¡Hoy muy pocos toman tiempo para pensar! En esta acelerada y agobiada era, algunos ni siquiera saben cómo.
¡Dios en realidad instruye a sus siervos a “pensar”! Pero Él llama a esta vital forma de pensar meditación .
Igual que con la oración, el estudio bíblico y el ayuno, los recién convertidos deben aprender cómo meditar.
¡Este artículo pone de manifiesto ambos el cómo — y el POR QUÉ!
¿Qué significa meditar?
La rutina de ir y volver del trabajo todos los días, los niños, el televisor, el teléfono — todo esto impacta negativamente nuestra oportunidad de encontrar paz y tranquilidad. ¿Cómo podemos meditar adecuadamente? ¿Cómo podemos evitar las distracciones de este mundo el tiempo suficiente para detenernos en el camino de Dios?
La televisión inyecta todos los males imaginables en las mentes de jóvenes y viejos. A una edad temprana, los niños han sido testigos de numerosos asesinatos, violaciones, robos y una serie de otros delitos que normalmente no serían vistos en un centenar de vidas. El Internet es igual de malo, con cientos de sitios que representan todo posible tipo de acto pervertido.
El rey David escribió, “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos” — no se sienta frente al televisor por horas a la vez viendo todos los programas de delitos — “Ni estuvo en camino de pecadores” — ni delante de su computador buscando en la web todos los sitios porno disponibles — “Ni en silla de escarnecedores” — ni en las gradas viendo una pelea de boxeo extrema — “se ha sentado” (Sal. 1:1).
Vivimos en la era que podría llamarse el “Gran robo de TIEMPO”. En esta sociedad, las personas no tienen el tiempo que una vez tuvieron. No tienen tiempo para digerir espiritualmente (o incluso mental, emocional o psicológicamente) los acontecimientos que vienen a ellos.
Hace más de treinta años, Alvin Toffler escribió un libro sobre “El shock del futuro”. Esta teoría afirmaba que los acontecimientos estaban cambiando y la velocidad de la vida se estaba acelerando tan rápido que estaba creando un factor de shock que las personas no podían hacer frente. En efecto, el “futuro” se veía venir sobre las personas mucho más rápido de lo que podían digerirlo. Gran parte de la civilización estaba entrando en una especie de condición espiritual tóxica.
Él escribió una continuación, La Tercera Ola, que mostró que el shock del futuro estaba empeorando. Muchos lo leyeron, pero nadie hizo nada al respecto. Como resultado, la sociedad se ha acelerado en la Era de la Información. El profeta Daniel predijo esto: “Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará” (Dan. 12:4).
El conocimiento se incrementa a pasos agigantados cada día. Tratando de mantenerse al día crea un enfoque frenético y de alta velocidad de la vida.
¡Las personas ya no tienen tiempo para pensar!
Imagine que usted es un agricultor, viviendo hace 100 años. Sentado detrás de una yunta de caballos, arando los campos — ¡Usted tiene tiempo para pensar! No se distrae con televisores, radios portátiles, ordenadores o teléfonos móviles.
Hace cien años, nadie había oído hablar de esas cosas. Hasta el siglo pasado, nadie nunca pasó un minuto frente a un televisor, computadora, equipo de música, etc. Los adolescentes no caminaban hablando constantemente unos con otros por teléfonos celulares, sin nada constructivo que decir.
En el pasado, las personas leían y pensaban mucho más. Trate de leer lo que se denomina periodo de cartas — cartas escritas hace ciento cincuenta años. También lea las cartas intercambiadas durante la Guerra Civil entre el presidente Abraham Lincoln y sus generales. Estas personas altamente educadas, cuyo uso de la gramática y el inglés sobrepasa los estándares de hoy. Las personas tenían tiempo para digerir mentalmente — pensar y analizar — las cosas.
¡Ya no!
Dios previó nuestro tiempo. Esta es una razón que inspiró a David a escribir mucho sobre la necesidad de meditar — y cómo y por qué: “¡Oh Eterno, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos; de la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza, a causa de tus enemigos, para hacer callar al enemigo y al vengativo. Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies” (Sal. 8:1-6).
La meditación es una clave para el correcto estudio de la Biblia. Sin meditación (acompañada por oración, estudio, ayuno y luego ejercitando el Espíritu Santo) sería muy difícil entender la voluntad de Dios. Él nos habla a través de Su Palabra — la Biblia.
Cuando nuestros caminos le complacen, nos da entendimiento al abrir nuestros ojos a Su verdad. Sin meditar — pensar en, reflexionar sobre — las cosas concernientes al Camino de Dios, ¡no podemos utilizar adecuadamente nuestra nueva comprensión!
Dios quiere que meditemos, pero no de la manera que la mayoría piensa.
David da una idea de cuándo meditar: “Sino que en la ley del Eterno está su delicia, y en su ley medita de día y de noche” (Sal. 1:1-2).
También dijo, “¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación” (Sal. 119-97).
¿Cómo vio Dios a David? La respuesta es clara: “Quitado éste [Saúl], les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero” (Hechos 13:22).
Usted es lo que piensa
Meditar significa, “reflexionar en, contemplar. Planificar en la mente; intención. Pensar o reflexionar, especialmente de una manera tranquila y deliberada. Mantener la mente en un estado de contemplación; detenerse en cualquier cosa en el pensamiento; pensar en serio; meditar; reflexionar. Proponer; intención; diseñar; planificar dando vueltas en la mente. Considerar; reflexionar; sopesar; dar vueltas; estudiar”.
¡Esto es integral!
Meditar no es soñar despierto. Es controlar el pensamiento consciente, en un tema bíblico. La mayoría de las personas de hoy no pueden controlar sus pensamientos.
Hace treinta años un estudio llegó a la conclusión que cualquier persona que pueda concentrarse en una sola cosa por tres minutos, y que su mente no divague, es un genio. Se trata de controlar el pensamiento consciente, no soñar despierto y sólo dejar su mente volar. Como se dijo una vez, “Sólo un tonto ora sobre las cosas como le vienen a la mente”.
No hay control del pensamiento consciente si sus oraciones no tienen una estructura para ello, ni objetivos o una lista para trabajar. Comience con una estructura básica, y luego permita que el Espíritu Santo le guíe. Recuerde siempre pedir a Dios que guíe sus pensamientos. Muchos abordan la vida — tanto en la oración como en lo que piensan — como si estuvieran “cambiando canales de televisión”.
Aquí hay varias palabras hebreas del Antiguo Testamento traducidas como “meditar, considerar, reflexionar”, etc. Hagih significa “reflexionar, imaginar, meditar”. Siyach significa “conversar con uno mismo, reflexionar, y declararse asimismo”. Biyn significa “separar o distinguir mentalmente”.
“Los impíos me han aguardado para destruirme; más yo consideraré [biyn] tus testimonios” (Sal. 119:95). O bien, “voy a separarlos unos de otros”. No es sólo una colección de pensamientos diferentes, sino más bien la separación y distinción mental entre unos y otros.
En el Nuevo Testamento, la palabra meletao significa “ser de interés, preocupación, cuidar de, dar vueltas en la mente”. ¿Alguna vez alguien le ha dicho, “Sólo dale vueltas en tu mente”? La gente les da vueltas a las cosas de diferente manera, pero Dios dice que le demos vueltas a las cosas en la mente.
¿Cuántas veces se ha encontrado usted mismo pensando cosas que no debe? Considere esto: ¿Qué pasaría si la persona a su lado fuera capaz de leer o comprender sus pensamientos? ¡Sería muy vergonzoso!
Por eso Cristo dijo, “…Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas” (Mat. 12: 34-35).
Las personas que nos rodean llegan a conclusiones sobre nuestra forma de pensar por lo que hacemos. Proverbios 23:7 lo dice mejor, “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él”. Además, Mateo 15:19 afirma, “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias”.
Aunque las personas no puedan leer nuestra mente, no podemos ocultar nuestros pensamientos de Dios.
I Crónicas 28:9 dice, “Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque el Eterno escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, Él te desechará para siempre”.
Cómo meditar
La meditación es una gran herramienta a utilizar cuando se está ayunando. He aquí un enfoque muy productivo: Mientras ayune, dure una hora en oración, seguida de una hora de estudio bíblico, seguido de una hora de meditación y reflexión sobre lo estudiado y aprendido. Luego repita el ciclo hasta que termine el ayuno.
En II Corintios, Pablo instruye, “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?” (13:5).
¡Todos debemos hacer esto!
¿Por qué meditar?
¿Por qué quiere Dios que meditemos en Su Palabra?
“Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien” (Josué 1:8). Dios quiere que su pueblo prospere y tenga éxito. La única manera de prosperar y tener éxito es siguiendo Su dirección.
Recibimos nuestra fuerza, orientación y salvación de Dios. David entendió eso: “Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Oh Eterno, roca mía, y redentor mío” (Sal. 19:14). “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno” (Sal. 139:23-24).
Sin el Espíritu Santo morando en una persona, ayudándolo a meditar en la Palabra de Dios, ¡no puede empezar a entender la manera en que Dios piensa o por qué hace lo que hace!
Lo crea o no, ¡nuestra mente natural es realmente hostil hacia Dios! “Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden” (Rom. 8:7).
Por eso Él nos dice que abandonemos nuestro propio camino, ¡el camino hacia la muerte! “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase al Eterno, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo el Eterno. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isa. 55: 7-9).
El cristiano tiene que desarrollar una nueva mentalidad diferente — una actitud diferente — con el fin de agradar a Dios. La única forma de hacerlo es con la ayuda del Espíritu Santo. Sin esa nueva mente, nuestro corazón naturalmente seguirá la codicia. Pablo instruye, “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús” (Fil. 2:5). Una vez más, en I Corintios 2:6: “Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Más nosotros tenemos la mente de Cristo”.
Donde meditar
Tenemos que huir de la vida cotidiana. La sociedad está diseñada para distraernos. Hay deportes, música, TV, teléfono, timbres, otras personas en la casa, los vecinos, el perro, el perro del vecino, los carros que pasan — y la lista continúa.
Encuentre un lugar tranquilo en su casa. Cierre la puerta detrás de usted. Acuéstese en la cama. “Cuando me acuerde de ti en mi lecho, cuando medite en ti en las vigilias de la noche” (Sal. 63:6). “Temblad, y no pequéis; meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad” (Sal. 4:4).
Si hacer esto es imposible en su casa, a causa de ruidos o distracciones, encuentre un lugar en el parque local o maneje a un lugar apartado, como un parque estatal. Tome un paseo o una caminata en un parque: “Y había salido Isaac a meditar al campo, a la hora de la tarde” (Gén. 24:63).
¿Alguna vez se ha despertado en medio de la noche, dando vueltas tratando de volver a dormir? No trate de forzarse de nuevo a dormir. A veces, cuanto más lo intente, más tiempo le tomará. Use ese tiempo para pensar en Dios. Lea lo que dicen los Salmos: “Me acordé en la noche de tu nombre, oh Eterno, y guardé tu ley” (Sal. 119:55). “Se anticiparon mis ojos a las vigilias de la noche, para meditar en tus mandatos” (Sal. 119:148).
Cuando meditar
Cuando meditar depende de su horario. Si no puede encontrar el tiempo, modifique su horario y haga el tiempo. Reflexionar sobre Dios y su camino no es algo para tomárselo a la ligera. Ser cristiano es un asunto serio, y debe ser tratado como tal. Es un estilo de vida, no una afición, como muchos lo tratan hoy en día.
Moisés escribió, “Oye, Israel: El Eterno nuestro Dios, el Eterno uno es. Y amarás al Eterno tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas” (Deut. 6:4-9).
En que meditar
En 1643, Galileo hizo una declaración sobre las leyes de la ciencia física: “La naturaleza aborrece el vacío”. Esto se aplica también en el nivel mental. Usted no puede simplemente vaciar su mente, esperando que nada más tenga que le reemplace. Llene su mente con pensamientos correctos, mientras trabaja para sacar los incorrectos (Mat. 12:45).
Medite sobre los asuntos realmente importantes. No pierda el tiempo con cosas sin importancia e irrelevantes. Medite en el propósito de la existencia humana y cómo lograrlo. Medite en las leyes de vida de Dios, en lo que exactamente significa la vida eterna.
Con cuidado, céntrese en Filipenses 4:8 y practíquelo: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”.
Medite sobre la instrucción dada a usted. La mayoría de las veces, cuando a las personas se les da instrucción, fluye de una oreja a la otra. Tómese el tiempo para captar la instrucción y mantenerla.
Medite en estar agradecido por la oración que es contestada. A veces las personas esperan respuestas dramáticas a la oración. No reconocen la forma en que sus oraciones han sido respondidas: a la manera de Dios. No tome por sentado la manera en que Él responde.
Recuerde los eventos del día. Repáselos y analícelos. Saque conclusiones de lo que Dios espera de usted y aplique Su Ley. Luego revíselos para que se acuerde: “Consideré mis caminos, y volví mis pies a tus testimonios” (Sal. 119:59).
Medite en las escrituras, para que los personajes de la Biblia sean reales para usted. Hollywood representa la mayor parte de los siervos de Dios como “chiflados” extraños de cabello largo.
Si no medita en la verdad, entonces la imagen de Hollywood se quedará en su mente, con tanta seguridad como el “Jesús de cabello largo” sobre quien la mayoría aprende en la escuela dominical.
Estudie la vida de las personas que vivieron en los últimos cinco mil novecientos años. Fueron reales. Usted puede aprender de ellos. Cuando Salomón dijo que no hay nada nuevo bajo del sol, lo dijo en serio. Piense en las muchas lecciones que podrían aprenderse de sus vidas (I Cor. 10:11). Todavía hoy tienen un significado para nosotros.
David dijo, “Consideraba los días desde el principio, los años de los siglos. Me acordaba de mis cánticos de noche; meditaba en mi corazón, Y mi espíritu inquiría: ¿Desechará el Señor para siempre, y no volverá más a sernos propicio? ¿Ha cesado para siempre su misericordia? ¿Se ha acabado perpetuamente su promesa? ¿Ha olvidado Dios el tener misericordia? ¿Ha encerrado con ira sus piedades? Selah. Dije: Enfermedad mía es esta; traeré, pues, a la memoria los años de la diestra del Altísimo. Me acordaré de las obras del Eterno; sí, haré yo memoria de tus maravillas antiguas. Meditaré en todas tus obras, y hablaré de tus hechos” (Sal. 77:5-12).
Sólo resultados positivos pueden venir de meditar correctamente. Estudios han demostrado que cuando las personas meditan por breves períodos durante el día (incluso si no están meditando en Dios), disminuye su nivel de estrés. Personas con presión arterial alta son capaces de bajarla al relajarse pensando en cosas placenteras.
Aparte de los beneficios físicos, varias otras cosas buenas suceden cuando meditamos en el Camino de Dios.
La meditación trae prosperidad y éxito: “…porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien” (Josué 1:8).
La meditación trae grandes bendiciones: “Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará” (Sal. 1:3).
La meditación trae esperanza: “Acuérdate de mi aflicción y de mi abatimiento, del ajenjo y de la hiel… Esto recapacitaré en mi corazón, por lo tanto esperaré… Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad” (Lam. 3: 19, 21, 23).
La meditación trae sabiduría y entendimiento: “Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos, porque siempre están conmigo. Más que todos mis enseñadores he entendido, porque tus testimonios son mi meditación” (Sal. 119: 98-99).
La meditación trae alegría: “Dulce será mi meditación en él; yo me regocijaré en el Eterno” (Sal. 104:34).
La meditación trae fortaleza: “Príncipes también se sentaron y hablaron contra mí; mas tu siervo meditaba en tus estatutos, pues tus testimonios son mis delicias y mis consejeros” (Sal. 119:23-24).
La meditación trae perseverancia y resistencia: “Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar” (Heb. 12:3).
La meditación puede impedir que resbalemos: “Pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad” (Heb. 11: 15-16).
Pero lo más importante, la meditación puede llevar a la vida eterna: “Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz” (Rom. 8:6).
En que NO meditar
También hay momentos en que Dios le dice a los cristianos a no meditar en algo. “Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre. Y esto os será ocasión para dar testimonio. Proponed en vuestros corazones no pensar [promeletao] antes cómo habéis de responder en vuestra defensa; porque yo os daré palabra y sabiduría, la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se opongan” (Lucas 21:11-15).
Promeletao significa “pre-meditar”. Dios no quiere que pre-medite ciertas respuestas para ciertas cosas, porque entonces usted dirá lo que quiera, ¡en lugar de lo que Dios quiere que diga!
“Por encima de todo…”
Pero, sobre todo, recuerde volver a meditar sobre esto: “Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros” (Fil. 4:8.9).