Jesús habló de un pecado que “no será perdonado, ni en este siglo (este mundo) ni en el venidero” (Mateo 12:31-32). Este pecado es muy a menudo referido como “el pecado imperdonable”.
Una gran confusión rodea este tema. Por lo tanto, muchas personas se preocupan de que pudieran haberlo cometido, o que lo cometieron, el pecado imperdonable. Sin embargo, la mayoría no sabe cómo reconocer el pecado “que no será perdonado”.
Como pastor que ha trabajado desde hace mucho tiempo con miles de personas, he aconsejado a muchos quienes estaban atormentados por el miedo, la ansiedad y la preocupación de ser culpables de este pecado. Muchas veces fue muy doloroso observar la confusión, el mal entendimiento y la culpa innecesaria que invadía a las personas que todavía querían servir sinceramente a Dios, después de creer que habían cometido el pecado imperdonable. En muchos casos, tuvieron la absoluta certeza de ser culpables de ello. Invariablemente, después de haberlos aconsejado, fue obvio que no eran culpables. Pero algunas veces no era fácil convencerlos de esto.
Muchas veces he explicado que el mismo hecho de estar preocupado es en sí una prueba de que uno no ha llegado tan lejos como para ser culpable de este pecado. Aún así, muchos continuaron en la agonía de que habían sido condenados por Dios — sin esperanza de ser restaurados al camino cristiano. A veces tomó largas horas — mucha consejería y explicación — para reasegurarles que no habían cometido ¡el pecado imperdonable! No siempre fui capaz de convencerlos. Algunos, aún así, abandonaron el buscar y obedecer a Dios, ¡porque habían perdido la esperanza!
¿Cuál es entonces este pecado? ¿Puede uno saber si lo ha cometido — o si todavía hay esperanza porque no lo ha cometido? Estas son preguntas vitalmente importantes — ¡y requieren claras y verdaderas respuestas!
Engaño masivo
Casi dos mil millones de personas profesan ser cristianas. Aunque tienen pequeñas diferencias en doctrina, comparten generalmente creencias similares.
La verdad es que la mayoría nunca estudia realmente la Biblia. Muchos nunca ni siquiera la abren. La mayoría de los que profesan ser cristianos no tienen idea de lo que ésta enseña en casi ningún tema. Sus creencias se derivan de SUPOSICIONES basadas en lo que se les ha dicho qué dice la Biblia.
Esto es tal vez lo más cierto en cuanto a que es un cristiano. Antes de que el tema del pecado imperdonable sea entendido, la definición de qué es un cristiano debe ser establecida.
Una vez más, ciento de millones — PROFESAN — ser cristianos. Ellos pueden además dar fácilmente su definición de lo que es un cristiano, pero no pueden dar la definición bíblica.
¡Ciertamente, TODOS los que profesan ser cristianos quieren ser salvos! Esta meta no se puede separar de la pregunta, ya sea de lo qué es un cristiano o de lo qué es el pecado imperdonable.
Deténgase un momento para considerar los siguientes puntos: si alguien no es un verdadero cristiano, entonces lo que concierne al pecado imperdonable puede ser en gran medida irrelevante. Esto es algo que aclararemos más adelante.
Por otro lado, si uno es un verdadero cristiano, pero comete el pecado imperdonable, como sea éste definido, no será salvo. Esto no es difícil de entender — pero sí es muy importante.
Por lo tanto, entender cuál es el pecado que “no será perdonado”, con toda seguridad, ¡es relevante para el verdadero cristiano! Él debe tener mucho cuidado de no cometerlo.
En primer lugar, considere la salvación desde otro punto de vista. Si uno desea ser salvo, aprenderá de qué debe ser salvado, entenderá que la salvación es un regalo, pero si no sabe cómo recibirla, ¿qué provecho tiene que Dios se la ofrezca? Todo esto tiene mucho que ver con lo qué es un cristiano. No esté tan seguro de saber la respuesta.
Seguramente ninguna persona sincera, que entienda por lo menos las enseñanzas más básicas de Dios, piensa que Él salvará a los que no son cristianos (Hechos 4:12). ¡Sin embargo, casi nadie entiende la definición bíblica de un cristiano!
Dado que sólo los verdaderos cristianos serán salvados, debemos entonces saber qué ES un verdadero cristiano. Al igual que con cualquier doctrina, debemos examinar lo que enseña la Palabra de Dios. Entonces estaremos preparados para tratar lo que es el pecado imperdonable.
Así que vamos a entender cómo define Dios a un cristiano.
¿Qué es un cristiano?
¿Hay algún versículo al que podamos ir para que defina que es un cristiano? ¡Sí lo hay! Pero no es la idea popular enseñada en el llamado mundo “cristiano”.
El apóstol Pablo escribió: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, ÉSTOS son hijos de Dios” (Rom. 8:14). Un cristiano es una persona que tiene el Espíritu Santo guiándolo. Pero, ¿es absolutamente esencial tener el Espíritu de Dios para ser un cristiano? Unos versículos antes Pablo dijo: “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, ¡no es de Él” (vs.9)!
¡Es así de simple! O se tiene el Espíritu de Dios, y es un cristiano, o no lo tiene, y no es un cristiano — “no es de Él”. Todos los que son verdaderamente convertidos, deben tener el Espíritu Santo en ellos.
Pero, ¿qué significa esto? Y, ¿es esto todo lo que hay en el cristianismo y la conversión, sin nada más que entender?
Los seres humanos no tienen vida inherente dentro de ellos. No han nacido con un alma inmortal (Gén. 2:7; Eze. 18:4, 20; Mat. 10:28). Dado que usted no es inmortal, su vida tendrá un tiempo ciertamente limitado, después de lo cual usted morirá. Esto es absolutamente cierto (Heb. 9:27). A menos que Dios intervenga en su vida, usted no tiene ningún futuro — ni esperanza — más allá de un tiempo limitado de unos 70 a 80 años.
Usted debe recibir el Espíritu Santo. Pero, ¿cómo?
La mayoría de las personas creen que no hay requisitos — ni condiciones — para ser salvo. Esto no es cierto. Los siguientes versículos muestran que hay tres condiciones previas que deben cumplirse para recibir el Espíritu Santo.
En el día en que Cristo estableció la Iglesia del Nuevo Testamento, el apóstol Pedro dio un poderoso sermón. Fue tan convincente que 3.000 personas fueron bautizadas. Antes de bautizarse, muchos preguntaron a Pedro: “Varones hermanos, ¿qué haremos?” (Hechos 2:37). Su instrucción fue: “Arrepentíos, y bautícese, cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (vs. 38). Este es un mandato claro de Dios para: (1) Arrepentirse y (2) Ser bautizado — en este orden — ¡para recibir el don del Espíritu Santo! Marcos 1:14-15 añade que Cristo enseñó que uno además (3) debe creer el evangelio del reino de Dios.
Del bautismo en adelante, el nuevo convertido es guiado por el Espíritu Santo. Una vez que estemos preparados para aprender cuál es el pecado imperdonable, será sumamente importante recordar esto.
Lo qué significa el arrepentimiento
Arrepentirse significa CAMBIAR. La mente arrepentida refleja una actitud completamente diferente, una actitud CAMBIADA. Salirse del camino de complacerse a uno mismo, a la búsqueda de agradar a Dios. ¡Es querer someterse a Dios y a su camino!
La naturaleza humana es vanidad, celos, lujuria, codicia, envidia, resentimiento, insensatez y más. Es la manera de obtener para uno — buscando para uno mismo. Note: “Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios” (Rom. 8:7-8).
Este pasaje muestra que recibir el Espíritu de Dios es crucial si uno espera agradar a Dios. El versículo 6 dice: “Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del ESPÍRITU es vida y paz”. La mente espiritual tiene el Espíritu SANTO. Cristo llamó al Espíritu de Dios “Espíritu de verdad” (Juan 15:26; 16:13). Él dijo que guiaría al converso “a toda verdad”.
Tal vez la verdad más importante a la que un cristiano puede ser inducido es la de tener una comprensión adecuada de sí mismo — y de las fuerzas que operan dentro de su naturaleza humana. Efesios 2:2 revela que Satanás es el “príncipe de la potestad del aire”. Como el “dios de este mundo” (II Cor. 4:4), que transmite un “espíritu de desobediencia” a las masas alrededor del mundo. Su camino es opuesto al de Dios. Él transmite un espíritu de hostilidad y rebelión contra todas las cosas que son de Dios. Satanás enseña el camino de “obtener” en lugar del camino de “dar” (Hechos 20:35).
El convertido, con mente guiada por el Espíritu, resiste esta transmisión (I Pedro 5:9: Santiago 4:7). Es una mente que quiere crecer. Exalta a Dios, se humilla y trata de agradar a Dios en todas las formas posibles. Dicha mente quiere acercarse a Dios mediante la oración, estudio, ayuno, meditación y ejercitando regularmente el Espíritu de Dios — ¡las cinco HERRAMIENTAS para el crecimiento cristiano! Se aborrece a sí mismo (Job 42:5-6) y se ve como un vil pedazo de basura carnal, no merecedor de la gracia maravillosa y misericordia de Dios. El arrepentimiento es una ACTITUD permanente y continúa de querer cambiar, de querer hacer lo mejor — de crecer, vencer y ser más como Cristo en la vida diaria.
La mente arrepentida, está “hambrienta y sedienta” de la justicia de Dios (Mateo 5:6). Se cree, a través de la práctica, de usar la propia fe de Cristo (Efesios 2:8; Apo. 14:12), que Jesús es su Salvador personal, que Él ha pagado la pena de muerte (Rom. 6:23) por la nueva criatura de Dios, y que ya no es condenado.
Aquel que acaba de recibir el Espíritu de Dios, se le ha dado una pequeñísima porción de la MENTE DE CRISTO y del poder y naturaleza de Dios. Pedro escribió que los cristianos son “participantes la NATURALEZA DIVINA” (II Pedro 1:4), la cual es de Dios. La naturaleza humana, que una vez fue única custodia de la mente, va siendo remplazada paulatinamente por la naturaleza divina de Dios, a través de la presencia y el crecimiento del Espíritu Santo dentro de nosotros. Recibir el Espíritu de Dios no significa que se ha perdido de repente la naturaleza humana. Esa naturaleza sigue presente y ACTIVA — en oposición a la naturaleza de Dios. Es muy importante que lleguemos a entender esta batalla continua dentro de la mente convertida
— y cómo algunos malinterpretan y caen, al creer que ya no pueden ser perdonados. (Solicite nuestro folleto gratuito: ¿Creó Dios la Naturaleza Humana?)
Pero antes, algunas otras instrucciones de Cristo deben ser aclaradas.
Los cristianos obedecen a Dios
Cientos de millones de “cristianos” asumen que ellos serán salvados al morir, simplemente porque han “aceptado a Jesús” como Salvador. ¡Esto no es lo que dice la Biblia! Como indica Santiago 2:20, “…la FE (creencia) sin obras es muerta”.
Muchos de los que enseñan que no hay condiciones para la salvación citan a menudo a Romanos 10. El versículo 9 dice: “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo”. El versículo 13 parece que es aún más fácil: “porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”. ¿Qué podría ser más sencillo para los aspirantes a cristiano? ¿Y cuántas veces usted ha oído que todo lo que debe hacer es “creer en su corazón?”
¡Pero hay mucho más en estos versículos de lo que parece!
Note: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos [“de” no “en”, los cielos], sino el que HACE la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21). Pablo escribió: “…LOS HACEDORES de la ley [de Dios] serán justificados” (Rom. 2:13). Profesar “el Señor Jesús” no es suficiente para ser justificado. Además, profesarlo es muy diferente a confesarlo.
Jesús nunca enseñó que la gente debería “creer en Él” para recibir la salvación. Cuando un joven le preguntó a Cristo lo que debía hacer para tener la “vida eterna” — recibir la salvación — Cristo le dijo: “Mas si quieres entrar en la vida eterna, GUARDA LOS MANDAMIENTOS”. Al oír esto, y sabiendo que el hombre era rico, los discípulos se sorprendieron. No entendieron cómo era posible la obediencia y preguntaron: “¿Quién, pues, podrá ser salvo?” Respondió Cristo: “Para los hombres esto es imposible; más para Dios todo es posible” (Mateo 19:17, 25-26).
A los cristianos se les requiere obedecer las leyes de Dios. ¡Esta es la verdad de su Palabra!
Los falsos maestros y engañadores del cristianismo de este mundo le dirán que usted no necesita guardar la Ley de Dios. Ellos le dirán que no puede ser cumplida — que es imposible — y que ni siquiera se debe intentar. ¡Mateo 19:26 claramente dice lo contrario!
Estos “ministros” básicamente están diciendo, “vaya directamente a pecar. ¡Está bien! A Dios no le importa, porque Él sabe que Su ley es demasiado dura para que usted la guarde. Y, además, Cristo la guardó por usted. Usted ya está justificado, santificado y espiritualmente perfecto — por lo que hizo Jesús”.
Este razonamiento es absurdo y se burla del sacrificio de Cristo. Se atenta probar que la salvación está completa con simplemente “aceptar a Jesús”. Muchas más personas deberían preocuparse con el hecho de que Cristo los acepte. (Solicite nuestros folletos gratuitos ¿Qué significa bautismo en el agua? y ¿Qué es la verdadera conversión? para entender el llamado, el arrepentimiento, el bautismo y el proceso de la conversión.)
El libro de Hechos habla de “el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen” (Hechos 5:32). Dios da su Espíritu sólo a aquellos quienes practican Sus mandamientos. La obediencia a Dios no es el único calificador para recibir la vida eterna, sino que también, es absolutamente esencial recibir y continuar recibiendo el Espíritu de Dios.
Debe ser determinado también qué es el pecado, porque el pecado es lo opuesto a la obediencia. El apóstol Juan escribió: “…pues el pecado es infracción de la ley” (I Juan 3:4). Pero, por otro lado, el Salmo 119:172 dice: “…todos Tus mandamientos son justicia”.
Hemos visto que recibir el Espíritu de Dios está precedido por el arrepentimiento de haber quebrantado la Ley de Dios, y el bautismo (Hechos 2:38). En este punto, comienza una nueva vida engendrada de espíritu. El nuevo hijo engendrado de Dios es ahora un “heredero de Dios y coheredero con Cristo” (Rom. 8:17).
Los frutos deben ser desarrollados
Muchos versículos del Nuevo Testamento hablan de los cristianos que tienen la mente o “sentir de Cristo” en su interior. Esto sucede por medio del Espíritu de Dios morando dentro del cristiano. Pero el Espíritu de Dios no permanece estático, embotellado e improductivo dentro del cristiano. Está activo — ¡no pasivo!
De esta manera, los cristianos están directamente conectados a Cristo. Usted debe darse cuenta de este punto. Cristo dijo a sus discípulos: “Yo soy la VID verdadera, y mi Padre es el Labrador” (Juan 15:1). Mientras que el Padre es el verdadero dueño de la viña, los cristianos están conectados con el Padre a través de la Vid, que es Cristo.
Ahora note el versículo 2: “Todo pámpano que en Mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto”. Sí, los cristianos deben dar frutos. Si no lo hacen, las consecuencias son graves. Podrían ser “echados fuera”. Cristo explica luego: “Yo soy la Vid, vosotros los pámpanos [cristianos individuales]; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en Mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden” (vs. 5-6).
Este pasaje presenta dos puntos importantes que deben ser comprendidos: (1) La cantidad de frutos que los cristianos desarrollen deben crecer, y (2) Dios “echa afuera” aquellos que no producen frutos “y los arroja al fuego, y son quemados”. Por supuesto que esto es serio. Significa que hay un momento que Dios ya no trabaja con una persona.
Esto ciertamente no sucede de inmediato, después de un pecado o incluso una serie de pecados, pero ocurre después de un cierto punto. Esto es lo que dice la escritura.
¡Entienda esto! El Espíritu de Dios es como un río. ¡Se mueve — fluye y produce! A principios del libro de Juan, Cristo dijo: “El que cree en Mí… de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en Él…” (7:38-39).
Cuando los cristianos reciben el Espíritu Santo, se vuelve inmediatamente activo — y productivo — en sus vidas. Cristo en ellos, como la Vid a los que están conectados, producen “buenas obras” de justicia (Efesios 2:9-10). Esto significa obedecer la Ley de Dios y producir muchos tipos de frutos. El apóstol Pablo explicó cómo se practica el amor de Dios en la vida de un cristiano: “y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Rom. 5:5). Gálatas 5:22-23 describe una lista de ocho frutos más del Espíritu Santo. ¡Todos deben ser cultivados — desarrollados!
El verdadero cristiano — con una mente convertida y guiado por el Espíritu — nunca debe volverse negligente y descuidado en practicar “toda palabra de Dios” (Lucas 4:4). La Biblia advierte a aquellos que se vuelven tibios y perezosos — pasivos — en seguir a Cristo. ¡Para aquellos que caen en esta actitud, hay varias advertencias para “despertar” al hecho de que están a la deriva, y ya no crecen!
Los cristianos son apartados por la verdad
Ahora volvamos a la pregunta de qué es un cristiano. No debemos aceptar una respuesta parcial o incompleta a esta pregunta vital. Recuerde, solamente el verdadero cristiano guiado por el Espíritu de Dios recibirá vida eterna — ¡la salvación!
Poco antes de su crucifixión, Cristo oró: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. Ellos no son del mundo, como tampoco Yo soy del mundo. Santifícalos en Tu verdad; TU PALABRA ES VERDAD” (Juan 17:15-17).
Es la verdad, eso es lo que aparta (santifica) al cristiano de otras personas. Él no es del mundo ni sus caminos, costumbres y tradiciones. También significa que entiende la verdad sobre el pecado imperdonable. ¿De qué otra forma podría saber cómo evitarlo?
En Marcos 7:7-8 Cristo dijo: “Pues en vano Me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres…”
Prácticamente, cada mandamiento (y doctrina) de Dios ha sido adulterado a través de falsas tradiciones populares. Esto incluye las nociones populares de lo que es el pecado imperdonable. Muchos las han aceptado sin examinar lo que dice la Biblia. Puesto que el mundo ni siquiera entiende la definición básica de I Juan 3:4 de lo que es pecado, ¿cómo podría ser posible entender el pecado imperdonable?
Cristo explica la blasfemia contra el Espíritu Santo
Durante su ministerio, Cristo fue atacado y acusado por los líderes religiosos que se sentían amenazados por lo que Él enseñó.
En una ocasión, Cristo había sanado un hombre mudo y ciego, poseído por un demonio. Los que le observaban estaban atónitos cuando este hombre repentinamente pudo ver y hablar. Como resultado, los escribas y fariseos “salieron y tuvieron consejo contra Jesús para destruirle” (Mateo 12:14). Poco después de esto, un fariseo confrontó a Cristo con una pregunta acerca de dónde venía su poder para realizar esta sanación — y lo acusó de echar fuera a los demonios por el poder de Satanás: “Más los fariseos, al oírlo, decían: Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios” (vs. 24).
Cristo sabía exactamente lo que estaba pasando y vio que sus motivos eran de atacar y acusarlo deliberadamente (vs. 25). Entonces Él explicó cómo el reino de Satanás no podía ser dividido y sobrevivir — mantenerse”. Y continuó diciendo: “El que no es[tá] conmigo, contra mí es[tá]; y el que conmigo no recoge, desparrama” (vs. 30).
Por cierto, esto significa que la Iglesia de Cristo está unificada. Algunos se confunden acerca de esto. Considere, el mismo Satanás sabe que su reinado no puede estar dividido y mantenerse “firme”. ¡Ciertamente, Cristo es tan inteligente como el diablo! ¡El pueblo de Dios se reúne donde Cristo se está reuniendo o simplemente no son parte de su Iglesia!
Este antecedente presenta la declaración malentendida de Cristo sobre el pecado imperdonable. Vamos a leerla: “Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; más la blasfemia contra el Espíritu Santo no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero” (vs. 31-32).
Marcos concluye el relato de forma ligeramente diferente, el cual es también provechoso leerlo: “De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean; pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno” (3:28-29).
Mateo explica que “toda clase de pecado y blasfemia” será perdonada, pero que “la blasfemia y hablar contra el Espíritu Santo” son imperdonables — inolvidables. Es importante saber que la palabra griega que se usa para blasfemia es la misma, ya sea en contra el Espíritu Santo o el Hijo del Hombre. La clave debe ser contra quién o qué es lo que se habla o blasfema, no el acto en sí mismo.
¿Qué es la blasfemia contra el Espíritu Santo? ¿Es simplemente tomar el nombre de Dios en vano — jurando? ¿Es alguna forma de jurar “blasfemia contra el Espíritu Santo”?
La clave para entender esto es definir correctamente la palabra blasfemar. La palabra griega traducida aquí “blasfemar” significa “indignidad intencional ofrecida a Dios o a las cosas sagradas”. Esto es importante de entender. La intención es participar.
Los escribas y fariseos sabían exactamente lo que estaban haciendo. Recuerde que formaron un consejo con el propósito específico de conspirar en contra de Cristo. Sus acciones no fueron el resultado de un enojo repentino o impulsivo, o un pensamiento de corta visión. ¡Ellos tenían la intención — premeditada e INTENTO deliberado — para desacreditar y asesinar a Cristo, a pesar de que sabían que Él era un enviado de Dios y que actuaba por medio del poder de Dios!
Algunos pecados se cometen porque han sido cuidadosamente pensados con un fin particular. Un plan deliberado ha estado involucrado, como el de los fariseos. Cuando tal intento, premeditado y deliberado se ejecuta, uno está en grave “peligro de condenación eterna”.
Muchos se preguntan si los que no son cristianos pueden cometer el pecado imperdonable. Los fariseos ciertamente no eran convertidos — ni cristianos. Sin embargo, Cristo dijo que sus intenciones los situaban en peligro de cometer este pecado. ¡He aquí la respuesta!
Muchos líderes religiosos de hoy, que profesan creer en Cristo, son modernos “fariseos”. Ellos deliberadamente tergiversan nuestras doctrinas — y deliberadamente nos llaman falsos profetas. Esta Obra de Dios está llegando a la gente en todos los países del mundo y está creciendo en números cada vez mayores. A estos falsos profetas, del falso “cristianismo” de este mundo, les gusta acusarnos de ser falsos profetas, porque ellos, al igual que los escribas y fariseos, se vieron amenazados por las enseñanzas y sanaciones de Cristo, estaban amenazados por las buenas obras que en verdad nosotros estamos realizando.
Aquí radica otra ironía que será mejor comprendida más adelante en este folleto. Todos los que están todavía preocupados, de que han cometido el pecado imperdonable, es casi seguro que no lo han hecho. ¡Sin embargo, muchos de los que no están preocupados podrían haberlo cometido o están en peligro de hacerlo!
Cualquiera puede maldecir disparatadamente o usar el nombre de Dios en vano y casi inmediatamente lamentarse por eso y arrepentirse. Pero el pecado imperdonable es cuando la persona deliberadamente se endurece a sí mismo contra el Espíritu de Dios, Su poder y Su guía. Generalmente esas personas llegan a ser engañadas (Heb.3:13) al principio de este proceso, pero más tarde, eligen intencionalmente continuar con sus acciones hasta destruir ambos, su conciencia y cualquier deseo futuro de arrepentirse.
El pecado premeditado
No hay que confundir la DISPOSICIÓN de pecar con la PREMEDITACIÓN para hacerlo. Algunos, creyendo que han cometido el pecado imperdonable, exclaman: “Pero estuve dispuesto a cometer este pecado”. Ciertamente es verdad que cada vez que una persona peca, tiene la disposición de hacerlo. Pero la Biblia no advierte específicamente sobre la “disposición” de pecar. Más bien, nos advierte contra la “premeditación” para pecar. Desde luego, la Biblia nos advierte contra todas las formas de pecar.
Examinemos ahora Hebreos10:26-29 para comenzar a entender el pecado premeditado.
Es aquí donde encontramos la confusión de la palabra, esto dice: “Porque si pecáremos VOLUNTARIAMENTE [premeditada o deliberadamente] después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?”
El pecado voluntario tiene que ver con ignorar importante conocimiento — la VERDAD.
Las personas apagan el Espíritu Santo, ¡echándolo a un lado, después de haberlos guiados por un largo período de tiempo! Hebreos 3:13 nos revela que algunos se han vuelto “endurecidos por el engaño del pecado”. Pero este proceso de endurecimiento no ocurre de la noche a la mañana. Toma tiempo. La gente ha ahogado persistentemente el Espíritu de Dios. Con el tiempo, esta acción continúa se transforma en “premeditada” o deliberada. En el capítulo 10, versículo 29 explica que los que practican el pecado han “pisoteado a (Cristo) bajo sus pies”. Han considerado Su “sangre” como “profana”. Esto lleva a la declaración importantísima que ellos “han ultrajado al Espíritu de gracia [del perdón]”. ¡La clave es que ellos han cometido pecado premeditado — lo que significa con toda deliberación!
Consideremos por un momento la actitud de los fariseos. Juan 8:30 dice: “Hablando Él estas cosas, muchos creyeron en Él. Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en Él: Si vosotros permaneciereis en Mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos” (Juan 8:30-31).
Esta es la enseñanza cristiana básica. Los cristianos creen en el sacrificio de Cristo y, luego lo practican — “continúan en” — ¡Su palabra!
Algunos se detienen en el escenario de “creer en”. Ellos no continúan en la práctica del cristianismo. No imitan activamente la vida de Cristo. Sus maneras de pensar — y “cristiandad” — vienen siendo por motivos completamente diferentes.
Seis versículos más adelante, Cristo confrontó a los mismos que sólo “creyeron en Él”. Observe como sus actitudes rápidamente se volvieron hostiles y crueles: “…pero procuráis matarme, porque Mi palabra no halla cabida en vosotros… Pero ahora procuráis matarme a Mí, hombre que os ha hablado la verdad, la cual he oído de Dios… Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no Me creéis?” (vs. 37, 40, 46.).
¡Estas son declaraciones extraordinarias! Reflejan las actitudes de muchos hoy día. Muchos de los que dicen “amar a Jesús” no obedecen “Sus palabras”. Éstos están engañados y no convertidos. Ellos han sido seducidos para creer en una falsa conversión. Por otro lado, los pocos cristianos verdaderamente convertidos hoy, son vistos por el mundo como no-cristianos; porque rechazan las doctrinas populares, pero que son falsas.
Los fariseos y algunos otros aparentaban querer seguir a Cristo — puede ser que incluso inicialmente se sintieron sinceros — pero en lo más profundo, guardaban pensamientos engañosos y asesinos.
Tramar intencionalmente, actuar o moverse en contra del Espíritu de Dios, es también saber conscientemente que lo que usted está haciendo es atribuirle el poder de Dios al diablo. Cristo estaba advirtiendo a los fariseos del peligro de lo que estaban haciendo. Cuando alguien deliberadamente — con el conocimiento — ignora, aplasta o apaga las punzantes advertencias que provienen del Espíritu Santo dentro de una mente convertida, está sobrepasando el umbral del pecado imperdonable. Están tomando la decisión “voluntaria” de no responder al Espíritu de Dios. Esto blasfema la obra de su Espíritu.
Por lo tanto, si la persona sigue en CUALQUIER pecado (lo practica) y permanece sin arrepentimiento del mismo — por elección premeditada — se convierte en imperdonable. ¡Dios no lo perdonará porque no ha sido precedido por arrepentimiento!
¡Pero hay mucho más que entender!
La batalla en la mente
Muchos pasajes de la Biblia describen la naturaleza humana. Ninguno es tan poderoso como Jeremías 17:9: “Engañoso es el corazón [la mente] más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”
Haga una pausa y piense profundamente sobre este versículo. Dios dice que su mente es engañosa sobre todas las cosas”. Aunque es “desesperadamente perversa” — y esto es obviamente muy malo — es aún más engañosa. No es de extrañar que el versículo concluya: “¿quién lo conocerá?” — o “¿Quién posiblemente podría creer que es tan malo?” Muy pocos creen esto de sí mismos. ¡No tienen ni idea de la gran capacidad dentro de sus propias mentes para engañarse a sí mismos en prácticamente todo!
El mayor engaño casi siempre implica comprometerse con el pecado. Pedro dice que Pablo escribió cosas “entre las cuales hay algunas difíciles de entender” (II Pedro 3:16). Esto es verdad. Pero hubo ocasiones en que Dios usó a Pablo para escribir con claridad — e incluso conmovedora y dramáticamente — sobre ciertos asuntos. Lo más grandioso de este caso en particular es, tal vez, el conflicto del cristiano en vencer el pecado.
Pablo describió la lucha continua dentro de su mente ¡como una guerra! Esta guerra está mejor descrita por la instrucción que él escribió a los Gálatas: “…Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra de la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis” (5: 16-17).
La Versión Revisada describe el versículo 17 un poco diferente: “Porque los deseos de la carne están en contra del Espíritu, y los deseos del Espíritu están en contra de la carne; porque estos están opuestos entre sí, para prevenirlo de hacer lo que quisiere”.
No se equivoque — ¡El cristianismo es una guerra! No es un paseo en tobogán bajando una suave pendiente. Es caminar cuesta arriba, luchando contra los impulsos de la carne.
El Espíritu de Dios guía. Nunca se posesiona como lo haría un espíritu demoníaco. No lo forzará a hacer lo que es correcto, sino más bien, lo guiará en la dirección correcta. A menudo, el engaño y la falta de vigilancia pueden causar que las personas se deslicen hacia atrás en el pecado sin darse cuenta.
El séptimo capítulo de Romanos es prácticamente un libro de texto sobre cómo el cristianismo es una guerra diaria dentro de la mente. Vamos a examinarlo.
El versículo 7 dice: “¿Qué diremos, pues? ¿LA LEY ES PECADO? EN NINGUNA MANERA. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás”. Pablo entendió que la Ley de Dios es lo que le mostró el pecado por lo que era. Él reconoció que la ley era “santa y el mandamiento santo, justo y bueno…Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado” (vs. 12, 14).
¡La mayoría de los “ministros” creen que la Ley ES pecado — que es profana, injusta y mala! Por esta forma de pensar, Dios inspiró a Pablo a escribir: “En ninguna manera”. Sin embargo, Pablo explica que la mente carnal (Pablo reconoció que aún tenía la naturaleza humana) es naturalmente contraria a la Ley de Dios (Rom. 8:7). Esto hizo que Pablo luchara continuamente con los impulsos de hacer lo incorrecto cuando el Espíritu Santo dentro de él le decía que obedeciera la Ley espiritual de Dios: “Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso haga” (Rom. 7:18-19).
Estos versículos describen un hombre dando batalla — ¡y en la GUERRA! Pablo continúa desarrollando lo que está describiendo. Ahora note: “Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo OTRA LEY en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros” (vs. 22-23).
Ganando la guerra
En este versículo, Pablo presenta lo que él llama “otra ley” — “la ley del pecado”. ¡Él entendió que dos leyes opuestas se enfrentaban una a la otra en el campo de batalla de su mente! ¡Esto fue una lucha que Pablo peleó después de ser convertido!
¿Es el suicidio imperdonable?
Esta pregunta surge a menudo: ¿Qué sucede si uno comete suicidio — auto asesinato? Si el último pensamiento y acción de uno fue cometer este pecado, ¿puede esa persona ser salva? En otras palabras, ¿fue la decisión de esta persona que acabó con su vida en un estado sin arrepentimiento, equivalente a cometer el pecado imperdonable?
En la sociedad de hoy, el suicidio está siendo visto cada vez más como un medio aceptable para resolver los problemas de uno. En algunos sistemas legales, a profesionales médicos se les ha dado el derecho de asistir en el suicidio de aquellos cuyas condiciones los hacen incapaces de llevar a cabo el acto por sí mismos. El suicidio lentamente se está racionalizando e incluso se ha convertido en honorable. Aparte de las cuestiones morales y éticas, se plantea a nivel humano, pero ¿qué dice Dios sobre el suicidio?
El Sexto Mandamiento dice: “No matarás” (Éxo.20:13; Deut. 5:17). No hay distinción entre matar a otra persona o matarse a sí mismo.
Una persona considerando el suicidio ha llegado a ese punto permitiendo que las circunstancias de su vida los dominen. Pablo preguntó: “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavo de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?” (Rom. 6:16). En el versículo 12 nos exhorta: “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias”.
En Mateo 22:39, Cristo enseñó: “...Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. En Efesios 5:29, Pablo señaló: “Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la contempla y la cuida…” Una persona que contempla el suicido se puede decir que él se odia a sí mismo, pero su real motivación defrauda su amor propio; hasta el punto de hacer caso omiso de los sentimientos y las necesidades de los demás, y el impacto que su acción tendrá en sus familiares y amigos. En I Corintios 13:5, Pablo dice: “el amor no busca lo suyo…” Y añadió: “Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo [infiel]” (I Tim. 5:8).
Los que cometen suicidio pueden recibir el mismo juicio que los que ignoran permanentemente cualquier otro pecado. Su recompensa final se muestra en Apo. 21:8: “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda”. Santiago 4:17 señala la distinción en lo que uno “sabe” que es correcto.
La Biblia muestra claramente que el pecado imperdonable es cualquier pecado sin arrepentimiento (I Juan 5:16). Matar ciertamente es pecado — y el auto-homicidio no es excepción. El que se mata a sí mismo, está sin dudas, al menos, en peligro de quedarse en una condición sin arrepentirse ante Dios. La Biblia no nos dice directamente si Dios pasa por alto y perdona semejante acción debido a que la persona ya no está presente ni apta para reconsiderar y arrepentirse.
¡Nunca considere el “riesgo” de que Dios no lo haga!
Él entendió que el Espíritu de Dios y su carne estaban enlazados en una lucha titánica, ¡de la cual saldría un solo ganador!
A veces, Pablo se sintió abrumado con la necesidad de que Dios lo ayudara a lograr la victoria: “¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, más con la carne a la LEY DEL PECADO” (vs.24-25).
¡Esto describe a un hombre enlazado en un combate mortal!
Pablo entendió que sólo Dios podría ayudarlo a vencer al enemigo, ¡que era su propia mente carnal! Él sabía que por su cuenta hubiera sido derrotado y expulsado del campo de la batalla espiritual.
Usted no es diferente al resto de los siervos de Dios. Lo que ellos enfrentaron, usted lo enfrenta — y seguirá enfrentándolo a lo largo de su conversión. Al igual que estos hombres, usted puede ganar la batalla. Cuando lo haga, aquí está el maravilloso y satisfactorio resultado: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu es vida en Cristo Jesús me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte” (Rom. 8:1-2). La versión de Moffat traduce el versículo 1 de esta manera: “Por lo tanto no hay condenación ahora para los que están en Cristo Jesús, la ley del Espíritu trae la vida que es en Cristo Jesús, y que la ley me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte”.
Saboreé esto. Pablo sabía que no se había determinado desobedecer a Dios deliberadamente. Él no era culpable de desobediencia PREMEDITADA. Pero a veces, perdió batallas individuales antes de ganar la guerra completa. Esto es lo que él está diciendo, y esto es lo que sucederá en su lucha cristiana. Cada vez que Pablo pecó (sí, los ministros y siervos de Dios también pecan), tuvo ciertamente una disposición para hacerlo — pero nunca pecó premeditadamente. Lo mismo debe ser siempre cierto con usted.
Un solo pecado o serie de pecados, no define una vida entera. La pregunta debe ser siempre, “¿cómo va la guerra completa?” He visto a la gente ganar una batalla en particular, sólo para perder la guerra — y he visto que otros pierden tres batallas seguidas, pero continúan para ganar la guerra en general. Esta es la clave — ¡y la meta!
¡Nunca olvide este gran principio! ¡Todo tiene que ver con evitar el pecado imperdonable! Porque sólo a través de una actitud mental de obediencia a Dios, usted finalmente dominará el pecado, del cual, Pablo también escribió: “…que tan fácilmente nos envuelve” (Heb. 12:1, La Biblia de las Américas).
¿Qué significa SALVO?
La creencia popular acerca de la salvación es que ésta se logra en el momento de la conversión. Como se ha mencionado anteriormente, mucho se ha dicho de cómo “Cristo lo hizo todo por usted”, o “que la justicia ya está imputada en su vida y no tiene que hacer nada”. Por supuesto, si esta idea general fuera verdad, la salvación sería fácil — no requeriría ningún esfuerzo. ¡Esto no es lo que enseña la Biblia!
Necesitamos examinar brevemente qué es la salvación. Hay tanta confusión y malentendidos sobre este tema, el más importante en la Palabra de Dios. Este conocimiento es fundamental para comprender por qué algunos no entienden el pecado imperdonable. Sólo de pensar que ahora ya son salvos hace confusa cualquier preocupación sobre cometer el pecado imperdonable.
Examinemos varios versículos en Romanos 5 que explican cómo se obtiene la misericordia de Dios.
Primero, el versículo 6 dice: “Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos”. Antes de la conversión, usted está “sin fortaleza”. Usted no tiene poder para hacer nada sobre sus circunstancias. La intervención de Cristo es necesaria.
Ahora, el versículo 8: “Más Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. No hay nada que usted o yo hayamos hecho para merecer el sacrificio de Cristo. Por amor, (Juan 3:16), Dios envió a Cristo para ofrecerse así mismo, mientras nosotros todavía, vivíamos y practicábamos el pecado.
A continuación, el versículo 9: “Pues mucho más estando ya justificados en su sangre, por Él, seremos SALVOS [de la pena de muerte] de la ira”. Reconozca que solamente nuestro PASADO es justificado (corregido) por la sangre de Cristo. Su sangre, nos salva, literalmente de la “ira” de Dios — de la pena de muerte (Rom. 6:23).
Finalmente, el versículo 10: “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos SALVOS POR SU VIDA”. Una vez que nuestro pasado es “reconciliado”, podemos tener una relación con Dios, porque el pecado ya no nos separa de Él. La barrera del pecado (Isa. 59: 1-2) ha sido removida. ¡La ley ya no tiene ningún reclamo sobre nuestras vidas!
Pero los términos reconciliado y justificado no son lo mismo que salvado. Estos términos entran en juego después del arrepentimiento y la aceptación de Cristo como Salvador. Este evento no hace nada sobre nuestro futuro. La justificación y reconciliación no son equivalentes al regalo de la salvación. La sangre de Cristo, por sí misma, no le da a nadie salvación.
Un cristiano es “JUSTIFICADO” cuando sus pecados pasados son perdonados (Rom. 3:24-25). Él se mantiene en el camino de la salvación “a través de la SANTIFICACION del Espíritu” (II Tes. 2:13). La santificación significa apartado para un uso o propósito santo. El Espíritu de Dios, dentro de la mente engendrada, santifica al creyente.
Ahora usted sabe que es salvo por la VIDA de Cristo. ¿Ha notado usted la palabra “seremos” delante de esa frase en Romanos 5:10? Léala otra vez. ¡Está escrita en tiempo futuro, no en tiempo pasado o presente! Significa que no estamos salvos todavía, pero que estamos perdonados. La salvación es algo que “sucederá” en el futuro. El versículo no dice que somos “ahora salvos”, sino que seremos.
¿Va usted a creer a los hombres? ¿O creerá las sencillas palabras de la Biblia?
¡Entienda esto! La salvación no ocurre en el momento de la justificación y la reconciliación. Más bien, este es el momento en que comienza el proceso de salvación.
“Salvos” — pasado, presente y futuro
Es importante entender exactamente cuándo un cristiano es salvo. Este es un tema de gran confusión y malentendidos. Comprenderlo es fundamental para todo lo relacionado con la salvación.
La Biblia enseña que usted es salvo de tres maneras distintas. Todas ellas representan lo que se describe mejor como el proceso de la salvación.
En Romanos 6:23 se explica que el pago del pecado es muerte. En el arrepentimiento, bautismo y conversión, un cristiano es perdonado por la sangre de Cristo e inmediatamente es salvo de la penalidad de los pecados PASADOS. ¡Así que, en un sentido, puede decirse que la persona ha sido “salvada” de la MUERTE, en ese momento!
Pero esta no es toda la historia. Hay dos aplicaciones más de cuándo y cómo una persona es salva.
La palabra salvación se deriva de la palabra salvo. Entonces la segunda forma es la más obvia, y es el recibimiento verdadero de la vida eterna, la cumbre de la salvación. Esto sucede al momento de la resurrección de los muertos en Cristo (I Cor. 15:50-55; I Tes. 4:13-18), cuando Él regrese. ¡Esto es en el FUTURO!
Pero nadie recibe ahora salvación eterna. Primero, todos deben pasar por una vida de aflicción, prueba, aprendizaje, crecimiento y vencer.
Así pues, la tercera forma en que uno es salvo, es que está “siendo salvado” — en un proceso continuo — a través de toda su vida. Muchos versículos revelan que nada es simplemente automático porque se ha llevado a cabo la conversión. Es por esto que Pablo dice en II Corintios 2:15 (Versión Revisada), que los cristianos “están siendo salvos”. Esto está escrito en tiempo presente progresivo porque la salvación es un PROCESO. Creer que la salvación está completa en el momento de la conversión, insulta a Dios, ¡al ignorar todos los versículos que hemos leído sobre obedecerle!
Además, si usted fuera automáticamente salvo al momento de la conversión, entonces ¿cuál sería el sentido de vivir el resto de su vida natural? Si la salvación está completa al momento de la conversión, ¿por qué Dios simplemente no lo lleva a usted directamente a la salvación después de usted haber “aceptado la sangre de Jesús”? (Para aprender más sobre este tema lea nuestro folleto ¿Qué es la Salvación?)
La conversión no es fácil
Cristo enseñó a sus seguidores que los cristianos deben PERSEVERAR en esta vida. Ellos deben demostrar PERSISTENCIA a lo largo de ella. Él le dijo a sus discípulos: “Mas el que PERSEVERE hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 24:13; 10:22).
Por supuesto, esto no es lo que se les enseña a los que profesan ser cristianos. La mayoría ven la conversión como un crucero de dos semanas en el “barco del amor”. ¿Cuántos cristianos conoce usted que hablen activamente sobre el uso — ¡EJERCICIO! — del Espíritu de Dios dentro de ellos para vencer y crecer?
Muchos hablan de “tener” el Espíritu Santo, y aún reconocen que es el espíritu de “poder” (II Tim. 1:7), pero la mayoría nunca hablan de tocar el tema y utilizar ese espíritu para ganar la batalla (II Cor.10:3-4) de salvación. Tome tiempo para leer cómo Pablo exhortó a Timoteo para entender que él era un “soldado” (II Tim. 2:3-4). Los soldados pelean en las guerras. También le dijo a Timoteo que “…milites por ellas la buena milicia” (I Tim. 1:18).
Este principio se aplica más que a Timoteo — ¡A usted también!
Ahora observe lo que Pablo le dijo a los Efesios: “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de TODA LA ARMADURA DE DIOS, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (6:10-12).
Sí, los cristianos batallan contra Satanás. Cuando están bajo la tentación, ellos “luchan” con él y sus demonios (espíritus malignos). Pero esto es hecho a través del “poder de Su (Dios) que es poderoso”, ¡no el de ellos!
¿Por qué la mayoría de las personas piensan que la salvación es fácil? Esto presenta una gran ironía: Muchos piensan, ya sea sin saberlo o casi incidentalmente, haber cometido el pecado imperdonable, y han perdido la vida eterna — o que ser salvos es prácticamente automático y que el peligro de cometer el pecado imperdonable es lejano o extremadamente remoto. ¡Ninguno de los dos es verdad!
Fíjese más adelante lo que Cristo enseñó a sus discípulos: “Entrad por la puerta ANGOSTA [estrecha, difícil]; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque ESTRECHA es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:13-14).
¿Suena esto como que Cristo quiere que usted crea que la salvación es fácil, que no hay lucha involucrada? ¡Obviamente no! ¡La salvación representa el — CAMINO — angosto, el difícil y “estrecho”!
Por otro lado, Él no quiere que usted sea derrotado y piense rápidamente al comienzo del primer pecado, que usted ha fracasado en el sendero cristiano. Él quiere que confíe en Él y diga como Pablo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gál. 2:20). Esta no es la imagen de alguien que cree que pueda ser condenado rápidamente por Dios casi por cualquier infracción.
Después de interiorizar eso, usted todavía tiene que seguir las ordenanzas de Cristo para “esforzarse a entrar por la puerta estrecha” (Lucas 13:24). La palabra griega esforzarse, también puede ser traducida como agonizar. Algunas veces la batalla puede verse o ser una agonía.
Esto fue por lo que Pablo escribió a los Hebreos: “Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, COMBATIENDO [agonizando] contra el pecado” (12:4). Esto describe una lucha feroz y completa contra el pecado. No hay mejor versículo en la Biblia que demuestre cómo el cristianismo es verdaderamente una guerra contra las influencias de la carne, las tentaciones de este mundo y de Satanás.
Pablo también escribió a los Colosenses: “para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de Él, la cual actúa poderosamente en mí” (1:29). Pablo luchó, pero solamente triunfó a través del poder de Dios que trabajaba “poderosamente” en él. No se olvide de esto en su lucha con el pecado.
Cuando usted necesite la ayuda extra de Dios, porque usted no está venciendo como debiera, ¡PIDALE A ÉL! Hebreos 4:16 nos dice: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el OPORTUNO SOCORRO”. Habrá muchas veces en que usted “necesitará” la “ayuda” de Dios.
Mantenga sus ojos en Dios. Permanezca en contacto constante con Él. Cuando usted lo necesite, pídale por el PODER ESPECIAL. Cuando usted haya tropezado — y haya pecado — no es el fin para usted, sino en cambio, es una señal que usted no ha estado vigilante o suficientemente cerca de Dios. Determine estar más cerca de Él a través de muchas oraciones fervientes y el estudio intenso y profundo de la Biblia. Recuerde: “PEDID, y se os dará; BUSCAD, y hallaréis; LLAMAD, y se os abrirá” (Mateo 7:7). Cristo, su Sumo Sacerdote, (Heb. 4:15), le dice que Él no lo abandonará, porque Él “fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (mismo versículo).
Resistiendo la tentación
Cristo enseñó a sus discípulos a que entendieran las influencias de la naturaleza humana que trabajan dentro de ellos: “Pero decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez” (Marcos 7:20-22).
Estas mismas actitudes, las influencias de la carne y los modelos erróneos de conducta están trabajando dentro de cada uno. Ellas nos dejan fecundos para la tentación de Satanás, el maestro “tentador” (Mateo 4:3).
Por lo tanto, muchas tentaciones serán lanzadas a usted durante el transcurso de la vida. Usted debe resistirlas exitosamente. Muchas veces vendrán a menudo cuando usted menos las espera, y el demonio tratará de atacarlo donde usted esté más débil — más vulnerable — menos preparado. Usted debe estar siempre “en guardia” — ¡PREPARADO! No asuma que usted es más fuerte, o está más preparado de lo que piensa. Considere la advertencia de Pablo: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (I Cor. 10:12).
El apóstol Santiago, explicó cómo la tentación se puede convertir en pecado: “sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte” (Stgo. 1:14-15). Ponga fuera los malos pensamientos y actitudes. ¡No se adjudique o asuma victoria sin que antes estos sentimientos se hayan ido!
Pedro agregó: “Sed SOBRIOS y VELAD; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente anda alrededor buscando a quién devorar” (I Pedro 5:8). Y continuó: “al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo” (vs. 9). Y Santiago añadió: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros” (4:7).
La segunda parte de este versículo ofrece motivación: usted no está solo en su lucha para vencer el pecado. Todos los seres humanos enfrentan los mismos problemas. ¡Entiéndalo! “Por cuanto todos pecaron” (Rom. 3:23) y “el pecado es infracción de la ley” (I Juan 3:4). Todos han quebrado la Ley de Dios. Pero Dios promete que “el pecado no tendrá dominio sobre usted” (Rom. 6:14).
Recuerde que Pablo explicó cómo las fuerzas trabajaban dentro de él: “Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago… Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero; eso hago” (Rom. 7:15, 19).
Esto describe lo que todos enfrentamos. Cuando usted se sienta así, ¡luche! ¡RESISTA! Use el poder de Dios dentro de usted. Llámelo a Él para que le ayude y recuerde siempre lo que usted debe hacer: “Acercaos a Dios, y Él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones” (Stgo. 4:8).
Ciertamente, ejecutando este versículo en su propia vida, no es un proceso de la noche a la mañana. Se toma mucho tiempo y esfuerzo.
Busque a Dios a través de la oración piadosa, regular y ferviente. Comuníquese con Él diariamente. Ore sin cesar (I Tes. 5:17-18). Estudie su Biblia (Mateo 4:4). Tómela como si la ¡Palabra de Dios estuviera dicha para usted — ¡como si Dios estuviera hablándole personalmente; del mismo modo en que usted habla con Él a través de la oración!
Más que todo, no se desanime ni se rinda cuando la tentación es severa y parezca ineludible. Nunca olvide lo siguiente: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (I Cor. 10:13).
¡Esta es la promesa segura de Dios para todos los que se esfuerzan para vencer!
¿Pero qué si alguno peca?
Hemos visto que todos los seres humanos pecan. El cristiano recién engendrado debe esperar que esto suceda después del bautismo. La perfección no se obtiene de la noche a la mañana por “profesar la fe”, o solamente por el arrepentimiento y bautismo. Hay una larga serie de versículos que son una gran ayuda sobre el tema del arrepentimiento y asuntos relacionados.
El siguiente pasaje ofrece la instrucción — pero solamente después de leer primero todo el contenido: “…y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo… para que vuestro gozo sea cumplido. Este es el mensaje… Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en Él. Si decimos que tenemos comunión con Él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como Él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a Él, mentiroso, y su palabra no está en nosotros. Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y Él es la propiciación por nuestros pecados” (I Juan 1:3-2:2).
Esta instrucción es importante. Examínela con una Biblia abierta; versículo por versículo.
Versículo 3: Juan, el último de los apóstoles con vida en la Biblia, hablando en nombre de todos los apóstoles (“hemos”), explica que la verdadera comunión del cristiano es en el plano espiritual con Cristo y el Padre. Es a través de Dios que los cristianos tienen una real y verdadera comunión unos con otros, dentro de su Iglesia.
Versículo 4: El propósito de Juan fue mostrar a las personas la fuente real del gozo completo y permanente.
Versículo 5: El verdadero Dios representa la luz — Él “es luz” — y no hay nada oscuro sobre lo que Él hace o quién es Él. La persona que comulga con el verdadero Dios de la Biblia quiere venir a la luz y salir de toda la oscuridad de este mundo — ¡y el pecado!
Versículo 6: Este es el primero de los cinco versículos que comienza con la palabra “si”. El uso de esta palabra siempre indica condición — en este caso, las condiciones involucran un libre albedrío. Muchas personas pretenden “conocer” a Dios, comulgar con Él, pero no lo conocen ni practican su verdad en sus vidas. Él dice que esto los hace absolutos mentirosos.
Versículo 7: La sangre de Cristo continúa cubriendo todos los pecados — los errores, equivocaciones, debilidades y defectos — de la persona que se esfuerza por caminar en la verdad de Dios y compartir con otros verdaderos cristianos. Sin embargo, comúnmente los cristianos no tienen intención, pero a veces comenten errores y tienen que volver al camino correcto.
Versículo 8: Este versículo es muy importante. Los cristianos necesitan reconocer que pecan. Ha sido mi experiencia que el autoengaño (Jer. 17:9) es la razón más grande por la cual la mayoría de las personas no crecen y vencen como deben. El autoengaño, mentirse uno mismo, sigue siendo engaño. ¡No hay lugar para que la verdad habite en esa persona! Recuerde, el pecado acarrea su propio engaño (Heb. 3:13).
Versículos 9-10: Aquellos que reconocen y confiesan sus pecados, estos versículos son evidentes. Cristo está allí para lavar — limpiar — al verdadero cristiano cuando se ha apartado momentáneamente de la luz de la vida con la palabra y la ley de Dios. Un cristiano debe aprender a vencer. Al igual que aprender a tocar el piano o pintar un cuadro hermoso, ¡esto no sucede de la noche a la mañana! La palabra griega para “limpiarnos” (vs.9), katharizo, está escrita en tiempo presente progresivo, no en pasado. La purificación es un proceso que siempre requiere el perdón de Dios.
A muchos les preocupa que Dios sólo los perdone una vez o algunas veces. Sin embargo, Cristo dijo a los discípulos que ellos deberían perdonar a los demás “setenta veces siete” (Mateo 18:21-22). ¡Eso es muchas veces! Si Dios le dice a los seres humanos que estén dispuestos a perdonar a los demás todas esas veces, y que su voluntad de perdonarnos está basada en este principio (Mateo 6:12), entonces ¿cómo podría Él estar dispuesto a hacer menos?
Por supuesto, Dios nunca se auto sostendría a un nivel más bajo del que Él requiere de sus siervos humanos. Él perdonará muchas veces, si es necesario, siempre y cuando la persona continúe en su lucha contra el pecado.
1 Juan 2, versículo 1-2: Juan usa el término cariñoso, “Mis hijitos”, porque es así como Dios ve a sus hijos e hijas engendrados. Todos somos hijitos a su vista. Él necesita velar por nosotros como los padres humanos velan por sus propios hijos pequeños. La intención de Dios es que no pequemos; aun así, cuando lo hacemos, Cristo está frente al Padre como nuestro “abogado”. Como nuestro Sumo Sacerdote (Heb. 4:14-16), literalmente Jesús “intercede” por sus hermanos y hermanas más jóvenes ante la presencia del Padre. Él entiende lo que es batallar con el pecado y vencerlo, y Él ofrece fortaleza y perdón a los que reconocen que necesitan ambos.
Los primeros seis versículos de I Juan 2 describen al cristiano obediente como uno que guarda la Ley de Dios y se esfuerza por caminar y vivir la misma vida que Cristo vivió (vs. 6). Él es el que “mantiene su palabra [de Dios]”, esforzándose por no transigir. Él siempre trata de hacer lo correcto.
Cuando usted tropiece, y ocasionalmente caiga, recuerde las palabras de David en el Salmo 37:23-24: “Por el Eterno son ordenados [establecidos] los pasos del hombre… Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, porque el Eterno sostiene su mano”. Como un padre que levanta o sostiene a su hijo, Dios regularmente levanta y sostiene a sus hijos. Deje que la maravillosa promesa de Dios lo motive cuando se sienta desanimado, porque se ha caído.
En el camino
La persona convertida ha fijado su mente hacia el camino de la salvación. Ha hecho la meta de su vida la búsqueda de la VIDA ETERNA. Sabe que está propiamente equipado por Dios para triunfar. Ha determinado utilizar las herramientas del crecimiento cristiano, reconociendo que éstas, junto con el Espíritu Santo morando dentro de él, son suficientes para mantenerlo en el camino correcto. Todo su corazón, su mente, su alma y su ser quieren agradar a Dios, someterse a Él y practicar activamente el camino del dar, compartir, servir y amar como un ¡CAMINO DE VIDA!
El individuo reconoce que pecará periódicamente. Puede que se pase de bebida, pierda su temperamento, diga una mentira o quebrante la Ley de Dios en algún claro incidente pecaminoso. Pero su deseo es arrepentirse y buscar a Dios. Aunque cometió el pecado a SABIENDAS — y con DISPOSICIÓN — nunca llegó a ser con PREMEDITACIÓN. La persona determina usar más el Espíritu de Dios, y tener más cuidado — ¡y quiere permanecer en el camino hacia la vida eterna!
El factor fundamental es que continúe pidiendo perdón y más del Espíritu de Dios, para ayudarlo a crecer y vencer — ¡por el resto de su vida!
Explicando el pecado imperdonable
Ahora estamos preparados para describir exactamente lo que es el pecado imperdonable.
El libro a los Hebreos contiene varias admoniciones — ADVERTENCIAS — sobre el pecado. Las cuales dejan muy poco espacio a confusiones.
¡Algunas veces las personas toman la decisión deliberada de cambiar la máxima META DE SUS VIDAS! Hebreos 6:4-6 demuestra que se vuelven INCAPACES DE ARREPENTIRSE. (Hebreos 12:17 indica que este fue el caso de Esaú). Ellos una vez tuvieron el Espíritu de Dios, pero lo dejaron escapar completamente. Pablo describe un panorama preocupante. Veamos Heb. 6:4-6: “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio”. Para los tales, “…ya no queda más sacrificio por los pecados” (Heb. 10:26).
He conocido a muchos que una vez “gustaron de la buena palabra de Dios”, y que habían sido “partícipes del Espíritu Santo”, que dejaron de ser “iluminados”. Ellos se apartaron de Dios y la salvación. En Heb. 6:4, Pablo dice que ¡“es imposible” que estas personas sean renovadas!
Esto se debe a que en el proceso de recaer, la persona pierde todo deseo de arrepentirse y cambiar. Algunos deciden volver al mundo y practicar los pensamientos de la mente carnal. Una vez tuvieron el Espíritu de Dios trabajando activamente en ellos, pero tomaron una decisión determinada y premeditada de alejarse de Dios y de su camino. Estas personas ya no se esfuerzan por responder al Espíritu de Dios, sino que han OPTADO por una dirección totalmente nueva de la vida — ¡para regresar a los caminos de la naturaleza humana y del mundo! (No estoy hablando de alguien que, como algunos creen, ha cometido un solo error, causando que Dios lo eche a un lado, aunque él todavía deseaba seguir buscando y obedecer a Dios.)
Ahora lea otra clara advertencia sobre cómo algunos inconscientemente pueden optar por cometer el pecado imperdonable: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios [el perdón ya no está disponible]; que brotando alguna RAÍZ DE AMARGURA, os estorbe y por ella muchos sean contaminados” (12:14-15).
Cuando usted siente pensamientos de resentimiento, está en grave peligro. Nunca permita que continúen. Muchas veces he visto este veneno mortal destruir a las personas. El resentimiento puede elevarse fácilmente en aquellos que se sienten ser víctimas de la injusticia. Algunas veces un pequeño “desagravio” puede ser ampliado en algo mucho más grande. Ha sido mi triste experiencia que la naturaleza humana causa a las personas rápidamente sentirse VÍCTIMAS. Muchas veces esto ocurre cuando un ministro corrige a alguien sobre cuestiones que no parecen o no se sienten justas para el que es corregido. Puede resultar una rebelión enojosa que conduce directamente a la amargura.
¡Ahora entienda! La Biblia revela que hay DOS FORMAS DISTINTAS en las cuales el pecado imperdonable puede ser cometido. Hebreos describe a ambas, y hemos identificado la PRIMERA FORMA.
En resumen, la primera forma en la que el pecado imperdonable es cometido es por medio de una DECISIÓN DELIBERADA de apartarse de Dios. (Algunas veces esta puede ser la opción para albergar amargura.)
¡Pablo también describió a aquellos que viven la vida cristiana de un modo negligente! Esta es la SEGUNDA FORMA que el pecado imperdonable puede ser cometido por un cristiano. Pablo escribió: “Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos DESLICEMOS [en el griego: como fluir de una vasija fracturada]. Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si DESCUIDAMOS una salvación tan grande…? (Heb. 2:1-3).
¡Tenga cuidado! Esta es una advertencia para todos. La salvación no es fácil — no es automática. Algunos pueden descuidar su conversión. Como resultado, pueden deslizarse porque permitieron lentamente que un entendimiento importante y la continua necesidad de acción “fluyeran” fuera de sus vidas.
¡Esto es serio! Los ministros de este mundo enseñan que las personas están bajo la gracia — que ya están salvos en esta vida — que no pueden caer o fracasar por mala conducta, el pecado. ¡Qué tan erróneo es esto!
Nunca se enfoque en el placer, en la búsqueda material y afanes de este mundo. Ellos lo ahogarán y lo llevarán poco a poco a un descuido de todas las cosas que un cristiano debe hacer.
Esto es lo que Pablo escribió a los Colosenses: “Sí, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las cosas de la tierra” (3:1-2). Esta es la fórmula de Dios para estar seguro que usted nunca se desvíe, descuidando su salvación — y cayendo en el pecado imperdonable. Cristo dijo que “nadie puede servir a dos señores”. Usted no puede servir a Dios y al mismo tiempo desear ser parte del mundo.
Recuerde que Cristo dijo: “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 24:13; 10:22). ¡El cristianismo es una prueba de PERSEVERANCIA! No hay nada fácil al respecto. Un verdadero cristiano puede fracasar en esta vida, si él no continúa en el camino correcto. Nadie se salva de forma permanente al momento de la conversión. Cristo dijo (dos veces) que sus siervos debían “perseverar hasta el final” de sus vidas. Ahora pregunte: ¿Cuál es el punto de esta declaración si la salvación es automática al aceptar a Cristo? Usted todavía debe buscar a Dios hasta el final de su vida — o hasta el momento del Regreso de Cristo — ¡lo que ocurra primero!
La Biblia no enseña “una vez salvo, siempre salvo”. No se confunda con palabras suaves de engaño de quienes dicen representar a Cristo. Dios tiene normas y tienen que ser cumplidas. Santiago 4:17 dice: “Y al que SABE hacer lo bueno, y no lo hace, le es PECADO”. ¡La clave está en saber!
Estas son las palabras claras de la Biblia. Cada versículo citado aquí es crucial y debe leerse cuidadosamente para comenzar a reconocer las obligaciones que Dios pone en sus siervos. No sea como muchos que fácilmente los rechazan, confiando falsamente que son salvos porque tienen a “Jesús en su corazón”.
Los ministros de este mundo que profesan ser “cristianos”, enseñan una falsa “salvación” de ir al cielo, en lugar de la verdad — lo cual es que en esta vida debemos prepararnos para GOBERNAR. Ellos ignoran los versículos que acabamos de examinar, ya que no quieren ser responsables de tener que hacer nada. El destino de los hijos guiados por el Espíritu de Dios es NACER en su reino — convertidos en seres compuestos de Espíritu, teniendo dentro de ellos vida eterna inherente en la Familia de Dios.
¿Cómo es que ser “ya salvo” encaja con una vida de sufrimiento, en crecimiento y obediencia a Dios (Salmo 34:19), y en ocasiones intensa persecución (Juan 15:20; II Tim. 3:12)?
No caiga en los cantos de sirena de “sólo crea”. ¡Ese el mayor engaño que los teólogos “cristianos” espiritualmente ciegos hayan implantado a un mundo tan desprevenido!
¡Nunca se rinda!
Ahora usted entiende que el pecado imperdonable implica pecado premeditado, deliberado y planeado basado en una decisión clara y definitiva de cometer CUALQUIER tipo de pecado y permanecer en éste. La actitud clave — central — es la PREMEDITADA. Sí, muchos pecan voluntariamente — pero usted ha visto que esto es muy diferente de pecar premeditadamente.
Cada vez que las personas pecan, por supuesto, han estado dispuestas a hacer lo que hicieron, pero generalmente fueron vencidos por algún tipo de tentación o circunstancia que les hizo tropezar. Pronto se sintieron muy afligidos por lo que habían hecho. Si bien esto no siempre disminuye la gravedad del pecado, si uno está afligido por las acciones y quiere cambiar — quiere arrepentirse y ser perdonado — y esto es acompañado por la determinación de hacer las cosas mejor la próxima vez, entonces, está lejos de haber cometido el pecado imperdonable. ¡Dios es misericordioso y está incluso deseoso de perdonar, después del arrepentimiento! Él quiere que usted y todos aquellos que Él llame, triunfen (II Pedro 3:9; I Tim. 2:4). ¡Dios no quiere que nadie fracase!
De nuevo, me he pasado muchas horas en mi ministerio asesorando a personas que pensaron que habían cometido el pecado imperdonable. No hay suficiente espacio en este folleto para informarle sobre ellos. Algunos incluso trataron de conseguir que les dijera que habían cometido el pecado imperdonable cuando en realidad no lo habían hecho. Esto se debía a que se habían cansado de luchar con las influencias de su carne. Realizar buenas obras y obedecer a Dios los había “cansado” (Gál. 6:9; II Tes. 3:13). Estas fueron las personas más difíciles de convencer. Si bien ellos todavía no lo habían cometido — porque estaban de hecho preocupados por ello — estaban llegando al límite, porque querían que yo les diera la licencia para rendirse. Querían que les fuera dicho que no había esperanza para ellos, entonces, podrían arrojar el último vestigio de culpa que estaban sintiendo — ¡y continuar en el pecado!
Algunas veces pude ayudar a estas personas y otras veces no. Al final, la obediencia a Dios siempre quedó a su elección. ¡Y es lo mismo con USTED!
Por lo tanto, si usted está PREOCUPADO de haber cometido el pecado imperdonable, entonces todavía le importa y, en consecuencia, ¡no lo ha cometido! Si usted no se ha apartado de Cristo premeditada o deliberadamente, entonces, ¡no ha cometido el pecado imperdonable! Si usted ha cedido a la tentación y ha quebrantado una o más leyes de Dios, reconozca y confiéseselos a Él. ¡Usted todavía puede arrepentirse, cambiar y continuar en el camino de la vida eterna en el reinado de Dios!
¡No se rinda! ¡No renuncie! Salomón escribió: “Si fueres flojo en el día de trabajo, Tu fuerza será reducida” (Prov. 24:10), y “Porque siete [aquí, la palabra hebrea significa muchas] veces cae el justo, y vuelve a levantase; más los impíos caerán en el mal” (vs. 16). Nunca “retroceda” (Heb. 10:38-39) de continuar sirviendo a Dios.
Nunca se olvide que Cristo dijo: “Mas el que PERSEVERE hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 24:13). Usted no es automáticamente salvo en el bautismo y la conversión. Si usted cae, levántese — busque a Dios, ¡arrepiéntase y continúe! ¡Dios continuará sustentándolo, si usted continúa PERSEVERANDO!
Consejería personal
Si Dios lo está llamando al arrepentimiento y a la conversión (nuestro artículo “¿Está usted siendo llamado?” aclarará cualquier inquietud), La Iglesia de Dios Restaurada puede ofrecer que uno de los representantes de Dios se comunique con usted para conversar este tema, ya sea en persona o por teléfono. Pero ellos nunca se comunicarán con usted a menos que usted pida que lo hagan.
Ellos están disponibles para ayudarlo con preguntas acerca de la Biblia, el arrepentimiento, el bautismo y la conversión. Pero comuníquese con nosotros, es una decisión que USTED debe tomar.
La explicación del pecado premeditado
Para concluir su folleto ¿Cuál es “El pecado imperdonable”? Herbert W. Armstrong escribió lo siguiente bajo el subtítulo “Pecando premeditadamente”:
“Por último, veamos los dos pasajes del libro de Hebreos, que hablan del pecado INTENCIONAL del cual es IMPOSIBLE arrepentirse…
“Note: ‘Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de DIOS, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e HICIERE AFRENTA AL ESPÍRITU DE GRACIA?’ (Heb. 10:26-29)”.
“Le he explicado completamente en este folleto el significado de pecar INTENCIONALMENTE. Este pasaje se refiere únicamente a los realmente convertidos, quienes han recibido el Espíritu Santo de Dios. Al usar la primera persona Pablo se refiere a los cristianos conversos. De hecho, ninguno puede llegar al verdadero ‘CONOCIMIENTO DE LA VERDAD’, hasta que haya recibido el Espíritu Santo, el cual le abre a la mente la VERDAD espiritual (I Cor. 2:9-11, 14)”.
“Nótese que este pecado INTENCIONAL se relaciona con la ‘afrenta al ESPIRITU de gracia’ — cosa, que sin duda, se acerca peligrosamente a la blasfemia contra el Espíritu Santo”.
“Empero, como se explicó anteriormente, la mayoría de los pecados que cometen los hijos engendrados de Dios, ¡NO están dentro de esta categoría!”
“Ahora veamos el siguiente pasaje:
“‘Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial’
— el Espíritu Santo — ‘y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena Palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio’ (Heb. 6:4-6)”.
“En realidad, para quien entienda una frase aquí, la explicación es clara. La frase es: ‘Porque es IMPOSIBLE que los que… recayeron, SEAN OTRA VEZ RENOVADOS PARA ARREPENTIMIENTO’”.
“Ahora, podría haber niveles de ‘recaer’. ¿Cómo sabremos hasta qué punto se refiere aquí? Las siguientes palabras lo aclaran: Cuando se hace IMPOSIBLE la renovación para el arrepentimiento — ¡entonces la persona ha ‘recaído’ por completo!”
“Recordemos que es Dios quien otorga el arrepentimiento (Hec.11:18; 5:31). Sin embargo Dios nunca obliga a nadie a arrepentirse. Si un individuo llega al punto en que ya NO QUIERE ARREPENTIRSE — o no puede hacerlo — si ha perdido por completo el deseo de arrepentirse — entonces esa persona ha ‘recaído’ por completo”.
“Esto NO se refiere, desde luego, a personas INCONVERSAS sino a las conversas”.
“La PRUEBA es esta: SI la persona tiene realmente el DESEO de arrepentirse, si le causa completa repugnancia y aborrecimiento su propio ser y si ANHELA arrepentirse y volver a la gracia de Dios, entonces ¡PUEDE HACERLO!”
“¿Y qué decir del ‘extraviado’, como algunos lo llaman? Si en algún momento llega a estar dispuesto a arrepentirse — si viene con el DESEO de arrepentirse y volver al CAMINO de Dios, entonces el Dios bondadoso y misericordioso le perdonará y le otorgará el arrepentimiento total”.
“Dios inspiró a Santiago para terminar su libro con esta importante enseñanza:
“Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados” (Stgo. 5:19-20).
“Esta es la respuesta final. Si el individuo ha cometido el pecado imperdonable, no deseará volver. Si desea volver, si se ARREPIENTE y de verdad ANHELA restablecer contacto con Dios, entonces ¡PUEDE HACERLO!”
“¿Y qué decir del individuo que nunca se convirtió realmente — o bien que creyó estar convertido, pero sólo había tenido una ‘conversión’ falsa y luego se descarrió? Este también, cuando desee ARREPENTIRSE de verdad y QUIERA encontrar a CRISTO, ¡PODRÁ HACERLO!”
“¡Cuán MARAVILLOSOS son los caminos de DIOS!”