La sola doctrina más grande en la Biblia es el conocimiento del verdadero evangelio. Usted está a punto de aprender por qué. Entienda. Solamente hay un evangelio correcto. Todo lo demás son perversiones diseñadas por Satanás para reemplazar la increíble verdad de su Mensaje. Es este enorme entendimiento el que los ministros de Satanás siempre han tratado de pervertir primero.
Al propio comienzo de Su ministerio, Cristo enseñó: “arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:15). Pero, ¿qué es el verdadero evangelio? ¿Hay más de uno al que Dios aprueba? La respuesta a estas y otras preguntas acerca del evangelio se encuentran en la Biblia — y es absolutamente VITAL que usted las entienda. Pero las respuestas han permanecido escondidas para la vasta mayoría.
Mucho conocimiento falso
¡Miles de libros nuevos acerca de religión son publicados cada año en América! ¡Y también hay más de dos mil denominaciones y sectas separadas en América! No obstante, jamás ha habido más confusión y desacuerdo entre los cristianos profesos, o en el mundo como un todo, acerca de las verdaderas respuestas a los mayores problemas de la vida. ¿Por qué? ¿Por qué hay tanto conocimiento disponible, mientras, a la misma vez, hay tanta ignorancia respecto a la verdad acerca de las GRANDES preguntas de la vida?
¡Las respuestas a estas preguntas tienen toda relación con el evangelio!
A la vasta mayoría le ha sido enseñado — y la vasta mayoría cree — que el evangelio es simplemente acerca de la Persona de Jesucristo. Ciertamente, el rol de Cristo es un tema extremadamente importante, pero Él no es el evangelio. La Biblia muestra que el nombre de Jesucristo es predicado en conjunto con el evangelio. Una vez más, Su rol es vital para el cristianismo, y debe ser entendido, ¡pero Él no es el evangelio!
Algunos proclaman un “evangelio de salvación” o un “evangelio de gracia”. Otros creen un “evangelio de milagros” o un “evangelio social” o un “evangelio de comida” o de “sanación” o de “fe”. Aún otros simplemente piensan en “música espiritual” cuando escuchan esta palabra. ¡Estas son todas ideas hechas por el hombre que ignoran la verdad de la Biblia!
Regresemos a Marcos 1, y note el versículo 14: “Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios”. Este es el evangelio que Jesús predicó. Y fue en este mismo contexto que Él dijo: “arrepentíos, y creed en el evangelio”. Una vez más, ¿qué evangelio? El evangelio del “reino de Dios”. El versículo 1 se refiere a este mensaje cuando declara: “Principio del evangelio de Jesucristo”. El evangelio de Cristo era acerca del reino de Dios — ¡no acerca de algo más! Uno debe creer ese evangelio, no un sustituto falsificado. ¡El mundo simplemente no sabe de este evangelio!
Pocos comprenden. Pero, ¿por qué? ¿Por qué tan pocos captan hoy el asombroso futuro del llamamiento cristiano? Pablo fue inspirado a explicar: “Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios” (I Cor. 2:9-10). Sin Dios abriendo nuestra mente, es imposible entender cualquiera de las cosas de Dios. También es imposible siquiera llegar a Dios (Juan 6:44, 65). Casi literalmente, este versículo declara que el propósito de Dios ¡jamás ha entrado al pensamiento del hombre!
Dios, para Su propio propósito maravilloso en este tiempo, le ha abierto la verdad del evangelio a muy pocos — y los ha puesto dentro de Su Iglesia. El resto del mundo permanece cegado. ¡Entienda esto! El diablo no quiere que los seres humanos disfruten algo que para siempre le es negado a él — la membresía en la Familia de Dios, de la cual usted aprenderá.
Muchos no despertarán del engaño — del engaño masivo — ¡de un “cristianismo” engañado que niega las claras verdades de la Biblia! El plan de Dios para la humanidad es asombroso — incomparable respecto a cualquier cosa que los seres humanos hayan ideado para reemplazarlo. El mundo ignora escrituras plenas y claras encontradas a lo largo de la Palabra de Dios acerca del reino de Dios. Este libro explica la asombrosa verdad que tantos ignoran — ¡y revela el que puede ser su futuro!
Fuerte advertencia de no pervertir el evangelio
Este tema es tan importante, que Dios inspiró al apóstol Pablo a dar esta advertencia a los gálatas de entonces y a nosotros ahora: “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos predicado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si algún hombre os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema” (Gál. 1:6-9).
¡Esta es una declaración muy fuerte! Un poco más tarde, Pablo enfatizó su esperanza de que la “verdad del evangelio permaneciese con vosotros” (Gál. 2:5). ¡Así que hay un único evangelio verdadero — y todos los otros son falsos! Usted ahora puede entender mejor la advertencia de Pablo en Gálatas 5:7-9, la cual fue mencionada previamente.
Aunque algunos aseguran que Pablo enseñó un evangelio diferente o adicional, es claro que él jamás lo hizo. Irónicamente, Dios usó a Pablo para advertir en contra de permitir tales falsas enseñanzas, pronunciando una maldición sobre cualquier hombre, ángel o hasta apóstol — “Mas si aun nosotros [apóstoles]…os anunciamos otro evangelio diferente” — quien viole esta orden (Gál. 1:8).
¡Qué escritura — y ADVERTENCIA — más poderosa!
Pablo explicó que a los apóstoles les fue confiado por Dios el preservar el verdadero evangelio. Note I Tesalonicenses 2:4: “Sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones”. Esa es una responsabilidad que no se debe tomar a la ligera. Los verdaderos ministros siempre deben de enseñar lo que Dios ordena — no lo que agrade a los hombres (incluyendo a los “eruditos” de la Biblia). Así que cualquier reclamo de que Pablo enseñó un evangelio diferente o un segundo evangelio (casi siempre acerca de Cristo o de “paz”) es imposible. ¡Si Él hubiera hecho esto, él literalmente habría estado pronunciando una maldición sobre sí mismo!
Fue profetizado que Jesús traería el evangelio
Jesús vino como un presentador de noticias que traía un anuncio. Adonde quiera que Él fuera, Él hacía el mismo anuncio referente a un futuro súper gobierno mundial, el cual sería establecido a Su Regreso.
Cuando le hablaba a un grupo de oyentes en el desierto, Cristo explicó Su propósito — Su responsabilidad. Note cómo explicó Él Su comisión: “Pero él les dijo: Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado” (Lucas 4:43).
Mateo amplía esto: “Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo” (Mat. 4:23). El trabajo de Cristo era llevar el mensaje del reino de Dios a lo largo de todas las ciudades de Israel. Él fue “enviado” para este propósito.
En el Antiguo Testamento, fue profetizado que Jesús vendría como un mensajero. Note Malaquías 3:1: “He aquí, Yo envío a Mi mensajero [Juan el Bautista], el cual preparará el camino delante de Mí (Cristo): y vendrá súbitamente el Señor a quien vosotros buscáis, y el ÁNGEL [Cristo] del pacto, a quien deseáis vosotros”.
Cristo fue el “mensajero” del evangelio, no el mensaje en sí mismo. Su mensaje acerca del reino de Dios es el corazón — la pieza central — de toda la Biblia.
Ahora compare el pasaje en Malaquías con otro en el Nuevo Testamento: “La ley y los profetas eran hasta Juan [solamente las escrituras en el Antiguo Testamento habían sido predicadas anteriormente]; desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él” (Lucas 16:16). Recuerde que, en Marcos, Cristo predicó el “reino de Dios” y lo llamó el evangelio.
Satanás, quien sabía que estaba profetizado que Cristo predicaría el Mensaje que él odia, buscó matarle en Su infancia a través del Rey Herodes. Esta es también la razón por la que el diablo buscó tentarle en el desierto (Mat. 4:1-11). Él sabía que si tenía éxito en cualquiera de sus intentos, él podría frustrar el Plan de Dios y retener el poder sobre las naciones del mundo. También aprenderemos más de esto después.
El significado de “evangelio”
La palabra “evangelio” proviene del latín evangelĭum, que a su vez se origina del vocablo griego, evangelion (εὐαγγέλιον), y significa buenas nuevas. De igual forma la palabra “reino” simplemente significa gobierno. Podíamos decir acertadamente que Cristo predicó “las buenas nuevas del gobierno de Dios”. Aprenderemos el quién, qué, dónde, cuándo, por qué, y cómo de estas buenas nuevas y cómo éstas se relacionan con la más grande profecía de la Biblia.
La palabra evangelio es encontrada 101 veces en la Biblia. Algunas veces es encontrada sola y algunas otras le sigue la frase “del reino”. Otras veces incluye “del reino de Dios” o de la frase equivalente “del reino de los cielos”. Note que dice “de los cielos”, no “en el cielo”. Es el reino de los cielos y hay una gran diferencia entre las dos. Justo como el reino de Dios quiere decir el reino perteneciente a Dios, no el reino en Dios, lo mismo es cierto del reino de los cielos o el reino que pertenece a los cielos. Es crucial entender esto.
A lo largo del Nuevo Testamento, la palabra “reino” es encontrada 27 veces, “reino de Dios” 75 veces y “reino de los cielos” 34 veces. Todas son claramente una y lo mismo.
Ahora capte este punto. El tema del reino de Dios no es solamente el tema dominante en el Nuevo Testamento, sino también es el tema dominante de toda la Biblia. No obstante, de manera increíble, la mayoría conocen muy poco o nada al respecto. Los ministros de las iglesias de este mundo ignoran el verdadero evangelio y jamás lo predican. Por tanto, virtualmente todo el mundo permanece en completa ignorancia de la sola verdad más grande en la Palabra de Dios. ¡Increíble, pero cierto!
Además, todos los que han aprendido esto deben estar alertas constantemente, para que no se escape (Heb. 2:1).
Los apóstoles predicaron el verdadero evangelio
¿Qué evidencia hay de que otros autores del Nuevo Testamento predicaron este mismo mensaje? ¡Hay mucha evidencia!
Pedro predicó el reino de Dios. Note: “Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (II Pedro. 1:11).
Igual lo hizo el Apóstol Santiago: “Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?” (Santiago 2:5).
El relato de Mateo menciona el término “evangelio del reino” tres veces diferentes. He aquí otro ejemplo, casi idéntico a Mateo 4:23, que ya fue citado: “Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo” (Mat. 9:35).
En muchas de sus parábolas, Cristo enseñó los fundamentos del reino de Dios. Tan solo Mateo, mayormente a través de parábolas, hace más de cincuenta referencias al venidero reino de Dios.
Lucas registra que Cristo comisionó a Sus discípulos a predicar este mismo mensaje: “Habiendo reunido a sus doce discípulos… los envió a predicar el reino de Dios” (Lucas 9:1-2). Poco después, Él envió a otros setenta a predicar, y ellos también llevaron el mensaje del “reino de Dios” (Lucas 10:1, 9).
Juan registra las palabras de Cristo ante Poncio Pilatos en la noche en que Él fue traicionado. Ésta es una pista importante de entender. Cristo dijo: “Mi reino no es de este mundo [de esta sociedad presente]” (Juan 18:36). Más tarde descubriremos los detalles de cómo exactamente será establecido el gobierno de Dios en la Tierra.
Recuerde que Felipe, un diácono, predicó el reino a los samaritanos (Hechos 8:12). Note que él predicó separadamente el reino y a Cristo: “Pero cuando creyeron a Felipe… el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres” (Hechos 8:12).
Felipe no solamente predicó el evangelio del reino, sino él también lo diferenció de la enseñanza acerca de Jesucristo. Tome tiempo para leer este relato completo. Recuerde, el mensajero no es el mensaje. Cristo no es el evangelio. Sin embargo, Él sí está directamente a la par de éste y gobernará toda la Tierra cuando el reino sea establecido.
Así, entonces, Lucas, el autor de Hechos, ¡hace más diferencia entre predicar acerca del reino de Dios y predicar acerca de Jesucristo! Aunque ambos son vitalmente importantes, ¡claramente son dos temas separados!
Ya hemos abordado cómo algunos dicen que Pablo predicó un “evangelio diferente”. Ellos obviamente desconocen que fue a Pablo a quien Dios usó para pronunciar una maldición sobre cualquiera que hiciera esto (Gál. 1:8-9). Hemos visto que Pablo predicó el reino de Dios. Sin embargo, usted notará dos versículos en Hechos, los cuales muestran que él no negó el segundo tema del rol de Cristo en el proceso de salvación.
Primero, establezcamos que Pablo predicó el reino de Dios a los gentiles. Hechos 19:8 declara: “Y entrando Pablo en la sinagoga, habló con denuedo por espacio de tres meses, discutiendo y persuadiendo acerca del reino de Dios”. Hay muchos lugares en sus epístolas donde Pablo enseñó el reino a varias iglesias gentiles. Su mensaje fue siempre el mismo, predicando y refiriéndose continuamente al reino de Dios.
Examine esto en Hechos 20:25: “entre quienes he pasado predicando el reino de Dios… y la fe en nuestro Señor Jesucristo” (v. 21). Este relato deja claro que Pablo predicó el mismo evangelio — conjuntamente con el rol de Cristo — tanto a judíos como a gentiles. (Los efesios eran principalmente gentiles convertidos).
Seguidamente, note Hechos 28:30-31: “Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento”. Al igual que Felipe, Pablo entendió que el evangelio y la identidad de Jesucristo eran dos temas separados.
Finalmente, considere un pasaje más, donde Pablo hizo una distinción entre el evangelio y la Persona de Cristo, refiriéndonos brevemente de vuelta a II Corintios 11:4: “Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado… u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis” (el margen rinde mejor esta última frase “me toleráis”). Pablo instó a los corintios a rechazar a los falsos maestros y les dijo que retuvieran lo que les había sido enseñado. Él claramente distinguió la enseñanza de un falso Jesús y un falso evangelio como dos errores separados.
Pregúntese nuevamente: si Cristo es el evangelio, entonces ¿por qué Pablo (cuatro veces) y Felipe hablaron de esto como dos temas separados?
Cada profeta del Antiguo Testamento predicó el reino
Muchos han supuesto que el evangelio es exclusivamente un mensaje del Nuevo Testamento. ¡Nada podría estar más alejado de la verdad! La Biblia está literalmente llena con lugares, en el Antiguo y Nuevo Testamento, en donde se describen varios aspectos y profecías acerca del reino de Dios.
Consideremos una asombrosa declaración de Pedro, que se encuentra en Hechos 3:19-21: “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo”.
Note que Pedro se refiere a la Venida de Cristo — “la presencia del Señor” (Hechos 3:19), y el versículo 20 afirma que Dios “enviará a Jesucristo”. El versículo 21 describe el reino de Dios como la “restauración de todas las cosas”. Pedro afirmo que esta “restitución” (Cristo estableciendo Su reino) es algo que “Dios ha anunciado por… TODOS Sus santos profetas desde tiempo antiguo”.
¡Esta es una declaración sorprendente! Pero, ¿es cierta?
¿Podría Dios, realmente, haber usado a cada uno de Sus profetas para anunciar Su reino? ¿Por qué los eruditos de la Biblia y los religiosos ignoran esto — o incluso lo rechazan completamente? Examinemos el Antiguo Testamento.
Los pregoneros antediluvianos
Judas escribió que “…profetizó Enoc [bisabuelo de Noé]… diciendo: He aquí, vino el Señor… para hacer juicio contra todos” (Judas 14-15). Esto obviamente se refiere a Jesucristo regresando a establecer un gobierno, gobernando a TODAS las naciones.
En II Pedro 2:5, Noé es mencionado como el “octavo… pregonero de justicia”. Judas escribió que Enoc era el “séptimo desde Adán”. De aquí que Noé, el próximo en seguirle, sea mencionado como “el octavo”. Comenzando con Abel, e incluyendo a Enoc, hubo siete hombres quienes tuvieron previamente este rol antes que Noé. Las vidas de estos ocho hombres abarcaron todo el período entre Adán y el diluvio, y todos predicaron el mismo mensaje.
Un cuidadoso repaso de Judas revela que Enoc también predicó acerca del pecado y la justicia. Aunque mucho más podría ser dicho acerca de este período de dieciséis siglos y medio, baste decir que todos estos hombres hablaron el mismo mensaje. Recuerde, Pedro dijo: “…desde el principio del mundo”.
¿Quién más predicó el reino de Dios?
Abraham, Moisés, Samuel y David
¿Hay evidencia de que el evangelio fuera predicado durante el período que siguió al Diluvio?
En Génesis 12:3, Dios le dijo a Abraham: “…serán benditas en ti todas las familias de la tierra”. Esto también es mencionado en Gálatas 3:8, pero puesto de una manera un tanto diferente: “…En ti [Abraham] serán benditas todas las naciones”. Este mismo versículo afirma que el evangelio fue dado “de antemano la buena nueva a Abraham”.
¡Esto es fascinante! A Abraham no solamente le fue predicado el evangelio (casi ciertamente por Melquisedec — Cristo), ¡sino también fue predicado en Génesis, a través de los escritos de Moisés, acerca de Abraham! Ahora considere. ¿Cómo podrían ser benditas todas las naciones a menos que Cristo un día establezca Su gobierno sobre la Tierra?
Aunque Moisés no fue un “pregonero de justicia” o un apóstol, el fue un profeta y un juez, y el primer hombre al que Dios levantó para liderar a Israel. Quizás usted jamás ha pensado acerca de Moisés como uno que predicara el evangelio. Sin embargo, la Biblia revela que él lo hizo, al antiguo Israel, cuando ellos estuvieron en el desierto. Vimos que Génesis 12:3 se refiere al evangelio, tal como lo hace Números 24:17-19, y ambos fueron registrados por Moisés.
Hechos 3:22 declara claramente que Moisés anunció que Dios levantaría a Jesucristo como un gran Profeta (Deuteronomio 18:15) para predicar al mundo entero (Hechos 3:23) ¡a Su Regreso! Muchos están familiarizados solamente con el hecho que Moisés lideró a Israel para salir de Egipto, pero ignoran completamente cómo Dios lo usó en esta manera.
Hebreos 3:9 y 4:2 también demuestran que Moisés predicó el evangelio al antiguo Israel. “Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos [antiguo Israel]” (Hebreos 4:2). Estos versículos, con Hechos 3, muestran que esto incluyó el período hasta — y a través de — ¡Samuel!
Hechos 3:24 se refiere a Samuel como alguien que también predicó el evangelio. Note: “Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado [es decir, todos], también han anunciado estos días [la Venida de Cristo y el reino de Dios]”. Estas son declaraciones claras y poderosas. Estas no pueden ser pasadas por alto. Deténgase y tome un momento para reflexionar respecto a lo que acaba de leer. Este versículo declara: “TODOS los profetas… cuantos han hablado… han anunciado estos días”.
Finalmente, aunque virtualmente todos saben que David fue un rey, casi nadie entiende que él predicó el reino de Dios. En Salmos 67:4, él escribió: “…porque [tú oh Eterno] juzgarás los pueblos con equidad, y pastorearás las naciones en la tierra”. Esta declaración es una clara referencia al venidero gobierno de Dios.
Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel
El profeta Isaías hizo declaraciones aún más claras acerca del reino de Dios, acerca de cómo aparecería y traería paz a todas las naciones de la Tierra. Él también hizo claro que el reino de Dios involucra gobierno. Note: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre” (Isa. 9:6-7).
¡Esta profecía es tan obvia que no necesita más explicación!
El profeta Jeremías anunció: “He aquí que vienen días, dice El Eterno, en que levantaré a David renuevo justo [Cristo], y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra. En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le llamarán: el Eterno, justicia nuestra” (Jer. 23:5-6; lea también los versículos 7-8).
Como en el caso de Isaías, estos versículos no necesitan más explicación. Jeremías da una clara descripción de eventos que solamente podrían ser descritos como el período posterior a la venida del reino de Dios a la Tierra. Así, él le predicó el evangelio a la Casa de Judá.
El libro de Ezequiel describe un tiempo cuando Dios reunirá a Su pueblo del futuro cautiverio. Este es el período inmediatamente después de la Gran Tribulación (Mat. 24:21-22) — el tiempo profetizado de calamidad sobre los descendientes modernos del antiguo Israel. Ahora note: “Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país” (Ezequiel 36:24).
Los siguientes diez versículos describen un período de reconstrucción y prosperidad que solamente podrían ocurrir después del retorno de Cristo. Tome tiempo para leerlos.
Daniel escribió esto: “Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre” (Dan. 2:44).
¿Predicó este profeta el reino de Dios? La Biblia responde sí — ¡y veremos más adelante que Daniel predicó el evangelio en muchos otros lugares también!
Todos los profetas menores
Puede mostrarse que, de una manera o de otra, todos aquellos frecuentemente identificados como “profetas menores” predicaron el evangelio del reino de Dios. (Jonás es una posible excepción). Recuerde, la frase “el evangelio del reino de Dios” ¡no es la única manera de describir el evangelio! Génesis 12:3 y Gálatas 3:8 ya han mostrado esto.
Revise los siguientes versículos. En cada caso, usted encontrará que ellos se refieren, directa o indirectamente, al reino de Dios: Oseas 2:16, 19; 3:5; Joel 2:21-27; Amós 9:11-15; Abdías 21; Miqueas 4:1-3; Habacuc 2:14; Sofonías 3:14-20; Zacarías 14:1-3, 8-9; Malaquías 3:1-3.
Después de leer estas escrituras, es obvio que Pedro estaba en lo correcto, y que “Dios ha hablado por boca de Sus santos profetas que han sido desde que comenzó el mundo…la restauración de todas las cosas” (Hechos 3:21), lo cual solamente puede ocurrir con la venida del gobierno de Dios a la Tierra.
Es crucial establecer un punto final. Hechos 3:21 declara: “Dios ha hablado por boca de…” El evangelio del reino de Dios es un mensaje de Dios.
Debería estar claro que es DIOS quien habla a través de cualquier clase de siervo al que Él esté usando — ¡profeta, patriarca, diácono, predicador de justicia, rey, pastor, evangelista o apóstol! Si un hombre era verdaderamente Su siervo, Dios siempre hablaba este mismo mensaje a través de él — ¡“desde el comienzo del mundo”!
¿Hay un evangelio separado de Jesucristo?
Como se mencionó, Marcos 1:1 habla del “Principio del evangelio de Jesucristo”. Preguntemos: ¿Es el “evangelio de Jesucristo” un segundo evangelio — uno diferente? ¿Olvidó Pablo que había otro evangelio al lado del evangelio acerca del reino?
La respuesta es un enfático “¡NO!” Pero muchos predicadores enseñan que el evangelio de Jesucristo es acerca de Cristo, diciendo también que Él es el reino de Dios y que el evangelio del reino es Cristo. Hemos visto que esto es falso, ¡y que carece completamente de fundamento bíblico! El evangelio de Jesucristo es Su evangelio — ¡Su mensaje acerca del reino de Dios!
Hemos visto que Jesús fue un Mensajero enviado de Dios con un ¡ANUNCIO! Esto no era acerca de Él mismo — era acerca del reino de Dios viniendo a reinar sobre el mundo entero. En Juan 12:49-50, Jesús dijo: “Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho”. Ahora debería estar claro que Jesús funcionó como un mensajero — como el vocero para el reino de Dios.
En Juan 14:24, Jesús dijo: “la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió”. Cristo trajo el mensaje del Padre — no el suyo propio. Esto debería estar absolutamente claro ahora. Recuerde, Él declaró en Lucas 16:16 que “La ley y los profetas eran [predicados] hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado”.
Esto es lo que esta Obra está haciendo hoy. A lo largo de este libro, y de muchos otros, la verdad del reino de Dios está siendo predicada, tanto a usted como a millones de otras personas.
El reino de Dios está por venir
¡No se equivoque! Con las condiciones mundiales acercándose a la crisis final, ningún humano podría traer alguna vez un solo gobierno mundial que funcione. Jesucristo regresará pronto y establecerá Su reino.
Los discípulos no entendieron cuándo Cristo establecería el gobierno de Dios sobre la tierra. Él tuvo que explicarles a través del uso de una parábola. Note: “Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente” (Lucas 19:11). Esta larga parábola explica que mucho tiempo pasaría antes de que viniera.
Antes de Su ascensión al cielo, en Hechos 1, después de una serie de reuniones con Sus discípulos, Cristo se reunió una última vez con ellos. Hasta el mismo final, Él continuó exponiéndoles el reino de Dios. Pero ellos permanecieron confundidos acerca de cuándo sería éste establecido: “hasta el día en que fue recibido arriba… [Él estuvo] hablándoles acerca del reino de Dios… Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” (Hechos 1:2-3, 6).
Cristo explicó: “No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones…” (Hechos 1:7). Nosotros hoy no podemos saber exactamente cuándo vendrá, pero sí podemos saber que está cerca.
Ahora note Daniel 7:18: “Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre”. Luego, el versículo 22 declara: “hasta que vino el Anciano de días [Cristo aquí, y el Padre en el versículo 13], y se dio el juicio a los santos del Altísimo; y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino”.
Finalmente, note el versículo 27: “y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios [gobernantes] le servirán y obedecerán” (Dan. 7:27).
¡Daniel sabía que los santos reinarán un día sobre la Tierra con Cristo!
El primer sermón registrado de Jesús, llamado ‘El Sermón del Monte’, declara que “los mansos recibirán la tierra por heredad” (Mat. 5:5). De hecho, Cristo estaba citando a David, quien había registrado esta afirmación en Salmos 37:11 — otro lugar donde David proclamó el evangelio. Las palabras allí son precisamente las mismas. Otras profecías también demuestran que el propio David gobernará un día sobre todas las tribus de Israel (vea Ezequiel 34) dentro del reino de Dios.
Note tres versículos separados en Apocalipsis. Cristo es citado a través de Juan, diciendo: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono” (Apo. 3:21). También el capítulo 2, versículos 26-27: “Al que venciere… yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro”. Finalmente: “y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra” (Apo. 5:10).
¿Le ha dicho a usted la religión organizada acerca de cualquiera de estos versículos? Muy probablemente no. No obstante, ellos han estado en la Biblia por miles de años.
No cabe duda que cuando Cristo estuvo en juicio por Su vida, Él añadió más a una de Sus declaraciones citadas antes en este libro: “Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí” (Juan 18:36). En este intercambio, Pilatos le había preguntado: “¿Luego, eres tú rey?” Cristo respondió: “Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo…” (Juan 18:37).
¡Jesús entendía plenamente que Él había nacido para ser un Rey!
Jesús, por ser un Rey
La Primera Venida de Cristo había de ser un gran evento. Isaías profetizó de Su nacimiento a una virgen: “He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel” (Isa. 7:14).
Antes del nacimiento de Jesús, se le apareció a María un ángel para explicarle el propósito de Dios y lo que estaba por ocurrirle a ella: “Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen… María” (Lucas 1:26-27).
Comenzando en el versículo 30, Gabriel explica más acerca de Cristo y de cómo Él eventualmente gobernaría desde el trono de David. Note: “Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin” (Lucas 1:30-33).
Cristo jamás tuvo duda acerca de la misión y el propósito de Su vida. Esa es la razón por la que Él continuamente predicó el reino de Dios dondequiera que Él iba.
Isaías habló con más detalle acerca de cómo el reino de Dios se esparciría por el mundo, abarcando eventualmente a todas las naciones: “Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa del Eterno como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte del Eterno, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Eterno. Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (Isa. 2:2-4).
Esta misma profecía es repetida, para énfasis, en Miqueas 4:1-3. Este pasaje anuncia que el reino de Dios se esparcirá alrededor del mundo. Esta es la razón por la que una de las parábolas de Cristo asemejaba al reino con la levadura (Lucas 13:20-21), la cual siempre se esparce hasta que llena a su anfitrión. El propósito general para su vida es participar en la futura propagación del gobierno de Dios.
Frente al edificio de las Naciones Unidas hay una escultura de un gran hombre forjando un arado de una espada. Yo lo he visto cientos de veces, porque conduje servicios de la iglesia justo enfrente de ese punto durante varios años. Pero nadie parece notarlo ya, o siquiera creer en la asombrosa profecía ilustrada por esta famosa escultura.
Jesucristo vino para ser un REY quien un día REINARÁ sobre la tierra. Cuando Él regrese, el sufrimiento, la miseria, la infelicidad y todos los problemas y males del mundo desaparecerán — y la paz mundial literalmente “surgirá”, junto con suprema felicidad, armonía, prosperidad y abundancia para todas las naciones. Ningún gobierno humano ha podido traer estas cosas, siquiera a un país de la tierra. Este es el centro del evangelio que Jesús trajo.
¿Lo cree usted? ¿Lo creerá?
El reino de Dios aún debe ser predicado hoy
En la profecía de los Olivos de Mateo 24 (y 25), a Cristo se le preguntó acerca de aquellos eventos que serían señales de Su Segunda Venida y del fin de este mundo (era). Él respondió que un número de tendencias y condiciones ocurrirían primero.
Un evento que precede al Retorno de Cristo es descrito en el versículo 14: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”. Fue anunciado que el verdadero evangelio sería predicado hasta “que llegara el fin”. Esto claramente significa que alguien estará predicándolo ahora, en nuestra era presente, porque el fin aún no ha llegado.
Un poco de historia: El conocimiento del verdadero evangelio fue restaurado por Herbert W. Armstrong (1892-1986). Éste no había sido predicado al mundo por casi 19 años, hasta que el Sr. Armstrong comenzó a predicarlo en enero de 1934, a medida que la profecía de Mateo 24:14 comenzó a revelarse. ¡Entienda! Desde el primer siglo, el mundo, como un todo, no había escuchado este mensaje. A lo largo de un ministerio de 52 años, hasta su muerte en 1986, Dios usó al Sr. Armstrong para alcanzar a cientos de millones con este entendimiento. Fue este hombre quien me enseñó el verdadero evangelio, y fue bajo él que yo fui entrenado para poder llevar este mismo mensaje al mundo.
Recuerde, el fin aún no ha llegado. Por tanto, la Iglesia de Dios Restaurada continúa con esta comisión, predicar con fuerza estas grandiosas verdades proféticas. La llegada del reino de Dios es segura — ¡es certera! Cuando venga, usted también puede ser parte de él.
Plan de 7.000 años
Cortada de Dios por el pecado (Isa. 59:1-2), la humanidad ha creído en las mentiras del dios de este mundo por 6.000 años. El lapso del plan de Dios con los hombres abarca 7.000 años. Pocos han entendido esto. Muchos han entendido correctamente al menos algunos pocos de los versículos que describen el venidero reino de 1000 años de Cristo, el cual ha de comenzar a Su Regreso (Apo. 20:4-6). Pero ellos no conocen nada acerca de que Dios le está dando 6.000 años, o seis días mileniales de una “semana de siete días”, al reinado del hombre, bajo Satanás, previo al séptimo “día” de 1.000 años. Estamos muy cerca del fin del “sexto día”.
¡Entendamos! La Biblia declara: “Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día” (II Pedro 3:8; Sal. 90:4). Por supuesto, muchos han “ignorado” casi todo lo que la Biblia enseña.
¡Pero usted puede saber!
Al hombre (bajo el dominio invisible de Satanás) le han sido dados seis “días”, o 6.000 años, para intentar sus propios caminos, gobiernos, religiones, filosofías, sistemas de valores, códigos de conducta, y formas de educación. Bajo la influencia de Satanás, el hombre ha practicado el pecado y la desobediencia a los mandamientos de Dios durante todo este tiempo. Él, entonces, ha intentado curar todos los malos efectos que esto ha generado, en vez de tratar la causa, la cual es quebrantar los mandamientos de Dios. Dios le está permitiendo a la humanidad que aprenda duras y amargas lecciones. Las masas, quienes jamás han conocido la preciosa verdad de Dios, ¡deben aprender que sus propios caminos no funcionan!
Pronto, el mundo entero verá el cumplimiento de Apocalipsis 11:15: “Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos”.
Jesucristo nació para ser un Rey que gobernará a todas las naciones de la tierra para siempre con la ayuda de otros reyes compuestos de espíritu: “De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro… y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES” (Apo. 19:15-16).
¿Le había mencionado alguien, alguna vez, estos pasajes? Yo nunca aprendí, o siquiera escuché de ellos, en la iglesia de mi juventud — y no obstante, allí están, escritos con una inequívoca claridad de significado para todos los que los atiendan.
El reino de Dios es explicado
Mateo 6:33 declara: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia…”. Si usted busca algo primeramente en la vida, es mejor que sepa qué es exactamente lo que busaca.
El propósito principal de este capítulo no es explicar en detalle el reino de Dios. (Esto será hecho más adelante). El propósito aquí es explicar la definición del verdadero evangelio y el asombroso potencial de la humanidad.
Así que entendamos. La palabra “reino” simplemente significa gobierno. Por supuesto, usted no puede tener un gobierno sin una nación a la cual gobernar. Por tanto, un reino es al menos una nación con un gobierno.
Existen cuatro componentes necesarios para cualquier reino: (1) tierra, propiedad o territorio — sea grande o pequeño. En otras palabras, alguien debe tener un grupo específico y definido de límites que constituyan el tamaño del reino; (2) un gobernante, rey, monarca o gobernador que encabece el gobierno; (3) personas o súbditos que vivan dentro del territorio; y (4) un sistema de leyes y reglas junto con una estructura básica de gobierno. Ningún reino está completo sin todos estos elementos fundamentales.
Pero, ¿cómo se aplica esto al reino de Dios? La mayoría no comprenden los elementos más básicos del reino de Dios. ¿Es éste un lugar físico, literal, sobre la Tierra, con personas y leyes, presidido por un gobernante? Muchos creen que el reino es simplemente algo en los corazones de los hombres. Otros creen que es cualquier lugar en el que usted encuentre una iglesia en particular. Aún otros creen que es Jesucristo mismo. Algunos creen que está aquí en la Tierra ahora y otros creen que aún ha de venir, pero no entienden — no tienen idea — cómo ocurrirá.
Podemos preguntar: ¿cómo es que alguien entra al reino de Dios?
Debe nacer de nuevo para entrar en el reino
Pablo escribió que Cristo es “el primogénito de entre los muertos” (Col. 1:18), y también “el primogénito entre muchos hermanos” (Rom. 8:29). Al conectarlos, estos versículos muestran que Jesús es simplemente el primero de entre los muertos, y que muchos otros han de seguir. Pero, ¿cuándo y hacia qué nacerán estos otros?
En Juan 3:3, Cristo le dijo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. En el versículo 6, Cristo continúa: “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. Simplemente crea en el claro significado de este versículo. Una persona debe convertirse en espíritu para ver el reino de Dios.
Pablo enseñó: “la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios” (I Cor. 15:50). Los siguientes dos versículos explican que la resurrección ocurrirá a la Séptima (final) Trompeta, cuando “los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados”.
Cristo regresa cuando la Séptima Trompeta de Apocalipsis 11 suena. Aquí es cuando ocurrirá la resurrección de los muertos. No malentienda este evento climático, el cual será explicado con mucho mayor cuidado más adelante. Baste decir aquí que las personas que una vez fueron seres humanos carnales serán cambiadas a espíritu — nacerán de nuevo — y entrarán al reino de Dios. Las personas físicas no pueden entrar a este reino.
Juan 4:24 declara: “Dios es Espíritu”. Bajo el Padre, Cristo lidera Su reino, el cual está compuesto de seres espirituales. A Su Regreso, Cristo, como miembro de la Familia de Dios, tendrá muchos “hermanos y hermanas” menores, quienes habrán calificado para gobernar con Él.
Piense acerca de ello de esta forma: Hay un reino vegetal, un reino animal, reinos humanos y un reino angelical. También está el reino de Dios.
Ahora note Génesis 1:26: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”. Cuando se refiere a ellos, el Ser que habla dice: “nosotros”, “nuestra” y “nuestra”. Esto prueba que hay más de un Ser en la Deidad — ¡actualmente hay dos! En esta escritura, la palabra hebrea para Dios es Elohim. Este es un término colectivo como grupo, equipo, comité o familia. Todos estos representan una entidad, compuesta por varios miembros o personas.
Así, veremos que la Biblia enseña que hay un Dios, compuesto por dos Personas — el Padre y Cristo — y más personas han de ser añadidas posteriormente. La primera gran ocasión en que Dios añadirá más hijos a Su Familia es cuando el reino de Cristo sea establecido. Pero el entrar al reino de Dios no será automático para nadie.
Hay condiciones para entrar en el reino
Leímos varios lugares en los que Cristo dijo que solamente aquellos quienes perseveraran heredarían el reino y gobernarían con Él. Hay más para estar en el reino de Dios que solamente desearlo. Hay condiciones calificadoras que deben ser cumplidas.
Jesús le dijo a un joven hombre rico quien le preguntó acerca de la vida eterna: “…si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (Mat. 19:17). Él explicó que se deben guardar los Diez Mandamientos para ser salvo, y citó específicamente cinco de ellos.
Ahora, ¿qué es pecado? Ya que el cometerlo resulta en muerte (Rom. 6:23), ¿no debería usted saber qué es? I Juan 3:4 registra: “el pecado es infracción de la ley”. Esta es la misma ley que se le dijo al joven hombre rico que debía obedecer para heredar la vida eterna.
Muchos claman ser cristianos — ser seguidores de Cristo. Ellos claman “creer en Cristo” y claman ser “buscadores de la verdad”, cuando ellos no desean la verdad real de la Biblia en lo absoluto. Note este largo intercambio que Jesucristo tuvo con los Fariseos: “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él [estos eran “creyentes”]: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres… pero procuráis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros… Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios… Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido… ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra… Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis [aunque dice que ellos creían “en” Él]… Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis?” (Juan 8:31-32, 37, 40, 42-46). Jesús continúa el relato indicando claramente de aquellos quienes clamarían ser cristianos cuando en realidad son “de (su) padre el diablo”.
Muchos afirman que “conocen a Jesús” cuando ellos no saben virtualmente nada acerca del verdadero Cristo de la Biblia. Como Él dijo, ellos literalmente no pueden escuchar las palabras de Cristo — la verdad — aunque puedan pensar que sí lo hacen: “El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él” (I Juan 2:4). El mundo está lleno con cientos de millones de tales “cristianos”, profesando a Jesús, pero ignorantes de la verdad.
Muchos de quienes no están practicando el cristianismo encuentran su camino para entrar a la verdadera Iglesia. Pero eventualmente todos se van. Juan continuó: “Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros” (I Juan 2:19). Yo he visto esto muy a menudo. Muchos parecen solamente creer “en” Cristo, mas no realmente creerle a Él — es decir, creer lo que Él dijo, ¡y dijo HACER!
Recuerde las palabras de Cristo en Marcos 1:15: “arrepentíos, y creed en el evangelio”. El arrepentimiento es del pecado (Hechos 3:19). Un cristiano es uno que se ha apartado — se ha arrepentido — de sus pecados, y ha sido bautizado (Hechos 2:38) y convertido (Hechos 3:19). A lo largo de una vida de vencer al pecado, el cristiano califica para (aunque nunca puede ganar) la salvación y el nacimiento espiritual en el reino de Dios.
Su asombroso potencial
Recuerde que Dios dijo que Él hizo a los seres humanos a Su “imagen” y “semejanza”. Este versículo significa lo que dice. Dios lo creó a usted para convertirse en “semejante” a Él en toda manera. A través de Su Espíritu entrando en la mente de cada uno de Sus recién convertidos hijos, un espíritu literal y nuevo es engendrado. En ese momento, un pequeño “embrión” espiritualmente engendrado comienza a existir, listo para crecer y desarrollarse en su apariencia espiritual general. En cierto sentido podríamos decir, primero a “feto” y luego al nacimiento.
¡Tanto el Antiguo y el Nuevo Testamento dejan este punto absolutamente claro! Aunque muchos tienen algún entendimiento vago de que los cristianos pueden, de alguna manera, ser “hijos de Dios”, pocos consideran esto: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (I Juan 3:2). Comprenda este asombroso conocimiento, ¡desconocido para casi cualquiera que se considera a sí mismo cristiano! Nosotros un día tendremos la propia semejanza de Jesucristo. Romanos 8:16 declara que nosotros somos “hijos” de Dios y “herederos” con Cristo.
El Rey David también entendió esto mil años antes, cuando escribió: “En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza” (Sal. 17:15). A propósito, este versículo disipa el engaño de la idea de la “visión beatífica” popularizada por la iglesia católica — que dice que las personas no verán realmente el rostro de Dios en la vida venidera. David entendió que nosotros veremos a Dios — y cara a cara. Juan también lo entendió. Ambos sabían que en la Resurrección — cuando “despertemos” — seremos exactamente como Dios, en forma y carácter.
Entonces, Dios verdaderamente está reproduciéndose a Sí mismo en los seres humanos que han recibido Su Espíritu Santo. ¡Él está creando hijos que se parecerán a Él en toda manera!
Pero Pedro escribió que los cristianos deben “crecer en gracia, y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (II Pedro 3:18). Los cristianos han de — deben — crecer en esta vida. A fin de recibir autoridad y poder divinos, como coherederos con Cristo, deben calificar, a través de edificar el carácter santo y justo de Dios en sus vidas.
Pablo explicó que el rol de los ministros fieles en la Iglesia es alimentar a la manada. Jesús dijo: “Edificaré mi Iglesia” (Mat. 16:18). Es la Iglesia — ESA Iglesia — la que es “Jerusalén de arriba… madre de todos nosotros” (Gál. 4:26; Heb. 12:22-23). Como cualquier madre, la Iglesia nutre y alimenta a sus hijos — y ella ha estado haciendo esto por 2.000 años. (Más acerca del rol de la Iglesia como nuestra madre será explicado en el Capítulo Diez).
Una escritura sorprendente
El libro de Hebreos revela el asombroso propósito de Dios con claridad absoluta. El contexto comienza en el capítulo 1. Vea abrirse el cuadro de la salvación.
Primero, entienda que Dios creó ángeles para ser “espíritus ministradores”, para asistir a los “herederos de la salvación” (Heb. 1:14). Este es su rol dentro del Plan de Dios. A los ángeles no les es ofrecida membresía en la Familia de Dios. Es por esto que Satanás (como ángel caído) odia tanto la idea de que insignificantes, pequeños y carnales hombres puedan recibir algo que a él jamás le ha sido ofrecido y no puede alcanzar.
Pablo cita dos lugares en los Salmos: “Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, yo te he engendrado hoy, y otra vez: Yo seré a él Padre, y él me será a mí hijo?” (Heb. 1:5). ¡Dios jamás le ha dicho esto a ningún ángel!
Pablo luego cita otro salmo, explicando cuál ha sido siempre el propósito de Dios: “Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Cetro de equidad es el cetro de tu reino” (Heb. 1:8). Un cetro es una vara usada como símbolo de gobierno o autoridad — y en Su reino es Dios quien tiene todo el poder.
Finalmente, Pablo replantea la misma pregunta acerca de los ángeles: “Pues, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? ¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?” (Heb. 1:13-14).
¡Esto coloca el escenario para lo que debemos entender! Comprendamos realmente el increíble futuro que Dios ha preparado para todos aquellos quienes le sirven.
Una asombrosa serie de versículos continúa en el capítulo 2. Pablo citó a David (del Salmo 8:4-6) cuando formuló la importantísima pregunta: “¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él?” (Heb. 2:6). Puesto que Dios es eterno, y se sienta sobre el universo entero y tiene todo el poder bajo Su control, no hay duda por qué David hizo, y Pablo repitió, está muy importante pregunta de la vida.
La asombrosa respuesta comienza en el siguiente versículo: “Le hiciste un poco menor que los ángeles, le coronaste de gloria y de honra, y le pusiste sobre las obras de tus manos” (Heb. 2:7).
Dios eventualmente compartirá el gobierno de toda Su creación con Sus Hijos. Una vez más, Cristo es simplemente el primero de muchos hijos. El nacimiento de un hijo primogénito no imposibilita el nacimiento de hijos (e hijas) adicionales en esa misma familia. Yo tengo dos hijos y soy un hijo primogénito con un hermano menor. Mi padre fue el segundo hijo, teniendo un hermano mayor y así sucesivamente.
Pablo continúa explicando que Dios planifica darle enorme poder y autoridad a Sus Hijos: “Todo lo sujetaste bajo sus pies. Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas” (Heb. 2:8). Esto aún no ha sucedido — pero pronto sucederá.
Cuando Dios dice que “todas las cosas” serán sujetas bajo los pies del hombre, ¡eso es lo que Él quiere decir! El vasto universo, con todos sus cuatrillones de estrellas y un trillón de galaxias, será puesto bajo la autoridad de hombres quienes han nacido en la Familia de Dios. De hecho, la traducción Moffatt de la Biblia rinde la palabra griega para “todas las cosas” como “el universo”.
¡Este es conocimiento verdaderamente asombroso! Tome tiempo para captarlo. ¡Saboree lo que puede ser SU futuro!
Antes de continuar, considere un versículo fascinante acerca de otro aspecto relacionado de la salvación, el cual muchos aún no han comprendido. Hemos visto que a los cristianos les espera una verdaderamente asombrosa salvación. Pero la totalidad de la creación también está esperando intensamente la aparición de aquellos nuevos hijos que han de ser añadidos a la Familia de Dios. Lea cuidadosamente los siguientes versículos de la Biblia:
“Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación [todas las cosas en el universo conocido] fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación [todo] gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos [los cristianos], que tenemos las primicias del Espíritu [los pocos llamados ahora], nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción [el nacimiento] como hijos” (Rom. 8:19-23).
Todos los futuros “hijos de Dios” serán eventualmente libertadores de una creación que ahora está en esclavitud, y que tiene previsto empeorar mucho más. Una Tierra, un sol, una luna y las estrellas deterioradas y heridas — ¡el universo! — pronto serán renovadas y regresadas a un estado de belleza, armonía y tranquilidad bajo el liderazgo de Cristo y los santos resucitados.
“Llevando muchos hijos a la gloria”
Ahora podemos continuar el importantísimo relato en Hebreos 2: “Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos. Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos” (Heb. 2:9-10).
Este pasaje revela el sorprendente potencial planificado para todos los cristianos. Cuando Cristo regrese, Pablo revela que serán “muchos hijos” los que serán llevados “a la gloria” a través del “autor de nuestra salvación”.
El versículo 11 declara que Cristo “no se avergüenza de llamarlos [a los otros muchos hijos — nosotros] hermanos”. Estos son todos aquellos de quienes Cristo es llamado el “primogénito”. En verdad, la persona engendrada ha sido llamada a la “gloria” y a ser uno de los “muchos hijos”. Son el sufrimiento y sacrificio de Cristo los que le permiten a Él ser el “autor de la salvación de ellos” — y potencialmente ¡de la de usted!
Qué asombroso potencial para aquellos a quienes Cristo “llama… hermanos”. Ahora note este versículo final: “Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos” (Heb. 2:11). Cristo y los santos comparten la misma salvación.
Este versículo muestra que los cristianos son “santificados” (apartados). ¿Cómo? Juan declaró: “Santifícalos [a los cristianos engendrados] en tu verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17:17).
Las muy queridas tradiciones y fábulas de hombres, acerca de la vida después de la muerte, o acerca de cualquier otra cosa, colapsan bajo escrutinio. Los cristianos, habiendo salido de un mundo engañado y confundido, ¡son apartados del mundo por la verdad!
Si Cristo “no se avergüenza de llamarlos (llamarnos) hermanos”, entonces nosotros, los hijos engendrados de Dios, no debemos avergonzarnos de defender la propia verdad que nos santifica — y la verdad del evangelio (Fil. 1:17). Nosotros debemos “crecer” a la medida de Cristo (Efe. 4:13) y apegarnos a las verdaderas doctrinas de Dios. Nosotros debemos calificar para un día pararnos al lado de Cristo, sobre “todas las cosas”.
Ahora retroceda. ¿Ve usted lo que es descrito aquí? La increíble meta de un cristiano es nacer en el reino de Dios — convertirse en un ser espiritual QUE GOBIERNE bajo Cristo, como un Hijo de Dios. ¿Qué podría ser más maravilloso — ¡más glorioso! — de esperar para un cristiano?
Cristo regresa
Mateo 24:27 declara que cuando Cristo regrese, Su Venida será como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente. Este será un evento extremadamente importante, imposible de pasar por alto.
Daniel habló de Cristo viniendo en las “nubes del cielo” (Dan. 7:13). Antes de Su Regreso, Dios oficialmente le otorga a Él autoridad para gobernar el mundo. A los santos no les puede ser dada autoridad con Cristo hasta que a Él le sea dada autoridad primero. Solamente entonces puede Él darles poder a otros. Note: “Y le fue DADO [a Cristo] dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido” (Dan. 7:14).
Pero la responsabilidad del cristiano en esta vida es calificar para ser parte del reino de Dios. Con razón Cristo declaró: “Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro… como yo también la he recibido de mi Padre” (Apo. 2:26-27) y unos versículos después: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono…” (Apo. 3:21). ¡Cuando Cristo regrese, los santos gobernarán con Él!
La emoción de la vida eterna será más allá de lo descriptible. Nosotros tendremos el poder de Dios, jamás experimentando fatiga, o sufrimiento, o dolor o mal de cualquier tipo. La expectativa de nuevos proyectos, emocionantes logros y el inefable gozo durarán por la eternidad.
¿Quién no querría esto? ¿Por qué no ha sabido la humanidad que este ha sido siempre su destino — que todo el sufrimiento y la miseria humanos podrían ser eliminados si el hombre entendiera el origen de la naturaleza, el origen del mal de todo tipo — y lo venciera?
¿Por qué está el mundo en el terrible caos en que está? ¿Por qué le fue ofrecida vida eterna al hombre, y no obstante fue hecho del polvo de la tierra — mortal — capaz de morir? ¿Por qué — y cómo — es el hombre diferente de los animales? ¿Por qué es él capaz de pensar y razonar — de resolver problemas y encontrar soluciones — mientras que los animales no pueden? ¿Por qué es la mente humana infinitamente más capaz que cualquier cerebro animal? ¿Cuál es exactamente la diferencia entre ellos?
¡Continúe leyendo para obtener las claras respuestas que los científicos, teólogos, filósofos y educadores han pasado por alto!