La Biblia tiene mucho que decir acerca de estos pueblos antiguos. Ellos muestran su línea de sangre por todo el camino de vuelta hasta Arfaxad, que también era un antepasado de Abraham, Isaac y Jacob (Israel). Los descendientes de Arfaxad se establecieron en la tierra de Sinar y en la ciudad de Babilonia. También se establecieron cerca de la ciudad de Ur, donde Abram (Abraham) vivió antes de que Dios lo llamara.
Otros caldeos se trasladaron más al norte, en Mesopotamia, estableciéndose cerca del lago Van. Este lago, que se encuentra a medio camino entre el Mar Caspio y el Mar Mediterráneo, fue el hogar de Harán, un antepasado de Lot (sobrino de Abraham). Fue aquí donde los descendientes de Arfaxad fueron llamados “caldeos”. Pero, más a menudo, se conocieron como el pueblo de Van.
Después de la derrota y caída de Babilonia, los caldeos huyeron de los medos y los persas. Luego huyeron hacia el Mar Negro y entonces se establecieron en el sureste de Europa. Desde allí viajaron hacia el oeste hacia el Imperio Romano — el norte de Italia, la Galia (Francia) y España, incluso al norte de África.
Durante la época del gobierno griego sobre Babilonia, muchos babilonios vivieron en Siria. Más tarde, estos exiliados fueron vendidos como esclavos a los romanos latinos. Estos romanos más tarde liberarían a los descendientes de los esclavos caldeos.
Hoy en día, estas personas aun viven en Europa central y en el sudoeste. Por lo tanto, cuando la profecía de la Biblia hace referencia a los caldeos, se refiere a las personas en estas áreas.