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¿Dónde está la Iglesia de Dios hoy?
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Jesús dijo: “Edificaré mi Iglesia”. Hay una sola organización que enseña toda la verdad de la Biblia, y es llamada a vivir por “cada palabra de Dios”. ¿Usted sabe cómo encontrarla? Cristo dijo que:

  • Enseñaría “todas las cosas” que Él ordenó
  • llamaría a los miembros a ser apartados por la verdad
  • Sería una “manada pequeña”
Acerca del Autor
Photo of David C. PackDavid C. Pack 

Fundador y Pastor General de La Iglesia de Dios Restaurada, Editor en jefe de la revista La Plena Verdad, y voz del programa El Mundo por Venir, David C. Pack ha llegado a muchos millones de personas en todo el mundo con las verdades más poderosas de la Biblia — desconocidas por casi todos. Él es autor de 80 libros y folletos, estableció personalmente más de 50 congregaciones, y apareció como invitado en The History Channel. El Sr. Pack asistió al Colegio Ambassador en Pasadena, California, entró al ministerio de la Iglesia de Dios Universal en 1971, y fue entrenado personalmente por su fundador, Herbert W. Armstrong.

¿Dónde está la Iglesia de Dios?

por David C. Pack

¿Edificó Cristo una Iglesia unificada y organizada? — ¿o está su Iglesia dividida? Él dijo: “edificaré Mi Iglesia” — no “iglesias”, “asociaciones”, “sectas”, “denominaciones” o “comunidades de creyentes”. Él prometió que las “puertas del Hades no prevalecerán contra ella”. ¿Dónde está y cómo es ella identificada? ¿Qué es y por qué existe? Usted no necesita estar confundido. ¡He aquí las respuestas claras!

Jesucristo declaró: “Edificaré mi iglesia” (Mat.16:18). ¡Sin importar cómo lo interpreten los hombres, este versículo habla de una sola iglesia! Cristo continuó: “Y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”. Él prometió que su Iglesia nunca podría ser destruida.

Más de 2.000 organizaciones eclesiásticas que se profesan cristianas en los Estados Unidos han sido “edificadas” por hombres. Otra iglesia es comenzada cada tres días. Los cálculos colocan el número de cristianos profesos por encima de 2 billones. Y aunque la asistencia a las iglesias parece estar aumentando, no lo está haciendo tan rápido como lo está haciendo la confusión que rodea a la pregunta de cuál es la iglesia correcta.

Aunque se ha dicho, “no puede ser que todas estén equivocadas”, es más correcto decir, “no puede ser que todas estén correctas”. Si Cristo edificó su Iglesia como Él dijo, entonces ésta puede ser encontrada en algún lugar de la tierra hoy día — y esa es la única iglesia correcta. Pero debemos preguntar: ¿cómo la encontramos? — ¿qué estamos buscando? — ¿cómo la identificamos? — ¿cómo la reconocemos si la vemos?

Mi madre me exigía que leyera muchos libros cuando estaba creciendo. Pasé muchos veranos leyendo sus asignaciones de “un libro por semana”. Disfruté muchos de ellos y estoy muy agradecido porque ella haya hecho esto. En ocasiones, quizás dos o tres veces, tomé la Biblia y traté de leerla. Pero jamás llegué muy lejos, porque ésta no tenía sentido para mí. Simplemente yo no podía entender la Biblia.

A pesar de esta falta de entendimiento, cuando cumplí dieciséis, fui “confirmado” en la iglesia en la que había nacido. Recuerdo haber estado brevemente delante de un panel de “diáconos” para responder algunas preguntas, las cuales ya no recuerdo. Lo que sí recuerdo es haber hecho una especie de afirmación general acerca de esa denominación, pero también recuerdo que yo no estaba ni remotamente preocupado respecto a si estaba en la iglesia correcta o no, o a si yo estaba cumpliendo la definición de la Biblia de un cristiano.

Ninguna de estas preguntas me interesaba a mí en lo absoluto. Yo creía vagamente que Dios existía, pero Él no era real para mí. Ciertamente nunca había tratado de establecer una relación personal con Él o de encontrar su verdadera Iglesia. No oraba ni estudiaba su Palabra para obtener guía o instrucción doctrinal. Estas preocupaciones no entraron a mi mente sino hasta un año y medio después, en 1966, cuando escuché una poderosa voz en la radio, la cual me introdujo a la declaración de Cristo en Mateo 16:18.

Comencé a preguntarme dónde podría encontrar esta verdadera Iglesia. Comprendí inmediatamente que ésta tenía que existir porque, a través de un estudio básico, llegué a entender la promesa de Cristo de que ésta permanecería y que no podía ser destruida.

Tradiciones de hombres

Cristo dijo: “Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres” (Mat. 15:9). En el recuento paralelo de Marcos, Él continuó: “Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición” (Marcos 7:9).

El cristianismo del mundo está lleno de tradiciones. Una de las más grandes es la perspectiva tradicional de la Iglesia del Nuevo Testamento. La mayoría de los ministros, teólogos y religiosos típicamente definen a la iglesia en esta forma: “Todos aquellos quienes sinceramente creen en Jesucristo como su Salvador componen la verdadera Iglesia”. Esto es frecuentemente seguido con una declaración muy conocida: “Hay muchas rutas hacia el cielo” o “hay muchos rayos en la rueda de la salvación”. Aunque la Biblia no enseña que el cielo sea la recompensa de los salvos, la clara implicación de esta declaración es que las personas pueden creer lo que quieran, o ser parte de cualquier grupo que ellas escojan y aún ser un cristianas — aún recibir cualquier cosa que sea la salvación. Aunque las personas pueden creer sinceramente estas ideas tradicionales, ¡ellas están sinceramente equivocadas!

Mi investigación me guió a la prueba absoluta de dónde estaba la Iglesia que Jesucristo prometió edificar. Aprendí que esta Iglesia podía ser cuidadosamente trazada a través de casi 2,000 años de historia del Nuevo Testamento. Fui conmocionado. No podía creer que la Biblia fuera tan clara en un tema que confunde a tantos.

Su Biblia declara: “Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias (el contexto demuestra que esto se refiere a todas las congregaciones de la verdadera Iglesia, no a todas las organizaciones de hombres) de los santos” (I Cor. 14:33).

La Iglesia de Dios (compuesta de muchas congregaciones de santos) había de reflejar paz — no confusión. Usted no necesita estar confundido acerca de la identidad de la verdadera Iglesia. Dios ordena: “Examinadlo todo; retened lo bueno” (I Tes. 5:21). Aunque esto ciertamente se refiere a los asuntos bíblicos (no al auto que usted conduce o a la casa que usted compra), ciertamente sí dice que “todas las cosas” no “algunas cosas” deben ser examinadas. Ciertamente Dios no excluiría algo de tal magnitud — de tan vital importancia — como lo es el asunto de dónde se encuentra su verdadera Iglesia. ¡Y Él nunca les diría enfáticamente a las personas que probaran cosas que no pueden ser probadas!

Mientras más estudiaba las otras doctrinas de la Biblia, más aprendía que las iglesias de este mundo estaban equivocadas — ¡virtualmente en todo! Una escritura tras otra contradecía cada idea tradicional “cristiana” que me había sido enseñada. Estaba maravillado — de hecho impresionado — por lo fácil que era encontrar pruebas directas, claras e innegables de que incluso las tradiciones más populares de las grandes denominaciones no estaban basadas en la Biblia — ¡en lo absoluto!

Cada vez que yo estudiaba una doctrina bíblica — la salvación, el bautismo, quién y qué es Dios, el evangelio, el infierno y la muerte, la ley y el pecado, la gracia, en nacer de nuevo, el sábado cristiano, el verdadero origen de las supuestas fiestas “cristianas”, dónde se encuentran hoy las tribus modernas de la antigua Israel, la secuencia de eventos proféticos que preceden el regreso de Cristo y muchas más — ¡yo obtenía pruebas innegables de lo que la Biblia enseñaba en realidad! estaba emocionado y fascinado. Encontré que las iglesias de este mundo estaban invariablemente confundidas en todos estos y muchos otros puntos claros de la Biblia. Llegué a comprender que debía haber una iglesia que creyera y practicara correctamente todas las doctrinas de la Biblia.

Me enteré de que esta Iglesia existía, y de que la prueba para identificarla y apartarla de todas las iglesias de la principal cristiandad reconocida no era distinta a la prueba de cualquier otra doctrina bíblica.

Una pequeña manada perseguida

Cuando les hablaba a sus discípulos acerca de la importancia de buscar el reino de Dios, Cristo dijo: “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino” (Lucas 12:32). De ninguna manera pueden las iglesias conformadas por millones de personas, sin mencionar más de 2 billones, ser consideradas una “manada pequeña”.

Cristo entendió que su Iglesia — su manada pequeña — sería perseguida y despreciada por el mundo. Justo antes de su crucifixión, Él advirtió: “Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán” (Juan. 15:20). En el versículo anterior del contexto, Jesús les había recordado a sus discípulos: “yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece”. Cristo fue perseguido, hasta el punto de una horrible crucifixión después de una noche de brutal tortura. ¡Por tanto, la verdadera Iglesia también podría esperar ser perseguida — y odiada! Aquellos dentro de ella no son “del mundo”. El mundo percibe esto y los odia por ello (Rom. 8:7). Cristo usó a Pablo para registrar: “Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (II Tim. 3:12). ¡La palabra “todos” significa exactamente eso!

Considere lo que recién hemos discutido. ¿Cuántas iglesias puede usted nombrar que sean pequeñas, perseguidas y no de este mundo — e incluso odiadas por ello? Piense acerca de las que usted conoce. ¿Acaso alguna encaja en esta descripción? ¡Seguramente no muchas!

La importancia del nombre de la Iglesia

Las iglesias del mundo tienen muchos nombres diferentes, los cuales se derivan de diferentes formas. Estos incluyen las doctrinas particulares que ellas enseñan, los nombres de los hombres quienes las fundaron, el tipo humano de gobierno en la iglesia que tienen, su ubicación, o sus intenciones en tamaño y alcance, como universal o católica — a fin de ser consideradas de gran alcance.

En la noche de su traición, Cristo oró por su Iglesia: “Padre Santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros. Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombreYo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17:11-12, 14-17).

Hay doce lugares separados en los que el Nuevo Testamento registra que la verdadera Iglesia ha sido mantenida en el nombre del Padre — Dios. Los primeros cinco se refieren a la Iglesia entera, o el Cuerpo de Cristo como un todo. Los siguientes cuatro hablan de una congregación local en específico, usando el mismo término “Iglesia de Dios”. Esto se puede referir a la Iglesia de Dios en Judea o Corinto, etc. Las últimas tres referencias hablan colectivamente de todas las congregaciones locales individuales combinadas. Todas estas referencias usan el término “Iglesias de Dios”.

(1) Hechos 20:28: Este versículo es instrucción a los ancianos de “apacentar la iglesia de dios”.

(2) I Corintios 10:32: “No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de dios”.

(3) I Corintios 11:22: “… ¿o menospreciáis la iglesia de dios, y avergonzáis a los que no tienen nada?”

(4) I Corintios 15:9: Pablo le escribió lo mismo a dos congregaciones: “porque perseguí a la iglesia de dios”.

(5) Gálatas 1:13: “perseguía sobremanera a la iglesia de dios”.

(6) I Corintios 1:2: “la iglesia de dios que está en Corinto”.

(7) II Corintios 1:1: “la iglesia de dios que está en Corinto”.

(8) I Timoteo 3:5: Pablo hace referencia a cualquier anciano en una congregación local: “Pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de dios?”

(9) I Timoteo 3:15: “…conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia de dios del dios viviente”. Este versículo le añade una palabra descriptiva a Dios al usar el término ‘viviente’.

(10) I Corintios 11:16: “…No tenemos tal costumbre, ni las iglesias de dios”.

(11) I Tesalonicenses 2:14: “Porque vosotros…vinisteis a ser imitadores de las iglesias de dios en Cristo Jesús que están en Judea”.

(12) II Tesalonicenses 1:4: “Tanto, que nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de dios”.

En la era moderna, por razones corporativas, la Iglesia puede usar un nombre adicional para distinguirse a sí misma de las otras “Iglesias de Dios” — aquellas que simplemente se apropian del nombre de Dios, pero que no obedecen sus mandamientos, ni creen en sus verdaderas doctrinas, ni hacen su obra. El Sr. Herbert W. Armstrong, el líder de la Iglesia en el siglo XX, escogió el nombre Iglesia de Dios Universal y antes que ese, La Iglesia de Dios de la Radio. Nosotros hemos escogido el nombre La Iglesia de Dios Restaurada.

Así como varias denominaciones pueden tener unas cuantas doctrinas correctas mezcladas con mucho error, algunas se apropian del nombre de Iglesia de Dios. Este folleto explicará más adelante por qué algunas pocas iglesias tienen una cantidad significativa de verdad, pero eligen aceptar una variedad de falsas doctrinas. ¡Sólo una iglesia sobre la faz de la tierra tiene el nombre correcto y enseña todas las muchas doctrinas verdaderas adicionales que la Biblia enseña! Recuerde que Cristo oró: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”. ¡La Iglesia a través de la cual Cristo trabaja, y a la cual Él guía y dirige, es santificada — apartada— por su creencia en la pura verdad de la Palabra de Dios!

Además de llevar el nombre “Iglesia de Dios,” hemos visto que la verdadera Iglesia ha salido del mundo, es pequeña y perseguida, hasta el punto de ser odiada por el mundo. ¡Ésta Iglesia, además, es apartada por sus creencias y prácticas — las cuales están de completa conformidad con la verdad de la Biblia!

Unificada a través de la palabra de Dios

Los hombres tienen sus propias definiciones discordantes de lo que la Iglesia es en realidad, pero sólo la definición de la Biblia — la definición de Dios — es la que cuenta. Léala por usted mismo. Pablo le escribió a Timoteo: “…sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad (I Tim. 3:15). Al final, ninguna otra definición, inventada por los hombres, es aceptable. Esta definición de la Iglesia que Cristo edificó nos guiará a través del resto de este folleto. La Iglesia de Dios tiene y enseña “la verdad”.

Hemos mencionado cómo las iglesias de este mundo están en confusión, divididas por interminables desacuerdos acerca de doctrinas y prácticas. Amos 3:3 pregunta: “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?” La respuesta es ¡NO!

Las iglesias del mundo no practican el principio de “no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios” (Lucas 4:4), exactamente como está escrito. En cambio, puesto que estas siguen las muchas y distintas tradiciones de los hombres, los interminables desacuerdos separan, dividen y crean más y más iglesias de hombres. Las iglesias generalmente no “andan juntas” porque ellas no están de “acuerdo” — ¡Ni entre ellas mismas ni con Dios!

La Iglesia de Dios es diferente. Muchos versículos del Nuevo Testamento muestran que la Iglesia que Cristo edificó está unificada — donde todos sus miembros y congregaciones caminan juntos en completo acuerdo unos con otros, con Dios y con Cristo.

Un punto importante, que demuestra la unidad de la verdadera Iglesia, surge de la misma oración de Cristo en Juan 17, en la noche de su traición. Él oró: “Y por ellos me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad…para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno: Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado” (vers. 19, 21-23).

Estas son declaraciones poderosas. Cristo pretendía que su Iglesia estuviera unificada — una — ¡no menos de lo que estaban unidos Él y su Padre! No hay lugar para desacuerdos en una Iglesia que está así de unida. Estos versículos describen una unidad perfecta a través de la verdad — la misma clase de unidad que el Padre y Cristo disfrutan. Es esta clase de unidad la que les permite a los verdaderos cristianos estar “en” ellos — estar en Cristo y el Padre (ver. 21).

Incluso en el Antiguo Testamento, David fue inspirado a escribir: “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!” (Sal. 133:1).

Ahora debemos examinar varios versículos del Nuevo Testamento para ver si, de hecho, esta clase de maravillosa unidad era evidente después de que la Iglesia del Nuevo Testamento se formó. ¿Enseñaron y administraron los verdaderos siervos de Dios esta clase de unidad? Y ¿cómo se consigue esa unidad?

Primero, note este temprano cuadro de la Iglesia de Dios. En el día de Pentecostés, estaban reunidos “unánimes” (Hechos 2:1), cuando la Iglesia del Nuevo Testamento apareció por primera vez, 3,000 personas convertidas fueron bautizadas. Ellas formaron el comienzo de la edificación de la Iglesia de Cristo. La descripción inicial dada fue: “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros” (Hechos 2:42), y “…todos los que habían creído estaban juntos” (ver. 44) y “…perseverando unánimes cada día…comían juntos con alegría y sencillez de corazón” (ver. 46). De estos tres versículos, vemos claramente que la Iglesia que Cristo edificó estaba unificada — de acuerdo — respecto a la doctrina. Note el versículo 47: “Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”. En la Iglesia que Cristo guía y dirige, Él es quien le añade — ¡edificándola!

Solamente un cuerpo

El Nuevo Testamento se refiere a la Iglesia de Dios como lo mismo que el Cuerpo de Cristo. Esto introduce extraordinario entendimiento.

En su carta a los Corintios, Pablo registró que la Iglesia tenía muchos miembros separados (hermanos), pero que era como varias partes del cuerpo humano, en el sentido que estos miembros estaban conectados. Estudie cuidadosamente el capitulo 12.

Los versículos 12-14 dicen: “Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo…el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos”.

Muchos han estado confundidos respecto a lo que esto significa. En otras palabras, ¿qué es exactamente la Iglesia o el Cuerpo de Cristo, dentro del cual alguien ha sido bautizado?

El contexto del capítulo 12 usa la analogía de las manos, los pies, los ojos, las orejas y la boca para mostrar cómo diferentes partes del cuerpo humano están conectadas dentro de la misma persona. Pablo continúa: “Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso. Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo” (vers.18-20).

Entendamos lo que esto significa. El mundo “cristiano” enseña que el Cuerpo de Cristo — la Iglesia de Jesús — consiste de muchas denominaciones, asociaciones o “comunidades de creyentes”, las cuales se cree que están conectadas por el “Espíritu Santo” que obra en los creyentes dondequiera que éstos estén afiliados. (Muchas, muchas fuentes atestiguan este pensamiento). Pero esto es totalmente contrario a lo que la Biblia enseña acerca del Cuerpo de Cristo. Esta idea sustituta — falsa — dice, en efecto, que Cristo y su Cuerpo están divididos en muchos grupos y organizaciones. Veremos que esto no es verdad.

I Corintios 12 no puede ser “espiritualizado” con razonamientos humanos. Aquí no se describe un cuerpo “espiritual”, amorfo y desconectado de personas y organizaciones en desacuerdo a lo largo de la cristiandad profesa. ¡Cualquier pie, ojo u oreja que es quitado de un cuerpo humano muere! Ninguna parte cortada del cuerpo puede vivir por mucho tiempo sin el suplemento de la sangre y sin los tejidos conectivos necesarios para asegurarla al cuerpo. Dios creó el cuerpo humano, así que Él obviamente entiende la analogía que Él inspiró.

Para más prueba respecto al significado de cuerpo, considere dos escrituras adicionales, escritas a dos congregaciones separadas bajo el liderazgo de Pablo.

Note su declaración a la congregación Colosense: “Y Él (Cristo) es la cabeza del cuerpo que es la iglesia” (1:18). Ahora observe su instrucción a la congregación de Éfeso. Hablando de lo que Dios puso bajo el control de Cristo, Pablo escribió: “…y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la Iglesia, la cual es su cuerpo (1:22-23). ¡La definición bíblica del Cuerpo de Cristo es la Iglesia! Ambos son lo mismo.

En el capítulo 4 de Efesios, Pablo amonestó a los hermanos a ser: “Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo (Iglesia), y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre” (3-6). Nuevamente, no debe haber confusión respecto a la extensa unidad y acuerdo que este versículo le requiere al pueblo de Dios. Recuerde cómo Cristo oró por esta clase de unanimidad y unidad.

Unos pocos versículos después, Pablo describió la importancia de un ministerio fiel, que trabajara activamente con y que enseñara a la Iglesia de Cristo. Lea y entienda cuidadosamente el siguiente pasaje, el cual es extenso e importante: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” (ver. 11-16).

La Iglesia es un tipo del propio Cuerpo de Cristo y, como su Cabeza, Él la gobierna, dirige y edifica, añadiendo a ella diariamente. Estos versículos la describen como unificada tanto en verdad doctrinal como en amor. (Vea el recuadro más adelante en el folleto para entender cómo trabajan juntos estos dos importantes puntos). Frase tras frase, este pasaje demuestra que toda la Iglesia (“todo el cuerpo” y “todas sus partes”) deben andar juntos en completo acuerdo doctrinal bajo la autoridad de Cristo. Y Él trabaja a través de sus verdaderos ministros para evitar que la Iglesia sea llevada por doquiera hacia “todo viento de doctrina”.

¿Por qué muchos grupos? — ¡Un poco de historia!

Las siguientes dos secciones conforman recuadros relacionados, el primero para ayudar al lector a comprender por qué el supuesto mundo cristiano tiene tantas iglesias diferentes.

La iglesia universal, centrada en Roma, y que enseña la falsa doctrina de la Trinidad, siempre ha enseñado que el Cuerpo de Cristo estuvo compuesto solamente por aquellos dentro de esa iglesia. Aunque la iglesia romana enseñó doctrinas que eran en su mayoría tradiciones de hombres, su entendimiento de que Cristo dirigía un Cuerpo espiritual indiviso y organizado, identificado en una sola iglesia, estaba ampliamente correcto. Su error fue el conectar esta doctrina clave a ellos mismos, en vez de conectarla a la verdadera Iglesia de Dios, guiada por el verdadero Jesucristo (II Cor. 11:4).

Entendamos esto a través de unir varios elementos críticos que clarifican el pensamiento de los reformadores protestantes. Cuando ellos se rebelaron contra Roma, ellos obviamente ya no eran parte de esa iglesia, y así se habían apartado de lo que ellos habían considerado previamente como el único Cuerpo de Cristo. Ellos sabían que Pablo enseñó: “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo” y “además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos” (I Cor. 12:13-14).

Toda la cristiandad del mundo puede leer este pasaje, y otros, acerca del Cuerpo de Cristo. Todos estos pasajes tenían que ser reconciliados con el hecho de que ellos ahora habían dejado la iglesia romana y su autoridad. Pero he aquí su problema: Ellos tenían que encontrar una enseñanza compatible con los convertidos y creyentes que según cabe suponer estaban bautizados correctamente, pero ahora dentro de un dividido, competitivo y creciente número de denominaciones que conforman el mundo protestante. Ellos tuvieron que reconciliar la idea de “un Cuerpo de Cristo” con la realidad de cientos de denominaciones protestantes — y otros grupos — de los cuales cada vez aparecían más. Ellos se vieron forzados a concluir que el Cuerpo de Cristo está compuesto de muchas organizaciones, denominaciones, asociaciones, y “comunidades de creyentes”. ¡Pero esto es absolutamente falso!

¿Edificada sobre cuál roca? — ¿Pedro el primer papa?

Cuando los reformadores protestantes rechazaron la autoridad de Roma, ellos simultáneamente estaban rechazando el dominio de los papas sobre la iglesia. También como un inserto, regresemos brevemente a Mateo 16:18 — donde Cristo dijo: “edificaré mi Iglesia” — examinando esta vez su declaración a Pedro.

Leamos primero: “Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”.

Este versículo es el único fundamento que la teología católica tiene respecto a la supuesta autoridad de los papas, quienes se dice que derivan su autoridad directamente de la supuesta autorización que Cristo le dio a Pedro, y así a sus sucesores en una línea continua desde entonces. Hoy, a más de un billón de católicos, y a sus generaciones, les ha sido enseñado que el pasaje designa a Pedro como el primer papa. El versículo simplemente no dice esto, y el lector necesita entender lo que sí dice — lo que Cristo quiso decir en esta declaración.

El desglosar las importantes palabras griegas que hay en este versículo hace que sea más fácil de entender:

Pedro viene de la palabra griega petros, que significa una pedazo de roca, pero puede ser más grande o más pequeña que una piedra. (Note que la palabra griega para piedra es lithos, que esencialmente significa una roca de tamaño mediano). La palabra griega para Roca es petra, que significa una masa rocosa, usualmente muy grande.

Examinemos y entendamos cuidadosamente. El versículo 13 menciona que Cristo estaba hablando en Cesárea de Filipo. ¡Es relevante que Él eligiera este sitio para hablar de su Iglesia! He aquí por qué.

Esta ciudad está en el norte lejano del Israel actual, cerca de 25 millas al norte de Capernaúm y del mar de Galilea. Ubicada al pie del Monte Hermón, es el lugar en el que se origina una de las tres ramificaciones principales del río Jordán. El área es muy hermosa.

Yo he estado de pie en el punto desde el cual Cristo dio estas palabras. Esto es lo que vi — y lo que cualquiera vería: Inmediatamente encima de donde el río brota desde la base de un risco, está una roca masiva que aflora y domina la topografía. Su presencia se eleva por encima del paisaje. Ninguno de los que estuvo presente al momento en que Cristo habló estas palabras pudo haber creído que Él estaba hablando acerca de edificar su Iglesia sobre Pedro, a quien Él comparó con una roca pequeña. El enorme tamaño físico de la roca que se veía directamente sobre la cabeza de Cristo reforzaba su mensaje de que Él edificaría la Iglesia sobre una roca gigantescaél mismo. Esta es, sin duda, la razón por la que Él eligió este escenario para darles sus palabras en Mateo 16:18 a sus discípulos, y a Pedro.

En efecto, Cristo estaba diciendo que Pedro era una roca pequeña. Por otra parte, Jesucristo es una roca grande, nuestro fundamento de la Iglesia que Él edificó. Cristo es claramente distinguido entre los dos. La prueba de que la masa rocosa es Cristo se encuentra en I Corintios 10:4, Efesios 2:20, Mateo 7:24 y 16:13-16.

Entienda que Cristo es la gran Roca sobre la cual está edificada la Iglesia. Este versículo no está diciendo, en lo absoluto, que Pedro sea la masa rocosa o que la Iglesia esté edificada sobre él. I Corintios 3:11 muestra que solamente puede haber un fundamento (Cristo), no dos. Obviamente, esto se aplica al rol de Pedro. Efesios 4:11-12 explica que los apóstoles (Pedro, Pablo, Juan, etc.) estaban en oficios que Cristo estableció para servir a su Iglesia. Colectivamente, con los profetas, ellos forman parte del fundamento de la Iglesia — junto con Cristo (Ef. 2:20).

Piense de Cristo como alguien que le dio un cumplido a Pedro. Luego tenemos esto: Si Él hubiera establecido a Pedro como el primer (e infalible) papa, ¿cómo podría Pedro haber caído, casi inmediatamente, en lo que Cristo catalogó como una actitud satánica en los versículos inmediatos siguientes, 21 al 23? Tómese un momento para leerlos.

¿Sería posible una actitud tal en alguien que era espiritualmente infalible? Además, existe esta pregunta: ¿cómo pudo Pedro haber negado a Cristo tres veces más adelante?

He aquí diez pruebas de que Pedro quizás nunca estuvo en Roma — y por tanto no pudo haber sido el primer papa:

(1) Pablo era el apóstol a los gentiles (Rom. 15:16; Gal. 2:7), no Pedro. Roma era una ciudad gentil.

(2) El emperador Claudio había expulsado a todos los judíos de Roma en 50 D.C. (vea también número 9).

(3) Pedro fue a Babilonia — en Mesopotamia (I Ped. 5:13).

(4) Pablo jamás habría escrito lo que escribió en Romanos 1 versículos del 11 al 15 (el libro fue escrito en 55 D.C.); estos habrían sido claros insultos a Pedro si él hubiera estado sirviendo fielmente allí durante los trece años previos (desde el 42 d.C.), particularmente si había servido como papa. En realidad, un “Pedro”, Simón el Mago (vea el relato en Hechos 8), estuvo allí. Fue este Simón (no Simón Pedro) quien fue el Páter (o Pedro), lo cual significa “un padre”. (Paternidad y patriarca vienen de esta palabra). Simón el Mago ya era en ese tiempo la figura líder en la temprana iglesia apóstata en Roma.

(5) Romanos 15:20: El apóstol Pablo declaró que él no predicaría (ni escribiría) sobre el fundamento de ningún otro hombre. No obstante, Pablo escribió la carta a los Romanos. Así, Pedro no pudo haber puesto el fundamento de la congregación romana.

(6) Romanos 16 contiene treinta salutaciones diferentes, sin embargo Pedro, nuevamente, supuestamente el “papa” residente del lugar, no fue saludado por Pablo. Piense en lo penoso que habría sido ni siquiera reconocer a Pedro.

(7) Gálatas 1:18-19 y 2:7 demuestran que Pedro tenía su base en Jerusalén, desde donde él viajaba periódicamente a lugares como Bitinia, Galacia del norte y Babilonia, y otros lugares hacia los cuales los israelitas (ver número 9) habían migrado, desde el 38 hasta 49 D.C. — las fechas de estos eventos son descritas en Gálatas.

(8) Note Lucas 22:24. En relación a estos puntos, si Pedro ya estaba destinado para ser el futuro papa, ¿por qué discutían los discípulos entre ellos acerca de cuál de ellos era el mayor?

(9) Gálatas 2:7 revela que Pedro llevó el evangelio a “la circuncisión” — los judíos y las otras tribus de Israel, a los cuales se hizo referencia en el número 7. (Vea Mateo 10:5-6).

(10) II Timoteo 4:10-11 menciona que Pablo escribió desde Roma y registra que “solamente Lucas estaba con él” — obviamente esto elimina a Pedro.

Aunque no es el tema de este folleto, Pedro era, de hecho, el apóstol líder en la temprana Iglesia del Nuevo Testamento, pero él simplemente no fue el primer papa y ciertamente ni siquiera vivió en Roma.

Pablo enfatizó la unidad

Mucho puede aprenderse al examinar las instrucciones de Pablo a las diversas otras congregaciones que él supervisaba. Él enfatizaba continuamente la unidad y la unanimidad dentro de la verdadera Iglesia de Dios.

La congregación de Corinto tenía muchos problemas — incluyendo terrible división y desunión. Al principio de su carta a esta congregación, Pablo los amonestó fuertemente a dejar de considerar otras doctrinas y a dejar de jugar a los favoritos con los ministros. Note: “Os ruego, pues, hermanos…que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer…Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas (Pedro); y yo de Cristo. ¿Acaso está dividido Cristo? (I Cor. 1:10, 12-13).

No pierda de vista la intención del pasaje. Pablo fue inspirado a describir, en cinco maneras distintas, cuán completamente debía estar unificado y de acuerdo todo el pueblo de Dios en toda época. Estos versículos tampoco pueden ser “espiritualizados” con razonamientos humanos engañosos.

¿En qué parte de este pasaje da licencia Cristo para que múltiples organizaciones — “iglesias” — aparezcan en SU nombre? ¿En qué parte de esta descripción hay lugar para cientos, incluso miles, de grupos divididos, competitivos y en desacuerdo con respecto a sus enseñanzas — y reducidos en el importante impacto de llevar el anuncio del evangelio del reino de Dios al mundo (Mateo 24:14; 28:19-20)? La respuesta es: ¡En ninguna parte!

Examinemos más. El versículo 13 comienza con la pregunta retórica: “¿Acaso está dividido Cristo?” La única razón por la que no es seguida por la palabra “no”, o por algo similar, es porque la respuesta es demasiado obvia. Considerando lo que él recién había escrito, Pablo sabía que la idea de su pregunta era equivalente a preguntar: “¿es el pasto verde?” o “¿es el cielo azul?” Cuando las personas hacen preguntas retóricas, nadie responde en realidad, porque la respuesta es demasiado obvia. En Amós 3:3, incluso la pregunta “¿Andarán dos juntos si no estuvieren de acuerdo?” es dejada sin respuesta por la misma razón.

Fue en esta misma carta a los Corintios que Pablo tuvo que escribir: “pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos” (14:33), seguido por “pero hágase todo decentemente y con orden” (v. 40). La verdadera “decencia” y el “orden” son imposibles si la Iglesia de Dios está dividida en muchas organizaciones, sin mencionar cientos o miles de ellas.

Ahora considere la amonestación de Pablo a la congregación filipense: “…que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio, y en nada intimidados por los que se oponen” (1:27-28). Y “Completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa” (2:2). ¡Estos versículos enseñan que completa unidad en la Iglesia es la única condición que es aceptable para Dios!

Pablo amonestó a los colosenses a estar “unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento” y “Arraigados y sobreedificados en Él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados” (2:2, 7). No hay malentendido en la unidad total que Pablo está describiendo. Los hermanos andan “juntos”, seguros del correcto “entendimiento” que les ha “sido enseñado”. (Ya vimos cuán fuertemente amonestó Pablo a la congregación efesia, en varias maneras, para que lucharan por la unidad).

La congregación romana local estaba experimentando un problema con las falsas doctrinas que estaban entrando a la Iglesia. Note cómo les instruyó Pablo que manejaran esto: “Mas os ruego, hermanos, que os fijéis (marcar; tomar nota de) en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas…con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos” (16:17-18).

Protegiendo la unidad

El pasaje anterior contenía lenguaje muy fuerte. Esto introduce la verdad de la doctrina bíblica de desasociar (algunas veces descrito como evitar o excomulgar) a aquellos que se apartan de la verdad para ir hacia falsas doctrinas y que buscan llevarse a otros con ellos, y dividir la Iglesia. Este principio demuestra cuán importante es para Dios que su pueblo no se aparte de la verdad hacia doctrinas diseñadas por hombres.

Un número de escrituras adicionales abordan y amplían el mismo principio bíblico. Vea Tito 3:10-11; I Corintios 5:1-8 y I Timoteo 6:1-5. Juntos, estos pasajes representan una vital doctrina bíblica que la verdadera Iglesia debe practicar a fin de mantener unidad. Además de ignorar la instrucción de Dios, las iglesias que no practican esta doctrina están llenas de división y discordia, y el desacuerdo inevitablemente conduce a separaciones dentro de la iglesia o congregación.

¡El cumplir con la instrucción de desasociar no es ni abusivo ni un acto de odio! Es en realidad una forma de administrarles el amor de Dios a las personas que han caído en el error — y está diseñada para hacerles despertar. Al mismo tiempo, protege al resto de los hermanos en la Iglesia. Ciertamente se requiere de un mayor nivel de fe — el cual muchos encuentran demasiado difícil — para obedecer la instrucción de Dios y proteger a la Iglesia en esta forma. También puede resultar persecución; sin embargo, el obedecer a Dios rinde los frutos de paz, gozo y unidad en la Iglesia (I Cor. 14:33, 40; Prov. 22:10).

El apóstol Pedro también enseñó la importante necesidad de unidad y unanimidad en la Iglesia. Él escribió: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido” (I Pedro 2:9). Las cuatro frases en este versículo están escritas en singular — lo cual significa uno, no varios de cada término mencionado. Si una nación está dividida en muchas naciones, nadie la consideraría como una nación singular — serían múltiples naciones y no “una” nación. Lo mismo es cierto de la Iglesia de Dios.

¡No hay sino una!

Además, Cristo mismo enseño lo siguiente respecto a la vital importancia de la unidad en la Iglesia: “Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá (sobrevivirá)” (Mat. 12:25). Recuerde que Pablo preguntó en I Corintios 1:13: “¿Acaso está dividido Cristo?” Esta es la respuesta DE CRISTO. Su instrucción es incluso más fascinante cuando el lector considera que Él está describiendo el reino de Satanás en este recuento. ¡Jesús enseñó que incluso el diablo es lo suficientemente listo como para saber que su reino no puede estar dividido y sobrevivir! Seguramente, el gran Dios del cielo y Jesucristo son por lo menos el doble de sabios que el diablo. ¡Por supuesto, ellos son infinitamente más sabios! Ambos entienden que su Iglesia no puede estar dividida y esperar sobrevivir (“permanecer”).

Justo antes de ser crucificado, Jesús les dio instrucciones vitales a sus discípulos. En Juan 15, Él explicó la bien conocida analogía que lo ilustra a Él como la “vid” y a los cristianos individuales como “pámpanos” (v. 1). He aquí lo que Él instruyó: “Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos…porque separados de mí nada podéis hacer” (v. 4-5).

El propósito obvio de este pasaje es explicar que los cristianos individuales deben estar conectados a Cristo para crecer — para producir frutos (Gal. 5:22-23).

Lea y vuelva a leer lo que usted ha leído hasta aquí, hasta que todo se torne claro como cristal en su mente — y hasta que le sea imposible malentender lo que está en juego en la iglesia a la que entre. Recuerde, el verdadero Cristo no está dividido — lo cual quiere decir que hay solamente una verdadera Iglesia de Dios, y una única Obra verdadera de Dios. Hasta que usted encuentre esa Iglesia — el único y unificado Cuerpo de Cristo — usted no puede tener contacto con Cristo viviente quien la encabeza.

Los dos árboles

¿Cómo fue que la humanidad llegó al estado de confusión, división, guerra, competencia y desacuerdo que existe por todo el mundo hoy? La instrucción original de Dios para Adán fue: “Mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Gen. 2:17).

En el siguiente capítulo (3:6), Eva, con Adán siguiéndola, se rebelaron y comieron de este árbol malo. Note que este árbol representaba conocimiento que era tanto “bueno como malo”. En otras palabras, el árbol no era completamente malo — ¡éste contenía una mezcla de conocimiento verdadero y falso! Lo mismo es cierto con las iglesias de este mundo. Algunas tienen pequeñas cantidades de “conocimiento” doctrinal verdadero (“bueno”), mezclado con mucho “conocimiento” doctrinal falso (“malo”). Por 6,000 años, Dios les ha dicho a sus siervos verdaderos que eviten mezclar verdad con error. Él le advirtió a Adán que el comer del árbol incorrecto resultaría en muerte. Así fue.

¡La advertencia es la misma para nosotros hoy!

Cuando estaba aprendiendo la verdad por primera vez en el año de 1966, escuché una analogía que jamás había considerado antes — pero que jamás he olvidado desde entonces: Piense en un delicioso pastel adornado ya sea con arsénico, ricina o estricnina, mientras que el resto contiene sólo ingredientes buenos y saludables. El comer el pastel siempre daría como resultado la muerte.

Los ingredientes buenos no serían suficientes para sobrepasar el veneno escondido en el pastel. De igual forma, la Iglesia de Dios no mezcla, y no puede mezclar, la verdad con el error. ¡Al igual que con el pastel, el resultado para aquellos que lo hagan es mortal!

He explicado algunas de las doctrinas verdaderas enseñadas por la Iglesia que Cristo edificó. Este folleto difícilmente podría contener más que una lista simple de todas ellas, sin mencionar explicaciones bíblicas detalladas que muestren por qué Dios las enseña. Sin embargo, las siguientes secciones listan y examinan brevemente algunas de las principales doctrinas de Dios.

¿Qué y quién es Dios?

David escribió: “Dice el necio en su corazón: No hay Dios” (Sal. 53:1). ¡La sola verdad bíblica más importante es la identidad del verdadero Dios! Dios existe. ¡Su existencia puede ser probada! (Usted tal vez desee leer nuestro folleto ¿Existe Dios?) El primero de los Diez Mandamientos requiere que las personas adoren solamente al verdadero Dios. (Tal vez también desee leer nuestro libro Los Diez Mandamientos — ¿’Clavados a la cruz’ o requeridos para la salvación?)

Los antiguos griegos sirvieron a 30,000 dioses diferentes. Algunos creen que los hindúes sirven a 5 millones de dioses. El judaísmo enseña que Dios es una sola Persona. Muchos creen que Dios es una clase de “bondad interna” dentro de cada persona. Otros creen que Dios es una “idea metafísica”. Muchas de las iglesias del cristianismo tradicional enseñan que Dios es una Trinidad — que Él es un Dios pero tres personas.

El Dios de la Biblia dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza” (Gen 1:26). Cuando Dios dijo esto, Él no está hablándose a Él mismo. Tampoco estaba confundido. Dios es claramente más de una persona. La palabra hebrea usada aquí es Elohim. Ésta es una palabra uni-plural — que significa más de una persona. Dios y Cristo representan dos seres separados, que componen la Divinidad. Juntos ellos representan el “hagamos” y “nuestra” de este versículo.

Juan 1 contiene una declaración absolutamente asombrosa acerca de la verdadera naturaleza e identidad de Dios. Allí dice: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios… Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre,) lleno de gracia y de verdad”. (vs. 1-2, 14).

La única forma en que el Verbo podría ser Dios y a la vez estar “con” Dios es si hubiera dos seres separados. Una persona o ser, el Verbo quien se convirtió en Jesucristo, vino a la tierra y “habitó entre los hombres,” hasta su crucifixión como el Redentor de la humanidad. La otra persona o ser, el Padre, permaneció en el cielo y fue al que Jesucristo le oraba. Él (el Padre) fue quien lo resucitó de los muertos a fin que Él pudiera regresar a su trono en el cielo.

¡La Divinidad ahora tiene dos seres separados! — ¡Padre e Hijo! Si Dios fuera una Trinidad — tres personas o entidades en un ser (con el Espíritu Santo siendo supuestamente la tercera persona) — la muerte de Cristo habría sido imposible.

Dios no es un conjunto terceto donde un tercio del ser puede morir — sin afectar a los otros dos tercios del ser. Toda esta idea (que frecuentemente es llamada un “misterio que no puede ser entendido”) niega el propósito maestro de Dios para la humanidad. Si la doctrina de la Trinidad fuera verdad, esta negaría el plan de Dios, porque la humanidad no tendría Salvador. ¡Ésta lo ilustra a Él como un Dios misterioso, cerrado, trino, sin espacio para expansión en su relación familiar de Padre/Hijo! (Tómese el tiempo para leer nuestro poderoso libro La Trinidad — ¿Es Dios tres en uno?)

La Iglesia de Cristo entiende y enseña la identidad del verdadero Dios.

El gran propósito de la humanidad

Acabamos de leer: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”. ¿Por qué hizo Dios esto? No es el propósito de este folleto desaprobar la ciencia ficción de la evolución, y probar la verdad de una creación literal. (Quizás desee leer nuestro extenso folleto Evolución — hechos, falacias e implicaciones). El hecho es que Dios creó al hombre. Pero debemos preguntarnos, ¿Por qué? ¿Para qué propósito lo hizo Él?

La creencia popular de casi todos los que se profesan cristianos es que ellos “morirán e irán al cielo”. No obstante, Cristo dijo: “Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo” (Juan 3:13). ¡No fue sino hasta que entré en contacto con la verdadera Iglesia de Dios que aprendí que la creencia popular respecto a que “el cielo es la recompensa para los salvos” es una fábula!

He aquí lo que Cristo enseñó: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad” — dicho en su primer sermón registrado (Mat.5:5). Él entendió que los cristianos no heredan el cielo — ¡ellos heredan la tierra! De hecho, Cristo estaba citando el Antiguo Testamento — Salmos 37:11 dice exactamente lo mismo. Siempre ha sido el plan de Dios darles dominio sobre la tierra a Cristo y a los santos resucitados, quienes gobernarán con Él. Nunca ha sido su plan tener a las personas “rondando por el cielo todo el día”, “paseando en las nubes”, “tocando el arpa” o simplemente “caminando por las calles de oro, frente a las puertas de perla”.

¡El propósito de Dios para la humanidad es infinitamente más grande que estas invenciones de hombres engañados!

El libro de Apocalipsis, el cual es la revelación de Cristo de los eventos previos y posteriores a su regreso a la tierra, dice de los santos: “Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra” (Apoc. 5:10).

Muchas personas se refieren a Cristo como Rey de Reyes, pero jamás se preguntan quiénes son los otros “reyes”. ¡Éstos son los santos resucitados! Vea también Daniel 7:18, 22, 27 donde se revela que Cristo y los santos heredarán todos los reinos de este mundo a su venida.

Dios dice que Cristo es: “Su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Rom. 8:29). ¿Reconoce usted las implicaciones de esta declaración? Muchos más hijos e hijas serán añadidos posteriormente a la familia de Dios. Ellos disfrutarán las mismas cosas que Dios mismo disfruta. ¡Dios es una familia — un hogar! (Vea Efesios 3:15 y I Timoteo 3:15.)

Los verdaderos cristianos tienen el Espíritu de Dios. Este Espíritu los hace hijos de Dios: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” (Rom. 8:14). Ahora considere el siguiente versículo: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal como Él es” (I Juan 3:2).

Cristo es el primogénito entre muchos hermanos (los verdaderos cristianos que siguen luego), porque aquellos que sean añadidos a la familia de Dios — en la resurrección que ocurrirá al regreso de Cristo — van a ser “semejantes a Él”. Nosotros no vamos a ser “semejantes a” algo más. Ser “semejantes a Él” significa que seremos parte de la familia de Dios con Él.

Dios es un Padre que ahora tiene un Hijo. Pero más adelante, Él tendrá muchos hijos más. Dios se está reproduciendo Él mismo al desarrollar su carácter en los seres humanos que se someten, que se rinden y que están engendrados por su Espíritu. (Dios engendra a sus hijos igual que lo hace cualquier padre humano).

Recuerde, Pablo dijo que el ministerio enseña y edifica a la Iglesia, a fin que ésta pueda crecer a la “estatura de la plenitud de Cristo” (Efe. 4:11-13). Un cristiano copia y desarrolla el carácter de Jesucristo, a fin de poder disfrutar, más adelante, la membresía en la Familia de Dios con Cristo y el Padre. ¡Qué oportunidad y responsabilidad tan serias, no obstante es muy emocionante!

El verdaderamente maravilloso potencial humano que se le ofrece a todos los que se arrepienten, creen y practican las muchas verdades maravillosas de Dios, es que nacerán dentro de la propia familia de Dios. Que Dios le ayude a entender lo que Él les ha ofrecido a todos los que leo buscan primero a Él — sobre cualquier otra cosa — en sus vidas (Mat. 6:33). ¡Cuán glorioso es el futuro de los cristianos!

La verdadera Iglesia de Dios enseña que este increíble potencial humano le espera todos y cada uno del pueblo de Dios — que éste es la clave para el conocimiento del propósito supremo de Dios para toda la humanidad — ¡nacer dentro de la Familia de Dios! (Tómese el tiempo para leer nuestro importante libro El asombroso potencial del hombre).

El verdadero evangelio

Note que Apocalipsis 12:9 dice: “Satanás…engaña al mundo entero” ¡Esta es una asombrosa afirmación! Seguramente la verdad acerca de un tema tan vital como el evangelio no sería excluida de este engaño.

Las primeras palabras que Cristo habló en la Biblia son: “Arrepentíos, y creed en el evangelio” (Mar. 1:15).

¿Pero que es el verdadero evangelio? ¿Hay más de uno? A los verdaderos cristianos les es dicho que deben creer en el evangelio. El versículo anterior (14) dice: “Jesús vino…predicando el evangelio del reino de Dios”. No hay otro evangelio sino el del reino de Dios. Por supuesto, el mundo se enfoca en la persona de Jesucristo, en lugar de enfocarse en el mensaje que Él trajo. El mundo es casi ignorante acerca del reino de Dios — la familia gobernante de Dios que vendrá a la tierra al regreso de Cristo, con sus santos. Los que se profesan cristianos han asumido la creencia de diferentes evangelios diseñados por los hombres.

De hecho, esta se convierte en una de las mayores distinciones entre las muchas denominaciones y sectas del mundo y la verdadera Iglesia. En vez de enfocarse en Él mismo, o de enseñar un evangelio acerca de Él, Jesús vino a revelar al Padre ante sus seguidores. No obstante, el Padre y su rol como Cabeza Suprema de la familia divina de Dios, son omitidos y excluidos casi en su totalidad. Como Salvador y Sumo Sacerdote, Jesús trajo acceso — reconciliación — al Padre, salvándonos por su resurrección (Rom. 5:10). La verdadera Iglesia entiende el rol vital de Cristo como mediador con el Padre, pero lo coloca a Él en la perspectiva apropiada y no se enfoca desmedidamente en Él al hablar constantemente de “adorar a Jesús”, “el Señor”, “nuestro Maestro”, “su sangre preciosa”, o al buscarle ya sea muerto en la cruz o en una imagen infantil, entre muchas otras, como sí lo hacen quienes no entienden que Cristo trajo un mensaje acerca de un futuro gobierno mundial — ¡El reino de Dios!

Pablo les advirtió a aquellos que creyeran o enseñaran otro evangelio: “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Más si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciaren otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema” (Gal. 1:6-9).

Satanás no habla directamente con los seres humanos. Él trabaja a través de sus siervos — sus ministros. La Biblia enseña que Satanás tiene sus ministros y que ellos invariablemente enseñan un falso evangelio. Pablo les advirtió a los Corintios que ellos habían sido “seducidos” a aceptar “otro evangelio” — acompañado de “otro Jesús” (II Cor. 11:4). Él continuó describiendo las astutas formas a través de las cuales los ministros de Satanás engañan exitosamente.

Note: “Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras” (13-15).

La verdadera Iglesia siempre ha tenido que ser cuidadosa — vigilante — acerca de los peligros de los falsos ministros entran a ella y pervierten las doctrinas de Dios. Esto será ampliado al final de este folleto.

Solamente hay un evangelio verdadero. Todos los demás son falsificaciones diseñadas por Satanás para reemplazar la enorme verdad del pronto venidero reino de Dios. (Para entender más acerca de este gobierno venidero, lea nuestro folleto, ¿Cuál es el verdadero evangelio?)

Como el ser que engaña al mundo entero, Satanás es llamado “el dios de este siglo”. Note: “en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios”. (II Cor. 4:4). El mundo no conoce de este evangelio. Dios, para su propio gran propósito en este tiempo, le ha abierto la verdad de su significado solamente a unos pocos — y los ha puesto dentro de su Iglesia. El resto del mundo permanece cegado por ahora. El diablo no quiere que los seres humanos disfruten lo que para siempre le es negado a él — la membresía en la familia de Dios.

VERDAD o “AMOR” — ¿Cuál es primero?

El apóstol Juan enseñó repetidamente la importancia tanto de la verdad de la Biblia como del verdadero amor de Dios. Para entender la identidad de la verdadera Iglesia, es vital reconocer cuál de estas es el fundamento de la otra.

Como mencioné, yo crecí en una iglesia grande, respetada y bien conocida de este mundo. Ésta estaba compuesta por millones de “creyentes” — personas quienes creían en y hablan acerca de Jesús. Sin duda, muchos de ellos eran sinceros. Estas personas también hablaban mucho acerca del “amor cristiano”. Muchos sermones contenían este material como su tema. Algunas veces parecía que “Jesús” y “amor” eran los únicos dos temas que se predicaban.

¡Por supuesto, ambos son temas críticamente importantes! La Biblia tiene cientos de versículos que se refieren a Cristo y a la importancia de demostrar un verdadero amor divino. Pero yo veía que muchas personas tenían un amor vacío, y que ciertamente nadie creía lo que Cristo enseñó. Nada de amor real era evidente en sus vidas. No fue sino hasta más tarde que aprendí el porqué.

¿Le suena esto familiar — el nombre de Cristo en los labios de las personas, pero las verdades que Él enseñó no son evidentes en sus vidas? ¿Mucho hablar de amor, pero poco, si es que algo, practicado en sus vidas?

Juan ha sido llamado el “Apóstol de Amor”, porque él habló acerca de este tema mucho más que todos los otros autores del Nuevo Testamento combinados. Revise cualquier concordancia, y verá que esto es cierto. Lo que no es comprendido es que él también escribió más acerca de la importancia de la “verdad” que todos los otros autores del Nuevo Testamento combinados. Juan podría haber sido conocido, con la misma facilidad, como el “Apóstol de la Verdad”. Un estudio superficial de su evangelio y sus epístolas puede dejarle a usted preguntándose si él escribió acerca de alguna otra cosa aparte de estos dos temas. ¡Extrañamente, a pesar de las docenas de referencias de Juan a la importancia de la verdad, este énfasis es ignorado por casi todos!

En la sabiduría infinita de Dios, Él sabía que no podía poner a un apóstol a enfatizar la verdad y a otro diferente a enfatizar el amor. Esto hubiera dejado más fácilmente la impresión de que las personas podían “escoger su apóstol favorito”, dependiendo de si ellos sentían que la verdad o el amor merecían un mayor énfasis. (Este tipo de división plagó la Iglesia en Corinto — I Cor. 1:10-14). El resultado es que cada grupo se sentiría superior a otro por tener el énfasis “más adecuado”. Muchas denominaciones hoy sienten que solamente necesitan enfatizar el amor, con poco énfasis en la doctrina correcta. Las iglesias que piensan de esta forma tienen un bien afinado juego de pasajes que ellos usan para intentar establecer su posición.

El rol del amor

Dos de los versículos que se citan con más frecuencia en la Biblia vienen de Juan. Ambos hablan acerca del amor. Juan 3:16 dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Las personas que conocen poco — o nada — de la Biblia, usualmente saben de este versículo.

Juan 13:34-35 declara: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”. Es fácil ver, solamente a partir de estos versículos, por qué tantos creen que ellos son cristianos si ellos simplemente “tienen amor” — sintiendo, mientras tanto, que no necesitan preocuparse acerca de las doctrinas correctas o de la verdad. Note la frase: “En esto (amor) conocerán todos que sois mis discípulos”. Es verdad que una demostración externa de amor hace una impresión importante en las personas. En un mundo egoísta, infeliz y confundido, las personas que practican el amor — el camino de dar, de un interés ajeno, en vez del camino de obtener — ciertamente sobresalen entre todos los que les rodean.

Una pregunta básica surge. ¿Cómo conoce Cristo si usted es su discípulo? No estamos preguntando cómo conocen esto los hombres, sino cómo lo conoce Cristo. Juan también responde: “Dijo entonces Jesús a los Judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:31-32).

¿Notó usted la frase: “SI vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos”? ¡Éste es un punto clave! (Veremos más adelante cómo el amor está conectado a esto). “Permanecer en su palabra” — mantenerse libre de error — significa para Cristo que somos sus discípulos.

¡Esto es lo que Cristo busca!

El rol de la verdad

El retener la verdad jamás será una señal para los hombres. Las personas usualmente se apartan a causa de lo que los verdaderos cristianos creen “porque los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden” (Rom. 8:7). La verdad no es atractiva para alguien que no es llamado por Dios. Cualquiera que esté leyendo este folleto, y que dude esto, puede intentar “tirarle” algunas “perlas” (de la verdad) a alguien (Mateo 7:6). Observe la reacción. Después trate de mostrarles amor a las personas cuando no lo están esperando. La lección será aprendida.

¡Considere! Los verdaderos cristianos son guiados por el Espíritu Santo — llamado el “Consolador” y el “Espíritu de verdad” (Juan 14:16-17; 15:26; y 16:13). Este mismo Espíritu de verdad “os guiará a toda la verdad” (Juan 16:13). Esa es la única Iglesia donde tanto el Espíritu de Dios de verdad y el cristiano pueden estar “cómodos”. El Espíritu Santo también guiará a los todos los verdaderos cristianos al conocimiento del verdadero amor de Dios. Gálatas 5:22 revela que el amor es un “fruto del Espíritu”. Romanos 5:5 explica que este fruto es posible en la mente de un cristiano solamente porque el Espíritu de Dios lo ha puesto allí.

Romanos 13:10 dice: “el cumplimiento de la ley es el amor”. (También vea I Juan 5:3). Será claro para otros que usted tiene amor, porque ellos le verán cumpliendo las leyes de Dios hacia su prójimo. ¡El entender el verdadero amor Cristiano — qué es — cómo es expresado — su relación con la ley — su parte en ser la luz del mundo — es, en sí mismo, también una gran verdad!

Examine un importante versículo: “El que dice, yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él” (I Juan 2:4). El versículo 5 habla acerca de personas que dicen ser cristianas — “conocerle” — pero que ni guardan los mandamientos ni tienen la “verdad” en ellos. El mundo está lleno de cristianos profesos, quienes reclaman “conocer a Jesús en su corazón, pero que no tienen ningún interés en entender las verdaderas doctrinas de la Biblia. Ahora, enfóquese cuidadosamente en las palabras de Cristo: “Pero el que guarda su palabra (de Cristo); en éste (en esta persona) verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él”.

El amor verdadero no puede ser perfeccionado en aquellos que no están guardando la palabra de Cristo — la verdad. ¡El verdadero amor de Dios es solamente perfeccionado en las personas que ESTÁN haciendo esto! Recuerde Juan 8:31. Los siervos de Dios deben “permanecer en” o “mantener” la palabra de Dios.

La palabra Griega para “mantener”, tereo, significa “observar o cuidar (de pérdidas o daños) al mantener los ojos sobre… mantener en custodia”. ¿Se determinará usted a guardar las verdades de la Palabra de Dios en su “custodia”? ¿Está usted preparado entonces para “protegerla” de “perdida o daño?” ¿Está usted siendo convencido de mantener sus “ojos” continuamente sobre ella? De ser así, entonces usted posteriormente será “santificado” por esa Palabra de verdad (Juan 17:17). ¡Solamente de esta forma puede usted primero convertirse y luego permanecer como discípulo de Cristo!

¡Recuerde! La verdad es la sombrilla que cubre al amor. El amor brota de la verdad — ¡no a la inversa! No es coincidencia que Mateo 22:37-39 diga: “amarás a tu prójimo como a ti mismo” después de decir “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente”. Ciertamente, nadie que rechace a Dios o su verdad le ama. Por tanto, el amor genuino hacia el “prójimo” también estará ausente.

Muchas iglesias reclaman tener “amor”

Yo pregunto: ¿Qué acerca de todas las iglesias que profesan la importancia del amor y de tener una “relación con Cristo” — mientras que ignoran las verdaderas doctrinas de Dios o mientras desechan las que pudieran tener? ¿Puede el amor ser “perfeccionado” en ellos? ¡La Biblia dice que eso es imposible! Lo único que estas personas pueden “perfeccionar” es la habilidad de hablar acerca del amor. ¡Así lo dice Dios! ¡Aunque muchas iglesias han elevado el “hablar de amor” a un fino arte, esto no es nada más que charla vacía, hueca y egoísta!

Esa es la razón por la que la iglesia de mi niñez estaba llena con palabras de “amor” y de “Jesús”, mientras no demostraba amor real ni tenía conocimiento de las verdaderas enseñanzas de Cristo. Al revisar el Manual de Creencias de esa iglesia (como yo lo hice) mostraría que todo encaja con lo que casi toda denominación o rama de la cristiandad tradicional dice cuando hay desacuerdo doctrinal dentro de sus iglesias. Todos dicen algo como esto: “Debemos acordar en amor cuando tengamos diferencias. El amor es primordial. La doctrina y la opinión acerca de verdad bíblica son secundarias. Permitámonos todos tener amor. Dejemos nuestras diferencias aún bajo más amor”.

El problema es que, al final, esto produce más división y confusión doctrinal en estas iglesias y una completa indiferencia y negligencia por la verdad doctrinal. Esta premisa incorrecta coloca la carreta del “amor” delante del caballo. La verdadera Iglesia continúa en la verdad y entonces anda en amor. Recuerde, el amor real, el que se ve en la Iglesia de Dios, surge de tener primero la verdad. Juan declaró: “Mucho me regocijé cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu verdad, de cómo andas en la verdad”. El ver eso entre sus hermanos cristianos fue el mayor gozo de Juan (III Juan 3, 4).

Cómo el amor, la verdad y las bendiciones trabajan juntos

He aquí un importante y relacionado punto final. ¿Qué papel juegan las bendiciones y el crecimiento en la fórmula de la verdad y el verdadero amor cristiano? ¿Le dice su presencia — o ausencia — algo al verdadero cristiano? ¡Debería!

I Juan 3:18 declara: “no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad”. Juan explica que esto les da a los cristianos confianza hacia Dios en sus oraciones, mientras que elimina los problemas de conciencia que los estorban. Ahora el versículo 21: “Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios”. Las respuestas y las bendiciones fluyen de la obediencia, de complacer a Dios y de la aplicación de su verdad: “Y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de Él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de Él” (ver. 22).

Este principio es hecho claro a través de parafrasear tres versículos. Veamos:

Isaías 58:13-14 explica que a Israel le fueron prometidas grandes bendiciones si ellos guardaban el sábado correctamente. Malaquías 3:8-10 muestra que a ellos también les fueron prometidas grandes bendiciones — pero solamente si diezmaban fielmente. Éxodo 15:26-27 conecta directamente las promesas de buena salud y de sanación con la plena obediencia a los mandamientos de Dios. Estos y muchos otros versículos muestran que el cristiano puede saber cuando él está en armonía con Dios. Los problemas de conciencia se desvanecen cuando las personas obedecen todos los mandamientos e instrucciones de Dios.

El pueblo de Dios debe reconocer y nunca olvidar que el camino de un cristiano real no es fácil o indoloro. Sin embargo, si nuestras acciones le complacen, Dios dará continuamente bendiciones y crecimiento. Esto se convierte en una señal para nosotros de su felicidad y complacencia con nosotros. Cuando las bendiciones, frutos y crecimiento faltan continuamente, ¡Dios no está complacido! Lo sabemos — de una manera o de otra.

Primero, el creer y continuar en la verdad le dice a Cristo quiénes son sus discípulos (y el amor real siempre será evidente de cualquier manera). Segundo, el amor les dice a las personas quiénes son los discípulos de Cristo. Tercero, las bendiciones, los frutos, y el crecimiento nos dicen a nosotros si estamos complaciendo a Dios y continuando en su palabra.

Si yo fuera el diablo, yo hablaría infinitamente del amor y de Jesús, mientras le quitaría énfasis a la doctrina correcta — a la verdad — y al crecimiento y las bendiciones resultantes. ¡Si es esto lo que usted está escuchando, tenga cuidado!

Mateo 24:14 dice: “Y será predicado este evangelio del reino (Marcos 13:10 dice, “predicado”) en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”. La Iglesia que Cristo edificó tiene el conocimiento de su verdadero evangelio — el reino de Dios. Esa Iglesia siempre será encontrada predicándolo (Mat. 24:46), hasta que llegue el fin de esta era. A usted le ha sido permitido entrar en contacto con el conocimiento de este evangelio — y con el entendimiento de que usted puede ser parte de la verdadera Iglesia de Dios ahora — y de su reino venidero — su familia gobernante — después.

Pero primero viene un tiempo de prueba para los verdaderos cristianos.

El sábado: Mandamiento de prueba

Las iglesias del mundo frecuentemente admitirán que están haciendo un esfuerzo (aunque poco entusiasta) por guardar nueve de los Diez Mandamientos. Típicamente, ellos reconocerán que está mal robar, matar, codiciar, dar falso testimonio, y cometer adulterio. Ellos también reconocerán que honrar a su padre y madre, evitar la idolatría y evitar tomar el nombre de Dios en vano (aunque por lo menos claman seguir al Dios descrito en el primer Mandamiento) son básicamente cosas buenas para hacer. Sin embargo, la mayoría de las personas hacen un trabajo muy pobre para guardar realmente estos nueve Mandamientos, y enseñan oficialmente que Cristo los abolió y los “guardó por nosotros”, “clavándolos a la cruz”. La mayoría concuerda, al menos tácitamente, en que estos nueve Mandamientos son “buenos principios”.

Hay un mandamiento que las personas, casi universalmente, no obedecerán. Dios dice que este mandamiento aparta a su pueblo de los demás. El cuarto Mandamiento del sábado es el mandamiento de prueba (Éxodo 16): “Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para el Eterno tu Dios; no hagas en él obra alguna” (Éxodo 20:8-10).

Dios le dio el sábado desde el Monte Sinaí, a través de Moisés, a la antigua Israel. ¡Mientras muchas personas están familiarizadas con esta historia, ellas no están conscientes de que Dios ordenó que el sábado fuera guardado para siempre! Nunca fue indicado que fuera “sólo para los Judíos” o “sólo para la antigua Israel”.

Israel continuamente se rehusó a permanecer fiel al sábado de Dios. Ellos tuvieron periodos en los cuales no lo observaron, antes de desobedecerlo y de caer en las prácticas de las naciones de sus alrededores.

Dios le dijo a Israel: “Y les di también mis días de reposo, para que fuesen por señal entre MI y ellos, para que supiesen que yo soy el Eterno que los santifico. Mas se rebeló contra mí la casa de Israel en el desierto; no anduvieron en mis estatutos, y desecharon mis decretos, por los cuales el hombre que los cumpliere, vivirá; y mis días de reposo profanaron en gran manera; dije, por tanto, que derramaría sobre ellos mi ira en el desierto para exterminarlos” (Ezequiel 20:12-13).

La humanidad se ha estado rebelando contra el sábado desde entonces. Pero éste aún permanece como la señal entre Dios y su verdadero pueblo (ver. 20).

El Dios del Antiguo Testamento declara: “Porque Yo el Eterno no cambio” (Mal.3:6) y Pablo fue inspirado a escribir “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. No os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas” (Heb. 13:8-9).

Casi nadie reconoce que el Dios del Antiguo Testamento era la misma persona conocida como “el Verbo” en Juan 1:1-2, 14, quien vino a la tierra como Jesucristo. I Corintios 10:4 identifica a Cristo como la “Roca” del Antiguo Testamento. ¡En otras palabras, Cristo es la persona que inspiró tanto a Malaquías en el Antiguo Testamento como a Pablo en el Nuevo Testamento a decir que Él es un Dios que no cambia! Su pueblo ha de retener la verdad, evitando toda doctrina equivocada (“extraña”).

Esta permanencia se aplica al sábado. Esta es la razón por la que, en el Nuevo Testamento, Cristo dijo: “Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo” (Marcos 2:28).

Los teólogos y religiosos por largo tiempo han enseñado que el verdadero día de reposo de la Biblia es el séptimo día. El sábado, no el domingo, es el séptimo día de la semana. Un buen diccionario explica esto. El ciclo semanal jamás ha sido cambiado. (Usted puede leer nuestro folleto EL DíA DE REPOSO — ¿Se ha perdido el tiempo? para ver las pruebas del inalterado ciclo semanal desde el tiempo de la creación). Sin embargo, los ministros de este mundo han tenido que inventar cuidadosamente “explicaciones” seductoras que rechacen o ignoren las muchas escrituras claras acerca del explicito mandamiento de Dios de guardar SU sábado. ¡Ellos justifican la observancia del domingo — aunque la palabra de Dios jamás haya justificado esto!

¡En vez de permitir que la Palabra de Dios cambie sus creencias arraigadas, para conformarse con sus verdades, ellos cambian el significado de la Biblia para hacerla encajar con sus creencias!

El domingo es comúnmente considerado como el día en que Cristo fue resucitado de los muertos. Puede ser claramente probado que la Biblia no enseña eso. (Lea nuestro folleto La Resurrección de Cristo no fue en domingo). ¡Pero hay una razón importante por la que los teólogos y muchos otros deben concluir que la resurrección ocurrió en domingo!

El domingo es comúnmente llamado “El Día del Señor”. Aunque el verdadero Día del Señor de la Biblia es en realidad el Día del Eterno — el Día de su ira (Joel 2:1-11, Apoc. 1:10, 15:1, 7; y otros lugares) — el término, Día del Señor, ha llegado a ser sinónimo con el domingo. ¿Por qué? La razón es simple. Si el domingo puede ser establecido como el día en que Cristo fue resucitado, éste puede ser un medio para validar y “autorizar” la no autorizada observancia del domingo por las iglesias del mundo — ¡en vez del verdadero día de reposo de Dios!

Usted ya ha visto varias referencias bíblicas al día de reposo. Dios lo santificó en la creación — mucho antes que hubiera algún judío o israelita para guardarlo (Gen. 2:1-3). El día de reposo había de ser guardado “para siempre” — “continuamente” — y “por vuestras generaciones” por Israel, la nación que Dios quería que fuera el modelo (Éxod. 31:12-17). ¡Cristo lo guardó! (Lucas 4:16) y dijo que Él era el Señor del día de reposo y que éste fue “hecho por causa del hombre” (Mar. 2:27-28). Él no dijo que había sido “hecho solamente para los Judíos”. El apóstol Pablo también lo guardó (Hechos 13:42, 44; 17:2; 18:4).

Mucho más que solamente la tradición de Viernes Santo y Domingo de Resurrección se colapsaría si Cristo realmente estuvo en la tumba por 72 horas (comenzando en la tarde del miércoles y terminando la tarde del sábado) en vez de las 36 horas que se enseñan tradicionalmente entre la tarde del viernes y la mañana del domingo. La más grande razón para la tradición no bíblica de la observancia del domingo se colapsa al mismo tiempo (recuerde Marcos 7:7). Dios siempre ha dicho: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo” (Éxodo 20:8). Él nunca ha dicho “Acuérdate del domingo para santificarlo — ¡y solamente llámalo el Día del Señor!”

Se dijo una vez: “Más que los judíos hayan guardado el sábado, ¡el sábado ha guardado a los judíos!” Esto podría ser dicho igual de fácilmente de la verdadera Iglesia de Dios, la cual ha estado bajo asedio a lo largo de las eras, en parte por su fiel observancia del sábado. Una de las claves más importantes que identifican a la única verdadera Iglesia de Dios, fundada por Jesucristo, es el verdadero día de reposo de Dios. Piense al respecto. Pruébelo usted mismo. La observancia del sábado, como mandato de Dios para los verdaderos cristianos, es un amplio tema que requiere su propio libro para ser explicado. (Tómese el tiempo para leer cuidadosamente nuestro libro Sábado o domingo¿Cuál es el día de reposo?)

Los días santos anuales

En Ezequiel 20:12-13 (Versión Sagradas Escrituras) Dios dijo: “Y les di también mis sábados”. La palabra sábados está en plural. El día de reposo semanal no es el único día de reposo que Dios ordenó que fuera guardado para siempre. Levítico 23 describe siete Días Santos anuales — días de reposo anuales — que Dios le ordenó a Israel guardar “para siempre” (afirmado cuatro veces). Al igual que con el día de reposo semanal, este tema requiere su propio folleto extenso a fin de delinear apropiadamente las pruebas por las que estos días de reposo anuales deben ser guardados hoy. (Lea nuestro folleto gratuito ¿Días santos de Dios o festivales paganos?)

Levítico 23:1-2 llama a estos sábados “fiestas solemnes del Eterno”. Los términos Día Santo, Gran Día y Día de Fiesta aparecen todos en la Biblia y son sinónimos. Todos son términos para los días de reposo anuales. Ellos ilustran el Plan de Dios, a medida que son guardados cada año en secuencia.

Los dos Días Santos conocidos como el primero y el último Día de Panes sin Levadura fueron guardados por la antigua Iglesia del Nuevo Testamento (Hechos 12:3; 20:6) en conjunción con la Cena del Señor — la Pascua del Nuevo Testamento. Al final de la primavera está el Día de Pentecostés.

Cuatro días de reposo anuales más son guardados en otoño. Ellos son conocidos como la Fiesta de las Trompetas (Rosh Hashanah para los Judíos), el Día de Expiación (Yom Kippur), la Fiesta de Tabernáculos (Succoth) y el Último Gran Día.

Al ser entendidos, estos días ilustran eventos importantes dentro del Plan de Dios.

La pascua (no un día de reposo anual) muestra la misericordia de Dios a través del sacrificio de Jesucristo. Es la única fiesta que no es un día de reposo anual.

Los siete días de panes sin levadura ilustran al cristiano saliendo del pecado, justo como Israel salió de Egipto después de la primera Pascua en Éxodo 12. El primero y último día son días de reposo. pentecostés, o la Fiesta de las Primicias, que representa la primera cosecha primaveral en Israel, ilustra la primera resurrección — de los verdaderos santos (las primicias del plan de Dios) — al pronto regreso de Cristo.

La fiesta de las trompetas ilustra el regreso de Cristo — con las siete trompetas acompañantes de Apocalipsis 8, 9 y 11:15-19, que describen lo que ocurre cuando cada una de estas trompetas es tocada. El día de expiación (“reconciliación”) ilustra a toda la humanidad finalmente “a una” con Dios, porque Satanás habrá sido atado y arrojado al “abismo” (Apoc. 20:2-3), donde él ya no podrá engañar a las naciones.

La fiesta de tabernáculos ilustra el reinado de Cristo por 1,000 años sobre la tierra con los santos — y un tiempo de paz, felicidad, abundancia y prosperidad para un mundo que no ha conocido esto por 6,000 años. Esta fiesta de siete días es seguida inmediatamente por el último gran día, el cual representa un tiempo al final del milenio cuando todos los seres humanos que hayan existido recibirán una oportunidad completa de conocer la verdad de Dios y su plan de salvación. (¡Usted puede leer nuestro folleto ¿Enseña la Biblia acerca de la predestinación? para aprender la perspectiva general del Plan Maestro de Dios!)

Aquellos pocos que están siendo llamados en esta era (Juan 6:44) tienen una oportunidad de ser parte de la temprana cosecha primaveral de Pentecostés, mientras que el mundo aprenderá la verdad más adelante, durante el tiempo ilustrado por la Fiesta de Tabernáculos y el Último Gran Día.

La Iglesia que Cristo edificó enseña la verdad acerca del día de reposo semanal de Dios y de los Días Santos anuales, y las escrituras que respaldan su observancia.

Muchas otras verdades importantes

He mencionado que, cuando Dios me llamó por primera vez, quedé asombrado por cuántas verdades doctrinales claras enseñaba la Biblia, las cuales jamás había escuchado antes. Como ya fue explicado, este folleto no podría contenerlas todas. He aquí algunas otras.

Yo aprendí que la Biblia dice: “La paga del pecado es muerte” (Rom. 6:23). No obstante, a mí siempre me había sido enseñado que había un “infierno ardiendo por siempre” adonde “las personas malas” iban porque todavía estaban vivas después de morir. A mí me había sido enseñado que las personas tienen almas inmortales que sobreviven a la muerte. No obstante, Ezequiel 18:4, 20 declara: “el alma que pecare, esa morirá” y Mateo 10:28 declara: “temed más bien a aquel (Dios) que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (gehenna: “lago de fuego”, el cual quemará a los malos [Malaquías 4:3]).

¡Incontables millones de personas han temido ir a un “infierno” siempre ardiente que no existe! La palabra griega para infierno es hades, y significa “el sepulcro. Una vez más, la Iglesia de Cristo enseña la verdad acerca de la muerte y el infierno y las escrituras que lo explican. (Lea nuestro folleto La verdad acerca del infierno).

Yo aprendí que la Navidad y la Pascua Florida (así como el día de San Valentín, Noche de Brujas, el día de los inocentes, Año Nuevo, y ciertas otras observancias populares) no son costumbres de la Biblia. En cambio, son completamente paganas en su origen y no tienen nada que ver con Dios — y, en realidad, son condenadas en las escrituras con los más fuertes términos posibles. (Usted tal vez desee leer nuestros folletos El verdadero origen de la Navidad y El verdadero origen de la Pascua Florida, y nuestros artículos acerca de otros de estos días para aprender más acerca de estas festividades que los hombres han usado para reemplazar a los verdaderos Días Santos de Dios.) La verdadera Iglesia enseña la verdad acerca del origen pagano de todos estos días, y las escrituras que los condenan.

También llegué a ver cómo Satanás el diablo “engaña al mundo entero”, incluyendo el engaño acerca de quién y qué es él — y que él es el “dios de este mundo”. (Usted puede leer nuestros folletos ¿Quién es el DIABLO? y Un mundo en cautiverio, para aprender acerca de su papel en el plan de Dios.) También aprendí que un tercio de los ángeles originales (ahora demonios) se unieron a Lucero (Satanás) en rebelión contra el gobierno de Dios — y que los ángeles fieles son ahora los espíritus asistentes de Dios. Una vez más, la verdadera Iglesia de Dios enseña la verdad acerca del diablo y las escrituras que respaldan este entendimiento.

Con respecto a cuándo han de nacer de nuevo los cristianos, llegué a entender que lo que Cristo enseñó en realidad fue: “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Juan 3:6). A mí me había sido enseñado que las personas podían nacer de nuevo en esta vida, mientras aún estaban hechas de carne. Nadie me dijo que Jesucristo, solamente después de su resurrección, fue llamado “el primogénito de entre los muertos” (Col. 1:18). No es de extrañar que Él haya dicho que aquellos que nacen de nuevo son espíritu — ellos ya no están compuestos de carne. El Espíritu Santo de Dios los ha “cambiado” a ellos (I Cor. 15: 50-52) de “carne y sangre” a espíritu. Entonces entendí por qué Romanos 8:29 describe a Cristo como el “primogénito entre muchos hermanos”. Se me hizo claro que yo podía ser uno de esos “muchos hermanos” — ¡si calificaba! Una vez más, la Iglesia edificada por Cristo enseña la verdad acerca de estas doctrinas y las muchas escrituras que las respaldan. (Le exhortamos a leer nuestro exhaustivo folleto ¿Qué significa nacer de nuevo? para aprender más acerca de esto).

Aprendí que “el pecado es infracción de la ley” (I Juan 3:4) y que la ley de Dios es “santa, justa, buena y espiritual” (Rom. 7:12, 14). Se me había dicho que Cristo había “abrogado” la ley. En cambio, aprendí que Él dijo: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas (también se me había dicho que el Antiguo Testamento, el cual contiene los escritos de los profetas, había sido básicamente “abrogado”): Yo no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido”. Y que: “cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino…mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino” (Mat. 5:17-19).

Llegué a reconocer que cuando las personas guardan la ley de Dios, ¡ésta las guarda a ellas! Esto ocurre porque es una ley. Y también aprendí que, como esa es una ley, cuando las personas la quebrantan, ¡ésta las quebranta a ellas! Si el mundo entero estuviera guardando esta ley, sería un lugar muy diferente. Una vez más, la verdadera Iglesia enseña la verdad acerca de la ley y el pecado y las muchas escrituras que la explican. (Lea nuestro artículo “¿Qué enseña el Nuevo Testamento acerca de la ley y la gracia?”)

Llegó a ser claro que el método bíblico de bautismo es por inmersión, y que Dios dice que ninguna otra forma de bautismo es aceptable para Él. (Lea nuestro folleto ¿Qué significa bautismo en el agua?) Aprendí que un bautismo apropiado debe ser precedido por el arrepentimiento y el reconocimiento de lo que la naturaleza humana es en realidad — de dónde vino y por qué es necesario arrepentirse de ella. (Lea nuestro folleto ¿Creó Dios la naturaleza humana?). Llegué a entender que la “imposición de las manos” sigue inmediatamente al bautismo, y que es ésta la única manera en que una persona puede recibir el don del Espíritu Santo de Dios. La verdadera Iglesia enseña la verdad acerca del bautismo apropiado y las escrituras que lo respaldan.

Aprendí que la verdadera Iglesia de Dios protege y alimenta a su rebaño. Cristo le dijo (tres veces) a Pedro que si lo amaba (a Cristo), él “apacentaría sus corderos” (Juan 21:15-17). También aprendí que hay autoridad amorosa en la Iglesia que Cristo edificó. Hebreos 13:7, 17; Hechos 16:4; II Tesalonicenses 2:15, 3:6 y numerosos otros lugares explican que Dios les da a sus verdaderos ministros autoridad sobre su rebaño — en parte para que ellos puedan protegerla mejor. Por supuesto, la Iglesia de Dios enseña la verdad acerca de este entendimiento y las escrituras que lo respaldan.

Aprendí el principio de Dios acerca del diezmo (el hebreo significa “una décima parte”) sobre el ingreso personal, porque “el diezmo le pertenece a Dios” (Lev. 27:30). ¡Además, en Malaquías 3:8-10, Dios declara que Él considera como “ladrones” a aquellos que no le pagan sus diezmos y no le dan sus ofrendas! También aprendí que en estos mismos versículos Él prometió abrir las ventanas de los cielos y derramar tremendas bendiciones sobre todos aquellos que estén dispuestos a “probarlo a Él” con respecto a esta promesa — y que ésta es la forma en la que Él financia su obra de predicar el evangelio del reino al mundo y de llevar el mensaje de advertencia a los descendientes modernos de Israel. Yo encontré que Cristo afirmó la ley del diezmo en Mateo 23:23. Otros lugares en el Nuevo Testamento confirman las palabras de Cristo. (Nuestro folleto Elimine todas sus preocupaciones financieras explica estas cosas.) Y otra vez, la verdadera Iglesia enseña la verdad acerca del diezmo y las muchas escrituras que lo respaldan.

Aprendí que hay un gran falso sistema religioso al que la Biblia llama “Misterio, babilonia la grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra” (Apoc. 17:5) el cual se disfraza como cristiandad. Éste es ilustrado como una “iglesia madre” que tiene “hijas” protestantes quienes la abandonaron, pero que aún son parte de su sistema. Este sistema ha tratado cuidadosamente de falsificar todas las doctrinas de Dios y ha tratado continuamente de penetrar, capturar y destruir a la verdadera Iglesia de Dios. Aprendí que la Biblia le advierte al pueblo de Dios que no se deje arrastrar hacia el mortal engaño perpetrado por esta gran iglesia falsa. ¡Y al estudiar la historia de la verdadera Iglesia, aprendí que esta falsa mujer invariablemente encuentra una manera de entrar a la verdadera Iglesia, causando que aquellos quienes están determinados a retener la verdad completa tengan que huir de su seductora intrusión e influencia! (Lea nuestro amplio folleto Muchos vendrán en mi nombre para aprender más acerca de este sistema).

¡Finalmente, la verdadera Iglesia de Dios enseña la verdad acerca de todas estas doctrinas y las muchas escrituras que las respaldan!

Un poco de historia reciente

Después de la muerte de los apóstoles originales, la falsa iglesia entró y destruyó grandemente a la Iglesia visible. A causa de la persecución, la cual frecuentemente incluía amenazas, encarcelamientos, torturas y muerte, la mayoría de las personas se rindieron y se apartaron de la verdad del camino de Dios, y por tanto, de la verdadera Iglesia. Este período es frecuentemente llamado “El Siglo Perdido”. No obstante, como Cristo lo prometió, su Iglesia siempre ha sobrevivido. La Iglesia jamás ha desaparecido completamente ni ha sido destruida — aunque ciertamente ha permanecido como una “manada pequeña” que ha guardado su Palabra, y como la Iglesia que siempre ha sido mantenida en el nombre de Dios.

Pedro advirtió: “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas” (II Pedro 2:1-3).

Antes de su muerte, Pablo les advirtió explícitamente a los ancianos efesios que entendieran lo que ocurriría después de su partida: “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor…Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos” (Hechos 20:28-30).

La historia registra que esto es exactamente lo que ocurrió durante (y después de) “El Siglo Perdido”.

Una gran deserción dentro de la verdadera Iglesia ocurrió nuevamente al final del siglo XX. Y ésta ocurrió precisamente como Pedro y Pablo habían advertido que sucedería en la Iglesia del primer siglo. Esto requiere explicación.

Anteriormente expliqué que Dios me llamó a su verdad en 1966. Yo tuve la dicha de aprender y de conocer el maravilloso plan de Dios, y de ser instruido personalmente por el Sr. Herbert W. Armstrong. Mi relación con él comenzó principalmente cuando conocí y me casé con su secretaria en 1971.

Dios utilizó al Sr. Armstrong para restaurar las verdades que habían estado perdidas en su Iglesia por siglos. La asistencia en la Iglesia sobrepasaba las 150,000 personas poco después de su muerte — cuando su sucesor, de hecho, “entró” y se “levantó, hablando cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos”.

Desde la muerte del Sr. Armstrong en enero de 1986, este proceso de destrucción duró aproximadamente nueve años. Como siempre ha sido el patrón histórico, la vasta mayoría (cerca del 80%) se apartaron completamente de la verdad, de la verdadera Iglesia y del verdadero Dios. Ellos se dispersaron de vuelta hacia el mundo o permanecieron donde estaban, volviendo a aceptar cientos de doctrinas y prácticas falsas. (La historia completa está escrita en mi libro Y llegó una apostasía).

El otro 20%, el cual no aceptó la dirección de los falsos maestros que capturaron a la corporación visible, también se dispersó hacia una variedad de organizaciones, las cuales se sujetaron a diversas cantidades de la verdad que todos habíamos aprendido bajo el liderazgo del Sr. Armstrong. A quiénes representan estos grupos en profecía será explicado en un momento.

Todo lo que yo he descrito aquí ciertamente estaba profetizado a ocurrir. Pablo fue inspirado a predecir y a advertir de esta apostasía justo antes del regreso de Cristo. Note lo que él registró: “Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá (el regreso de Jesucristo descrito dos versículos antes) sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición” (II Tes. 2:3).

Pablo explicó que esta apostasía afectaría a todos aquellos que “no recibieron el amor de la verdad para ser salvos” (II Tes.2:10). La palabra griega “apostasíasignifica literalmente “desertar de la verdad”.

Cuando Dios me llamó, esta “apostasía” profetizada aún no había ocurrido, por supuesto. Aunque a todos en la Iglesia les había sido advertida su llegada, muchos se enredaron en falsas enseñanzas porque ellos no habían permanecido cerca de Dios, como debían, a través de oración ferviente, estudio bíblico, meditación y ayuno regular. Ellos fueron tomados por sorpresa.

Otra verdad crucial

En este punto, una doctrina bíblica adicional debe ser presentada. La Biblia enseña, en Apocalipsis 2 y 3, que Dios ha trabajado con su Iglesia a través de siete eras separadas y sucesivas. En estos dos capítulos, Cristo describe a cada era con detalle. Las primeras cinco (a excepción de la segunda) son descritas teniendo sus propios y únicos problemas doctrinales y espirituales, los cuales, eventualmente, las llevaron a su caída. Cada vez que esto sucedía, Dios levantaba a un nuevo líder para establecer la siguiente era. Estas siete eras son Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.

Originalmente, estas eran siete ciudades cercanas (en este orden) en una ruta de correo en Asia Menor (ahora el oeste de Turquía). Cada ciudad reflejaba actitudes correspondientes que existirían en las siete eras a las que ellas representaban. Cristo pudo usar estas ciudades para mostrar un patrón que abarcaría la historia de su Iglesia por los siguientes 2,000 años, desde 31 D.C. hasta su regreso. (Lea nuestro amplio y fascinante libro La historia de la verdadera Iglesia — ¿Dónde está hoy?)

Cuando Dios llamó al Sr. Armstrong en el otoño de 1926, la Iglesia del Nuevo Testamento había llegado al fin de la quinta era (Sardis). El Sr. Armstrong fue ordenado en 1931, y Dios comenzó, a finales de 1933, a utilizarlo de manera especial para restaurar toda su verdad a su Iglesia y para comenzar y dirigir la sexta era — Filadelfia.

La muerte del Sr. Armstrong, 52 años más tarde, preparó el camino para que los falsos líderes se levantaran dentro de la organización. Los verdaderos cristianos fueron forzados a huir. La mayoría de ellos formaron o entraron a grupos, como se mencionó, los cuales no retienen completamente la verdad y prácticas de la verdadera Iglesia de Dios. Colectivamente, son estos grupos los que forman la séptima y última era — Laodicea — de la Iglesia.

Aunque Laodicea significa “el pueblo gobierna, juzga, decide”, ellos aún son el pueblo de Dios, pero en una condición débil y confundida. Sin embargo, ellos no representan a su verdadera Iglesia, y están fuera de su Cuerpo. ¡Ellos han formado sus propias organizaciones y Cristo no puede gobernarlos! Muy pronto, aquellos que deseaban mantenerse firmes (filadelfinos) sin comprometer ninguna doctrina o práctica verdadera, tuvieron que huir nuevamente de sus organizaciones para poder hacerlo. Este folleto estaría incompleto sin una explicación, al menos breve, de estos eventos, porque éstos llevaron finalmente a la formación de la Iglesia de Dios Restaurada.

Esta Iglesia no compromete ni siquiera una de las muchas, muchas doctrinas de Dios. Tal como Cristo lo predijo, es una “manada pequeña” perseguida la cual Dios ha guardado en su nombre. Ésta está continuando poderosamente la Obra de Dios — llevándole el verdadero evangelio del reino de Dios al mundo y una advertencia especial a los descendientes modernos del antiguo Israel antes que esta era termine. Sus frutos evidencian las bendiciones de Dios. Ésta está creciendo y tiene miembros esparcidos en países alrededor del mundo. El propio hecho de que usted esté leyendo este folleto significa que usted ha entrado en contacto con ella — en la misma forma en que yo fui privilegio, en 1966, al entrar en contacto con la verdadera Iglesia y al aprender la verdad de la Biblia por primera vez.

La promesa inquebrantable de Cristo

Cristo también prometió que cuando los falsos lideres, a los que Él se refiere en Juan 10 como “ladrones y salteadores”, hayan podido entrar a la Iglesia: “las ovejas oyen su voz (de Cristo): y a sus ovejas llama por nombre, y las saca”. Su voz es definida como “la verdad” (Juan 18:37).

Él continua diciendo: “Él va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños” (Juan 10:4-5). Cristo continúa describiendo el comportamiento de ciertos ministros. Note: “Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas” (v. 13). ¡Esta increíble promesa muestra que Cristo jamás abandonará a sus ovejas y que siempre protegerá a aquellos quienes escuchen su voz y le sigan voluntariamente — cuando estén en peligro — hacia donde Él haya restaurado la verdad, restablecido la obra y colocado su nombre!

La era Laodicena de la Iglesia es descrita por Cristo como “desventurada, miserable, pobre, ciega y desnuda”. Cristo también dice que esta era es “tibia” y que carece de celo (Apoc. 3:14-22).

Esta última era es ahora dominante, y ha de permanecer así justo antes del glorioso y pronto venidero regreso de Jesucristo. En el versículo 20, Cristo les dice a todos en esta era: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él”.

Este pasaje describe la oferta de Cristo para todos los que hayan retenido parte de la verdad. (Los filadelfinos la retienen toda, porque ellos están determinados a no permitir que “nadie tome su corona” — Apoc. 3:11). Él continuará llamando a los laodicenos “por su nombre” y tocando a sus puertas, hasta que no quede tiempo en esta era. ¡Tristemente, la mayoría de personas en esta era continuarán negándole la entrada a Cristo, y no le permitirán que “las saque” del peligro que les espera en la profetizada Gran Tribulación, la cual vendrá pronto sobre un mundo que no la espera (Lucas 21:34-36)! (Este proceso de llamar a la puerta es explicado exhaustivamente en nuestro libro “Unge tus ojos” — La advertencia de Cristo a su pueblo, el cual usted eventualmente tal vez desee leer).

En la misma forma en que el Sr. Armstrong se esforzó por vivir pacíficamente al lado de la era de Sardis de la Iglesia, sin desearles ningún mal, nosotros estamos esforzándonos por vivir pacíficamente (Filadelfia significa “amor fraternal”) al lado de la séptima era — Laodicea — sin desearle mal alguno. Es nuestra esperanza y oración que muchos mas continúen despertando a la advertencia de Cristo y salgan de esta era, y estamos luchando por advertirles de lo que viene. Sin embargo, este folleto no está escrito ni dirigido específicamente para estos débiles hermanos. Éste es para instruir a personas nuevas, a las que Dios está llamando ahora (aquellas que están escuchando la verdad por primera vez), pero debe incluir una breve descripción de las eras de la Iglesia a fin que estas personas nuevas puedan entender mejor los eventos recientes en la verdadera Iglesia y puedan evitar las mismas trampas en las que tantos otros cayeron.

Cristo edificó su Iglesia

El mundo está edificado sobre el fundamento del camino de Satanás. Como el “dios de este mundo”, él ha construido sus propios gobiernos, culturas, sistemas educativos y otras instituciones — y también ha edificado sus propias “iglesias” (II Cor. 11:13-15). Todo esto en conjunto forma un “edificio”, con una vasta superestructura, pero ésta es una que está fundada sobre “arena” y no sobre “roca” (I Cor. 10:4) la cual es Jesucristo. Cristo no está tratando de edificar o de reconstruir — reparar — los gobiernos, las instituciones o las iglesias del mundo de Satanás. Muy pronto, todo esto será destruido por “la lluvia, los vientos y los ríos” que Él describió en Mateo 7:24-27.

Pero Jesús también llama a su Iglesia “un edificio” — uno que está “bien coordinado” (Efesios 2:21), y edificado con él mismo como fundamento. Él literalmente está “edificando un edificio” que consiste de hermanos a quienes Él llama “piedras vivas” (I Pedro 2:5). Salmos 127:1 declara: “Si el Eterno no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican”. Cristo continúa su edificación de la Iglesia hoy, y usted la está viendo.

La verdadera Iglesia es descrita como un tipo de Jerusalén y como la Madre de todos los hermanos en la Iglesia (Gal. 4:26; Heb. 12:22-23). Como cualquier madre, ella cuida y alimenta a sus hijos. La Iglesia de Dios es descrita como una novia profetizada a casarse con Jesucristo a su regreso (Apoc. 19:7-9). ¡Ella es descrita como “preparada” para este maravilloso y glorioso evento!

¿Será usted uno que luche por “prepararse a sí mismo”?

Finalmente, aún no nos hemos referido al verdadero significado de la palabra griega traducida como “iglesia” en el Nuevo Testamento. Esto necesita una explicación. Muchos han supuesto que significa un edificio o una organización. No significa nada de esto. La palabra “iglesia,” es ekklesia, y significa “un llamamiento”, especialmente como una congregación religiosa. Los cristianos verdaderamente son llamados a salir de este mundo — de sus caminos, de sus costumbres, de sus prácticas, de sus tradiciones, de su falso conocimiento y sus falsas doctrinas — y entrar a la verdadera Iglesia y a tener comunión con Dios y con Cristo (I Juan 1:3).

Dios le dice a gritos a su pueblo: “salid de en medio de ellos (del mundo), y apartaos… y yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso” (II Cor. 6:17-18).

¡Que Dios le ayude a salir de la Babilonia de este mundo (Apoc. 18:4), para que usted pueda calificar para gobernar con Cristo en el maravilloso y utópico mundo que está delante de nosotros!

Solicitando consejo

La siguiente cita concluye el folleto ‘¿Dónde está la verdadera Iglesia?’, del Sr. Herbert W. Armstrong, bajo el subtítulo “El verdadero nombre”:

“En este mundo, las iglesias tienen el nombre de hombres, o el de sistemas diseñados por hombres, o el del tipo de gobierno que los hombres han decidido usar, contrario a la Palabra de Dios, o el de una doctrina que ellos enfatizan, o el de lo que se proyecta para el grupo — universal, católica. Pero dondequiera que se encuentre esa única Iglesia verdadera, ésta será llamada Iglesia de Dios”.

“Pero eso no es todo. ¡Muchos se han apropiado del nombre de Dios, pero no están proclamando el Reino de Dios, como el gobierno de Dios, al cual nosotros debemos obedecer — ni enseñan la obediencia a la ley de Dios (los Diez Mandamientos) — ni enseñan el arrepentimiento de la rebelión y de la trasgresión de la ley santa de Dios — ni enseñan que podemos ser engendrados en el reino (la familia) de Dios, y que podemos, a través de la resurrección, nacer en la familia de Dios! Esa Iglesia verdadera está predicando la venida inminente de Cristo como Rey de reyes y Señor de señores, para gobernar a las naciones por mil años sobre la tierra. No en el cielo, sino sobre la tierra (Apoc. 5:10)”.

“¡Solamente hay una Iglesia así!”

“Ésta está haciendo la obra de Dios. Ésta es, tal como Jesús dijo que sería, una “manada pequeña”, perseguida y odiada por el mundo”.

“La Iglesia de Dios tiene…ministros (y ancianos)…disponibles para llamarle, visitarle en su hogar, responder a sus preguntas, explicarle la Biblia — ¡si usted lo solicita! ¡Pero ninguno de ellos le llamará jamás a menos que usted lo solicite voluntariamente! Con respecto al publico en general, Jesús dijo: “No os paséis de casa en casa” (Lucas 10:7). Pablo había visitado a los ancianos (ministros) en Éfeso de casa en casa”.

“Ni Jesús, ni Pedro, ni Pablo, ni ninguno de los verdaderos apóstoles originales acosaban a las personas y las urgian a la conversión. Dios ha dado a cada ser humano libre albedrío. Dios le exige a cada uno que tome su propia decisión, y el Dios verdadero nunca le forzará a usted a convertirse”.

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