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¿Dónde está la Iglesia de Dios hoy?
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Jesús dijo: “Edificaré mi Iglesia”. Hay una sola organización que enseña toda la verdad de la Biblia, y es llamada a vivir por “cada palabra de Dios”. ¿Usted sabe cómo encontrarla? Cristo dijo que:

  • Enseñaría “todas las cosas” que Él ordenó
  • llamaría a los miembros a ser apartados por la verdad
  • Sería una “manada pequeña”

¿Qué es el Pecado?

Dios odia el pecado. Él dice que nuestros pecados nos separan de Él, que aquellos que pecan ganan su paga — la muerte. Sin embargo, ¿qué significa esto? ¿Qué es exactamente el pecado? ¿Da la Biblia una definición clara? Ahora usted puede saber.

La Biblia dice que usted tiene al menos una cosa en común con cada hombre, mujer y niño que haya vivido alguna vez: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Rom. 3:23). La Biblia también dice que cuando (no si) usted peca, automáticamente gana la pena de muerte (Rom. 6:23).

¿Pero qué es el pecado — y qué ha hecho usted para ganar la muerte?

Dios dice que sus pecados le separan de Él (Isa.59:1-2). Él no puede oír sus oraciones, no le puede hablar a través de Su Palabra, a menos que usted primero se arrepienta — cambie su vida — del camino de pecado.

¿Pero qué es el pecado — qué ha hecho usted para separarse de Dios?

Hasta las personas que nunca han abierto una Biblia están familiarizadas con Juan 3, versículo 16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. La mayoría entiende que Dios voluntariamente permitió que Jesucristo sufriera arresto, falsas acusaciones, humillaciones, y soportara torturas brutales y ejecución pública — sacrificio — todo para que Su sangre derramada pagara la pena de muerte, que cada uno de nosotros hemos ganado. En otras palabras, Cristo tuvo que morir por causa de los pecados de todos los seres humanos — ¡incluyéndolo a usted!

Una vez más, ¿exactamente qué es el pecado — qué ha hecho usted para sentenciar a Cristo a la muerte?

Cuando uno de los principales estadistas americanos fue sorprendido en un escándalo sexual, sus defensores trataron de excusar sus acciones. Ellos parafrasearon a Cristo, en Juan 8:7, diciendo: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra”.

En realidad, Él les estaba hablando a los escribas y fariseos, que habían traído ante Él a una mujer que habían sorprendido cometiendo adulterio. Probándole, ellos querían ver si Cristo la condenaría a ser apedreada de acuerdo a la ley del Antiguo Testamento.

La mayoría de las personas que citan Juan 8:7 lo hacen a fin de justificar las malas acciones. Pero ellos no leen el resto de la escritura: “Pero ellos, [los escribas y los fariseos] al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni Yo te condeno; vete, y no peques más” (vs. 9-11).

Esto es vital. Cristo le ordenó que dejara de pecar — ¿pero qué quiso decir Él?

La definición de la Biblia

Muchos líderes religiosos enseñan que Cristo murió por nuestros pecados. Ellos enseñan que Su sangre derramada nos limpia del pecado. Ellos predican acerca de ser liberados de la esclavitud del pecado. Pero también predican sobre la libertad de guardar la ley de Dios y, ¿ha notado usted que ellos nunca definen lo que es pecado — que nunca desafían a las personas a buscar en sus Biblias para ver, cómo define Dios el pecado?

Si lo hicieran, ellos tendrían que decirle que leyera I Juan 3:4, donde el apóstol Juan escribió: “Todo aquel que comete pecado, infringe [quebranta] también la ley; pues el pecado es infracción [quebrantamiento] de la ley”. Cuando usted peca, quebranta la ley.

Pero, ¿qué ley?

El apóstol Pablo escribió: “¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley” (Rom. 7:7). La ley de Dios revela el pecado.

¿Pero sobre cuál ley estaba escribiendo Pablo?

“…porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás” (mismo versículo). Este es el Décimo Mandamiento, que se encuentra en Éxodo 20:17 y Deuteronomio 5:21. La ley a la que Pablo y Juan se referían era los Diez Mandamientos. Ambos apóstoles enseñaron que cuando los quebranta, usted peca.

Juan también escribió, en I Juan 5:17: “Toda injusticia es pecado”. Puesto que los Mandamientos de Dios son justicia (Sal. 119:172), entonces la injusticia — pecado — debe ser lo opuesto. Es quebrantar los mandamientos de Dios.

El apóstol Santiago amplió al respecto. Él enseñó que “cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere [pecare] en un punto, se hace culpable de todos. Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley [quebrantador]” (Santiago. 2:10-11). Santiago se estaba refiriendo a los Diez Mandamientos.

Aunque es posible que las personas vayan por la vida sin cometer físicamente algún asesinato o adulterio, o robo o mentira, aun así, todos han pecado. ¿Cómo puede ser esto? Porque aunque obedezcamos la letra de la ley, aún podemos quebrantar el espíritu de la ley — y esto también es pecado.

Pablo, llama a la ley “santa, y al mandamiento santo, justo y bueno”, también enseñó “que la ley es espiritual” (Rom. 7:12, 14).

Cristo magnificó y expandió la letra de la ley, revelando su intención espiritual. “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mat. 5:27-28).

El pecado comienza en la mente. ¡Lo que usted piensa eventualmente se convierte en lo que hace (Prov. 23:7)! “Pero lo que sale de la boca, del corazón [mente] sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios [Sexto Mandamiento], los adulterios [Séptimo Mandamiento], las fornicaciones, los hurtos [Octavo Mandamiento], los falsos testimonios [Noveno Mandamiento], las blasfemias [Tercer Mandamiento]. Estas son las cosas que contaminan al hombre” (Mat. 15:18-20).

Santiago 1:14-15 muestra que cuando los hombres tienen malos pensamientos, ellos eventualmente producirán malas acciones. “Sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte [la paga del pecado]”.

Por ejemplo: cada guerra, cada batalla, cada pelea a través de la historia ha ocurrido porque los hombres han codiciado algo que no les pertenecía. Y a causa de que los hombres han fracasado en controlar sus deseos carnales, vivimos en un mundo destrozado por el dolor, el sufrimiento y la angustia de la guerra (Santiago 4:1-2).

Ejemplo de codicia concibiendo pecado

La Biblia registra un ejemplo trágico e histórico de cómo los pensamientos codiciosos de un hombre concibieron pecado — infracción de la ley — y dieron nacimiento a la muerte. Ese hombre fue el Rey David.

Una tarde de primavera, mientras David caminaba sobre el terrado de su palacio, él vio a una mujer que se bañaba desnuda (II Sam. 11:2). En vez de mirar a otra parte, y poner esa imagen fuera de su mente, se quedó mirándola. Él le permitió a su mente tener malos pensamientos — David quebrantó el Décimo Mandamiento.

Este pecado lo llevó a preguntar por ella (vs. 3). Él descubrió que ella era Betsabé, la mujer de Urías, uno de sus siervos más fieles. Pero esto no detuvo a David de cometer adulterio con ella (vs. 4), quebrantando el Séptimo Mandamiento. David también quebrantó el Octavo Mandamiento al tomar algo que no le pertenecía — la esposa de Urías.

Estos pecados tuvieron por resultado que David y Betsabé concibieran un hijo ilegítimo (vs. 5). Queriendo ocultar el embarazo, David trató de engañar a Urias, quien había estado ausente, peleando fielmente una guerra por su rey. Llamándolo del frente de guerra, David trató de engañar a Urías convenciéndolo que durmiera con Betsabé, para que Urías pensara que el niño por nacer era de él (vs. 6-13). Estas acciones quebrantaron el principio del Noveno Mandamiento.

Cuando Urías rehusó dormir con ella, la creciente montaña de pecados de David lo guió a utilizar a sus enemigos para que mataran a Urías (vs.14-17) — quebrantando así el Sexto Mandamiento.

Lo que había comenzado con malos pensamientos pronto dio lugar a múltiples pecados — quebrantamientos de la ley — y finalmente llevó al asesinato. El pecado siempre se esparce y se combina en sí mismo.

Dios odia el pecado — infracción de la Ley

Finalmente, David se arrepintió. Él llegó a ver sus pecados como Dios los veía — como un terrible quebrantamiento de la ley — iniquidad. Por eso es que David escribió, en Salmos 5:4-5: “Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; El malo no habitará junto a ti. Los insensatos no estarán delante de tus ojos; aborreces a todos los que hacen iniquidad [pecado]”.

Después que Dios liberó a los Israelitas de la esclavitud, los alimentó, protegió y proveyó para ellos, les dio la Tierra Prometida, y peleó sus batallas, ellos aún continuaron pecando — quebrantando Sus mandamientos. “Pero ellos tentaron y enojaron al Dios Altísimo, y no guardaron sus testimonios; sino que se volvieron y se rebelaron como sus padres; se volvieron como arco engañoso. Le enojaron con sus lugares altos, y le provocaron a celo con sus imágenes de talla. Lo oyó Dios y se enojó, y en gran manera aborreció a Israel” (Sal. 78:56-59). ¡Dios no puede, ni tolerará el pecado o los que lo practican! Él nunca permitiría a tales personas en Su reino.

Salomón, hijo de David, escribió en Proverbios 15:26: “Abominación son al Eterno los pensamientos del malo”. Esto es porque Dios sabe que, si no son eliminados, los malos pensamientos siempre producen malas acciones, como en Jeremías 44: “Y no pudo sufrirlo más el Eterno, a causa de la maldad de vuestras obras, a causa de las abominaciones que habíais hecho…porque pecasteis contra el Eterno, y no obedecisteis a la voz del Eterno, ni anduvisteis en su ley ni en sus estatutos ni en Sus testimonios…” (vs. 22-23).

Pecar — quebrantar la ley espiritual de Dios — nos corta de Dios. “Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros Su rostro para no oír” (Isa. 59:2). Y Jeremías escribió: “Vuestras iniquidades han estorbado estas cosas, y vuestros pecados apartaron de vosotros el bien” (5:25).

Cuando Dios usó a Su profeta, Natán, para confrontar a David, David le suplicó a Dios “No me eches de delante de ti” (Sal. 51:11). Él reconoció sus transgresiones — su quebrantamiento de la ley — ante Dios, diciendo: “mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; para que seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio” (Sal. 51:3-4). David le imploró a Dios “borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado… Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve… Esconde tu rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio” (vs. 1-2, 7, 9-10).

Dios escuchó y perdonó.

Lo que significa pecar — quebrantar la Ley

Cuando la Biblia dice: “Porque todos han pecado”, quiere decir que todos han quebrantado la ley de Dios. Cuando dice: “la paga del pecado es muerte”, quiere decir que su quebrantamiento de la ley automáticamente le otorga a usted la pena de muerte. Cuando Dios dice que sus pecados lo separan de Él, está hablando de usted quebrantando Sus leyes.

¡El pecado es quebrantar la ley de Dios!