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¿Dónde está la Iglesia de Dios hoy?
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Jesús dijo: “Edificaré mi Iglesia”. Hay una sola organización que enseña toda la verdad de la Biblia, y es llamada a vivir por “cada palabra de Dios”. ¿Usted sabe cómo encontrarla? Cristo dijo que:

  • Enseñaría “todas las cosas” que Él ordenó
  • llamaría a los miembros a ser apartados por la verdad
  • Sería una “manada pequeña”
Acerca del Autor
Photo of David C. PackDavid C. Pack 

Fundador y Pastor General de La Iglesia de Dios Restaurada, Editor en jefe de la revista La Plena Verdad, y voz del programa El Mundo por Venir, David C. Pack ha llegado a muchos millones de personas en todo el mundo con las verdades más poderosas de la Biblia — desconocidas por casi todos. Él es autor de 80 libros y folletos, estableció personalmente más de 50 congregaciones, y apareció como invitado en The History Channel. El Sr. Pack asistió al Colegio Ambassador en Pasadena, California, entró al ministerio de la Iglesia de Dios Universal en 1971, y fue entrenado personalmente por su fundador, Herbert W. Armstrong.

El asombroso potencial del hombre

por David C. Pack

Prepárese para ser asombrado — ¡increíblemente conmocionado! Una increíble verdad ha permanecido escondida — ha sido retenida — de la humanidad por 2.000 años. Un mundo engañado ha sido privado de conocer la dimensión faltante vital para resolver los problemas de la humanidad. Científicos, teólogos, educadores y filósofos han permanecido ignorantes a la verdad de por qué existe el hombre. Y no obstante, esta asombrosa verdad — este increíble conocimiento — siembre ha estado disponible. Pero muchos no han sabido dónde buscar. Cristo vino como un presentador de noticias revelando eventos futuros — explicando por adelantado buenas nuevas para toda la humanidad. Esta es la asombrosa historia del verdadero evangelio que Él trajo — ¡y de cómo éste le incluye a usted!

Introducción

La esperanza de cada cristiano es un día recibir “salvación”, y la mayoría asumen que “ir al cielo” es la mayor recompensa final alcanzable para cada persona sobre la Tierra. Esto es visto como el pináculo — el logro supremo y el cumplimiento final — del destino humano.

Pero, ¿es esto cierto? ¿O hay algo más esperando por cada ser humano que ha nacido?

La idea de estar “destinados para el cielo” se basa en una arraigada asunción — en lo que a muchos les ha sido dicho que la Biblia dice acerca de la vida después de la muerte. El resultado ha sido que pocos de quienes piensan acerca de la vida después de la muerte hablen de algún otro “potencial”, ya sea para los individuos en específico, o para la humanidad en colectivo. ¡Aún menos están dispuestos a tomarse el tiempo para obtener los hechos!

La asombrosa verdad es que la Biblia enseña algo completamente diferente — ¡e infinitamente más grande! — que esta popular suposición creída por la vasta mayoría de las personas que asisten a todas las principales iglesias conocidas hoy.

He aquí el problema — he aquí por qué pocos entienden la razón por la cual nacieron. Muchas personas nunca se preocupan por las más grades preguntas de la vida, sino hasta que son confrontadas con la muerte, sea la propia o la de alguien cercano. Incluso entonces, muchos adquieren solamente un interés superficial. Aquellos pocos quienes están dispuestos a darle un vistazo más cercano a cómo pasarán toda la eternidad no saben dónde encontrar respuestas claras a sus preguntas. Esto es ya sea porque no saben cómo estudiar la Biblia por su cuenta, o porque creen que simplemente deben escuchar a las respuestas de los “eruditos” quienes han sido “instruidos” y quienes “saben acerca de estas cosas”. A las personas se les enseña a “aceptar en fe” aquellas cosas acerca del más allá que no pueden ser comprendidas.

Trágicamente, tomando el camino fácil, muchos permanecerán ciegos voluntariamente, aceptando respuestas inconsistentes sin resistencia.

Las naciones de la Tierra están acelerando su curso hacia un tiempo de problemas mundiales finales y terribles — la crisis que se predijo ocurriría al cierre de esta era. El creciente temor de guerra, el terrorismo, el hambre, las enfermedades, el crimen, la contaminación, el deterioro de la familia, y muchos otros problemas, agudizados y aparentemente insolubles, han asido a grandes y crecientes números, y esto incluye a naciones enteras.

Abunda la evidencia respecto a que el final de esta civilización actual está cerca. Aquellos quienes se preguntan “¿Adónde va todo esto?”, “¿Qué está haciendo Dios?”, y “¿Es esto todo lo que hay?” quieren respuestas claras — ¡simples! — comprobables para esas y otras preguntas relacionadas.

La más grande pregunta es: ¿Tiene Dios un plan maestro? y de ser así, ¿cuál es ese plan? La respuesta es que Él sí tiene un plan, y que éste conlleva muchos detalles emocionantes — todos los cuales usted puede conocer. Usted aprenderá que el propósito de Dios es inmutable, que no puede ser derrocado ni derrotado.

Usted también puede conocer su lugar dentro de ese plan. De hecho, si usted lee este libro completo, pronto lo hará.

Este volumen responde cada una de las preguntas más importantes que deberían estar en su mente, incluyendo otras que usted no pensaría en preguntar — pero que necesita entender. Ninguna de las respuestas será lo que usted espera. Tampoco son lo que los supuestos “eruditos y teólogos” enseñan, porque ninguno puede enseñar lo que a ellos jamás les fue enseñado — lo que ellos jamás aprendieron.

Usted fue puesto sobre la Tierra para cumplir un sorprendente propósito — usted tiene un potencial que sobrepasa por mucho sus más grandes expectativas. ¡Prepárese ahora para ser conmocionado por lo que usted aprenderá — e inspirado más allá de su más irracional imaginación!

Capítulo Uno — ¡Cómo la religión ocultó el mensaje de Cristo por 2.000 años!

La verdad del evangelio — el asombroso propósito de Dios para el hombre — le ha sido ocultado al mundo. Este explica por qué nació usted. ¡Este es un conocimiento increíble que le dejará atónito! Este asombroso conocimiento ha sido revelado — ¡junto con el encubrimiento para suprimirlo!

Billones están ahora engañados. Billones previos lo han estado. Incluso a usted le han mentido. Una completa seducción ha tenido lugar, y todas las religiones del mundo han tenido su parte en ella. El conocimiento de su increíble futuro — de su asombroso potencial — ¡ha sido alejado de usted!

Muchos se preguntan y se preocupan por lo desconocido — y por lo que su futuro depara. Otros temen ni siquiera tener un futuro. Aún otros temen que la civilización no tenga futuro. Usted no necesita volver a dudar acerca de su futuro — o del de la humanidad.

¡Si tan sólo la humanidad supiera lo que Dios tiene en reserva para ella! No obstante, una deliberada supresión de la verdad le ha ocultado este conocimiento a todos, excepto a unos pocos. Usted puede ser una excepción — ¡uno de los pocos que no están engañados!

El mundo ha creído un evangelio falso por 2.000 años. El mundo ha supuesto generalmente que Jesucristo es el evangelio, en vez de ser el Mensajero de éste. El Mensaje — el punto central — del evangelio no es Cristo. ¡A través de enfocarse en Él — el Mensajero — los engañadores religiosos han podido suprimir y esconder exitosamente el Mensaje que Él trajo!

El conocimiento vital de cómo el hombre pudo haber resuelto sus problemas y entendido el Propósito Supremo de Dios le ha sido ocultado al mundo, manteniendo a este en oscuridad. El hombre no sabe qué es ni conoce la razón de su existencia. Él no conoce el camino a la abundancia, la paz y todas las cosas buenas de la vida. El evangelio le habría mostrado a la humanidad la solución a sus problemas más irresolubles.

Y no obstante, todos los apóstoles originales, con la excepción del apóstol Juan, fueron martirizados por enseñar la verdad del increíble propósito de Dios. ¡Jesús fue crucificado porque las personas no querían escuchar Su Mensaje!

Un correcto entendimiento del verdadero evangelio revela conocimiento crucial. Éste contiene una dimensión de entendimiento que no puede ser descubierta a través de investigación científica. Cada supuesta “gran religión” del mundo ha ayudado a suprimirlo. Sus teólogos no lo comprenden ni están dispuestos a enseñarlo. Veremos que ellos han retenido la gran llave que abre su propósito de ser — ¡su asombroso potencial!

¿Cómo sucedió esto? Y, ¿quién está detrás de esta supresión de conocimiento?

El súper engañador

Para los indoctos, la Biblia es un libro de declaraciones estremecedoras. Ésta revela verdades sorprendentes, completamente desconocidas aún para aquellos quienes profesan entenderla. Pero hay pocas declaraciones más asombrosas que las encontradas en Apocalipsis 12:9. Este versículo declara directamente que Satanás el diablo — ¡quien sí existe! — “engaña al mundo entero”.

Como “príncipe de la potestad del aire” (Ef. 2:2), Satanás ha influido, guiado, controlado y engañado completamente a las masas inocentes.

Esta es una revelación absolutamente sorprendente — tanto que muchos simplemente la ignoran o la rechazan, creyendo que no es posible que sea cierta. Pero está en su Biblia. ¡Y el mundo entero permanece engañado acerca del hecho que está engañado!

La Biblia declara que, desde su rebelión previa a la creación del hombre, Satanás ha “debilitado grandemente a las naciones” (Isa. 14:12) y las ha “engañado” (Apo. 20:3) tanto en entendimiento como en el conocimiento crítico que explica el propósito de Dios. Su engaño ha sido completo. Más adelante exploraremos en mayor detalle cómo es tan efectivo.

El dios de este siglo

La Biblia también llama al diablo el “dios de este siglo” — ¡otra revelación estremecedora! Esto es lo que II Corintios 4:4 declara: “en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo…”.

Satanás ciega al mundo del verdadero evangelio por una razón personal. Éste describe el pronto venidero reino de Dios — el gobierno mundial de Dios. Por supuesto, Satanás busca bloquear a las personas de entender esta maravillosa verdad, no queriendo que la “luz” resplandezca sobre el increíble propósito para la humanidad. ¡Él quiere que la humanidad, colectiva e individualmente, piense que no tiene futuro! De hecho, el diablo también reconoce que la llegada del reino de Dios significa que él será desterrado de su actual posición (Apo. 20:2-3) de influencia global como el dios al que la humanidad adora sin saberlo. A él ya no le será permitido engañar o debilitar a las naciones. Él también comprende que jamás puede recibir lo que Dios les ha ofrecido a los hombres.

En Juan 12:31, 14:30 y 16:11, Cristo se refiere a Satanás como “el príncipe de este mundo”. Estos versículos declaran que el diablo un día será juzgado. ¡Tómese un momento para leerlos! Juan 12:31 compara el juicio de este mundo con el juicio de Satanás. ¿Por qué? ¡Porque este mundo es suyo! La declaración inspirada de Pablo revela que él es literalmente su “dios”.

¡Esta es la plena verdad de su Biblia! ¡La civilización del hombre, con sus culturas, caminos y sistemas, está bajo el control del diablo!

Considere. Si Satanás ha engañado al mundo entero, entonces este no puede ser el mundo de Dios. Y puesto que el mundo entero está engañado, éste está contado de Dios. Las personas engañadas no conocen el propósito de su existencia, y practican vidas que reflejan esta ignorancia (Isa. 59:1-2; Jer. 5:25).

Podemos preguntar: ¿cómo puede un solo ser engañar a más de seis billones y medio de personas? Hay dos formas principales.

Primero, Apocalipsis 12:9 concluye así: “…fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él”. Note que dice “sus ángeles”. Estos seres, a los cuales él lidera, son referidos como demonios (o ángeles caídos), y ellos asisten a Satanás en su rol de súper engañador. Por tanto, Satanás no obra solo — él tiene millones de seres espirituales engañados (ángeles caídos) quienes le ayudan.

Pero hay mucho más por entender. Hay una segunda manera, igualmente importante, a través de la cual Satanás ha engañado tan exitosamente a tan vaso número de personas — y les ha escondido su enorme potencial.

Satanás tiene ministros

El cristianismo está representado por cientos de denominaciones y sectas diferentes, competitivas, contendientes y crecientes. El supuesto cristianismo aparece en cada forma, sabor, color, textura de creencia y costumbre imaginable. Muchos han asumido que ese es el estado natural en el mundo “cristiano” — que esa es la manera en que Dios debe querer las cosas.

¡Cuán equivocados ellos están!

Puesto de otra forma, esto significa que hay cientos de miles, y quizás millones, de cleros quienes representan y enseñan las creencias de este calidoscopio de modos diferentes y discrepantes de cristianismo. La mayoría de quienes asisten a estas diversas iglesias también han asumido, por tanto, que todos estos deben ser ministros de Dios — que ellos representan y enseñan lo que Dios quiere que se enseñe. No podría haber una asunción más peligrosa — ¡o más claramente equivocada!

¡Ahora, he aquí aún una declaración estremecedora más!

Como el dios de un mundo completamente engañado, el cual debe, por tanto, incluir a todas las diferentes formas de cristianismo y a las otras religiones, Satanás tiene sus propios agentes. Él usa a estos agentes para que divulguen sus falsas doctrinas sin saberlo. Sí, él ha podido alcanzar este éxito casi universal porque el diablo ¡TIENE SUS PROPIOS MINISTROS! Por supuesto, sus propios agentes — sus ministros — han sido engañados a creer que ellos son ministros de Dios. Algunos enseñan unos pocos aspectos de la verdad de Dios, ¡pero virtualmente ninguna de Sus más importantes verdades!

Ahora note II Corintios 11:13-15. El apóstol Pablo advirtió de la astucia con la cual los ministros de Satanás engañan exitosamente: “Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras”.

Esta es una escritura contundente y asombrosa. No obstante, es cierto que los ministros de Satanás parecen ser los ministros de Dios. ¡Capte esto! Satanás no les habla directamente a los seres humanos. Él obra a través de sus siervos — ¡sus ministros!

Y he aquí el mayor engaño de estos falsos ministros: el diablo los usa como instrumentos para divulgar un evangelio falso acerca de la Persona de Jesucristo — en vez de Su Mensaje del reino de Dios, el mensaje que Cristo trajo. La mayor verdad que los ministros, teólogos y religiosos de este mundo niegan es el increíble potencial que cada ser humano conlleva.

Los siguientes versículos continúan la descripción de Pablo de la obra de los falsos ministros. Ellos demuestran el continuo daño de los agentes de Satanás buscando penetrar a la verdadera Iglesia, para cegar a los verdaderos siervos de Dios por segunda vez ante la maravillosa verdad del evangelio y para regresarlos a la oscuridad. Note: “Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos [los de los hermanos de Corinto] sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo. Porque si viene alguno [hablando de los falsos predicadores] predicando a otro Jesús… o si recibís otro espíritu…u otro evangelio que el que habéis aceptado…” (II Cor. 11:3-4).

Pablo advirtió de “otro” espíritu que incluso podía entrar a la verdadera Iglesia. Este espíritu muy diferente pervirtió tanto a la verdad del evangelio como al verdadero Cristo de la Biblia. Históricamente, el cristianismo falsificado de hoy apareció por primera vez casi inmediatamente después de la muerte y resurrección de Cristo.

También pregúntese: si Cristo es el evangelio, entonces ¿por qué citar a “otro Jesús” y a “otro evangelio” como dos errores doctrinales separados?

Regresaremos a esto.

Advertencias del Nuevo Testamento

El Nuevo Testamento contiene numerosas advertencias de seductores, engañadores, charlatanes e impostores quienes tratarían de entrar a la verdadera Iglesia y de desviar a los seguidores hacia falsas doctrinas. Muchos de los apóstoles, de una forma o de otra, le advirtieron virtualmente a cada congregación acerca de este peligro. Es en este mismo sistema de falso cristianismo en el que muchas personas han nacido y han pasado sus vidas.

El apóstol Pedro advirtió de falsos maestros “entre vosotros [la Iglesia]”. Note: “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas” (II Pedro 2:1-3).

Estas son palabras fuertes. Justo como los falsos profetas plagaron continuamente a la antigua Israel, la Iglesia ha sido atacada a lo largo de los siglos por “falsos maestros” quienes, a través de “palabras fingidas”, sedujeron a “muchos” a seguirlos. La meta fue apartar a las personas del “camino de la verdad”.

El apóstol Judas, el hermano menor de Cristo, fue igualmente directo en su advertencia: “Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación… exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje [licencia para quebrantar la Ley de Dios] la gracia de nuestro Dios…” Judas 3:4).

Esta poderosa sentencia describe a aquellos quienes “entraron encubiertamente” y causaron que alguien ya no peleara por “la fe que una vez fue dada”. Note que dice que algunos de estos impostores habían sido “desde antes destinados”. Puesto que ellos eran impíos, ellos les enseñaron a otros a quebrantar la Ley de Dios también. Examinaremos Hechos 8 momentáneamente para entender mejor de dónde vinieron estos hombres. Su sistema y doctrinas están lejos de ser nuevos.

Juan registró cerca de un capítulo completo de las propias palabras de Cristo, advirtiendo a todas Sus futuras ovejas. Cristo da todo su esfuerzo al describir la verdadera naturaleza de los falsos líderes y maestros. He aquí unos fragmentos de ese capítulo:

“El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas [la Iglesia]… ése es ladrón y salteador…el pastor [Cristo y Su fiel ministerio] de las ovejas… las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños… Volvió, pues, Jesús a decirles: … Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas. Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado…ve venir al lobo… y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas” (Juan 10:1-13).

Tómese el tiempo para leer el capítulo completo. Note el uso repetido de los términos “lobo, extraño, ladrón” y “asalariado” — estos últimos son aquellos quienes abandonan al rebaño, persiguiendo intereses personales. A lo largo de la historia de Cristo, cuando los enemigos amenazaban al pueblo de Dios, muchos ministros abandonaron al rebaño, y muchas ovejas fueron engañadas y apartadas de la Iglesia de Dios y de su verdad.

Además de advertir a los corintios, Pablo advirtió a varias otras congregaciones. He aquí lo que él les dijo a lo gálatas después de que ellos hubieran caído en falsas doctrinas: “Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad? Esta persuasión no procede de aquel que os llama. Un poco de levadura leuda toda la masa” (Gál. 5:7-9).

Los Gálatas se habían salido del camino. Ellos no entendían que un poco de doctrina falsa (“levadura”) eventualmente se esparciría (al igual que la levadura en la masa) y abarcaría “toda la masa” de la verdad de Dios. Veremos que estos gálatas estaban perdiendo su entendimiento del evangelio.

El misterio de iniquidad

Ahora volteemos a una advertencia que Pablo les dio a los Tesalonicenses, en la cual él habló de un “misterio de iniquidad” que ya estaba obrando en la Iglesia del primer siglo. El contexto allí (II Tés 2:3) también contiene una descripción de eventos que precederían inmediatamente al Regreso de Cristo. Una “apostasía” y una revelación del “hombre de pecado…el hijo de perdición” tendrían que ocurrir antes de la Segunda Venida de Cristo. Él escribió: “Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad” (II Tés 2:7). Pablo entendió que ciertos eventos “ya” estaban en acción en la Iglesia entonces, justo como vendrían a estar, una vez más, al final de la era.

El Libro de Hechos describe eventos en Samaria y establece más hechos para considerar: “En aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles…Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio. Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria…así que había gran gozo en aquella ciudad” (Hechos 8:1, 4-5, 8).

Cuando la plena verdad de la Palabra de Dios es predicada a aquellos cuyas mentes han sido abiertas, ésta trae “gran gozo”.

Más adelante, varios versículos hacen referencia a un Simón que ejercía la magia — frecuentemente llamado Simón el Mago por varios historiadores de la iglesia. Este hombre tuvo tremenda influencia en el área de Samaria, la cual era predominantemente gentil. Él fue parte del sistema de misterio del cual Pablo advirtió a los tesalonicenses (vea también Apo. 17:5, y lo que vendrá en este libro). Este mismo sistema poderoso, liderado originalmente por Simón, ha buscado continuamente entrar a la verdadera Iglesia.

Ahora note: “Pero había un hombre llamado Simón, que antes ejercía la magia en aquella ciudad, y había engañado a la gente de Samaria, haciéndose pasar por algún grande. A éste oían atentamente todos, desde el más pequeño hasta el más grande, diciendo: Este es el gran poder de Dios. Y le estaban atentos, porque con sus artes mágicas les había engañado mucho tiempo” (Hechos 8:9-11).

La Biblia explica qué “palabra” estaba predicando Felipe: “Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres” (Hechos 8:12). Note que estos en Samaria fueron bautizados solamente después de que “ellos creyeron” este mensaje — el reino de Dios — y no alguna idea falsificada, inventada humanamente.

He aquí lo que Pablo les escribió a los Efesios. Este pasaje describe varios oficios que Cristo estableció dentro de Su ministerio del Nuevo Testamento. Este explica el propósito de aquellos oficios para edificar, unificar y perfeccionar a los hermanos en la Iglesia de Dios. Note: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo” (Efe. 4:11-15).

Esta es otra muy fuerte e instructiva serie de advertencias al pueblo de Dios. Cristo pretendía que Sus ovejas escucharan a los ministros verdaderos y que reconocieran los falsos “vientos de doctrina” que podrían estar empacados en maneras “astutas” y “artificiosas”.

Cerca del final del ministerio de Pablo, justo antes de ir a juicio por su vida, él se encontró con los ancianos reunidos en Éfeso. Esta fue una reunión emotiva, porque él sabía que él no los volvería a ver. ¡Él se tomó el tiempo para recordarles de sus obligaciones, y de lo que él les había instruido repetidamente en un período de tres años! La responsabilidad que Pablo describió permanece para el verdadero ministerio de Dios hoy.

Note cuidadosamente cómo Pablo enfatizó la importancia de que él haya predicado el reino de Dios: “yo sé que ninguno de todos vosotros, entre quienes he pasado predicando el reino de Dios, verá más mi rostro… mirad… por todo el rebaño… para apacentar la iglesia del Señor… Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos. Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno” (Hechos 20:25, 28-31).

Lo que Pablo había advertido, efectivamente sucedió. Los herejes entraron, no solamente a la congregación efesia sino a la mayoría de la Iglesia de Dios y la incitaron a falsos entendimientos y falsas prácticas. Los historiadores de la Iglesia se refieren comúnmente al período desde mediados del primer siglo DC hasta mediados del segundo siglo DC como el “siglo perdido”.

Durante este período, la Iglesia visible cambió radicalmente en apariencia, tornándose casi irreconocible. Los creyentes verdaderos que permanecieron, quienes estaban en la minoría, fueron forzados a huir de la visible mayoría, la cual se había apartado hacia el error. El conocimiento del asombroso propósito de Dios para le existencia humana se perdió para la abrumadora mayoría de aquellos quienes fueron arrastrados hacia una falsa salvación.

Desde el primer siglo, cuando Cristo estableció Su Iglesia, ésta ha tenido que luchar por la verdad. El pueblo de Dios siempre ha tenido que ser cuidadoso — extremadamente vigilante — acerca de los peligros de falsos ministros que entran y pervierten algunas o todas las doctrinas de Dios. Y estos impostores siempre enseñan un falso evangelio. Recuerde, Pablo les advirtió a los corintios que ellos habían sido “seducidos” para aceptar “otro evangelio” (II Cor. 11:4). (Mi extenso libro La Historia de la Verdadera Iglesia¿Dónde Está Hoy? Cubre este fascinante tema en detalle).

En el siguiente capítulo, veremos por qué el verdadero evangelio — y el venidero reino de Dios — tienen las respuestas para los más grandes problemas de la humanidad. ¡Prepárese para entendimiento — y hechos — estremecedores!

Capítulo Dos — ¡El verdadero evangelio — y su asombroso potencial revelados!

La sola doctrina más grande en la Biblia es el conocimiento del verdadero evangelio. Usted está a punto de aprender por qué. Entienda. Solamente hay un evangelio correcto. Todo lo demás son perversiones diseñadas por Satanás para reemplazar la increíble verdad de su Mensaje. Es este enorme entendimiento el que los ministros de Satanás siempre han tratado de pervertir primero.

Al propio comienzo de Su ministerio, Cristo enseñó: “arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:15). Pero, ¿qué es el verdadero evangelio? ¿Hay más de uno al que Dios aprueba? La respuesta a estas y otras preguntas acerca del evangelio se encuentran en la Biblia — y es absolutamente VITAL que usted las entienda. Pero las respuestas han permanecido escondidas para la vasta mayoría.

Mucho conocimiento falso

¡Miles de libros nuevos acerca de religión son publicados cada año en América! ¡Y también hay más de dos mil denominaciones y sectas separadas en América! No obstante, jamás ha habido más confusión y desacuerdo entre los cristianos profesos, o en el mundo como un todo, acerca de las verdaderas respuestas a los mayores problemas de la vida. ¿Por qué? ¿Por qué hay tanto conocimiento disponible, mientras, a la misma vez, hay tanta ignorancia respecto a la verdad acerca de las GRANDES preguntas de la vida?

¡Las respuestas a estas preguntas tienen toda relación con el evangelio!

A la vasta mayoría le ha sido enseñado — y la vasta mayoría cree — que el evangelio es simplemente acerca de la Persona de Jesucristo. Ciertamente, el rol de Cristo es un tema extremadamente importante, pero Él no es el evangelio. La Biblia muestra que el nombre de Jesucristo es predicado en conjunto con el evangelio. Una vez más, Su rol es vital para el cristianismo, y debe ser entendido, ¡pero Él no es el evangelio!

Algunos proclaman un “evangelio de salvación” o un “evangelio de gracia”. Otros creen un “evangelio de milagros” o un “evangelio social” o un “evangelio de comida” o de “sanación” o de “fe”. Aún otros simplemente piensan en “música espiritual” cuando escuchan esta palabra. ¡Estas son todas ideas hechas por el hombre que ignoran la verdad de la Biblia!

Regresemos a Marcos 1, y note el versículo 14: “Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios”. Este es el evangelio que Jesús predicó. Y fue en este mismo contexto que Él dijo: “arrepentíos, y creed en el evangelio”. Una vez más, ¿qué evangelio? El evangelio del “reino de Dios”. El versículo 1 se refiere a este mensaje cuando declara: “Principio del evangelio de Jesucristo”. El evangelio de Cristo era acerca del reino de Dios — ¡no acerca de algo más! Uno debe creer ese evangelio, no un sustituto falsificado. ¡El mundo simplemente no sabe de este evangelio!

Pocos comprenden. Pero, ¿por qué? ¿Por qué tan pocos captan hoy el asombroso futuro del llamamiento cristiano? Pablo fue inspirado a explicar: “Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios” (I Cor. 2:9-10). Sin Dios abriendo nuestra mente, es imposible entender cualquiera de las cosas de Dios. También es imposible siquiera llegar a Dios (Juan 6:44, 65). Casi literalmente, este versículo declara que el propósito de Dios ¡jamás ha entrado al pensamiento del hombre!

Dios, para Su propio propósito maravilloso en este tiempo, le ha abierto la verdad del evangelio a muy pocos — y los ha puesto dentro de Su Iglesia. El resto del mundo permanece cegado. ¡Entienda esto! El diablo no quiere que los seres humanos disfruten algo que para siempre le es negado a él — la membresía en la Familia de Dios, de la cual usted aprenderá.

Muchos no despertarán del engaño — del engaño masivo — ¡de un “cristianismo” engañado que niega las claras verdades de la Biblia! El plan de Dios para la humanidad es asombroso — incomparable respecto a cualquier cosa que los seres humanos hayan ideado para reemplazarlo. El mundo ignora escrituras plenas y claras encontradas a lo largo de la Palabra de Dios acerca del reino de Dios. Este libro explica la asombrosa verdad que tantos ignoran — ¡y revela el que puede ser su futuro!

Fuerte advertencia de no pervertir el evangelio

Este tema es tan importante, que Dios inspiró al apóstol Pablo a dar esta advertencia a los gálatas de entonces y a nosotros ahora: “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos predicado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si algún hombre os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema” (Gál. 1:6-9).

¡Esta es una declaración muy fuerte! Un poco más tarde, Pablo enfatizó su esperanza de que la “verdad del evangelio permaneciese con vosotros” (Gál. 2:5). ¡Así que hay un único evangelio verdadero — y todos los otros son falsos! Usted ahora puede entender mejor la advertencia de Pablo en Gálatas 5:7-9, la cual fue mencionada previamente.

Aunque algunos aseguran que Pablo enseñó un evangelio diferente o adicional, es claro que él jamás lo hizo. Irónicamente, Dios usó a Pablo para advertir en contra de permitir tales falsas enseñanzas, pronunciando una maldición sobre cualquier hombre, ángel o hasta apóstol — “Mas si aun nosotros [apóstoles]…os anunciamos otro evangelio diferente” — quien viole esta orden (Gál. 1:8).

¡Qué escritura — y ADVERTENCIA — más poderosa!

Pablo explicó que a los apóstoles les fue confiado por Dios el preservar el verdadero evangelio. Note I Tesalonicenses 2:4: “Sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones”. Esa es una responsabilidad que no se debe tomar a la ligera. Los verdaderos ministros siempre deben de enseñar lo que Dios ordena — no lo que agrade a los hombres (incluyendo a los “eruditos” de la Biblia). Así que cualquier reclamo de que Pablo enseñó un evangelio diferente o un segundo evangelio (casi siempre acerca de Cristo o de “paz”) es imposible. ¡Si Él hubiera hecho esto, él literalmente habría estado pronunciando una maldición sobre sí mismo!

Fue profetizado que Jesús traería el evangelio

Jesús vino como un presentador de noticias que traía un anuncio. Adonde quiera que Él fuera, Él hacía el mismo anuncio referente a un futuro súper gobierno mundial, el cual sería establecido a Su Regreso.

Cuando le hablaba a un grupo de oyentes en el desierto, Cristo explicó Su propósito — Su responsabilidad. Note cómo explicó Él Su comisión: “Pero él les dijo: Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado” (Lucas 4:43).

Mateo amplía esto: “Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo” (Mat. 4:23). El trabajo de Cristo era llevar el mensaje del reino de Dios a lo largo de todas las ciudades de Israel. Él fue “enviado” para este propósito.

En el Antiguo Testamento, fue profetizado que Jesús vendría como un mensajero. Note Malaquías 3:1: “He aquí, Yo envío a Mi mensajero [Juan el Bautista], el cual preparará el camino delante de Mí (Cristo): y vendrá súbitamente el Señor a quien vosotros buscáis, y el ÁNGEL [Cristo] del pacto, a quien deseáis vosotros”.

Cristo fue el “mensajero” del evangelio, no el mensaje en sí mismo. Su mensaje acerca del reino de Dios es el corazón — la pieza central — de toda la Biblia.

Ahora compare el pasaje en Malaquías con otro en el Nuevo Testamento: “La ley y los profetas eran hasta Juan [solamente las escrituras en el Antiguo Testamento habían sido predicadas anteriormente]; desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él” (Lucas 16:16). Recuerde que, en Marcos, Cristo predicó el “reino de Dios” y lo llamó el evangelio.

Satanás, quien sabía que estaba profetizado que Cristo predicaría el Mensaje que él odia, buscó matarle en Su infancia a través del Rey Herodes. Esta es también la razón por la que el diablo buscó tentarle en el desierto (Mat. 4:1-11). Él sabía que si tenía éxito en cualquiera de sus intentos, él podría frustrar el Plan de Dios y retener el poder sobre las naciones del mundo. También aprenderemos más de esto después.

El significado de “evangelio”

La palabra “evangelio” proviene del latín evangelĭum, que a su vez se origina del vocablo griego, evangelion (εαγγέλιον), y significa buenas nuevas. De igual forma la palabra “reino” simplemente significa gobierno. Podíamos decir acertadamente que Cristo predicó “las buenas nuevas del gobierno de Dios”. Aprenderemos el quién, qué, dónde, cuándo, por qué, y cómo de estas buenas nuevas y cómo éstas se relacionan con la más grande profecía de la Biblia.

La palabra evangelio es encontrada 101 veces en la Biblia. Algunas veces es encontrada sola y algunas otras le sigue la frase “del reino”. Otras veces incluye “del reino de Dios” o de la frase equivalente “del reino de los cielos”. Note que dice “de los cielos”, no “en el cielo”. Es el reino de los cielos y hay una gran diferencia entre las dos. Justo como el reino de Dios quiere decir el reino perteneciente a Dios, no el reino en Dios, lo mismo es cierto del reino de los cielos o el reino que pertenece a los cielos. Es crucial entender esto.

A lo largo del Nuevo Testamento, la palabra “reino” es encontrada 27 veces, “reino de Dios” 75 veces y “reino de los cielos” 34 veces. Todas son claramente una y lo mismo.

Ahora capte este punto. El tema del reino de Dios no es solamente el tema dominante en el Nuevo Testamento, sino también es el tema dominante de toda la Biblia. No obstante, de manera increíble, la mayoría conocen muy poco o nada al respecto. Los ministros de las iglesias de este mundo ignoran el verdadero evangelio y jamás lo predican. Por tanto, virtualmente todo el mundo permanece en completa ignorancia de la sola verdad más grande en la Palabra de Dios. ¡Increíble, pero cierto!

Además, todos los que han aprendido esto deben estar alertas constantemente, para que no se escape (Heb. 2:1).

Los apóstoles predicaron el verdadero evangelio

¿Qué evidencia hay de que otros autores del Nuevo Testamento predicaron este mismo mensaje? ¡Hay mucha evidencia!

Pedro predicó el reino de Dios. Note: “Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (II Pedro. 1:11).

Igual lo hizo el Apóstol Santiago: “Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?” (Santiago 2:5).

El relato de Mateo menciona el término “evangelio del reino” tres veces diferentes. He aquí otro ejemplo, casi idéntico a Mateo 4:23, que ya fue citado: “Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo” (Mat. 9:35).

En muchas de sus parábolas, Cristo enseñó los fundamentos del reino de Dios. Tan solo Mateo, mayormente a través de parábolas, hace más de cincuenta referencias al venidero reino de Dios.

Lucas registra que Cristo comisionó a Sus discípulos a predicar este mismo mensaje: “Habiendo reunido a sus doce discípulos… los envió a predicar el reino de Dios” (Lucas 9:1-2). Poco después, Él envió a otros setenta a predicar, y ellos también llevaron el mensaje del “reino de Dios” (Lucas 10:1, 9).

Juan registra las palabras de Cristo ante Poncio Pilatos en la noche en que Él fue traicionado. Ésta es una pista importante de entender. Cristo dijo: “Mi reino no es de este mundo [de esta sociedad presente]” (Juan 18:36). Más tarde descubriremos los detalles de cómo exactamente será establecido el gobierno de Dios en la Tierra.

Recuerde que Felipe, un diácono, predicó el reino a los samaritanos (Hechos 8:12). Note que él predicó separadamente el reino y a Cristo: “Pero cuando creyeron a Felipe… el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres” (Hechos 8:12).

Felipe no solamente predicó el evangelio del reino, sino él también lo diferenció de la enseñanza acerca de Jesucristo. Tome tiempo para leer este relato completo. Recuerde, el mensajero no es el mensaje. Cristo no es el evangelio. Sin embargo, Él sí está directamente a la par de éste y gobernará toda la Tierra cuando el reino sea establecido.

Así, entonces, Lucas, el autor de Hechos, ¡hace más diferencia entre predicar acerca del reino de Dios y predicar acerca de Jesucristo! Aunque ambos son vitalmente importantes, ¡claramente son dos temas separados!

Ya hemos abordado cómo algunos dicen que Pablo predicó un “evangelio diferente”. Ellos obviamente desconocen que fue a Pablo a quien Dios usó para pronunciar una maldición sobre cualquiera que hiciera esto (Gál. 1:8-9). Hemos visto que Pablo predicó el reino de Dios. Sin embargo, usted notará dos versículos en Hechos, los cuales muestran que él no negó el segundo tema del rol de Cristo en el proceso de salvación.

Primero, establezcamos que Pablo predicó el reino de Dios a los gentiles. Hechos 19:8 declara: “Y entrando Pablo en la sinagoga, habló con denuedo por espacio de tres meses, discutiendo y persuadiendo acerca del reino de Dios”. Hay muchos lugares en sus epístolas donde Pablo enseñó el reino a varias iglesias gentiles. Su mensaje fue siempre el mismo, predicando y refiriéndose continuamente al reino de Dios.

Examine esto en Hechos 20:25: “entre quienes he pasado predicando el reino de Dios… y la fe en nuestro Señor Jesucristo” (v. 21). Este relato deja claro que Pablo predicó el mismo evangelio — conjuntamente con el rol de Cristo — tanto a judíos como a gentiles. (Los efesios eran principalmente gentiles convertidos).

Seguidamente, note Hechos 28:30-31: “Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento”. Al igual que Felipe, Pablo entendió que el evangelio y la identidad de Jesucristo eran dos temas separados.

Finalmente, considere un pasaje más, donde Pablo hizo una distinción entre el evangelio y la Persona de Cristo, refiriéndonos brevemente de vuelta a II Corintios 11:4: “Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado… u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis” (el margen rinde mejor esta última frase “me toleráis”). Pablo instó a los corintios a rechazar a los falsos maestros y les dijo que retuvieran lo que les había sido enseñado. Él claramente distinguió la enseñanza de un falso Jesús y un falso evangelio como dos errores separados.

Pregúntese nuevamente: si Cristo es el evangelio, entonces ¿por qué Pablo (cuatro veces) y Felipe hablaron de esto como dos temas separados?

Cada profeta del Antiguo Testamento predicó el reino

Muchos han supuesto que el evangelio es exclusivamente un mensaje del Nuevo Testamento. ¡Nada podría estar más alejado de la verdad! La Biblia está literalmente llena con lugares, en el Antiguo y Nuevo Testamento, en donde se describen varios aspectos y profecías acerca del reino de Dios.

Consideremos una asombrosa declaración de Pedro, que se encuentra en Hechos 3:19-21: “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo”.

Note que Pedro se refiere a la Venida de Cristo — “la presencia del Señor” (Hechos 3:19), y el versículo 20 afirma que Dios “enviará a Jesucristo”. El versículo 21 describe el reino de Dios como la “restauración de todas las cosas”. Pedro afirmo que esta “restitución” (Cristo estableciendo Su reino) es algo que “Dios ha anunciado por… TODOS Sus santos profetas desde tiempo antiguo”.

¡Esta es una declaración sorprendente! Pero, ¿es cierta?

¿Podría Dios, realmente, haber usado a cada uno de Sus profetas para anunciar Su reino? ¿Por qué los eruditos de la Biblia y los religiosos ignoran esto — o incluso lo rechazan completamente? Examinemos el Antiguo Testamento.

Los pregoneros antediluvianos

Judas escribió que “…profetizó Enoc [bisabuelo de Noé]… diciendo: He aquí, vino el Señor… para hacer juicio contra todos” (Judas 14-15). Esto obviamente se refiere a Jesucristo regresando a establecer un gobierno, gobernando a TODAS las naciones.

En II Pedro 2:5, Noé es mencionado como el “octavo… pregonero de justicia”. Judas escribió que Enoc era el “séptimo desde Adán”. De aquí que Noé, el próximo en seguirle, sea mencionado como “el octavo”. Comenzando con Abel, e incluyendo a Enoc, hubo siete hombres quienes tuvieron previamente este rol antes que Noé. Las vidas de estos ocho hombres abarcaron todo el período entre Adán y el diluvio, y todos predicaron el mismo mensaje.

Un cuidadoso repaso de Judas revela que Enoc también predicó acerca del pecado y la justicia. Aunque mucho más podría ser dicho acerca de este período de dieciséis siglos y medio, baste decir que todos estos hombres hablaron el mismo mensaje. Recuerde, Pedro dijo: “…desde el principio del mundo”.

¿Quién más predicó el reino de Dios?

Abraham, Moisés, Samuel y David

¿Hay evidencia de que el evangelio fuera predicado durante el período que siguió al Diluvio?

En Génesis 12:3, Dios le dijo a Abraham: “…serán benditas en ti todas las familias de la tierra”. Esto también es mencionado en Gálatas 3:8, pero puesto de una manera un tanto diferente: “…En ti [Abraham] serán benditas todas las naciones”. Este mismo versículo afirma que el evangelio fue dado “de antemano la buena nueva a Abraham”.

¡Esto es fascinante! A Abraham no solamente le fue predicado el evangelio (casi ciertamente por Melquisedec — Cristo), ¡sino también fue predicado en Génesis, a través de los escritos de Moisés, acerca de Abraham! Ahora considere. ¿Cómo podrían ser benditas todas las naciones a menos que Cristo un día establezca Su gobierno sobre la Tierra?

Aunque Moisés no fue un “pregonero de justicia” o un apóstol, el fue un profeta y un juez, y el primer hombre al que Dios levantó para liderar a Israel. Quizás usted jamás ha pensado acerca de Moisés como uno que predicara el evangelio. Sin embargo, la Biblia revela que él lo hizo, al antiguo Israel, cuando ellos estuvieron en el desierto. Vimos que Génesis 12:3 se refiere al evangelio, tal como lo hace Números 24:17-19, y ambos fueron registrados por Moisés.

Hechos 3:22 declara claramente que Moisés anunció que Dios levantaría a Jesucristo como un gran Profeta (Deuteronomio 18:15) para predicar al mundo entero (Hechos 3:23) ¡a Su Regreso! Muchos están familiarizados solamente con el hecho que Moisés lideró a Israel para salir de Egipto, pero ignoran completamente cómo Dios lo usó en esta manera.

Hebreos 3:9 y 4:2 también demuestran que Moisés predicó el evangelio al antiguo Israel. “Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos [antiguo Israel]” (Hebreos 4:2). Estos versículos, con Hechos 3, muestran que esto incluyó el período hasta — y a través de — ¡Samuel!

Hechos 3:24 se refiere a Samuel como alguien que también predicó el evangelio. Note: “Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado [es decir, todos], también han anunciado estos días [la Venida de Cristo y el reino de Dios]”. Estas son declaraciones claras y poderosas. Estas no pueden ser pasadas por alto. Deténgase y tome un momento para reflexionar respecto a lo que acaba de leer. Este versículo declara: “TODOS los profetas… cuantos han hablado… han anunciado estos días”.

Finalmente, aunque virtualmente todos saben que David fue un rey, casi nadie entiende que él predicó el reino de Dios. En Salmos 67:4, él escribió: “…porque [tú oh Eterno] juzgarás los pueblos con equidad, y pastorearás las naciones en la tierra”. Esta declaración es una clara referencia al venidero gobierno de Dios.

Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel

El profeta Isaías hizo declaraciones aún más claras acerca del reino de Dios, acerca de cómo aparecería y traería paz a todas las naciones de la Tierra. Él también hizo claro que el reino de Dios involucra gobierno. Note: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre” (Isa. 9:6-7).

¡Esta profecía es tan obvia que no necesita más explicación!

El profeta Jeremías anunció: “He aquí que vienen días, dice El Eterno, en que levantaré a David renuevo justo [Cristo], y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra. En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le llamarán: el Eterno, justicia nuestra” (Jer. 23:5-6; lea también los versículos 7-8).

Como en el caso de Isaías, estos versículos no necesitan más explicación. Jeremías da una clara descripción de eventos que solamente podrían ser descritos como el período posterior a la venida del reino de Dios a la Tierra. Así, él le predicó el evangelio a la Casa de Judá.

El libro de Ezequiel describe un tiempo cuando Dios reunirá a Su pueblo del futuro cautiverio. Este es el período inmediatamente después de la Gran Tribulación (Mat. 24:21-22) — el tiempo profetizado de calamidad sobre los descendientes modernos del antiguo Israel. Ahora note: “Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país” (Ezequiel 36:24).

Los siguientes diez versículos describen un período de reconstrucción y prosperidad que solamente podrían ocurrir después del retorno de Cristo. Tome tiempo para leerlos.

Daniel escribió esto: “Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre” (Dan. 2:44).

¿Predicó este profeta el reino de Dios? La Biblia responde — ¡y veremos más adelante que Daniel predicó el evangelio en muchos otros lugares también!

Todos los profetas menores

Puede mostrarse que, de una manera o de otra, todos aquellos frecuentemente identificados como “profetas menores” predicaron el evangelio del reino de Dios. (Jonás es una posible excepción). Recuerde, la frase “el evangelio del reino de Dios” ¡no es la única manera de describir el evangelio! Génesis 12:3 y Gálatas 3:8 ya han mostrado esto.

Revise los siguientes versículos. En cada caso, usted encontrará que ellos se refieren, directa o indirectamente, al reino de Dios: Oseas 2:16, 19; 3:5; Joel 2:21-27; Amós 9:11-15; Abdías 21; Miqueas 4:1-3; Habacuc 2:14; Sofonías 3:14-20; Zacarías 14:1-3, 8-9; Malaquías 3:1-3.

Después de leer estas escrituras, es obvio que Pedro estaba en lo correcto, y que “Dios ha hablado por boca de Sus santos profetas que han sido desde que comenzó el mundo…la restauración de todas las cosas” (Hechos 3:21), lo cual solamente puede ocurrir con la venida del gobierno de Dios a la Tierra.

Es crucial establecer un punto final. Hechos 3:21 declara: “Dios ha hablado por boca de…” El evangelio del reino de Dios es un mensaje de Dios.

Debería estar claro que es DIOS quien habla a través de cualquier clase de siervo al que Él esté usando — ¡profeta, patriarca, diácono, predicador de justicia, rey, pastor, evangelista o apóstol! Si un hombre era verdaderamente Su siervo, Dios siempre hablaba este mismo mensaje a través de él — ¡“desde el comienzo del mundo”!

¿Hay un evangelio separado de Jesucristo?

Como se mencionó, Marcos 1:1 habla del “Principio del evangelio de Jesucristo”. Preguntemos: ¿Es el “evangelio de Jesucristo” un segundo evangelio — uno diferente? ¿Olvidó Pablo que había otro evangelio al lado del evangelio acerca del reino?

La respuesta es un enfático “¡NO!” Pero muchos predicadores enseñan que el evangelio de Jesucristo es acerca de Cristo, diciendo también que Él es el reino de Dios y que el evangelio del reino es Cristo. Hemos visto que esto es falso, ¡y que carece completamente de fundamento bíblico! El evangelio de Jesucristo es Su evangelio — ¡Su mensaje acerca del reino de Dios!

Hemos visto que Jesús fue un Mensajero enviado de Dios con un ¡ANUNCIO! Esto no era acerca de Él mismo — era acerca del reino de Dios viniendo a reinar sobre el mundo entero. En Juan 12:49-50, Jesús dijo: “Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho”. Ahora debería estar claro que Jesús funcionó como un mensajero — como el vocero para el reino de Dios.

En Juan 14:24, Jesús dijo: “la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió”. Cristo trajo el mensaje del Padre — no el suyo propio. Esto debería estar absolutamente claro ahora. Recuerde, Él declaró en Lucas 16:16 que “La ley y los profetas eran [predicados] hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado”.

Esto es lo que esta Obra está haciendo hoy. A lo largo de este libro, y de muchos otros, la verdad del reino de Dios está siendo predicada, tanto a usted como a millones de otras personas.

El reino de Dios está por venir

¡No se equivoque! Con las condiciones mundiales acercándose a la crisis final, ningún humano podría traer alguna vez un solo gobierno mundial que funcione. Jesucristo regresará pronto y establecerá Su reino.

Los discípulos no entendieron cuándo Cristo establecería el gobierno de Dios sobre la tierra. Él tuvo que explicarles a través del uso de una parábola. Note: “Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente” (Lucas 19:11). Esta larga parábola explica que mucho tiempo pasaría antes de que viniera.

Antes de Su ascensión al cielo, en Hechos 1, después de una serie de reuniones con Sus discípulos, Cristo se reunió una última vez con ellos. Hasta el mismo final, Él continuó exponiéndoles el reino de Dios. Pero ellos permanecieron confundidos acerca de cuándo sería éste establecido: “hasta el día en que fue recibido arriba… [Él estuvo] hablándoles acerca del reino de Dios… Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” (Hechos 1:2-3, 6).

Cristo explicó: “No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones…” (Hechos 1:7). Nosotros hoy no podemos saber exactamente cuándo vendrá, pero sí podemos saber que está cerca.

Ahora note Daniel 7:18: “Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre”. Luego, el versículo 22 declara: “hasta que vino el Anciano de días [Cristo aquí, y el Padre en el versículo 13], y se dio el juicio a los santos del Altísimo; y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino”.

Finalmente, note el versículo 27: “y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios [gobernantes] le servirán y obedecerán” (Dan. 7:27).

¡Daniel sabía que los santos reinarán un día sobre la Tierra con Cristo!

El primer sermón registrado de Jesús, llamado ‘El Sermón del Monte’, declara que “los mansos recibirán la tierra por heredad” (Mat. 5:5). De hecho, Cristo estaba citando a David, quien había registrado esta afirmación en Salmos 37:11 — otro lugar donde David proclamó el evangelio. Las palabras allí son precisamente las mismas. Otras profecías también demuestran que el propio David gobernará un día sobre todas las tribus de Israel (vea Ezequiel 34) dentro del reino de Dios.

Note tres versículos separados en Apocalipsis. Cristo es citado a través de Juan, diciendo: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono” (Apo. 3:21). También el capítulo 2, versículos 26-27: “Al que venciere… yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro”. Finalmente: “y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra” (Apo. 5:10).

¿Le ha dicho a usted la religión organizada acerca de cualquiera de estos versículos? Muy probablemente no. No obstante, ellos han estado en la Biblia por miles de años.

No cabe duda que cuando Cristo estuvo en juicio por Su vida, Él añadió más a una de Sus declaraciones citadas antes en este libro: “Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí” (Juan 18:36). En este intercambio, Pilatos le había preguntado: “¿Luego, eres tú rey?” Cristo respondió: “Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo…” (Juan 18:37).

¡Jesús entendía plenamente que Él había nacido para ser un Rey!

Jesús, por ser un Rey

La Primera Venida de Cristo había de ser un gran evento. Isaías profetizó de Su nacimiento a una virgen: “He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel” (Isa. 7:14).

Antes del nacimiento de Jesús, se le apareció a María un ángel para explicarle el propósito de Dios y lo que estaba por ocurrirle a ella: “Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen… María” (Lucas 1:26-27).

Comenzando en el versículo 30, Gabriel explica más acerca de Cristo y de cómo Él eventualmente gobernaría desde el trono de David. Note: “Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin” (Lucas 1:30-33).

Cristo jamás tuvo duda acerca de la misión y el propósito de Su vida. Esa es la razón por la que Él continuamente predicó el reino de Dios dondequiera que Él iba.

Isaías habló con más detalle acerca de cómo el reino de Dios se esparciría por el mundo, abarcando eventualmente a todas las naciones: “Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa del Eterno como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte del Eterno, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Eterno. Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (Isa. 2:2-4).

Esta misma profecía es repetida, para énfasis, en Miqueas 4:1-3. Este pasaje anuncia que el reino de Dios se esparcirá alrededor del mundo. Esta es la razón por la que una de las parábolas de Cristo asemejaba al reino con la levadura (Lucas 13:20-21), la cual siempre se esparce hasta que llena a su anfitrión. El propósito general para su vida es participar en la futura propagación del gobierno de Dios.

Frente al edificio de las Naciones Unidas hay una escultura de un gran hombre forjando un arado de una espada. Yo lo he visto cientos de veces, porque conduje servicios de la iglesia justo enfrente de ese punto durante varios años. Pero nadie parece notarlo ya, o siquiera creer en la asombrosa profecía ilustrada por esta famosa escultura.

Jesucristo vino para ser un REY quien un día REINARÁ sobre la tierra. Cuando Él regrese, el sufrimiento, la miseria, la infelicidad y todos los problemas y males del mundo desaparecerán — y la paz mundial literalmente “surgirá”, junto con suprema felicidad, armonía, prosperidad y abundancia para todas las naciones. Ningún gobierno humano ha podido traer estas cosas, siquiera a un país de la tierra. Este es el centro del evangelio que Jesús trajo.

¿Lo cree usted? ¿Lo creerá?

El reino de Dios aún debe ser predicado hoy

En la profecía de los Olivos de Mateo 24 (y 25), a Cristo se le preguntó acerca de aquellos eventos que serían señales de Su Segunda Venida y del fin de este mundo (era). Él respondió que un número de tendencias y condiciones ocurrirían primero.

Un evento que precede al Retorno de Cristo es descrito en el versículo 14: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”. Fue anunciado que el verdadero evangelio sería predicado hasta “que llegara el fin”. Esto claramente significa que alguien estará predicándolo ahora, en nuestra era presente, porque el fin aún no ha llegado.

Un poco de historia: El conocimiento del verdadero evangelio fue restaurado por Herbert W. Armstrong (1892-1986). Éste no había sido predicado al mundo por casi 19 años, hasta que el Sr. Armstrong comenzó a predicarlo en enero de 1934, a medida que la profecía de Mateo 24:14 comenzó a revelarse. ¡Entienda! Desde el primer siglo, el mundo, como un todo, no había escuchado este mensaje. A lo largo de un ministerio de 52 años, hasta su muerte en 1986, Dios usó al Sr. Armstrong para alcanzar a cientos de millones con este entendimiento. Fue este hombre quien me enseñó el verdadero evangelio, y fue bajo él que yo fui entrenado para poder llevar este mismo mensaje al mundo.

Recuerde, el fin aún no ha llegado. Por tanto, la Iglesia de Dios Restaurada continúa con esta comisión, predicar con fuerza estas grandiosas verdades proféticas. La llegada del reino de Dios es segura — ¡es certera! Cuando venga, usted también puede ser parte de él.

Plan de 7.000 años

Cortada de Dios por el pecado (Isa. 59:1-2), la humanidad ha creído en las mentiras del dios de este mundo por 6.000 años. El lapso del plan de Dios con los hombres abarca 7.000 años. Pocos han entendido esto. Muchos han entendido correctamente al menos algunos pocos de los versículos que describen el venidero reino de 1000 años de Cristo, el cual ha de comenzar a Su Regreso (Apo. 20:4-6). Pero ellos no conocen nada acerca de que Dios le está dando 6.000 años, o seis días mileniales de una “semana de siete días”, al reinado del hombre, bajo Satanás, previo al séptimo “día” de 1.000 años. Estamos muy cerca del fin del “sexto día”.

¡Entendamos! La Biblia declara: “Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día” (II Pedro 3:8; Sal. 90:4). Por supuesto, muchos han “ignorado” casi todo lo que la Biblia enseña.

¡Pero usted puede saber!

Al hombre (bajo el dominio invisible de Satanás) le han sido dados seis “días”, o 6.000 años, para intentar sus propios caminos, gobiernos, religiones, filosofías, sistemas de valores, códigos de conducta, y formas de educación. Bajo la influencia de Satanás, el hombre ha practicado el pecado y la desobediencia a los mandamientos de Dios durante todo este tiempo. Él, entonces, ha intentado curar todos los malos efectos que esto ha generado, en vez de tratar la causa, la cual es quebrantar los mandamientos de Dios. Dios le está permitiendo a la humanidad que aprenda duras y amargas lecciones. Las masas, quienes jamás han conocido la preciosa verdad de Dios, ¡deben aprender que sus propios caminos no funcionan!

Pronto, el mundo entero verá el cumplimiento de Apocalipsis 11:15: “Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos”.

Jesucristo nació para ser un Rey que gobernará a todas las naciones de la tierra para siempre con la ayuda de otros reyes compuestos de espíritu: “De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro… y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES” (Apo. 19:15-16).

¿Le había mencionado alguien, alguna vez, estos pasajes? Yo nunca aprendí, o siquiera escuché de ellos, en la iglesia de mi juventud — y no obstante, allí están, escritos con una inequívoca claridad de significado para todos los que los atiendan.

El reino de Dios es explicado

Mateo 6:33 declara: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia…”. Si usted busca algo primeramente en la vida, es mejor que sepa qué es exactamente lo que busaca.

El propósito principal de este capítulo no es explicar en detalle el reino de Dios. (Esto será hecho más adelante). El propósito aquí es explicar la definición del verdadero evangelio y el asombroso potencial de la humanidad.

Así que entendamos. La palabra “reino” simplemente significa gobierno. Por supuesto, usted no puede tener un gobierno sin una nación a la cual gobernar. Por tanto, un reino es al menos una nación con un gobierno.

Existen cuatro componentes necesarios para cualquier reino: (1) tierra, propiedad o territorio — sea grande o pequeño. En otras palabras, alguien debe tener un grupo específico y definido de límites que constituyan el tamaño del reino; (2) un gobernante, rey, monarca o gobernador que encabece el gobierno; (3) personas o súbditos que vivan dentro del territorio; y (4) un sistema de leyes y reglas junto con una estructura básica de gobierno. Ningún reino está completo sin todos estos elementos fundamentales.

Pero, ¿cómo se aplica esto al reino de Dios? La mayoría no comprenden los elementos más básicos del reino de Dios. ¿Es éste un lugar físico, literal, sobre la Tierra, con personas y leyes, presidido por un gobernante? Muchos creen que el reino es simplemente algo en los corazones de los hombres. Otros creen que es cualquier lugar en el que usted encuentre una iglesia en particular. Aún otros creen que es Jesucristo mismo. Algunos creen que está aquí en la Tierra ahora y otros creen que aún ha de venir, pero no entienden — no tienen idea — cómo ocurrirá.

Podemos preguntar: ¿cómo es que alguien entra al reino de Dios?

Debe nacer de nuevo para entrar en el reino

Pablo escribió que Cristo es “el primogénito de entre los muertos” (Col. 1:18), y también “el primogénito entre muchos hermanos” (Rom. 8:29). Al conectarlos, estos versículos muestran que Jesús es simplemente el primero de entre los muertos, y que muchos otros han de seguir. Pero, ¿cuándo y hacia qué nacerán estos otros?

En Juan 3:3, Cristo le dijo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. En el versículo 6, Cristo continúa: “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. Simplemente crea en el claro significado de este versículo. Una persona debe convertirse en espíritu para ver el reino de Dios.

Pablo enseñó: “la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios” (I Cor. 15:50). Los siguientes dos versículos explican que la resurrección ocurrirá a la Séptima (final) Trompeta, cuando “los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados”.

Cristo regresa cuando la Séptima Trompeta de Apocalipsis 11 suena. Aquí es cuando ocurrirá la resurrección de los muertos. No malentienda este evento climático, el cual será explicado con mucho mayor cuidado más adelante. Baste decir aquí que las personas que una vez fueron seres humanos carnales serán cambiadas a espíritu — nacerán de nuevo — y entrarán al reino de Dios. Las personas físicas no pueden entrar a este reino.

Juan 4:24 declara: “Dios es Espíritu”. Bajo el Padre, Cristo lidera Su reino, el cual está compuesto de seres espirituales. A Su Regreso, Cristo, como miembro de la Familia de Dios, tendrá muchos “hermanos y hermanas” menores, quienes habrán calificado para gobernar con Él.

Piense acerca de ello de esta forma: Hay un reino vegetal, un reino animal, reinos humanos y un reino angelical. También está el reino de Dios.

Ahora note Génesis 1:26: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”. Cuando se refiere a ellos, el Ser que habla dice: “nosotros”, “nuestra” y “nuestra”. Esto prueba que hay más de un Ser en la Deidad — ¡actualmente hay dos! En esta escritura, la palabra hebrea para Dios es Elohim. Este es un término colectivo como grupo, equipo, comité o familia. Todos estos representan una entidad, compuesta por varios miembros o personas.

Así, veremos que la Biblia enseña que hay un Dios, compuesto por dos Personas — el Padre y Cristo — y más personas han de ser añadidas posteriormente. La primera gran ocasión en que Dios añadirá más hijos a Su Familia es cuando el reino de Cristo sea establecido. Pero el entrar al reino de Dios no será automático para nadie.

Hay condiciones para entrar en el reino

Leímos varios lugares en los que Cristo dijo que solamente aquellos quienes perseveraran heredarían el reino y gobernarían con Él. Hay más para estar en el reino de Dios que solamente desearlo. Hay condiciones calificadoras que deben ser cumplidas.

Jesús le dijo a un joven hombre rico quien le preguntó acerca de la vida eterna: “…si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (Mat. 19:17). Él explicó que se deben guardar los Diez Mandamientos para ser salvo, y citó específicamente cinco de ellos.

Ahora, ¿qué es pecado? Ya que el cometerlo resulta en muerte (Rom. 6:23), ¿no debería usted saber qué es? I Juan 3:4 registra: “el pecado es infracción de la ley”. Esta es la misma ley que se le dijo al joven hombre rico que debía obedecer para heredar la vida eterna.

Muchos claman ser cristianos — ser seguidores de Cristo. Ellos claman “creer en Cristo” y claman ser “buscadores de la verdad”, cuando ellos no desean la verdad real de la Biblia en lo absoluto. Note este largo intercambio que Jesucristo tuvo con los Fariseos: “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él [estos eran “creyentes”]: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres… pero procuráis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros… Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios… Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido… ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra… Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis [aunque dice que ellos creían “en” Él]… Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis?” (Juan 8:31-32, 37, 40, 42-46). Jesús continúa el relato indicando claramente de aquellos quienes clamarían ser cristianos cuando en realidad son “de (su) padre el diablo”.

Muchos afirman que “conocen a Jesús” cuando ellos no saben virtualmente nada acerca del verdadero Cristo de la Biblia. Como Él dijo, ellos literalmente no pueden escuchar las palabras de Cristo — la verdad — aunque puedan pensar que sí lo hacen: “El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él” (I Juan 2:4). El mundo está lleno con cientos de millones de tales “cristianos”, profesando a Jesús, pero ignorantes de la verdad.

Muchos de quienes no están practicando el cristianismo encuentran su camino para entrar a la verdadera Iglesia. Pero eventualmente todos se van. Juan continuó: “Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros” (I Juan 2:19). Yo he visto esto muy a menudo. Muchos parecen solamente creer “en” Cristo, mas no realmente creerle a Él — es decir, creer lo que Él dijo, ¡y dijo HACER!

Recuerde las palabras de Cristo en Marcos 1:15: “arrepentíos, y creed en el evangelio”. El arrepentimiento es del pecado (Hechos 3:19). Un cristiano es uno que se ha apartado — se ha arrepentido — de sus pecados, y ha sido bautizado (Hechos 2:38) y convertido (Hechos 3:19). A lo largo de una vida de vencer al pecado, el cristiano califica para (aunque nunca puede ganar) la salvación y el nacimiento espiritual en el reino de Dios.

Su asombroso potencial

Recuerde que Dios dijo que Él hizo a los seres humanos a Su “imagen” y “semejanza”. Este versículo significa lo que dice. Dios lo creó a usted para convertirse en “semejante” a Él en toda manera. A través de Su Espíritu entrando en la mente de cada uno de Sus recién convertidos hijos, un espíritu literal y nuevo es engendrado. En ese momento, un pequeño “embrión” espiritualmente engendrado comienza a existir, listo para crecer y desarrollarse en su apariencia espiritual general. En cierto sentido podríamos decir, primero a “feto” y luego al nacimiento.

¡Tanto el Antiguo y el Nuevo Testamento dejan este punto absolutamente claro! Aunque muchos tienen algún entendimiento vago de que los cristianos pueden, de alguna manera, ser “hijos de Dios”, pocos consideran esto: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (I Juan 3:2). Comprenda este asombroso conocimiento, ¡desconocido para casi cualquiera que se considera a sí mismo cristiano! Nosotros un día tendremos la propia semejanza de Jesucristo. Romanos 8:16 declara que nosotros somos “hijos” de Dios y “herederos” con Cristo.

El Rey David también entendió esto mil años antes, cuando escribió: “En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza” (Sal. 17:15). A propósito, este versículo disipa el engaño de la idea de la “visión beatífica” popularizada por la iglesia católica — que dice que las personas no verán realmente el rostro de Dios en la vida venidera. David entendió que nosotros veremos a Dios — y cara a cara. Juan también lo entendió. Ambos sabían que en la Resurrección — cuando “despertemos” — seremos exactamente como Dios, en forma y carácter.

Entonces, Dios verdaderamente está reproduciéndose a Sí mismo en los seres humanos que han recibido Su Espíritu Santo. ¡Él está creando hijos que se parecerán a Él en toda manera!

Pero Pedro escribió que los cristianos deben “crecer en gracia, y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (II Pedro 3:18). Los cristianos han de — deben — crecer en esta vida. A fin de recibir autoridad y poder divinos, como coherederos con Cristo, deben calificar, a través de edificar el carácter santo y justo de Dios en sus vidas.

Pablo explicó que el rol de los ministros fieles en la Iglesia es alimentar a la manada. Jesús dijo: “Edificaré mi Iglesia” (Mat. 16:18). Es la Iglesia — ESA Iglesia — la que es “Jerusalén de arriba… madre de todos nosotros” (Gál. 4:26; Heb. 12:22-23). Como cualquier madre, la Iglesia nutre y alimenta a sus hijos — y ella ha estado haciendo esto por 2.000 años. (Más acerca del rol de la Iglesia como nuestra madre será explicado en el Capítulo Diez).

Una escritura sorprendente

El libro de Hebreos revela el asombroso propósito de Dios con claridad absoluta. El contexto comienza en el capítulo 1. Vea abrirse el cuadro de la salvación.

Primero, entienda que Dios creó ángeles para ser “espíritus ministradores”, para asistir a los “herederos de la salvación” (Heb. 1:14). Este es su rol dentro del Plan de Dios. A los ángeles no les es ofrecida membresía en la Familia de Dios. Es por esto que Satanás (como ángel caído) odia tanto la idea de que insignificantes, pequeños y carnales hombres puedan recibir algo que a él jamás le ha sido ofrecido y no puede alcanzar.

Pablo cita dos lugares en los Salmos: “Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, yo te he engendrado hoy, y otra vez: Yo seré a él Padre, y él me será a mí hijo?” (Heb. 1:5). ¡Dios jamás le ha dicho esto a ningún ángel!

Pablo luego cita otro salmo, explicando cuál ha sido siempre el propósito de Dios: “Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Cetro de equidad es el cetro de tu reino” (Heb. 1:8). Un cetro es una vara usada como símbolo de gobierno o autoridad — y en Su reino es Dios quien tiene todo el poder.

Finalmente, Pablo replantea la misma pregunta acerca de los ángeles: “Pues, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? ¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?” (Heb. 1:13-14).

¡Esto coloca el escenario para lo que debemos entender! Comprendamos realmente el increíble futuro que Dios ha preparado para todos aquellos quienes le sirven.

Una asombrosa serie de versículos continúa en el capítulo 2. Pablo citó a David (del Salmo 8:4-6) cuando formuló la importantísima pregunta: “¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él?” (Heb. 2:6). Puesto que Dios es eterno, y se sienta sobre el universo entero y tiene todo el poder bajo Su control, no hay duda por qué David hizo, y Pablo repitió, está muy importante pregunta de la vida.

La asombrosa respuesta comienza en el siguiente versículo: “Le hiciste un poco menor que los ángeles, le coronaste de gloria y de honra, y le pusiste sobre las obras de tus manos” (Heb. 2:7).

Dios eventualmente compartirá el gobierno de toda Su creación con Sus Hijos. Una vez más, Cristo es simplemente el primero de muchos hijos. El nacimiento de un hijo primogénito no imposibilita el nacimiento de hijos (e hijas) adicionales en esa misma familia. Yo tengo dos hijos y soy un hijo primogénito con un hermano menor. Mi padre fue el segundo hijo, teniendo un hermano mayor y así sucesivamente.

Pablo continúa explicando que Dios planifica darle enorme poder y autoridad a Sus Hijos: “Todo lo sujetaste bajo sus pies. Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas” (Heb. 2:8). Esto aún no ha sucedido — pero pronto sucederá.

Cuando Dios dice que “todas las cosas” serán sujetas bajo los pies del hombre, ¡eso es lo que Él quiere decir! El vasto universo, con todos sus cuatrillones de estrellas y un trillón de galaxias, será puesto bajo la autoridad de hombres quienes han nacido en la Familia de Dios. De hecho, la traducción Moffatt de la Biblia rinde la palabra griega para “todas las cosas” como “el universo”.

¡Este es conocimiento verdaderamente asombroso! Tome tiempo para captarlo. ¡Saboree lo que puede ser SU futuro!

Antes de continuar, considere un versículo fascinante acerca de otro aspecto relacionado de la salvación, el cual muchos aún no han comprendido. Hemos visto que a los cristianos les espera una verdaderamente asombrosa salvación. Pero la totalidad de la creación también está esperando intensamente la aparición de aquellos nuevos hijos que han de ser añadidos a la Familia de Dios. Lea cuidadosamente los siguientes versículos de la Biblia:

“Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación [todas las cosas en el universo conocido] fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación [todo] gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos [los cristianos], que tenemos las primicias del Espíritu [los pocos llamados ahora], nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción [el nacimiento] como hijos” (Rom. 8:19-23).

Todos los futuros “hijos de Dios” serán eventualmente libertadores de una creación que ahora está en esclavitud, y que tiene previsto empeorar mucho más. Una Tierra, un sol, una luna y las estrellas deterioradas y heridas — ¡el universo! — pronto serán renovadas y regresadas a un estado de belleza, armonía y tranquilidad bajo el liderazgo de Cristo y los santos resucitados.

“Llevando muchos hijos a la gloria”

Ahora podemos continuar el importantísimo relato en Hebreos 2: “Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos. Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos” (Heb. 2:9-10).

Este pasaje revela el sorprendente potencial planificado para todos los cristianos. Cuando Cristo regrese, Pablo revela que serán “muchos hijos” los que serán llevados “a la gloria” a través del “autor de nuestra salvación”.

El versículo 11 declara que Cristo “no se avergüenza de llamarlos [a los otros muchos hijos — nosotros] hermanos”. Estos son todos aquellos de quienes Cristo es llamado el “primogénito”. En verdad, la persona engendrada ha sido llamada a la “gloria” y a ser uno de los “muchos hijos”. Son el sufrimiento y sacrificio de Cristo los que le permiten a Él ser el “autor de la salvación de ellos” — y potencialmente ¡de la de usted!

Qué asombroso potencial para aquellos a quienes Cristo “llama… hermanos”. Ahora note este versículo final: “Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos” (Heb. 2:11). Cristo y los santos comparten la misma salvación.

Este versículo muestra que los cristianos son “santificados” (apartados). ¿Cómo? Juan declaró: “Santifícalos [a los cristianos engendrados] en tu verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17:17).

Las muy queridas tradiciones y fábulas de hombres, acerca de la vida después de la muerte, o acerca de cualquier otra cosa, colapsan bajo escrutinio. Los cristianos, habiendo salido de un mundo engañado y confundido, ¡son apartados del mundo por la verdad!

Si Cristo “no se avergüenza de llamarlos (llamarnos) hermanos”, entonces nosotros, los hijos engendrados de Dios, no debemos avergonzarnos de defender la propia verdad que nos santifica — y la verdad del evangelio (Fil. 1:17). Nosotros debemos “crecer” a la medida de Cristo (Efe. 4:13) y apegarnos a las verdaderas doctrinas de Dios. Nosotros debemos calificar para un día pararnos al lado de Cristo, sobre “todas las cosas”.

Ahora retroceda. ¿Ve usted lo que es descrito aquí? La increíble meta de un cristiano es nacer en el reino de Dios — convertirse en un ser espiritual QUE GOBIERNE bajo Cristo, como un Hijo de Dios. ¿Qué podría ser más maravilloso — ¡más glorioso! — de esperar para un cristiano?

Cristo regresa

Mateo 24:27 declara que cuando Cristo regrese, Su Venida será como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente. Este será un evento extremadamente importante, imposible de pasar por alto.

Daniel habló de Cristo viniendo en las “nubes del cielo” (Dan. 7:13). Antes de Su Regreso, Dios oficialmente le otorga a Él autoridad para gobernar el mundo. A los santos no les puede ser dada autoridad con Cristo hasta que a Él le sea dada autoridad primero. Solamente entonces puede Él darles poder a otros. Note: “Y le fue DADO [a Cristo] dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido” (Dan. 7:14).

Pero la responsabilidad del cristiano en esta vida es calificar para ser parte del reino de Dios. Con razón Cristo declaró: “Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro… como yo también la he recibido de mi Padre” (Apo. 2:26-27) y unos versículos después: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono…” (Apo. 3:21). ¡Cuando Cristo regrese, los santos gobernarán con Él!

La emoción de la vida eterna será más allá de lo descriptible. Nosotros tendremos el poder de Dios, jamás experimentando fatiga, o sufrimiento, o dolor o mal de cualquier tipo. La expectativa de nuevos proyectos, emocionantes logros y el inefable gozo durarán por la eternidad.

¿Quién no querría esto? ¿Por qué no ha sabido la humanidad que este ha sido siempre su destino — que todo el sufrimiento y la miseria humanos podrían ser eliminados si el hombre entendiera el origen de la naturaleza, el origen del mal de todo tipo — y lo venciera?

¿Por qué está el mundo en el terrible caos en que está? ¿Por qué le fue ofrecida vida eterna al hombre, y no obstante fue hecho del polvo de la tierra — mortal — capaz de morir? ¿Por qué — y cómo — es el hombre diferente de los animales? ¿Por qué es él capaz de pensar y razonar — de resolver problemas y encontrar soluciones — mientras que los animales no pueden? ¿Por qué es la mente humana infinitamente más capaz que cualquier cerebro animal? ¿Cuál es exactamente la diferencia entre ellos?

¡Continúe leyendo para obtener las claras respuestas que los científicos, teólogos, filósofos y educadores han pasado por alto!

Capítulo Tres — Prehistoria y creación del hombre

El mundo ha llegado al siglo XXI. Todos mis abuelos nacieron en el siglo XIX. En ese lapso — tan sólo un poco más de cien años — el mundo ha cambiado más allá de lo reconocible. La humanidad ahora está a la puerta de la aniquilación por armas de destrucción masiva, con el atemorizante espectro del terrorismo rodeando el globo.

Las condiciones mundiales se tornan más fatídicas a medida que las noticias de cada día parecen peores que las previas. Los eventos se están acelerando hacia una gran crisis al cierre de esta era.

¿Cómo llegó a haber males tan espantosos y tan terrible sufrimiento a escala mundial?

Y ¿por qué han fallado los líderes mundiales en mejorar los países que gobiernan, y el mundo en general? ¿Qué está mal?

¿Por qué el progreso en conocimiento, ciencia y tecnología no ha liberado al hombre de sus problemas?

¿Por qué se encuentra la civilización al borde de la catástrofe — aún extinción — sin algún tipo de intervención y rescate?

Muchos saben que algo está mal — pero no saben qué. Los supuestos expertos carecen de respuestas para las más grandes preguntas de la vida. Pocos entienden que sí hay un gran propósito que Dios está llevando a cabo aquí abajo. Aún menos saben cuál es ese propósito — y ellos no entienden las fuerzas que han controlado a la civilización desde que el hombre apareció por primera vez sobre la Tierra.

El mayor secuestro

Muchos asumen que las cosas están como están porque la humanidad ha evolucionado a su estado o condición actual. Este pensamiento invade la educación moderna pero es una premisa falsa —y enteramente errónea. La evolución es una ficción creada por hombres quienes han sido guiados a esta teoría por el ser que busca cegar a todos los habitantes de la Tierra respecto al asombroso plan de Dios — Su asombroso propósito para la humanidad.

A aquellos quienes se adhieren a la teoría evolucionista les es impedido — de hecho ¡bloqueado! — entender por qué las condiciones de la Tierra están como están. Y muchos hombres de estado, líderes y pensadores de hecho se sienten atrapados por las tendencias y las condiciones, y el flujo general de los eventos del mundo, incapaces de hacer algo al respecto. Ellos verdaderamente están atrapados. Pero necesitamos entender por qué.

Este no es el mundo de Dios. Éste está cortado de Él y secuestrado por un súper secuestrador invisible. Toda la humanidad ha sido engañada para creer las suaves palabras de este gran captor, considerándose en mejor estado bajo su cuidado y liderazgo. Hablo de Satanás el diablo y su secuestro — hace 6.000 años — de Adán y Eva ¡y todos los habitantes del planeta Tierra de allí en adelante! El mundo ha permanecido como un rehén voluntario desde entonces.

Cualquiera que lea los periódicos entiende los secuestros. Este crimen frecuentemente implica a ejecutivos de grandes compañías, cuya liberación es conseguida mediante el pago de un rescate. El secuestro de transportes funciona de la misma manera, excepto que este crimen usualmente implica tomar una aeronave, un bus o algún otro tipo de vehículo lleno de víctimas.

La mayoría de las víctimas están cautivas hasta que alguien, ya sea, realice un valiente rescate o pague un rescate. La Tierra está ahora en un estado de cautiverio, y requiere una liberación — un rescate — sobrenatural, a través del pago de un rescate.

He aquí el predicamento del hombre moderno: Imagínese a usted mismo tomando un libro de veinte capítulos y tratando de entenderlo iniciando en el último capítulo. Usted estaría perdido, sería completamente incapaz de entender el significado de las personas y los eventos descritos. De la misma manera, nadie puede entender los eventos en el mundo moderno porque nadie tiene el antecedente apropiado de lo que ha sucedido en los capítulos previos de la existencia de la humanidad sobre la Tierra. Y es el mismo primer capítulo de la historia de la humanidad el que es clave para todos los otros “diecinueve capítulos” que siguen.

El mundo antes del hombre

Necesitamos examinar la prehistoria, el tiempo previo a la aparición del hombre sobre la Tierra, para entender cómo Satanás llegó a ser como él es.

Génesis 1:1 declara: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Esta escritura coloca el escenario para nuestro estudio.

El libro de Job describe mejor el tiempo cuando Dios creó la tierra, hace billones de años. Dios le hizo a Job una serie de preguntas: “¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia. ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes?
¿O quién extendió sobre ella cordel?… Cuando alababan todas las estrellas del alba,
y se regocijaban todos los hijos de Dios” (Job 38: 4-5, 7).

Estas “estrellas” eran ángeles (Apo. 12:4), también descritos como “hijos de Dios”. (Por supuesto, las estrellas literales no cantan). Note que dice “todas” ellas “gritaban” y “alababan”.

Job 38 es un pasaje remarcable que revela que al principio de la creación física había paz, armonía y felicidad. Pero este no es el inicio de la creación de Dios — es el relato del inicio de Su creación física — de todas las cosas que están hechas de materia.

El verdadero inicio de todas las cosas — donde el relato de la creación de Dios comienza realmente — no se encuentra en Génesis 1, sino en el Nuevo Testamento, en Juan 1. Aquí es donde la Biblia registra quién o qué existió antes de la creación registrada en Génesis.

He aquí cómo escribe Juan del tiempo más antiguo que la Biblia registra: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas [“el universo” — traducción Moffatt de la misma palabra en Hebreos 1:2] por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Juan 1:1-3). Esto es general.

Pero, ¿quién es “el Verbo”? Juan responde unos versículos más adelante: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14). El único Ser Divino que alguna vez se convirtió en carne a fin de morar entre los hombres es Jesús. Él no era carne hasta que Él vino a la Tierra para convertirse en el Salvador de la humanidad.

En el griego original, el término “el Verbo” realmente significa “Vocero”. Aunque Cristo solamente se convirtió en Hijo de Dios hasta Su nacimiento humano, Él era un Ser eterno — Él era “sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida” (Heb. 7:3).

Claramente, estos versículos hablan de Cristo, tanto antes como después de Su nacimiento humano. Una vez más, solamente un Ser Divino “se convirtió en carne y habitó entre nosotros”. ¡Pero Juan 1:1 revela más! Note que dice que Cristo, el Verbo, “era” Dios y también estaba “con” Dios. Esto solamente puede ser posible si dos Seres separados están siendo descritos. Estos dos Seres — Personajes — eternos existieron antes que algo del universo físico hubiera sido creado. Ellos existieron desde el principio y en todo el tiempo previo.

Efesios 3:9 confirma Juan 1: “Dios…creó todas las cosas a través de Jesucristo”. Habiendo sido “el Verbo” — el Vocero — por toda la eternidad, Cristo dijo muchas veces a lo largo de Su ministerio que Él solamente declaraba lo que Dios quería que Él dijera. Puesto que Cristo era “el Verbo”, podemos entender por qué Salmos 33 declara: “Por la palabra del Eterno fueron hechos los cielos [el universo], y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca… Porque él dijo, y fue hecho; él mandó, y existió” (Sal. 33:6, 9).

Salmos 33 es expandido en Colosenses 1. El versículo 12 habla del Padre y de “Su Hijo” (Col. 1:13) “quien es la imagen del Dios invisible… Porque en él [Cristo] fueron creadas todas las cosas [el universo], las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten” (Col. 1:15-17).

¡Recién hemos resumido la declaración de la Biblia acerca de las personas y las condiciones que existieron a lo largo de todo el período de la prehistoria! No existían ángeles o materia física con Dios. Solamente estos dos Seres supremos existieron — solos — durante la totalidad de la eternidad previa.

Estos Seres eran Dios, con infinito poder, tanto mental como de habilidad creativa. Es por esto que Ellos crearon al hombre, mucho tiempo después que el universo físico fuera creado — para que tuviera poder mental creativo. Esto encaja en el patrón del propio poder y habilidad creativa de Dios.

Los seres humanos pueden diseñar, dibujar planes y construir casi cualquier cosa que elijan. El enorme poder de razonar, analizar, hacer juicios y proceder hacia metas de su propia elección diferencia a los seres humanos de los animales.

Si Dios nunca hubiera hecho nada más, solamente piense en cuán asombroso debe ser su poder — que pudo crear la mente humana, con su aparentemente ilimitado potencial.

Pero Job 38 revela que los ángeles fueron creados antes del universo físico, el cual precedió la aparición del hombre por quizás billones de años.

Los ángeles están compuestos de espíritu. Ellos son seres literales, pero no están hechos de materia. A ellos les fue dada vida inmortal desde el momento en que fueron creados. Aunque son menos poderosos que Dios, estos espíritus creados tienen mucho más poder que los seres humanos físicos. Ellos fueron el pináculo de la creación de Dios a lo largo del período de billones de años de prehistoria.

El mundo en la creación del hombre

Ahora debemos examinar la creación del hombre y qué dijo Dios acerca de Su “producto” después de que estuvo terminado.

Génesis es el libro de los inicios. Sus 50 capítulos describen un período de más de 2.000 años. Por tanto, éste no está escrito para mostrar detalles. En cambio, representa un vistazo a los más importantes momentos clave de la historia humana. La semana de creación y el tiempo que le sigue inmediatamente son descritos en los primeros tres capítulos.

Génesis 1:1 declara: “En el principio creó Dios” — pero ¿quién es el Ser que habla, llamándose a Sí mismo Dios? Moisés registró los primeros cinco libros del Antiguo Testamento en idioma hebreo. Vimos que la palabra hebrea traducida como “Dios” es Elohim, una palabra similar a equipo, grupo, familia, o iglesia. Dios es una Familia — un Dios — compuesto de dos Seres.

Dios y Cristo disfrutan de completa armonía y acuerdo. Ellos reflejan perfecto amor saliente, preocupación y cooperación. El Padre es el líder supremo de una Familia a la cual ambas Personas eligieron expandir. Primero, Dios creó a los ángeles y luego a todo el universo físico, incluyendo la Tierra. Luego vino el hombre.

Recuerde, Dios dijo: “Hagamos [más de uno] al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza” (Gén. 1:26). Como hemos visto, hubo claramente más de una persona implicada en la creación del hombre.

El versículo 25 muestra que cada animal fue hecho según “su género”. Note: “E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno” (Gén. 1:25).

El versículo 27 continúa: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Gén. 1:27). Este versículo es clave para entender que el mero propósito de Dios es reproducirse a Sí mismo. La familia humana y la reproducción humana son un tipo de este plan. El versículo 28 comienza con una declaración importante: “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra” (Gén. 1:28).

Los siguientes dos versículos explican que Dios encomendó la totalidad de Su creación (animales, plantas, etc.) al dominio del hombre — a su control general. Génesis 2:19 describe cómo Dios trajo a todos los animales a Adán “para que viese cómo los había de llamar”.

El relato de Génesis 1 concluye con el vitalmente importante versículo 31: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Gén. 1:31).

En el capítulo 2, Dios presentó a Adán y a Eva con la elección que enfrentarían (capítulo 3) entre el Árbol de la Vida y el “árbol de la ciencia del bien y el mal”. En esta elección, a ellos les sería ofrecida la oportunidad de decidir entre “la naturaleza divina” de Dios (II Pedro 1:4) — construyendo y desarrollando Su carácter — o la naturaleza pecaminosa de Satanás.

Si Adán hubiera estado dispuesto a obedecer la instrucción de Dios, él podría haber calificado para reemplazar a Satanás y restaurar el gobierno de Dios en la Tierra. Veremos que Satanás se había rebelado y había derrocado el gobierno de Dios en la tierra.

¿Está limitado el poder creativo de Dios?

Podemos preguntar: con la aparentemente ilimitada capacidad de Su genio creativo, ¿hay algo que aún Dios Mismo no pueda crear de inmediato? ¿Tiene Dios algún límite? ¿Hay algo — de cualquier tipo — que esté más allá de Su habilidad de crear instantáneamente?

Sí — ¡una cosa! Y es de suma importancia.

Dios no puede crear el carácter perfecto, santo y justo que poseen tanto el Padre y Jesucristo. Antes de continuar, aclare esta enormemente vital pieza de entendimiento en su mente. Dios no puede impartir el carácter perfecto de la noche a la mañana — por mandato divino. Y, no obstante, esta muy importante cualidad debe estar presente en un ser humano para que Dios alcance Su propósito creativo final.

Este tipo de carácter es la habilidad de elegir hacer y vivir lo correcto, aún en contra de las atracciones y tentaciones del deseo personal. Es una completa rendición, de parte de un agente moral libre, a Dios y a Su perfecto camino de vida — de manera voluntaria e incondicional. Es someterse al gobierno y a la Ley de Dios.

Esta cualidad de mente — este carácter — no puede construirse de la noche a la mañana. Es un proceso que dura toda la vida. El carácter debe ser desarrollado a través de elegir repetidamente (con la ayuda de Dios) vivir y hacer lo que es correcto. Dios no puede implantar esto en nadie de manera automática. Esta cualidad se construye a través de pruebas de todo tipo. Los agentes morales libres deben rendirse continuamente a Dios y elegir hacer el bien, una y otra vez, ¡hasta que sea parte de su carácter intrínseco, fundamental!

La importancia de este conocimiento — de este entendimiento verdaderamente crucial — no se puede dejar de recalcar.

Los ángeles fueron creados con libre albedrío. A ellos les fueron dadas mentes capaces de hacer elecciones y decisiones. Ellos eran capaces de razonar y de analizar problemas y de ajustar su voluntad. Dios reveló Su verdadero camino de vida a estos agentes morales libres. Y Él les permitió elegir qué camino seguirían.

Judas 6-7 revela que Dios colocó a los ángeles sobre la Tierra como su “propia morada”. Su intención era que ellos usaran la tierra como un terreno de prueba — un terreno de ensayo — para desarrollar carácter.

El mundo antes de Adán estaba poblado por criaturas “prehistóricas” gigantescas. Este fue un tiempo de prehistoria, en lo que al hombre respecta. Los hombres fueron creados más tarde, después del tiempo en que Satanás y sus demonios gobernaron la tierra como Lucifer y su tercio de ángeles — y después del tiempo de su cambio en naturaleza.

Obviamente, el potencial que una vez le perteneció a los ángeles ahora le pertenece a los seres humanos.

¿Qué cambió todo?

Vimos que Job 38 describió cómo la tierra fue creada en una condición maravillosa y hermosa, con gran gozo y cánticos de parte de los ángeles. Toda la creación estaba supremamente feliz. Esto significa que aún no había demonios en este tiempo de la creación en Génesis 1:1, solamente ángeles fieles. Ahora lea Génesis 1:2.

Este versículo está mal traducido y no refleja el significado del hebreo original. La Versión Reina Valera 1960 de la Biblia se lee: “Y la tierra estaba desordenada y vacía” (Gén. 1:2). Tres palabras claves hebreas están mal traducidas aquí, oscureciendo así, y escondiendo de hecho, el verdadero significado del pasaje.

La palabra traducida “estaba” es hayah. En Génesis 9:15, de la Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy (NBLH), esta palabra es traducida correctamente como “convertirán”, y en Génesis 19:26 como “se volvió”.

Las palabras para “desordenada y vacía” son tohu y bohu. Al traducirlas correctamente, significan “caótico, en confusión, baldío y asolado”. En pocas palabras, una Tierra creada perfectamente (Gén. 1:1), “se volvió caótica y en confusión” (Gén. 1:2). Tohu y bohu son traducidas de manera idéntica en Jeremías 4:23. Isaías 34:11, entre otros lugares, traduce esta frase como “destrucción y asolamiento”.

Note Isaías 45:18, el cual clarifica de que manera Dios no creó la tierra: “Porque así dijo el Eterno, que creó los cielos; él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano [tohu, que significa caótico o baldío], para que fuese habitada la creó”.

De este pasaje, es claro que la tierra se volvió caótica después que Dios la creó — entre los eventos descritos en Génesis 1:1 y 1:2. Así, el versículo 2 describe la RE-creación de la tierra hace 6.000 años, y el versículo 1 describe la creación original del universo entero, la cual, de acuerdo con los científicos, ocurrió hace tantos como 17 billones de años.

Salmos 104:30 declara que Dios “renueva la faz de la tierra”. Los siete días de la semana de la creación son cuando Dios renovó lo que se había convertido en una Tierra dañada, lastimada, inundada, en aquel entonces completamente cubierta con agua (Gén. 1:2). Pero Hechos 3:19-21 revela que solamente el Regreso de Cristo traerá la final “restitución [restauración] de todas las cosas”.

Así que sabemos qué sucedió. Pero, ¿cómo sucedió? ¿Cómo fue que la superficie del planeta pasó de ser hermosa y perfecta en la creación, a ser caótica, en confusión, baldía y asolada? Puesto que Dios no es el autor de confusión (I Cor. 14:33), sabemos que Él no destruyó la tierra. Entonces, ¿quién o qué causó esto?

La rebelión de Lucifer

Ahora, un poco de historia. ¿De dónde vino Satanás? ¿Cómo se convirtió él en lo que es?

La Biblia revela muchos hechos importantes acerca de un tema si se leen todas las escrituras que pertenecen al tema. Con esto en mente, leamos acerca de Lucifer después de que se hubiera convertido en Satanás.

Isaías 14:12-15 cuenta una sobresaliente historia que contiene muchas pistas acerca de dónde estaba ubicado Lucifer, qué hacía y qué le sucedió. Lea cuidadosamente, notando las frases claves que fueron enfatizadas: “¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol [el “sepulcro”], a los lados del abismo”.

El ser llamado “Lucifer” no podría ser un hombre. Las cosas que él hizo son imposibles de hacer para cualquier ser humano. Solamente el diablo podría “debilitar” a todas las naciones, y podría haber dicho que “ascendería al cielo”. Ciertamente ningún hombre tiene un trono que pudiera ser puesto sobre las “estrellas del cielo”.

Dios vive en la parte norte de los cielos o a los “lados del norte”. Job arroja luz sobre el intento de Satanás por derrocar a Dios allí: “El [Dios] extiende el norte sobre vacío, cuelga la tierra sobre nada” (Job 26:7). El “vacío” en el “norte” coincide con lo que los astrónomos han notado como una significativa y extraña falta de estrellas en esa región del espacio. Se hace evidente que Satanás atacó a Dios en esa dirección cuando buscó ascender desde su propio trono para tomar el trono de Dios en los “lados del norte”. ¡Esto es lo que la Biblia revela!

Satanás había sido instruido en la propia sede del gobierno universal de Dios. A él le habían sido enseñados los asuntos básicos de la administración del gobierno de Dios en la Tierra. Dios lo designó para ser, y lo llama, un “rey” sobre esta administración terrenal.

Ezequiel 28:12-17 hace un paralelo y refuerza a Isaías 14, y es igualmente importante de estudiar. Este relato describe a uno que algunos “eruditos” dicen fue un humano “el rey de Tiro”. Una lectura cuidadosa muestra que esto es imposible — y ridículo.

Este versículo habla de uno que era “el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura”, quien también había estado “en Edén, en el huerto de Dios”. Ningún humano ha sido perfecto alguna vez, y fue el diablo — la serpiente — quien engañó a Eva en el jardín. El versículo 13 declara: “en el día de tu creación”, y Satanás es un ser creado. El versículo 14 lo llama “querubín grande, protector”. (Éxodo 25:17-20 describe a los otros dos fieles “querubines que cubrían” el trono de Dios en el tabernáculo del Antiguo Testamento. Sus alas cubren el “propiciatorio”). Ningún rey terrenal encaja en esta descripción.

La última parte de Ezequiel 28:14 dice que este “rey” estaba “en el santo monte de Dios” y “se paseaba en medio de las piedras de fuego”. ¡Esto describe el área alrededor del trono de Dios! El versículo 15 declara: “…se halló en ti maldad [anarquía]” y el versículo 16 se refiere a esto como “pecado”.

El versículo 16 también describe a este querubín como habiendo sido “arrojado” del cielo. Dios también dijo que Él “destruiría” (hebreo: expulsar) a Lucifer del cielo. El versículo 17 revela que su corazón “se enalteció a causa de [su] hermosura” y que su sabiduría fue “corrompida… a causa de [su] esplendor”. El versículo termina con Dios “arrojándolo por tierra”, donde los reyes de la tierra “mirarían en él”.

Lucifer era un ser esplendoroso — un “ángel de luz”, como lo son “sus ministros” (II Cor. 11:13-15). La palabra Lucifer significa “traedor de luz”. Este ser, antes perfecto, originalmente traía luz brillante a todos los que le rodeaban. Pero él se rebeló y pecó — convirtiéndose así en el “príncipe de tinieblas”. Su rebelión lo convirtió en un ser retorcido y pervertido. Aunque de gran inteligencia, literalmente se ha convertido en un loco ángel caído, ¡que ya no reconoce el bien del mal!

Dios originalmente creó tres arcángeles: Lucifer (quien se convirtió en Satanás), Miguel y Gabriel. Cada uno gobernaba a un tercio de cientos de millones de ángeles (Apo. 5:11). Lucifer gobernó al mundo antes de Adán con su tercio. Él, junto con sus ángeles, se rebeló contra el gobierno de Dios, y hoy lidera a los espíritus ahora caídos, o demonios, como el dios de este mundo.

Arrojado a la tierra con todos sus ángeles

Apocalipsis 12 cuenta de Satanás y sus demonios siendo “arrojados a la tierra” (Apo. 12:13). De hecho, este capítulo es un inserto en medio del libro de Apocalipsis, y es una breve sinopsis de la totalidad de la historia de la Iglesia del Nuevo Testamento, cubriendo los puntos clave de los últimos 2.000 años.

El versículo 3 describe a Satanás como un “dragón” quien “arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra” (Apo. 12:3-4). Recuerde que estas “estrellas” eran un tercio de todos los ángeles, bajo Lucifer antes que él se rebelara.

II Pedro 2:4 ofrece otra pista acerca de este “lanzamiento” de Satanás y los ángeles que “arrastró” con él. Note: “Dios no perdonó a los ángeles que pecaron [Satanás no fue el único ángel que pecó], sino que los arrojó al infierno” (II Pedro 2:4). (La palabra griega aquí es tártaros y significa, ya sea “prisión” o “lugar de restricción” — esto es, la tierra misma). Estos demonios con Satanás han sido “reservados a juicio”, habiendo sido “entregados a prisiones de oscuridad”. Esto revela que muchos otros espíritus caídos son entregados por Dios a esta prisión oscura, para unirse al “príncipe de tinieblas”.

Pedro registró que los “ángeles… pecaron”. ¿Qué significa esto exactamente? Recuerde la definición de Dios del pecado: “pues el pecado es infracción de la ley” (I Juan 3:4). Ellos quebrantaron la Ley de Dios en varias maneras.

Judas 6-7 describe su rebelón — su pecado — de esta manera: “Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día; como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno”.

Después de pecar, la naturaleza de los ángeles cambió. Su carácter ya no fue perfecto — justo. Ellos se tornaron espiritualmente corruptos, y llenos con males pensamientos y actitudes, descalificándose a ellos mismos para un gobierno permanente dentro del Plan de Dios. Dios los asemeja a las pervertidas ciudades de Sodoma y Gomorra, las cuales se tornaron tan corruptas que Él no tuvo más elección que destruirlas. Los habitantes de estas ciudades se hicieron completamente inútiles para el Plan de Dios — no calificados para y descalificados de toda posición de liderazgo y autoridad; demasiado viles como para que se les permitiera seguir viviendo.

Apocalipsis 12:7-9 describe, en más detalle, cuándo Satanás y sus demonios son arrojados a la tierra por última vez, sin más acceso al cielo. Los versículos 12-14 muestran que la respuesta del diablo es gran ira. ¡Este terrible tiempo aún está al frente para el mundo entero! Pero este lanzamiento final no ha de ser confundido con lo que ya hemos leído.

Satanás ignoraba el peligro que cuando las actitudes equivocadas entran, éstas, con el tiempo, echan raíces y crecen. Éstas eventualmente se esparcen a lo largo del carácter de quien permite que tales actitudes entren. Si transcurre suficiente tiempo, esta actitud se esparcirá a otros individuos, hasta que su carácter también sea corrompido. Esto ha sido llamado el principio de la “manzana podrida”. Si una manzana podrida en un barril no es removida, la podredumbre se esparcirá a otras manzanas en el barril, y con el tiempo las podrirá.

Apocalipsis identifica a Satanás como un “destructor”. Él sistemáticamente destruye, pudre, arruina y pervierte todo lo que toca. Por otra parte, Dios es un creador — ¡un constructor! Él desarrolla, actualiza, restaura, construye y mejora todo lo que Él toca. Esta es quizás la diferencia más fundamental entre el Dios del cielo y el “dios de este siglo” (II Cor. 4:4).

¡Uno construye — el otro destruye!

Lo que Dios vio

Dios comprendió que Su creación suprema, Lucifer, se había rebelado y se había descalificado como gobernante de la tierra. Aunque decepcionado, Dios no estuvo sorprendido. Él entendía plenamente, por adelantado, la posibilidad de la rebelión de Lucifer. Él había planificado anticipadamente, reconociendo lo que esto significaría.

Dios ahora comprendió que Él y Cristo eran los únicos Seres quienes no podían y jamás podrían pecar. Él se propuso, a través de Su Hijo, expandir Su Familia a través de crear carácter perfecto en los hombres.

Pero Él sabía que no podría hacer inicialmente al hombre de espíritu — e inmortal — como los ángeles. Él tenía que asegurarse de que no habría más seres inmortales quienes pudieran tornarse, en rebelión, y convertirse en engañadores y destructores.

Su Plan para el hombre tendría que tomar en consideración que a aquellos a quienes les fuera ofrecida la oportunidad de edificar Su carácter, les debería ser dado libre albedrío. Ellos podían rebelarse y practicar el pecado como su camino elegido en la vida. Dios entendía que esta siempre sería una posibilidad con cada agente moral libre. Pero, si ellos se rebelaban, Él tenía que evitar que ellos pudieran vivir para siempre, como Satanás y sus demonios, en continua miseria e infelicidad, esparciendo esto a todos aquellos a sus alrededores.

Dios tenía que tomar todo esto en consideración en Su Plan para expandir Su Familia divina más allá de Él mismo y el Verbo — Cristo. Él no podría permitir que alguien, como miembro de Su Familia y teniendo el propio poder de Dios, se rebelara y causara estragos a lo largo del universo. Así que hizo al hombre de carne — del polvo de la tierra. Su intención era llevar a cabo un propósito tan increíble — ¡de tan asombroso potencial! — que está más allá de la comprensión de los más brillantes intelectos humanos el discernirlo por cuenta propia.

Un plan para reemplazar a Satanás

Satanás demostró que él no podía ser gobernado por Dios. Por tanto, un sucesor tenía que calificar para reemplazarlo, porque el gobierno de Satanás aún estaba en efecto sobre la Tierra. El diablo aún estaba en oficio — permaneciendo como “el príncipe de la potestad del aire” (Efe. 2:2) y el “dios de este siglo” (II Cor. 4:4).

Por supuesto, Dios entendía que Satanás, como engañador (Apo. 12:9), haría todo lo que estuviera en su poder por derrotar el propósito maestro de Dios, a través de destruir a Su nueva creación física — el hombre.

Entendiendo que el hombre tendría libre albedrío, Dios tuvo que planificar y decidir, con “el Verbo”, que este único otro Ser de la Deidad debería ser “hecho carne” (Juan 1:14) y venir a la Tierra. Esto sería con el propósito de convertirse en Salvador para todos los que pecarían (Rom. 3:23) y quienes necesitarían ser redimidos de la pena de la muerte eterna (Rom. 6:23).

Dios entendía que Él podría resucitar a Cristo de la tumba después que Él hubiera pagado la pena de muerte por toda la humanidad. Éstas eran facetas muy importantes de un plan que Dios analizó con todos sus detalles. Veremos que parte de Su Plan tuvo que incluir el impartirle a la humanidad una pequeña porción de Su propia naturaleza, a través del engendramiento de Su Espíritu Santo en las mentes de todos aquellos que fueran convertidos a Su camino.

El Espíritu Santo de Dios contiene y refleja el carácter perfecto que es Suyo y de Cristo, y Su maravilloso Plan le permitiría a Dios, quien está compuesto de Espíritu, colocar una pequeña cantidad de Su propio carácter en los seres humanos, hechos solamente a Su imagen y semejanza física. Aprenderemos en el Capítulo Cinco cómo es exactamente que el Espíritu de Dios entra y obra en la mente humana.

Lo que Cristo enfrentó

Casi inmediatamente después de que Cristo fue bautizado por Juan el Bautista (Marcos 1:9-11), Él entró a una extraordinaria y extensa batalla con Satanás.

El resistir exitosamente la tentación del diablo era la clave para que Cristo venciera el pecado y calificara para reemplazarlo y removerlo al establecimiento del reino de Dios. Mateo 4 contiene el relato: “Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu… para ser tentado por el diablo” (Mat. 4:1). A través de tentaciones, el diablo repetidamente le tendió trampas a Cristo, en varias maneras. Tómese el tiempo para leer el relato. Al final de varios intentos de Satanás por quebrantar la voluntad de Cristo, el relato llega a un clímax.

Note que después de que le fueran ofrecidos todos los reinos del mundo por Satanás, Cristo lo reprendió (Mat. 4:10) y le ordenó que se fuera. La tentación terminó y el diablo partió. Cristo había resistido — ¡y calificado! — exitosamente.

Capte esto. ¡Jesucristo pasó una prueba muy real! Él venció al mundo, a Su carne, y al diablo al derrotar el pecado y al calificar para pagar por los pecados del mundo.

El propósito de Dios debe ser completado antes de que Su reino pueda venir

Aunque Cristo calificó para reemplazar a Satanás hace más de 2.000 años, hay varias razones para una larga demora en el establecimiento del reino de Dios.

Puesto que el Plan de Dios abarca 7.000 años, y el sexto día está llegando a su final, con el séptimo “día” de mil años del Plan de Dios siguiendo pronto, Satanás pronto será atado (Apo. 20:2). Pero esto no podría suceder antes de que los seis mil años estén completos.

Una vez más, al hombre le han sido dados 6.000 años para intentar sus propios caminos, gobiernos, religiones, filosofías, sistemas de valores, formas de educación — y métodos para tratar de resolver los mayores problemas del mundo. Bajo el engaño de Satanás, el hombre ha practicado pecado — desobediencia a los mandamientos de Dios — durante todo este tiempo. Luego, él ha intentado tratar todos los efectos negativos en vez de tratar la causa — el quebrantamiento de las leyes espirituales de Dios. Duras lecciones están siendo aprendidas. La vasta mayoría, quienes jamás han conocido la preciosa verdad de Dios, están teniendo que aprender que sus propias soluciones ¡simplemente no funcionan!

Habiendo conquistado al pecado, Cristo calificó para reemplazar (Mat. 4:1-11; Luc. 4:1-13) al “dios de este siglo”. Él aseguró que, pronto, el diablo ya no será capaz de engañar (Apo. 12:9) y confundir a la humanidad (I Cor. 14:33). Puesto que él aún no ha sido atado, Satanás hace todo lo que está en su poder para frustrar el Plan de Dios. Sus ministros engañados (II Cor. 11:13-15) enseñan, en efecto, que Dios ha fracasado en salvar al mundo. No obstante, solamente por el permiso de Dios es que Satanás mantiene el dominio sobre este “presente siglo malo” (Gál. 1:4; I Juan 5:19). Reconozca que Dios no está perdiendo una especie de gran “duelo cósmico de lucha” sobre el cual Él tiene absoluto control. Él sabe exactamente qué está haciendo, y la belleza de Su plan puede conocerse. ¡Ningún Dios verdadero condenaría a la humanidad sin ofrecerles salvación a todos!

Hay otras razones para la demora en el Regreso de Cristo. Él primero tenía que llamar y entrenar a los discípulos originales para que se convirtieran en apóstoles — para que fueran el fundamento de la Iglesia (Efe. 2:20) y para que llevaran el evangelio al mundo. Luego, a lo largo del período del Nuevo Testamento, Él tuvo que entrenar al resto de un equipo administrativo para gobernar con Él.

Cristo no estableció Su reino inmediatamente, porque Él tenía que ascender al cielo para convertirse en Sumo Sacerdote de aquellos a quienes Dios llama. Los cristianos son reconciliados con Dios por la muerte de Cristo, pero ellos son salvos por Su vida (Rom. 5:10) — Su Resurrección. Además, mientras aún era humano, Cristo no podía instalarse a Sí Mismo como reemplazo de Satanás. Daniel mostró que Él tenía que regresar al cielo (también Lucas 19) para ser coronado con poder y gloria antes de poder regresar.

¿Cuál es el propósito de Dios para los humanos?

La mayoría de las personas no tienen absolutamente ninguna idea de por qué nacieron. Este es conocimiento revelado espiritualmente, inalcanzable a todos aquellos a quienes Dios no ha llamado a entender Su verdad (Juan 6:44, 65).

En el siguiente capítulo, exploraremos más de la diferencia entre los hombres y los animales, ¡y que Dios está trabajando dentro de las mentes de aquellos a quienes Él llama hacia Su asombroso propósito!

Capítulo Cuatro — El plan de Dios para expandir Su familia divina

Piense por un momento. ¿Qué podría ser más importante de entender que el propósito para su vida?

Los ateos se rehúsan a saberlo. Aquellos quienes no aceptan la existencia de Dios, ciertamente no pueden aceptar que Él tiene un Plan Maestro.

Los cínicos se burlan de la posibilidad de saberlo. Ellos ven la confusión y el amplio desacuerdo respecto a esta pregunta y concluyen que jamás puede ser respondida.

Los científicos no pueden descubrir este conocimiento a través de análisis de laboratorio. Los astrónomos, los microbiólogos y otros honestos con los hechos reconocen que Dios existe, pero esto, por sí mismo, no revela Su Propósito para la humanidad.

Los filósofos no pueden discernir este conocimiento a través de meditación o discusión. Las respuestas reveladas de manera divina no pueden ser obtenidas por siglos de ponderación de preguntas.

Los educadores no pueden enseñar lo que a ellos mismos jamás les fue enseñado. Aquellos quienes simplemente enseñan de libros escritos por otros hombres no pueden enseñar lo que esos libros no contienen.

Los astrólogos deslumbran con trucos que no revelan nada de valor. ¿Piensa alguien seriamente que tales “personas de negocios” (aquellos quienes venden la adivinación como verdadero entendimiento), supuestamente en contacto con los muertos y con el “mundo espiritual” (de hecho espíritus demoníacos), tienen el significado de la vida?

Los teólogos ofrecen teorías humanamente inventadas y falsificaciones. Todas las religiones profesan tener las respuestas a las preguntas de la vida, pero sus ideas palidecen como sustitutos baratos — falsificaciones baratas — cuando la asombrosa verdad del Plan de Dios es plenamente entendida.

La mayoría de las personas viven sus vidas enteras sin una pista respecto a por qué están aquí. Ellas van a la deriva sin objetivo, sin preocuparse acerca de las respuestas a las más grandes preguntas de la vida — “¿Por qué la vida?” y “¿Por qué la muerte?”. Otros disfrutan debatiendo el significado de la vida, pero jamás llegan a las respuestas correctas. Muchos concluyen que la humanidad es poco más que un producto de evolución — ¡suerte ciega y absurda!

El pináculo de la creación de Dios

Si usted ha leído mucho de mi material, usted sabe que la Biblia es el Manual de Instrucciones de Dios para la humanidad. Ésta es la fuente del conocimiento revelado y el entendimiento que el hombre no puede descubrir por sí mismo. Ésta explica las preguntas más importantes de la vida. Ésta contiene ¡RESPUESTAS!

Una vez más, la Biblia comienza con el libro de Génesis, lo cual significa “inicios”. El génesis de un asunto es su inicio — cómo comenzó. Génesis explica cómo Dios comenzó Su Plan para la humanidad.

El capítulo 1, versículo 25, revela que los animales fueron hechos de una manera diferente y que cada uno fue hecho según “su género”. Note que dice: “E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie…” (Gén. 1:25).

Los caballos se ven como caballos. Los perros se ven como perros. Las vacas se ven como vacas. Los pájaros se ven como pájaros. Ninguno de éstos — ni nada más — está formado a la imagen y semejanza de Dios. ¡Así lo dice Dios, quien inspiró este relato en Su Palabra!

Los hombres no son parte del género animal. Ellos no tienen la semejanza de ninguna “bestia de la tierra”. Como parte del género Dios, el hombre fue creado para entrar a una relación con su Creador, la cual los animales jamás pueden comprender.

Es crítico entender algo acerca de quién y qué es Dios. Génesis 1 revela conocimiento vitalmente importante. Una vez más, el Ser que habla aquí usó el plural en vez del singular. Recuerde el versículo 26: “Hagamos [más de uno] al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza” (Gén. 1:26). Este versículo registra a la Familia Dios hablando y creando. Dios es una familia — actualmente compuesta de dos Personas.

La doctrina pagana de la trinidad enseña que Dios es tres personas en un ser. Esto esconde la crucial verdad respecto a que Elohim es una familia compuesta por más de una Persona. En términos de su relación con la familia humana, la importancia de este conocimiento no se puede dejar de recalcar.

¡Gran propósito revelado!

Los evolucionistas están bloqueados — completamente atrapados — dentro de los límites de su teoría. Ellos no ven una mayor razón para el nacimiento de un humano que para el nacimiento de un cachorro o una jirafa. Si, como ellos dicen, los seres humanos son simplemente el más alto de los animales, y productos de una evolución ciega y absurda, es imposible para ellos creer simultáneamente en un PROPÓSITO trascendental y ordenado por Dios para la vida humana. Las dos posiciones son opuestas. ¡Nadie puede aceptar ambas de manera honesta!

Aunque frecuentemente de gran inteligencia, la dependencia del evolucionista en el razonamiento humano, acompañada por el rechazo al conocimiento revelado, lo dejan absolutamente incapaz de conocer el gran propósito de Dios para la humanidad. ¡Él literalmente se ha negado a sí mismo la entrada al verdadero entendimiento!

Creado incompleto

El salmista escribió: “…porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho” (Sal. 139:14 NBLH). Pero usted fue hecho incompleto.

Génesis 1 registra el relato de la creación física del hombre. Adán fue creado de manera que se viera como — que se pareciera a — Dios en forma física. Aunque estaba completo físicamente, Adán quedó espiritualmente incompleto. Un vitalmente importante componente espiritual faltaba.

Note Génesis 2:7: “…Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”. El hombre está hecho de materia física — carne. Aunque no está compuesto de Espíritu, como Dios, él está diseñado — formado — a “imagen y semejanza” de Dios.

Adán era físico. Él respiraba aire, y requería alimento y agua. Sin cualquiera de éstos, él no podía sobrevivir.

Aunque Adán fue hecho en la forma y la imagen de Dios, había una obvia — y grande — diferencia entre él y Dios. Adán estaba hecho del polvo. Él era carne (Gén. 2:7). Puesto que Dios es un Espíritu, Él está hecho — compuesto — de Espíritu.

Dos “Adanes” revelan un propósito supremo

Existe un paralelo vitalmente importante entre Adán y Cristo, quien fue el Dios del Antiguo Testamento (Juan 1:1, 14; I Cor. 10:4). Éste ofrece otra pista al propósito de Dios. Pablo hace la comparación de esta manera: “Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán [Cristo], espíritu vivificante. Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego [a la Resurrección] lo espiritual. El primer hombre [Adán] es de la tierra, terrenal; el segundo hombre [Cristo], que es el Señor, es del cielo. Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también [por la Resurrección] los celestiales. Y así como hemos [las personas convertidas, guiadas por el Espíritu] traído la imagen del terrenal [hechos de carne], traeremos también la imagen del celestial [compuestos de espíritu]” (I Cor. 15:45-49).

La declaración inspirada de Pablo comienza con una referencia a Génesis 2:7. Note la frase allí: “Así también está escrito…”. ¡Esta es una verificación en el Nuevo Testamento del relato de Génesis! Pablo sabía que Adán “fue hecho” por Dios, que esto sucedió. Él creía en el relato del Antiguo Testamento.

La meta de un Cristiano es recibir un cuerpo de Espíritu a la Resurrección — “llevar la imagen del celestial”. Tal como Dios creó a los animales — elefantes, perros, gatos, caballos, etc. — para que se reprodujeran según su género, Él (Elohim) creó al hombre según el género Dios.

Capte este punto. Dios tenía la intención de iniciar Su creación espiritual con Adán — con humanos. Este proceso jamás ha incluido a los animales. Ahora, debemos entender por qué.

Mente humana vs. Instinto animal

Los animales poseen instinto. Ningún evolucionista ha explicado con éxito alguna vez por qué es esto o cómo es siquiera posible.

¿Por qué las abejas regresarían a su panal día tras día, generación tras generación, haciendo miel de la misma manera en que la hicieron hace 1.000 años, a menos que fueran diseñadas para hacerlo así?

¿Por qué los pájaros saben que deben volar al sur, justo en el tiempo correcto? Luego, ¿cómo saben tantos la forma de regresar cada año, al mismo árbol exacto en América Central o del Sur — y luego volar de vuelta al norte, justo en el momento correcto? ¡Instinto!

¿Cómo “sabrían” todos los osos que deben ingerir suficiente comida para sobrevivir la hibernación de todo el invierno — y cómo sabrían todos los osos que deben hibernar, a menos que esto fuera incorporado a su comportamiento instintivo?

¿Cómo es que las vacas bebés y los potros se paran casi inmediatamente después de su nacimiento? Esto fue programado en ellos — a través de instinto.

¿Por qué todos los lobos cazan de la misma manera — en jaurías — y comen las mismas cosas?

¿Por qué casi todos los pájaros tienen su propio diseño distinto para construir el nido?

Una vez se condujo una prueba con pájaros tejedores. Cinco generaciones sucesivas fueron privadas de materiales para la construcción del nido. A la quinta generación le fueron dados los materiales, pero los pájaros jamás habían visto un nido. Ellos inmediatamente procedieron a hacer nidos que se veían exactamente como todos los nidos de pájaros tejedores.

Tan maravillosa como es esta capacidad instintiva, ésta es eclipsada por la capacidad y el poder del intelecto humano. Los humanos son capaces de adquirir conocimiento. Ellos pueden llegar a la luna y crear súper computadoras. Ellos pueden diseñar edificios de la altura de seis campos de fútbol y pueden descubrir secretos del átomo. Los animales no tienen tal capacidad.

Las personas no saben instintivamente todo lo que necesitan para operar exitosamente a lo largo de sus vidas. Ellas deben adquirir aún más conocimiento a medida que crecen y a medida que más exigencias son colocadas sobre ellas.

Todo el conocimiento cae en dos categorías: (1) El conocimiento físico de cómo trabajar con la materia y las cosas físicas, y (2) el conocimiento espiritual necesario para que las personas desarrollen relaciones personales tanto con Dios como con el prójimo. Todo el conocimiento es, ya sea físico o espiritual.

El conocimiento físico es adquirido a través de los cinco sentidos — vista, oído, olfato, tacto y gusto. Las personas entienden que deben adquirir cierto conocimiento y añadir a éste a lo largo de sus vidas. Los sentidos las habilitan para añadir continuamente más conocimiento físico.

Creado para obtener conocimiento

Dios les dio a Adán y Eva “dominio” sobre la tierra (Gén. 1:26). Esto significaba que el hombre sería capaz de, y necesitaría, aprender y producir — generar — mucho conocimiento a medida que sojuzgara el planeta.

Dios diseñó a los seres humanos con mentes que pudieran crear, visualizar, razonar, observar y experimentar. A través de esta habilidad inherente para razonar, el conocimiento físico podría ser procesado. Esto era bueno y correcto, en tanto fuera usado dentro del marco que Dios pretendía.

El problema de Adán y Eva fue que ellos razonaron que todo tipo de conocimiento necesario para la salvación podía ser obtenido por cuenta propia, a través de experimentación. Una vez que ellos se apartaron del camino que Dios pretendía, ellos ya no tuvieron esperanza de llegar al destino que Él había propuesto para ellos — y tampoco la tiene la humanidad, la cual siguió la elección de ellos. Una vez que Adán y Eva aceptaron la premisa equivocada como su punto de partida — que ellos podían razonar todo por su cuenta — ¡ellos quedaron destinados a fracasar!

La acumulación de vastas cantidades de conocimiento a lo largo de milenios no ha cambiado, y jamás podría cambiar, el hecho que la humanidad se dirige hacia el destino equivocado.

Conocimiento revelado

Cada artefacto o producto sofisticado o técnico viene con un manual de instrucciones. Sin éste, el propietario encontraría inútil el objeto. Él no sabría cómo operarlo apropiadamente. Tampoco podría repararlo o darle mantenimiento.

Explicamos previamente que Dios dio un Manual de Instrucciones — la Biblia — el cual contiene conocimiento revelado vital, inalcanzable de otra manera. A diferencia del sistema moderno de educación, éste enseña cómo vivir, no solamente cómo ganarse la vida. Éste explica historia, profecía, conocimiento importante de doctrina, y miles de otros puntos y principios que gobiernan cada aspecto de la vida.

Ahora entienda. La Biblia jamás estuvo hecha con la intención de contener TODO el conocimiento, solamente aquel que es esencial para la salvación — el conocimiento que el hombre no puede descubrir a través de razonamiento humano, de experimentación, de análisis o de observación. La Biblia no fue hecha con la intención de enseñarle a la humanidad cómo diseñar maravillas de ingeniería, telescopios que puedan probar los confines del universo o computadoras que puedan realizar trillones de cálculos por segundo.

A los hombres les fue dada la capacidad de razonar y de diseñar estas y muchas otras invenciones técnicas altamente complejas. La educación en el conocimiento físico es importante.

He aquí por qué. La mayoría de la población de la Tierra vive en lamentable pobreza, enfermedad, suciedad, miseria y analfabetismo. Ellos carecen de la más fundamental educación que las naciones desarrolladas “pudientes” disfrutan. Por tanto, la educación básica puede llevar a mejoras físicas y a avances para la civilización.

Pero, ciertamente, 6.000 años de miseria, infelicidad y todo mal, padecimiento y aflicción concebibles que la humanidad ha sufrido deberían decirle al mundo que debe atender cuidadosamente el Manual de Instrucciones de conocimiento espiritual revelado al que ha ignorado. No obstante, el hombre continúa rechazando la revelación espiritual de Dios.

Sin embargo, cortado del canal correcto, del camino de la causa y efecto entendidos espiritualmente, y de la ley revelada de Dios, el hombre aún posee el poder del razonamiento humano físico, el cual, tristemente, ha llevado a armas de destrucción masiva y terror, crueldad, esclavitud, represión, contaminación, crimen, confusión religiosa y mucho más.

Consecuentemente, la miseria y las aflicciones del hombre se complican y se acumulan en todo momento.

Pero recuerde, el proceso de creación espiritual de Dios está aún en progreso. ¡No está completo!

Producto de la hechura de las manos de Dios

Continuemos examinando el cuadro más grande del Propósito de Dios.

Usted no es el primero en preocuparse por el Plan general de Dios — o en preguntarse por qué existe. Job formuló esta misma pregunta: “Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir?” (Job 14:14).

Dios lo inspiró a responder su propia pregunta: “Todos los días de mi edad esperaré, hasta que venga mi liberación. Entonces llamarás, y yo te responderé; tendrás afecto a la hechura de tus manos” (Job 14:14-15).

Job reconoció que él era “hechura de las manos de Dios”. Él sabía que Dios “deseaba” cierto propósito que involucraba un proceso en curso dentro de él. Él entendió que un día Dios lo “llamaría” del sepulcro, y que él “respondería”, cumpliendo así su propósito.

Este es conocimiento importante que solamente pudo ser revelado por Dios. Job no podría haberlo sabido de otra manera.

Dios está obrando en aquellos a quienes Él ha llamado. Él está diseñando, moldeando y construyendo dentro de ellos Su propio carácter. Ahora note lo que registró Isaías: “Ahora pues, Eterno, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros” (Isa. 64:8).

Trágicamente, muchos no le permitirán a Dios trabajar con ellos. Ellos combaten Su Propósito. Ellos piensan que saben más que el Dios Todopoderoso quien los hizo. Muchos se rehúsan a que les sea dicho qué hacer y a ser barro en las manos de Dios. Este fue el problema de Adán.

Isaías también escribió: “¡Ay del que pleitea con su Hacedor! ¡El tiesto con los tiestos de la tierra! ¿Dirá el barro al que lo labra: ¿Qué haces?; o tu obra: [Dios] No tiene manos?” (Isa. 45:9).

La mayoría de las personas no tienen absolutamente ninguna idea respecto a que Dios trabaja activamente en los seres humanos a los que Él ha llamado — o respecto a qué está haciendo Él cuando lo hace. Una vez más, este es conocimiento revelado espiritualmente, inalcanzable para todos aquellos a quienes Dios no ha llamado a entender Su verdad (Juan 6:44, 65; 17:17).

Dios ahora está trabajando activamente en las mentes sólo de aquellos pocos quienes tienen Su Espíritu Santo en ellos (Hechos 2:38). Los humanos no nacen con el carácter de Dios. Y, una vez más, Dios no puede impregnarlos de éste. El carácter debe ser desarrollado.

El verdadero cristiano aumenta en entendimiento y “crece en gracia y conocimiento” (II Pedro 3:18). Él resiste una vida de vencer, porque él está en entrenamiento para un gran propósito. Aquellos llamados entienden que “…el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mat. 24:13).

El estudio bíblico y la oración ferviente son parte del horario diario de un cristiano. La persona que es llamada ha encontrado la “perla de gran precio” y está determinada a edificar el carácter espiritual y la naturaleza de Dios. Aunque nada de esto le hará ganarse la salvación, es la sustancia de su carácter la que determina su recompensa.

Pablo entendió cómo trabaja Dios en los cristianos. Él reconoció que la salvación (Rom. 6:23), y aún la fe para recibirla, son dones gratuitos. Ellos no pueden ser ganados. Pero esto no significa que Dios no esté trabajando activamente (exigiendo buenas obras) en los seres humanos, a medida que Él se reproduce a Sí Mismo.

Considere: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efe. 2:8-10).

¿Captó usted la frase que Pablo usó — “somos hechura de Sus manos”? ¿Qué podría ser más claro? ¡Dios tiene un propósito en curso dentro de cada persona!

El versículo continúa diciendo que los cristianos deben “andar” en “buenas obras”. La falsa noción de “solamente creer en Jesús” frustra en Propósito Supremo de Dios de diseñar a las personas a través de hechura cuidadosa, como un alfarero con barro.

La salvación, a través de “gracia… a través de fe”, involucra buenas obras. Esto significa que la salvación es un proceso y no algo que sucede inmediatamente tras “darle su corazón a Jesús”.

Note qué más escribió Pablo acerca de este proceso que está tomando lugar dentro de aquellos a quienes Dios llama: “y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efe. 4:23-24). II Corintios 5:17 lo pone de esta manera: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es…”.

Aquellos con quienes Dios está trabajando son literalmente ¡una nueva creación!

Quien sirve a Dios está siendo transformado en su mente. Él rinde su propia voluntad y busca reemplazarla con la voluntad de Dios en todos los asuntos. Él busca agradar a Dios — ¡no al ser!

Nacido para edificar carácter

A cada persona que Dios llama se le presenta la misma elección que Adán y Eva enfrentaron — rendirse a Dios y Su gobierno, o rendirse a Satanás y su naturaleza.

Dios es un Padre. Él tiene un Hijo compuesto de Espíritu, pero más adelante tendrá muchos más hijos (Rom. 8:19). Él se está reproduciendo a Sí Mismo a través de desarrollar Su carácter en los seres humanos rendidos, conquistados y engendrados por el Espíritu. Así como los padres humanos engendran a sus hijos físicamente, Dios engendra a Sus hijos espiritualmente.

Tal como los niños pequeños crecen para parecerse a sus padres físicos, así también los hijos de Dios lentamente toman la semejanza espiritual de su Padre, en carácter santo y justo — en “naturaleza divina” (II Pedro 1:4). Pedro describió a los cristianos como “participantes de la naturaleza divina” — la naturaleza de Dios. Hay una naturaleza física de la creación, la naturaleza humana, y la naturaleza de Dios. Dios está re-modelando la corrupta y carnal naturaleza humana en carácter maravilloso, glorioso, perfecto, santo y espiritual — ¡Su NATURALEZA DIVINA!

El carácter es entender — distinguir — el bien del mal ¡y hacer lo que es correcto en vez de lo que es equivocado! Dios revela lo que es correcto, pero es a través del poder del libre albedrío, de decidir HACER lo que es correcto, que se edifica el carácter justo.

El carácter es elegir conscientemente el camino correcto, en contra de resistencia. No es el camino fácil. Es nadar contra la corriente, en vez de ir a la deriva, de manera perezosa, en la dirección en que fluye. Es edificar amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza (auto control), sabiduría, conocimiento, entendimiento, humildad y más. Esto toma tiempo, porque el carácter es edificado a través de experiencia.

Los animales no desarrollan ninguna de estas características.

Dios tiene carácter perfecto en todo aspecto. Él es amor (I Juan 4:8, 16). El amor es el cumplimiento de la ley (Rom. 13:10; I Juan 5:3), lo cual requiere rendirse a Dios. Es una preocupación saliente por otros, poniéndolos a ellos primero — delante de los interese personales.

La naturaleza de Satanás es egoísta, hacia adentro y se preocupa solamente con lo que es mejor para sí, o en cómo obtener más para sí. Esta es la actitud que él les inyectó a Adán y Eva cuando ellos comieron del fruto prohibido.

¿Está viendo usted que, aunque Dios hizo al hombre en Su propia forma y figura física, eso no termina allí?

Usted fue creado para convertirse como Dios — para edificar carácter perfecto, santo y justo. Dios se está reproduciendo a Sí Mismo en los seres humanos. Tal como usted es hijo de sus padres, y posiblemente tenga hijos propios, Dios es su Padre. De nuevo, así como usted se parece físicamente a sus padres, y sus hijos se parecen a usted, Dios quiere que usted se parezca a Él — ¡en carácter espiritual! En esta vida, Dios comienza a reformar y a remodelar espiritualmente a aquellos a quienes Él llama. Su Propósito es edificar en ellos Su naturaleza.

Así que entonces, Dios se está reproduciendo a Sí Mismo en aquellos quienes han recibido Su Espíritu Santo. ¡Él está creando hijos que se verán y SERÁN justo como Él! Para edificar el propio carácter de Dios es que usted existe — ¡es la razón por la que usted nació! Pero hay más por entender.

Hemos explicado previamente que Dios ha designado 7.000 años — siete días mileniales — para llevar a cabo Su Plan “aquí abajo”. Nos estamos acercando al final del ya explicado sexto día asignado al hombre bajo Satanás. Cristo regresará pronto a establecer el gobierno de Dios y la ley espiritual perfecta sobre la Tierra. Satanás será atado (Apo. 20:2) y ya no podrá engañar a este mundo hacia el mal y la rebelión contra el conocimiento revelado de Dios.

Después de que Cristo regrese, y con Satanás atado (Apo. 20:2), solamente unos pocos rechazarán a Dios, rehusándose a obedecerle. Ellos confiarán en sus mentes humanas y rechazarán la dimensión faltante del Espíritu de Dios, el cual les habría llevado a la vida eterna. Ellos rechazarán edificar la justicia en sus vidas y elegirán permanecer incompletossin terminar — en desarrollo y propósito. Pero más acerca de este tiempo será discutido más adelante. Primero, debemos ver otra dimensión del proceso de construcción del carácter.

Pero, ¿justicia de quién?

Es supremamente importante — absolutamente vital — entender que los cristianos solamente crecen a través de estar conectados a Cristo.

La Biblia frecuentemente habla de “Cristo en nosotros” (Gál. 2:20; 4:19; Col. 1:27; Efe. 3:17; II Cor. 13:5). El cristiano no hace el trabajo de edificar el carácter. Jesucristo, obrando en él, lo hace. El Padre guía este proceso a medida que cada persona permanece en contacto con Él a través del Espíritu de Cristo (y Dios) en él.

Mantenga esto claro. No es nada que usted haga, por cuenta propia, lo que produce obras de justicia. Romanos 10 advierte de aquellos quienes no entienden el rol de Dios en la construcción de carácter, buenas obras y justicia: “Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios” (Rom. 10:3).

Es un completo desperdicio de esfuerzo edificar su propio carácter, sus propias obras de justicia. Ellas no le consiguen nada con Dios. ¡Todo el crecimiento espiritual viene de Él! Pero usted debe hacer su parte en rendirse a Dios.

Pablo escribió: “Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios” (I Cor. 3:9). Este es entendimiento profundo. Dios está edificando una Familia. Él es un agricultor. Los verdaderos cristianos son el producto de Su “labranza” — “hechura de Sus manos”.

DIOS, no algún hombre, está edificando Su Iglesia. Cristo dijo, en Mateo 16:18, “[Yo] edificaré Mi Iglesia”. No es sorpresa que Pablo haya escrito: “vosotros sois edificio de Dios”. Sí, Dios está construyendo algo especial dentro de aquellos a quienes Él llama, justo como Él está edificando Su Iglesia en general.

Por supuesto, cada edificio estable tiene un fundamento apropiado. Esto lo ayuda a permanecer sólido. En I Corintios 3:11, Pablo añade: “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo”.

Su vida debe llegar a estar edificada sobre el fundamento estable y sólido de CRISTO — ¡y Él obrando en usted!

La resurrección venidera

Como hemos visto, la mayoría de los que se profesan cristianos creen que ellos “nacen de nuevo” en esta vida. Invariablemente, ellos creen que esto sigue inmediatamente después de “recibir a Jesús”. Esto no es lo que la Biblia enseña.

Vimos que Pablo declaró: “…la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. He aquí, os digo un misterio” (I Cor. 15:50-51). Este conocimiento ciertamente es un misterio para la mayoría.

Aunque la carne y la sangre no pueden entrar al reino de Dios, ¡el espíritu puede! Como Cristo no quería dejar espacio para malentendidos, Él asemejó al espíritu con el viento en Juan 3:3-8. Al igual que el viento, el espíritu es invisible. Éste no puede ser visto. Solamente en la resurrección son cambiados de carne a espíritu todos los cristianos verdaderos, como hemos visto, ¡y nacidos de nuevo!

A qué se parecerá usted

Puesto que los seres humanos están hechos a la “imagen” y “semejanza” de Dios, este proceso no estará — y no podría estar — completo hasta la Resurrección, cuando ya no estemos más compuestos de “carne y sangre”.

Luego Juan añade: “Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios” (I Juan 3:9). Nosotros un día tendremos la semejanza de Cristo. En ese tiempo, seremos nacidos de nuevo. Pero Romanos 8:16 declara que nosotros somos “hijos” de Dios ahora y herederos con Cristo ahora.

Recuerde que vimos que David y Juan entendían que, al igual que Job, ellos “despertarían” a la resurrección y se verían exactamente como Dios, en imagen, forma, y carácter — ¡y serían compuestos de espíritu!

Así que entonces — permítame también repetir esto — Dios se está reproduciendo a Sí Mismo en los seres humanos quienes han recibido Su Espíritu Santo. ¡Él está creando hijos que se verán y que serán justo como Él!

Pablo amplía a lo que Juan y David hicieron referencia cuando dijeron que los cristianos serán “como Él” — y con Su “semejanza”. Note: “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde [Cristo vendrá hacia acá, y no a la inversa] también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas” (Fil. 3:20-21).

Este es conocimiento asombroso. ¡Nada se compara a él! Pero hagámoslo aún más claro.

La siguiente es una descripción directa de Jesucristo, como Él existe ahora en plena gloria. Medite al respecto, comprendiendo que USTED se verá — y será — como Él: “Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas. Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza” (Apo. 1:14-16).

Lo que esta asombrosa descripción revela acerca de su futuro no es mi opinión personal. ¡Es lo que su Biblia revela! Esto fue lo que Pablo quiso decir cuando escribió: “Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial” (I Cor. 15:49). Aunque estamos físicamente formados como Dios ahora, más adelante nos convertiremos en Espíritu, y tomaremos la “imagen del celestial”.

Capte esto. El propio Espíritu de Dios en nosotros nos permitirá despertar en la resurrección. Note Romanos 8:11: “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales POR su Espíritu que mora en vosotros” (también I Cor. 15 y I Tés 4:13-18). Cristo fue levantado (resucitado) para regresar a Su posición al lado del Padre. Él había cumplido Su tarea de convertirse en el Salvador.

Ahora, ¡entienda este punto! Es el mismo Espíritu, morando en nosotros desde el momento del engendramiento, el cual nos levantará (a todos aquellos engendrados de Dios) para unirnos a Dios en Su reino.

Tal como el recién engendrado bebé crece en el vientre de su madre, el cristiano también debe crecer suficientemente, antes de poder dejar el vientre. Los cristianos han de crecer en esta vida. A fin de recibir poder y autoridad divinos, como “coherederos con Cristo” (Rom. 8:17) posteriormente, ellos deben calificar, a través de edificar el carácter santo y justo de Dios en sus vidas ¡ahora!

El rol del sufrimiento

Anteriormente, este libro habló acerca del terrible sufrimiento, de la miseria y de los problemas irresolubles de un mundo cortado de Dios. Su misericordia pronto acortará esto, poniéndole punto final para siempre. El tiempo designado del hombre bajo Satanás pronto terminará, y a todos los seres humanos les será enseñado por qué nacieron.

Pero, ¿por qué ha sido necesario tan terrible sufrimiento — y por tanto tiempo? ¿Qué propósito ha tenido en el Plan Maestro de Dios?

¡Mucho! Leímos que Cristo, como “autor de nuestra salvación”, fue “perfeccionado a través de sufrimientos”. Es crítico entender por qué a Cristo se le requirió sufrir.

Hebreos 5:8-9 explica claramente: “Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen”.

Qué versículo tan profundamente importante de captar. El sufrimiento pone al mecanismo de aprendizaje espiritual en acción. Cuando las personas sufren — encuentran adversidad — ¡aprenden (Ecl. 7:14)! Ellas ganan experiencia — aprenden lecciones cruciales. Esto es críticamente importante para el proceso de edificación de carácter — ¡para el cumplimiento del propósito de su existencia!

Aunque Él fue sin pecado, aun Cristo aprendió a través de sufrimiento. Esto le permitió ser “autor” de la salvación de los muchos hijos que Dios añadirá a Su Familia.

¿Puede entender usted ahora por qué debe sufrir el mundo? ¿Puede entender usted mejor ahora que es a través de la difícil y dolorosa experiencia que las personas eventualmente entenderán las lecciones más profundas de la vida? (Esto será examinado en mayor detalle en el Capítulo Seis).

Por supuesto, la lección más profunda de todas es que los hombres deben reconocer que no pueden alcanzar nada — nada — apartados de Dios. ¡Ellos necesitan desesperadamente el conocimiento espiritual revelado, a fin de que puedan estar en armonía con el gran Propósito de Dios de reproducirse a Sí Mismo!

Pablo escribió a los Filipenses que él (Pablo) quería conocer a Cristo “…y participar de Sus sufrimientos”, a fin que “…en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos” (Fil. 3:10-11). Esta es la razón por la que le dijo a los Efesios: “y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio [el cual involucra la necesidad de sufrir y de soportar dificultad a fin de aprender], escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas… conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor” (Efe. 3:9, 11).

El Plan de Dios verdaderamente es un misterio para este mundo. Pero Su Propósito no ha cambiado desde el inicio del mundo.

¡Ahora usted entiende más acerca de cómo puede ser parte de él!

Capítulo Cinco — El componente invisible que conecta al hombre a la filiación espiritual

La ciencia moderna está trayendo continuamente nuevo conocimiento a la civilización. Cada descubrimiento científico importante — cada nueva pieza de conocimiento — es recibido a nivel mundial con emoción y aclamación.

Piense acerca de todo lo que la ciencia le ha dado a la humanidad en general. Ésta ha puesto hombres en la luna y ha creado armas de destrucción masiva. Ha analizado los códigos genéticos del ADN y ha clonado diversas criaturas distintas. Ha aprendido acerca del asombroso tamaño y la naturaleza del universo — el espacio exterior — y ha descubierto cosas increíbles acerca de pequeñas partículas subatómicas en diferentes tipos de átomos — el espacio interior. Ha hecho numerosos adelantes médicos y ha logrado sorprendentes proezas de ingeniería.

El alcance y el potencial de la ciencia parecen ilimitados. La mayoría cree que, con el tiempo, los descubrimientos científicos resolverán la mayoría de los problemas de la humanidad. No obstante, la ciencia está limitada en una manera vitalmente importante, la cual lo involucra a usted. ¡Hay un descubrimiento que ésta jamás hará — y jamás podría hacer — acerca de la naturaleza de la mente humana!

Su mente contiene una dimensión que no puede ser entendida o descubierta a través de ningún proceso o experimento conocido para la ciencia. Las religiones de este mundo la han pasado por alto. Sus teólogos ni la enseñan ni la comprenden. Ellos han pasado por alto completamente este componente crítico — esta singular gran clave — que abre la enorme diferencia entre los hombres y los animales. ¡Solamente a través de entender esta clave revelada puede usted aprender el gran propósito de su existencia!

La fascinante mente humana

Vea todas las fascinantes obras de la naturaleza — tanto en la Tierra como a lo largo de los cielos. El caleidoscopio de otras de Dios que pueden ser vistas por los ojos humanos es sorprendente.

Considere los planetas, estrellas y galaxias. Cada uno es su propia maravilla. Luego reflexione acerca de todas las especies de plantas que se encuentran en la Tierra. Hay millones, diversas en color, forma, tamaño, función y belleza. ¡La brillantez de sus diversos diseños y propósitos es increíble! Ahora piense acerca de los millones de especies de animales e insectos. Ellos son tan maravillosos y fascinantes como el mundo de las plantas, con su diversidad de propósito, apariencia y comportamiento.

Pero ninguna de estas creaciones se compara con la complejidad y casi ilimitada capacidad de su mente. Y con lo fascinantes, maravillosas, bellas y sorprendentes que son todas las cosas recién descritas, ninguna es más asombrosa que la mente humana. Ésta es el pináculo absoluto de todos los organismos vivientes. Nada más en la creación de Dios siquiera se le acerca. ¿Qué más puede planificar, pensar o crear, siquiera a una fracción del mismo grado?

Solamente piense acerca de cuántas cosas puede diseñar y producir la mente humana: casas, teléfonos, trenes, automóviles, aviones, cohetes, computadoras, máquinas de fax, y otros artefactos sofisticados que son prácticamente ilimitados en complejidad y utilidad. ¡La única cosa que no puede diseñar o construir es a sí misma!

¿Quién hizo su mente?

Cuando el salmista dijo: “…porque formidables, maravillosas son tus obras” (Sal. 139:14), esto es más cierto de su cerebro — ¡la mente humana!

El Creador de su mente la envió con información vital y detallada, explicando la naturaleza, el diseño y el propósito de esta más grande de todas las creaciones. Él identifica las claves ocultas — ¡la dimensión faltante! — para el uso correcto y apropiado de la mente, abriendo camino a la paz, la felicidad, la abundancia y la prosperidad universal.

¡Pero esta información es ignorada, mal representada, mal entendida y rechazada casi universalmente! Como resultado, los problemas, conflictos y males de la civilización aumentan sin solución a la vista, y las condiciones solamente empeoran.

¡Deténgase y piense! Aplique lógica básica.

¿Crearía Dios Su maravilla de ingeniería — su mente — y la enviaría sin un Manual de Instrucciones que explicara cómo usarla? ¡Por supuesto que no!

No obstante, este gran Libro permanece como misterio para tantos — con algunos pocos aun profesando entenderlo. La mayoría pasan sus vidas completas preocupados acerca de lo que las personas piensan o dicen. Pocos se preocupan por lo que DIOS piensa o dice. Sea honesto y examínese a usted mismo. ¿Deriva usted sus opiniones de las personas? O ¿busca y acepta usted con regularidad la clara Palabra de Dios como guía para su vida?

La siguiente escritura explica por qué hasta las mentes más brillantes son completamente incapaces de aprender cierto entendimiento, a menos que éste sea revelado a ellas. Note: “En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños” (Mat. 11:25). ¡Los grandes pensadores de este mundo no pueden comprender las cosas que Dios ha revelado en Su Palabra! Éstas están literalmente ESCONDIDAS de ellos.

Nosotros debemos estar dispuestos a examinar la Palabra de Dios para ver qué revela Él acerca de su mente. Esto abrirá su pensamiento a increíble nuevo entendimiento acerca de por qué nació — y de su asombroso futuro y potencial. Sin embargo, debemos comenzar por el principio.

¿Un componente no físico?

Muchos suponen que la composición de la mente humana es enteramente física. ¿Es esto verdad? Otros creen que cada persona posee un alma inmortal. ¿Es esto verdadero? ¿Qué dice la Biblia? ¿Aprueba ésta alguna de estas ideas? O ¿enseña la Palabra de Dios algo completamente diferente — algo completamente pasado por alto por todas las religiones, e imposible de ser descubierto por todos los métodos de ciencia?

Primero, debemos considerar la diferencia entre las mentes humanas y los cerebros animales. Hay hechos que la ciencia nos dice acerca de las cualidades comparativas de ambos. Todos entienden que, de alguna manera, los cerebros animales son enteramente diferentes de las mentes humanas. Pero, ¿de qué manera? ¿Cómo se diferencian?

Por ejemplo: ciertas criaturas, tales como los chimpancés y los delfines, tienen cerebros que son relativamente similares en tamaño y peso a aquellos de los humanos. Algunos animales más grandes, como las ballenas y los elefantes, tienen cerebros más grandes que los humanos. Sin embargo, son mucho menos inteligentes, mucho menos creativos e incapaces de entender cualquier tipo de pensamiento complejo.

La ciencia jamás ha sido capaz de explicar — de responder adecuadamente por — la enorme diferencia entre el cerebro humano y los cerebros de los animales. Aunque el hombre tiene un cerebro que puede ser sólo levemente más complejo que los animales con cerebros de tamaño relativamente similar, la diferencia en capacidad es vasta. Simplemente no hay comparación.

Los animales funcionan casi enteramente por instinto. Ellos hacen lo que hacen de manera automática, y desde el nacimiento. Por ejemplo: casi inmediatamente después del nacimiento, un becerro sabe exactamente qué hacer — cómo pararse y dar pasos, y dónde encontrar leche. Los bebés humanos requieren mucho más para siquiera pararse con ayuda, y les tiene que ser enseñado cómo hacer virtualmente todo.

Teniendo mentes, a los seres humanos les han sido dadas manos a fin que puedan crear. Simplemente teniendo cerebros, los animales funcionan por instinto y poseen patas, garras o pezuñas. Esto los deja incapaces de construir algo complejo como una televisión — sin mencionar un avión de reacción o un cohete espacial — aún si una mente los estuviera dirigiendo. Los animales no son capaces de adquirir conocimiento más allá de una muy rudimentaria habilidad de reaccionar a ciertos estímulos.

Los humanos son capaces de adquirir conocimiento, de llegar a conclusiones, de recopilar y evaluar hechos, de hacer decisiones — y de edificar carácter. Esta es la sola diferencia más grande entre los hombres y los animales.

Los animales están grandemente limitados porque Dios simplemente ha programado dentro de ellos, a través del instinto, todo lo que ellos necesitan para funcionar de manera efectiva dentro de su entorno.

Por otra parte, las personas no saben instintivamente todo lo necesario para funcionar de manera exitosa en la vida. Ellas deben adquirir continuamente más conocimiento a lo largo de sus vidas para afrontar nuevos retos y exigencias que se les presenten.

Esto es hecho posible por un componente invisible e irreconocido de la mente. Sin este elemento invisible, no físico, ¡la humanidad sería simplemente otra bestia torpe!

Un espíritu en el hombre

Establezcamos ahora una enseñanza básica de la Biblia. La Biblia registra: “Ciertamente espíritu hay en el hombre, y el soplo del Omnipotente le hace que entienda” (Job 32:8). Esta es una clara declaración. Aquí, Dios revela que los hombres poseen una especie de espíritu, llamado el “espíritu en el hombre”. Para entender plenamente este espíritu se requiere una revisión de las otras escrituras que lo describen.

Pero antes de ver la verdad de este asunto — antes de buscar para averiguar qué dice la Biblia acerca de este espíritu humano — debemos entender y aceptar lo que la Biblia no dice.

Para hacer esto, debemos examinar la falacia más popular — ¡el mito! — enseñada y creída por incontables millones acerca de este tema.

No un alma inmortal

Muchos leen versículos como este y concluyen que está hablando acerca de almas inmortales. Pero, ¿lo está? ¿Es la frase “espíritu en el hombre” sinónima de un “alma inmortal” compuesta de espíritu?

La mayoría de las personas no entienden la relación entre los hombres físicos y las almas. Las personas asumen que los seres humanos nacen con almas inmortales. La creencia popular es que, tras la muerte, las almas de los pecadores van al infierno para siempre y aquellas de los justos van al cielo para siempre, ya que todas las almas son supuestamente inmortales. ¿Es esto lo que la Biblia enseña?

Vimos que Romanos 6:23 declara que “la paga del pecado es muerte”, no vida en el infierno. Entonces, ¿enseña también la Biblia de alguna manera que las personas tienen almas inmortales? De hecho sí habla acerca de “almas”, pero ¿en qué contexto?

La Biblia enseña que hay una conexión entre los hombres y las almas. Génesis 2:7 declara: “Entonces el Eterno Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un alma viviente” (Gén. 2:7 RVA 1909).

Este versículo no dice que los hombres tienen almas, sino que ellos son almas. Adán se convirtió en un alma — a él no le fue dada una. Luego, casi inmediatamente, Dios le advirtió: “Y mandó el Eterno Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás [no solamente tu cuerpo]” (Gén. 2:16-17).

Cuando se colocan juntos, estos tres versículos revelan que los hombres son almas ¡y que las almas pueden morir!

Ezequiel confirma el relato de Génesis. Dos veces fue inspirado a escribir: “El alma que pecare, esa morirá” (Eze. 18:4-20). La muerte es la ausencia de vida. Es la descontinuación — el cese — de la vida. La muerte no es vida en otro lugar. No es dejar “esta vida” para ir a “otra vida” — la “siguiente vida”.

Finalmente, en el tema de si el alma puede morir, note esto en Mateo 10:28: “Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel [Dios] que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (Mat. 10:28).

¡La Biblia dice que las almas pueden ser destruidas! De acuerdo con este versículo, ellas pueden ser destruidas tanto como lo pueden ser los cuerpos. Todos reconocemos que los cuerpos mueren eventualmente, y que después ellos naturalmente se descomponen y son completamente “destruidos” debido al proceso natural de corrupción [descomposición]. ¡Este versículo explica que Dios hace la destrucción de las almas en el infierno! Los cuerpos pueden morir en muchas maneras. Pero las almas son destruidas en el infierno por Dios. (Este tema será examinado en mayor detalle en el Capítulo Diez).

El espíritu humano

Usted está preparado ahora para descubrir lo que casi nadie entiende. Aunque el hombre está compuesto de carne, él tiene un componente no físico, el espíritu en el hombre, el cual solamente puede ser conocido por lo que Dios ha revelado en Su Santa Palabra.

Puesto que el hombre está hecho de materia física — carne — Dios, compuesto de Espíritu, tenía que tener una manera para que Él mismo (el Espíritu) pudiera trabajar y comunicarse con el hombre (la carne). Posteriormente entenderemos más acerca de esta vital conexión espiritual entre Dios y los humanos, y cómo funciona exactamente.

Note esto: “Profecía de la palabra del Eterno acerca de Israel. El Eterno, que extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él, ha dicho” (Zac. 12:1). Es Dios quien crea, diseña y “forma” el espíritu del hombre en cada ser humano.

El siguiente versículo explica que todas las personas poseen este espíritu: “Ponga el Eterno, Dios de los espíritus de toda carne, un varón sobre la congregación” (Núm. 27:16). El Ser que crea todos los espíritus en los hombres se llama a Sí mismo Dios de estos espíritus.

Todas las criaturas físicas mueren eventualmente. Esto aplica a los hombres y a los animales. Considere: “Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad. Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo. ¿Quién sabe que el espíritu de los hijos de los hombres sube arriba, y que el espíritu del animal desciende abajo a la tierra?” (Ecl. 3:19-21).

Salomón no está diciendo que hay un espíritu en las bestias, sino, en cambio, está preguntando de manera retórica: “¿Quién sabe… que el espíritu del animal desciende debajo…?”. Muchos versículos revelan que hay un espíritu en el hombre, pero los hombres ignoran esta verdad y si los animales también tienen alguna especie de “alma” o espíritu. Este versículo muestra que esto no puede estar hablando acerca de simple aliento, claramente es algo diferente. Pero los animales no tienen tal espíritu.

Sorprendente conocimiento

Ahora note este sorprendente versículo. Pablo, en el Nuevo Testamento, escribió: “Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios” (I Cor. 2:11).

No trate de “interpretar” este versículo. Permita que se interprete a sí mismo. Acéptelo por lo que dice. Este pasaje identifica dos diferentes tipos de espíritus — el “Espíritu de Dios” y el “espíritu del hombre”. Éstos no son lo mismo. Cada uno provee una función diferente para adquirir conocimiento, y este versículo identifica cómo.

El conocimiento humano (“las cosas del hombre”) se adquiere porque Dios les ha dado a los hombres un espíritu humano — el espíritu en el hombre. La declaración inspirada de Pablo también hace claro que el conocimiento espiritual (“las cosas de Dios”) solamente puede ser adquirido a través de la presencia del Espíritu de Dios. Aún este mismo conocimiento — de la existencia y el funcionamiento de estos dos espíritus — es en sí mismo ¡verdaderamente asombroso! Piénselo de esta manera. ¡Virtualmente nadie tiene el conocimiento acerca de cómo es adquirido el conocimiento, ya sea físico o espiritual!

Recuerde la clara declaración: “Pero hay un espíritu en el hombre: y la inspiración del Todopoderoso les da entendimiento”. Esto repite exactamente lo que Pablo dijo. Él identificó a este espíritu, mientras distinguía el entendimiento (o conocimiento) espiritual como algo que viene de Dios — “el Todopoderoso” — a través de Su “inspiración”. Esto sucede a través de la morada del Espíritu de Dios en las mentes convertidas.

Los animales no tienen el espíritu en el hombre. Los cerebros animales son diferentes de las mentes humanas. A los humanos les es dado este espíritu desde la concepción, lo cual les permite, a través del uso de los cinco sentidos, adquirir y retener conocimiento. Recuerde, sin este elemento espiritual invisible, la humanidad sería solamente otra bestia torpe. Pero al hombre le ha sido dado el poder de adquirir, retener y usar el conocimiento para todo tipo de propósitos.

Todos los seres humanos fueron creados por Dios para recibir dos espíritus enteramente diferentes. Uno viene al momento de la concepción y el otro viene por medios completamente diferentes — arrepentimiento y bautismo. Sin el Espíritu de Dios, las personas simplemente están incompletas. Su existencia permanece limitada a lo que ellas pueden adquirir por su cuenta, sin la ayuda de Dios. Así, vastas cantidades de conocimiento espiritual quedan fuera de alcance. Aunque la habilidad humana para adquirir conocimiento físico está más allá de aquella de las bestias, los hombres no pueden alcanzar nada de este otro entendimiento maravilloso.

Aprendamos más acerca de cómo trabaja el Espíritu de Dios con el espíritu humano en las mentes convertidas. Proverbios 20:27 ofrece un vistazo importante: “Lámpara del Eterno es el espíritu del hombre, la cual escudriña lo más profundo del corazón”. Piense acerca de este versículo de la siguiente manera: Dios puede trabajar dentro de un cerebro físico — comunicándose con éste e inspirándolo — por medio de, o a través del uso del componente no físico que es el espíritu en el hombre.

Dios se comunica a través del espíritu humano

Considere un ejemplo de cómo Dios puede trabajar a través del espíritu humano. Éste ilustra un principio importante. El escenario involucra al Rey Ciro de Persia. Dios quería que él regresara a Jerusalén y construyera un segundo templo para reemplazar el de Salomón, el cual había sido destruido. Note: “En el primer año de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese la palabra del Eterno por boca de Jeremías, despertó el Eterno el espíritu de Ciro rey de Persia, el cual hizo pregonar de palabra y también por escrito por todo su reino” (Esdras 1:1).

Dios se comunicó con Ciro a través de (“despertando”) su espíritu. Él hace lo mismo hoy. Ahora examine la siguiente escritura. Ésta añade una nueva dimensión al versículo que hemos leído acerca del espíritu en el hombre y de cómo trabaja.

El Espíritu de Dios trabaja con el espíritu humano

En la mente convertida están presentes tanto el Espíritu de Dios como el espíritu en el hombre. Ellos obran juntos, uno con el otro: “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios” (Rom. 8:16).

Este es entendimiento verdaderamente fascinante. La persona convertida es diferente de los animales en dos maneras distintas.

Pero primero reconozca que la ciencia ¡jamás podría enterarse de lo que usted recién ha leído!

Ahora considere un punto adicional. Desde el mismo momento en que usted es convertido, comprado por la sangre de Cristo, Dios posee su espíritu: “Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (I Cor. 6:20). Dios es literalmente propietario de su espíritu — y tras la conversión es Suyo trabajar con él.

Es crítico entender el proceso de edificación de carácter que está en curso en la mente convertida y cómo éste involucra al espíritu humano. Note: “Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad” (Prov. 16:32).

El auto control — la templanza — se lista como un fruto del Espíritu de Dios en Gálatas 5:23. Tome tiempo para leer este versículo.

¡Cuando son colocados juntos, estos versículos muestran que la templanza solamente puede edificarse a través del Espíritu de Dios obrando con el espíritu en el hombre!

Dios preserva el espíritu en el hombre

Al final de la vida de la persona convertida, Dios regresa el espíritu humano a Él mismo. En éste, Él ha preservado un registro completo y detallado de todo aquello que pertenecía a la vida de ese individuo. Esta es la clara declaración de la escritura. Note: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo” (I Tés 5:23).

El espíritu, alma y cuerpo representan todo lo que la persona fue. La personalidad, las experiencias, el conocimiento acumulado, y el carácter de cada ser humano están siendo reflejados en el espíritu humano — el espíritu en el hombre.

Es por esto que el espíritu en el hombre regresa a Dios tras la muerte: “y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio” (Ecl. 12:7). Entonces, tras la muerte, el espíritu humano regresa a Dios, quien lo formó y colocó en la mente.

Recuerde Eclesiastés 3:21: “¿Quién sabe que el espíritu de los hijos de los hombres sube arriba, y que el espíritu del animal desciende abajo a la tierra?”. Ahora usted sabe lo que pocos otros saben — que el espíritu en el hombre regresa a Dios.

El diácono Esteban entendió. A medida que él estaba siendo apedreado a muerte por predicar un sermón poderoso que contrarió a sus escuchas, la Biblia registra: “Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió” (Hechos 7:59-60). ¡Correcto! Esteban murió (“durmió”) sabiendo que Dios recibiría su espíritu y que éste se reuniría con él, como ya aprenderemos, en la resurrección.

Ahora estamos preparados para una escritura final antes de continuar. Ésta es el punto culminante que explica la “preservación” de todos los espíritus humanos y exactamente dónde los guarda Dios. Entienda esto: “sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos” (Heb. 12:22-23). Este es un pasaje increíble. El Dios de “todos los espíritus” (y de todos los “justos hechos perfectos”) los guarda con Él, hasta la resurrección.

Es en el cielo — la Jerusalén celestial — donde son retenidos — preservados intactos — los espíritus de todos los santos de Dios desde la Creación, esperando la “venida de nuestro Señor Jesucristo” (I Tés 5:23).

El espíritu de desobediencia de Satanás

Antes de continuar, necesitamos al menos mencionar un tipo de espíritu más. Pablo escribió a la Iglesia efesia acerca del poder del diablo y de su influencia sobre el mundo: “en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” (Efe. 2:2).

Además del Espíritu de Dios y del espíritu en el hombre, debe notarse como tal que el diablo es un espíritu. Él es parte del reino angelical de espíritus, consistente de ángeles fieles y demonios (ángeles caídos).

Note que el versículo 2 declara que el espíritu de Satanás “…opera en los hijos de desobediencia”. El diablo es un espíritu y tiene poder, a través de su espíritu, ¡para influir a la humanidad hacia la desobediencia! En el Capítulo Nueve, aprenderemos con mayor detalle cómo Satanás, a través de su espíritu, envía emociones, sentimientos y actitudes de hostilidad a las mentes de las personas, generando desobediencia. El diablo tiene enorme poder de influencia, permitiéndole enviar pensamientos de engaño, enojo, orgullo, odio, codicia, envidia, resentimiento y más, ¡directamente al pensamiento de las personas!

Satanás, como dios de este siglo, ha seducido a las masas del supuesto cristianismo a rechazar el propósito supremo de Dios, incluyendo la obediencia a Él — de manera que ellos puedan seguir a un permisivo y falso Cristo, muy popularmente adorado y seguido hoy, hacia una falsa salvación.

El cuadro más grande

Veamos ahora el gran cuadro. Ahora que entendemos más del espíritu humano, debemos continuar brevemente examinando el propósito general de Dios. Debemos ver más de lo que Él está haciendo con la humanidad.

Recuerde, los seres humanos son capaces de adquirir conocimiento. Los animales no tienen esta capacidad. Y Dios ha programado en los animales, a través del instinto, todo lo que ellos necesitan para funcionar efectivamente dentro de su entorno. No hay “espíritu de los animales” que les de poder mental.

Los humanos reciben el espíritu del hombre desde la concepción. Éste les permite, a través del uso de los cinco sentidos, adquirir y retener conocimiento.

Una vez más, las personas no saben instintivamente todo lo que deben saber para operar de manera exitosa a lo largo de sus vidas. Ellas deben adquirir aún más conocimiento a medida que envejecen y a medida que más exigencias son puestas sobre ellas. Los animales no tienen tal necesidad.

Ya hemos discutido que todo el conocimiento disponible cae en, ya sea conocimiento físico (cómo trabajar con materia y cosas físicas) — o conocimiento espiritual (el cual es necesario para que las personas desarrollen relaciones personales con Dios y el hombre, y para que alcancen la salvación).

Todas las personas reconocen que la acumulación de conocimiento útil es un proceso que dura toda la vida. ¡El espíritu en el hombre hace esto posible!

Pero es crítico reconocer que el espíritu humano no es el hombre — sino está en el hombre. ¡Hay una gran diferencia! Este espíritu no tiene poder mental por sí mismo. Tampoco lo tiene el cerebro. El cerebro escucha a través de los oídos y ve a través de los ojos. El espíritu humano no hace estas cosas por su cuenta. El cerebro hace el trabajo de pensar — con el espíritu que le da el poder del intelecto. Recuerde, el espíritu está en el hombre, dándole a los cinco sentidos físicos la habilidad de trabajar con el cerebro para el análisis y el discernimiento del significado y la comprensión. Como la electricidad para una computadora, el espíritu le da poder a la mente para procesar información recibida a través de los cinco sentidos.

Todo conocimiento es aprendido. Los pequeños bebés nacen sin nada de conocimiento — sus mentes son como hojas blancas de papel esperando que se escriba en ellas. En el proceso de crecer, ellos deben aprender a hacer todo. El funcionar como adultos requiere mucho conocimiento físico. Por supuesto, los adultos reconocen que nadie puede tener éxito en la vida sin cierta cantidad de conocimiento.

Pero aquí está el gran problema. El conocimiento físico que el hombre ha adquirido ha sido insuficiente para que sea capaz de resolver los muchos grandes problemas que afligen a las naciones del mundo. Por ejemplo: él es absolutamente incapaz de aprender cómo ser feliz o traer abundancia y paz a la Tierra. Y nadie ha descubierto cómo librar al mundo de la guerra, la pobreza o la enfermedad.

¿Por qué? ¡A la humanidad le falta otro componente clave!

La dimensión faltante

Después que Dios creó a Adán y a Eva, Él les presentó una importantísima elección — una decisión crítica para tomar uno de dos caminos. Note: “Entonces el Eterno Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente. Y el Eterno Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado. Y el Eterno Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal” (Gén. 2:7-9).

Génesis 3:1-8 contiene el relato de la fatídica decisión de Adán y Eva. Ellos escucharon a la serpiente y ¡eligieron el árbol equivocado! Esto trajo graves implicaciones, más allá de lo que muchos podrían soñar, porque al no elegir el árbol de la vida, Adán y Eva se cortaron a sí mismos del Espíritu de Dios. Ellos quedaron incompletos, incapaces de recibir, de entender o de formar pensamientos espirituales. ¡Ellos se privaron de la vital e importante dimensión faltante para el entendimiento espiritual del propósito de Dios, del camino hacia la edificación de carácter, y las soluciones correctas para los problemas de la humanidad!

He aquí lo que sucedió después: “Y dijo el Eterno Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. Y lo sacó el Eterno del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado. Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida” (Gén. 3:22-24).

Dios les negó a Adán y a Eva el acceso a Su presencia y a Su Espíritu. Aunque ésta jamás fue Su intención, fue resultado de la elección de ellos.

Dios pretendía darles desde el principio a Adán y a Eva Su Espíritu. Éste se habría unido con el espíritu en el hombre para formar una vida espiritual recién engendrada en cada uno de ellos — y en toda la humanidad que seguiría.

A Adán le fue dado más que un cerebro — él recibió una mente, que contenía el espíritu humano. Él tenía el poder de elegir — de decidir para sí su propio destino. Él no fue forzado a seguir, ni fue llevado de manera automática hacia ningún camino prescrito. Él no había sido programado o limitado al pensamiento instintivo, como sí lo fueron las bestias torpes.

Cuando Adán rechazó el árbol de la vida, él rechazó la oportunidad de recibir el Espíritu de Dios. Éste habría abierto su mente al Plan de Dios — a por qué había sido creado. Vimos que su decisión causó que él y su esposa, Eva, fueran echados del Jardín. Pero su decisión conjunta trajo graves implicaciones para todos los seres humanos quienes vinieron después de ellos — quienes no pudieron tener acceso al árbol de la vida.

Con esta decisión, Adán no solamente se cortó a sí mismo y a toda la humanidad del acceso a Dios, sino también rechazó la oportunidad de la vida eterna — de “vivir para siempre” (Gén. 3:22).

¡Capte lo que esto significa! Los seres humanos no están terminados — ¡ellos están incompletos! Todo el conocimiento que entra a sus mentes es estrictamente limitado a lo físico y material. Por su gran pecado de rechazar a Dios y el árbol de la vida, Adán fue rechazado por Dios y echado fuera del Jardín, y la humanidad fue echada fuera con él — ¡ahora para estar totalmente cortada de Dios hasta el Regreso de Cristo!

Este es entendimiento absolutamente sobresaliente — desconocido para todos, excepto unos pocos hoy. ¡Y no fue entendido sino hasta el siglo XX!

Unos pocos jamás se rendirán

El propósito de Dios jamás se ha alterado. Él desea ofrecer vida eterna a todos los que califiquen para ella. Ahora, casi todos conocen el siguiente versículo: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

Tristemente, sin embargo, este importante pasaje es poco más que un cliché, sin verdadero significado para cientos de millones. Pero usted ha visto que hay un increíble propósito que Dios está llevando a cabo en aquellos a quienes ha llamado. Recuerde que nosotros somos barro y Dios es el alfarero, y nosotros somos “la obra de (Sus) manos” (Isa. 64:8). Pablo entendió cómo trabaja Dios en los cristianos. Él también reconoció que la salvación (Rom. 6:23), y aun la fe para recibirla, son dones gratuitos. Estos no pueden ser ganados. Pero esto no significa que Dios no esté trabajando claramente (requiriendo buenas obras) en los seres humanos, a medida que Él se reproduce a Sí mismo.

La mayoría simplemente no le permitirán a Dios trabajar en ellos. Algunos pocos incluso rechazarán permanentemente a Dios, rehusándose a obedecerle — rehusándose a permitirle trabajar en ellos como barro. Ellos confiarán en sus mentes humanas y rechazarán la dimensión faltante del Espíritu de Dios, el cual les habría llevad a la vida eterna. Ellos elegirán permanecer incompletossin terminar en su propósito y carácter.

Los siguientes versículos describen su final. Malaquías 4:3 declara: “Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho el Eterno de los ejércitos”. Los malos serán destruidos para siempre. Mateo 10:28 demostró esto claramente. También note Abdías 16: “De la manera que vosotros bebisteis en mi santo monte, beberán continuamente todas las naciones; beberán, y engullirán, y serán como si no hubieran sido”.

¡Ay de aquellos quienes rechacen a sabiendas la oferta de Dios de calificar para el reino de Dios!

A imagen de Cristo

Pablo escribió de aquellos en quienes Dios está trabajando: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Rom. 8:29). Como se explicó, Dios está expandiendo Su Familia, añadiendo más hijos. Cristo fue el primero y todos los otros deben conformarse a Su imagen — a Su carácter y semejanza.

Dios está haciendo más “hermanos” en una Familia en la cual todos tendrán el mismo carácter y composición espiritual.

El saber que Dios y Cristo hicieron al hombre a su “imagen y semejanza” establece por qué el Nuevo Testamento habla de ser “conformados a la imagen de Su Hijo”. Las escrituras del Antiguo y el Nuevo Testamento concuerdan — encajan perfectamente juntas para revelar el propósito de Dios.

Dios jamás ha trabajado en animales. A ellos les faltan facultades morales y espirituales. Ellos están hechos para deleite y servicio, tanto de la humanidad como del entorno. Pero ellos no pueden adquirir nuevo conocimiento y a ellos jamás les ha sido ofrecida la vida eterna. Ellos no son parte del Plan de Dios de edificar carácter y reproducirse a Sí mismo. Dios jamás ha trabajado en, o a través de, animales para ningún propósito espiritual. Él está obrando en seres humanos engendrados y guiados por el Espíritu.

La reproducción humana representa el mismo patrón que Dios mismo usa. La familia humana es un tipo de la Familia que Dios está construyendo. Apocalipsis 19:7-9 muestra que el matrimonio entre hombres y mujeres ilustra en gran Matrimonio de Cristo con Su Prometida, el cual ocurrirá a Su Regreso. Esto será explicado en mayor detalle en el Capítulo Siete.

Hemos aprendido que la Biblia enseña que Dios tiene un Plan detallado que incluye un verdadero nacimiento dentro de Su reino para todos aquellos a quienes Él ha llamado. El segundo nacimiento no ocurre en esta vida. Nosotros no podemos ser parte del Matrimonio con Cristo en esta vida, pero podemos practicar — ¡ensayar! — el propósito final de Dios a través del matrimonio y la familia humanas.

¡Entienda una vez más! Cada ser humano tiene potencial asombroso, con capacidad mucho más allá de la de las bestias, y que excede aun el potencial de los santos ángeles de Dios. Note una vez más: “hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos. Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, yo te he engendrado hoy, y otra vez: yo seré a él Padre, y él me será a mí hijo?” (Heb. 1:4-5).

Transformados en la resurrección

Toda la materia es física. Usted está hecho de materia — usted es físico, del polvo de la tierra. No hay nada permanente acerca de su carne. Sin alimento, agua y aire, siquiera por un corto tiempo, usted moriría. De igual manera, ninguna persona puede ganar vida eterna apartada del Espíritu Santo que está presente y trabajando dentro de ella. Sin este Espíritu ayudándole a cambiar, a darle vida eterna, ¡nadie tiene esperanza! Sin contacto con Dios, Su Espíritu y Su propósito, permitiendo comprensión espiritual, todos aquellos del mundo de Satanás vivirán sus vidas físicas y morirán, sin nada que le siga a esto. ¡Pero Dios está trabajando con unos pocos ahora!

Anteriormente citamos a Job. Él entendió que el Espíritu de Dios trabajaba con su espíritu para darle entendimiento. Él estaba muy consciente del Plan y propósito de Dios que se estaba llevando a cabo en su vida. Vimos que él preguntó: “Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir? Todos los días de mi edad esperaré, hasta que venga mi liberación. Entonces llamarás, y yo te responderé; tendrás afecto a la hechura de tus manos” (Job 14:14-15). Job sabía que la resurrección le esperaba — que él sería “transformado”. En el entretanto, él tenía que “esperar” en la tumba hasta que Dios lo llamara.

Job poseía el Espíritu de Dios y entendía cuándo y cómo lo resucitaría y transformaría Dios. Él reconocía que sería el propio Espíritu de Dios en él el que haría posible este cambio. Anteriormente vimos que en Romanos 8 Pablo había escrito: “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros” (Rom. 8:11).

Pablo también les escribió a los Corintios acerca de la venidera transformación en la resurrección, cuando todos despertarán del sueño con un nuevo cuerpo espiritual. Previamente, vimos parte de este pasaje. He aquí el resto: “Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial. Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados” (I Cor. 15:49-53).

Este pasaje habla de un misterio que Pablo tuvo que explicar. Ciertamente, para el mundo es un misterio que vendrá este cambio a composición espiritual en la resurrección de los muertos, cuando Cristo regrese. Muchos suponen que ellos tienen un alma inmortal que va al cielo tras la muerte. No obstante, pocos parecen preguntarse, o interesarse por, cómo pasaría alguien de “mortal” a “inmortal” (I Cor. 15:53-54) en la resurrección, ¡si ya tuviera un alma inmortal!

Pero el carácter de Dios ya habrá sido perfeccionado en aquellos a quienes Él “avive” en la resurrección, dejándolos incapaces de pecar más (I Juan 3:9).

Su recompensa con Él

A Su Regreso, Cristo traerá la recompensa individual de todos aquellos hijos e hijas a través de quienes Él y el Padre han trabajado. Ellos habrán calificado para gran gloria: “Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras” (Mat. 16:27).

¡Comprenda esto! Sus obras en esta vida tienen una relación directa con su recompensa en la siguiente vida. Esa recompensa involucra gobierno. La fase inicial de ese gobierno durará 1000 años. Los gobernantes se sientan en tronos: “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años. Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección” (Apo. 20:4-5).

Pero el Plan de Dios no terminará solamente con aquellos incluidos en la Primera Resurrección. Dios pretende darles a todos los seres humanos la oportunidad de recibir Su Espíritu, de edificar Su carácter — de ser terminados y ¡de llegar a estar completos!

Continuando en Apocalipsis, Juan describió la continuación del Plan de Dios hasta el tiempo en que toda la humanidad recibirá una oportunidad de salvación. Este período es llamado el “Juicio del Gran Trono Blanco” y es descrito de esta manera: “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras” (Apo. 20:11-13).

Pero aquellos de la Iglesia de Dios — la única Iglesia que Cristo prometió edificar (Mat. 16:18) — están aprendiendo, y están siendo guiados ahora hacia, todas las verdades y los caminos de Dios. Esta “manada pequeña” está alimentando y preparando ahora a aquellos quienes reinarán con Cristo. Pablo escribió a los efesios describiendo la responsabilidad de los verdaderos ministros de Cristo: “…a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efe. 4:12-13).

Reuniéndose con el espíritu humano

El espíritu en el hombre no cambia ni resucita a la persona. Esto viene del Espíritu de Dios trabajando en la mente. Hemos visto que, a la resurrección, el espíritu en el hombre se unirá con el Espíritu Santo. Nosotros seremos exactamente iguales, excepto que estaremos hechos de espíritu y, por tanto, ya no tendremos naturaleza humana o los impulsos de la carne.

Piense acerca del espíritu en el hombre de esta manera: Éste es como una cinta de casete con todo lo que hemos aprendido o hecho — y es el molde de la mente para nuestro futuro cuerpo espiritual, conteniendo la memoria, el carácter y las experiencias de cada ser humano. En un sentido, como cualquier casete, éste puede ser “hecho sonar”. No obstante, éste no puede tener o dar vida, o funcionar por sí mismo, porque debe estar conectado a un cerebro físico — o a una mente espiritual en la resurrección.

Como alguien trabajando con una computadora, ¡el espíritu en el hombre trabaja con el cerebro para formar la asombrosa mente humana!

La ciencia jamás descubrirá este conocimiento. Lo que usted ha aprendido, tan sólo este capítulo, casi nadie lo entiende. ¡Pero usted lo entiende ahora!

El conocimiento está explotando como nunca antes. Pero esto está sucediendo en medio de mayor sufrimiento humano, infelicidad, descontento, violencia, guerra y confusión. ¿Por qué hay un cada vez peor declive moral al lado de un asombroso progreso materialista? Con armas de destrucción masiva, que ahora amenazan la propia supervivencia humana, preguntamos: ¿Por qué? Y ¿adónde vamos a partir de aquí?

Capítulo Seis — Por qué la humanidad jamás podría resolver sus problemas

El mundo está lleno de problemas — enfermedad, contaminación, pobreza, ignorancia, confusión religiosa, guerra, terrorismo, crimen, violencia, hambre, inmoralidad, esclavitud, opresión, sobresalto político, y mucho más. ¿Por qué? Con el paso del tiempo vienen más problemas, no menos. ¿Por qué? Además, los problemas existentes empeoran colectivamente, en vez de mejorar. ¿Por qué? ¿Por qué, a cada paso, el hombre ha fallado y fracasado en todos los esfuerzos por resolver sus verdaderamente grandes problemas?

Al mismo tiempo, individualmente, las personas jamás han parecido más incapaces de enfrentar y superar sus problemas personales. Al igual que con el mundo en general, el paso del tiempo encuentra a individuos y familias ahogándose bajo un mayor mar de decadencia y de dificultades aparentemente insuperables. Más y más parecen completamente incapaces de administrar sus vidas.

Sí, ¿por qué?

Los hombres han creado muchas sorprendentes invenciones tecnológicas, pero ellos no pueden crear soluciones para sus problemas. La humanidad ha aprovechado el poder de las computadoras para ayudar a procesar vastas cantidades de información, pero los seres humanos no pueden procesar correctamente sus problemas personales. Los científicos han descubierto mucho acerca del tamaño, la magnificencia y la precisión del universo, pero ellos no pueden descubrir el camino a la paz. Los astrónomos pueden encontrar majestuosas y bellas nuevas galaxias a lo largo del universo, pero ellos no pueden encontrar una manera de preservar la belleza y majestad de la Tierra. Los científicos también han desatado el poder del átomo, pero ellos no tienen el poder de desatar las respuestas a las más grandes preguntas de la vida. Los educadores le han enseñado a millones cómo ganarse la vida, pero no saben cómo vivir.

La bien conocida historiadora presidencial y columnista Peggy Noonan resumió el complejo y revuelto curso que ha constituido la historia mundial: “En el largo listón de la historia, la vida ha sido un largamente manchado y enredado desastre, lleno de hambre, horror, guerra y enfermedad. Debimos haber pensado que nos iría mejor porque el hombre había mejorado. Pero el hombre en realidad no ‘mejora’, ¿o sí? La naturaleza humana es la naturaleza humana; el impulso de destruir coexiste con el deseo de edificar y crear y mejorar”.

¿Quién podría estar en desacuerdo?

Estado del presente — y futuro

Considere algunas de las terribles condiciones de la Tierra hoy. Si los eventos permanecen sin ser examinados, se predice que empeorarán mucho para el año 2050 — ¡si la humanidad sobrevive hasta entonces! Las siguientes estadísticas vienen del reporte “El estado de la población mundial” de las Naciones Unidas, para los años 2001 y 2007. Éstos son reportes profundos que ameritan lectura sobria.

La población del mundo (6.7 billones) se ha más que triplicado en los últimos setenta años. Se ha más que duplicado desde 1960 y se predice que llegará a 9.34 billones para 2050. Las cuarenta y nueve naciones más pobres y menos desarrolladas efectivamente se triplicarán hasta una población de casi dos millones. Este crecimiento de la población mundial traerá sorprendentes problemas.

Solamente el 2.5 por ciento del agua de la tierra es dulce. Solamente el 20 por ciento de ésta (o el 0.5 por ciento) es agua subterránea accesible o agua de superficie. La actual población consume el 54 por ciento de esta agua disponible. Para el 2025, el uso del agua se espera que aumente en un 50 por ciento en los países en desarrollo, y 18 por ciento en otras áreas. A medida que la tierra crece, con 75 millones de personas adicionales por año, se requiere una cantidad de agua equivalente al poderoso río Rin. Además, los países en desarrollo descargan entre 90 y 95 por ciento de sus aguas negras sin tratar, y el 70 por ciento de sus desechos industriales a las aguas de superficie. El crecimiento poblacional asegura que este problema solamente empeorará. Además, la lluvia ácida y el escurrimiento químico de los fertilizantes y pesticidas arruinan suficientemente la calidad del agua, dejándola grandemente inutilizable.

El crecimiento poblacional continúa aventajando a la producción de alimento. Hay 850 millones de personas quienes están crónicamente desnutridas, y 2 billones que carecen de “seguridad alimenticia”. Solamente quince especies de cosechas proveen el 90 por ciento del alimento del mundo; no obstante, se estima que sesenta mil especies diferentes de plantas podrían alcanzar la extinción ¡en el 2025! Para ese año, los 8 billones proyectados de habitantes en la Tierra (los números estimados varían) muy probablemente requerirán el doble de alimento que se usa hoy, junto con una distribución grandemente mejorada, para erradicar completamente el hambre. Pero pocos expertos ven esto siquiera remotamente posible.

Cada día, 160.000 personas se mudan de áreas rurales a las ciudades. Esto está sucediendo más rápidamente en países subdesarrollados. Enormes problemas resultan de esto: en el aseo, en sobrepoblación, en el acceso a los servicios modernos de salud y en la habilidad de las escuelas para absorber el incremento de estudiantes.

Más de la mitad de las enfermedades en la Tierra están relacionadas con el aseo. Cada año, la contaminación del aire mata cerca de 3 millones de personas, solamente en los países en desarrollo, y el aseo deficiente mata a otros 12 millones. Varias formas de contaminación del aire interior (hollín, estiércol, carbón para cocinar y para calefacción, etc.) afectan a 2.5 billones de personas al año y matan a 2.4 millones. Los cambios en el clima están alterando las zonas de riesgo para enfermedades que provienen de insectos. Nuevas y más virulentas enfermedades están apareciendo, o reapareciendo. Y muchas bacterias están probando ser resistentes a las drogas debido a la continua prescripción excesiva de antibióticos.

Algunos de los problemas predichos para el futuro cercano incluyen: tierra arable limitada y cada vez menor, deforestación, urbanización, reducción en el tamaño de las granjas familiares, degradación de la tierra, escasez y degradación del agua, problemas de irrigación, desechos, la extinción de ciertos tipos de cosechas, mayor intensidad y frecuencia del clima severo, el cual causa inundaciones y pérdida de cosechas por temporadas, gases de los invernaderos, y cambios de clima. Al mismo tiempo, de acuerdo con el sitio Web de la Conservación de la Naturaleza, más de 1.3 acres de selva tropical — frecuentemente llamados “los pulmones del mundo” debido a que producen tanto oxígeno — ¡están desapareciendo cada segundo a través de la tala de árboles!

Juntos, estos problemas significan indecible calamidad, y aún catástrofe, para una humanidad que no está preparada para resolver estos y muchos otros problemas.

Aunque el mundo está sufriendo de “sobrecarga de información”, nada de este incremento de conocimiento está dirigiéndose verdaderamente al creciente número de problemas complejos e irresolubles. Con todo el ingenio creativo e inteligencia del hombre, él no puede resolver los problemas más importantes — aquellos que amenazan su propia existencia sobre una Tierra que él está destruyendo sistemáticamente.

Los educadores han engañado a generaciones para que crean en la mentira evolucionista. Esto ha causado que incontables millones crean que la humanidad está evolucionando continuamente hacia un mejor y más alto orden de existencia. Vea a su alrededor y verá los frutos de este gran engaño. El hombre no está evolucionando hacia arriba — él se está degradando hacia abajo, hacia nuevos niveles muy bajos de indulgencia, decadencia e inmoralidad.

¿POR QUÉ?

Los dos árboles

¿Cómo llegó la civilización al estado de confusión, división, guerra, competencia y desacuerdo que existe por toda la tierra hoy? El mandamiento original de Dios para Adán fue: “mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Gén. 2:17).

En el siguiente capítulo (Gén. 3:6), Eva, con Adán en seguida, se rebelaron y comieron de este árbol equivocado. Note que este árbol representaba conocimiento que era tanto “bueno y malo”. En otras palabras, el árbol no era enteramente malo — éste contenía ¡una mezcla de conocimiento verdadero y falso! Lo mismo es cierto con las iglesias de este mundo. Algunos tienen pequeñas cantidades de “conocimiento” doctrinal verdadero (“bueno”), mezclado con mucho “conocimiento” doctrinal falso (“malo”). Pero Dios siempre les ha dicho a Sus verdaderos siervos que eviten mezclar la verdad con el error. Él le advirtió a Adán que el comer del árbol equivocado resultaría en la muerte. Y así fue.

¡La advertencia es la misma para nosotros hoy!

Cuando yo estaba aprendiendo la verdad por primera vez en 1966, el hombre quien me enseñó usó una analogía que yo jamás había considerado antes — pero que no he olvidado desde entonces: Piense acerca de un delicioso pastel al que se le añada arsénico, cianuro, resina, o estricnina, mientras que fuera de eso solamente contenga ingredientes buenos y saludables. ¡Comer ese pastel siempre resultaría en muerte!

Los buenos ingredientes no serían suficientes para sobrepasar el veneno escondido en el pastel. De igual manera, la Iglesia de Dios no mezcla, ni puede mezclar, verdad con error. Al igual que con el pastel, ¡el resultado para aquellos que lo hagan es mortal!

¡Una gran ley invisible!

Todos entienden la ley de la gravedad. Todos reconocen que si rompen esta ley, ésta podría “quebrarlos”. Si alguien deja caer accidentalmente un ladrillo sobre su pie, el resultado podrían ser huesos rotos. Si un paracaidista salta de un avión, y el paracaídas falla en abrirse, el resultado ciertamente es la muerte. Esto es fácil de entender.

He aquí algunos ejemplos que son solamente un poco menos obvios, pero son igual de verdaderos. Si una persona está constantemente enferma, es obvio que las leyes de la salud (dieta apropiada, suficiente ejercicio o suficiente descanso, etc.) están siendo quebrantadas. La mala salud tiene una o más causas. Si un matrimonio termina en divorcio, también puede ser atribuido a una o más causas: falta de comunicación, problemas financieros, muerte de un hijo, problemas sexuales, infelicidad en el trabajo, etc. Si alguien es multado por conducir ebrio, es fácil ver la causa.

Aunque la mayoría jamás identifica la causa y el efecto como una ley inmutable que gobierna casi toda acción en la vida, las personas están al menos conscientes de que es un principio que funciona en ciertas circunstancias.

Pero todo efecto puede ser trazado a una o más causas. Los embarazos no deseados o ilegítimos, el crimen, la drogadicción, la bancarrota, y miles de otros efectos, todos pueden ser vinculados a causas específicas. Cree su propia lista. Usted podría encontrar que esta lista es infinita.

La Biblia enseña: “…la maldición nunca vendrá sin causa” (Prov. 26:2). Otras dos traducciones de este versículo son: “…la maldición inmerecida jamás golpeará su marca” (Biblia de Jerusalén), y “…la maldición sin base jamás va a casa” (Moffatt). Esta escritura está diciendo que cada dificultad lleva una razón — ¡hay una causa para cada efecto!

¿Por qué el hombre no puede ver esta ley en acción cuando ve al mundo como un todo? ¿Por qué es que nadie está buscando la causa de los problemas y males de este mundo? ¿Por qué los educadores no están enseñando este más grande de todos los principios? A medida que usted ve al mundo a su alrededor, ¿está usted preocupado por éste? ¿Se pregunta usted alguna vez POR QUÉ está lleno con miseria, infelicidad y descontento? Y ¿por qué aún la religión cristiana ha ignorado esta importante relación entre causa y efecto?

La causa de todos los problemas del mundo comenzó en el Jardín del Edén. Por simple que pueda sonar, es verdad. El mundo ha perdido de vista una decisión hecha por Adán y Eva. Ellos eligieron no comer del árbol de la vida, eligiendo en cambio comer del árbol de la ciencia del bien y el mal. ¿Se ha preguntado usted alguna vez qué habría sucedido si aquellas dos personas hubiesen elegido el árbol de la vida? ¡Piense en cómo esto habría cambiado al mundo entero! Todo sería diferente.

No habría ejércitos, guerras, muerte, devastación o desplazamiento de personas. No habría hambre porque habría abundancia de alimento para todos. No habría doctores, porque no habría enfermedades. Ninguno de los hospitales ni las clínicas habrían existido jamás. Tampoco las prisiones, cárceles, jueces, cortes y fuerzas policiales que existen para castigar a los infractores.

Felicidad, abundancia, prosperidad y paz habrían sido experimentadas a nivel mundial. Todas las personas se llevarían bien — vecinos, familias, individuos y naciones. ¿Puede usted imaginarse un mundo así?

Cuando Adán y Eva hicieron la decisión equivocada, ésta nos afectó directamente ¡a usted y a ! Ellos trajeron inenarrables efectos sobre la humanidad, debido a su sola causa equivocada — y esto no ha sido entendido previo al siglo XX.

Examinemos más a fondo la verdad de por qué el mundo es afligido con infinitos problemas.

La mente carnal

Antes de continuar, examinemos una gran razón por la que violar la ley de causa y efecto ha agobiado al mundo con problemas irresolubles.

Pablo registra una asombrosa declaración: “Por cuanto los designios de la carne [lo físico] son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden” (Rom. 8:7). Otras traducciones usan la frase más fuerte “son la enemistad de Dios” en lugar de “son enemistad contra Dios”.

Para aquellos quienes lo creerán, este solo pasaje ofrece fabuloso entendimiento acerca del funcionamiento de la mente física — “carnal” — de todo ser humano. Cortada de Dios, la mente natural es enemistad de Dios — ésta lo odia. ¡Piense al respecto! Pregúntese a usted mismo si algún ministro, religioso o teólogo le ha explicado esto alguna vez a usted.

¡No! Los líderes religiosos de este mundo jamás se referirían a esto. ¡Ellos ya sea ignoran este conocimiento, o no reconocen sus grandes implicaciones para la humanidad como un todo!

Este versículo dice claramente que la mente natural no quiere, y aun aborrece, rendirse a Dios y obedecer Su Ley. Aunque la mayoría de las personas profesa “amar a Dios”, la verdad es que sus mentes rechazan Su Camino y se rehúsan a someterse verdaderamente a Él — a Su autoridad sobre sus vidas.

No es sorpresa que Jeremías escribiera: “Conozco, oh Eterno, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos” (Jer. 10:23). Esta es otra declaración increíble. Cuando son confrontados con problemas o decisiones importantes, ¡los hombres simplemente no saben qué hacer! Ellos están perdidos respecto a cómo enfrentar y resolver correctamente los retos, las dificultades y los problemas que encaran en sus vidas personales.

¿Cómo, entonces, podrán ellos resolver los mucho más complejos problemas que sepultan a la civilización hoy? Ellos no pueden. Las soluciones nacidas del razonamiento humano siempre generan más problemas. Aprenderemos por qué.

Buscando la paz a ciegas

Nada puede ser entendido o logrado sin el conocimiento apropiado. Aún algo tan simple como cambiar un neumático requiere “saber cómo”. Sin el conocimiento correcto, la humanidad queda completamente sin poder — absolutamente indefensa — ante sus problemas. Puesto que el hombre ha rechazado la fuente del conocimiento correcto, él está rodeado por terribles problemas.

Considere solamente un problema mundial que se ha opuesto abiertamente a todas las soluciones ideadas por hombres a lo largo de la historia registrada: encontrar la paz. El hombre, literalmente, se ha excluido a sí mismo del conocimiento que habría hecho esto posible. Solamente vea los titulares de los diarios. La guerra parece controlar al planeta en todas partes del mundo.

Esto es porque los gobiernos de hombres simplemente no funcionan. Ellos jamás han tenido éxito en encontrar soluciones permanentes a los problemas de la civilización. Ellos carecen del conocimiento esencial necesario para resolverlos. Ellos no tienen las respuestas a las más grandes preguntas de la humanidad. El hombre, por sí mismo, no entiende el camino hacia la paz — o, en ese asunto, el camino a la abundancia, la felicidad, la salud y la prosperidad. Los más grandes pensadores, líderes, educadores y científicos han fallado miserablemente en su búsqueda por la paz sobre la Tierra. Dios aún no le ha revelado a la humanidad, como un todo, cómo alcanzar la solución a la guerra.

¿Es sorpresa que Dios inspirara al profeta Oseas a registrar: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio” (Oseas 4:6)? La humanidad podía haber sabido, entendido y tenido acceso a un conocimiento mucho más importante y vital acerca de cómo vivir, pero eligió rechazarlo. Como resultado, Dios rechazó — cortó — al hombre del acceso a Él. Y esto corta a los hombres de las propias soluciones a los terribles y cada vez peores problemas que ahora tienen.

¿Vida o muerte?

Su existencia humana es literalmente un asunto de vida o muerte. Jesús dijo: “…yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10). No obstante, Pablo escribió: “todos pecaron” (Rom. 3:23) y “la paga del pecado es muerte” (Rom. 6:23). Recuerde, los seres humanos no tienen almas, ellos son almas (Gén. 2:7).

El hombre no está dirigido naturalmente hacia la vida eterna, sino, en cambio, ¡hacia la muerte!

Los seres humanos viven aproximadamente de 70 a 80 años, y en algunas partes del mundo mucho menos. Unos pocos se las arreglan para vivir más que esto, pero eventualmente todos mueren. No obstante, jamás fue el propósito original de Dios que esto fuera así. Dios quiere que nosotros experimentemos vida por toda la eternidad.

Dios pretende que todos los seres humanos finalmente reciban Su Espíritu Santo. Él quiere que, eventualmente, éste entre a todas las mentes. Aprendamos más acerca de qué rol tiene este segundo componente espiritual en el proceso, y de cómo opera con el espíritu del hombre, descrito en el Capítulo Cinco. Primero revisemos lo que Pablo escribió: “El Espíritu [el Espíritu Santo] mismo da testimonio a nuestro espíritu [espíritu en el hombre], de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo” (Rom. 8:16-17).

Vimos que dos espíritus son descritos aquí. ¿Vio usted que el Espíritu de Dios trabaja “con” el espíritu humano para traer a los seres humanos a la salvación, como “coherederos con Cristo”? Fue este espíritu el que le fue ofrecido a Adán, ¡y él lo habría recibido de haber comido del árbol de la vida!

En I Corintios 2, Pablo también había dicho: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (I Cor. 2:14). Este es un versículo enormemente importante. Para los humanos sin el Espíritu de Dios simplemente no es posible entender el conocimiento espiritual — el entendimiento espiritual. Tales cosas solamente pueden parecer “locura” a una mente que no puede “discernir espiritualmente”. Sin importar cuán inteligente o talentosa pueda ser una persona, sin el Espíritu de Dios puede decirse que ésta tiene un I.Q. espiritual de ¡CERO! Ninguno de los problemas comunes a los individuos o naciones puede ser abordado y resuelto de manera apropiada sin la participación del Espíritu Santo trabajando en las mentes.

Aun el intentar decirles a las personas que ellas carecen de este componente espiritual es un ejercicio inútil si Dios no está abriendo sus mentes (Juan 6:44, 65). Esto parecerá locura para ellos, porque aun esta información es “discernida espiritualmente”. Y mientras más inteligente y autosuficiente sea la persona, probablemente más loco le parezca que le digan que su mente está incompleta.

Si Adán hubiera comido del árbol de la vida, él habría recibido el Espíritu de Dios. Él habría aprendido el camino del amor — el camino de “dar” — en vez del camino de “obtener”, practicado por este mundo. Recuerde, la Biblia enseña que “el amor es el cumplimiento de la ley” (Rom. 13:10), y que “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo” (Rom. 5:5).

Romanos 8:6 declara: “Porque el ocuparse de la carne [lo físico] es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz”. Si Adán hubiera recibido el Espíritu de Dios, él habría recibido vida inherente dentro de él. Él habría sido un “heredero” con Cristo, tanto como cualquier cristiano verdadero hoy. Él también habría conocido el camino a la paz.

Todo esto es conocimiento verdaderamente especial y extraordinario — desconocido para todos, excepto unos pocos esparcidos sobre la Tierra hoy. Esto simplemente no ha sido entendido ¡hasta nuestro tiempo!

¿Quién gobierna sobre la Tierra?

Regresemos momentáneamente al jardín. Satanás literalmente estaba asechando allí a los “bebés” Adán y Eva. Ellos fueron creados en el sexto día de la semana, viernes, descansaron en el día de reposo, sábado, y probablemente fueron seducidos por Satanás (Gén. 3:1-6) el domingo — a la edad de dos días.

Por supuesto, ningún niño de dos días de edad sabe cómo discernir el bien del mal. Adán y Eva solamente pensaron que habían crecido lo suficiente como para tomar sus propias decisiones. Como la mayoría de los niños hoy, esta pareja eligió no escuchar a su Padre, Dios. En cambio, ellos creyeron la mentira de Satanás respecto a que no “morirían”. Y, cortada de Dios por el pecado (Isa. 59:1-2; Jer. 5:25), la humanidad ha creído las mentiras del dios de este siglo desde la Creación. Bajo la influencia de Satanás, él ha practicado pecado y desobediencia a los mandamientos de Dios todo este tiempo. Luego, él ha tratado de curar y corregir todos los malos efectos, en vez de tratar la causa — el quebrantamiento de los mandamientos de Dios. Así, Dios está permitiéndole pacientemente al hombre que aprenda amargas lecciones. La vasta mayoría de quienes jamás han conocido la preciosa verdad de Dios, tienen que aprender que sus propios caminos ¡no funcionan!

Las iglesias del mundo engañadas

Dios se está reproduciendo a Sí mismo al poner un poco de Él en cada persona que Él engendra. A través del arrepentimiento y bautismo, uno recibe el don del Espíritu Santo (Hechos 2:38), después de haber sido llamado por Dios para heredar la promesa de la salvación (Hechos 2:39).

Pedro, el que habla en Hechos 2:16-17, se refirió al profeta Joel prediciendo un tiempo cuando Dios “derramaría [Su] Espíritu sobre toda carne” (Joel 2:28). Eso comenzó con el nacimiento de la Iglesia del Nuevo Testamento en Pentecostés del año 31 D.C.

Las iglesias de este mundo no entienden nada del verdadero camino hacia la salvación. Ellos ni siquiera comprenden qué es la verdadera salvación. Solamente la Iglesia que Cristo dirige (Efe. 1:22-23; Col. 1:18) entiende estos puntos. Jesús no vino a salvar al mundo ahora. Él jamás ha estado en la “campaña por salvar almas” que muchos han asumido.

El falso cristianismo de este mundo está cegado a la verdad y al plan de Dios. En vez de obedecer a Dios, millones han sido engañados hacia aceptar las ideas y tradiciones de hombres. Jesús dijo: “Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres” (Marcos 7:7-8).

Hemos visto que la naturaleza humana es hostil hacia Dios. Ésta odia la verdad, la ley, el gobierno, y el camino de Dios. Ésta no quiere ser gobernada por nada ni por nadie. Ésta quiere la libertad para seguir su propio camino — para creer sus propias ideas, costumbres y tradiciones — sin la interferencia de Dios.

Si alguien está interesado en obedecer a Dios, es solamente porque él ha sido “traído” (Juan 6:44) por el Espíritu de Dios y llamado (Mat. 22:14) a entender Su maravillosa verdad. Sus ojos son abiertos a este increíble potencial humano. Como resultado, él quiere vivir un camino de vida completamente diferente.

Juicio está ahora sobre la Iglesia, no sobre el mundo. Pedro escribió a la Iglesia: “Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios [la Iglesia]” (I Pedro 4:17). Eventualmente, el mundo entero aprenderá la verdad (Isa. 11:9), y todas las naciones tendrán acceso al plan de salvación. Pero ese tiempo aún no ha llegado para la humanidad en general. El punto central del plan de reconciliación, perdón de pecados, perseverancia, desarrollo del carácter y recepción del don de la vida eterna de Dios está enfocado ¡enteramente en la Iglesia en esta era!

Aquellos llamados en este tiempo deben vencer al diablo, los impulsos de este mundo y a su propia carne humana, tal como Cristo lo hizo, a fin de calificar para ser parte del pronto venidero reino de Dios — para poder gobernar con Cristo. Leímos anteriormente que ellos gobernarán con Cristo en Su trono (en Jerusalén), cuando Él llame a la humanidad a una oportunidad de salvación — cuando el diablo haya sido removido de su trono terrenal y lanzado al abismo donde estará “atado… mil años” (Apo. 20:2-3).

Los que sean llamados después — durante el milenio o el tiempo del juicio para todos los billones que han vivido — no tendrán que vencer ni al diablo, ni a los impulsos de este mundo. Sin duda, muy pocos de ellos se rebelarán contra Dios y rechazarán la salvación. Por supuesto, algunos pocos elegirán esto, y vimos que ellos serán destruidos en un lago de fuego líquido (II Pedro 3:10-12). Ellos serán convertidos en cenizas (Mal. 4:3) porque un Dios justo y misericordioso literalmente los “sacará de su miseria”. La Biblia describe ésta como la “segunda muerte” (Apo. 20:6), porque todos los seres humanos están “designados” a morir una vez, como resultado del pecado de Adán (Heb. 9:27; Gén. 2:17).

El Plan de Dios revelado a través de los Días Santos

Dios ideó un medio a través del cual Su pueblo jamás olvidara o malentendiera la verdad de Su Plan Maestro para salvar a la humanidad. Comenzando con el antiguo Israel, Él ordenó que siete festivales, o días de reposo anuales, fueran guardados cada año, como un tipo de ensayo de su propósito general.

El primer festival, el cual presenta el rol de Cristo como Salvador y Sumo Sacerdote, es la Pascua. Ésta es guardada cada año para conmemorar Su sacrificio y sangre derramada para el perdón de los pecados. Luego viene el segundo festival, los siete Días de Panes sin Levadura, ilustrando el hecho de sacar el pecado y el proceso de vencer.

Luego, el tercer festival, llamado la fiesta de Pentecostés (“Primicias” en el Antiguo Testamento), es guardada cincuenta días (Pentecostés significa contar cincuenta) después de que la gavilla mecida es cortada durante los Días de Pan sin Levadura. Hechos 2:1 muestra que la Iglesia del Nuevo Testamento inició en este día. Toda la Iglesia del Nuevo Testamento hasta el presente, con algunos pocos del Antiguo Testamento, conforman las primicias del plan de salvación de Dios (Santiago 1:18).

A principios del otoño del año vienen los últimos cuatro festivales, cada uno ilustrando importantes eventos adicionales en el Plan de Dios. La Fiesta de Trompetas es el cuarto festival, y el evento central que ésta ilustra es la Segunda Venida de Cristo. Luego, el quinto festival es el Día de Expiación e ilustra un tiempo cuando todo el mundo estará “a una” con Dios y Cristo, porque Satanás habrá sido atado. Y el sexto festival, la Fiesta de Tabernáculos (que también dura siete días), ilustra los últimos 1.000 años del Plan de Dios, cuando Cristo y los santos resucitados reinarán sobre la tierra. Es durante este tiempo que el árbol de la vida será puesto a disposición de todos aquellos quienes busquen y obedezcan a Dios.

Finalmente, el séptimo festival es el Último Gran Día. Éste ilustra el Juicio del Gran Trono Blanco, cuando el Libro de la Vida (Apo. 20:12) será abierto a todos los seres humanos que han vivido — desde el tiempo de Adán hasta el presente, a fin que todos reciban eventualmente una oportunidad de salvación.

Armados con este conocimiento general, los cristianos no son activistas — ni política, ni social, ni espiritualmente — como les es enseñado a muchos cristianos profesos, que luego piensan que pueden y deben “arreglar el mundo”. Ellos no tratan de “traer el reino” a través de esfuerzos humanos. ¡Ellos saben que solamente Dios puede traer Su reino a la Tierra! Si los hombres pudieran lograr esto, sería el “reino de hombres” y no el reino de Dios.

Los verdaderos siervos de Dios viven con el conocimiento de cómo el verdadero evangelio del reino de Dios trae consigo el camino a la paz mundial, la felicidad, la salud y la prosperidad universal. Ellos entienden la certeza de que el reino de Dios vendrá a resolver TODOS los problemas más difíciles del mundo.

Los verdaderos cristianos saben lo que le espera a la civilización — incluyendo tanto las malas noticias a corto plazo como las buenas noticias a largo plazo. Ellos entienden la profecía y no toman los asuntos en sus propias manos, buscando así neutralizar el propósito de Dios, el cual es mostrarle al hombre que él es absolutamente incapaz de gobernarse a sí mismo o de resolver sus problemas ¡sin el Espíritu Santo!

Peligro de extinción acortado

Malestar e incertidumbre están creciendo alrededor del mundo. Más y más se preguntan ahora: ¿”Qué está sucediendo? ¿Hacia dónde va todo?”. Los problemas se tornarán tan severos que pronto llegaremos al tiempo descrito en Mateo 24:21-22. En este capítulo, Cristo estaba describiendo condiciones justo previas a Su Regreso, cuando Él declaró: “porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo [dejado vivo]; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” (Mat. 24:21-22).

¿Cuán miserablemente está fallando el hombre en sus esfuerzos por resolver sus problemas? Tan miserablemente que, sin la intervención de Dios Todopoderoso en los asuntos de los hombres, toda la vida humana sobre la Tierra pronto sería borrada — ¡exterminada! Contaminación, escasez de alimento y agua, enfermedades y el uso de armas de destrucción masiva llevarían a la humanidad a la extinción. Misericordiosamente, Dios no permitirá que los eventos lleguen tan lejos. Su gran propósito y plan está trabajando precisamente a tiempo hacia un final feliz y pacífico — ¡la resolución de todos los problemas de la humanidad!

Pero, por ahora, el punto principal de Dios está sobre Su Iglesia — la verdadera Iglesia — sobre aquellos a quienes Él ha llamado y en quienes ha inyectado Su Espíritu Santo y conocimiento especial.

Capítulo Siete — Dónde y porqué la verdadera Iglesia de Dios

Recuerde una vez más la promesa de Cristo: “edificaré mi Iglesia” (Mat. 16:18). Sin importar cómo lo interpreten los hombres, este versículo habla de ¡una única iglesia! Cristo continuó: “y las puertas del hades [el sepulcro] no prevalecerán contra ella”. Él prometió que Su Iglesia jamás podría ser destruida.

Más de 2.000 diferentes organizaciones religiosas que se profesan cristianas han sido “edificadas” por hombres, solamente en los Estados Unidos. Una nueva es iniciada cada tres días. Los estimados colocan el número de cristianos profesos cerca de los 2 billones. Aunque la asistencia a la iglesia parece estar aumentando, no está aumentando con tanta rapidez como la confusión que rodea a la pregunta de cuál es la iglesia correcta.

Aunque se ha dicho: “no pueden estar todas equivocadas”, es más correcto decir: “no pueden estar todas correctas”. Si Cristo edificó Su Iglesia como Él dijo, entonces ésta puede ser encontrada en alguna parte de la Tierra hoy — y es la única Iglesia correcta. Pero debemos preguntar: ¿Cómo la encontramos — qué buscamos — cómo la identificamos — cómo sabemos si la vemos?

Mi madre me exigía que leyera muchos libros mientras crecía. Pasé muchos veranos leyendo su asignado “libro semanal”. Yo disfruté muchos de ellos y estoy agradecido porque ella hiciera esto. En ocasiones, quizás dos o tres veces, tomé la Biblia e intenté leerla. Pero nunca llegué lejos, porque ésta no hacía sentido para mí.

A pesar de esta falta de entendimiento, al cumplir dieciséis años, fui “confirmado” en la iglesia en la que había nacido. Recuerdo haber tenido que presentarme brevemente frente a un panel de “diáconos” para responder un par de preguntas muy simples, las cuales ya no recuerdo. Lo que sí recuerdo es haber hecho una especie de afirmación general acerca de esta denominación, pero también recuerdo que no estaba preocupado en lo más mínimo respecto a si estaba o no en la iglesia correcta, o si estaba cumpliendo la definición bíblica de un cristiano.

Ninguna de estas preguntas me interesaba, ni remotamente. Sí creía vagamente que Dios existía, pero Él no era real para mí. Yo ciertamente jamás había intentado construir una relación personal con Él o encontrar Su verdadera Iglesia. Yo no oraba ni estudiaba Su Palabra para guía o para instrucción doctrinal. Estas preocupaciones no entraron a mi mente sino hasta un año y medio después, en 1966, cuando escuché una voz en la radio que me introdujo a la declaración de Cristo en Mateo 16:18. Yo comencé a preguntarme dónde podría encontrar esta Iglesia verdadera. Inmediatamente me di cuenta que ésta debía existir porque, a través de un estudio básico que comenzó en aquel tiempo, llegué a entender la promesa de Cristo respecto a que no solamente existiría, sino que no podría ser destruida.

Tradiciones de hombres

Recuerde que Cristo dijo: “Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres” (Mat. 15:9). En el relato paralelo de Marcos para esta declaración, Él continuó: “Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición” (7:9).

El cristianismo del mundo está lleno de tradiciones. Una de las más grandes es la visión tradicional de la Iglesia del Nuevo Testamento. La mayoría de ministros, teólogos y religiosos definen típicamente a la iglesia de esta forma: “Todos aquellos quienes sinceramente creen en Jesucristo como su Salvador conforman la Iglesia”. Esto es frecuentemente seguido por la familiar declaración: “Hay muchos caminos hacia el cielo” o “Hay muchos rayos en la rueda de la salvación”. Aunque la Biblia no enseña que el cielo es la recompensa de los salvos, la clara implicación de estas afirmaciones es que las personas pueden creer lo que quieren, o ser parte del grupo que elijan, y aún así ser cristianos. Aunque muchas personas pueden creer sinceramente estas ideas tradicionales, ¡ellas están sinceramente equivocadas!

Mi investigación me llevó a una prueba absoluta de dónde estaba la Iglesia que Jesús prometió edificar. Aprendí que esta Iglesia podía ser cuidadosamente rastreada a lo largo de casi 2.000 años de la historia del Nuevo Testamento. Yo quedé absolutamente asombrado. No podía creer que la Biblia fuera tan clara en un tema que confunde a tantos.

La Biblia declara: “pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos [el contexto muestra que esto se refiere a todas las congregaciones de la verdadera Iglesia, no a todas las organizaciones de hombres]” (I Cor. 14:33).

La Iglesia de Dios (compuesta de muchas congregaciones de santos) había de reflejar paz — no confusión. Usted no necesita estar confundido acerca de la identidad de la verdadera Iglesia. Dios inspiró a Pablo a escribir: “Examinadlo todo; retened lo bueno” (I Tés 5:21). Aunque esto obviamente se refiere a los asuntos bíblicos (no qué tipo de auto conducir o qué casa comprar), ¡sí dice que “TODAS las cosas” no “algunas cosas” deben ser probadas! Ciertamente, Dios no excluiría algo de tal magnitud — de tan vital importancia — como el tema de dónde se encuentra Su verdadera Iglesia. ¡Él jamás les diría enfáticamente a las personas que probaran cosas que no pueden ser probadas!

Mientras más estudiaba las otras doctrinas de la Biblia, más aprendía que las iglesias de este mundo estaban equivocadas — ¡virtualmente en todo! Una clara escritura tras otra contradecía a cada idea tradicional “cristiana” que me había sido enseñada. Quedé asombrado — de hecho estupefacto — al ver cuán fácil era encontrar pruebas directas, claras e innegables de que aún las tradiciones más populares de las grandes denominaciones no estaban basadas en la Biblia — ¡en absoluto!

Cada vez que estudiaba una doctrina bíblica — salvación, bautismo, quién y qué es Dios, el evangelio, muerte e infierno, ley y pecado, gracia, nacer de nuevo, el día de reposo cristiano, el verdadero origen de los supuestos festivales “cristianos”, dónde se encuentran hoy las tribus modernas de la antigua Israel, la secuencia de los eventos proféticos que preceden al Retorno de Cristo, y mucho más — ¡yo ganaba pruebas innegables de lo que la Biblia enseña en realidad! Yo estaba emocionado y fascinado. Encontré que las iglesias de este mundo estaban, casi invariablemente, confundidas en todos estos y en muchos otros puntos de la enseñanza bíblica. Vine a comprender que debía haber una iglesia que creyera y practicara correctamente todas las doctrinas de la Biblia.

Aprendí que esta Iglesia existía, y que la prueba que la identificaba y la apartaba de todas las iglesias de la corriente principal del cristianismo reconocido no era diferente de la prueba de otras doctrinas bíblicas. También aprendí que el espectro de la prueba — el completo volumen de hechos — era vasto, casi abrumador en cantidad.

Una “manada pequeña” perseguida

Al hablarles a Sus discípulos acerca de la importancia de buscar el reino de Dios, Cristo dijo: “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino” (Lucas 12:32). De ninguna manera podrían las iglesias compuestas por millones, sin mencionar un total de dos billones, ser consideradas una “manada pequeña”. Así que la pequeña Iglesia de Cristo no sería fácilmente visible.

Cristo entendió que Su Iglesia — Su manada pequeña — sería perseguida y despreciada por el mundo. Justo antes de Su crucifixión, Él advirtió: “Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán” (Juan 15:20). En el versículo previo, Jesús les recordó a Sus discípulos: “yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece”. Cristo fue perseguido, hasta el punto de la horrible crucifixión después de una noche de tortura brutal. Por tanto, la Iglesia verdadera también podía esperar ser perseguida — ¡y aborrecida! Aquellos en ella no son “del mundo”. El mundo siente esto y los odia por ello (Rom. 8:7). Cristo usó a Pablo para registrar: “Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (II Tim. 3:12). ¡La palabra “todos” significa lo que dice!

Considere lo que recién hemos discutido. ¿Cuántas iglesias puede usted mencionar que sean pequeñas, perseguidas, no de este mundo — y hasta aborrecidas por ello? Piense acerca de aquellas con las cuales usted está familiarizado. ¿Encaja alguna en esta descripción?

¡Seguramente no muchas!

La importancia del nombre de la Iglesia

Las iglesias del mundo tienen una variedad de nombres diferentes, los cuales son derivados de varias maneras. Éstas incluyen las doctrinas particulares que enseñan, los nombres de los hombres quienes las fundaron, el tipo de gobierno eclesiástico inventado por el hombre que siguen, su ubicación, o el espectro y tamaño que pretenden, tal como universal o católica, donde esta última ha de considerarse como global.

En la noche de Su traición, Cristo oró por Su Iglesia. He aquí lo que Él dijo: “Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros. Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre…Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17:11-12, 14-17).

Estos son doce lugares separados donde el Nuevo Testamento registra que la verdadera Iglesia ha sido guardada en el nombre del Padre — Dios. Cinco se refieren a la Iglesia entera, o el cuerpo de Cristo como un todo. Otros cuatro hablan de una congregación local específica, aunque usa el mismo término “Iglesia de Dios”. Esto puede referirse a la Iglesia de Dios en Judea o Corinto, etc. Tres referencias más hablan colectivamente de todas las congregaciones locales individuales combinadas. Todas estas referencias usan el término “Iglesias de Dios” (Hechos 20:28; I Cor. 1:2; 10:32; 11:16, 22; 15:9; II Cor. 1:1; Gál. 1:13; I Tim. 3:5, 15; I Tés 2:14; II Tés 1:4).

En la era moderna, por razones corporativas, la Iglesia puede usar un nombre descriptivo adicional para distinguirse de otras “Iglesias de Dios” — aquellas que solamente se apropian del nombre de Dios, pero no obedecen Sus mandamientos, ni creen Sus verdaderas doctrinas o hacen Su Obra. Herbert W. Armstrong, el líder del siglo XX de la Iglesia, eligió el nombre Iglesia de Dios Universal y antes de eso, Iglesia de Dios de la Radio. Nosotros hemos elegido el nombre La Iglesia de Dios Restaurada.

Justo como varias denominaciones de la corriente principal pueden tener algunas pocas doctrinas correctas mezcladas con mucho error, algunas se apropian para sí el nombre de la Iglesia de Dios. Este libro explicará más adelante por qué algunas pocas iglesias pueden incluso tener una cantidad significativa de verdad, pero eligen aceptar una variedad de doctrinas falsas. Solamente una iglesia en la faz de la tierra tiene el nombre correcto ¡y enseña todas las muchas doctrinas verdaderas adicionales que la Biblia enseña! Leímos cómo oró Cristo en Juan 17: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”. ¡La Iglesia que Cristo usa, dirige y guía es santificada — apartada — por su creencia en la plena verdad de la Palabra de Dios!

A manera de repaso, además de llevar el nombre “Iglesia de Dios”, hemos visto que la verdadera Iglesia ha salido del mundo, es pequeña y perseguida, hasta el punto de ser aborrecida. Esta Iglesia también es apartada del mundo por sus creencias y prácticas — ¡las cuales están en completo acuerdo con la verdad de la Biblia!

Unificada a través de la Palabra de Dios

Los hombres tienen sus propias definiciones diferentes de lo que realmente es la Iglesia, pero solamente la definición de la Biblia — la definición de Dios — importa. Léala para usted. Pablo escribió a Timoteo, el evangelista: “para que… sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad” (I Tim. 3:15). Al final, ninguna otra definición, inventada por hombres, es aceptable. Esta definición de la verdadera Iglesia que Cristo edificó nos guiará a lo largo del resto de este capítulo. La Iglesia de Dios tiene y enseña “la verdad”.

Hemos discutido cómo las iglesias de este mundo están en confusión, divididas por infinitos desacuerdos respecto a doctrina y práctica. Amós 3:3 pregunta: “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?” y la respuesta es ¡NO!

Las iglesias del mundo no practican el principio de “no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios” (Lucas 4:4), exactamente como está escrito. En cambio, puesto que ellos siguen las muchas y diferentes tradiciones de hombres, infinitos desacuerdos separan, dividen y crean más y más iglesias de hombres. Ellos generalmente no “andan juntos”, porque ellos no están “de acuerdo” — ¡ni unos con otros, ni con Dios!

La Iglesia de Dios es diferente. Muchos versículos del Nuevo Testamento muestran que la Iglesia que Cristo edificó está unificada — con todos sus miembros y congregaciones andando juntos en completo acuerdo unos con otros, y con Dios y Cristo.

Un punto importante, que demuestra la unidad de la verdadera Iglesia, emerge de la oración de Cristo en Juan 17, en la noche de Su traición. Él oró: “Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados [apartados] en la verdad… para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado” (Juan 17:19, 21-23).

¡Estas son declaraciones poderosas! Cristo pretendía que Su Iglesia estuviera unificada — “una” — ¡no menos de lo que eran Él y Su Padre! No hay lugar para desacuerdo en una Iglesia que está así de unificada. Estos versículos describen una perfecta unidad a través de la verdad — el mismo tipo de unidad que el Padre y Cristo gozan. Es este tipo de unidad el que les permite a los verdaderos cristianos estar “en” ellos — estar en Cristo y el Padre (Juan 17:21).

Aún en el Antiguo Testamento, David fue inspirado a registrar: “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!” (Sal. 133:1).

Ahora debemos examinar varios pasajes del Nuevo Testamento para ver si, de hecho, este tipo de maravillosa unidad era apreciable después de que la Iglesia del Nuevo Testamento se formara. ¿Enseñaban y administraban los verdaderos siervos de Dios este tipo de acuerdo?

En el día de Pentecostés, reunidos “unánimes” (Hechos 2:1), cuando la Iglesia del Nuevo Testamento comenzó a existir, 3.000 convertidos fueron bautizados. Ellos formaron el propio inicio de la edificación de Cristo de Su Iglesia. La primera descripción dada fue: “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión” (Hechos 2:42), “…Todos los que habían creído estaban juntos (Hechos 2:44) y “perseverando unánimes cada día en el templo… comían juntos con alegría y sencillez de corazón” (Hechos 2:46).

A partir de estos versículos, vemos claramente que la Iglesia que Cristo edificó comenzó en unidad — ¡en acuerdo! — sobre la doctrina y junta. Ahora el versículo 47: “Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos” (Hechos 2:47). En la Iglesia a la que el verdadero Jesucristo guía y dirige, Él es el Ser que añade a ella, ¡edificándola!

Pablo enfatizó unidad

Mucho puede aprenderse al examinar las instrucciones de Pablo a varias congregaciones que él estaba supervisando.

La congregación de Corinto tenía muchos problemas — incluyendo terrible división y falta de unidad. Pablo los amonestó fuertemente a dejar de recibir otras doctrinas y a dejar de tener favoritismos con los ministros. Note: “Os ruego, pues, hermanos… que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer… Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas [Pedro]; y yo de Cristo. ¿Acaso está dividido Cristo?” (I Cor. 1:10, 12-13).

No pierda la intención de este pasaje. Pablo fue inspirado a describir, en cinco maneras diferentes, cuán completamente unificado y de acuerdo debía estar todo el pueblo de Dios en toda era. Y estos versículos no pueden ser “espiritualizados” por engañosos razonamientos humanos.

Más adelante, en la misma carta a Corinto, Pablo registró que la Iglesia tenía muchos miembros (hermanos) separados; no obstante era como varias partes de un cuerpo humano, en el sentido que estos miembros estaban conectados. Estudie cuidadosamente el capítulo 12. Los versículos del 12 al 14 declaran: “Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo…Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos” (I Cor. 12:12-14).

El contexto usa la analogía de manos, pies, ojos, orejas, y la boca para mostrar cómo diferentes partes del cuerpo humano están conectadas dentro de la misma persona. Pablo continúa: “Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso. Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo” (I Cor. 12:18-20).

Estos versículos tampoco pueden ser “espiritualizados” por razonamiento humano. Ellos no describen un supuesto “cuerpo” amorfo, desconectado y “espiritual” de personas y organizaciones en desacuerdo a lo largo del cristianismo profeso. Cualquier pie, ojo u oído que sea quitado del cuerpo humano ¡muere! Ninguna parte mutilada puede vivir por mucho tiempo sin provisión de sangre y el tejido conectivo necesario para asegurarla al cuerpo. Dios creó el cuerpo humano, así que Él obviamente entiende la analogía que Él inspiró. Regresaremos a esto momentáneamente.

Para más prueba del significado de cuerpo, considere dos escrituras adicionales, escritas a dos congregaciones separadas bajo el liderazgo de Pablo.

Note su declaración a la congregación colosense: “y él [Cristo] es la cabeza del cuerpo que es la iglesia” (Col. 1:18). ¡La definición bíblica del cuerpo de Cristo es la misma que la Iglesia! Pablo amonestó a los colosenses a estar “unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento” y “arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados” (Col. 2:2, 7). No hay malentendido en la unidad total que Pablo describe aquí. Los hermanos caminan “unidos”, arraigados al “entendimiento” que les “ha sido enseñado”.

Ahora vea su instrucción para la congregación de Éfeso. Hablando de lo que Dios colocó bajo el control de Cristo, Pablo escribió: “y lo dio [a Cristo] por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo” (Efe. 1:22-23). En el capítulo 4, Pablo amonestó a los efesios a estar “solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo [Cristo], y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre” (Efe. 4:3-6). Una vez más, no debe haber confusión en la unidad general y el acuerdo que este pasaje exige del pueblo de Dios. Recuerde cómo Cristo oró por este tipo de unanimidad y unidad.

Unos pocos versículos después, Pablo describió la importancia de un ministerio fiel, trabajando activamente con, y enseñando a la Iglesia de Dios. Lea cuidadosamente y entienda el siguiente pasaje, largo e importante: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” (Efe. 4:11-16).

La Iglesia es el Cuerpo de Cristo y, como su Cabeza, Él la gobierna, dirige y edifica, añadiendo a ella diariamente. Estos versículos la describen como unificada tanto en verdad doctrinal como en amor. En frase tras frase, este pasaje demuestra que la Iglesia completa (“todo el cuerpo” y “cada miembro”) debe estar caminando unido en completo acuerdo doctrinal bajo la autoridad de Cristo. Y Él obra a través de Sus verdaderos ministros para guardar a la Iglesia de fluctuar entre “todo viento de [otra] doctrina”.

Ahora considere la admonición de Pablo a la congregación filipense: “…firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio, y en nada intimidados por los que se oponen” (Fil. 1:27-28). Y “completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa” (Fil. 2:2). ¡Estos pasajes enseñan que la completa unidad en la Iglesia es la única condición aceptable para Dios!

La congregación local romana estaba experimentando un problema con falsas doctrinas que estaban entrando a la Iglesia. Note cómo instruyó Pablo que afrontaran esto: “Mas os ruego, hermanos, que os fijéis [tomar nota de] en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas… con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos” (Rom. 16:17-18).

Protegiendo la unidad

Este es lenguaje fuerte. Pero demuestra cuán importante es para Dios que Su pueblo no se aparte de la verdad hacia enseñanzas y tradiciones hechas por los hombres.

Pedro también enseñó la importantísima necesidad de unidad y unanimidad en la Iglesia. Él escribió: “Mas vosotros sois [un] linaje escogido, [un] real sacerdocio, [una] nación santa, [un] pueblo adquirido por Dios” (I Pedro 2:9). Las cuatro frases en este versículo están en singular — lo cual significa uno, no varios de los términos referidos. Por ejemplo, si una nación se divide en varias naciones, nadie la consideraría una nación singular — serían múltiples naciones, y no “una” nación. Lo mismo es verdad de la Iglesia de Dios.

¡Hay solamente una!

Además, Cristo mismo enseñó esto en el tema de la unidad en la Iglesia: “Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá [sobrevivirá]” (Mat. 12:25). Recuerde que Pablo preguntó en I Corintios 1:13: “¿Está Cristo dividido?”. Esta es la respuesta DE CRISTO. Su instrucción es aún más fascinante cuando el lector considera que ¡Él está describiendo el reino de Satanás en este relato! ¡Jesús enseñó que aún el diablo es lo suficientemente listo para saber que su reino no puede estar dividido y sobrevivir! Seguramente, el gran Dios del cielo y Jesucristo son, al menos, tan inteligentes como Satanás el diablo. Por supuesto, ellos son ¡infinitamente más sabios! Ambos entienden que su Iglesia tampoco puede estar dividida y esperar sobrevivir (“permanecer”).

Advertencias a la Iglesia

Después de la muerte de los apóstoles originales, la gran y falsa iglesia universal entró y destruyó grandemente la Iglesia visible. A causa de persecución, frecuentemente incluyendo amenazas, aprisionamiento, tortura y muerte, muchos cedieron y se apartaron de la verdad del Camino de Dios, y por tanto de la Iglesia. Este período frecuentemente es llamado “El Siglo Perdido”. No obstante, como Cristo prometió, Su Iglesia siempre ha sobrevivido. Ésta jamás ha desaparecido completamente o ha sido destruida — aunque ciertamente sí ha permanecido como una “manada pequeña” que ha guardado Su Palabra, y la Iglesia que siempre ha sido guardada en el nombre de Dios.

Pedro advirtió: “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas” (II Pedro 2:1-3).

Antes de su muerte, Pablo les advirtió explícitamente a los ancianos efesios que entendieran lo que sucedería después de que él partiera. Note: “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor… Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos” (Hechos 20:28-30). La historia registra que esto fue exactamente lo que sucedió durante (y después de) El Sigo Perdido.

Leímos que Cristo prometió que cuando los falsos líderes, a quienes Él se refiere en Juan 10 como “ladrones y salteadores”, han podido entrar a la Iglesia “las ovejas oyen Su voz [la de Cristo]: y a sus ovejas llama por nombre, y las saca”. Su voz es claramente definida en la Escritura como “la verdad” (Juan 18:37).

Él continuó en Juan 10 para añadir: “va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños” (Juan 10:3-5). Cristo continúa describiendo a ciertos ministros: “Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas” (Juan 10:13). Esta sobresaliente promesa muestra que Cristo jamás abandonará a Sus ovejas y que siempre protegerá a aquellos quienes escuchan Su voz ¡y voluntariamente le siguen cuando están en peligro de falsas doctrinas!

La Iglesia de Dios no se compromete ni siquiera en una de Sus verdaderas doctrinas. Justo como Cristo predijo, es una “manada pequeña”, aborrecida y perseguida que Dios ha guardado en Su nombre. Está haciendo la Obra de Dios — llevando el verdadero evangelio del reino de Dios al mundo antes de que la era termine. Sus frutos son evidencia de las bendiciones de Dios. Ésta está creciendo y tiene miembros esparcidos en países alrededor del mundo. El hecho que usted esté leyendo este libro significa que usted ha entrado en contacto con ella — tal como yo fui privilegiado al entrar en contacto con la verdadera Iglesia y aprender la verdad por primera vez en 1966.

La Iglesia es un cuerpo organizado

Dios quiere que Sus hijos entiendan Su propósito. Él ha dado una analogía básica que es fácil de captar. Él compara a Su única Iglesia — Su verdadera Iglesia — con el cuerpo humano. Recién leímos que: “así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo…” (I Cor. 12:12-13).

Colosenses 1:18 y Efesios 1:22-23 revelaron que “cuerpo” significa la Iglesia. Hay solamente una Iglesia y, como en el cuerpo humano, todas las partes están conectadas. La cabeza, los ojos, los oídos, los dedos, los brazos y las piernas son partes diferentes pero integradas del cuerpo humano.

Note, una vez más, lo que Pablo añadió en el capítulo 12: “Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros…” (I Cor. 12:27-28). La Iglesia está organizada, estructurada — ¡y tiene el gobierno de Dios!

Plan de Dios, matrimonio y familia — la Iglesia

A lo largo del Nuevo Testamento, Dios se ilustra a Sí mismo como un Padre con muchos “hijos” — aquellos de Su Iglesia. Cristo continuamente se refirió a la otra Persona en la Deidad como “Padre”. Él entendió que Él era un “Hijo”. Ahora que Cristo, ya no de carne (Rom. 1:1, 3), ha sido resucitado de los muertos, Él se ha convertido en un Hijo divino (Rom. 1:4; Heb. 1:8). Lea cuidadosamente Romanos 1:1-4 para ver que Cristo era, de hecho, un descendiente de David — un humano carnal — a través de Su madre.

Cristo tuvo una madre humana, María. Él tuvo un Padre Espiritual. (Por supuesto, José no fue Su padre real).

¡Piense por un momento! Dios engendró a Cristo en el vientre de una mujer humana. Esto es una declaración extraordinaria de entender. Capte lo que significa: La especie Dios (el Padre) se reproduce como cualquier otra especie. Dios seleccionó a una virgen humana (una hecha en “Su imagen y semejanza”) para que llevara a Su Hijo. No obstante, esto en ningún sentido fue “impropio”, porque Dios no se estaba reproduciendo fuera de Su propia especie. Recuerde, Dios ordenó que todos los animales y humanos — todas las cosas vivientes — se reprodujeran según “su género” (Gén. 1:25). El engendramiento (espiritual) de Cristo en un humano (físico) desafía cualquier otra explicación.

Después de Su muerte y Resurrección, y Su regreso a ser Espíritu, Cristo se convirtió en el “[Hijo] primogénito de entre los muertos” (Col. 1:18). Él experimentó un segundo nacimiento entre la Familia de Dios — a través de una Resurrección. Romanos 1:4 dice que Cristo fue “Hijo de Dios… por la resurrección de entre los muertos”. Esto es lo que hizo a Cristo un Hijo. Y representa cómo son salvos los seres humanos.

Muchos versículos muestran que Cristo es Dios. Él es un Hijo divino, un miembro de la Familia divina de Dios. Hebreos 1:8 hace esto claro. Allí, el Padre se refiere a Su Hijo — Cristo — como Dios. Note: “Tu trono, oh Dios [Cristo], por el siglo del siglo” (Heb. 1:8). Capte estos versículos. Cristo es un Hijo nacido a través de resurrección de los muertos.

Atemos este entendimiento directamente a la Iglesia.

Cristo ha de casarse con la Iglesia

¿Cuál es el destino final de la Iglesia? Exactamente, ¿qué sucede inmediatamente después de la resurrección de los muertos? La respuesta es sorprendente. Pero primero debemos definir exactamente quiénes y qué son los miembros de la Iglesia.

Regrese a Romanos 8 y ahora lea el versículo 9: “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él” (Rom. 8:9). Para ser un cristiano, se debe tener el Espíritu de Dios. Es así de simple.

Recuerde que I Corintios 12:13 reveló que todos los miembros de la Iglesia están “bautizados en un cuerpo”. Bautizado significa inmerso, puesto entre. Por tanto, un cristiano es puesto dentro de la Iglesia de Dios a través de recibir el Espíritu Santo. Este Espíritu lo hace un hijo engendrado. Aquellos sin el Espíritu de Dios, sin importar su afiliación a una iglesia o denominación, “no son de Él”.

Hemos visto que todos los engendrados espiritualmente se convierten en “herederos” de salvación (Rom. 8:17).

Pero hay más conocimiento importante por entender. Éste está atado directamente al propósito del matrimonio y la familia humana. La manera en que el esposo ama, trabaja con, y dirige a su esposa pretende ser un reflejo del liderazgo de Cristo sobre Su Iglesia. El Nuevo Testamento de hecho identifica a la Iglesia como la Novia prometida de Cristo. Muchos versículos revelan esto.

Primero, note el siguiente paralelo entre Cristo y Su Iglesia, y los esposos humanos con sus esposas: “porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia… a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha” (Efe. 5:23, 27).

La Biblia revela que la relación del esposo convertido con su esposa es un paralelo de ¡la relación de Cristo con la Iglesia! Cristo trabaja con Su Iglesia de la forma en que los esposos han de trabajar con sus esposas. Él pretende “presentársela [la Iglesia] a Sí mismo”, en una ceremonia de matrimonio, sin mancha ni arruga. Pero este matrimonio solamente es alcanzable para aquellos que están aprendiendo las lecciones de esta vida — aquellos quienes ganan experiencia a través de sufrimiento y de edificar carácter ¡ahora!

Después que Cristo regrese y restablezca el gobierno de Dios (Apo. 19:11-16), Él se convierte en Gobernante sobre todas las naciones de la Tierra, con Su Iglesia. Note: “El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos” (Apo. 11:15).

Pero esto no es todo. Inmediatamente a Su Regreso, he aquí lo que Cristo hace: “Y oí como la voz de una gran multitud… que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos. Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero…” (Apo. 19:6-9).

Por supuesto, el Cordero de Dios siempre ha sido Jesucristo (Juan 1:29, 36; Apo. 5:6).

Ahora comprenda plenamente este asombroso conocimiento: Cristo es Dios. Él es de la “especie Dios”. Justo como Dios y Cristo no podrían reproducirse fuera de su especie (Gén. 1:24-26), tanto como cualquier animal no podría reproducirse con cualquier otra especie, Cristo tampoco podría casarse fuera de la especie Dios.

A Su Regreso, en uno de los más asombrosos eventos en toda la historia, ¡Cristo se casará con Su iglesia! Esta es la plena verdad de la Palabra de Dios — ¡y usted recién la ha visto!

Cristo se casó con la antigua Israel

El pacto del Antiguo Testamento entre Cristo y la antigua Israel fue en realidad un acuerdo o pacto matrimonial.

En Jeremías 3:14, Dios le dijo a Israel: “yo soy vuestro esposo”. Aunque Él más adelante se divorció de ella (Jer. 3:8) por infidelidad, el matrimonio permaneció vigente hasta la muerte de Cristo.

El matrimonio de Cristo con, y su divorcio de, la antigua Israel siguieron la ley del Antiguo Testamento — vea Ezequiel 16:38 y Deuteronomio 24:1.

Ahora comprenda nuevamente que la antigua Israel era en realidad la Iglesia del Antiguo Testamento. Muchos lugares en el Antiguo Testamento se refieren a ella como la “congregación de Israel”. Hechos 7:38 se refiere a Israel como la “congregación en el desierto”. Estos términos significan lo mismo. La palabra “congregación” en Hechos 7:38, e “iglesia” en Mateo 16:18 son la misma palabra en griego.

El Nuevo Testamento es diferente, en el sentido que involucra promesas espirituales, las cuales tiene que ver con gracia, y no simplemente raza. Sin embargo, a los gentiles (aquellos de otras razas) les era permitido convertirse en parte de la antigua Israel, pero solamente con la condición de que guardaran las leyes, los estatutos y los juicios que gobernaban al país.

La Iglesia — Israel espiritual

Todos los matrimonios terminan cuando uno de los cónyuges muere. En el caso de la antigua Israel, su matrimonio terminó — ya no estuvo vigente — porque Cristo, a través de Su sacrificio, murió. Después de Su Resurrección, Cristo estaba ahora libre — apto — para volver a casarse.

La Iglesia del Nuevo Testamento hoy aún es Israel — solamente que ella es espiritual, no física, en naturaleza. Ella tampoco está confinada a una raza de personas en particular.

He aquí lo que Pablo escribió a la congregación efesia, la cual era casi completamente gentil: “Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne… En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel… Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo… Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios” (Efe. 2:11-13, 19).

El sacrificio de Cristo fue por el mundo entero (Juan 3:16). Esto incluye a los gentiles, quienes son la cantidad vasta y predominante de personas de la Tierra. La mayoría de israelitas físicos están, en este tiempo, y con el mundo, cortados de Dios por el pecado. Ellos aún no están incluidos en Israel espiritual — la Iglesia.

Los gálatas gentiles también entendían que ellos estaban incluidos dentro de Israel espiritual. Note: “Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham [Israel] sois [los gálatas gentiles], y herederos según la promesa” (Gál. 3:29). Los gálatas eran parte de Israel espiritual por gracia, no por raza. Romanos 11, versículos 25-26 en particular, explica esto en mayor detalle.

Hemos visto que toda la Iglesia (todos aquellos convertidos a lo largo de los pasados 6.000 años) ha de casarse con Cristo a Su Regreso y el establecimiento del reino de Dios. Mateo 22 muestra esto: “El reino de los cielos [reino de Dios] es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo” (Mateo 2:22). Dios es el “Rey” y Cristo es el “Hijo” en esta parábola.

Mateo 25 también describe este futuro matrimonio: “Entonces el reino de los cielos [de Dios] será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo… Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!… Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta” (Mat. 25:1, 6, 10).

La puerta “se cerró” porque algunos serán ¡dejados fuera! Habrá muchos hoy quienes estarán terriblemente decepcionados porque su ignorancia del Plan de Dios los excluirá (temporalmente para algunos y permanentemente para otros) de ser parte de la novia.

El estado del matrimonio en el mundo hoy está en confusión. Muchos eligen vivir juntos previo al matrimonio, o están rechazando del todo esta institución ordenada por Dios. Otros están persiguiendo matrimonio del mismo sexo, y otros “estilos de vida alternativos”. Todos estos pierden completamente el propósito supremo del matrimonio, revelado divinamente — ¡lo que éste pretende ilustrar!

Ciertamente, a nadie que rechace el gran significado trascendental y el propósito central del matrimonio le será permitido ser parte de la novia que se case con Cristo. ¡Eso se mofaría del propósito de Dios y recompensaría la rebelión!

Cristo edificó Su Iglesia

Dios llama a Su Iglesia, Su futura Novia, “un edificio” que está “bien coordinado” (Efe. 2:21). Cristo está, literalmente, “construyendo un edificio” que consiste de “piedras vivas [vivientes]” (I Pedro 2:5). Salmos 127:1 declara: “Si el Eterno no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican”. (Vimos que I Timoteo 3:15 llama a la Iglesia de Dios “la casa de Dios”). Cristo está continuando Su edificación de la Iglesia hoy, y usted ha entrado en contacto con ella.

Vimos que la verdadera Iglesia es ilustrada como un tipo de Jerusalén y como la Madre de todos los hermanos en la Iglesia (Gál. 4:26; Heb. 12:22-23). Como cualquier Madre, ella cuida de, y alimenta a, sus hijos. Hemos visto que la verdadera Iglesia también es ilustrada como una novia, que tiene profetizado casarse con Jesucristo a Su Retorno (Apo. 19:7-9). Ella es descrita como una que, en ese tiempo, ¡“se habrá preparado” para este maravilloso y glorioso evento!

¿Será usted uno que luche por “estar preparado”?

Finalmente, aún no hemos tratado el significado real de la palabra griega traducida como “iglesia” en el Nuevo Testamento. Esto necesita aclaración. La mayoría ha supuesto que significa un edificio o una organización, cuando no significa ninguna de las dos. La palabra “iglesia” es ekklesia, y significa “un llamado a salir”, especialmente como una congregación religiosa. Los cristianos, verdaderamente, son llamados a salir de este mundo — de sus caminos — sus costumbres — sus prácticas — sus tradiciones — su falso conocimiento — hacia la verdadera Iglesia y el verdadero compañerismo con Dios y Cristo (I Juan 1:3). Tome tiempo para saborear este maravilloso entendimiento.

Dios le dice esto a gritos a todas las personas, en todas partes: “Salid de en medio de ellos, y apartaos…Y yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso” (II Cor. 6:17-18).

Que Dios le ayude a salir de la Babilonia de este mundo (Apo. 18:4), ¡para que usted pueda calificar para gobernar con el todopoderoso Cristo viviente en el maravilloso y utópico nuevo mundo que está al frente!

Algunos pocos están eligiendo salir del mundo. Ellos están dispuestos a buscar a Dios con todos sus corazones. Éstos son aquellos llamados por Dios en este tiempo. Entendamos.

¿Está perdida la mayoría de las personas?

A la mayoría de los cristianos profesos les ha sido enseñado que Dios está tratando de salvar al mundo ahora. Este pensamiento dice algo así: Dios y el diablo están en guerra sobre el destino de la humanidad. Esto es visto como una lucha desesperada entre el bien y el mal — Dios y Satanás. Vimos que Apocalipsis 12:9 declara que Satanás ha engañado al mundo entero — y el cuadro de cómo Dios salvará eventualmente a la humanidad en su mayor engaño. Por supuesto, este cuadro sirve a Satanás, porque a él le encantaría que el mundo pensara que él es más poderoso que Dios.

Pongámoslo de otra forma: ¿Es hoy la única oportunidad que tienen todos los seres humanos de elegir o rechazar el cristianismo? ¿Deben todas las personas “decidir ahora” aceptar a Jesús como Señor y Salvador? ¿Es eso lo que la Biblia enseña? ¡La respuesta es un NO enfático! De ser , entonces Dios estaría fracasando miserablemente en Su batalla con el diablo por el control sobre el destino de todos los hombres. En otras palabras, Dios está “llamando” a toda la humanidad, ¡pero la mayoría no está respondiendo!

¡Considere! En 1920, cuando mi padre nació, había cerca de 2 billones de personas sobre la Tierra. Ahora hay cerca de 6.7 billones — y más cada día. Aproximadamente 2.2 billones, o un tercio, creen — en mayor o menor escala — en el nombre de Jesucristo. Esto representa un total que incluye cada clase concebible, de las más de 2 .000 formas diferentes del cristianismo profeso. Aproximadamente otro tercio de la humanidad ha escuchado de Cristo pero no lo ha aceptado y no clama seguirlo. Finalmente, el tercio restante de la población de la Tierra no sabe nada acerca de Cristo. Muchos en India, África, Japón, China y partes de Suramérica y el sudeste de Asia jamás han escuchado de Él. ¿Están ellos condenados a perderse, sin haber tenido jamás una oportunidad de entender lo que se perdieron, o por qué — sin oportunidad de ser “llamados”?

Al hablar del nombre de Cristo, la Biblia claramente dice: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12). Además, Romanos 10:13 declara que los hombres deben invocar este nombre para ser salvos. ¡Entienda! Es obvio que todos los que no se han rendido al Dios de la Biblia, ni han aceptado a Jesucristo como su Salvador, ¡ciertamente no son salvos! Incontables billones han muerto en esta condición. La mayoría asume que la única otra opción para éstos es que ellos se perdieron la salvación y que Dios planificó esto hace mucho para la vasta mayoría de los que han vivido.

Muchos no llamados

Una vez más, si la guerra es para “ganar almas para Cristo” casi febrilmente, como la mayoría de supuestos ministros cristianos lo ponen, entonces el diablo es mucho más fuerte y mucho más efectivo en su esfuerzo que Dios. Esta es la única otra posibilidad — a menos que haya una tercera categoría que contenga a la vasta mayoría de las personas. Pero debe ser una categoría que no ha sido reconocida. ¡La hay! — Dios simplemente no está llamando a las masas de la humanidad hoy.

La verdad es que Dios está llamando cuidadosamente a un selecto número a salir de las masas engañadas, a entender Su Plan y las verdaderas doctrinas de la Biblia. Pero hemos visto que Él está llamando ¡a unos pocos!

La propia definición de qué es la Iglesia del Nuevo Testamento obliga a una revisión del tema de ser “llamado”. Este capítulo — y el libro — no estaría completo sin un vistazo más cercano a qué significa ser “llamado”.

Muchos se preguntan naturalmente si están siendo llamados por Dios. ¿Cómo puede uno saber? ¿Son los sentimientos suficientes en un asunto tan vital? ¿Qué es un llamamiento? ¿Qué dice la Palabra de Dios? Usted necesita saber.

Llamados y elegidos de Dios

La Biblia sí habla claramente de aquellos quienes han sido llamados por Dios. Note lo que Pablo les dijo a los hermanos tesalonicenses: “Fiel es el que os llama [Dios]…” (I Tés 5:24). Como una advertencia a la congregación gálata, la cual estaba perdiendo de vista el verdadero evangelio, él dijo esto: “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente” (Gál. 1:6), y más tarde añadió: “Esta persuasión no procede de aquel que os llama” (Gál. 5:7-8). A la congregación corintia él escribió: “Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles” (I Cor. 1:26).

Cristo mismo habló, en muchas ocasiones, acerca del llamamiento cristiano. Usted puede estar familiarizado con Su declaración: “Porque muchos son llamados, y pocos escogidos”, la cual se encuentra tanto en Mateo 22:14 y 20:16. Más adelante, añadiendo significado a la segunda parte de esta frase, Él explicó esto a Sus discípulos: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros” (Juan 15:16), y luego “yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece” (Juan 15:19).

Al colocarlos juntos, estos pasajes explican que Dios está llamando a pocas personas — de hecho, muy pocas — a salir del mundo para Su propósito supremo. Aquellos quienes responden a Su llamamiento son entonces “escogidos”, procediendo a arrepentimiento, bautismo y conversión.

¿Qué acerca de usted?

Con el tiempo, muchos se encuentran a sí mismos aprendiendo cosas que jamás habían escuchado antes. Ellos descubren que hay un entendimiento correcto (verdadero) de las doctrinas de la Biblia, y que hay uno equivocado. Ellos llegan a reconocer que han entrado en contacto con entendimiento extraordinario, desconocido para todos a su alrededor. Ellos notan que la Biblia hace sentido — que no es tan difícil de entender como habían pensado previamente. Luego, sintiendo una creciente necesidad de actuar en base a lo que están aprendiendo, muchos se preguntan: “¿Estoy yo siendo llamado por Dios?”.

Algunas veces esta pregunta toma la forma de: “¿Estoy yo experimentando la ‘conversión’?”, o “¿Debería ser bautizado?”, o aún “¿He entrado en contacto con la verdadera Iglesia de Dios?”. En el mejor de los casos, la mayoría de las personas están inciertas de cómo responder estas preguntas básicas, y muchas no tienen absolutamente ninguna idea de cómo siquiera abordarlas.

Aclaremos, a partir de la Palabra de Dios, cómo saber si Dios le está llamando. Esto puede ser hecho simple, virtualmente imposible de malentender. Después de todo, esta pregunta es una de las más importantes que usted jamás enfrentará. ¡El entender apropiadamente su respuesta es de vital importancia para su vida!

Yo comencé a aprender la verdad de Dios cuando tenía 17 años de edad. Antes que Dios me llamara, yo no había conocido ni una sola de las verdaderas doctrinas de la Biblia. El proceso de llamamiento para mí comenzó cuando yo escuché la voz de un hombre llamado Herbert W. Armstrong, siendo transmitida desde Pasadera, California. Esto fue en 1966, y fue inmediatamente evidente para mí que estaba escuchando cosas de este hombre, las cuales yo JAMÁS había escuchado antes — y con claras pruebas bíblicas para respaldarlas. Recuerdo haber sido asombrado por cuán clara se hizo la Biblia —y cuán emocionante era estudiarla. Previo a esto — a lo largo del tiempo que asistí a una bien conocida y respetada denominación en mi juventud — siempre había encontrado la Biblia aburrida y difícil de entender.

Personas de todas las edades y antecedentes se confunden respecto a qué es exactamente un “llamamiento”. Muchos lo reducen a poco más que un sentimiento particular que viene sobre ellos, lo cual atribuyen a Dios. Millones en el mundo se sienten “llamados” — en algunos casos a la “iglesia”, en otros casos al “ministerio” o a “obras misioneras”, aún en otros casos a trabajar con niños, y aún en otros a servir en la profesión médica o incluso en la milicia. Ignorando lo que Dios dice, a muchas personas les queda confiar en simples sentimientos, asumiendo que sus vidas — y los caminos que eligen — son inspiradas divinamente. Tristemente, muchos jamás se enteran de que estos “llamamientos” no tienen nada que ver con seguir al verdadero Dios de la Biblia.

Un verdadero llamamiento de Dios es mucho más que un tipo de sentimiento abstracto que el razonamiento humano está demasiado feliz de concluir que es ¡“de Dios”!

Definiendo un verdadero llamamiento

En el relato del evangelio de Juan, vimos que Jesús declaró: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere…” (Juan 6:44). Diecinueve versículos después, Él repitió a Su audiencia: “Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre” (Juan 6:65). En el siguiente versículo, Juan registra que “desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él” (Juan 6:66).

Muchos de quienes escucharon la declaración de Cristo simplemente no pudieron entender que Dios tiene que “traer” a las personas y que un llamamiento es algo que les es “dado”. Aunque muchos hoy parecen entender que deben ser llamados de alguna manera, ellos no buscan entender — ¡a partir de la Biblia! — cómo saber con certeza que es Dios quien los está llamando — trayendo — o dándoles lo que sea que han de recibir.

Consideremos unas pocas escrituras que aclaran qué es lo que les es “dado” a los cristianos cuando ellos son llamados. Debemos aclarar toda posible confusión.

En Mateo, los discípulos de Cristo preguntaron: “¿Por qué les hablas [a las multitudes que lo escuchaban] por parábolas?” (Mat. 13:10). Su respuesta resume cómo y con qué llama Dios: “El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos [o reino de Dios]; mas a ellos no les es dado” (Mat. 13:11). Los siguientes versículos amplían lo que Él quiso decir, explicando cuántos en el mundo pueden escuchar las verdades de Dios (los “misterios del reino”) pero no pueden comprenderlos. Puesto que la abrumadora mayoría de la humanidad no ha sido traída por el poder del Espíritu de Dios, a ellos no les ha sido dado la habilidad de comprender la Palabra de Dios.

¿Cómo se aplica esto a usted? La respuesta explica directamente cómo saber si Dios está llamándolo: un llamamiento, en los términos más simples, es entender las verdades de Dios cuando usted las ve, lee o escucha.

Pregúntese: “¿Entiendo las enseñanzas y verdades de la Biblia cuando las escucho? ¿Hacen sentido para mí las escrituras acerca del evangelio del reino de Dios; el plan de salvación y el propósito de la existencia humana; los climáticos y pronto venideros eventos profetizados; el mensaje de advertencia de Dios a Su pueblo; Su ley — incluyendo el mandamiento del sábado — los Días Santos; el diezmo; las carnes limpias e inmundas; la única verdadera Iglesia?”.

Cuando usted lee o escucha estas cosas en libros, como éste, ¿tienen significado para usted? ¿Las está captando usted? ¿Son claras para su entendimiento? ¿Las ve como un conocimiento especial que otros no tienen? ¿Se siente usted tentado a pellizcarse, incrédulo de que a usted le pudieran haber sido mostradas cosas de las cuales las masas no tienen idea?

Si las respuestas a estas preguntas son “sí”, entonces ¡Dios lo está llamando — “trayendo”! Los misterios del reino de Dios ¡están siendo dados a usted!

Responsable por el conocimiento dado

Los bebés nacen sin saber nada. Ellos no saben siquiera las bases del bien y el mal. A ellos les tiene que ser enseñado virtualmente todo. De manera similar, el mundo no sabe las cosas de Dios — el bien espiritual del mal espiritual. Pero con el conocimiento de estas cosas viene la responsabilidad de actuar en base a ellas.

Dos pasajes bíblicos demuestran que Dios hace a las personas responsables de lo que entienden. Note Santiago 4:17: “y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”. Ahora lea Hebreos 10:26: “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados”.

Entendamos. Cada vez que usted aprende más de la verdad de Dios (lo que es “bueno”), y ésta hace sentido para usted — usted la entiende al menos de manera general — a usted le está siendo dado extraordinario conocimiento espiritual por el cual Dios le hace responsable. Usted ha visto en un capítulo previo por qué otros que no han sido traídos por el Espíritu de Dios no tienen oportunidad de entender lo que leen. Pero usted debe preguntarse si está entendiendo lo que está aprendiendo.

Comprender — captar el significado de — el conocimiento es central en el proceso de llamamiento. Además, ver que a usted le está siendo dado conocimiento especial hace que el entender cómo Dios llama sea mucho más serio de lo que muchos han creído. Reconozca que Dios solamente llamará a cada humano una vez. Por tanto, usted es responsable ahora por el conocimiento que le está siendo dado. Si alguien no actúa en base a lo que está aprendiendo, Dios quitará ese entendimiento (Rom. 2:13; Sal. 111:10), y tal persona está en una condición espiritual grave.

La mayor libertad

La verdad de Dios es la más emocionante de entender. Es el camino a todas las cosas maravillosas y buenas en la vida — cosas que Dios quiere que usted tenga. También es el camino para ¡la mayor libertad que existe! Cristo les dijo a ciertos judíos que profesaban creer en Él: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra [la verdad — Juan 17:17], seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:31-32). Usted debe estar dispuesto a “continuar” en sus estudios de la Palabra de Dios, aprendiendo cada vez más de Su verdad, la cual Cristo explica que “le hará libre” de un mundo cortado de Dios y mantenido cautivo por Satanás. Aún este entendimiento es conocimiento precioso.

Sus asociados en el mundo probablemente no entiendan ninguna de estas cosas. Tampoco lo hacen sus familiares. Sin el llamamiento de Dios, ellos no tienen manera posible de disfrutar ahora lo que le está siendo ofrecido a usted — si usted está entendiendo y actuando en base a la verdad de Dios.

También es vital que usted se asegure en su mente de las cosas que está aprendiendo. Usted debe encontrarse deseando probar las doctrinas de Dios. Pablo también les dijo a los tesalonicenses: “Examinadlo todo; retened lo bueno” (I Tés 5:21). Si usted sabe que Dios le está llamando, tome tiempo para probar que Él existe. Luego pruebe que la Biblia es verdaderamente Su Palabra inspirada para la humanidad.

Finalmente, pruebe la identidad de la Iglesia de Dios. Remueva toda duda, sin dejar lugar para confusión. Vimos que hay muchas iglesias falsificadas — muchos “parecidos” espirituales en el mundo. No sea engañado por ninguno de estos. Puesto que Cristo prometió: “Edificaré mi Iglesia”, determínese a saber si usted ha entrado en contacto con ella.

Al mismo tiempo que usted esté probando estas cosas, ore fervientemente acerca de lo que usted está aprendiendo. Cuando usted no tenga claro un asunto, recuerde que Cristo enseñó: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá” (Mat. 7:7).

Juan 14:17 explica cómo aquellos que van hacia la conversión comienzan a encontrar que pueden ver claramente las cosas de Dios. Note lo que Cristo dijo al hablarles a Sus discípulos acerca del Espíritu Santo que pronto iban a recibir: “el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros” (Juan 14:17).

En este punto, los discípulos eran como muchos hoy — quizás como usted, también. Ellos estaban viendo muchas verdades espirituales en parte, pero aún no captaban plenamente la enorme importancia de aprender el Plan y camino de vida de Dios. A través del Espíritu Santo obrando con ellos, Dios estaba revelando ciertas cosas que ellos solamente entenderían de mayor manera una vez éste estuviera en ellos, comenzando en la conversión. Al final, para entender plenamente todas las cosas de Dios — todos los misterios del reino de Dios — uno debe ser engendrado del Espíritu Santo. ¡Esto ocurre cuando entra directamente a la mente! ¡Sin el bautismo y el vital recibimiento del Espíritu de Dios, es completamente imposible que cualquiera entienda verdaderamente aun una sola verdad bíblica!

Recuerde. Satanás es un engañador maestro. Él ha proliferado muchas formas de falsa religión por toda la tierra. Él falsifica la verdad en maneras infinitas, y el proceso de llamamiento de Dios no es la excepción.

Esté seguro de si usted está siendo llamado en este tiempo. Usted debe decidir si usted capta las verdades de este libro — ¡si a usted le está siendo dada su oportunidad de salvación ahora!

Entendiendo la conversión

El ser llamado a salir del mundo — Babilonia — lleva directamente al tema de la conversión — ¡la conversión real!

¿Qué es la verdadera conversión? ¿Es simplemente “profesar a Cristo como Señor y Salvador”? ¿Cómo y cuándo es uno convertido? ¿Es repentinoinmediato? O ¿es un proceso gradual, que dura toda una vida?

Muchos luchan con problemas, debilidades y pecados. ¿Espera Dios superacióncrecimiento? ¿Qué significa esto? ¿Cómo se hace? ¿Qué papel juega el Espíritu Santo? Y ¿qué acerca de la fe y el arrepentimiento?

Muchos asumen que ellos deben ser perfectos. Otros juzgan el Camino de Dios por la conducta de los cristianos. ¿Puede uno pecar y permanecer un cristiano? ¿Qué acerca del perdón?

Millones buscan respuestas a estas preguntas, y no obstante se establecen en una falsa conversión. En el siguiente capítulo, el tema de la conversión cristiana es ¡finalmente hecho claro!

Capítulo Ocho — Qué es la verdadera conversión?

¿Cuándo es convertida una persona? Yo he conocido a muchos quienes dudaban de su conversión porque a ellos jamás les había sido enseñado el significado de la verdadera conversión. Al estar bajo fuego — bajo presión — ellos carecían de la confianza para saber que podían enfrentar efectivamente sus problemas. Ellos no estaban seguros siquiera de tener el poder para vencerlos.

Puesto que el diablo — el autor de confusión (I Cor. 14:33) — engaña al mundo entero, él también busca confundir a los cristianos profesos acerca de este tan importante tema. De hecho, puesto que hay mucho en juego en este entendimiento, él utiliza todos sus recursos. La cosa que él más odia es que siquiera un solo ser humano se torne a Dios.

Entonces pocos preguntan: “¿Qué es exactamente un verdadero cristiano?” ¿Es él uno que “asiste a la iglesia” — “profesa a Jesús” — “conoce a Jesús” — ha sido “bautizado”? ¿Hay siquiera un versículo al cual podamos voltear, que dé la definición de la Biblia de un verdadero cristiano — que elimine toda confusión?

Recuerde, Pablo escribió: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” (Rom. 8:14). Un cristiano, entonces, es uno que tiene el Espíritu Santo guiándole. Pero, ¿es absolutamente esencial tener el Espíritu de Dios para ser un cristiano? Para este punto, en contexto, Pablo ya había dicho: “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él” (Rom. 8:9).

¡Fuertes palabras! Uno, ya sea, tienen el Espíritu de Dios y es un cristiano, o no lo tiene y no es cristiano — “no es de Él”. Todos aquellos quienes están verdaderamente convertidos tienen el Espíritu Santo en ellos.

Pero, ¿qué significa esto? ¿Es el recibir el Espíritu de Dios todo lo que hay en el cristianismo y la conversión — o hay más?

Recibiendo poder

Cristo les enseñó a los apóstoles por cuarenta días después de Su Resurrección (Hechos 1:3). Él les instruyó que esperaran en Jerusalén hasta que recibieran el Espíritu Santo diez días más tarde, en la Fiesta de Pentecostés. Los discípulos le preguntaron si Él estaba por establecer Su reino en la Tierra. Justo antes de ascender al cielo, Él dijo: “No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones… pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo” (Hechos 1:7-8). Estas fueron Sus últimas palabras antes de desaparecer.

Al igual que los apóstoles esperando poder a través del Espíritu Santo, muchas personas hoy esperan alguna especie de fuerza adicional tras la conversión. Dígale a un adolescente que le dará las llaves del auto familiar y él no tendrá dificultad para entender que está por recibir poder real. La primera vez que me fueron dadas las llaves del auto de mi padre, yo entendí exactamente lo que eso significaba. No es diferente con un potencial cristiano esperando recibir el Espíritu de Dios tras arrepentimiento y bautismo.

Pablo escribió a Timoteo: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (II Tim. 1:7). Puesto que los cristianos tienen el Espíritu de Dios, poder muy real ha entrado a sus vidas. Por supuesto, el versículo también dice que un cristiano demuestra amor — o el camino de vida del dar — y que su conducta refleja dominio propio.

El hecho que el Espíritu de Dios imparta dominio propio es evidencia de que Dios quiere que los cristianos entiendan su llamamiento — su conversión —el Propósito de Dios para ellos. Dios quiere que Su pueblo sea acertado en el camino correcto. Por supuesto, esto debe incluir entender todos los aspectos básicos de la verdadera conversión.

¿Cuándo es dado el Espíritu Santo?

¿Cómo es que alguien recibe el Espíritu de Dios? Y, ¿cómo puede él saber con certeza que le ha sido dado? Dado que este momento constituye la conversión, ¿en qué punto puede un futuro cristiano tener certeza de que Dios le ha dado Su Espíritu? Puesto que no tener el Espíritu de Dios priva a la persona de ser un verdadero cristiano, seguramente Dios no dejaría a Sus siervos en duda respecto a si lo tienen — exactamente cuándo lo reciben — ¡y cómo!

El libro de Hechos declara: “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38).

El recibir el Espíritu de Dios viene tras verdadero arrepentimiento y un bautismo correcto. Con esto también viene la remisión de pecados, o perdón. Así que hay un momento específico en que la conversión comienza. Hay un tiempo definido cuando el Espíritu Santo entra en la mente y la persona se convierte en un verdadero cristiano — y Dios ha engendrado un nuevo hijo. Sin embargo, hay mucho más por entender.

Debemos preguntar: ¿está la salvación terminada ahora en el cristiano? ¿Es él o ella ahora “salvo”? ¿Es el recién engendrado hijo de Dios perfecto de manera repentina, incapaz de volver a pecar o equivocarse, porque cree que ahora ha sido salvo?

La verdadera conversión cristiana es un proceso gradual de crecimiento y superación — de cambio y desarrollo. Pero, ¿cómo? Y, al final del proceso, ¿cómo se ve un cristiano “terminado”? Y, ¿qué tiene que ver esto con la meta de un cristiano — con aquello por lo que está luchando como su recompensa final por haber sido un cristiano?

El propósito de Dios para los cristianos

Hemos visto que, a lo largo de Su ministerio, Cristo proclamó el evangelio del reino de Dios — y que escondido dentro de este mensaje está el entendimiento del asombroso potencial para aquel que verdaderamente se rinda a Dios. Adondequiera que Cristo iba, Él hablaba acerca del reino — o gobierno — venidero de Dios. Aunque muchas de Sus parábolas estaban centradas en este mensaje, pocos de los que las escuchaban entendían su significado. Y cuando Él habló estas parábolas, Él siempre incluyó cómo los verdaderos cristianos estaban calificando ¡para convertirse en parte de ese gobierno!

Mateo 13 contiene media docena de parábolas del “reino”. Este capítulo comienza con la parábola del “sembrador”, ilustrando a alguien que lanza semillas en varias ubicaciones y tipos de suelo. En algunos casos, la parábola describía cómo la semilla crecía y florecía en la persona que la recibía. En otros casos, ya sea moría rápidamente después de comenzar a crecer, o no tenía raíz. Otros que recibieron la semilla crecieron en carácter “a treinta, sesenta o ciento por uno” en el camino al reino.

Esto es seguido por la parábola del “trigo y la cizaña”. Esta parábola discute el “fruto” que aparece en las vidas de los cristianos, previo al tiempo en que Dios los colecta a Su “granero”. El fruto, bueno o malo, representa el crecimiento cristiano, o la falta de crecimiento. El granero es un tipo del reino.

La tercera parábola ilustra el reino como un pequeño “grano de semilla de mostaza” que crece y se convierte en un gran árbol. Esto es seguido por la parábola de la levadura, ilustrando el reino de Dios como levadura que se esparce hasta que ha impregnado toda la masa (la tierra y todas las naciones) que la contiene. La quinta compara al reino como un “tesoro escondido” encontrado en un campo. Quien lo encuentra, vende todo lo que tiene para comprar ese campo.

La sexta parábola describe el reino como la “perla de gran precio”, la cual una persona compra luego de vender todo lo que tiene a fin de recaudar suficiente dinero para la compra. La séptima y final parábola de este capítulo describe al reino como una “red” que recoge todo tipo de peces. Los “buenos” peces son conservados — los “malos” son echados fuera. Jesús explica que los buenos peces son aquellos quienes entran al reino. Los malos representan a aquellos quemados (Mat. 13:50) y destruidos en un “horno de fuego” (el lago de fuego).

En cada una de estas parábolas, el mensaje es el mismo. Algunos (¡no todos!) están dispuestos a pagar el precio de ser cristianos. Ellos están dispuestos a crecer espiritualmente y a desarrollar carácter a fin de poder heredar más adelante la recompensa eterna de ser Hijos nacidos (ya no simplemente engendrados) de Dios — en la Familia de Dios — gobernando con Él en el reino de Dios.

Hay muchas otras parábolas del Nuevo Testamento. Mucha de la enseñanza de Cristo fue a través del uso de historias acerca de cosas comunes y bien conocidas. Éstas pretendían llevar lecciones profundas acerca del llamamiento de un cristiano, para aquellos cuyas mentes habían sido abiertas por Dios para entenderlas.

Recuerde las palabras de Cristo: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere” (Juan 6:44, 65). Debe repetirse, para énfasis, que el primer paso para la conversión es un llamamiento. Sin éste, usted simplemente no puede entender la verdad de Dios, lo cual es posible únicamente a través del poder de Su Espíritu Santo trabajando con usted. Así, el proceso de venir a la verdadera conversión cristiana comienza con un llamamiento por el Padre.

Las parábolas de los talentos, de la moneda, de la fiesta de bodas, de las diez vírgenes, del buen pastor, del juez injusto, de la higuera, de la oveja perdida, del hijo pródigo, del mayordomo infiel, del rico y Lázaro, del buen samaritano, y otras, todas involucran o ilustran a un cristiano entrando en el venidero reino, o la Familia gobernante, de Dios a la Segunda Venida de Cristo. Tomaría mucho espacio examinar más de cerca cada parábola y demostrar esto. Aunque algunas son muy cortas, y otras bastante largas, el propósito de la mayoría de parábolas de Cristo es esencialmente el mismo. Para aquellos quienes siguen la instrucción de Pedro de “crecer en gracia y en conocimiento” (II Pedro 3:18), la autoridad en el gobierno de Dios, bajo Cristo, es alcanzable.

El venidero reino de Dios

En el Sermón del Monte, Cristo dijo: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia” (Mat. 6:33). Un cristiano siempre debe luchar hacia estas dos metas inseparables. Note que la primera prioridad es buscar el reino de Dios. Pero él también debe desarrollar Su justicia (la de Dios) — Su carácter divino. La mayor parte de este sermón es un énfasis en la edificación del carácter a través de obediencia a la Ley de Dios.

Juan registró las palabras de Cristo: “En la casa de mi Padre muchas moradas [oficios] hay… voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:2-3).

Esto requiere análisis.

Primero, hay muchos “oficios” en la “casa” (reino) de Dios. Segundo, Cristo está preparando estas posiciones antes de que Él “venga otra vez”. Tercero, los cristianos no van a donde Él está para estar con Él — en el cielo o en algún otro sitio — porque Jesús dijo: “Vendré otra vez”. (Para este momento, usted comprende que el cielo jamás ha sido la recompensa de los salvos). Al cristiano le es ofrecida una herencia de autoridad sobre la tierra (Mat. 5:5).

Un capítulo más tarde (Juan 15:1-2), Cristo continúa: “Yo soy la vid… Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto”. En el versículo 5, Él dice otra vez: “lleva mucho fruto”, y en el versículo 8: “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto” (Juan 15:5, 8). Finalmente, Él dice: “yo os elegí a vosotros… para que vayáis y llevéis fruto” (Juan 15:16).

¡Esto es muy importante! ¡Un cristiano ha de llevar fruto en su vida! El versículo 8 continúa explicando que al hacer esto “seréis Mis discípulos” (Juan 15:8). Cristo lo identifica a usted como uno de Sus discípulos (uno de los hijos engendrados de Dios) ¡al ver si usted lleva fruto en esta vida o no!

Hemos aprendido que el libro de Apocalipsis registra varios lugares en los que Cristo, a través de Juan, ofrece el reino a aquellos quienes venzan. Revisemos: “Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro” (Apo. 2:26-27), y “al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono” (Apo. 3:21).

Al unirlos con Apocalipsis 5:10, es claro que los santos resucitados se convierten en “reyes y sacerdotes” quienes “reinan sobre la tierra” con Cristo, pero solamente si vencen en esta vida.

Este conocimiento es verdaderamente especial — y precioso. El mundo no sabe acerca del reino venidero de Dios. El “dios de este siglo” ha sido capaz de engañar completamente a una humanidad confiada e inconsciente.

Pero los cristianos reconocen que ellos están en entrenamiento diario para gobierno. Ellos ya no están segados al propósito de Dios. Por tanto, es crítico que ellos entiendan su “régimen de entrenamiento”.

Fe y arrepentimiento

Hemos explicado que Dios da Su Espíritu en el bautismo, el cual tiene lugar después del arrepentimiento. Pero, ¿cómo se alcanza el arrepentimiento? ¿La persona solamente declara, por simple afirmación, “me he arrepentido”? ¿Es esto todo lo que se requiere? ¡La respuesta es un no enfático! No es así de simple.

El arrepentimiento es un don de Dios, tanto como lo es el llamamiento espiritual. Al hablar de los gentiles viniendo a la conversión, Hechos 11:18 declara: “De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida”.

II Timoteo 2:25 habla de circunstancias donde “Dios… concede que se arrepientan para conocer la verdad”. Finalmente, Romanos 2:4 explica que es la “benignidad” de Dios la que “guía al arrepentimiento”. Las personas no “trabajan” su arrepentimiento a fin de exigirle a Dios que les dé Su Espíritu Santo (Hechos 2:38).

Las personas deben buscar a Dios y pedirle el don del arrepentimiento. Esto no es automático y jamás debe ser tratado como tal. Pero Dios concede arrepentimiento a todos aquellos quienes lo buscan con todo su corazón, como lo hizo David en el Salmo 51. (De ser posible, tome un momento para leer completo este conmovedor y revelador salmo).

Pero, ¿de qué se arrepiente uno exactamente? Recuerde que la Biblia dice: “todos pecaron” (Rom. 3:23). ¿Qué es pecado?

Una vez más, I Juan 3:4 declara: “el pecado es infracción de la ley”. Esto se refiere a la Ley de Dios.

Recuerde, la mente normal o carnal es hostil hacia la Ley de Dios (Rom. 8:7). Las personas no obedecen naturalmente a Dios. La naturaleza humana desobedecequebranta — la Ley de Dios, ¡y lo hace de manera natural! (Aprenderemos mucho más acerca de la naturaleza humana en el siguiente capítulo). Un cristiano guarda Su Ley. Él no solamente la escucha o habla de ella: “porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados” (Rom. 2:13).

Por tanto, Dios solamente dará Su Espíritu a uno al que Él haya conquistado — uno que esté dispuesto a obedecerle a Él (Hechos 5:32).

El mundo ilustra la Ley de Dios como áspera y gravosa. Pero Juan escribió: “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos” (I Juan 5:3). (También Romanos 13:10). La Ley de Dios es santa, justa, buena y espiritual (Rom. 7: 12, 14) y es a través del Espíritu de Dios que uno puede obedecer a Dios y practicar el amor de Dios. Romanos 5:5 declaró: “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo” (Rom. 5:5).

Una mente arrepentida se ha apartado de su propio camino. Ésta quiere seguir a Dios. Ésta está rendida a Dios — rendida a Su gobierno, Su autoridad en su vida. Tal mente lucha por copiar a Jesucristo y producir los “frutos del Espíritu”. Recuerde, Cristo habló acerca de “llevar mucho fruto”. Él luego inspiró a Pablo a listar los “frutos del Espíritu” — amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, fe, mansedumbre y templanza (autocontrol) — en Gálatas 5:22-23). Éstos se hacen evidentes en la conducta de la persona guiada por el Espíritu — convertida.

La mente arrepentida se ha apartado del egoísta camino de vida de “obtener”, y se ha tornado al camino de “dar”. Todo el pensamiento de un cristiano es transformado — cambiado completamente — a una manera totalmente nueva de ver la vida.

El cristiano vive por fe (Heb. 10:38; Habacuc 2:4). Pero la fe de Cristo (Apo. 14:12), no la fe humana, es la que hace posible que una persona obedezca a Dios. No obstante, la persona debe demostrar una fe inicial en que Cristo la ha perdonado al momento del bautismo (Hechos 2:38). Es en este momento que la lista de conducta previa del cristiano ha sido borrada completamente. Ésta se ha tornado blanca como nieve — limpiada por la sangre de Jesucristo (Efe. 1:7; Col. 1:14). Esta primera fe humana es reemplazada luego por la fe de Cristo en la persona ahora convertida (Rom. 1:17). Hemos visto que la fe es uno de los frutos del Espíritu de Dios, el cual ha entrado a la mente del cristiano tras el engendramiento — la conversión y el bautismo.

¡No malentienda! Dios no le debe a usted Su Espíritu porque usted ha ejercitado fe y se ha arrepentido. Esto es un don (Hechos 2:38), como el arrepentimiento mismo. El Espíritu Santo no es algo que usted pueda ganarse por sus obras, así como la salvación tampoco puede ser ganada por obras (Efe. 2:8-9).

La Biblia enseña que “el arrepentimiento es hacia Dios” y la “fe es hacia… Jesucristo” (Hechos 20:21). La conversión es un asunto personal y privado entre el Padre y Cristo y cada individuo. Si Dios verdaderamente le está llamando, asegúrese de su llamamiento (II Pedro 1:10). ¡Éste es muy precioso!

¡Esta es la única forma de acercarse al maravilloso don que le está siendo dado!

La verdadera conversión explicada

El poder que viene con el Espíritu Santo ayuda a la persona a crecer y a vencer. Literalmente, este poder es Cristo viviendo Su vida en el cristiano. Sin Su ayuda, el nuevo convertido no llega a ninguna parte — ¡rápido! Cuando Cristo dijo: “llevad mucho fruto” (Juan 15:5), Él lo siguió con “porque separados de mí nada podéis hacer”. El poder humano — la energía humana — solamente ayuda a una persona a vencer en áreas físicas. Los problemas espirituales no pueden ser conquistados a través de esfuerzo físico, mental o emocional.

Recuerde que Cristo es la Vid y nosotros somos los pámpanos. Los pámpanos deben estar conectados a la Vid, y esto sucede a través del Espíritu de Dios obrando en una mente.

Al hablar de esto, Cristo dijo: “de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él…” (Juan 7:38-39). A medida que realiza buenas obras, el Espíritu de Dios fluye “hacia fuera” del cristiano. Por tanto, éste debe ser reabastecido, o éste se agotará y desaparecerá completamente. Esta es la razón por la que Cristo dijo: “Pues si vosotros… sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lucas 11:13). El pueblo de Dios pide regularmente, en oración, más del Espíritu Santo.

Pablo escribió: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13), y “hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de SU fuerza” (Efe. 6:10). Cristo también dijo: “para Dios todo es posible” (Mat. 19:26). Aún Jesús reconoció que, mientras estaba en la carne, Él “no podría hacer nada por Sí mismo” (Juan 5:30). Con el Espíritu de Dios trabajando y creciendo activamente en usted, ¡esto puede ser cierto para usted!

Pero la verdadera conversión profunda no ocurre de la noche a la mañana. Pablo escribió a los corintios que ellos eran “niños [bebés] en Cristo” (I Cor. 3:1). Él describió cómo ellos requerían “leche” en vez de “carne” para alimentarse. El nuevo cristiano es mucho como un infante. Por analogía, él primero aprende a rodar, luego a gatear, antes de caminar (y aun entonces, al principio, lo hace de manera insegura y titubeante). Sólo después es que finalmente aprende a correr (espiritualmente).

Pablo entendió esto. Él comparó la conversión con correr una carrera (I Cor. 9:24). Por supuesto, aunque no de inmediato, el corredor debe eventualmente desarrollar velocidad, porque Pablo dice: “Corred de tal manera que lo obtengáis [ganéis]”.

Así es el camino de vida cristiano. Un crecimiento lento y firme, a través de práctica diaria, produce progreso en la vida de la persona que está imitando a Cristo. El nuevo cristiano lucha sinceramente, de corazón, por ser diferente — por darse la vuelta e ir hacia el otro lado — en el Camino de Dios — ¡por el resto de su vida!

No es el camino fácil

Pero, ¿es fácil el camino cristiano? ¿Es el hacerse semejante a Cristo en carácter una tarea fácil? ¡Definitivamente no!

Regresemos al Sermón del Monte para la propia respuesta de Cristo. Él dijo: “Entrad por la puerta estrecha [difícil]; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mat. 7:13-14). Siempre han sido solamente los pocos los que están dispuestos a pagar el precio de vivir este difícil camino de vida.

Recuerde, los cristianos “corren”. Correr requiere esfuerzo — ¡es trabajo duro! Los corredores se fatigan después de usar mucha energía. Vea a las personas en una carrera de larga distancia a medida que éstas se acercan a la línea de meta. Ellas están cansadas, desgastadas — ¡extenuadas! Correr nunca es fácil. Y algunas veces, como un participante de campo traviesa o maratón, el corredor tiene que subir y bajar colinas, sobre terreno difícil.

Pablo mismo dijo: “prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Fil. 3:14). Justo antes de esto, él dijo que él había aprendido a “olvidar lo que queda atrás” y a “extenderse” hacia la gran meta que estaba delante de él (Fil. 3:13). Si un corredor se ha presionado a sí mismo a lo largo de una carrera, él está totalmente agotado al final. No obstante, si se da por vencido, no tiene oportunidad de ganar, ¡y toda su práctica y su esfuerzo en preparación para la victoria son desperdiciados! Así que, sin importar cuán cansado se sienta el corredor, él recuerda “con Dios todo es posible”.

Pablo también hablo del cristianismo como “lucha” (Efe. 6:12). Cualquiera que ha luchado sabe que es muy extenuante — algunas veces hasta el punto de la náusea y el vómito. Él también lo comparó con pelear. Note I Timoteo 6:12: “Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna”. También, II Corintios 10:4 declara: “porque las armas de nuestra milicia no son carnales [físicas], sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas [griego: castillos]”.

Nada acerca de la guerra es placentero o fácil. Es peligroso y usualmente resulta en muchas víctimas — algunas heridas, otras muertas. Es por esto que Pablo advierte a los cristianos a “militar la buena milicia” (I Tim. 1:18). Cristo es llamado el “autor de nuestra salvación” en Hebreos 2:10. ¡El soldado sin experiencia o sin entrenamiento puede convertirse fácilmente en víctima de guerra si no se somete a la autoridad y sigue las órdenes de su capitán!

Resistiendo tres enemigos

Los cristianos están en guerra en tres frentes diferentes. Ellos deben estar vigilantes — sin negar el peligro potencial de cualquiera de los tres enemigos que regularmente los confrontan. Se requiere humildad para que un cristiano reconozca, para sí mismo y para Dios, que cualquiera de estos adversarios es capaz de abrumarlo.

Démosle un vistazo a estos.

Efesios 6 prosigue a describir seis piezas de la armadura que los cristianos usan en la guerra espiritual. Lea cuidadosamente los versículos del 12 al 17. Éstos contienen una fuerte advertencia de no olvidar que estamos luchando contra “huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”.

Primero, el diablo y sus ángeles caídos quieren derrotar y destruir a cada hijo de Dios en proceso. Si usted es engendrado de Dios, usted es un hijo de Dios, con enorme potencial de autoridad. El diablo odia el prospecto de que usted pueda recibir lo que a él nunca le ha sido ofrecido — membresía en la Familia de Dios. Él está a la espera, como un “león buscando a quién devorar” (I Pedro 5:8). ¡Pero él no puede derrotar a los “vigilantes” y a aquellos quienes lo “resisten” (I Pedro 5:9)! Un cristiano continuamente debe tener cuidado y resistir las actitudes de Satanás que se infiltren en su mente.

Segundo, I Juan 5:19 declara: “el mundo entero está bajo el maligno”. Esta es una acusación muy fuerte para la humanidad. No obstante, ¡está en su Biblia! El cristiano también debe resistir la influencia de este mundo, con todo su brillo, emoción, atractivo y sus tentaciones. Hemos visto que este no es el mundo del verdadero Dios. El dios de este mundo lo ha diseñado como él lo quiere. El verdadero Dios no es el autor de la confusión, ignorancia y miseria que impregnan a todas las muchas culturas y sociedades del mundo de Satanás.

Hay muchas tentaciones, seducciones, trampas y peligros en los cuales el siervo de Dios puede caer fácilmente si no está cercano a Dios y viviendo por cada palabra de la Biblia (Mat. 4:4; Lucas 4:4). Pablo les instruyó a los ancianos efesios que la Palabra de Dios “tiene poder para sobreedificaros y daros herencia [salvación — vida eterna]” (Hechos 20:32). ¡Estúdiela diariamente!

Tercero, estudiar la Palabra de Dios le ayudará a vencer los impulsos de su carne. Después de que Pablo dijo: “Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz”, él añadió “y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios” (Rom. 8:6, 8). Un cristiano aún está hecho de carne, pero ya no está “en la carne”, porque él tiene el Espíritu de Dios guiándole.

Al dejarla sin revisión, la naturaleza humana consiste de vanidad, celos, lujuria, codicia, envidia, resentimiento, odio, enojo, orgullo, rebelión, insensatez, terquedad, engaño y hostilidad hacia Dios. La persona que está caminando por el camino de Dios está luchando para refrenarse y contenerse dondequiera que la Palabra de Dios lo instruya. Y esta persona lucha por ejercitarse en todos los asuntos que Dios instruye. Cuando Dios da instrucción de hacer algo, ¡la persona lucha por hacerlo! Cuando Dios da instrucción de no hacer algo, ¡la persona lucha por no hacerlo!

Aunque aprender a seguir siempre este patrón toma toda una vida, edificar el carácter de Dios es el propósito para el cual cada ser humano ha nacido. Su trabajo es “ponerse” el carácter de Dios y Cristo, y “quitarse” las influencias carnales de la naturaleza humana (Col. 3:8-13). Aunque esto no es fácil, la recompensa es grande.

Solamente a través de oración regular, estudio bíblico, meditación, y aun ayuno (privarse de comida y agua por un período de tiempo) ocasional, podrá el hijo de Dios vencer a los tres enemigos que lo esperan ¡cada día de su vida! Por tanto, comience justo ahora a introducirse en el hábito de la oración regular, del estudio bíblico, de la meditación y del ayuno. Estas cuatro herramientas del crecimiento cristiano trabajarán de cerca con la quinta herramienta que vendrá después — ejercitar el Espíritu de Dios que estará en usted.

La lucha de Pablo

La Biblia está llena de historias de los máximos siervos de Dios batallando para vencer el pecado. En casi cada caso, ellos tuvieron que aprender lecciones difíciles y algunas veces muy dolorosas. Cuando se examinan colectivamente, Moisés, Noé, David, Samuel, Pedro, y muchos otros son vistos habiendo combatido toda clase de problemas conocidos por el hombre.

Pablo representa un ejemplo clásico de cómo uno de los máximos siervos de Dios peleó para superar el pecado. Al final de su vida, él pudo decir que él había “peleado la buena batalla”, y que él había “corrido su curso” sabiendo que una “corona” le esperaba. Pero esto no ocurrió sin mucha lucha, presión, carrera, pelea y guerra en contra de su naturaleza humana.

Lea cuidadosamente Romanos 7:14-23. ¡Esto le educará y le alentará a ver que usted no está solo en su camino para vencer a Satanás, a la sociedad, y al ser — todo lo cual lleva a pecar!

Pablo dijo: “Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal [físico, hecho de carne], vendido al pecado. Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago” (Rom. 7:14-15). Él continuó: “porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero [hacer], sino el mal que no quiero [hacer], eso hago” (Rom. 7:18-19).

¡Era como si su naturaleza humana, su carne, le causara a Pablo hacer exactamente lo opuesto de cualquier cosa que él quisiera o no quisiera hacer! ¿Por qué?

Dios lo inspiró a registrar la respuesta para nosotros: “hallo esta ley: que el mal está en mí… pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado” (Rom. 7:21, 23).

Pablo procedió a añadir que sólo a través del poder de la Mente de Cristo en él fue que pudo vencer y obtener la victoria final en guardar la Ley de Dios, en lugar de obedecer la muy real “ley” del pecado. Sólo de esta forma Pablo podría decir más adelante que él había “peleado la buena batalla” y que había “corrido su curso” hacia la victoria.

No se equivoque. ¡El cristianismo es guerra total! ¡Pero es una guerra que el cristiano debería esperar ganar! — en tanto él continúe acercándose a Dios para obtener fuerza para vencer.

Dios ve la intención de su corazón. Es su motivación y deseo general lo que es importante para él. Él quiere saber si, después de que usted peca, usted lo lamenta y está siempre decidido a esforzarse para hacer las cosas mejor. Él entiende las tentaciones que nos asedian, aún mejor que nosotros. Él observa para ver si estaremos sobrios y vigilantes a medida que erradiquemos el pecado de nuestras vidas — ¡y si seguiremos adelante continuamente!

Estableciendo la meta

Si la verdad se está haciendo clara — realmente EVIDENTE — para usted, fíjese la meta del arrepentimiento, bautismo y la recepción del Espíritu Santo de Dios — ¡el inicio de la verdadera conversión!

Mientras usted se prepara para la conversión, enfóquese en examinar todas las actitudes y hábitos equivocados que pueda. Hay ciertos cambios físicos que usted puede hacer antes del bautismo. Entienda. La conversión es enteramente acerca de cambiar, crecer, vencer — y desarrollar el carácter de Dios.

Tome cada paso cuidadosamente. Siga los períodos de duración que sean apropiados para usted. Sin embargo, no se demore innecesariamente, simplemente porque usted no ha pedido con suficiente fervor o frecuencia por el “don” del arrepentimiento (II Tim. 2:25; Hechos 11:18). Cuide de no seguir el patrón del mundo, cayendo a esperar un sentimiento mágico que le diga “ahora es el momento”.

Durante este período, tómese el tiempo para estudiar todos mis materiales relacionados con la fe, la conversión, el bautismo, su potencial humano, y las pruebas de la existencia de Dios, de Su Palabra y de Su Iglesia.

¡Mucho — de hecho todo — está en juego para usted si Dios le está llamando ahora!

El carácter perfecto de Dios

El Dios omnipotente y grande quien hizo los cielos y la tierra, también lo hizo a usted. El universo físico fue creado simplemente para reflejar la gloria de Dios, y para ser un bello regalo que la humanidad pudiera ver y disfrutar.

Usted fue creado para un propósito infinitamente más grande. Usted fue creado para volverse igual a Dios en cada aspecto de su vida. Recuerde, Dios se está reproduciendo a Sí Mismo en las personas — ¡edificando carácter espiritual en ellas!

Rara vez las personas siquiera hablan de, o se preocupan por, el desarrollo del carácter — una vez llamado “virtud”. Parece que muy pocos hoy comprenden mucho al respecto. Sólo a través de la Palabra revelada de Dios es descrita y comprendida la definición correcta de carácter.

Usted vio que el carácter es entender — diferenciar — lo correcto de lo equivocado, ¡y hacer lo que es correcto en vez de lo que está equivocado! Recuerde, Dios revela lo que es correcto — cómo vivir. Pero el carácter justo se construye a través del poder del libre albedrío — de decidir hacer lo correcto. El carácter elige hacer lo correcto en lugar de elegir hacer lo que está equivocado. Éste no se preocupa por lo que otros dicen o hacen. ¡Éste sólo se preocupa por lo que DIOS dice que se haga!

Dios es amor. El amor es el cumplimiento de la ley. Es preocupación saliente, que fluye para otros, poniéndolos a ellos primero — antes de los intereses propios.

Constantemente recuérdese a usted mismo que la razón por la que nació es para ¡construir el mismo carácter de Dios!

Pablo dijo que El Espíritu de Dios refleja “dominio propio” (II Tim. 1:7). Aun en el nivel humano, a pocas personas hoy les queda mucho “sentido común”. Parece ser más difícil que nunca el permanecer equilibrado y estable, a medida que las presiones y los estreses que rodean a las personas las llevan a hacer más cosas que son cuestionables, extrañas, y crecientemente extravagantes. El Espíritu de Dios le conducirá a maneras de pensar estables, constantes y cuerdas (Fil. 4:8). Éste le ayudará a ver las cosas que suceden a su alrededor y a reaccionar a ellas de una manera piadosa. Éste establecerá su entendimiento y le conducirá a hacer decisiones sabias, correctas y sensatas en su vida diaria.

¡Aplíquese! Presiónese a crecer y a vencer. No espere que esto sea fácil, como “caerse de un leño”. Crezca en conocimiento. Una vez convertido, reconozca que usted ha sido “escogido para ser un soldado” y debe algunas veces “soportar dificultad”, como Pablo le escribió a Timoteo (II Tim. 2:3-4). Romper todos sus viejos hábitos tomará tiempo. Después de todo, usted los ha practicado — y, en cierto sentido, aun refinado — a lo largo de toda una vida. Sus hábitos han pasado a formar parte de usted. Ellos son una “segunda naturaleza”. Sin embargo, recuerde que éstos no son la “naturaleza divina” (II Pedro 1:4) — y lejos de eso — ésta entra con la recepción del Espíritu de Dios en el bautismo y la conversión

Si usted es un adulto, le tomó entre quince y veinte años solamente el crecer hasta cierta estatura. ¡El cristianismo no es diferente! Ese es mucho tiempo. Y probablemente incluyó muchos “dolores del crecimiento”. Usted probablemente se cayó y raspó su rodilla o ensangrentó su nariz muchas veces antes de alcanzar la edad adulta. ¡El cristianismo no es diferente! No se desanime ni deje de crecer, justo como un niño no debería desanimarse o “dejar la vida” simplemente porque pudiera haberse caído o raspado una rodilla. Cuando su niño se cae, usted le dice que se levante, porque es parte de la vida. ¡El cristianismo no es diferente!

Los niños pequeños siempre quieren crecer más rápido de lo que el horario de la vida permite. Aunque la infancia es maravillosa en tantas formas, parece ser que la mayoría de jóvenes no pueden esperar para la edad adulta. ¡El cristianismo no es diferente! Pero la edad adulta cristiana, completa y madura, solamente viene después de un largo período de practicar el camino correcto de vida.

Pero, ¿qué si uno peca?

Hemos establecido que todos los seres humanos pecan. ¿Debería el cristiano recién engendrado esperar que esto continúe después del bautismo? ¿Se alcanza la perfección de la noche a la mañana, a través de cierta “profesión de fe” o por el acto del arrepentimiento y el bautismo?

¡No! Hay un largo pasaje de la escritura que es muy útil en el tema del perdón y los asuntos relacionados.

Los siguientes versículos llevan mucha instrucción — pero sólo después de leerlos todos. Note: “…y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo… para que vuestro gozo sea cumplido. Este es el mensaje… Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros. Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados” (I Juan 1:3 – 2:2).

Hay instrucción muy importante aquí. Abra su Biblia y examinémosla versículo por versículo.

Versículo 3: Juan, el último apóstol vivo en la Biblia, hablando en nombre de todos los apóstoles (“nosotros”), explica que la verdadera comunión de un cristiano es en el plano espiritual con Cristo y el Padre. Es sólo a través de ellos que los cristianos pueden tener comunión auténtica, verdadera unos con otros, dentro de la Iglesia de Dios.

Versículo 4: El propósito de Juan fue mostrarles a las personas la fuente la auténtica y permanente plenitud de gozo.

Versículo 5: El Dios verdadero representa luz — Él “es luz” — y no ha nada oscuro acerca de lo que Él hace o quién Él es. La persona que tiene comunión con el verdadero Dios de la Biblia quiere venir a la luz y salir de toda la oscuridad de este mundo.

Versículo 6: Éste es el primero de seis versículos que comienzan con la palabra “si”. El uso de esta palabra siempre indica condiciones — en este caso, aquellas que involucran al libre albedrío. Muchas personas claman “conocer” a Dios, tener comunión con Él, pero ellas ni conocen ni practican Su Verdad en sus vidas. Él dice que esto los hace claros mentirosos (I Juan 2:4).

Versículo 7: La sangre de Cristo continúa limpiando todos los pecados — los errores, equivocaciones, y debilidades — de la persona quien está luchando por caminar en la verdad de Dios — y en comunión con otros verdaderos cristianos. Aunque ellos usualmente no lo buscan, los cristianos se resbalan y tienen que regresar al camino.

Versículo 8: Este versículo es muy importante. Los cristianos necesitan admitir que pecan. Ha sido mi experiencia que el autoengaño (Jer. 17:9) es la sola razón más grande por la que la mayoría de la gente no crece y vence como debiera. El autoengaño — mentirse a usted mismo — aún es engaño. ¡Y no hay lugar para que la verdad more en tal persona!

Versículos 9-10: El versículo 9 no está hablando acerca de la persona inconversa, de mente carnal. Para quien reconoce y confiesa sus pecados, estos versos son muy evidentes por sí mismos. Jesucristo está allí para lavar — ¡para limpiar! — al verdadero cristiano cuando este se ha desviado momentáneamente de la luz de la Palabra y la Ley del Dios viviente. Un cristiano debe aprender a vencer. Al igual que para aprender a tocar piano o pintar un bello cuadro, esto no ocurre de la noche a la mañana.

Capítulo 2, versículos 1-2: Juan usa el término cariñoso “hijitos míos”, porque así es cómo Dios ve a Sus hijos e hijas engendrados. Todos somos niños pequeños a Su vista. Él sabe que Él necesita velar por nosotros como los padres humanos velan por sus propios niños pequeños. Aunque la intención de Dios es que no pequemos, cuando lo hacemos, Cristo está delante del Padre como nuestro “Defensor”. Como nuestro Sumo Sacerdote (Heb. 4:14-16), Jesús literalmente “respalda” a Sus hermanos y hermanas menores en la presencia del Padre. Él entiende cómo es combatir con y vencer el pecado, y Él ofrece fuerza y perdón para aquellos quienes admiten que necesitan ambos.

Los siguientes cuatro versículos en I Juan describen al cristiano obediente como uno que guarda la Ley de Dios y se esfuerza por caminar y vivir la misma vida que Jesús vivió (I Juan 2:6). Él es uno que “guarda Su palabra [la de Dios]”, esforzándose para no comprometerla. Él siempre busca hacer lo correcto.

Cuando usted tropieza, y algunas veces cae, recuerde las palabras de David en Salmos 37:23-24: “Por el Eterno son ordenados [establecidos] los pasos del hombre… Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, porque el Eterno sostiene su mano”. Como un padre levantando o estabilizando a un niño, Dios regularmente levanta y “sostiene” a Sus hijos. Deje que esta maravillosa promesa de Dios le aliente cuando usted se sienta desanimado porque usted ha caído en el camino cristiano.

¿Qué acerca de la muerte?

Recuerde, la meta de un cristiano es llegar a ser igual a Cristo y el Padre — llegar a ser perfecto como Dios es perfecto (Mat. 5:48). ¿Qué ocurre si una persona muere antes de que la perfección haya sido lograda? ¿Falló tal persona? ¿Está uno perdido porque él o ella no se perfeccionaron completamente en esta vida?

Ningún ser humano llegará a ser absolutamente perfecto mientras todavía esté en la carne. Él siempre debe continuar buscando ser — esforzándose por ser — semejante a Cristo a lo largo de su vida.

La perfección es una meta que lleva consigo una forma de vida que ha de gobernar cada pensamiento, acción y palabra de la persona. Dios ve en el corazón, la intención de una persona quien está rendida a Él. En tanto la persona esté creciendo y venciendo espiritualmente — y sea guiada por el Espíritu Santo — ésta permanece como hijo convertido y engendrado de Dios. La muerte no cambia nada, puesto que Dios está a cargo de la vida de un cristiano. Tras la muerte de un cristiano, él simplemente queda “dormido en Cristo”. Él está esperando la resurrección de todos los santos en el reino de Dios (I Cor. 15:50-55; I Tés 4:13-18).

El pecado imperdonable

Tantos se preocupan porque puedan haber cometido “el pecado imperdonable”. Yo he aconsejado a muchas personas quienes estaban atormentadas con temor y ansiedad porque les preocupaba, o aun algunas veces sentían “certeza” de ser culpables de este pecado imperdonable. Después de aconsejarlos, siempre quedó claro que no eran culpables. Pero a menudo requirió mucho consejo y mucha explicación para asegurarles que no habían cometido el pecado imperdonable.

Frecuentemente he tenido que explicar que el propio acto de estar preocupado es una prueba de que uno no ha llegado tan lejos como para ser culpable de este pecado. El pecado imperdonable implica pecado intencional, deliberado, premeditado, basado en una decisión clara y final de cometer cualquier clase de pecado y permanecer en él. La actitud crucial — central — es intencionada. Sí, muchos pecan voluntariamente — pero eso es muy diferente de pecar deliberadamente.

Cada vez que las personas pecan, por supuesto, están dispuestas a hacer lo que hicieron. Pero usualmente estaban sobrecogidas por alguna clase de tentación o de circunstancia que les permitió resbalarse. Estas personas pronto se lamentaron mucho por lo que habían hecho. Aunque esto no reduce la seriedad del pecado, si uno lamenta sus acciones y quiere cambiar — quiere arrepentirse y ser perdonado — y esto está acompañado por la determinación de hacer mejor las cosas la próxima vez, entonces está lejos de haber cometido el pecado imperdonable.

Dios es misericordioso y aun está ansioso por perdonarle — ¡tras un arrepentimiento sentido desde su corazón! Él dice que quiere que usted, y todos aquellos a quienes Él llama, tengan éxito (II Pedro 3:9; I Tim. 2:4). Aunque Satanás tienta a las personas, esperando que fracasen, Dios periódicamente prueba a Sus siervos, esperando — aún deseando — que ellos tengan éxito. Recuerde, ¡Dios no quiere que nadie fracase!

Así que, si usted está preocupado de haber cometido el pecado imperdonable, entonces a usted todavía le importa y, por consiguiente, ¡no lo ha cometido! Si usted no se ha apartado voluntaria y deliberadamente de Cristo, entonces usted ¡no ha cometido el pecado imperdonable! Si usted se ha dejado vencer por la tentación, y ha quebrantado una o más de las leyes de Dios, admítalo y confiéseselo a Dios. ¡Usted todavía puede arrepentirse, puede cambiar, y puede continuar en el camino hacia la vida eterna en el reino de Dios!

¡No se dé por vencido! ¡No renuncie! El rey Salomón escribió: “Si fueres flojo en el día de trabajo, tu fuerza será reducida” (Prov. 24:10), y “porque siete veces [la palabra hebrea significa muchas] cae el justo, y vuelve a levantarse; mas los impíos caerán en el mal” (Prov. 24:16). Jamás retroceda (Heb. 10:38-39).

Dos veces, Cristo dijo: “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mat. 24:13; 10:22). Un cristiano no es salvo automáticamente en el bautismo y la conversión. Si usted se cae, levántese — ¡busque a Dios, arrepiéntase y siga! ¡Dios continuará sustentándole si usted continúa perseverando!

Conociendo a su adversario

Todos están familiarizados con lo que comúnmente es llamado naturaleza humana. La Biblia tiene mucho que decir acerca de eso. ¡Quien vaya a vencer la tentación y el pecado debe entender que él tiene que enfrentar y derrotar a la naturaleza humana para tener éxito!

¿Pero qué es naturaleza humana? ¿Por qué existe? ¿De dónde vino? ¿La creó Dios? ¿Por qué es ésta tan egoísta y mala? Pocos han comprendido este tema. Seguidamente, estudiaremos la verdad de por qué las personas piensan y actúan como lo hacen.

Capítulo Nueve — El origen de la naturaleza humana

Los problemas y males humanos están profetizados a empeorar en esta era. Horrible violencia, terrorismo y guerra están incrementándose a medida que la desenfrenada naturaleza humana se sale más de control. Después de un reciente tiroteo en una escuela donde muchos yacían muertos, un padre comentó: “ya no comprendo más a este mundo”.

Usted puede comprender tanto este mundo como la causa de sus problemas. El entender la naturaleza humana es la clave.

Todos los seres humanos poseen naturaleza humana. El egoísmo, la podredumbre, la violencia y los terribles males que provienen de la naturaleza humana han plagado al mundo por miles de años. Recuerde que Juan dijo: “el mundo entero está bajo el maligno” (I Juan 5:19). La causa de esta condición está directamente a los pies de perversa naturaleza humana.

Cada “experto” tiene una opinión diferente acerca de que es la naturaleza humana y de dónde viene. No obstante, nadie comprende las respuestas a estas preguntas o a la pregunta de por qué existe la naturaleza humana. Esto es porque ellos desechan la fuente para comprender las respuestas a todas las más grandes preguntas de la vida.

¡Considere la paradoja! Piense acerca de todas las cosas maravillosas que la mente humana es capaz de producir. Como hemos discutido, su ingeniosidad e inventiva son prácticamente ilimitadas. No obstante, ésta no puede solucionar los más básicos de los mayores problemas de la vida — la pobreza, la ignorancia, la inmoralidad, el crimen, la guerra y la miseria.

¡Todos estos problemas — y muchos más — son derivados de la naturaleza humana desenfrenada!

Ninguna “mejor naturaleza”

Muchos teólogos y fanáticos religiosos enseñan que todos los humanos están dotados de una “mejor naturaleza” que se esconde adentro, esperando a ser “utilizada”. Esto no es cierto. ¡La Biblia no dice tal cosa! No obstante, millones consienten la idea.

Esta enseñanza proviene de la largamente creída doctrina de la dualidad del cuerpo y el alma. Ésta declara que todas las personas tienen un alma pura, prístina, encerrada en un cuerpo malvado que sirve de prisión hasta la muerte, cuando el alma es liberada. Esta idea es un intento por explicar la raíz de la naturaleza humana sin examinar la verdad de lo que Dios dice.

Ningún “pecado original”

Otros millones más creen la doctrina no bíblica del “pecado original”. Aunque Adán y Eva ciertamente pecaron, la Biblia no enseña nada acerca de ningún “pecado original” cometido por ellos, el cual pasara, generación por generación, a toda persona. El término no es encontrado en ninguna parte de la escritura y es una ficción — ¡un mito! — de los hombres.

Recuerde que Romanos 3:23 declaró: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. ¡Cada ser humano ha pecado por su propia cuenta! ¡Todos son responsables y culpables de sus propios pecados — no de los de Adán y Eva o alguien más!

El pecado de Adán y Eva sí trajo las siguientes consecuencias: (1) cortó a la humanidad del Árbol de la Vida y (2) trajo la pena de muerte sobre todos los seres humanos (Gén. 2:17; Heb. 9:27; Rom. 6:23).

Lo que Cristo enseñó

En Marcos 7, Cristo se dirigió a aquellos que pensaban que podían ser “contaminados” por la suciedad que pudieran ingerir a través de comer los alimentos con las manos sin lavar. Los fariseos llegaron a grandes extremos, lavándose las manos repetidas veces para evitar ser “contaminados” y le preguntaron a Cristo por qué Sus discípulos no hacían lo mismo. Por supuesto, Cristo sabía que el ingerir accidentalmente un poco de suciedad de las manos sin lavar no contaminaba espiritualmente a nadie.

Su respuesta explicó lo que sí contamina a los seres humanos: “Pero decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre” (Mar. 7:20-23).

Primero, acepte que Cristo hizo la declaración — ¡y que tiene que ser cierta! Ésta, en sí misma, es una revelación asombrosa. Pero vimos que Jeremías añadió más: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jer. 17:9). Por supuesto, muchos no comprenden esto acerca de ellos mismos, aunque a menudo lo ven con facilidad en otros. Adicionalmente, vimos que Pablo, bajo la inspiración de Dios, registró: “Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden” (Rom. 8:7).

Éstas son declaraciones verdaderamente increíbles acerca de la mente de cada ser humano. Pero, en primer lugar, ¿cómo llegó a existir este torrente de malos pensamientos, el cual fluye de todas las personas? ¿Cómo llegó allí?

¿Infunde Dios la naturaleza humana en los diminutos bebés en el nacimiento? ¿Toma un Dios infinitamente sabio, omnipotente y amoroso a los pequeños niños y los voltea hacia la terrible maldad desde el momento de su nacimiento? Y, si Dios no pone esta naturaleza allí, ¿entonces de dónde viene ésta? Otra vez, ¿cuál es su origen?

¿Naturaleza humana en Adán en la creación?

Preguntemos: ¿le fue dada por Dios a Adán naturaleza humana desde el momento en que él fue creado? Génesis 1:26-27 registra la creación del hombre por Dios. El versículo 28 declara luego: “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos…” (Gén. 1:28).

Si Dios les hubiese impartido la malvada, egoísta y pecaminosa naturaleza humana a Adán y a Eva al momento de su creación, esto difícilmente podría ser descrito como una “bendición”. ¡Si este fuera el caso, sería mejor descrito como “maldecirlos”!

Ahora lea el versículo 31: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Génesis 1:31). Piense acerca de lo que esta escritura está diciendo. En un sentido, es una declaración sensacional acerca de la naturaleza humana. La naturaleza humana no es “muy buena” — ¡es muy mala! No obstante, Dios llamó a Su creación ¡“buena en gran manera”!

Otro pasaje del Antiguo Testamento ofrece entendimiento referente al producto final de Dios al final de la semana de Creación. Salomón escribió esto en Eclesiastés 7:29: “… solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones”. Dios creó a los hombres en una condición “recta”, pero los hombres (“ellos”) recurrieron a diversas “invenciones” de la naturaleza humana.

Si Dios “bendijo” a Adán y a Eva, dijo que lo que Él había hecho al crearlos era “bueno en gran manera”, y originalmente los creó “rectos”, entonces el engaño (Jer. 17:9), la hostilidad hacia la Ley de Dios, el odio, el egoísmo, el orgullo, la vanidad, la lujuria, y todos los otros males de la naturaleza humana (Marcos 7:20-23) no pudieron haber estado presentes aún. No hay evidencia de rebelión en contra de Dios o de Su Camino en este relato. Por consiguiente, éste describe a Adán y Eva previo a su encuentro con Satanás.

El archí difusor

Pablo le escribió a que la Iglesia Efesia acerca de la vida de la que Dios los había llamado a salir cuando Él les reveló Su verdad. El capítulo 2, versículo 2, mencionado anteriormente, hace referencia al poder del Diablo y a su influencia en el mundo: “en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” (Efe. 2:2).

Éste es un pasaje asombroso. La frase “hijos de desobediencia” también se encuentra en Efesios 5:6 y Colosenses 3:6. Examinemos cómo estas referencias se relacionan con la frase, “príncipe del poder del aire”.

Note que el versículo 2 declara que “el espíritu [de Satanás]…opera en los hijos de desobediencia”. ¿Ve usted esto? ¿Lo capta? ¡Satanás tiene el poder de usar el “aire” para difundir, a través de su espíritu, una actitud de desobediencia! Él envía estados de ánimo, sentimientos y actitudes de hostilidad a las mentes de las personas. Estos “operan” dentro de los corazones y las mentes de las personas, trayendo desobediencia. Este “poder del aire” le da al diablo gran influencia, permitiéndole enviar pensamientos de confusión, engaño, enojo, orgullo, odio, tontería, vanidad, celos, lujuria, avaricia, envidia, rebelión y mucho más, ¡directamente al pensamiento de las personas!

Piénselo de esta manera. El Diablo posee una muy poderosa estación de radio, que transmite 24 horas al día. ¡Nosotros hemos aprendido que esta poderosa “estación” alcanza y engaña al mundo entero! No obstante, su increíble astucia ha sido tan seductora que ha logrado convencer a la mayoría de que ¡él no existe!

El diablo es inmensamente más poderoso de lo que muchos comprenden. Recuerde, sólo uno que tenga enorme poder para influenciar — como un “dios” virtual (y Satanás es el dios de este mundo) — podría cegar y engañar a escalas tan asombrosas. Como resultado, él ha producido un mundo lleno de desobediencia — ¡anarquía!

Antes de la invención del radio, el poder de Satanás, como el archí difusor y príncipe de la potestad del aire, no podía ser comprendido tan fácilmente. ¡Pero ahora usted puede comprender!

Ahora podemos entender mejor los “hijos de desobediencia”. Como los cristianos con el Espíritu Santo, estas personas también son inspiradas y guiadas por un espíritu — el del dios de este mundo. Satanás difunde un espíritu de rebelión en contra de la Ley de Dios — desobediencia — a través de actitudes — a la humanidad. Efesios 2:2 es claro. ¡Pero un mundo engañado no sabe nada de este entendimiento!

Si usted escucha la radio, usted usualmente escoge una estación que concuerde con lo que usted quiere oír. Hoy, las personas “navegan sobre” las estaciones de radio o televisión. Eventualmente, algo les interesa, y se detienen y escuchan una estación de su elección. En cada caso, las estaciones son seleccionadas a propósito. Las personas tienen control sobre lo que escuchan u observan.

No sucede lo mismo con la estación de Satanás. El mundo — y usted — no decide sintonizar la difusión del Diablo. Y nadie alguna vez se dispone a ser engañado. ¡Pero cada ser humano sobre la Tierra es automáticamente sintonizado a la frecuencia de Satanás! Su maldad, hostilidad, rebelión, engaño, y egoísmo están continuamente “al aire”.

Por consiguiente, es en realidad la naturaleza de Satanás la que ha sido incorrectamente etiquetada como naturaleza humana. De hecho, una vez que es inyectada en las personas, la naturaleza de Satanás se vuelve natural para ellas. Se convierte en su naturaleza — ahora, naturaleza humana.

Aunque usted no pueda verlo, tanto como no puede ver las ondas de radio o las señales de televisión, el aire que le rodea está literalmente cargado y “cruje” con el poder y la energía de las emisión de Satanás.

Es absolutamente crítico ver cómo trabaja este espíritu en las personas. Esta es la sola clave más grande para entender exactamente cómo Satanás puede engañar y manipular a más de seis y medio billones de personas.

Recuerde cómo Dios pudo comunicarse con Ciro a través de (“agitando”) su espíritu. Satanás hace lo mismo. Justo como Dios puede llevar a un ser humano hacia un propósito correcto, el espíritu de Satanás influencia a las personas hacia el odio, el enojo, el egoísmo, la violencia, la competencia, la vanidad, los celos, la lujuria, la avaricia, el asesinato y el engaño.

Por supuesto, cuando Satanás inyecta sus actitudes en una humanidad ingenua, ésta no tiene idea de que él lo esté haciendo. El Diablo no anuncia sus intenciones por adelantado o habla en una voz audible.

Asesinato, mentiras y destrucción

¡Tal como Dios el Padre tiene hijos, el dios de este mundo también es padre con sus propios hijos! Considere esta prueba:

En una ocasión, Pablo se dirigió a un mago llamado Barjesús, quien estaba tratando de evitar la predicación y el ministerio de Pablo. Pablo lo llamó directamente: “¡…lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor?” (Hechos 13:10).

Además de identificarlo como un “hijo del diablo”, Pablo enseña que los hijos del diablo son enemigos de “toda justicia” y de los “caminos del Señor”. ¡Esto es lo que significa ser hijo del diablo!

¿Pero qué es justicia? Salmos 119:172 lo define: “todos tus mandamientos [de Dios] son justicia”.

Los hijos de Satanás odian, y son enemigos de, las leyes de Dios — ¡Sus mandamientos! Recuerde, ellos son identificados como “hijos de desobediencia”.

Apocalipsis 9:11 describe a Satanás como “un destructor”. La palabra hebrea a la que se hace referencia allí, Abaddon, significa “Satanás”. La palabra griega usada allí, Apollyon, significa “un destructor”. Este entendimiento coloca el escenario para la siguiente escritura.

Una fascinante confrontación entre Cristo y personas que profesaban “creer en Él” ocurrió en Juan 8:30-31. Usted debería leer todo el relato, pero he aquí un resumen. Aquellos quienes habían profesado creer en Cristo, ¡en verdad buscaban matarle momentos más tarde (Juan 8:37)! Cristo dijo: “procuráis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros”. Él además añadió: “Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad” (Juan 8:40). Muchos dicen que quieren escuchar la verdad — pero no si eso significa que les sea dicho que ellos están equivocados, particularmente acerca de sus ideas más queridas.

Esta historia llega a un clímax notable en los versículos 43-44. Cristo preguntó: “¿Por qué no entendéis mi lenguaje?” (Juan 8:43. Él responde Su propia pregunta: “…Porque no podéis escuchar mi palabra” (Juan 8:44). ¿Qué podría hacer que las personas que estaban paradas justo al lado de Cristo “no escucharan Su palabra”?

El versículo 44 responde: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira” (Juan 8:44). Cristo claramente dijo: “no sois de Dios” (Juan 8:47), y estos líderes religiosos inspirados por diablo ¡inmediatamente lo acusaron a Él de “tener a un demonio” (Juan 8:48)! Muchos hoy, quienes profesan “creer en Cristo”, no son diferentes de aquellos descritos aquí.

Este relato es una declaración poderosa, instructiva. Oblíguese a ver esto. El diablo es un padre que comete homicidio, miente y destruye. Como el autor del asesinato, el engaño y la destrucción, ¡él difunde estas actitudes a sus hijos alrededor del mundo!

El diablo rige la Tierra

¡No se equivoque! El mundo está lleno de los hijos del diablo. Se ha observado que los hijos son básicamente muy parecidos a sus padres. Por consiguiente, los hijos de Satanás mienten, odian, cometen homicidio y destruyen. Vea el mundo. Ahora debería ser más claro que el agua por qué la confusión, la guerra, la ignorancia, la pobreza, la enfermedad y la miseria abundan entre las naciones. Los frutos de la naturaleza humana — la naturaleza de Satanás — son evidentes en todas partes donde hay seres humanos.

Note cómo describió Pablo los “últimos días” precediendo el Regreso de Cristo: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita” (II Tim. 3:1-5).

Aunque el mundo está lleno de religión — tiene “apariencia de piedad” — ¡éste no enseña la verdad ni es la religión de Dios! Éste niega el poder del Dios verdadero, a medida que el mundo adora inconscientemente a un ser diferente quien se ofrece a sí mismo como el Dios de la Biblia.

En resumen, el diablo es también llamado el “dios de este mundo”, el “príncipe de este mundo, príncipe de la potestad del aire” y uno que vimos “debilita a las naciones” y “engaña al mundo”. Todo esto debería haber cobrado un nuevo significado.

La fatídica elección de Adán

Pero, ¿cómo ganó acceso el diablo a la humanidad? ¿Qué abrió la puerta a su influencia — a su difusión?

Aunque se cubrió previamente, desde una perspectiva diferente, el bien conocido pero poco comprendido relato del Jardín del Edén tiene la clave:

“Pero la serpiente [Satanás] era astuta, más que todos los animales del campo que el Eterno Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales” (Gén. 3:1-7).

Aun más de lo que ya hemos visto, este relato representa una decisión asombrosa — y verdaderamente de gran alcance. En lugar de seguir a la instrucción de Dios, Adán tomó del “árbol del conocimiento del bien y del mal”. Él pensó que tenía mejor criterio que Dios. Él tomó para sí mismo el derecho de decidir entre lo que era correcto (el bien) y lo que estaba equivocado (el mal). Él pensó que él podría confiar en sus propios sentidos físicos. De este modo, esta decisión “abrió sus ojos” (Gén. 3:7) — pero no a las cosas de Dios, las cuales vienen solamente a través de recibir el Espíritu de Dios (I Cor. 1:9-10). Ciertamente, no fue el Espíritu de Dios el que entró en Adán y Eva en ese momento. En cambio, el espíritu de rebelión entró a sus mentes por primera vez. El espíritu maligno de la influencia de Satanás fue inyectado en sus mentes en ese momento, como la primerísimo aparición de “la naturaleza humana”. Así es como sus “ojos fueron abiertos”.

La decisión de Adán evitó en ese momento cualquier oportunidad de adquirir verdadero conocimiento espiritual de Dios. Así, su entendimiento permaneció limitado a lo que él pudiera aprender a través de los cinco sentidos físicos — y lo dejó abierto para la emisión de Satanás. ¡La naturaleza humana vino a la existencia por primera vez!

Con esta decisión, Adán se cortó completamente a sí mismo y cortó a la humanidad del acceso a Dios. Este otro árbol ha estado guiando el pensamiento de los hombres y las naciones desde la desafortunada elección de Adán. Debemos comprender lo que esto significa para usted y para mí. Por su pecado de rechazar a Dios y al árbol de la vida, Adán fue rechazado por Dios y echado fuera del huerto. ¡Y la humanidad fue expulsada con él al mundo de Satanás!

Satanás le mintió a Eva, quien guió a Adán a pecar con ella. ¡Él los hizo rechazar — dudar de — lo que Dios les había enseñado en Génesis 2:16-17! El engaño del diablo llevó a estos dos niños adultos a creer que ellos ya no necesitaban escuchar a su Padre. La naturaleza humana entró. Siendo arrojados del huerto, ellos se vieron forzados a valerse por sí mismos. Habiendo rechazado la Ley perfecta (Rom. 7:12, 14) y la autoridad de Dios — Su gobierno sobre toda la creación — como guías en sus vidas, y habiéndose rendido a Satanás y su camino de pecado (II Tim. 2:25-26), ellos quedaron por su cuenta.

Por causa del pecado, ellos ya no tuvieron acceso a las bendiciones, la guía, la protección o el don del Espíritu Santo de Dios, el cual habría venido al comer del Árbol de la Vida.

La naturaleza humana no es heredada

¡Capte esto! La naturaleza humana no vino de Dios, sino, en cambio, directamente de Satanás el diablo.

Pero la naturaleza humana no es heredada — ¡es adquirida! Los hijos de Adán y todas las generaciones sucesivas no la “pasaron” en la concepción. Un padre que pierde un ojo, una mano o una pierna no produce hijos con un ojo, una mano o una pierna. Cuando Dios usó una de las costillas de Adán para crear a Eva, esto no significó que a todos los hombres desde entonces les falte una costilla. La Biblia se refiere a su hijo Abel como “el justo Abel”. La desobediencia de ellos no impidió la obediencia de él.

Adán y Eva eran adultos “bebés”. Justo como los bebes que nacen hoy, ellos eran puros al tiempo de su creación (“nacimiento”) pero fueron rápidamente expuestos a una “emisión” que no pudieron resistir. Ellos fueron creados en el sexto día de la semana (viernes), descansaron en el día de reposo (sábado), y probablemente fueron seducidos por Satanás (Gén. 3:1-6) al día siguiente (domingo) — ¡a la edad de dos días! Así, nuevamente, Satanás estaba esperando a los ingenuos y aún inocentes Adán y Eva.

Adán y Eva eligieron no escuchar a su Padre, Dios, y en cambio eligieron creer la mentira de Satanás respecto a que “no morirían”. Al hacer esto, ellos rechazaron la autoridad del gobierno de Dios en sus vidas. Otra vez, si Adán hubiera obedecido la instrucción de Dios, él podría haber calificado para reemplazar a Satanás y restaurar el gobierno de Dios en la Tierra.

Examinemos una importante instrucción y un ejemplo del Nuevo Testamento, acerca de cómo la naturaleza humana es adquirida, no heredada. Pablo derramó importante luz en la siguiente advertencia que él publicó para la Iglesia Corintia: “Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo. Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo” (II Cor. 11:2-3).

Pablo les estaba escribiendo a personas que vivieron 4.000 años después de Adán y Eva. Él reconoció que el diablo aún estaba vivo y activo. Los corintios eran adultos capaces de ser engañados (seducidos) de la misma manera en que lo fue Eva. Pablo les advirtió a ellos que estuvieran en guardia, para que ellos no regresaran a seguir los caminos de la naturaleza humana. Tal como la naturaleza de Eva no era mala ni hostil hacia Dios antes de que ella fuera engañada, tampoco lo era la naturaleza de los corintios conversos.

Una vez que uno es llamado y convertido, y ha recibido el Espíritu de Dios, él ha puesto a un lado la antigua naturaleza humana de su vida pasada. Pablo también añadió en Efesios 2:3: “entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás” (Efe. 2:3). Estos versículos siguen a, y son parte de, la escritura que identifica a Satanás como el “príncipe de la potestad del aire”.

El siguiente es el mismo pasaje de la traducción Phillips del Nuevo Testamento. Esta traducción en particular describe con exactitud cómo todas las personas han adquirido la naturaleza humana de Satanás: “anduvieron a la deriva en la corriente de las ideas de vida de este mundo, y obedecieron a su autoridad invisible [Satanás es el “gobernante invisible” de este mundo — II Cor. 4:4 — quien aún está operando en aquellos quienes no responden a la verdad de Dios]… todos vivimos así en el pasado, y seguimos los impulsos e imaginaciones de nuestra naturaleza maligna… como todos los demás”.

¡Cuán cierto! La mayoría de las personas simplemente van a la deriva en la vida, siguiendo cualquier sentimiento (“impulsos”) o idea (“imaginaciones”) que las golpee de momento en momento. Todo Efesios 1 es la explicación de Pablo a aquellos hermanos de su anterior llamamiento al camino de vida de Dios. Tome tiempo para leer esto, de ser posible usando la traducción Moffatt. Los efesios habían salido del curso de este mundo y ya no eran “por naturaleza” hijos de ira, y ya no estaban rendidos al “príncipe de la potestad del aire”. Ellos habían comenzado a “des adquirir” activamente la naturaleza humana a través de rendirse a Dios, en vez de rendirse a los impulsos, tirones, sentimientos y tentaciones de la frecuencia de Satanás.

Sería grandemente injusto de parte de Dios el inyectar a los bebés recién nacidos con naturaleza humana, y luego colocarlos bajo Su “ira” por tenerla. ¿Ve usted este punto? La naturaleza humana es adquirida, y esta naturaleza adquirida conduce a desobedecer a Dios — ¡y ESTO pone a las personas bajo la ira de Dios!

Los cristianos convertidos no son inmunes

Regresemos al cristiano. El hecho que uno se haya arrepentido, haya sido bautizado y haya recibido el Espíritu de Dios (Hechos 2:38) no niega ni bloquea automáticamente la habilidad de Satanás para atacar, tentar, tratar de influenciar y buscar debilidades.

¡Acepte este hecho! Usted ha estado practicando el camino de Satanás toda su vida. Usted probablemente se ha vuelto muy bueno en eso. Créame, a media que usted luche por vencer y resistir los impulsos que operan dentro de usted, usted encontrará que la influencia de Satanás, en la forma de naturaleza humana, es, como sus hábitos, verdaderamente una “segunda naturaleza” para usted — ¡más de lo que usted sabe ahora! El vencer no será fácil ni ocurrirá de la noche a la mañana. Ésta es una lucha que dura toda la vida, en contra de una actitud y un camino de vida que el cristiano ha desechado y del cual se ha apartado.

Recuerde, el diablo apareció en la forma de una serpiente y exitosamente sedujo a Eva a través de la tentación (Gén. 3:1-6). El versículo 1 revela cómo él tienta a las personas hacia la desobediencia y el pecado. Allí dice: “la serpiente era astuta [sutil], más que todos los animales del campo…”. Satanás engañó a Eva tentándola con la belleza del árbol del cual Dios le había prohibido comer.

La tentación nunca viene de Dios. Santiago 1:13-15 declara: “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte”.

La tentación siempre se origina del “tentador”, obrando en las lujurias de las personas. El diablo reconoce dónde es vulnerable la naturaleza humana, donde las personas pueden ser “seducidas” a fin que el “pecado sea concebido”.

¡Efesios 6:11 advierte de las “artimañas del diablo”, mientras que Apocalipsis 2:24 advierte de las “profundidades de Satanás”! II Cor. 2:11 advierte que no “ignoremos sus maquinaciones”. Los cristianos están constantemente en guardia respecto a sus tretas.

Santiago enseñó: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Santiago 4:7).

Cristo venció y calificó para reemplazar a Satanás

El resistir la tentación del diablo fue central para que Cristo haya vencido al pecado. Examinemos nuevamente este relato, pero esta vez en más detalle.

Éste se encuentra en Mateo 4, y comienza en el versículo 1: “Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu… para ser tentado por el diablo” (Mat. 4:1). El diablo tentó repetidamente a Cristo: “Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares” (Mat. 4:8-9). Note que Cristo reprendió a Satanás (Mat. 4:10) y citó Deuteronomio 6:13: “Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás”. En este punto, la tentación final en este relato terminó y el diablo se fue. ¡Cristo había resistido exitosamente!

¡Comprenda este pasaje crucial! Este relato describe la tentación de Cristo. Lo que el diablo le ofreció estaba diseñado para tentarle. Si tanto Cristo como el diablo sabían que los reinos de este mundo no eran del diablo como para que los pudiera dar, ¿entonces donde estaba la tentación? La oferta no habría llevado peso — habría sido vacía — si las naciones y los imperios no fueran del diablo para poderlas ofrecer.

¡Para que Cristo venciera la tentación, tenía que HABER una tentación! Finalmente, Cristo tuvo éxito donde Adán y Eva habían fallado. ¡Cristo pasó una prueba muy real! Él venció al mundo, al Diablo, y a Su carne, conquistando al pecado y calificando para pagar el precio del rescate (Su vida) para la liberación del hombre.

Capte este punto verdaderamente vital. ¡Solamente a través de vencer al diablo fue que Cristo calificó para restaurar el gobierno de Dios a esta tierra a Su Segunda Venida!

Después de resistir exitosamente la tentación en Mateo 4, Cristo comenzó a predicar el evangelio del reino de Dios. Recuerde el relato de Marcos: “Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios… Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:1, 14-15).

El “tiempo que fue cumplido” fue aquel de la súper victoria de Cristo en Su lucha por vencer a Satanás y a su mundo. Esta victoria literalmente autorizó a Cristo para anunciar el regreso del gobierno de Dios, casi 2.000 años más tarde, bajo Su liderazgo. Su instalación en un futuro oficio era ahora oficial.

Mientras tanto, Dios debe llamar a unos pocos — muy pocos — a estar preparados en la inauguración de ese gobierno para autoridad en el reino de Dios con Cristo. Estos pocos también deben vencer, como Cristo lo hizo, para calificar para autoridad — ¡y Satanás odia a todos los que están calificando para reemplazarlo!

Vencer no es fácil

Regresemos momentáneamente al tema del desarrollo del carácter a través de vencer.

Como cualquier músculo del cuerpo, el carácter se desarrolla empujando en contra de resistencia. El enfrentar exitosamente esa resistencia fortalece al músculo (en este caso, la mente). Hemos visto repetidamente que edificar el carácter significa elegir hacer lo correcto en lugar de elegir hacer lo que está equivocado. El carácter no se preocupa por lo que los otros dicen o hacen. ¡Sólo se preocupa por lo que DIOS dice que se haga!

Nunca olvide que el cristiano debe resistir a Satanás, quien está activo a cada paso. Pero no es a través de fuerza o esfuerzo humano que esto puede ser logrado.

Anteriormente, nos referimos a las artimañas de Satanás, y a que Pablo registró: “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad [griego: espíritus malignos] en las regiones celestes” (Efe. 6:10-12).

Esta escritura contiene mucho para considerar. Los cristianos forzosamente deben “luchar” en contra del poder del diablo y sus demonios — “los espíritus malvados” — en una base diaria. Ellos constantemente deben luchar en contra de sentimientos de ofensa, hostilidad, envidia, enojo y muchas otras actitudes.

Muchas escrituras del Nuevo Testamento describen la extensión hasta la cual la naturaleza humana, sin revisión a través de vencer, tiene completo dominio sobre cada aspecto de las vidas de las personas. Y los frutos de la naturaleza humana son evidentes alrededor del mundo entero. Considere cuidadosamente y piense acerca de los siguientes cuatro pasajes extensivos. Reflexione acerca de la evidencia de ellos en su vida, y reconozca que ellos representan una lista de cosas que usted probablemente necesita superar.

Pablo escribió los gálatas: “Y manifiestas [obvias] son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gál. 5:19-21).

El vencer — eliminar estos patrones de conducta y de pensamiento — está directamente atado a la salvación ¡y a gobernar en el reino de Dios!

Ahora considere lo que Pablo escribió a los romanos: “Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada [carente de juicio], para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican” (Rom. 1:28-32).

Esta poderosa lista de actitudes y conductas equivocadas resume la condición de toda la humanidad.

Pablo también les escribió a los romanos de un mundo entero bajo la influencia y engaño del diablo. Note esto: “No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre; quebranto y desventura hay en sus caminos” (Rom. 3:10-16).

No es sorpresa que Juan les ordenara a los verdaderos cristianos de todas las eras, de una manera tan directa: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo” (I Juan 2:15-16).

Las tres frases en cursiva corresponden de manera idéntica con lo que Eva amó acerca del árbol de la ciencia del bien y del mal (Gén. 3:6). Tómese un momento para releer el versículo. Será claro por qué Juan escribió como lo hizo, 4.000 años más tarde, acerca del mundo que Adán y Eva escogieron e indirectamente ayudaron a construir.

Al que venciere

Toda la humanidad está completamente engañada, y yendo a la deriva, ignorante del propósito de Dios, el cual es restaurar Su gobierno en la Tierra, para regir eventualmente a todas las naciones. Solamente los menos, llamados ahora, comprenden esta restauración venidera.

Aunque todos los que son de este mundo están dedicados principalmente a adquirir bienes y a disfrutar de los placeres, ésta no es la meta — la actitud — de uno que busca a Dios y es un verdadero cristiano. Él se esfuerza por permanecer en constante armonía con el propósito supremo de Dios para su vida.

Un entendimiento importante debe ser presentado aquí. Éste establece escrituras que estudiaremos momentáneamente.

La Biblia enseña, en Apocalipsis 2 y 3, que Dios ha trabajado con Su Iglesia a lo largo de siete eras, o fases, separadas y sucesivas. En estos dos capítulos, Cristo describe cada era. Con una excepción, las primeras cinco son descritas como teniendo su propio conjunto particular de problemas doctrinales y espirituales, los cuales eventualmente llevaron a su caída. Cada vez que esto ocurrió, Dios levantó a un nuevo líder para establecer la siguiente era.

Aunque ciertas actitudes dominan a cada era, entienda que algunas de las actitudes que Cristo describe son encontradas en todas ellas. Por consiguiente, éstas tienen aplicación para toda la Iglesia de manera general. Aunque ya hemos hecho referencia a varios de los próximos pasajes, ellos cobran nuevo significado ahora. Repasemos.

En Su mensaje a Tiatira, la cuarta era, Cristo instruye: “Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro…” (Apo. 2:26-27). Este es un cuadro obvio del restablecimiento del gobierno de Dios sobre todas las naciones de la tierra. Los cristianos recibirán poder real para regir.

La instrucción a Laodicea, la era final, añade más entendimiento: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono” (Apo. 3:21).

Un versículo más en Apocalipsis resume los dos anteriores: “y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra” (Apo. 5:10).

Reyes y sacerdotes son maestros. Todos aquellos llamados de Dios están en entrenamiento para convertirse en maestros en el reino de Dios. Esta es la razón por la que la gran comisión de Cristo para Su Iglesia a lo largo de todas las eras es: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones” (Mat. 28:19).

La Iglesia de Dios hace esto hoy. ¡A usted le está siendo enseñada ahora la maravillosa verdad de Dios en este libro!

Solamente un puñado relativo de personas fueron llamadas en el Antiguo Testamento, y aparentemente sólo tres — Abel, Enoc y Noé — previo al Diluvio. Después del Diluvio vinieron los patriarcas (Abraham, Isaac y Jacob) y los profetas, junto con David y Lot. Dios usó a cada uno de estos hombres para una comisión o propósito especial. Pero todos fueron entrenados y tuvieron que vencer a Satanás, las tentaciones de su mundo y los impulsos de la carne. Al igual que estos grandes siervos, los cristianos vencen sus problemas, debilidades, pecados, y actitudes equivocadas, en vez de ser vencidos y derrotados por ellos. ¡Ellos perseveran pase lo que pase!

Cristo dijo: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Cristo había vencido tanto al mundo como al dios de este. Recuerde que Él dijo: “Así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”. Usted no debe perder este punto. Fue el TRIUNFO de Cristo el que lo calificó para gobernar. ¡Tal como Él calificó para reemplazar Satanás, así lo debemos hacer nosotros!

Tal enorme poder para regir nunca podría ser dado a personas que no estén preparadas — quienes no hayan calificado para usarlo apropiadamente. Dios no está por darle gran autoridad a personas que se puedan rebelar y volver a los caminos de Satanás. Él sabe que Él no puede volver a tener otro “Lucifer convertido en Satanás” causando destrucción y caos, esta vez llevando parte del propio poder de Dios. Hemos visto que será imposible pecar para cualquiera en el gobierno de Dios (I Juan 3:9).

Satanás ha de ser atado

Cuando Cristo regrese, Satanás, como el gobernante depuesto sobre la Tierra, será removido. Ningún líder podría alguna vez suceder a un líder descalificado, y permitirle a ese hombre que permanezca en una posición de autoridad conjunta con él. El líder descalificado criticaría y entorpecería todo lo que el nuevo líder planificara cambiar e implementar. Puesto que todos los gobiernos humanos comprenden esto, por supuesto, Dios también lo comprende. Él sabe que Satanás tiene que ser removido de su posición de influencia.

Note: “Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo” (Apo. 20:1-3).

Este versículo contiene más entendimiento crucial acerca del futuro plan de Dios para toda la humanidad. Pronto ahora, Satanás será atado (arrestado) e incapacitado para engañar a todos los habitantes de Tierra. Las tentaciones de este mundo y de la naturaleza humana, causadas por Satanás, desaparecerán — aunque aún habrá ciertos impulsos de la carne que todos tendremos que vencer (Rom. 7:18, 21-23).

>Cuando Satanás sea atado, la paz literalmente comenzará a “manifestarse” en el mundo entero. Los santos estarán gobernando con Cristo desde Jerusalén — habiendo restaurado el gobierno de Dios en Su reino, administrado por la Familia de Dios. La Ley “santa, justa, perfecta y espiritual” de Dios (Rom. 7:12, 14) será impuesta entre todas las naciones.

Pero el aprisionamiento de Satanás durará 1.000 años, y luego él reaparecerá brevemente. Ahora lea: “Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión, y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog [un tipo de las masas de la humanidad], a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar” (Apo. 20:7-8).

¡Entienda! El mundo habrá conocido completa paz por 1.000 años, sin haber estado expuesto a la emisión de Satanás. Pero su liberación trae el regreso inmediato de la naturaleza humana.

Satanás es un espíritu invisible, lo cual quiere decir que él puede mantener su presencia desconocida. Por consiguiente, aun con 1.000 años de continuas advertencias previas, muchos ignorarán el peligro de la emisión de Satanás y serán vencidos por ésta. Note cómo su reingreso “engaña a las naciones” — ¡una vez más! Apocalipsis 20:9 describe a estos recién engañados millones tratando de arremeter contra Jerusalén y todos los santos que están allí. La violencia, la hostilidad, el enojo y el odio de naturaleza humana habrán vuelto a entrar: “Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada [Jerusalén]; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió” (Apo. 20:9).

Aquellos quienes eligen el camino de Satanás, ya sea a sabiendas o a través de una falta descuidada de vigilancia, finalmente llegan a un fin terrible.

El juicio del gran trono blanco

Apocalipsis 20:10 describe a Satanás siendo “lanzado a un lago de fuego” y nuevamente removido de cualquier posibilidad de inyectar su naturaleza y de engañar a las naciones. Apocalipsis 20:11-13 describe el maravilloso período después del Milenio — el juicio del gran trono blanco — cuando todos los que han vivido desde el tiempo de Adán hasta la Segunda Venida de Cristo recibirán una oportunidad para la salvación. La mayoría eventualmente recibirá salvación — vida eterna — porque la influencia de Satanás habrá sido removida permanentemente de la tierra. Ellos no tendrán que vencer ni su influencia ni los impulsos y las tentaciones de su mundo.

Cristo restaura el gobierno de Dios

Cuando Cristo regrese a la Tierra, Él será coronado como Rey de reyes y Señor de señores (Apo. 19:16). En ese tiempo, Él abrirá la vida eterna y la salvación para el mundo entero, el cual ahora está aún cortado de Dios, cegado y dirigido por la naturaleza de Satanás.

Aquellos de todas las naciones se sentarán delante de Cristo. Algunos habrán calificado para gobernar y algunos no. Note: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartarálos unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros [todos aquellos quienes hayan vencido] desde la fundación del mundo” (Mat. 25:31-34).

El gobierno de Dios pronto será restaurado a la Tierra, y todos los que se hayan preparado a sí mismos “heredarán el reino”. Solamente los vencedores, aquellos quienes se hayan sometido exitosamente a Dios y hayan resistido a Satanás a lo largo de sus vidas, tendrán parte en este glorioso futuro: “El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Apo. 21:7-8).

¿Será usted uno de los que herede todas las cosas?

Esto introduce la antigua pregunta de “¿hay vida después de la muerte?” — y, de ser así, ¿cuándo viene?

Capítulo Diez — ¿Qué sucede después de la muerte?

¿Es esta vida todo lo que hay? Muchas religiones profesan saber qué ocurre en la muerte. Pero éstas no están de acuerdo. ¿Por qué tal confusión acerca de la vida después de la muerte? ¿Por qué tal misterio — tal desacuerdo?

Esta pregunta de la vida después de la muerte ha dejado perpleja a la humanidad a lo largo de las eras. Recuerde, hace miles de años, Job preguntó: “Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir?”. Esta pregunta permanece hoy.

La mayoría de los cristianos profesos creen que poseen un alma inmortal. A ellos les ha sido enseñado que los muertos van ya sea al cielo o al infierno. La mayoría de ministros, evangelistas y religiosos libremente hablan de “cuando todos nosotros lleguemos al cielo”. Ellos declaran que ésta es la enseñanza de la Biblia. Pero, ¿es esto cierto?

No debemos asumir. Recuerde otra vez, Jesús dijo: “Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres” (Marcos 7:7-8). Los hombres tienen sus propias ideas, invariablemente basadas en asunciones de la Biblia. Si la Biblia es la Palabra de Dios, debemos examinar lo que ésta en verdad dice, no lo que las personas dicen que dice. Esté dispuesto a dejar por un lado las tradiciones más queridas y a reemplazarlas con Escrituras claras.

Luego esté dispuesto a creerle a Dios, no a los hombres.

Antes de contestar la pregunta “¿hay la vida después de la muerte?”, examinemos qué sucede en el preciso momento de la muerte. Cuándo Job preguntó: “¿vivirá otra vez?”, ¿qué quiso decir con “otra vez”? Si los muertos en realidad están vivos de manera permanente, ¿cómo pueden vivir otra vez?

¡Debemos entender!

La paga del pecado

Si usted tiene un empleo, usted recibe cheques de pago con regularidad. Ellos representan sueldos pagados para usted por el trabajo hecho. ¿Qué acerca de Dios? ¿Paga él sueldos alguna vez? Romanos 6:23 declaró: “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”. Aquí, la vida eterna es contrastada con la muerte — ¡perecer! La paga del pecado es muerte, no vida. Veremos que este entendimiento no es compatible con la tortura eterna en el infierno.

No hay misterio acerca del significado de la paga que un empleador da un empleado por su trabajo. ¿Por qué debería haber confusión acerca del significado de la paga que Dios da a un pecador por sus obras? Él les paga a los malvados un cheque de muerte — no de vida en un lugar de tormento. La Biblia dice lo que quiere decir y quiere decir lo que dice.

¡Regresemos a Juan 3:16 y reconsideremos esto en otro contexto! Tristemente, este muy familiar y frecuentemente citado versículo no es entendido por casi nadie. Note: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). Millones citan este versículo pero ignoran uno de sus puntos más obvios.

Reléalo. ¡Note que este refleja exactamente a Romanos 6:23! Esta vez, la vida eterna es contrastada con perecer — la muerte.

La palabra griega traducida perezca es apollumi y significa “destruir completamente, morir, perder, perecer”. No hay duda de lo que estas palabras significan. Los artículos “perecederos”, como las frutas y vegetales, son aquellos que se pudren — hasta que son “completamente destruidos” o “se pierden”. Esto no es difícil de entender cuando estamos hablando acerca de cualquier cosa que no sea un ser humano. A aquellos quienes reciben salvación les es prometido que “no perecerán” sino ¡“tendrán vida eterna”! Si el infierno es un lugar de tortura eterna, entonces las personas sufriendo allí tienen vida eterna. Pero el versículo dice: “no perezca”, no “sufra una vida eterna en tormento”.

¿Cómo se relaciona la palabra perecer con la enseñanza popular acerca del infierno? ¿Por qué inspiró Dios a Juan a usar esta palabra si esto no es lo que Él en realidad pretende?

Las almas han de ser destruidas

La idea de un infierno que siempre arde es inseparable de la idea de que todos los seres humanos tienen almas inmortales. ¿Es esto lo que Dios dice? Una vez más, ¡la respuesta es un NO enfático!

Es importante repasar un momento como una introducción para entendimiento vital. Génesis 2:7 mostró que el hombre es un alma y no tiene una. Dios les dijo a Adán y Eva que ellos “morirían” si comían del árbol de la ciencia del bien y del mal. Ezequiel dijo (dos veces) que “el alma que pecare, esa morirá”. Mateo dijo que Dios puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el infierno (Mat. 10:28).

Vimos lo que el profeta Malaquías escribió acerca del estado final de los malvados quienes han sido destruidos en el infierno: “Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho el Eterno de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama. Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada. Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho el Eterno de los ejércitos” (Mal. 4:1-3). Abdías 16 amplía esto con: “serán como si no hubieran sido”.

Los muertos estarán tan completamente “muertos” que será como si nunca hubieran existido. Seguramente, si ellos se estuviesen asando en el infierno para siempre con otros millones, y otros millones estuvieran “en el cielo” presenciándolo, este versículo apenas podría tener aplicación.

¿Están conscientes los muertos?

¿Qué acerca del momento preciso de la muerte? ¿Exactamente qué ocurre cuando uno muere?

Las mentes humanas se diferencian de los cerebros animales por el pensamiento inteligente. Presumiblemente, si los muertos no están muertos, sino que en realidad aún están vivos, entonces deben ser capaces del algún tipo de pensamiento inteligente. Ellos al menos deben estar conscientes de sus alrededores. Consideremos una serie de escrituras.

Primero, note Salmos 146:3-4: “No confiéis… en hijo de hombre… Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra; en ese mismo día perecen sus pensamientos”. Cuando las personas mueren, sus pensamientos terminan inmediatamente — “en ese mismo día”. Eso es lo que su Biblia dice.

Este versículo tampoco es compatible con la idea de que los muertos están ya sea vivos en el cielo o sufriendo conscientemente en un lugar de tormento. Podríamos suponer que, si estuvieran disfrutando de la salvación, ¡ciertamente sabrían que lo están haciendo! También podríamos suponer que si ellos estuvieran sufriendo, sabrían que lo están. ¿Podrían los atormentados de alguna manera desconocer que están sufriendo?

Pregúntese: ¿Cuál sería el punto de su sufrimiento, o de disfrutar de la salvación, si no pudieran saberlo? La muerte (en verdad ¿vida?!) en el infierno tendría que ser como si estuvieran en un coma — completamente inconscientes de lo que sucede a su alrededor — mientras su sistema nervioso sensorial siente la agudísimamente dolorosa sensación de quemarse. ¿Cómo sería esto?

Use la siguiente analogía. Antes de que alguien sea sometido a una cirugía mayor, él es anestesiado — puesto inconsciente — a fin de que no experimente dolor. Los médicos comprenden esto — ¿por qué no los teólogos y los fanáticos religiosos? ¿Por qué niegan las claras declaraciones de la Biblia?

Algunos ignoran voluntariamente el mensaje de la escritura. Alegan que solamente los pensamientos “mortales” perecen, en el sentido que los muertos abandonan este reino terrenal y experimentan una misteriosa, diferente y nueva clase de “pensamiento”. Por supuesto, esto es ridículo, y la Biblia no lo dice, pero debemos al menos examinar la idea.

Consideremos ahora un versículo aun más directo: “Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben…” (Ecl. 9:5).

¡Un lector honesto no puede malentender esto! ¡Nada significa nada!

Salomón también registró: “Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestiaTodo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo” (Ecl. 3:19-20).

Ahora considere Salmos 115:17: “No alabarán los muertos al Señor, ni cuantos descienden al silencio”. La muerte significa “silencio”. Esto ciertamente no cuadra con los conceptos populares de millones de los muertos gimiendo y gritando en la agonía — o recibiendo inmediatamente vida eterna en cielo o en cualquier otra parte con otros millones supuestamente conversando, cantando, tocando arpas y alabando a Dios. ¡Ninguna escena de éstas podría ser posiblemente descrita como silencio!

Salmos 6:5 explica que los muertos no experimentan memoria consciente. Note: “Porque en la muerte no hay memoria de ti; en el Seol, ¿quién te alabará?” (Sal. 6:5). ¿Podría alguien sugerir con seriedad que los muertos, sufriendo en el infierno, podrían experimentar el alcance normal de recuerdos humanos, pero no estar conscientes de Dios — no ser capaces de “recordarlo”? ¿Pondría Dios a las personas en el “infierno” y entonces las dejaría allí para que sufrieran, preguntándose por siempre cómo fue que llegaron allí — QUIEN fue quien las puso allí — porque no tienen “memoria” de nada relacionado con DIOS? Podríamos preguntar: ¿cuántos siquiera saben de este pasaje?

Aplicar la misma pregunta a aquellos quienes recibieron salvación es aún más ridículo. ¿Podrían las personas, de alguna manera, “rodar por el cielo todo el día” y no tener conciencia de que estuvieron en la presencia de Dios o que fue Él?

¡No! ¡Cuando las personas mueren, están MUERTAS!

Hasta ahora, no hemos explicado todo acerca de la vida después de la muerte, pero sabemos que la vida ulterior ¡no ocurre inmediatamente en la muerte! ¡Hemos establecido que cuando una persona muere, ésta está muerta! ¿Pero entonces qué ocurre?

La resurrección de los muertos

La primera regla del estudio bíblico es siempre dejar que la Biblia interprete a la Biblia. Mantenga simples las verdades que ésta contiene y las ideas vacías — e invariablemente superficiales y absurdas — de los hombres caerán como un castillo de naipes.

He aquí por qué los muertos no tienen conocimiento o recuerdo de Dios.

Jesús dijo: “No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando TODOS los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación [griego: juicio]” (Juan 5:28-29).

Cristo entendía que muchos encontrarían esto asombroso. Por esto Él les dijo a los discípulos que “no se maravillaran” — Él entendía que la mayoría de las personas se maravillarían ante la idea de que cualquiera que haya vivido está ahora “en el sepulcro”, ¡esperando la resurrección! Usted tampoco debería maravillarse de las palabras de Cristo. ¡Acéptelas! Él dijo que “todos” están en la tumba, no “algunos”.

No hay pensamientos conscientes y ningún recuerdo de Dios después de la muerte porque todos los que alguna vez murieron están ahora esperando una de las resurrecciones a las que Cristo se refirió. Todas las personas serán resucitadas, ya sea para vida eterna o para juicio. Esto es lo que la Palabra de Dios dice.

No es extraño que David dijera: “En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza” (Sal. 17:15). Él entendió que la resurrección era un despertar de regreso a la vida.

Vimos que, como David, Job también esperó con anticipación la resurrección de la vida. Pero esta vez note los versículos que rodeaban su pregunta antes referida: “¡Oh, quién me diera que me escondieses en el Seol, que me encubrieses hasta apaciguarse tu ira [el venidero Día del Señor, o Día de la Ira de Dios], que me pusieses plazo, y de mí te acordaras! Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir? Todos los días de mi edad esperaré, hasta que venga mi liberación. Entonces llamarás, y yo te responderé; tendrás afecto a la hechura de tus manos” (Job 14:13-15).

Job no pidió que Dios sólo escondiese su cuerpo en la tumba. Él le pidió a Dios que “lo escondiera… lo guardara… le pusiese plazo… y lo recordara”. Él también reconoció que Dios lo “encubriría”. Pregúntese cómo encaja esto con estar en el cielo o el infierno. De ser así, Dios sería bastante malo en guardar secretos y el resto de versículo no haría sentido. Y, ¿por qué necesitaría Dios “recordar” a Job si él tuviera programado ir directamente al cielo tras su muerte, o si la salvación hubiese de ocurrir inmediatamente tras la muerte? Ambos (Dios y Job) sabían que él esperaría la resurrección por los miles de años.

Ahora considere la pregunta de Job — “si el hombre muriere, ¿volverá a vivir?”. Si Job aún iba a estar vivo tras la muerte, ¿cómo podría él “vivir otra vez”? Job sabía que él estaría “esperando… en la tumba” para su resurrección a una “hora estipulada”, cuando él sería “cambiado”. Él sabía que vivir otra vez era equivalente a nacer de nuevo.

Pero, ¿qué significaba que él sería cambiado?

Vimos que Pablo escribió del “cambio” que le espera a todos los cristianos verdaderos. Lea nuevamente I Corintios 15:51-52, 54: “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta… los muertos serán resucitados… y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces [no todavía] se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria”. Repito, ciertamente es un misterio casi completo para el mundo que vendrá un despertar y un cambio en la resurrección.

Y otra vez, nosotros también debemos preguntar: ¿cómo puede pasar uno de “mortal” a “inmortal” si ya tiene un alma inmortal? Esta idea también es un misterio — pero, a diferencia de los misterios de Dios, éste es uno de los “misterios” ideados por hombres, el cual no puede ser comprendido o solucionado porque no hace sentido.

¿Ve usted la lógica absurda de los hombres cuando ellos ignoran las claras escrituras?

Tal como Job entendió que él sería “cambiado”, y David entendió que él “despertaría”, Pablo entendió que los cristianos serán “cambiados” — despertarán del “sueño” — una vez que la resurrección haya venido. En la resurrección, las personas literalmente se despertarán de la muerte.

Pregúntese: ¿cómo pueden las personas ser resucitadas si ellas ya están vivas como almas inmortales? Solamente los muertos, como Cristo de la tumba, necesitan ser traídos de vuelta a la vida. Ese es el propósito de una resurrección. ¡No sea desviado por engañadores que dicen: “La resurrección sólo aplica al cuerpo, puesto que el alma ha permanecido viva”! Usted ya ha visto numerosas escrituras que desmienten esa falacia.

Tras el examen más básico, las ideas de los hombres inteligentes quedan a menudo expuestas como insensatez absoluta. Los hombres inventaron el concepto popular del infierno como un medio para amedrentar a las personas para que siguieran a las falsas religiones que ellos han creado. El Dios verdadero jamás asaría a las personas por toda la eternidad — sin permitirles quemarse, para terminar misericordiosamente su sufrimiento. Esto es lo que un monstruo haría. Pero entonces, los dioses ficticios e ideados por humanos “harán” y “enseñarán” cualquier cosa que sus “diseñadores” humanos hayan decidido para ellos.

Billones han vivido y han muerto sin saber siquiera el nombre de Jesucristo y sin siquiera haber tenido una oportunidad para la salvación. ¡Si lo que no fueron salvos, tras la muerte van directamente al infierno, entonces más de la mitad de las personas que alguna vez han vivido aún están vivas allí!

Puesto que ningún humano ha regresado alguna vez de los muertos para dar un reporte de primera mano — por supuesto, las historias absurdas e inventadas abundan en los tabloides — debemos elegir creer en las ideas de los hombres o buscar las escrituras para ver qué revela Dios acerca de este tema.

Tres resurrecciones

Recuerde que “todos los que están en la tumba” eventualmente serán resucitados. De hecho, la Biblia enseña que el plan de Dios incluye tres resurrecciones separadas. Apocalipsis 20 describe cada una. Ya hemos discutido la primera resurrección. El versículo 4 explica que los santos reinarán sobre la Tierra con Cristo por 1.000 años después que Satanás haya sido atado (Apo. 20:1-2). Más adelante discutiremos más ampliamente la primera resurrección, pero el versículo 5 explica que “los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años”.

Al final de los 1.000 años vendrá la segunda resurrección. Esta incluirá a los billones de personas, desde el tiempo de Adán, quienes jamás tuvieron una oportunidad de conocer la verdad. Ahora continúe en Apocalipsis 20 con lo que leímos anteriormente: “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos… según sus obras” (Apo. 20:11-12).

El libro de Ezequiel contiene un capítulo fascinante que describe, en visión, un valle de huesos secos. Casi cada niño de escuela dominical canta acerca de los huesos descritos en esta visión, pero sin entenderlo. Tome tiempo para leer todo el capítulo 37. Este ilustra a los millones que han sido parte de la nación física de Israel, antigua y moderna, (las 12 tribus, no solamente los judíos) recibiendo la oportunidad de salvación espiritual que Dios jamás les ofreció en el Antiguo Testamento.

El versículo 11 los describe como “sin esperanza”. A Ezequiel le fue instruido hablarle a esta vasta pila de huesos secos desconectados. Note: “Así ha dicho… el Señor: He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel” (Ezequiel 37:12). Aquí, millones son descritos como siendo resucitados de sus “sepulturas”. Es obvio que la resurrección que esto está describiendo es física, de regreso a una existencia de carne y hueso. Note lo que ocurre después.

Ezequiel continuó hablándoles a los huesos: “Así ha dicho el Eterno el Señor a estos huesos… yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis. Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis” (Ezequiel 37:5-6). Los versículos 13-14 añaden: “Y sabréis [no aún] que yo soy el Eterno, cuando abra vuestros sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío. Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra…” (Ezequiel 37:13-14).

¿Cuándo sabrá Israel lo que ha ocurrido? ¡En la resurrección! Sólo entonces “sabrá” Israel que Dios los ha tomado del sepulcro. Ellos son parte de los billones que se levantarán en la segunda resurrección. Éste es el período al que se hace referencia como el juicio del gran trono blanco (Apo. 20:11), y es el tiempo cuando a todos los seres humanos les será mostrada la verdad. Dios “pondrá [Su] Espíritu en [ellos]”. La mayoría de las personas crecerán, vencerán y calificarán para recibir salvación y unirse a todos aquellos que los precedieron en la primera resurrección.

En una nota al margen, he aconsejado a varias personas que estaban considerando el suicidio. Todos los que estén tentados a tomar esta salida fácil, pensando que su sufrimiento y sus penas terminarán, deben considerar lo siguiente: Cuando las personas mueren, no saben nada. No hay conciencia del transcurso del tiempo, ya sea de días o de siglos. En efecto, ellos se volverán a despertar inmediatamente — sin conciencia del paso del tiempo — y encontrarán que aún tienen todos sus antiguos problemas, ¡y que han añadido la culpa del auto homicidio! El suicidio, entonces, no hace que las cosas mejoren. Éste las hace mucho peores, y, en un sentido, ¡de manera inmediata!

Hay una final, o tercera resurrección. Nos referimos a ella cuando leemos Malaquías 4:1-3 y Abdías 16. Apocalipsis 20:14-15 describe a aquellos que son resucitados y les es mostrado lo que se perdieron en el reino de Dios, antes de ser lanzados a un vasto lago de fuego: “Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”.

II Pedro 3:10-12 también describe el tiempo cuando los malvados son quemados y cumplen Malaquías 4, convirtiéndose en “cenizas debajo de las plantas de los pies de los justos”.

El capítulo de la resurrección

Primer Corintios 15 ha sido llamado “el capítulo de la resurrección”. Ya lo hemos citado, pero examinemos más este capítulo. Aunque habla primordialmente acerca de la primera resurrección, es un resumen del plan de tres resurrecciones de Dios.

El versículo 26 declara: “Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte” (I Cor. 15:26). En los funerales, los ministros mundanos a menudo ilustran a la muerte como “un viejo amigo” al que uno se encuentra al final de “la carretera de la vida”. ¿No ha escuchado usted frecuentemente esta frase, o una similar, en estas ocasiones? ¡La Biblia llama a la muerte un ENEMIGO! — ¡y no hay nada de “amigable” en los enemigos!

Los versículos 22-23 declaran: “así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados [a través de una resurrección]. Pero cada uno en su debido orden…” (I Cor. 15:22-23). Note dos puntos. Primero, cada persona tendrá una oportunidad de salvación. Segundo, la oportunidad de cada persona vendrá “en su debido orden”. Hemos visto que todas las partes del plan de Dios no se cumplen en una resurrección.

El versículo 23 continúa hacia el 24: “Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. Luego el fin…” (I Cor. 15:23-24). Cristo fue el comienzo — “la primicia” — de la primera resurrección, la cual incluirá a todos los santos. Pero, “entonces viene el fin” se refiere al resto del maravilloso Plan Maestro de Dios, el cual continuará a medida que el reino de Dios sea establecido en la Tierra al Regreso de Cristo.

Ese tiempo está justamente por delante.

Entrar al reino

La Biblia enseña que el reino de Dios rige sobre las personas y las naciones de la tierra. Las naciones no son en realidad parte del reino; no más de lo que un ciudadano promedio de algún país es parte del gobierno que rige sobre él. Uno debe entrar en el reino de Dios para estar dentro de éste. Por lo tanto debemos preguntar: A diferencia de aquellos que son gobernados por él, ¿quién está verdaderamente en el reino de Dios? (El capítulo once explicará esto en más profundidad).

Recuerde que Pablo dijo: “Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. He aquí, os digo un misterio…” (I Cor. 15:50-51). Ciertamente, como se mencionó con anterioridad, este es un misterio para casi todos (que seres humanos de carne y sangre no pueden entrar al reino de Dios) que es solamente en la resurrección que los seres humanos, previamente engendrados por el Espíritu, serán transformados de carne a espíritu. Hemos visto que es en este tiempo — y solamente en este tiempo — que los verdaderos cristianos “nacen de nuevo”. Si hemos de creer solamente en la clara verdad de la Biblia, ¡el reino de Dios no puede incluir a personas de carne y sangre!

Muchas falsificaciones han suplantado el correcto entendimiento acerca de qué es el reino de Dios.

Un relato en Juan 3, el cual fue referido de manera breve en el Capítulo Dos, es comúnmente malentendido por las personas que creen que ellas pueden “nacer de nuevo” en esta vida (mientras aún son de carne y sangre) y, por tanto, “ver” el reino de Dios en esta vida (Juan 3:3).

En este relato, Nicodemo, un fariseo, se acercó a Cristo y dijo en el versículo 2: “Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro” (Juan 3:2). Él claramente admitió que sabía quién era Cristo, y quién (Dios) lo había enviado a la Tierra. Note que Nicodemo habló por más personas cuando dijo “sabemos”. Él se estaba refiriendo a sí mismo y a los otros fariseos quienes reconocían quién y qué era Jesucristo. Estos líderes no podrían negar el poder de Dios, evidente en los milagros que Jesús estaba realizando.

Los líderes religiosos — los fariseos — entendían bien que Él era un “maestro venido de Dios” con la verdad. No obstante, ellos aún lo llamaron blasfemo, bebedor, hereje, sedicioso, bastardo, ignorante, endemoniado, falso profeta, amigo de publicanos y pecadores, etc. — ¡y lo crucificaron!

Cristo le dijo a Nicodemo: “el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). Él estaba explicando que sólo a través del proceso de ser nacido de nuevo puede una persona “ver” el reino. Entonces, hay una limitación en quien lo puede ver. Cualquiera puede ver cosas físicas. Esto no es verdad del reino de Dios. Capte estos puntos cruciales que Cristo marcó.

En el versículo 5, Cristo dice que a menos uno sea “nacido de agua y del Espíritu”, él “no puede entrar al reino de Dios”. Sí, el reino es algo a lo que se puede “entrar” — pero el versículo 6 explica la frase de Cristo “naciere de agua y del Espíritu”. Este dice: “Lo que es nacido de la carne, carne ES; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu ES” (Juan 3:6). Vimos que carne y sangre no pueden entrar al reino de Dios — pero el espíritu puede — y a éste, para no dejar lugar para malos entendidos, Cristo lo comparó con el viento.

El viento y el espíritu son invisibles. Cristo le dijo a Nicodemo: “El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu” (Juan 3:8). ¡Aquellos nacidos del espíritu serán como viento — serán invisibles!

Pero, ¿cuando ocurre este cambio de composición física a espiritual?

Recuerde I Corintios 15:49: “Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos [en el futuro — en la resurrección] también la imagen del celestial”. El versículo 53 declara: “Porque es necesario que esto corruptible [la carne ciertamente es corruptible] se vista de incorrupción [aquellos nacidos de Dios son espíritu], y esto mortal se vista de inmortalidad” (I Cor. 15:53). Es en este punto que la carne es transformada en espíritu.

Aun los seres humanos convertidos están compuestos todavía de carne — del polvo de la tierra. Dios cambiará su carne a espíritu en la primera resurrección. ¡Todos aquellos que entren al reino de Dios deben estar hechos — compuestos — de espíritu!

Examinemos más esto. Mateo 22:30 declara: “Porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios”. Hebreos 1:7 muestra que los ángeles están hechos de espíritu. Esto es importante de entender acerca de nuestra composición en la resurrección. Pero no malentienda y piense que Cristo estaba diciendo que los santos resucitados serán realmente ángeles. Él simplemente quiso decir que ellos serían “como” los ángeles, en el sentido que ni los ángeles ni los santos resucitados se casan.

Volviéndose de mente espiritual

Ahora voltearemos nuestra atención nuevamente al importantísimo entendimiento de recibir el Espíritu de Dios — y cómo uno es guiado por él.

Recuerde Romanos 8:6 una vez más. Éste declaraba: “Porque el ocuparse de la carne [lo físico] es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es VIDA y paz” (Rom. 8:6). Cualquiera que haya recibido el Espíritu de Dios, finalmente tiene vida inherente dentro de él. Esto significa que él tiene el potencial de convertirse en un “heredero” con Cristo. Repitámoslo para énfasis: Este es entendimiento absolutamente sobresaliente — ¡completamente desconocido para todos, excepto los pocos esparcidos sobre la Tierra hoy!

(Una nota relacionada debe ser agregada aquí. Todos los promotores de los “derechos de aborto” deberían tomar nota de cuándo exactamente dice Dios que la vida existe — que el cristiano engendrado, el que tiene mente espiritual, ya tiene vida eterna inherente en él. Al igual que el feto que puede ser abortado espontáneamente previo a su nacimiento, el cristiano ciertamente también puede ser “abortado espontáneamente” — es decir, puede apartarse del camino hacia la salvación y la vida eterna. Pero el patrón claro de la Biblia es que la vida comienza al momento del engendramiento físico, tan ciertamente como comienza en el momento — el instante — del engendramiento espiritual).

La mayoría de las personas han sido engañadas a creer que son cristianas simplemente porque ellas han “aceptado a Jesús” o han “hecho una decisión para Cristo” o “le han dado su corazón al Señor” — o alguna otra profesión de creencia similar. Ellos han sido engañados a creer que si se unen a una iglesia o se pronuncian “nacidos de nuevo”, esto los hace cristianos. ¡Cuán profundamente falso y contrario a las claras palabras de la Biblia!

¡Un cristiano es uno DIRIGIDO POR el Espíritu de Dios!

En realidad, la Biblia declara que el mundo entero está a la espera de la primera resurrección. Es entonces cuando los Hijos de Dios serán revelados. Note cuidadosamente:

“Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios… porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora” (Rom. 8:19, 21-22). Este versículo muestra que la creación espera la “liberación” de los “Hijos de Dios”. Ésta está “gimiendo” y “en dolores (trabajo) de parto” hacia esta liberación — este nacimiento — de los Hijos engendrados de Dios, nacidos de nuevo a la resurrección y el Regreso de Cristo.

La Iglesia alimenta a sus hijos

Recuerde que la Iglesia de Cristo es llamada “Jerusalén de arriba” — “la madre de todos nosotros” (Gál. 4:26). Hebreos 12:22-23 hace esto claro: “sino que os habéis acercado a… Jerusalén la celestial… a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos” (Heb. 12:22-23). Esto no dice que la Iglesia está en el cielo, sino, en cambio, que aquellos de la Iglesia están “escritos en el cielo”. Esto es porque los muertos en Cristo ahora esperan la primera resurrección.

Como Madre, la Iglesia alimenta y cuida del pueblo de Dios — sus hijos. Pedro le instruyó al ministerio: “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella… voluntariamente” (I Pedro 5:2). Recuerde que Pablo dejó el papel de la Iglesia como Madre aún más claro: “a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a… la estatura de la plenitud de Cristo” (Efe. 4:12-13).

Dos versículos adicionales en contexto demuestran aquí que “los hijos” de Dios, como cualquier otro hijo, deben “crecer”. Note que la Iglesia también es responsable de proteger a la manada de Dios de la doctrina falsa: “para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo” (Efe. 4:14-15).

El deber del ministerio es enseñarle a la Iglesia la verdad y advertir de los peligros de ser engañados por doctrina falsa.

Entonces, el hijo engendrado de Dios crece en el vientre de su Madre — la Iglesia — como cualquier otro hijo crece durante los nueve meses del período de gestación. Mientras están en el vientre de la Iglesia, todos los hijos engendrados son alimentados con los nutrientes espirituales necesarios a fin de crecer lo suficiente para nacer en el reino como Seres Espirituales incorruptibles.

Los cristianos deben desarrollarse y madurar espiritualmente mientras están en el vientre. Los fetos humanos comienzan de un tamaño microscópico y crecen para el tiempo de nacimiento. El cristiano recién engendrado crece de la misma manera. Él comienza siendo 99.9 por ciento inmaduro espiritualmente y lentamente progresa a la madurez espiritual — ¡y el nacimiento!

Cristo el primogénito — entre muchos

Al hablar de Cristo, Romanos 1:3-4 declara: “acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos”.

Muchos han escuchado que Jesús fue el Hijo de Dios, pero Él solamente fue “declarado” como el Hijo de Dios, en el sentido más pleno, “por la resurrección de entre los muertos”. Por supuesto, Él ya era el Hijo engendrado de Dios antes de Su nacimiento en el reino al momento de Su Resurrección.

Esta escritura muestra que Cristo nació físicamente de María, descendiendo de David “según la carne”, y espiritualmente nacido Hijo de Dios “según el Espíritu… por la resurrección de los muertos”.

Regresando a Romanos 8, podemos entender mejor por qué. Recuerde esto acerca del nacimiento de Cristo: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Rom. 8:29).

Cristo es simplemente el primer Hijo de Dios “nacido de nuevo”. “Muchos hermanos” (todos aquellos con el Espíritu de Dios por 6.000 años) se unirá a Él a Su Regreso. Este entendimiento absolutamente asombroso es conocido solamente por los pocos llamados hoy (Juan 6:44, 65).

¿Ninguna esperanza?

El mundo no conoce nada de lo que usted ha leído. Éste está atascado en el sofocante pantano de los problemas y eventos humanos. Nadie puede decir en verdad que sabe lo que le espera mañana — mientras muchos otros simplemente esperan que haya un mañana, para ellos y para el mundo.

La miseria, confusión, guerra, hambruna, enfermedad, ignorancia, pobreza y la falta de armonía — todas a escala global — dejan a muchos sintiéndose sin esperanza. Cada ser humano necesita esperanza — necesita que le sea infundida una razón para existir, o siquiera para continuar, por causa de las circunstancias opresivas que inevitablemente rodean y definen sus vidas.

Todas las naciones y las personas anhelan paz, felicidad y prosperidad. Los líderes prometen estas cosas pero nunca las entregan realmente. Los ejércitos luchan por ellas, pero siempre fracasan en este último objetivo. Millones oran por ellas, pero sus oraciones no obtienen respuesta. La paz mundial, la felicidad y la prosperidad para todos permanecen más elusivas que siempre.

Pero la Biblia dice que estas cosas vendrán — y pronto. ¡El siguiente y final capítulo explica cómo!

Capítulo Once — Cómo vendrán la paz mundial, la felicidad y la prosperidad

La guerra ha sido el principal medio a través del cual las naciones han arreglado las disputas a lo largo de la historia. Ésta ha sido considerada un estado natural de equilibrio, mientras que la paz ha sido considerada un período de recuperación de la campaña previa, en la cual se están haciendo los preparativos para la siguiente aventura o conquista. Una cita por Georges Clemenceau, el estadista francés durante la Primera Guerra Mundial, refleja con exactitud el estado de las cosas: “No sé si la guerra es un interludio durante la paz, o la paz es un interludio durante la guerra”.

El general Douglas MacArthur declaró elocuentemente el actual dilema de la humanidad: “Hemos tenido nuestra última oportunidad. Si no idearemos algún mejor o más equitativo sistema, el Armagedón estará a nuestra puerta”.

¿Un gobierno mundial?

Cuando Dios comenzó a llamarme hacia su verdad, tuve la oportunidad de reunirme con mi Congresista de los Estados Unidos en Ohio. Yo había solicitado asistir a la academia Naval de los Estados Unidos, y a todos los aspirantes se les requería tener una entrevista personal con sus Congresistas en los últimos pasos antes de ser aceptados. Al final de la entrevista, el me preguntó si yo deseaba hacerle algunas preguntas. Aquí estaba un miembro del Congreso muy respetado, dándome la oportunidad de hacerle cualquier pregunta que tuviera en mente.

Sólo tenía una.

Yo estaba aprendiendo acerca del pronto venidero y sobrenatural gobierno mundial que será establecido al Regreso de Jesucristo. Con esto en mi mente, le pedí al congresista su opinión acerca de un gobierno mundial, si estaba en manos de los hombres. Su respuesta fue inmediata y enfática: “no creo que funcionaría, pero si lo hiciera, lo pregonaría a los cuatro vientos”. Él procedió a expresar diversas preocupaciones sobre ese tema.

Esta experiencia causó una gran impresión en mí. Nunca he olvidado mi conversación con este Congresista quien tenía más de treinta años de experiencia en el gobierno federal.

Desde ese tiempo, muchos han sugerido que un gobierno mundial es la única manera de tener paz mundial y estabilidad. Pero muchas preguntas surgen. ¿Quién lo traería? ¿Cómo podría ser introducido gradualmente? ¿Cuales leyes administraría? ¿Cómo serian impuestas? ¿Cederían las naciones soberanas su autoridad a otra? ¿Triunfaría, o eventualmente oprimiría y esclavizaría a toda la humanidad? ¡Estas preguntas son las que siempre detienen abruptamente a los pensadores, planificadores, líderes, y científicos!

Por consiguiente, la paz mundial permanece tan elusiva como siempre. Aparentemente todos la anhelan, pero nadie sabe cómo obtenerla. ¿Por qué? ¿Por qué los líderes experimentados y los pensadores inteligentes de nuestro tiempo no pueden encontrar el camino hacia la paz? ¿Por qué las personas entienden que la única solución que podría traer paz es un gobierno mundial, pero, al mismo tiempo, reconocen que esto es absolutamente imposible si se deja en las manos de los hombres? Si los hombres no son capaces de gobernar sus propias vidas, ¿cómo podrían gobernar al mundo entero?

PORQUÉ los hombres no pueden encontrar la paz

A la humanidad, en su rebelión contra Dios, le gusta presentar sus propias versiones de civilización en la mejor luz posible. De igual forma, los falsos profetas de Israel, como Ezequiel profetizó de nuestro tiempo, deben declarar: “Paz, no habiendo paz” (Ezequiel 13:10). Dios muestra que la paz será elusiva para aquellos quienes abandonan Sus caminos.

Se ha dicho que todas las naciones están, ya sea preparándose para la guerra, en guerra, o recuperándose de la guerra. La historia muestra esto — se han registrado cerca de 15.000 guerras. Irónicamente, muchas de estas fueron peleadas “en busca de la paz”. Pero el resultado de guerra usualmente implica una tregua, la cual siempre fracasa en mantener paz permanente. Esto es porque los hombres no pueden, y nunca podrán, encontrar el camino hacia paz por su propia cuenta, sin ayuda de afuera. En realidad, ellos no tienen oportunidad de alcanzar la paz mundial. Otra vez, ¿por qué?

Como parte de una extensa profecía acerca de las condiciones en la Tierra en nuestro tiempo, Isaías responde esta pregunta: “No conocieron camino de paz, ni hay justicia en sus caminos; sus veredas son torcidas; cualquiera que por ellas fuere, no conocerá paz” (Isa. 59:8). Las soluciones de hombres siempre conducen a más guerras, más ruina, más miseria, más muerte y más destrucción. También, Pablo escribió, citando a Isaías: “Y no conocieron camino de paz” (Rom. 3:17).

¡Cuán cierto!

Los gobiernos de hombres simplemente no funcionan. Ellos nunca han tenido éxito en encontrar soluciones permanentes para lo que ven como problemas irresolubles. Ellos no tienen las respuestas para las más grandes preguntas de la humanidad. Verdaderamente, sus soluciones no reflejan “justicia en sus caminos”. No le ha sido dado a los hombres el comprender el camino a la paz — o, para el tema, el camino a la abundancia, la felicidad, la salud y la prosperidad. No cabe duda de que los grandes pensadores, líderes, educadores y científicos ¡han fracasado miserablemente en su búsqueda de la paz en Tierra! Dios aún no le ha revelado a la mayoría de la humanidad la solución a sus interminables guerras y problemas mundiales.

Un asunto de gobierno

Pero cuando Cristo habló del “reino”, ¿qué quiso decir? El evangelio del reino de Dios tiene dos aspectos separados.

Muchos hablan de salvación — la creencia en una vida después de la muerte. Algunos han supuesto que al evangelio es exclusivamente acerca de “recibir vida eterna” o la idea popular de “ir al cielo” tras la muerte. Por supuesto, para ahora, hemos aprendido que la Biblia tiene una tremenda cantidad de cosas por decir acerca de la salvación. De hecho, la salvación está directamente relacionada con — es un aspecto de — el evangelio del reino de Dios.

Muchos asumen que Dios está tratando de salvar al mundo ahora — que hoy es la única oportunidad para la salvación de toda la humanidad. Pero a causa de que las masas no tienen idea de por qué nacieron — por qué fueron puestas sobre la Tierra — éstas tampoco entienden por qué el hombre no puede encontrar la paz, la felicidad, la salud y la abundancia por su propia cuenta. El mundo entero ha sido engañado acerca de la salvación y acerca de las preguntas y respuestas más importantes de la vida.

El otro aspecto del reino de Dios es el gobierno. Como hemos visto, la palabra reino significa gobierno. Cuando el reino de Dios llegue, éste será un súper gobierno que rija al mundo entero. La Biblia describe este gobierno en gran detalle.

El mensaje acerca del gobierno

Este capítulo explicará el aspecto “gobierno” del reino. Otros capítulos (con muchos otros de mis libros) se dirigen principalmente al aspecto de la “salvación”.

Recuerde que antes del nacimiento de Jesús, un ángel se apareció a Su madre, María. Estos versículos describen este encuentro y lo que a ella se le dijo: “…el ángel Gabriel fue enviado por Dios a… Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida!… concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin” (Luc. 1:26-33).

Vimos que Jesús le dijo a Pilatos: “Mi reino [gobierno] no es de este mundo”. Pilatos le preguntó: “¿Luego, eres tú rey?”. Cristo respondió: “Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo” (Juan 18:36-37). ¡Jesucristo nació para ser un rey!

He aquí lo que vimos que Isaías profetizó acerca de Cristo: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre” (Isa. 9:6-7).

¡Cuando Cristo establezca el gobierno de Dios en la Tierra, éste traerá paz para todas las naciones!

Todos los profetas de Dios predicaron el evangelio

Anteriormente, vimos que Pedro hizo una declaración asombrosa de historia bíblica. Él habló de un tiempo “…vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas…” (Hechos 3:19-21). Por supuesto, el cielo ha recibido a Cristo “hasta” la restauración de todas las cosas. Pero esta restauración aún no ha sucedido — de allí la palabra “hasta”.

En el Capítulo Dos, discutimos que cada uno (allí decía “todos”) de los verdaderos siervos de Dios han predicado que vendrá el tiempo en que Cristo regresará y “todas las cosas” serán “restauradas”. Antes de la rebelión de Satanás, el gobierno de Dios estaba presente en la Tierra.

Por miles de años, los siervos de Dios han predicho los detalles de su restauración a la Tierra. Usted ya ha visto que todos los profetas del Antiguo Testamento y otros anunciaron, de una forma u otra, la llegada del reino de Dios y la “restauración de todas las cosas”. He aquí un relato en el Nuevo Testamento, refiriéndose solamente a uno de los voceros de Dios del Antiguo Testamento.

Recuerde que el relato de Judas registra la predicación del bisabuelo de Noé, Enoc. Este es un relato directo de lo que fue hablado hace casi 4,500 años — aún antes del Diluvio. Considere el increíble alcance de más de este pasaje: “De éstos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares, para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él” (Judas 14-15).

Capte el claro significado de este pasaje. Los santos (todos los cristianos verdaderos) vienen con Cristo a juzgar al mundo — a juzgar a “todos” según su conducta.

La Biblia tiene mucho más que decir acerca del reino de Dios de lo que usted ha supuesto. Una vez más, la verdad es absolutamente asombrosa —aun estremecedora —y usted no necesita desconocerla.

Daniel entendió

Tal como Enoc entendió que el reino de Dios era un gobierno literal que un día regiría sobre personas y naciones reales, también lo hizo el profeta Daniel. Él no tenía una ilusión de que el reino fuera simplemente algún tipo de “sentimentalismo” o “sentimiento cálido” colocado en los “corazones de los hombres”. A través de una serie de sueños y visiones (Dan. 1:17), Dios lo usó para explicar mucho entendimiento especial acerca de cómo y cuando Su reino vendría a la Tierra.

Todo lo que le fue mostrado a Daniel había de estar “cerrado y sellado hasta el tiempo del fin” (Dan. 12:9). Nosotros ahora estamos en el tiempo del fin — y hay muchas pruebas de esto. ¡Su mensaje es para nosotros, hoy! Daniel reportó grandes — ¡TREMENDAS! — noticias que le afectarán a usted en su tiempo de vida. Anteriormente, vimos que Daniel también entendió y habló del mismo evangelio que Jesús predicó — y es crítico que comprendamos lo que él dijo.

Daniel reconoció que él fue simplemente un portavoz, a través del cual DIOS estaba revelando Su Plan Maestro. En el capítulo dos, él estaba hablándole al Rey Caldeo (babilónico) Nabucodonosor acerca de los asuntos que habían llegado al rey en un sueño. Nabucodonosor fue el rey de un vasto imperio que él había regido aproximadamente seiscientos años antes del tiempo de Cristo.

Los magos de la corte del rey no pudieron revelar lo que Dios pudo revelar a través de Su profeta Daniel. El propósito de Dios era revelar, a través de un rey humano y terrenal, que hay un Dios viviente Todopoderoso que rige el universo entero y que todos los reyes, gobiernos, y naciones de la Tierra están finalmente sujetos a él. El humanamente sabio rey Nabucodonosor no tenía conocimiento más allá de la existencia de otros reyes humanos y sus muchos dioses falsos. Era la intención del Dios verdadero revelar la existencia de SU gobierno y que éste rige el universo entero. Él también pretendía hacer claro Su propósito supremo de traer ese gobierno a la tierra “en los postreros días”.

Tome tiempo para leer cuidadosamente Daniel 2:28-44. Esta asombrosa y detallada profecía revela muchas cosas acerca de la intención de Dios a restaurar Su gobierno a la Tierra — incluyendo la secuencia de tiempo en la cual esto ocurrirá.

Los primeros varios versículos describen la imagen de un hombre gigante. Los versículos 32-33 declaran: “La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido” (Dan. 2:32-33).

Ésta es obviamente una imagen de un hombre, pero uno construido de cuatro partes distintas. Los versículos 34-35 describen entonces una “piedra” sobrenatural que “hirió a la imagen [y] fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra” (Dan. 2:34-35). Note que el versículo 34 declara que esta piedra “fue cortada, no con mano”, porque Dios, no el hombre, la había formado.

La “piedra” desmenuzó la imagen y la reemplazó, continuando para eventualmente abarcar a todas las naciones — “toda la tierra”. Ésta sólo puede ser una descripción del gobierno de Dios viniendo a la Tierra. Daniel simplemente está anunciando el mismo mensaje del evangelio del reino que Cristo predicó.

Usted no necesita creerme, porque esto es precisamente lo que su Biblia dice. Nadie necesita “interpretar” esta serie de versículos para usted.

Simplemente note el versículo 37. Éste dice claramente: “, oh rey, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad” (Dan. 2:37). El versículo 38 aclara: “ eres aquella cabeza de oro” (Dan. 2:38). Recuerde, siempre debemos dejar que la Biblia interprete a la Biblia.

Los versículos 39-40 prosiguen a describir tres reinos sucesivos que seguirían al reino de Nabucodonosor y Babilonia

Estos versículos muestran una sucesión histórica de imperios mundiales ilustrados por diferentes metales, de los cuales estaba hecha la imagen (estatua) gigante. Estos eran reinos literales: (1) El Imperio Caldeo-Babilónico de oro, (2) el Imperio Medo-Persa de plata, (3) el Imperio Greco-Macedonio de bronce, y (4) el Imperio Romano, hecho de hierro mezclado con barro en su apariencia final. El mensaje de la historia es que estos cuatro reinos (imperios) rigieron, y el cuarto reino vendrá una vez más a regir e influenciar al mundo hasta que el reino de Dios sea establecido en la Tierra.

Dios expresamente nos revela a nosotros ahora que Él es el que establece y remueve — y establece y remueve, una y otra vez — los gobiernos (reinos) terrenales.

Definamos que es un reino

Muchos preguntan: “Pero, ¿cuál es exactamente la definición de la Biblia de un reino?”. Los predicadores y los teólogos han intentado espiritualizar el significado, porque ellos no han examinado cuidadosamente la definición de Dios.

Ésta se encuentra al final del versículo 39, el cual se refiere a estos reinos: “el cual dominará sobre toda la tierra” (Dan. 2:39). Esto no puede ser una referencia a una idea nebulosa acerca de un reino en los “corazones de los hombres”. Tampoco hay manera de hacer que esta definición encaje con alguna iglesia o iglesias en particular. Esto habla de liderazgo por gobiernos con autoridad sobre naciones literales sobre la Tierra — y sobre personas literales. ¿Dejará usted que alguien le diga lo contrario o creerá usted la definición de la Biblia de un reino? Recuerde, estos reinos ¡“dominan sobre toda la tierra”!

Tome nota de dos aspectos importantes de la gran imagen metálica descrita aquí. Primero, el metal disminuye en valor a medida que descendemos de la cabeza a las piernas y los pies de la imagen. Esto significa que la calidad de cada reino/imperio subsiguiente es menor en valor que la del que le precedió. Segundo, el metal aumenta en fuerza a medida que descendemos por el cuerpo de la estatua. En otras palabras, el poder y alcance de cada reino/imperio subsiguiente son mayores que las del que precedió.

Finalmente, note que las dos piernas de hierro representan un reino que está dividido. El Imperio Romano estaba verdaderamente dividió, con capitales tanto en Roma como en Constantinopla. Los últimos diez dedos de los pies son en parte de hierro y en parte de barro. El hierro no se mezcla, ni puede mezclarse, con el barro, así que esta es una ilustración de inestabilidad final. Cuando los pies se quiebren, el hombre entero colapsará. Un estudio cuidadoso de los tres capítulos debe ser hecho a fin de entender completamente la sucesión de estos cuatro reinos y a fin de ver más claramente que los diez dedos de los pies son en realizad diez reyes separados que se unirán temporalmente en los últimos días.

Compare Apocalipsis 13 y 17 con Daniel 7. Juntos, presentan una sobria y poderosa profecía acerca de los eventos de los últimos días — ¡eventos que nos afectarán a usted y a mí en nuestro tiempo de vida! Apocalipsis 17:8 describe una “bestia” que asciende del “abismo” y es montada por una “mujer”. El versículo 12 muestra que esta bestia involucra a diez reyes quienes recibirán poder y se unirán bajo un líder carismático quien tomará el rol de la “bestia”. Ésta será la séptima, y última, corta resurrección del Sacro Imperio Romano — el cual está surgiendo justo ahora en el corazón de Europa.

Unos Estados Unidos de Europa vienen, y están justamente por delante. ¡Es vital que usted entienda lo que estas profecías significan!

Algo increíble ocurre “en los días de estos reyes” (los diez dedos de los pies, los cuales ilustran a los últimos diez reyes de Apocalipsis 17:12). La llegada de Cristo remueve toda duda acerca de qué es exactamente el reino de Dios. Además, Dios nos dice cuándo llegará — “en los días de estos reyes”. Daniel 2:44 declara: “Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo [Dios nunca permitirá que las personas tomen el control]; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre”.

¡Así es! Dios — no los hombres — establecerá el final y más grande imperio mundial de todos los tiempos. Y él nos dice que Él jamás permitirá que otras opiniones o esfuerzos de hombres intervengan y lo desestabilicen, pues éste “permanecerá para siempre”. Esta promesa es segura. Esto sucederá — ¡lo crean los hombres o no!

La mujer de Apocalipsis 17

Comparar Daniel 7 con Apocalipsis 13 y 17 revela que hay siete resurgimientos del Sacro Imperio Romano. ¡Seis han venido y se han ido — y queda uno que ahora se está formando! Éste durará aproximadamente 3 años y 1/2, durante el terrible período que la Biblia llama la Gran Tribulación (Mat. 24:21-22) y el tiempo de “angustia para Jacob” (Jer. 30:1-7). Es después de esta última resurrección que el imperio de Dios será establecido.

Es crucial entender otra importante conexión a los siete resurgimientos (o resurrecciones) del sistema romano. Apocalipsis 17 describe cada resurgimiento como teniendo “una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos” (Apo. 17:3). Las siete cabezas son siete resurgimientos separados, con un resurgimiento final de diez cuernos, compuesto de diez reyes.

De la mujer, los versículos 5-6 declaran que: “en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA. Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús” (Apo. 17:5-6). El versículo 1 la llama una “gran ramera, que está sentada sobre muchas aguas”, y el versículo 15 explica que las “aguas” son muchos “pueblos, y multitudes, y naciones y lenguas”.

Ésta es una descripción gráfica de una iglesia gentil muy grande y poderosa que es un descendiente moderno del antiguo sistema de Babilonia. Ella es “madre” de muchas iglesias hijas “rameras”. Estas hijas salieron de su presencia en protesta porque estaban en desacuerdo con algunas pocas de sus abominaciones. Entienda. Ésta no es una iglesia pequeña, sino una “gran” iglesia rigiendo a muchos “pueblos” y “naciones”. Apocalipsis 17:2 habla de su “fornicación” con los “reyes de la tierra”. Y el versículo 18 habla de la mujer como “esa gran ciudad, que reina sobre los reyes de la tierra”.

Ésta es una mujer muy diferente de la de Apocalipsis 12, la cual ha de casarse con Jesucristo (Apo. 19:7; Mat. 25:1-10; Efe. 5:23) a Su Regreso. Este capítulo describe a la verdadera Iglesia de Dios, a la cual la poderosa iglesia gentil ha perseguido por 2.000 años (Apo. 12:6). Dios destruirá a esta gran ramera y a sus hijas rameras a través de voltear en contra de ella a la bestia que monta (Apo. 17:16). ¡Pero primero ella debe “montar” la resurrección final del Sacro Imperio Romano (el sistema babilónico)!

No queda mucho tiempo hasta que este último resurgimiento aparezca — ¡se está formando justo ahora! — con el maravilloso reino de Dios por aparecer al poco tiempo. Todos los gobiernos de hombres — incluyendo a los de cada país grande o pequeño sobre la Tierra hoy — serán aplastados y reemplazados por el venidero súper gobierno de Dios.

Vimos que Jesucristo nació para ser Rey — para gobernar a todas las naciones de la tierra para siempre con la ayuda de otros reyes compuestos de espíritu. Note otra vez: “De su boca [la de Cristo] sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro… y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES” (Apo. 19:15-16).

Pronto, Apocalipsis 11:15 sucederá, y el mundo entero lo verá: “Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos” (Apo. 11:15). Tal como no hay duda de que los países hoy representan reinos físicos reales y literales (naciones con gobiernos), tampoco cabe duda, a partir de este versículo, de que el gobierno venidero de Dios también es real y literal, gobernando sobre naciones reales en la Tierra.

¿El reino en el corazón de los hombres?

Muchos eligen creer que el reino de Dios entra en las personas, en vez de que las personas entren al reino. Hemos visto que las personas deben ignorar las claras declaraciones de Cristo a fin de sacar esta conclusión. Ellos “espiritualizan” el venidero, y muy real, reino de Dios a fin de convertirlo en un sentimiento etéreo en los corazones de los cristianos profesos. Los engañadores dicen que tener el Espíritu de Dios es contener y experimentar el reino dentro de usted. Muchos siglos de engaño categórico han causado que millones no crean nada más que la ficción — en vez de la plena verdad de la Biblia.

Puesto que Cristo dijo que el evangelio era acerca del reino de Dios, y los hombres no saben lo que el reino de Dios es, ellos han concluido que el reino puede ser una denominación particular de la iglesia o el cristianismo colectivamente. Otros lo reducen a un “sentimiento cálido” en los “corazones de las personas”. Aún otros creen que es el “Milenio” o aun “el Imperio Británico”. ¡Algunos incluso han concluido que el evangelio del reino de Dios no es para la humanidad hoy!

¡Las personas necesitan despertar del engaño — del engaño masivo — de un supuesto cristianismo que niega virtualmente todas las verdades plenas de la Biblia! El plan de Dios para la humanidad es asombroso — incomparable a cualquier cosa que los seres humanos hayan ideado para reemplazar lo que Él dice. Pero el mundo ignora las claras, simples, e inconfundibles escrituras que se encuentran a lo largo de la Biblia acerca del reino de Dios, para reemplazar la verdad con una “salvación” bastamente inferior en el cielo, y el “reino” en los corazones de los hombres.

Puesto que es obvio para muchos que las personas pueden entrar a los muchos países modernos de lo que una vez fue el Imperio Británico, y que las personas pueden entrar a una iglesia, los engañados religiosos urdieron la idea de que el reino de Dios reposa en los “corazones de los hombres”.

Frecuentemente he escuchado a las personas expresar algo como lo siguiente: “El reino de Dios puede ser establecido en los corazones de los hombres si todos los cristianos en todas partes trabajaran juntos en amor para traer la paz mundial y la tolerancia hacia todos”.

¿De dónde obtienen esta idea? ¡Generalmente de una mala traducción de Lucas 17:20-21! En este pasaje, Cristo pareció hablar del reino de Dios “entre vosotros”. Necesitamos examinar esta mala traducción. Si este versículo en realidad dice que el reino de Dios está “entre” las personas, entonces contradice todas las otras escrituras que hemos examinado. Y si la Biblia se contradice a sí misma de maneras tan obvias, podemos desecharla, porque no puede ser la Palabra de Dios.

¿El reino en el corazón de los fariseos?

Examinemos ahora Lucas 17:20-21: “Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros”.

¡Si usted no comprende nada más acerca de este pasaje, ponga este solo punto en claro! Cristo les estaba hablando a fariseos carnales, mentirosos e hipócritas. ¡Aun por la idea más ambigua y etérea de que el reino de Dios es algo en los corazones de los hombres, no hay manera en que Cristo pudiera haberse estado refiriendo a que éste estaba en los corazones de estas personas! Los fariseos eran autojustos e inconversos. Ellos buscaban tentar y acusar a Cristo a cada paso. Es absolutamente absurdo, y aun ridículo decir que el reino de Dios estaba “dentro” ellos. No pierda de vista el hecho que, cuando Cristo respondió, dice: “les respondió”. Él se dirigió a “ellos” — los fariseos. Entienda que los fariseos no estaban en la Iglesia, y la Iglesia de Dios ciertamente no estaba en los fariseos. De hecho, la Iglesia del Nuevo Testamento ni siquiera existía aún.

Note lo que Cristo NO dijo en este versículo. Él no dijo: “El reino de Dios será establecido en los corazones de los hombres” o “en sus corazones”. Lo que Él SÍ dijo es: “El reino de Dios ESTÁ…”. Es importante que entendamos que Cristo no estaba describiendo, en esta instancia, el reino de Dios como algo en el futuro, sino que Él hablaba en tiempo presente.

¿Por qué?

He dicho que ésta es una mala traducción del griego original. Las palabras griegas que Lucas usó aquí se traducirían mucho mejor “en medio de ustedes”. Varias otras traducciones alternativas se leen de esta manera, y la mayoría de Biblias con referencias al margen incluyen estas frases.

La revisión de 1977 de Reina-Valera las ha traducido, “el reino de Dios está en medio de vosotros” y en inglés la traducción Moffatt ofrece aun más entendimiento. Él traduce estos dos versos como: “Él les respondió, ‘El reino de Dios no viene como ustedes esperan verlo; nadie dirá “aquí está” o “allí está”, porque el reino de Dios está ahora en medio de ustedes”.

Preguntemos: ¿de qué, o de quién, estaba hablando Cristo? ¿Qué o quién estaba “en medio de” los fariseos? ¿Qué o quién estaba “en medio de” ellos?

El Hijo de Dios — ¡Jesucristo mismo! — estaba parado en medio de este grupo de fariseos. Piense acerca de eso así: Ellos estaban en la presencia de un representante directo quien “reinará” en el reino venidero de Dios. Era Jesús quien estaba parado “en medio de” ellos. Claramente, Cristo estaba hablando del reino de Dios, a través de Él Mismo como su representante, estando justo allí donde ellos estaban parados.

¡Entendamos! Los fariseos sabían de las muchas profecías y escrituras del Antiguo Testamento, las cuales describen el reino de Dios. Ellos estaban muy conscientes de los versículos que hemos estudiado del libro de Daniel, y de otros lugares. Ellos habrían comprendido por qué Pedro diría más adelante: “todos los santos profetas” hablaron de la “restitución de todas las cosas”. Ellos estaban familiarizados con las profecías de Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel, y muchos otros. ¡Los fariseos ignoraron las escrituras acerca de la Primera venida de Cristo porque ellos querían enfocarse casi completamente en las muchas escrituras que describían Su Segunda venida!

Obviamente, los fariseos no creyeron que el reino de Dios fuera una iglesia. Ellos ciertamente no creían que fuera el Imperio Británico — al cual el mundo no había de ver por muchos siglos. Y ellos no creían que fuera un sentimiento emotivo en los corazones de los hombres. Ellos entendían plenamente que tenía que ver con gobierno — ¡autoridad!

El problema era que ellos no comprendían cuándo había de venir el reino o que su propósito no era simplemente sacar a las legiones romanas de Palestina. Si ellos hubieran comprendido la Primera Venida de Cristo, ellos habrían comprendido mejor el “cuándo” de Su Segunda Venida — y por qué tenía que venir mucho más adelante. Entonces, ellos estaban esperando a un Mesías conquistador quien les ayudara en su búsqueda de revertir el régimen romano, reemplazando ellos mismos a los romanos, como amos sobre Roma.

Jesús explicó la falacia de su modo de pensar. Él dejó claro que la venida del reino no era un pequeño evento local, simplemente limitado a gobernar sobre donde los judíos vivían en Palestina.

Los judíos estaban buscando un gobierno físico ubicado en una sola nación — ¡el de ellos! Por eso Cristo les dijo que no pensaran acerca de ese gobierno como “aquí” o “allá”.

Cristo no solamente sabía que Él había nacido para ser Rey, sino que reconocía que esto significaba que Él estaba destinado a ser el Rey final sobre Su Reino. (Daniel 7:17-18 y 23 demuestran que las palabras para reino y rey son intercambiables en la Biblia).

Simplemente siguiendo la lectura del contexto en Lucas 17, no queda duda respecto a lo que Cristo se estaba refiriendo. Lea el versículo 24, donde, como en Mateo 24:27, se refiere a: “Porque como el relámpago que al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro, así también será el Hijo del Hombre en su día” (Lucas 17:24). Cristo estaba describiendo un evento asombroso y de enormes consecuencias que sería tan visible como el relámpago. Pero, note el término “en Su día”, el cual muestra que aún es un acontecimiento futuro. Tome tiempo para leer Mateo 24:26-30 y cómo éste describe el “día cuando Cristo será revelado”.

De ninguna manera Cristo dijo que el reino de Dios estuviera en los fariseos injustos, carnales y odiosos — quienes continuamente tramaban Su muerte — tanto como tampoco estaba diciendo que fuera una iglesia.

Cristo había acusado previamente a los fariseos con una terrible advertencia. Sin duda, esto los había enojado, y los condujo a tratar de sorprenderle diciendo algo que fuera incorrecto, ya sea acerca del reino de Dios o de cualquier otro asunto. En Lucas 13:28-29, Él les había advertido: “Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos. Porque vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios”.

Cristo estaba diciéndoles claramente a los fariseos que ellos no iban a estar en el reino de Dios. A ellos no les sería permitido entrar a éste, como Abraham, Isaac y Jacob sí lo harían — aunque estos hombres aún no habían entrado (Heb. 11:13, 39-40).

¿El reino de Dios “se ha acercado”?

Alguien seguramente citará Marcos 1:15, donde Jesús había predicado que “el reino de Dios se ha acercado”. Allí, recuerde que Él también había agregado: “arrepentíos, y creed en el evangelio”. Entonces algunos han concluido que cuando las personas se arrepienten y creen en el evangelio, convirtiéndose así en parte de la iglesia, ellos simultáneamente entran al reino de Dios, el cual estaba en cierto modo esperándolos — se había “acercado”.

Al igual que con Lucas 17:21, las personas leen en un versículo lo que ellas quieren que éste diga. Cristo no dijo que el reino de Dios había sido establecido — o que era una iglesia. Estas son todas “tradiciones de hombres” que las personas observan en lugar de la clara Palabra de Dios (Marcos 7:7).

Lucas 16:16 mostró que desde el tiempo de Juan el Bautista, el reino de Dios se había convertido en algo que estaba siendo “predicado”. El reino aún no había llegado, pero estaba siendo predicado. Predicar el evangelio y tener la oportunidad de calificar para entrar a éste ciertamente estaban (y aún están) “cerca”.

Los santos gobernarán con Cristo

Antes de regresar a Lucas, examinemos más de lo que Daniel registró acerca del reino de Dios.

Recuerde que Cristo vendrá como un relámpago brillando desde el este hasta el oeste (Mat. 24:27) en un evento culminante que nadie podrá perderse. Pero, ¿vendrá Él a regir la tierra por Sí Mismo — o habrá otros que vengan con Él? Podríamos preguntar: Cuando Cristo establezca Su gobierno mundial, ¿quién más podría ser parte de la estructura que Él establezca? Si los gobiernos de hombres requieren de los esfuerzos de muchos, quienes ayudan a un líder supremo, ¿es diferente el gobierno de Dios? ¡No!

Daniel 7:13 habla de Cristo viniendo en las “nubes del cielo”. Recuerde que, antes de Su Regreso, Dios oficialmente le concede a Él la autoridad para regir al mundo al cual está regresando. El siguiente versículo dice: “Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido” (Dan. 7:14).

Una vez más, preguntamos si Cristo reina solo, ¿o si hay otros gobernando con Él? ¿Cómo es exactamente que Dios pretende administrar a todas las personas y las naciones de la tierra?

Varios versículos más en Daniel 7 deben ser repetidos porque son muy críticos de entender. Recuerde que el reino de Dios es profetizado para reemplazar a los cuatro reinos mundiales que discutimos previamente, descritos en el capítulo 2. Ahora note los versículos 17-18: “Estas cuatro grandes bestias son cuatro reyes que se levantarán en la tierra. Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre” (Dan. 7:17-18).

¡Crea este versículo por lo que! El llamado final de los cristianos es unirse con Cristo a fin de compartir autoridad en el reino de Dios sobre todas las naciones y todas las personas. Verdaderamente, Cristo es “Rey de reyes y Señor de señores”. Estos otros reyes y señores pueden ser usted o alguien que esté dispuesto a aceptar los términos de Dios para entrar a Su reino.

Los versículos 19-20 ofrecen luz adicional acerca de lo que sucede cuando los santos regresan con Cristo. Su primera responsabilidad es reemplazar lo que es llamado la “cuarta bestia”, la cual gobierna con la ayuda de un “pequeño cuerno”. Este pequeño cuerno es el reino religioso que equivale a la mujer que monta la bestia de Apocalipsis 17. Este gobierno religioso (centrado en Roma) ha regido sobre todas las resurrecciones, o resurgimientos del Sacro Imperio Romano, desde 554 D.C.

Ahora lea Daniel 7:21-22: “Y veía yo que este cuerno hacía guerra contra los santos [claramente la obra de la ramera babilónica de Apo. 17:5-6], y los vencía, hasta que vino el Anciano de días, y se dio el juicio a los santos del Altísimo; y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino”.

Finalmente, la larga profecía de Daniel concluye con el versículo 27, confirmando más allá el maravilloso potencial que está al frente para todos los santos verdaderos de Dios. Note: “y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán” (Dan. 7:27).

¿Qué podría ser más claro? No es sorpresa que Cristo dijera: “Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre” (Apo. 2:26-27), y algunos versículos más adelante, añadió: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono…” (Apo. 3:21).

La frase “en Mi trono” es usada porque Cristo sabía que Su trono está en esta tierra, a diferencia del trono del Padre, el cual está en el cielo. Lucas 1:32 mostró que Cristo se sentará en Jerusalén, en el Trono de David. (Vea también Apocalipsis 5:10, 20:4, Mateo 5:5, Salmos 25:12-13 y 37:11). No puede haber duda respecto a que cuando Cristo Regrese, los santos gobernarán con Él — ¡sobre la Tierra!

Examinemos ahora una extensa y muy importante parábola que Cristo habló a fin de que las personas comprendieran la venida del reino de Dios y la responsabilidad del cristiano de calificar para ser parte de él.

La parábola de las minas

Como se mencionó anteriormente, Lucas 19:11-27 contiene una parábola escrita para ilustrar lo que está en juego cuando el reino de Dios viene. En ella, Cristo se comparó a Sí Mismo con un hombre Noble que fue a un “país lejano” (un tipo de reunirse con el Padre en el cielo) por casi 2.000 años, hasta Su Regreso. Los discípulos creyeron que el reino de Dios “aparecería inmediatamente”, y Cristo quiso ilustrar que mucho tiempo pasaría antes de que lo hiciese.

En esta parábola, Cristo disipa completamente cualquier idea de que el reino aparecería inmediatamente en la forma de Su Iglesia. Y, por supuesto, Él aún no ha regresado a esta tierra.

El “hombre Noble” de la parábola “llamó” a sus “diez siervos” (un tipo de los cristianos siendo llamados por Dios a salir de este mundo) y les dio instrucciones de aumentar el valor de una “mina” (dinero que Él le dio a cada uno de ellos para inversión. La mina en realidad representaba una especie de unidad simbólica de valor básico. Recuerde que fue una parábola, así que Cristo no se estaba refiriendo a ninguna especie de dinero literal. Él les dijo a Sus siervos “Negociad entre tanto que vengo” — o “hagan crecer” la mina para convertirla en más dinero. Mientras el hombre noble estuvo fuera, varios de los siervos dijeron: “No queremos que éste reine sobre nosotros”. Es importante comprender la intención de esta declaración.

Estos “ciudadanos” entendieron que el hombre noble (Cristo) vendría a “reinar” sobre la Tierra. Ellos no querían parte en esto y rechazaron Su gobierno (reinado) sobre ellos —y así su parte futura en él (Lucas 19:27). En la parábola, ellos entendieron que el reino de Dios sería un gobierno reinando sobre la tierra. Recuerde, la parábola había comenzado con el hombre noble (Cristo) yendo al cielo para “recibir para Sí un reino y regresar”.

Tras el regreso del hombre noble, Él llamó a cada uno de los siervos ante Su presencia para recibir un reporte de cómo había aumentado cada hombre la mina que le había sido dada. Algunos habían ganado cinco minas, otros diez, etc., pero un siervo había enterrado su mina en la tierra y no había producido nada con ella. Cristo quería cuentas de cómo “cada hombre había ganado” mientras Él había estado ausente.

El primer siervo había ganado diez minas y Cristo explico su recompensa diciendo: “buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades” (Lucas 19:17).

El siervo que había ganado cinco minas fue puesto “sobre cinco ciudades”. Como el segundo siervo produjo la mitad, su recompensa fue la mitad de grande. Así, a estos hombres les fue dada “autoridad” — ellos fueron colocados en posiciones de autoridad “sobre ciudades”. Su recompensa fue “reinar” con Cristo (Judas 14) en Su reino mundial. ¡Cuán obvio! — ¡pero obvio solamente para aquellos quienes se toman el tiempo de leer la Biblia!

El siervo que enterró su mina en un pañuelo había desperdiciado una maravillosa oportunidad de calificar para autoridad en el reino de Dios. Esto declara: “Entonces él [el hombre noble, Jesús] le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te juzgo” (Lucas 19:22).

Este siervo no había crecido. Él no había producido nada con su vida y así no había calificado para autoridad sobre ciudades en el reino de Dios. Cristo le dio la recompensa del siervo malo al que había ganado diez minas — para que éste tuviera aún más que su propia recompensa. Las ciudades que la conducta de este hombre le había hecho perder tendrían que ser gobernadas por alguien. De otra manera, ellas estarían abandonadas, sin gobernante asignado sobre ellas.

Alguna historia breve es necesaria para entender mejor el escenario de esta parábola. Cristo era un judío que estaba predicando esta parábola en la tierra de Judá (Judea). Judá era simplemente una de doce tribus en el antiguo Israel. Diez de esas tribus se habían perdido en identidad durante 700 años anteriormente, porque ellas se habían rebelado contra el hijo de Salomón, Roboam. Ellas habían sido tomadas en cautiverio por los antiguos asirios y después habían migrado a al noroeste de Europa, convirtiéndose en los pueblos democráticos, principalmente de habla inglesa, de los Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, y ciertas otras naciones del oeste de Europa. Sólo algunas de las tribus de Benjamín y Leví permanecieron con los judíos, cuya capital era Jerusalén.

Cuando la Parábola de las minas habla de que los ciudadanos del hombre noble “le odiaban”, y declara que ellos dijeron: “No queremos que éste reine sobre nosotros”, es una referencia a los judíos. La historia claramente registra que ellos rechazaron la autoridad de Jesucristo. Esto es lo que Juan 1:11 quiere decir cuando declara que “a lo suyo vino, y los suyos no le recibieron”. Los “diez siervos” (aquellos cristianos llamados hoy) son entonces una referencia, en tipo, a las DIEZ TRIBUS perdidas de Israel. Cristo les ofreció una oportunidad para gobernar, porque los judíos rechazaron Su autoridad sobre ellos.

Tristemente, algunos no quieren que el Cristo verdadero de la Biblia les diga qué hacer. Ellos no quieren que él reine sobre sus vidas y conducta. ¡Pero ellos quieren la salvación — sin compromisos añadidos!

¡Nadie recibirá autoridad sin antes haber probado que él puede ser gobernado! Nadie puede ser parte del gobierno mundial de Dios a menos que él haya aprendido a someterse al gobierno de Dios y a ser regido por Dios y Jesucristo en esta vida. ¡Ésta es la muy importante lección de la parábola de las minas!

Cuando Cristo llamó a Sus siervos a rendir cuentas, Él estaba mostrando que todas las personas un día estarán y darán cuenta delante del tribunal de Cristo (II Cor. 5:10). Al igual que la recompensa de los doce apóstoles, quienes serán puestos sobre las doce tribus de Israel (Mat. 19:27-28), a algunos les será dada gran AUTORIDAD para gobernar sobre ciudades con Cristo “en el trono de Su gloria”.

¿CUÁNDO vendrá el reino?

Todos quieren saber cuándo regresará Cristo. Los discípulos le preguntaron, “¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (Mat. 24:3).

La totalidad de los siguientes cuarenta y ocho versículos en Mateo 24 son la respuesta de Cristo detallando muchos de los eventos, en secuencia, que precederían Su venida. En el versículo 36, refiriéndose al tiempo exacto de Su venida, Él declaró: “Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre” (Mat. 24:36).

Sólo unas semanas más tarde, en Hechos 1:6-7, previo a la ascensión final de Cristo de vuelta al cielo, los discípulos probaron que ellos aún no entendían ni aceptaban realmente Su explicación previa. Entonces, ellos le preguntaron otra vez. Note: “…le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad” (Hechos 1:6-7). Cristo les dio la misma respuesta que en Mateo — “no os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones”.

Es importante notar que la Iglesia del Nuevo Testamento sería establecida solamente diez días después de este encuentro (Hechos 2:1). ¿Por qué respondería Cristo “no os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones” si el reino de Dios iba a ser la Iglesia, la cual sería establecida casi inmediatamente (en Pentecostés) — solamente diez días más tarde?

Lo mismo es cierto para nosotros hoy. No podemos saber exactamente cuándo vendrá el reino de Cristo, pero sí podemos saber una aproximación cercana — y este tiempo está muy cerca. En Lucas 21:31, al final de una larga profecía igual a Mateo 24, Cristo declaró: “Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas [eventos clave], sabed que está cerca el reino de Dios” (Lucas 21:31).

Él quería que ellos supieran esto: “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo” (Hechos 1:8), pero no que supieran precisamente cuándo arribaría el reino. Lo mismo es cierto para todos aquellos convertidos hoy. Nosotros no podemos saber exactamente cuándo regresará Cristo, pero sí podemos saber que recibiremos poder ahora para crecer y vencer — y para predicar el evangelio del reino de Dios hasta que Él venga.

La intervención de Dios, o el cosmicidio

Vivimos en una era peligrosa. Las condiciones mundiales empeoran progresivamente. La 3º Guerra Mundial Nuclear surge amenazadoramente en el horizonte. La tecnología militar capaz de borrar a la humanidad de la tierra existe ahora. Las más grandes mentes del mundo se dan cuenta de que un gobierno mundial es la única cosa que puede detener a la humanidad de destruirse a sí misma. Sin embargo, estos mismos líderes también entienden que un gobierno mundial unificado es imposible en tanto hombres lo lideren.

Entonces, el hombre enfrenta dos opciones; o Dios interviene y lo detiene de destruirse a sí mismo, o él es aniquilado.

El peor tiempo que el mundo alguna vez ha visto — la Gran Tribulación — se estrellará pronto contra una humanidad ingenua. El resultado si Dios no interviene — “si aquellos días no fueren acortados” — es que “nadie será salvo”. Dios misericordiosamente intervendrá y salvará a la humanidad a través de enviar a Jesucristo a establecer Su gobierno mundial para traerle paz al hombre. Él obligará a los humanos a vivir en armonía unos con otros.

Este gobierno no será dirigido por hombres. El todopoderoso y viviente Jesucristo lo conducirá. ¡La historia registra que el gobierno en las manos de los hombres fracasa todo el tiempo! Sólo por el poder de Dios podrá este gobierno mundial tener éxito en traer finalmente la paz mundial.

Los esfuerzos de los hombres no pueden traer paz mundial

Los verdaderos cristianos no son activistas buscando “hacer de este mundo un mejor lugar” — para traer así el reino de Dios a la Tierra. Ellos tienen “calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz” (Efe. 6:15). Caminan a través de la vida con sus “pies” cubiertos con el conocimiento de cómo el verdadero evangelio significa el único camino hacia la final paz mundial. Entienden con certeza que el reino de Dios — trayendo “gobierno y paz” (Isa. 9:6-7) — viene. Saben lo que hay en el futuro para este mundo.

Ellos no salen a servir y a matar en las infinitas y fútiles guerras de hombres y naciones, ni participan en los asuntos gubernamentales de hombres. Tampoco toman los asuntos en sus propias manos, ni tratan supuestamente de “esparcir el reino”, intentando así neutralizar el propósito de Dios, ¡el cual es mostrarle al hombre que él no es capaz de gobernarse a sí mismo!

¡En lugar de eso, participan activamente y respaldan la Obra más importante en la faz de la tierra — la Obra con la que usted ha entrado en contacto!

También reconocen que el Plan de Dios para sacudir los eventos mundiales avanza según Su horario. Ellos saben que deben crecer y vencer ahora, como si no hubiera mañana. Note lo que Pablo fue inspirado a escribir: “Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; que cuando digan [los líderes y religiosos]: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán. Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón” (I Tés 5:2-4).

Todos los que entienden las verdades de este libro, nunca más necesitan estar otra vez en la oscuridad acerca del Plan de Dios o de su asombroso rol potencial dentro de él.

Citando Isaías 52:7, Pablo también registró: “¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas [las buenas nuevas del evangelio]!” (Rom. 10:15). En el versículo 16, él continuó a citar otro pasaje de Isaías: “Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?” (Isa. 53:1).

Por supuesto, la mayoría de las personas no creerán “el reporte de Dios” de lo que hay al frente para la civilización. Ellos no creerán que ellos fueron incapaces de traer paz mundial a través del esfuerzo humano. Muchos gritarán: “Paz, paz; y no hay paz” (Jer. 6:14; 8:11, 14-15), y la mayoría continuará creyendo ansiosamente sus falsas predicciones, aun frente al miserable fracaso.

Los cristianos profesos de este mundo continuarán luchando desesperadamente por traer el reino de Dios y la paz mundial a través de esfuerzos humanos. Los líderes religiosos engañados les dirán que es su “deber cristiano”. Muchos verán esto como la única misión de su iglesia. Millones están buscando felicidad, abundancia, paz y seguridad por cada esquina — pero quedarán terriblemente decepcionados a corto plazo. Esto es porque las condiciones mundiales, que llevan a un final período devastador de calamidad mundial, empeorarán mucho más antes de que finalmente mejoren.

La ciudad de paz, finalmente

¡Pero al final, el mundo no será desilusionado! Las buenas noticias están por delante.

La ciudad capital de la nación judía de Israel en tiempos modernos es Jerusalén. Aunque esta ciudad no ha conocido nada más que guerra a lo largo de su historia, su nombre literalmente significa “ciudad de paz”. Ésta lleva este nombre porque Cristo — el Príncipe de Paz — regresará allí para establecer Su reino. El Príncipe de Paz gobernará desde la Ciudad de Paz. Comenzando en esta sola ciudad, la paz rápidamente se propagará alrededor del mundo. ¡Eventualmente, ésta “estallará” por todas partes!

Verdadera paz mundial, felicidad, abundancia y prosperidad vendrán durante su tiempo de vida. ¡Esto es tan cierto como la Palabra de Dios!

“Venga tu reino”

La mayoría de las personas están familiarizadas con lo que es llamado “el Padre nuestro”. Muchos pueden recitarlo sin esfuerzo, habiéndolo practicado sin entender que es simplemente un modelo o una guía para saber cómo orar. Yo lo aprendí a la edad de cuatro años. Comienza así: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad… así también en la tierra” (Mat. 6:9-10). Esta corta oración continúa por tres versículos más. Pero, de los millones quienes la saben y la usan, ¿cuántos piensan realmente acerca de la frase “venga tu reino” — o “hágase tu voluntad [Su Plan Maestro… en la tierra”? Por 2.000 años, muchos pueden haber buscado básicamente seguir la instrucción de Cristo al orar “Venga tu reino”, sin siquiera ponderar el asombroso significado que hay detrás de esa pequeña frase.

¿Lo ha hecho usted?

Sólo algunos versículos más adelante, en el mismo capítulo, Jesús instruyó: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mat. 6:33). Los cristianos deben estar continuamente buscando el reino de Dios PRIMERO — ¡por encima de todo lo demás — en sus vidas! ¿Cómo pueden ellos hacer esto si no saben qué es — o cuándo vendrá — o cómo afectará su propia salvación?

¡Usted ahora lo sabe!

¿Orará usted: “venga tu reino”? ¿Hará usted “firme su vocación y elección” (II Pedro 1:10)? ¿Vencerá usted como Cristo lo hizo? ¿Crecerá usted, calificará y desarrollará el carácter espiritual — ganará más minas que cuando usted comenzó, a fin que Dios obtenga “interés” sobre Su inversión en usted? O, ¿enterrará usted su mina, y con ella su oportunidad de gobernar sobre todas las naciones en el reino de Dios — para enseñarles a otros el camino correcto de vida?

¿Cumplirá usted su ASOMBROSO POTENCIAL?

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