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Jesús dijo: “Edificaré mi Iglesia”. Hay una sola organización que enseña toda la verdad de la Biblia, y es llamada a vivir por “cada palabra de Dios”. ¿Usted sabe cómo encontrarla? Cristo dijo que:

  • Enseñaría “todas las cosas” que Él ordenó
  • llamaría a los miembros a ser apartados por la verdad
  • Sería una “manada pequeña”
Acerca del Autor
Photo of David C. PackDavid C. Pack 

Fundador y Pastor General de La Iglesia de Dios Restaurada, Editor en jefe de la revista La Plena Verdad, y voz del programa El Mundo por Venir, David C. Pack ha llegado a muchos millones de personas en todo el mundo con las verdades más poderosas de la Biblia — desconocidas por casi todos. Él es autor de 80 libros y folletos, estableció personalmente más de 50 congregaciones, y apareció como invitado en The History Channel. El Sr. Pack asistió al Colegio Ambassador en Pasadena, California, entró al ministerio de la Iglesia de Dios Universal en 1971, y fue entrenado personalmente por su fundador, Herbert W. Armstrong.

¿Cuál es su recompensa en la próxima vida?

por David C. Pack

Nada es más incomprendido que la salvación. ¿Por qué hay tantos confundidos — engañados — acerca de lo que harán en la vida después de la muerte? ¿Viene la salvación por gracia o por medio de obras — y cuál es la diferencia? ¿Cómo — en base a qué — son las personas recompensadas en la próxima vida? ¡Este vital folleto elimina toda confusión!

Muchos esperan recibir la salvación al final de esta vida. ¿Pero qué significa esto? Tantos son ignorantes acerca de lo que la Biblia dice que será su recompensa final. La mayoría no tiene idea de lo que en realidad estarán haciendo por toda la eternidad.

¿Lo sabe usted?

Le preguntaron una vez a un evangelista famoso como sería en el cielo. Él respondió, “no lo sé, pero será maravilloso y todos estaremos allí”. Él eludió la pregunta.

Los obituarios hablan de personas que se “murieron” y “fueron a casa para estar con el Señor”. Otros escriben que su ser querido fallecido “se unió a los ángeles” y que están “mirando hacia abajo sobre nosotros ahora mismo”.

Algunos creen que están “destinados para la gloria”. Cuando se les pregunta lo que esto significa, la mayoría no está segura. Pero las ideas más comunes son que todos “montarán sobre las nubes”, “tocarán el arpa”, “andarán por las calles de oro delante de las puertas del cielo”, “se sentarán en mecedoras” y simplemente “irán de acá para allá en el cielo todo el día”.

A cientos de millones de otros se les ha enseñado a creer que la salvación consiste en mirar fijamente el rostro de Jesús por toda la eternidad. No sólo que esta idea está basada en una mala comprensión de las escrituras, sino que también enseña que en realidad nadie será capaz de ver Su rostro directamente.

¿Qué podría ser más aburrido que el cumplimiento de estas ideas? Yo no puedo imaginarme haciendo algunas de estas cosas por un período prolongado — ¡y mucho menos por TODA la ETERNIDAD! Cuando un hombre consideró estas ideas populares, señaló que “prefería ir al infierno, porque sonaba mucho más emocionante”.

¡Tanta confusión! ¡Tanta ignorancia! La vasta mayoría ha sido engañada en creer en una salvación falsa.

¿Qué ha asumido usted? ¿Qué conceptos populares ha absorbido usted sin verificar a ver lo que la Biblia enseña realmente?

La salvación es un regalo

¿Tienen las obras algo que ver con su salvación? Dicho de otro modo, ¿está su “justicia” conectada a ser salvo? Si es así, ¿acaso estas cosas aseguran automáticamente la salvación? ¿Es la salvación “por obras”? ¿Puede usted ganarse la salvación por cualquier cosa que haga?

Algunos creen que pueden ganarse su salvación. Se nos ha acusado de enseñar “la salvación por obras”, simplemente porque creemos que los cristianos tienen una responsabilidad de hacer ciertas cosas.

La Biblia sí enseña que hay algo que las personas se “ganan” por sus obras. Esta declara, “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Rom. 3:23). Romanos 6:23 añade, “la paga del pecado es muerte” — “mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús”.

¿Pero qué es el pecado? I Juan 3:4 indica, “pues el pecado es infracción de la ley”.

Isaías 59:1-2 explica que el pecado aleja a las personas de Dios. Él es literalmente “inalcanzable” para el pecador cuyo pasado no ha sido perdonado y limpiado. Isaías 55:6-7 instruye a aquellos que deseen acercarse a Dios, “Deje el impío su camino”.

Muchos versículos explican que el pecado puede ser perdonado sólo mediante el sacrificio de Cristo. El apóstol Juan fue inspirado a escribir, “Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (I Juan 5:11-12).

¡A menos que tengamos un Salvador — Uno que haya pagado la pena por nuestros pecados — nos dirigimos a la muerte! Muchos versículos más podrían ser citados para probar esto. Examine Juan 5:26 para que vea que sólo Dios tiene el poder de otorgar la vida eterna. La buena noticia es que Dios tiene el poder de otorgar el don de la vida eterna. ¡No se equivoque! La salvación no puede ser ganada — es un don gratuito. Se trata de un regalo dado con condiciones para aquellos que califican.

La mayoría de los cristianos creen que son “salvos por la sangre de Cristo”. ¡Esto no es verdad! La Biblia dice que somos “salvos por Su vida” (Rom. 5:10), mientras somos “reconciliados con Dios” y “justificados por Su sangre” (5:9). Entienda este punto. Nosotros no somos justificados por obras, sino por la sangre de Jesucristo.

El arrepentimiento — volverse a Dios y obedecerle — aborda la futura obediencia de un cristiano. Esto no hace nada por cubrir los pecados pasados. La sangre de Cristo justifica — hace limpias, blancas, justas — todas las transgresiones y pecados pasados. Vea también I Corintios 15:17-18. Pero, es vital entender lo de ser “salvos” y esto requiere explicación.

¡Considere! Si Cristo no resucitó de entre los muertos, entonces Su Espíritu no puede guiar y fortalecer a los nuevos convertidos, ya que es el Espíritu Santo que conduce a los cristianos. Pablo escribió, “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” (Rom. 8:14). Es este mismo Espíritu el que Dios usará para eventualmente cambiar a todas las personas convertidas en hijos de Dios compuestos de espíritu — Seres Espirituales resucitados. Este Espíritu en ellos, cuando sean cambiados, hace posible la vida eterna — la salvación. ¿Está esto claro? Si Cristo no hubiera sido resucitado, entonces Él no podría haber ido al cielo, desde donde el Padre y Él pudieran enviarles Su Espíritu a Sus seguidores. Sin este Espíritu viviendo en la mente de un cristiano, no hay esperanza de vida eterna.

Los seres humanos no tienen vida inherente en ellos. Ellos no nacen con un alma inmortal. Génesis 2:7 afirma que las personas son almas — ellos no tienen almas. Y Ezequiel 18:4, 20 afirma, “El alma que pecare, esa morirá”. Mateo 10:28 confirma esto. Usted no es un ser inmortal. Su expectativa de vida cubrirá un cierto tiempo designado, después del cual usted morirá. A menos que Dios intervenga, usted no tiene futuro más allá de un tiempo limitado de aproximadamente 70-80 años. Sólo Cristo tiene inmortalidad inherente con el Padre (I Tim. 6:16; 1:17).

¡Entendamos esto! Debemos remover toda duda acerca de lo que trae la salvación. Ésta es un regalo gratuito de Dios. No hay absolutamente nada que un cristiano pueda hacer para merecerla o ganarla. La única paga que los seres humanos pueden ganar es la muerte. Antes de estudiar el tema de las obras cristianas, reconozca que nadie puede ganar la vida eterna a través de obras.

La salvación es a través de la gracia de Dios. Pero ¿qué es la gracia? Es el perdón totalmente inmerecido de los pecados personales. Esto es lo que significa gracia. La salvación significa que uno está salvo de la muerte. A menos que Dios intervenga para aplicar la sangre de Jesucristo para cubrir el pasado del pecador arrepentido, no puede haber salvación.

¿Qué papel juega la fe? Algunos creen que estar “justificados por fe” es todo sobre lo cual los cristianos deben de preocuparse. Ellos creen que cualquiera que enseña que alguna obra sea necesaria, niega la dádiva de Dios de la salvación. (Exploraremos esto en más detalle después.) La fe sí juega un papel, pero ¿cuál es?

Efesios 2:8-9 se amplía sobre Romanos 6:23: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto [la fe] no de vosotros, pues es [la fe] don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. La salvación viene como un don gratuito, por gracia — ¡a través de la fe! Sin embargo, Pablo explica que incluso la fe debe ser una dádiva. De lo contrario, sería como una “obra”, generada por esfuerzo humano. Si Dios diera la salvación basándose en esto, significaría que un cristiano la ganó a través de la fe humana. (Lea nuestro folleto gratis ¿Qué es la fe real? y ¿Qué es la Salvación? Para realmente entender este tema).

Otra pregunta surge. ¿Un cristiano debería prepararse — entrenar — para cualquier cosa que estará haciendo en la próxima vida? ¿Y qué tiene esto que ver con el don de la salvación? Estas preguntas hablan al fondo de otra gran pregunta: ¿Qué es un cristiano?

¡Muchos no saben las respuestas a estas preguntas básicas — pero usted puede saber!

¿Qué es un cristiano?

Antes de explicar si un cristiano debe o no hacer buenas obras en su vida, debemos examinar una cuestión más básica.

¿Qué es exactamente un verdadero cristiano? ¿Es uno que “asiste a la Iglesia” — “profesa a Jesús” — “conoce a Cristo” — o alguien que ha sido “bautizado”? ¿Hay siquiera un versículo que dé la definición bíblica de un cristiano y elimine toda confusión?

Pablo escribió: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” (Rom. 8:14). Un cristiano es uno que tiene el Espíritu Santo guiándole. Pero, ¿es el tener el Espíritu de Dios absolutamente esencial para ser un cristiano? Anteriormente, Pablo dijo: “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, ¡no es de Él!” (v. 9).

¡Es así de simple! Una persona ya sea tiene el Espíritu de Dios, y es cristiana, o no lo tiene y no es cristiana — “no es de Él”. Todos aquellos que están verdaderamente convertidos deben tener el Espíritu Santo en ellos.

El apóstol Pedro enseñó, “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del [Espíritu] Santo” (Hechos 2:38).

Al igual que con la salvación y la fe, ¡el Espíritu Santo es un regalo! A menos que Dios lo , uno no lo puede tener. ¡Pero note! Existen condiciones para recibirlo. Arrepentimiento y bautismo preceden recibir el Espíritu de Dios. Ninguno de éstos hace a uno ganarse el Espíritu de Dios, son calificadorescondiciones — ¡que deben ser cumplidas para que el Espíritu Santo pueda ser dado!

Ahora fíjese lo que significa recibir el Espíritu de Dios, en términos de la vida eterna, que será dada más tarde, en la resurrección: “Cristo…en quien también después de haber creído, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida” (Efe. 1:12-14). El Espíritu de Dios, en la mente de una persona, es un pago — las "arras" — de nuestra herencia futura con Cristo en el reino de Dios. ¡Somos “herederos según la promesa” de la salvación (Gal. 3:29)!

Recibir el Espíritu de Dios comienza un proceso que termina en la herencia con Cristo. ¿Es esto todo lo que es el cristianismo y la conversión, o hay algo más?

¡Hay mucho más!

Cuando Cristo guardó la Pascua en la noche previa a Su crucifixión, Él les explicó indirectamente, a través de una oración, un importante principio a Sus discípulos: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad: TU PALABRA ES VERDAD” (Juan 17:15-17).

Un cristiano cree y sigue la verdad. La verdad le aparta (le santifica) de todos aquellos que le rodean. Él no es del mundo ni de sus caminos, costumbres y tradiciones. Una vez más, ¿qué significa esto? También, ¿cuál es la verdad acerca de cómo la vida de un cristiano ahora se relaciona con lo que va a hacer por toda la eternidad?

¿Se le requiere a usted hacer algo?

¿Los cristianos son requeridos a obedecer las leyes de Dios? ¿Cuál es la respuesta — la verdad — desde la Palabra de Dios?

Jesús jamás enseñó que las personas solamente debieran “creer en Él” para recibir salvación. Cuando un hombre joven le preguntó a Cristo qué debía hacer para tener “vida eterna” — para recibir salvación — Cristo no le dijo, “Simplemente cree en mi”. En cambio, Él le dijo: “Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos”. Al escuchar esto, los discípulos quedaron asombrados. (Lo mismo ocurre con la mayoría de los ministros y eclesiásticos). Ellos no entendieron cómo esto era posible y preguntaron; “¿Quién, pues, podrá ser salvo?” Cristo respondió: “Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible” (Mat. 19:17, 25-26). Es posible obedecer a Dios.

Los cristianos no deben seguir en el pecado después del bautismo y la conversión. Pablo escribió, “¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? en ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado [Cristo pagó la pena por nosotros], ¿cómo viviremos aún en él? (Rom. 6:1-2).

El versículo 12 amplifica esto: “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias”. Los versículos 14-16 continúan, “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia. ¿Qué, pues? ¿Pecaremos [transgredir la ley, I Juan 3:4], porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? en ninguna manera. ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?”.

Los cristianos están bajo gracia. Pero, si bien ya no están “bajo la ley” — bajo la pena de muerte que trae la desobediencia pasada — ellos ahora obedecen a Dios. Perdón por los pecados cometidos no es una licencia para libremente cometer pecados futuros.

En Marcos 7:7-8, Cristo dijo, “Pues en vano me honran , enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres”. Es posible adorar a Cristo en vano. Es posible pensar acerca de Él, hablar acerca de Él y a menudo referirse a Él como Señor — ¡siendo todo en vano!

Note: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos [“de”, no “en” el cielo], sino el que hace la voluntad de Mi Padre que está en los cielos” (Mat. 7:21). Pablo escribió, “los hacedores de la ley [de Dios] serán justificados” (Rom. 2:13).

Un cristiano es alguien que en realidad hace ciertas cosas. Su responsabilidad es más que tan sólo creer. En el contexto de explicar la diferencia entre los que construyen su casa sobre la roca y los que construyen sobre la arena, Cristo dijo: “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que Yo digo? (Lucas 6:46). ¡Un cristiano hace lo que Dios dice que haga! También, lea cuidadosamente Santiago 1:22-25; 2:8-12, 14, 17-20. Estos versículos fundamentan la instrucción de Cristo que ordena a los cristianos verdaderos mantener las leyes de Dios, atando juntas las obras y la fe. Ellos demuestran que no es la fe o las obras, sino la fe y las obras.

La Biblia habla de “el [Espíritu] Santo, [el cual] ha dado Dios [es un regalo] a los que Le obedecen” (Hechos 5:32). Recibir el Espíritu de Dios es precedido por el arrepentimiento (de romper la ley de Dios) y el bautismo (Hechos 2:38). Es en este punto que comienza una nueva vida engendrada por el espíritu. El hijo recién engendrado de Dios, es ahora un “coheredero con Cristo” (Rom. 8:17). Se convierte en parte de la Iglesia verdadera que Cristo prometió construir y dirigir (Mat. 16:18; Efe. 1:22-23; Col. 1:18), la cual Él alimenta a través de Su ministerio verdadero (Efe. 4:11-15).

Pero ¿qué sobre “tener amor”? ¿No son los cristianos simplemente aquellos que “muestran amor”? De ser así, ¿qué es el amor? Consideremos varios versículos más. ¡Aclaremos toda confusión!

Pablo escribió: “…porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el [Espíritu] Santo que nos fue dado” (Rom. 5:5). Cuando un cristiano recibe el Espíritu de Dios, él recibe algo (una muy pequeña cantidad al principio) del amor de Dios. Con el tiempo, a través de ejercitarlo activamente, la profundidad y la cantidad de amor crece.

Hay dos caminos de vida diferentes. Uno es el camino del “dar” — el camino del amor y del interés altruista — el camino de Dios. El otro es el camino del “obtener” — el camino del egoísmo y del interés propio — el camino del hombre. Algunos se centran por completo en “conseguir” la salvación para sí mismos, mientras tanto están haciendo tan poco como sea posible. Cristo enseñó que “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35).

Con esto en mente, ¿cuál es la definición bíblica del amor?

Juan escribió: “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamiento: y sus mandamientos no son gravosos” (I Juan 5:3). Muchos de los que dicen tener amor creen que los mandamientos son gravosos. Dios dice que no lo son. Él llama Su ley “santa, justa, buena y espiritual” (Rom. 7:12, 14). (Para obtener más información sobre la Ley de Dios, lea nuestro libro Los Diez Mandamientos – ¿“Clavados en la cruz” o necesarios para la salvación?)

La Biblia explica, a través de Pablo, que los mandamientos y la ley son lo mismo: “El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor” (Rom. 13:10). La Biblia define el amor como “el cumplimiento de la ley”.

Una explicación más detallada del amor se encuentra en I Corintios 13. Tome el tiempo para leer detenidamente este capítulo. Demostrar el amor de Dios implica muchos aspectos diferentes de conducta — acción — obras — ¡que son hechas por los cristianos!

Sólo si guardan las leyes de los hombres, pueden todas las personas andar libremente dentro de sus sociedades. Los ciudadanos de cada nación comprenden que la libertad es un privilegio, que se puede perder por la infracción de la ley. Ciertamente Dios no es menos sabio que los hombres. Las personas son libres en Cristo sólo si le obedecen.

Por lo tanto, un cristiano es un “hacedor” no solo “creyente” u “oyente”. La salvación es un regalo, pero existen condiciones de calificación — comportamiento, conducta, obras — que deben ser realizadas, ¡o creer en Cristo es en vano! Y uno que afirme tener amor debe realizar “obras” definidas de obediencia a la ley, que lo demuestren.

¿Por qué este folleto?

Este folleto está escrito para explicar la recompensa que un cristiano puede esperar en la próxima vida. El propósito de éste es conectar directamente las obras de uno en esta vida al grado de la recompensa que será dada en la próxima vida. La Biblia tiene mucho que decir y usted tiene que reconocer lo importante que este conocimiento es para su futuro. Ser “salvos por la gracia” y “recompensados de acuerdo con las obras” son asuntos enteramente diferentes. Pocos comprenden que no es uno o el otro — ¡son ambos!

No malinterprete la tremenda importancia del este material. Casi nada de lo que usted lea de La Iglesia Restaurada de Dios será más importante que la respuesta a la pregunta planteada en el título de este folleto. El propósito aquí es explicar la relación entre sus obras en esta vida y su recompensa en la próxima vida.

Las “obras” no son rituales de la ley de Moisés

La Biblia declara repetidamente que los cristianos serán recompensados después, según sus obras ahora. Veremos que esto es una enseñanza absolutamente clarasimple — de las escrituras. Pero ¿a qué tipo de obras se está refiriendo esto? La Biblia en realidad se refiere a las obras con dos diferentes significados previstos. Este folleto se centrará en uno de ellos.

Las epístolas de Pablo a los Romanos y a los Gálatas hacen referencia a “las obras de la ley”. La palabra griega para esto, érgon, se refiere a las ceremonias, rituales, y sacrificios físicos y tediosos que el antiguo Israel estaba obligado a realizar bajo ciertas circunstancias. El libro de Levítico y otros lugares hablan de esto en detalle. Estos a menudo fueron requeridos a ser realizados en conjunto con la obediencia a los Diez Mandamientos.

Sin embargo, este no es el significado sobre el cual nos enfocaremos. Érgon también puede referirse a “trabajo físico, acción, labor o actos de justicia espiritual”. Invariablemente, cuando se pretende este significado, la palabra “obras” se coloca independiente, omitiendo la frase “de la ley” (la ley de Dios, los Diez Mandamientos). La palabra griega práxis, utilizada a menudo, con frecuencia traducida como “obras”, también tiene un significado casi idéntico.

Usted no puede vivir su vida sin hacer muchas cosas cada día. Todas las cosas que usted hace son buenas o malas. Son sus “obras”. Le definen por lo que usted es. Solomon escribió, “Aun el muchacho es conocido por sus hechos” (Prov. 20:11). Si esto es cierto de los niños, ¿cuánto más de los adultos?

Mientras que la salvación es un regalo, su recompensa en el reino de Dios estará determinada únicamente por sus “obras” ahora, en esta vida. ¡Comprenda esto!

Antes de examinar las escrituras que demuestran esto, usted primero debe comprender un poco más de lo que principalmente implicará la salvación.

Los santos gobernarán

Los cristianos oran, “Venga tu reino”. Muchas escrituras demuestran que Cristo establecerá el reino de Dios a Su Regreso. ¿Gobernará por Sí Mismo — o gobernarán otros con Él? Cuando establezca Su gobierno mundial, ¿cómo será estructurado?

Examine lo que Daniel registró acerca de este reino. Daniel 7:13 habla de la venida de Cristo. Antes de Su Regreso, Dios oficialmente Le otorgará la autoridad para gobernar el mundo. El versículo 14 declara, “Y Le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; Su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y Su reino uno que no será destruido”.

¿Exactamente cómo pretende Dios manejar todos los pueblos y las naciones de la tierra? Una vez más, ¿gobernará Cristo sólo, o con otros?

Varios versículos más en Daniel 7 son fundamentales para entender. Note el versículo 18: “Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre”. ¡Eso es correcto! El máximo llamamiento de los verdaderos cristianos es unirse a Cristo y compartir la soberanía en el reino de Dios sobre todas las naciones y los pueblos. Realmente, Cristo es “rey de reyes y señor de señores”.

Ahora lea el versículo 22: “…y se dio el juicio a los santos del Altísimo; y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino”.

El versículo 27 confirma el maravilloso potencial que tienen ante sí todos los verdaderos santos de Dios: “y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán”.

Cristo dice, “Al que venciere y GUARDARE MIS OBRAS hasta el fin, Yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como Yo también la he recibido de Mi Padre” (Apo. 2:26-27) y unos versículos más adelante añade: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en Mi trono…” (3:21).

Los cristianos son vencedores. Entienden que deben “guardar” las “obras” de Cristo. Ellos no se cruzan de brazos, “sólo creyendo” en Jesús. ¡Reconocen que están en entrenamiento para ser maestros y gobernantes!

Apocalipsis 5:10 añade, “y [Dios] nos has hecho para nuestro Dios reyes [gobernantes] y sacerdotes [maestros], y reinaremos sobre la tierra”. No es de extrañar que Cristo dijo, en el Sermón del Monte, “los mansos…heredarán la tierra” (Mat. 5:5). También vea Judas 14-15.

La frase “en Mi trono” (Apo. 3:21) es utilizada porque Cristo comprendió que Su trono está en esta tierra — a diferencia del trono del Padre, que está en el cielo. Lucas 1:32 muestra que Cristo se sentará en Jerusalén en el trono de David.

Apocalipsis 20:4, 6 indica, “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar…y vivieron y reinaron con Cristo mil años…Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con Él mil años”.

¿Qué podría ser más claro que estos versículos? Cuando Cristo regrese, ¡los santos reinarán con Él! ¡Reinarán sobre el mundo entero con Él! (Lea nuestro libro El asombroso potencial del hombre para obtener más información sobre este tema).

Ahora, ¿podría alguien creer seriamente que Dios daría tal enorme poder a los que no han calificado y aprendido a utilizarlo? ¿Podría un rey humano gobernar efectivamente un país sin ningún entrenamiento? ¡Por supuesto que no!

Algunos rechazan la autoridad de Dios sobre ellos

Cristo habló una parábola muy importante a fin de que los cristianos comprendieran el reinado venidero del reino de Dios y su responsabilidad de calificar para formar parte de éste. Tómese el tiempo para leerlo.

En Lucas 19:11-27, Cristo se compara a Si mismo con un noble que fue a un “país lejano” (lo que representa volver al cielo por casi 2.000 años) hasta Su Regreso. Los discípulos creyeron que el reino de Dios se “manifestaría inmediatamente” y Cristo quiso ilustrar que mucho tiempo pasaría antes que lo hiciera. El “Noble” de la parábola “llamó” a “diez siervos” suyos (un tipo de cristianos que han sido llamados por Dios a salir de este mundo) y les dio instrucciones para aumentar el valor de una “mina” (dinero) que Él le dio a cada uno de ellos para inversión. La mina simboliza una unidad de cuantía o valor espiritual básico. Recuerde que esto es una parábola, así que Cristo no se refería a dinero literal. Dijo a Sus siervos “Negociad entre tanto que vengo” — o que “aumentaran” la mina en más dinero. Mientras que el Hombre Noble se fue, dice, hablando de Sus siervos, “Pero Sus conciudadanos le aborrecían, y enviaron tras Él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros”. ¡Es importante entender la intención de esta declaración!

Algo de historia breve se requiere para entender mejor el contexto de esta parábola. Cristo era un judío predicando esta parábola en la tierra de Judá. Judá, no era más que una de las doce tribus del antiguo Israel. Diez de esas tribus se habían perdido más de 700 años antes, ya que se habían rebelado contra el hijo de Salomón, Roboam. Habían sido llevados en cautiverio por los antiguos Asirios (los alemanes de hoy en día) y habían emigrado más tarde al noroeste de Europa. Se volvieron los pueblos democráticos, principalmente de habla inglesa, de Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y ciertas otras naciones de Europea Occidental. También, algunos de las tribus de Benjamín y Leví permanecieron con los judíos, cuya capital era Jerusalén.

Cuando esta parábola menciona que los conciudadanos del Noble “Le aborrecían” y declararon, “No queremos que Éste reine sobre nosotros”, es una referencia a los judíos, quienes la historia registra rechazaron la autoridad de Cristo. Esto es lo que Juan 1:11 quiere decir cuando afirma que “Él vino a los suyos, y los suyos no le recibieron”. Los “diez siervos” (aquellos cristianos llamados hoy en día) son un tipo espiritual de las diez tribus perdidas de Israel. Cristo envió a Sus discípulos (Mat. 10:6) “a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mat. 15:24). Él ofreció a estas tribus una oportunidad de gobernar porque los judíos rechazaron Su autoridad sobre ellos.

Muchos no quieren que Cristo les diga qué hacer. Ellos no desean que Él los gobierne. desean la salvación, pero sin condiciones.

Estos “conciudadanos” entendieron que el Hombre Noble (Cristo) iba a venir a “reinar” en la tierra. Demostraron que ellos no quisieron tener nada que ver con esto y rechazaron Su gobierno (reinado) sobre ellos — y así su futura parte en esto (Lucas 19:27). Reconocieron que el reino de Dios sería un gobierno imperante. ¡Comprenda! La parábola había empezado con el Hombre Noble (Cristo) yendo al cielo a “recibir para Él mismo un reino y volver”.

Al regreso del Hombre Noble, llamó a cada siervo ante Su presencia para que rindieran cuentas de cómo cada uno de ellos había aumentado la mina que se les había dado. Cristo quiso saber cómo “cada hombre había negociado” (vs. 15) mientras que Él había estado ausente. Algunos habían ganado cinco minas, otros diez, etc., pero un siervo había enterrado su mina en el suelo y no produjo nada con esta.

Ahora esto es esencialmente importante. Entienda esto, porque aclara cómo sus obras ahora impactan su grado de recompensa más tarde. ¡No entienda mal!

El primer siervo ganó diez minas. Cristo explicó su recompensa, diciendo: “Está bien buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades” (vs. 17). Sus obras le trajeron a él esta recompensa.

El siervo que había ganado cinco minas fue puesto “sobre cinco ciudades”. Debido a que el segundo siervo produjo la mitad, su recompensa fue la mitad de grande. Así pues, a estos hombres se les dio autoridad — se les dio posiciones de gran soberanía sobre ciudades. Su recompensa fue para reinar con Cristo en Su gobierno mundial. ¡Y esto estaba directamente conectado a sus obras en esta vida!

El siervo que enterró su mina en un pañuelo había desperdiciado una gran oportunidad de calificar para gobernar en el reino de Dios. Él no produjo nada durante su vida. El versículo 22 dice, “Entonces Él [el Hombre Noble, Jesús] le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te juzgo”. Este siervo no había crecido y, por tanto, no había calificado para gobernar sobre ciudades. Cristo dio la recompensa del siervo malo al que había ganado diez minas — de modo que este último tuvo más que su propia recompensa. El siervo malo puede haber pensado que tenía la salvación, pero se había engañado. Era un “siervo inútil” y fue “arrojado a las tinieblas de afuera...” (Mat. 25:30).

¡A nadie le será dado señorío antes que haya probado que puede ser gobernado! Nadie puede formar parte del gobierno de Dios a menos que haya aprendido a someterse al gobierno de Dios — ser gobernado por Dios y Cristo en esta vida. ¡Esta es la lección de suma importancia de esta parábola! Los cristianos deben “creced en la gracia y el conocimiento...” (II Ped. 3:18). Incluso la gracia no viene de una sola vez.

Cuando Cristo llamó a Sus siervos a rendir cuenta, les estaba mostrando que todas las personas un día estarán de pie y darán cuenta ante el tribunal de juicio de Cristo. Al igual que la recompensa de los apóstoles que se “sentaréis en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel” (Mat.19:28), a algunos se les dará una gran autoridad para gobernar sobre ciudades con Cristo “en el trono de Su gloria”.

Recuerde que los “conciudadanos”, dijeron, “No queremos que Éste reine sobre nosotros”. ¡Sólo usted puede determinar si va a dejar que Cristo reine sobre usted ahora, y si se preparará para reinar sobre los demás después!

¿Qué significa ser “salvo”?

Cierta revisión es importante para explicar cuando un cristiano es salvo. Este es un tema de gran confusión. Comprender esto es fundamental para el proceso de salvación.

Uno es en realidad salvó en tres maneras distintas. Recordemos que Romanos 6:23 explica que la paga del pecado es la muerte. En el arrepentimiento, bautismo y conversión, un cristiano es perdonado por la sangre de Cristo e inmediatamente es salvo de la pena de los pecados pasados. Así que, en cierto modo, la persona ha sido “salvada”, en ese momento, de la muerte. De momento usted se da cuenta que esta no es toda la historia.

Hay dos aplicaciones más de cuándo y cómo una persona es salva. La palabra salvación se deriva de la palabra salvo. Por lo tanto, la segunda forma es la más obvia — la salvación en la resurrección al Regreso de Cristo (I Cor. 15:50-55; I Tes 4:13-18).

Sin embargo, nadie recibe la salvación sin antes someterse a una vida de aflicciones, pruebas, aprender, crecer y vencer. La tercera manera que uno es salvo es que está “siendo salvado” — un proceso continuo — a lo largo de su vida. Muchos versículos muestran que nada es automático después de la conversión. Creer que lo es, es una burla a Dios. Ya hemos visto muchos versículos indicando ciertas condiciones previas antes del bautismo, y requisitos adicionales, después del bautismo, de aquellos que reciben la salvación.

No es “una vez salvo, siempre salvo”

Tenga en cuenta que Cristo dijo, “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” Mat. 24:13; 10:22). El cristianismo es una prueba de resistencia, con nada automático. Un cristiano puede abortar en esta vida, si no continúa en el camino correcto. Nadie está permanentemente salvo en la conversión. Cristo dijo (dos veces) que Sus siervos deben “perseverar hasta el fin” de sus vidas. ¿Cuál es el punto de esta declaración si la salvación está garantizada al aceptar a Cristo?

¡El libro de Hebreos contiene varias amonestaciones — advertencias — para aquellos que viven el camino cristiano de una manera negligente! Pablo escribió, “Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos [del griego: salirse de un recipiente con filtración]. Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?...” (Heb. 2:1-3).

¡Tenga cuidado! Esto es una advertencia para todos. La salvación no es fácil. Puede escabullirse si permitimos que el entendimiento importante y la necesidad de actuar se “derramen” de nuestras vidas.

Pablo continuó describiendo el grave peligro del pecado voluntario: “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos [los miembros de la verdadera Iglesia de Dios se reúnen cada sábado]…Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la vedad, ya no queda más sacrificio por los pecados” (Heb. 10:23-26).

¡Esto es serio! Los ministros de este mundo enseñan que las personas están bajo la gracia — que ya están salvados en esta vida — que no pueden caerse o abortar debido a mala conducta, el pecado. No se deje confundir por engañosas palabras tranquilizadoras de parte de aquellos quienes dicen representar a Cristo. Dios tiene estándares y deben ser cumplidos. (Lea también Santiago 4:17.)

En Hebreos 6, Pablo describe a la persona que ha “caído”. Pinta un panorama sombrío: “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeran, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismo al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio” (vs. 4-6). Para este tipo de persona “ya no queda más sacrificio por los pecados”.

Estos versículos no dejan duda de que es posible ser un verdadero cristiano y alejarse del camino hacia la salvación. He conocido a muchos que “gustaron de la buena palabra de Dios” y han sido “partícipes del Espíritu Santo”, que han dejado de estar “iluminados” y se han alejado de Dios y la salvación. ¡Pablo afirma que es imposible para tales personas recuperarse!

Estas son las claras palabras de la Biblia. Cada escritura referida aquí es crítica y se debe leer cuidadosamente, incluso para comenzar a reconocer las obligaciones que Dios pone sobre Sus siervos. No sea como tantos que fácilmente las desestiman, falsamente confiando en que tienen a “Jesús en sus corazones”.

Los ministros “cristianos” profesos de este mundo enseñan una “salvación” no bíblica, falsa y pagana de ir al cielo, en lugar de la verdad — que esta vida es para prepararnos para gobernar. Ellos ignoran los versículos que acabamos de examinar, porque no quiero ser responsables de tener que hacer algo. ¿Cómo “ya salvo” encaja con vivir una vida de sufrimiento, crecimiento, obediencia a Dios y persecución intensa (Juan 15:20; II Tim. 3:12; Salmo 34:19; etc.)?

Si la salvación viene instantáneamente, en el momento de algún tipo de experiencia religiosa etiquetada como “conversión”, sin ninguna obligación de realizar buenas obras, ¿por qué Dios no simplemente pasa por alto esta vida y lleva a la gente inmediatamente a cualquiera que su recompensa se supone que sea? ¡Los ministros de este mundo no responden y tampoco pueden responder a esta pregunta!

No se deje engañar por la seductora idea de “sólo creer”. ¡Es uno de los mayores engaños que lo teólogos “cristianos” espiritualmente ciegos han impuesto sobre una Cristiandad tradicional desprevenida!

“Recompensado...conforme a las obras”

Hemos leído Efesios 2:8-9 acerca de la salvación “por gracia…por medio de la fe” y que incluso la fe es un don. Teólogos, religiosos y clérigos casi universalmente dejan de leer en este punto. ¿Por qué casi nadie continúa para leer el tan importante versículo 10?

Note: “Porque somos hechura Suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”. ¡Eso es correcto! Los cristianos deben “andar…en buenas obras” como “hechura Suya [de Dios]”.

Ahora lea y entienda un versículo crucial. Mateo 16:27 dice, “Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de Su Padre con Sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”. Fíjese que no decía, “salvo por las obras” (porque la salvación es un regalo), sino que cada hombre es “recompensado … conforme a sus obras”. Cristo trae la recompensa de cada hombre con Él en Su Venida.

Cuando estaba bajo el ataque de las malas obras de Alejandro el calderero, Pablo dijo, “El Señor le pague conforme a sus hechos” (II Tim. 4:14). En este caso, las malas obras de Alejandro le habían ganado una “recompensa”.

Considere esto: ¡Su recompensa es lo que usted gana — después de recibir el don de la salvación por la gracia! Usted puede ganar los “salarios” de una recompensa mayor o menor en el reino de Dios por la cantidad y el grado de sus buenas obras. Note lo que Pablo escribió a los Romanos: “Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda” (4:4). La salvación es por gracia, pero la recompensa es una deuda pagada por Dios a cada persona por sus obras.

Piense en ello de esta manera. Nada de lo que haga le llevará a entrar al reino. Esto viene por gracia. Todo lo que haga determina el grado de recompensa después de llegar allí. En otras palabras, la salvación no es gracia u obras, ¡sino gracia y obras!

Una batalla de por vida

Leemos, “El que persevere hasta el fin será salvo”. Vivir una vida de crecimiento y superación no es fácil. Es una lucha diaria y constante en contra de los impulsos de la carne y las tentaciones del pecado. Esta es la razón por la cual Cristo también dijo, “Entrad por la puerta estrecha [difícil]; porque ancha es la puerta, y espacioso [fácil] el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha [difícil] es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mat. 7:13-14). Naturalmente la mayoría buscan el camino fácil y “espacioso”.

Pero Pedro escribió, “Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? Y si el justo con dificultad se salva, ¿en dónde aparecerá el impío y el pecador?” (I Ped. 4:17-18).

Los cristianos están siendo juzgados ahora. El mundo no. (Lea nuestro folleto gratis Un Mundo en Cautiverio para aprender por qué.) ¿Cuál sería el punto de este juicio si nuestras obras — nuestra conducta — no hacen ninguna diferencia para Dios? Nuestras obras sí hacen una diferencia para Él.

Pablo entendió esto. Observe: “Y esto hago…para hacerme copartícipe de él. ¿No sabéis [la mayoría no saben] que los que corren en el ESTADIO, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis [ganar]. Todo aquel que lucha [para campeonato o la victoria], de todo se abstiene; ellos [no cristianos], a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros [cristianos], una incorruptible. Así que, yo de esta manera CORRO, no como a la ventura; de esta manera PELEO…no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado [fracaso, perdedor]” (I Cor. 9:23-27) y “Por tanto…despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y CORRAMOS con paciencia la CARRERA que tenemos por delante” (Heb. 12:1).

Pablo sabía que su carrera era un maratón, no una carrera corta. Así es la suya.

También describió el cristianismo como la “lucha” (Efe. 6:11-12) en contra de las “asechanzas del diablo”. Y él dio instrucciones a los filipenses a “proseguir a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (3:14). Él reconoció que se necesita un gran esfuerzo para correr y ganar una carrera larga.

La parábola del sembrador

Mateo 13:1-9, 18-23 contiene la parábola del sembrador. Léalo con cuidado. En él se describe un “sembrador” que lanzó la semilla en toda la campiña. Cuatro diferentes tipos de respuestas son descritas en esta extensa parábola.

La primera categoría escuchó el evangelio y la verdad y no hicieron nada al respecto — nunca estuvieron convertidos. Una segunda categoría recibió la verdad de Dios con gran alegría y aguantó por un corto tiempo, hasta que las aflicciones y pruebas causaron que renunciaran con desánimo. La tercera fue “ahogada” por el “afán de este siglo y el engaño de las riquezas” y “se hace infructuosa”. Se perdieron la salvación. Ellos permitieron que las tentaciones y preocupaciones de este mundo los destruyeran.

La cuarta se convirtió y sí “da fruto, y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno”. El relato de Lucas registra la cuarta categoría como los que “con corazón bueno y recto, retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia” (8:15).

La declaración de Cristo sobre “ciento…sesenta…treinta” es una obvia referencia a los diferentes grados de recompensa que los cristianos recibirán en el reino de Dios, basado en lo que hacen en esta vida. El estatus, oficio, rango, grado de posición o cantidad de gloria de uno, dependerá de cuánto haga con lo que tiene, en el tiempo disponible que su llamamiento le da para hacerlo.

Ríos de agua — y frutos

Cristo describió al Espíritu Santo como “ríos de agua viva” (Juan 7:37-39). Explicó a Sus discípulos que fluiría de ellos como un río. Romanos 5:5 explica que “el amor de Dios ha sido derramado” en el corazón de un cristiano “por el Espíritu Santo”. Gálatas 5:22-23 describe los “frutos del Espíritu”, los cuales fluyen desde el Espíritu de Dios a la mente convertida. El fruto (buenas obras) siempre es evidente en el cristiano. Para ser uno, usted debe evidenciar frutos en su vida.

En la noche de Su traición, Cristo celebró la Pascua con Sus discípulos. Les dio muchas instrucciones acerca de su futura responsabilidad como cristianos. Juan 15:1-8, 16 contiene una enseñanza fundamental acerca de la importancia de dar frutos.

El capítulo comienza con Cristo diciendo, “Yo soy la Vid verdadera, y Mi Padre es el Labrador. Todo pámpano [cristianos] que en Mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto” (vs. 1-2). Cuatro veces por separado en estos versículos Jesús les dice a sus discípulos que “den mucho fruto” o “lleven fruto”.

Aquí hay una instrucción vital. El Padre (Labrador o Viñador) limpia (poda) a las ramas (cristianos individuales), que deben estar conectados (v. 4) a la Vid (Cristo). Tenga en cuenta que los que no dan fruto Dios los “quitará”. Estos sufren la pérdida de la salvación y son “echado…en el fuego, y…arden” (v. 6). Algunos sufrirán el lago del fuego — el fuego del infierno — por no haber producido nada en sus vidas.

No es por “nuestras” obras o justicia

Es sumamente importante entender que los cristianos están conectados a Cristo. La Biblia a menudo habla de “Cristo en nosotros” (Gál. 2:20; 4:19; Col. 1:27; Efe. 3:17; II Cor. 13:5). Nosotros no hacemos las obras sino más bien “Cristo en nosotros”, con Su Espíritu fluyendo desde la Vid, como agua que lleva los nutrientes esenciales a cada rama, las hace. Comprenda. El Padre guía el proceso de creación de fruto a medida que cada cristiano permanece en contacto con Él a través del Espíritu de Cristo (y Dios) en Él.

Mantenga esto en claro. No es algo que usted haga, de y por sí mismo, lo que produce obras de justicia. Recordemos que Romanos 5:5 dice que el amor de Dios “ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo”. Cada cristiano debe ejercer el “fruto” del amor, pero esto sólo se hace posible por Dios habiendo proporcionado primero Su Espíritu, llevando el potencial para cada uno de los frutos del Espíritu en cada persona.

Romanos 10 advierte de aquellos que no entienden el papel de Dios en la formación del carácter, buenas obras y justicia: “Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios” (vs. 3).

Es un completo desperdicio de esfuerzo construir su propio carácter, sus propias obras de justicia. ¡No les ganan nada con Dios!

Dios se describe a sí mismo como un “Alfarero” que trabaja con arcilla, cuando trabaja en las vidas de los seres humanos. Él está moldeando y dando forma a cada persona en un producto hermosamente acabado. Pablo describe a aquellos que están “en Cristo Jesús” como siendo “una nueva criatura”. Dios, como creador, está formando una nueva creación en los que tienen Su Espíritu Santo obrando en ellos.

Pedro describió a los cristianos como “partícipes de la naturaleza divina” — la naturaleza de Dios. Existe la naturaleza física de la creación, la naturaleza humana y la naturaleza de Dios. ¡Dios está remodelando la naturaleza humana carnal y corrupta en un carácter espiritual maravilloso, glorioso, perfecto y santo!

¡Todo crecimiento espiritual viene de Dios!

Los hermanos de Corinto sufrían de tener “espíritus partidistas”, con algunos prefiriendo a un ministro sobre otro, dividiendo así la Iglesia. Pablo les instruyó, “¿Qué, pues es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor” (I Cor. 3:5). El versículo 6 continúa con “Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios”. Los hermanos locales estaban escogiendo favoritos cuando todo el incremento espiritual (la Versión Estándar Revisada dice "crecimiento") vino realmente del Espíritu de Dios obrando (parcialmente a través de Sus ministros). Después de explicar que los siervos humanos no son nada, el versículo 7 reitera la misma cosa.

El versículo 8 es fascinante. Note lo que revela: “Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor”. Esto significa que cada persona es responsable de, y será recompensado por, sus propias obras — ¡su propio esfuerzo! ¡Cuán simple — cuán obvio!

La gracia nos pone en el reino, pero nuestras obras definen nuestra recompensa una vez allí.

Pablo continúa, “Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios” (vs. 9). Dios está construyendo Su Familia. Él es un Labrador. Todos somos el producto de Su “labranza”.

Esta Iglesia, La Iglesia de Dios Restaurada, está haciendo la obra de Dios. Estamos “trabajando juntos” en todo el mundo a medida que Dios llama a más obreros a su mies (Mat. 9:36-38). Tenemos decenas de folletos y otros materiales que contienen las verdades de Dios que están siendo distribuidos por miles. Estamos dando consejería y bautizando a los que proceden al arrepentimiento y a la conversión. ¡Muchos miembros y colaboradores, con más todo el tiempo, están ayudando por medio de oraciones diarias y apoyo financiero en esta obra en expansión!

Nuestro personal de la sede asiste en todos estos esfuerzos, a medida que el evangelio del reino de Dios sale a todo el mundo. Nuestra tarea es ayudar a las personas a crecer y vencer de manera que puedan tener un mayor grado de recompensa cuando Dios, por Su gracia, los salve. Nuestro trabajo es cumplir con lo que describe Pablo en I Corintios 3:10: “Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica”.

Es muy importante entender esto. Recuerde, Dios está edificando Su Iglesia. Cristo dijo, en Mateo 16:18, “Yo edificaré Mi Iglesia”. Es por eso que Pablo escribió, “vosotros sois edificio de Dios”. Todo edificio de importancia tiene una base apropiada. Lo mismo sucede con la Iglesia de Dios. El versículo 11 indica, “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo”.

La Iglesia de Dios se basa en el camino de vida y las enseñanzas de Jesucristo. Lucas 4:4 dice que los cristianos “viven…de toda palabra de Dios”. Recordemos que Cristo advirtió como la mayoría “no hacen lo que yo digo” (Lucas 6:46). Lo que Cristo dice son Sus palabras. Todos los que “edifican su casa sobre la roca” (Mat. 7:24-29) son descritos como los que “Me oyen estas palabras [dichos], y las hacen”.

El estudio Bíblico y la oración ferviente son parte del horario diario del cristiano. Él ha encontrado la “perla preciosa” y está decidido a edificar el carácter espiritual y la naturaleza de Dios en su vida. Esto, a su vez, está construyendo directamente el grado de recompensa que experimentará por toda la eternidad. Aunque nada de esto le llevará allí, la esencia de su carácter determina su recompensa.

Ahora, de vuelta a I Corintios 3. Pablo hace absolutamente claro el aspecto crucial de construir sobre Cristo con la siguiente analogía inconfundible. Observe como él describe lo que significa hacer esto: “Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa” (I Cor. 3:12-14).

Estos versículos hablan de lo que construimos en nuestras vidas. Las tres primeras materias, “oro, plata, piedras preciosas”, son de gran valor. También sobreviven al fuego descrito en el versículo 15: “Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego”. El fuego no tiene ningún efecto químico sobre estos valiosos metales o joyas. Pero el versículo advierte de aquellos quienes pueden “sufrir pérdida” porque algunas de sus obras eran en valor “madera, heno, hojarasca”. El fuego destruye estas últimas tres materias, que son de poco valor. Estas personas son salvas, pero pierden parte de la recompensa.

Todas las seis materias representan un valor descendente en apreciación. El heno es prácticamente inútil — inservible en valor. La hojarasca es completamente inútil.

¡Más vale que cada cristiano haga un balance real de cómo edifica!

¿Cuál es el fuego?

Varios versículos explican cómo Dios usa “fuego” para templar o refinar a aquellos en quienes Él está edificando Su carácter. Hablando de un tiempo en que todas las personas aprenderán la verdad de la Palabra de Dios, Él declara que tendrá que meterlos “en el fuego y los fundiré como se funde la plata, y los probaré como se prueba el oro. ÉL invocará mi nombre, y Yo le oiré, y diré: Pueblo Mío; y él dirá: el eterno es mi Dios” (Zac.13:9).

Malaquías 3, describiendo la Segunda Venida de Cristo, amplifica Zacarías: “…y vendrá súbitamente a Su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el Ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho el Eterno de los ejércitos. ¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque Él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores. Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán al Eterno ofrenda en justicia” (vs. 1-3).

Tenga en cuenta que es el fuego de las pruebas (I Ped. 4:12) el que aporta la calidad pura de oro y plata en el carácter de uno. El versículo 2 más arriba realmente afirma que Cristo mismo es el “fuego purificador” y todos aquellos que han construido en madera, heno y hojarasca verán cómo se consume. Sí, algunos apenas podrán entrar en el reino de Dios y recibirán una muy pequeña recompensa por el poquito de metales preciosos o joyas que le permitieron a Dios construir en su carácter. Será por Su don de gracia que son salvos. Pero debido a que han hecho poco, van a recibir poco en recompensa — posición, oficio, rango, estatus y gloria en el inminente gobierno mundial de Dios. A pesar de que estarán allí, se les dará autoridad sobre pocas ciudades.

Otros demostrarán celo y buscarán a Dios con todo su corazón en esta vida. Se esforzarán activamente por crecer y vencer la carne y sus faltas, pecados y debilidades. Su primera meta es el reino de Dios (Mat. 6:33), y mantienen sus ojos directamente en éste — ¡y en la recompensa que vendrá con eso!

Cristo pregunta al cristiano profeso, “¿Por qué me llamáis Señor, Señor, y no HACÉIS lo que Yo digo?” Aquellos que escogen hacer las cosas que Cristo dice que hagan en esta vida, en última instancia serán recompensados según sus obras en la próxima vida. Esa es la segura promesa de Dios desde las Escrituras. ¡Nada lo puede alterar!

¿Cuál será su recompensa en la próxima vida?

En resumen

En su folleto ¿Qué estará haciendo en la próxima vida?, Herbert W. Armstrong concluyó bajo el subtítulo “Su parte en la OBRA DE DIOS”:

“En mi intensa y rica experiencia activa de más de cincuenta años, desde que Dios cambio mi dirección a Su camino, he observado que la primera necesidad de todo cristiano, quien debe crecer y desarrollar este carácter espiritual, es tener su corazón por completo en la Obra de Dios, la cual el Cristo viviente ha llamado a Sus siervos a hacer, ¡como Sus instrumentos! Nuestras ‘obras’ son nuestra parte en la Obra de Dios — llevar Su verdadero Evangelio a todo el mundo como un testimonio — preparando el camino para la venida de Cristo. Nosotros somos simplemente Sus instrumentos. ¡Es la obra de Dios! Aquellos que condenan las ‘obras’ ¡están condenando al Gran Dios que es el Hacedor real a través de nosotros como Sus instrumentos y Colaboradores! ¡Estas no son, después de todo, nuestras obras!

“Aquellos que son egocéntricos, no importándoles para nada la Obra de Dios, no teniendo la suficiente preocupación altruista para querer ayudar a llevar el mensaje de Crist o a este mundo ciego, engañado y moribundo, caen. Los que centran toda su vida y actividad ‘cristiana’ en desarrollarse ellos mismos espiritualmente, cuyos corazones no están en o no están preocupados acerca de esta gran y altruista Obra de Dios a nivel mundial, en realidad dirigida por el CRISTO viviente, sólo se desarrollan interiormente, ¡hasta que se marchitan espiritualmente y se quedan a mitad de camino! Aquellos cuyos corazones, sus oraciones activas, constantes, intensas y fervientes, y sus diezmos y ofrendas están en la Obra de Dios, continúan expandiéndose espiritualmente — se vuelven más felices — llegan a ser grandemente bendecidos — sus vidas se vuelven más ricas y plenas — y sus rostros rebosan en sonrisas. ¡Irradian! ¡Prosperan!

“El Nuevo Testamento está literalmente lleno con instrucción sobre la vida cristiana — llevando una vida nueva, diferente, brillante y alegre — o, quizás más correctamente, permitiéndole a Jesucristo que viva tal vida — ¡el camino de Dios en ellos!

“¡Qué maravilloso es el Camino de Dios!

“¡La salvación viene — si estamos dispuestos — como el don gratuito de Dios — por gracia!

“Pero debemos ser cambiados. Hay que hacer, no sólo escuchar (Rom. 2:13). Está el desarrollo de un nuevo carácter justo. Sin embargo, ¡incluso eso es Cristo EN usted que en realidad lo está haciendo! En realidad, ¡incluso las ‘obras’ son principalmente hechas por Él! Pero que maravilloso que hayobras’ justas en la verdadera vida cristiana — la oportunidad para más que salvación, a pesar de lo invaluable que es eso — la oportunidad para una posición, rango u oportunidad de servir más alta, ¡mayor gloria!”.

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