden causar confusión. Por otro lado, algunas personas utilizan los siguientes pasajes para “probar” que Dios une todos los matrimonios en todas las circunstancias, es decir, si los llama o no a la verdad y les da la oportunidad de conocer y entender sus leyes sobre el matrimonio.

Ahora que hemos examinado el tema del divorcio y segundas nupcias, podemos entender fácilmente estas leyes.

Romanos 7:1-3

Algunos se refieren a Romanos 7:1-3, tratando de demostrar que todo matrimonio es hasta la muerte, que por supuesto es cierto, cuando Dios ha unido a una pareja. Este no es un versículo difícil de entender.

Observe: “¿Acaso ignoráis, hermanos [Pablo califica a quien le está hablando], (pues hablo con los que conocen la ley)…” Reconozca que Pablo les está hablando a los romanos conversos — hermanos — diciendo en efecto: “lo que voy a decirles, se les dice a los que conocen la Ley, que entienden la verdad, que son cristianos”.

Pablo continúa: “…que la ley se enseñorea del hombre entre tanto que éste vive? Porque la mujer casada está sujeta al marido mientras éste vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido. Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón, será llamada adúltera; pero si su marido muriere, es libre de esa ley, de tal manera que si se uniere a otro marido, no será adúltera”.

De la misma manera que con la mujer en el pozo, y la decapitación de Juan el Bautista, ejemplos que serán examinados en un momento, las personas toman Romanos 7 fuera de contexto. Algunos dicen: “¿Ves ahí está? ¡Estás unido hasta la muerte!”, olvidándose de un calificador de suma importancia: “Pues hablo con los que conocen la ley”. La frase coloca a Romanos 7:1-3 en perfecta armonía con todo lo que se explica en este folleto.

Recuerde: “al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado” — y también, “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados”. Estos pasajes, junto con “el juicio comienza por la casa de Dios”, sustentan a Romanos 7. Sin embargo; Pablo, a causa de que las personas podían olvidar estos versículos, los repite otra vez.

Este pasaje no tiene aplicación, ni menciona, a las personas que no conocen la verdad de Dios ni las leyes del matrimonio.

Mateo 14:1-4

Mateo 14:1-4 registra la decapitación de Juan el Bautista como resultado de lo que él le había dicho al rey Herodes: “En aquel tiempo Herodes el tetrarca oyó la fama de Jesús, y dijo a sus criados: Este es Juan el Bautista; ha resucitado de los muertos, y por eso actúan en él esos poderes. Porque Herodes había prendido a Juan [esto ya había sucedido previamente], y le había encadenado y metido en la cárcel, por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; Porque Juan le decía [en el pasado]: No te es lícito tenerla”.

Surge la pregunta: ¿Cómo es que, si el matrimonio previo de Herodes no estaba atado, Juan podía decirle que lo que estaba haciendo era incorrecto? Si Dios no se involucra en los matrimonios de las personas en este mundo — Herodes ciertamente era del mundo — entonces ¿cómo podía Juan hacer esta declaración?

Entendamos. Puesto que Herodes quebrantaba el sábado, Juan podría haberle dicho: “Estás quebrantando el sábado”. ¿Estaba siendo juzgado por quebrantarlo? ¿Le está imputando un pecado? ¿Sabía cuál era el día de reposo? Por supuesto que no. ¡Pero cada vez que alguien quebranta el día de reposo — está quebrantando el día de reposo!

Juan podría haber dicho: “Herodes, no estás diezmando y estás robando a Dios”. ¿Sabía Herodes que estaba robando a Dios? No. ¿Sabía que la ley del diezmo se encuentra en la Biblia? No. ¿Era responsable ante Dios? ¿Estaba siendo juzgado? No. Pero, si alguien no diezma, aún así le está robando a Dios.

Juan pudo haberle dicho a Herodes, y con razón, que no debía casarse con alguien que se había divorciado. Pero la declaración de Juan no significaba que el primer matrimonio de la esposa de Herodes había sido atado por Dios.

Romanos 3:23 dice: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. Pecado es pecado. Pero el mundo no está siendo juzgado ahora por pecar, porque el mundo en general no sabe lo que es el pecado. Si bien el pecado no está siendo imputado, las personas siguen cometiendo pecado. Fue de esta manera que Juan el Bautista podía decirle a Herodes que no le era lícito tener la esposa de su hermano.

Ninguna escritura debe quedar sola en esto. Todos los pasajes relacionados de un tema deben ser examinados para que surja una imagen completa. Al igual que Romanos 7, Mateo 14 se esclarece cuando se mantiene el contexto de todo el tema.

Juan 4:15-19

Lo mismo ocurre en Juan 4, cuando Jesús le hablaba “a la mujer en el pozo”.

Lo mejor es comenzar este relato más largo en el versículo 15: “La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla. Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá. Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta” (vs. 15-19).

Esta mujer se había casado cinco veces. Jesús lo sabía. Surge la pregunta: ¿A cuál marido estaba atada? Algunos han dicho: “Cristo le estaba diciendo a la mujer del pozo, ‘El hombre con el que estás no es tu marido porque estás atada al primero de tus cinco maridos’”.

Esto no es de lo que Jesús estaba hablando, porque no es una discusión o disertación sobre el divorcio y nuevas nupcias. Entienda que Jesús estaba hablando retóricamente, más correctamente diciendo: “Tú has tenido cinco maridos, y ahora estás viviendo con otra persona (cohabitando fuera del matrimonio).

A eso se refería. Lea el relato completo. El divorcio y las segundas nupcias no son el tema en discusión, y Jesús no hace ningún comentario sobre a qué marido estaba atada — o cuál de sus cinco matrimonios era válido. Qué triste que tantos intentan forzar las escrituras para que digan lo que ellos quieren que digan.

Trabaje en su matrimonio

Repito: ¡Dios es el autor del matrimonio! ¡El entendimiento apropiado de esta supremamente importante relación humana es vital para lograr la felicidad en su matrimonio! Sin importar sus circunstancias, y sin importar lo que haya ocurrido previamente en su matrimonio, aun es posible edificar una maravillosa unión feliz. ¡Pero tal vez requiera trabajo — y persistencia!

¡En contraste con los pocos versículos sobre el divorcio y las segundas nupcias, la Biblia está llena de pasajes que instruyen a aquellos que verdaderamente desean construir un matrimonio feliz!

En Efesios 5:22-23, Pablo compara el matrimonio a la relación entre Cristo y la Iglesia: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor. Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es la cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador”.

¡Esta es una declaración profunda! El marido debe esforzarse por dirigirse hacia su esposa como Cristo lo hace hacia su Iglesia, nutriéndola, guiándola, exhortándola y proveyendo para ella.

Los versículos 24-25 y 28 explican mejor esta analogía: “Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella… Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama”. ¡Cuán cierto es!

Usted puede vencer incluso los problemas más graves en el matrimonio. Los exhorto a leer la siguiente literatura: Usted puede construir un matrimonio feliz, El propósito del matrimonio — ¿llegará a ser obsoleto? y Sexo – su dimensión desconocida. Para aquellos que están considerando el matrimonio por primera vez o las segundas nupcias, solicite nuestro libro Citas y cortejo – a la manera de Dios. También es posible que desee leer nuestro cuadernillo completo sobre la familia: Asalto a la familia.

¡Estos harán una diferencia!

Sólo en la Iglesia de Dios

Anteriormente, bajo el subtítulo “Una asunción errónea”, nos dirigimos a puntos vitales que deben ser revisados antes de concluir el folleto. Para establecer el escenario para lo que sigue, volvamos a ellos.

Una vez más, muchos asumen que Dios participa en cada matrimonio en todas partes en la Tierra. Si esto fuera cierto, entonces ¿por qué en el registro del Nuevo Testamento no fue discutido ampliamente? Repito, todo el Nuevo Testamento revela que esto nunca fue un problema en la Iglesia del primer siglo.

La Iglesia temprana no estaba desintegrando las familias, trabajando bajo la asunción de que todos los matrimonios estaban atados por Dios. Se sabía que las personas no serían responsables de lo que no sabían sobre esta doctrina, así como no serían responsables de lo que no sabían de cualquier otra doctrina de Dios.

En vista de estos problemas, todo lo que ha leído no tiene aplicación si usted es católico, protestante o está en cualquier otra rama de la religión establecida. Tiene aplicación sólo a alguien dentro de la verdadera Iglesia de Dios — que entiende la verdad de acuerdo a las siguientes escrituras: (1) “y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado” (Stgo. 4:17); (2) “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados” (Heb. 10:26).

Considere esto antes de llegar a la conclusión. Las personas escriben a La Iglesia de Dios Restaurada de forma regular para pedir ayuda para solucionar los problemas matrimoniales. Algunos pertenecen a diferentes ramas del cristianismo profeso, algunos vienen de otras religiones, y unos cuantos han sido ateos o agnósticos. Algunos presentan situaciones teóricas tanto como los saduceos se las presentaron a Cristo en Mateo 22:23-30. Ese rompecabezas hipotético fue la situación más extrema de “qué pasaría sí…”. Sin clasificar todas las complicaciones artificiales presentadas a Él, Cristo simplemente respondió: “Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios” (Mat. 22:29).

Entienda que Dios no está juzgando en este momento a los que están fuera de su Iglesia.

La doctrina bíblica del divorcio y segundas nupcias como lo enseña la única Iglesia edificada por Jesucristo (Mat. 16:18) tiene aplicación sólo para aquellos que son parte de esa Iglesia. Dios no une los matrimonios en el mundo en general o hace responsables a las partes como lo hace con los que actualmente están bajo juicio. Dios está juzgando a su Iglesia: “Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios” (I Pedro 4:17). Posteriormente en el plan maestro de salvación de Dios, cuando las mentes de todos los pueblos estén abiertos a la verdad, los estándares antes mencionados se aplicarán a todos.

El gran cuadro

En una carta en mayo de 1974 a la Iglesia de Dios Universal, Herbert W, Armstrong escribió lo siguiente:

“Dios ha dirigido a su Iglesia hacia el verdadero conocimiento y entendimiento del propósito y significado del matrimonio. Dios ha revelado a su Iglesia que el matrimonio es en realidad una relación en el plano divino, no otorgado a ninguna otra forma de vida creada por Dios. Los animales no tienen la bendición del matrimonio con un hogar y una relación de familia. Los ángeles no la tienen”.

“La Iglesia de Dios tiene el entendimiento de que Dios es una familia; que el hombre está formado a imagen y semejanza de Dios; que puede nacer dentro de la familia de Dios, al ser transformado por una resurrección de mortal a inmortal — de humano a divino — de carne y sangre a una composición espiritual”.

“Y cuando la iglesiaesta Iglesianazca de Dios a la venida de Cristo y en la resurrección, será la esposa de Cristo y se casará con Cristo. El reino de Dios entonces, estará integrado por Dios el padre, Cristo el hijo, y la esposa de Cristo — una relación de familia”.

“Ninguna otra iglesia… ¡tiene este maravilloso conocimiento!”

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