El ayuno ha sido practicado desde tiempos antiguos. Hay muchos ejemplos de éste en la Palabra de Dios. Éstos revelan la verdadera naturaleza del ayuno.
Jonás 3:1-7 relata cómo la ciudad de Nínive reaccionó al sobrio mensaje de Jonás por parte de Dios. Todas las personas “proclamaron ayuno…desde el mayor hasta el menor de ellos” (vs. 5). El versículo 7 dice que el mismo rey declaró, “Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna; no se les dé alimento, ni beban agua”.
En Levítico 23:27-29, Dios ordenó a los Israelitas “afligiréis vuestras almas [cuerpos]” en el Día de Expiación. La celebración anual de este Día Santo debía mantenerse “en la tarde; de tarde a tarde” (vs. 32). Este mismo día se conoce como “el ayuno” en Hechos 27:9 y en los márgenes de muchas otras traducciones de la Biblia.
Todos estos versículos muestran lo que es el ayuno: estar sin comer y beber por los menos durante un período de veinticuatro horas.
Cuando usted ayuna, lo siente; está afligiendo su cuerpo. Puede sentirse lento o con falta de energía. Su estómago le puede doler, y sentirá sed. Si usted es un bebedor regular de café o soda, podría experimentar dolor de cabeza a causa de la cafeína.
Incluso podría sentir como que se va a morir, pero no la hará. Usted puede sobrevivir sin comida. Su cuerpo estará aún “comiendo”, incluso si usted no lo está haciendo; éste usará sus reservas. Nuestro Creador sabe que es posible para usted vivir sin comida ni agua por lo menos durante un día. Reconozca que Dios no le diría a usted que haga algo que es imposible.
Usted necesita a Dios
¿Qué tan beneficioso es espiritualmente el ayuno? ¿Qué bien proviene de afligir su cuerpo?
La mayoría de las personas no ven la necesidad de Dios en sus vidas. Al igual que el Rey Nabucodonosor, creen que ellos son responsables de sus talentos y habilidades. También se dan crédito a sí mismos por todo lo que tienen o hacen (Dan. 4:30). Debido a que son orgullosos y enaltecidos — vanos — no entienden que Dios les da vida y aliento (Job 12:9-10).
Incluso aquellos que pueden tratar de obedecer a Dios, que admiten que son débiles y necesitan la fuerza y orientación de Dios, pueden no entender completamente esto. Decir algo y comprenderlo totalmente son dos cosas diferentes.
Job se dio cuenta de esto después de un largo período de pruebas y aflicciones, cuando dijo, “De oídas te había oído [Dios]: pero ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza” (42:5-6).
Su mente puede engañarle a pensar que está bien, que no necesita a Dios, o que está cerca de Él, cuando lo contrario es de hecho la verdad. Dios lo resume en Jeremías 17:9: “Engañoso es el corazón [la mente] más que todas las cosas, y perverso; ¿Quién lo conocerá?
¡Es fácil engañarse a uno mismo!
Un cristiano tratando de obedecer a Dios pelea una batalla constante. El apóstol Pablo explica: “Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo” (Rom. 7:16-18).
Existe una mente en usted que simplemente no quiere obedecer: “Por cuanto los designios de la carne son enemistad [enemigos] contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden” (Rom. 8:7). Tome este versículo por lo que dice. ¡Su mente física es, literalmente enemiga de Dios!
Pero si usted se humilla a través del ayuno, Dios está listo y puede ayudarle (Sal. 34:15). Cuanto usted siente el hambre y la sed, la magnitud de su dependencia de Dios se hace evidente. Entonces se da cuenta de cuánto necesita lo que Él ha creado — la tierra, la lluvia, y la comida física que nutren y producen — para sostener su vida temporal. Incluso el aire que respiramos proviene de Dios. ¿Cuánto tiempo podría existir sin algunos de éstos?
Cuán débiles e insignificantes nos sentimos cuando ayunamos — con mareos, falta de energía, con mal aliento y sintiendo bastante sed después de un día. Nos damos cuenta de lo mucho que desesperadamente necesitamos a Dios para mantener nuestra vida en todos los sentidos.
Sólo por el ayuno puede alguien darse cuenta lo mucho que necesita a Dios. Usted podría estar dispuesto a admitir esto sin ayuno, pero afligirse así mismo trae entendimiento — porque usted lo siente.
Humíllese
El ayuno le ayudará a acercarse más a Dios. El Rey David dijo, “Afligí con ayuno mi alma” (Sal. 35:13) — y Dios dijo que David era “un varón conforme a su corazón” (I Sam. 13:14; Hechos 13:22). ¿Y usted? ¿Es usted “conforme al corazón de Dios”? A menos que usted esté dispuesto a humillarse, no podrá estar cerca de su Creador.
¡Esto es importante! Fíjese en Santiago 4: “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (vs. 6). Si usted es orgulloso — enaltecido, dependiente de sí mismo — Dios no va a escucharle ni a ayudarle. Él no puede y no va a trabajar con una mente orgullosa. Pero cuando ayuna, usted se humilla. Se acerca a Dios, y Él se acerca a usted. Si confía en Él para fuerza, Él lo exaltará.
Someterse a Dios — obedecerle — le da la fuerza para resistir al diablo. El ayuno ata a Satanás; no tendrá más remedio que huir de usted; Él no puede llegar a usted cuando está cerca de Dios.
¡Qué tan importante es esto para un hijo de Dios! Lea Santiago 4:7-10. Observe como habla de humillarse así mismo, con llanto y lamento: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. Afligíos [ayunar] y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza. Humillaos delante del Señor, y él os exaltará”.
Todo esto es parte del ayuno. Haga esto, y en la medida en que usted se acerca a Dios, Él se acercará a usted.
¿Por qué los discípulos no ayunaron?
En Mateo 9:14-15, Cristo explicó el gran propósito de negarle a su cuerpo comida y bebida: “Entonces vinieron a él los discípulos de Juan, diciendo: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, y tus discípulos no ayunan? Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán”.
Cristo era Dios en la carne. ¡Él estaba aquí mismo! Sus discípulos habían tenido contacto cercano, todos los días con Él. Podían hacerle preguntas en cualquier momento. Y Cristo estaba allí, enseñándoles, ayudándoles y exhortándolos. Los discípulos podían tocar e incluso abrazar a Cristo — ¿Cuánto más cerca podrían haber estado? Por lo tanto, no había necesidad de que ayunarán.
Pero cuando Cristo regresó a la diestra del Padre en el cielo, el ayuno se volvió necesario. No fue tan fácil para los discípulos mantenerse sintonizados en el pensamiento de Cristo o ver su voluntad en sus vidas. Se acordaron de la advertencia de Cristo para ayunar, y al hacerlo, pudieron mantener y hacer crecer más allá el nivel de comprensión espiritual que habían logrado mientras Jesús estaba en la tierra.
Por lo que debemos ayunar hoy en día. Así como se nos manda a ayunar en el Día de Expiación, tenemos que ayunar con frecuencia (II Cor. 11:27), para permanecer en armonía con Dios y con Cristo.
Incluso Acab ayunó
La vida de un cristiano es una de superación. Es una vida de pruebas y tribulaciones. La “voluntad” humana no puede ayudarlo a lograr esto. Usted necesita la ayuda y la fuerza de Dios, las cuales el ayuno puede traer.
Estos son algunos ejemplos desde las páginas de la Biblia.
El profeta Elías había pasado muchos años testificándole al Rey Acab y la reino de Israel. Acab era un gobernante malvado, perverso, del cual Dios dijo, “A la verdad ninguno fue como Acab, que se vendió para hacer lo malo ante los ojos del Eterno…” (I Reyes. 21:25).
Elías le dio una última advertencia sobre lo que le sucedería a él y a su familia (vs. 20-24). Esta advertencia produjo resultados: “…rasgó [Acab] sus vestidos y puso cilicio sobre su carne, ayunó, y durmió en cilicio, y anduvo humillado [afligido]” (vs. 27).
¿Cuál fue la reacción de Dios? “¿No has visto cómo Acab se ha humillado delante de mí? Pues por cuanto se ha humillado delante de mí, no traeré el mal en sus días…” (vs. 29).
Una sincera actitud de arrepentimiento, humillarse ante Dios, y ayunar dan resultado. Si Dios tuvo piedad del malvado Acab, ¿Cuánto más escuchará las oraciones de sus hijos espiritualmente engendrados y les va a ayudar cuando ayunen en tiempo de necesidad?
Judá ayunó y Dios hirió un ejército
El Rey Josafat de Judá se enfrentó a una prueba enorme. Un gran ejército, formado por soldados de muchas naciones, invadió su reino.
¿Cómo reaccionó Josafat? II Crónicas 20:3-4 revela, “Entonces él tuvo temor; y Josafat humilló su rostro para consultar al Eterno, e hizo pregonar ayuno a todo Judá. Y se reunieron los de Judá para pedir socorro al Eterno: y también de todas las ciudades de Judá vinieron a pedir ayuda al Eterno”.
La nación entera ayunó, buscando la intervención de Dios. Cuando vio su actitud humilde, Dios respondió. Les dijo que no temieran, que salieran al encuentro del ejército invasor y confiaran en que Dios iba a resolver las cosas.
Al día siguiente, Josafat y el pueblo descubrieron que Dios de hecho había intervenido. ¡Todo el ejército fue muerto! Dios en realidad volvió al ejército contra sí mismo, y ninguno quedó vivo.
Cuando enfrente tribulaciones y pruebas o peleas contra el pecado — cuando vea a Satanás y a sus ejércitos a las puertas de su ciudad — la necesidad de ayunar es grande. Así como Dios ayudó a Josafat, Él también le ayudará a usted.
El ayuno le muestra a Dios que usted está dispuesto a confiar en Su fuerza — no en la suya propia — para liberarle. Le enseña a usted a depender de Él para todo — fortaleza, ayuda para vencer el pecado, liberación de las pruebas, y oraciones respondidas.
Lea Daniel 9 para que vea como Daniel se afligió y humilló a sí mismo para que Dios le escuchara y respondiera su oración. Este gran siervo hizo una petición “en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza” (Dan. 9:3). Dios respondió enviando al arcángel Gabriel para ayudarle.
Dios escucha todas nuestras oraciones — si le obedecemos. Pero cuando la necesidad de una respuesta es grande, el ayuno, junto con la oración es muy eficaz (vea Marcos 9:25-29). Dios se da cuenta y responde cuando ve lo serio que es y qué tan importante es su estilo de vida para usted.
Ayune para buscar la voluntad de Dios
¿Quiere saber cuál es la voluntad de Dios — para usted o cualquier otra cosa? Entonces siga el ejemplo de Pablo.
Cuando Cristo derribó sobrenaturalmente a Pablo en el camino a Damasco, Pablo ayunó mientras esperaba para saber lo que Cristo quería que él hiciera — conocer su voluntad (Hechos 9:6-9).
Cuando enfrente decisiones importantes en su vida y necesite saber cuál es la voluntad de Dios sobre un asunto en particular, ¡ayune! acérquese a Dios. Estudie su Palabra. Lea y medite en todas las Escrituras que sean pertinentes a su asunto. Haga conocer su petición a Dios mediante la oración. Pida por su orientación y ayuda. Busque su voluntad y Él le mostrará lo que debe hacer.
La actitud correcta
Las personas en el mundo ayunan por muchas razones, pero casi ninguna lo hace con la actitud correcta. Ellos ayunan para hacer declaraciones políticas, o por ésta o aquella causa. O ayunan para forzar su voluntad sobre Dios. Durante un ayuno, debemos buscar la voluntad de Dios — ¡no la nuestra!
Entonces ¿Qué clase de actitud es la que Dios busca? La segunda mitad de Isaías 66:2 revela la respuesta: “…pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra”.
Isaías también registra lo que Dios pide para el ayuno: “¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad [huir del pecado], soltar las cargas de opresión [pruebas y tribulaciones]…y que rompáis todo yugo [la esclavitud del pecado]?” (58:6).
El ayuno es una gran herramienta de liberación, cuando usted está limitado por el pecado.
Claves para un ayuno eficaz
- AYUNE CON FRECUENCIA: Lea II Corintios 11:27. Mientras más ayune, más fácil será. Su cuerpo se irá acostumbrando a esto. En un sentido, la práctica hace la perfección. Mientras más ayune, más eficaz será. Pero tenga en cuenta que la actitud, no la frecuencia, es lo que verdaderamente cuenta.
- UN DÍA A LA VEZ: Un ayuno efectivo debe continuar durante al menos 24 horas, haciendo que usted pierda al menos tres comidas. A veces, sin embargo, un ayuno más largo — de 2 o 3 días — puede ser necesario. Si este es el caso, no se enfoque en la duración del ayuno — sólo hará que parezca más largo. Y use la sabiduría. Sólo ayune por un periodo mayor de tres días si sigue asesoramiento profesional. Su ayuno puede empezar a cualquier hora, pero es más natural hacerlo de atardecer a atardecer. Además, recuerde que ayunar por una semana no necesariamente lo hace más espiritual que alguien que sólo ayunó por un día.
- HAGA EL TIEMPO: El ayuno es raras veces conveniente. Usted debe sacar el tiempo para hacerlo. A veces, puede ser necesario llevar a cabo sus tareas diarias. Puede ser que usted tenga que trabajar. Pero el ayuno es mejor que se produzca en el tiempo libre. Ocasionalmente, el día de reposo puede ser utilizado como día de ayuno. Pero esto no es ideal, porque el día de reposo es un día de fiesta.
- USE OTRAS HERRAMIENTAS CON EL AYUNO: Perder el tiempo que invierte en el ayuno — sin estudiar, orar o meditar — reduce al ayuno a una simple huelga de hambre. Recuerde doblar al menos la cantidad de oraciones, estudio de la Biblia y la meditación que hace normalmente. Triplicarlos puede ser mejor. Si el ayuno es por una razón particular, asegúrese de revisar todas las escrituras que se aplican.
- PREPÁRESE ADECUADAMENTE: Un día o dos antes de comenzar el ayuno, reduzca la cantidad de alimentos que come. Hartarse antes del ayuno no es prudente. Usted puede experimentar dolores de cabeza, debido a la falta de cafeína (especialmente si usted es un fuerte bebedor de café o bebidas gaseosas). Reduzca el consumo de estas bebidas con anticipación. También podrá experimentar mareos y mal aliento. Tenga en cuenta que su cuerpo va a estar eliminado toxinas; beber mucha agua antes de comenzar ayudará. Al reanudar la comida, comience con alimentos ligeros. No coma pesado de inmediato.
- TENGA LA APARIENCIA ADECUADA: Recuerde lo que Cristo dijo en Mateo 6:16-18. Báñese o dúchese como usted lo haría normalmente. Peine su cabello. Vístase y actúe normal. Lavarse los dientes es permitido. Nadie debería poder decir a causa de su apariencia que usted está ayunando — sólo Dios debería saber.
En los versículos 1-4, Dios condena a aquellos que ayunan por motivos egoístas, toman placer en su propio ayuno, o tiene una agenda política. Estas actitudes no son aceptables para Él. Estos tipos de ayunos no son más que huelgas de hambre.
El ayuno siempre debe lograr un buen fin. Debe ayudarle a ver que usted no es más que carne débil. Debe ayudarle a ver la necesidad de ayudar y servir a otros (vs. 7). Si usted ayuna con una actitud correcta, Dios promete grandes bendiciones (vs. 8-12).
Ayune en secreto
El ayuno no debe ser “por espectáculo”. No es una prueba de espiritualidad. Cuánto tiempo y con qué frecuencia usted ayuna raramente debería ser mencionado a alguien. Nadie debería notar que está ayunando debido a su apariencia — no se debe notar en su rostro.
Jesús dio instrucciones claras de eso en Mateo 6:16-18: “Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”.
Usted debe lavarse la cara, peinarse el cabello, parecer normal. Sólo Dios debe sabe que está ayunando
Sin embargo, en ciertas ocasiones puede ser necesario para dos o más ayunar sobre el mismo asunto, por lo que mantenerlo para usted mismo será inevitable. Pero en general, sólo Dios debe saber que usted está ayunando.
Siempre recuerde que Jesús dijo, “Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido” (Lucas 14:11). El ayuno debe ser más que simple hambre y sed. Debe ayudarle a ver más allá de lo físico, a los principios espirituales. Un cristiano no debe “vivir sólo de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mat. 4:4; vea también Juan 4:34; 6:26-27, 32-35, 50-51). Durante un ayuno, usted debería tener “hambre y sed de justicia” (Mat. 5:6).
Afligirse a sí mismo debería ayudarle poderosamente a acercarse a Dios, a estudiar (II Tim. 2:15) y meditar en su Palabra (Sal. 119:15, 23, 48, 78, 148) y a orar (I Cor. 7:5). Estas tres herramientas producen un ayuno eficaz.
El ayuno es una prueba para ver lo que usted pondrá primero — el hambre y la sed (“los deseos de la carne”), o un deseo humilde, de corazón para obedecer y someterse a sí mismo ante Dios y acercarse más a Él en todos los sentidos.
Negarse a sí mismo en una actitud humilde es arrepentimiento, no penitencia. No es una forma de expiar los pecados, sólo Cristo puede hacer eso. Una persona humilde admite de buena gana que sus caminos están mal y que Dios tiene la razón. Busca los caminos de Dios y pide su ayuda, liberación, instrucción y orientación.
El ayuno por razones de salud
Observe lo que Dios dice que ocurre cuando ayuna: “Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salud se dejará ver presto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria del Eterno será tu retaguardia” (Isa. 58:8 versión Reina Valera 1909).
Muchos han notado ciertos beneficios que acompañan al ayuno. Por supuesto, puede ser beneficioso ayunar por razones físicas. Pero ayunos de salud, ayunos de jugos (la abstención de alimentos sólidos), y otros ayunos no deben ser confundidos con ayunos espirituales. Tales ayunos físicos no son adecuados para el Día de Expiación o en cualquier otro momento reservado para el ayuno espiritual.
Es natural para nuestro cuerpo estar sano. ¡Nuestros cuerpos no fueron hechos para estar enfermos! Cuando ataca una enfermedad, puede ser un momento adecuado para ayunar. Es posible que haya ingerido algunas bacterias causantes de enfermedades, tal vez de alimentos en mal estado.
En cualquier caso, la enfermedad resulta de cualquier tipo de pecado físico. Dios hizo el cuerpo humano; por lo tanto, Él sabe lo que es bueno para nuestro cuerpo. Dios creó leyes de salud que dan bendición cuando son obedecidas. Si son quebrantadas, traen maldiciones — enfermedades, dolencias y males. Con demasiada frecuencia, la humanidad viola estas leyes perfectas — al igual que rechazan las leyes espirituales de Dios. Las personas a menudo comen mucho de un tipo de comida y no suficiente de otras; o comemos alimentos equivocados por completo. Romper las leyes dietéticas de Dios trae como resultado enfermedad.
¡Por eso, cuando se encuentre enfermo, deje de comer!
¿Por qué? Deje de comer lo que lo hizo enfermarse — deje de infringir las leyes divinas de la salud — deje de pecar.
Pero entienda: El ayuno no sana — sólo Dios lo hace, a través Jesucristo (I Pedro 2:24; Isa. 53:5; Santiago 5:14-16). En estos casos, el ayuno hace que deje de pecar físicamente. Arrepiéntase y Dios le sanará.
Las recompensas del ayuno
El ayuno adecuado cosechará grandes recompensas, tanto físicas como espirituales. Utilizado adecuadamente, le llevará más cerca de Dios, a conocer su voluntad, guía, dirección, ayuda, fuerza, y liberación. Ahora usted puede ver por qué el ayuno es una herramienta tan esencial en la superación y el crecimiento cristiano.