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¿Dónde está la Iglesia de Dios hoy?
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Jesús dijo: “Edificaré mi Iglesia”. Hay una sola organización que enseña toda la verdad de la Biblia, y es llamada a vivir por “cada palabra de Dios”. ¿Usted sabe cómo encontrarla? Cristo dijo que:

  • Enseñaría “todas las cosas” que Él ordenó
  • llamaría a los miembros a ser apartados por la verdad
  • Sería una “manada pequeña”

¿Debe usted predicarles a otros?

La conversión es el momento más emocionante en la vida. ¡Entender la Palabra de Dios por primera vez es sensacional! ¿Pero debe intentar persuadir a otros a aceptar o entender sus creencias recién descubiertas? ¿Deben los cristianos obligar — forzar — la conversión de los demás?

La comprensión de la Palabra de Dios y de la conversión trae alegría, felicidad y una paz mental nunca antes experimentada. Ello trae cambios de actitud y una perspectiva completamente nueva sobre la vida. Esta experiencia es a menudo llamada el “primer amor”. En ese momento, Dios quita las escamas de nuestros ojos, y comenzamos a entender cosas que nunca antes habíamos visto. Hay un aumento de amor por los miembros de la Iglesia al igual que por toda la humanidad.

Pero en esta euforia, ¿Alguna vez ha tratado de persuadir a otros para que vean lo que usted ve? ¿Ha tratado de conseguir “salvar” a toda su familia y sus amigos antes de que sea “demasiado tarde”? ¿Ha predicado sermones a la gente, causando a la larga que se desanimen por completo y se alejen? Si es así tal vez ha perdido algunas relaciones debido a su entusiasmo y afán excesivo.

En algún momento, todos los verdaderos cristianos tuvieron una aversión por el verdadero Dios y su Camino. Si alguien hubiera venido a usted, tratando de convencerle de que ha estado caminando contrariamente al camino de Dios, ¿qué habría hecho usted? ¿Cómo habría reaccionado? Probablemente de la misma manera en que reaccionaron aquellos a quienes ha tratado de convencer.

Por esta razón, si usted es nuevo en la fe y aún no ha tratado de convertir a alguien, por favor, no lo haga. ¡Este artículo explicará por qué!

¡Enemistad contra Dios!

Antes de la conversión, somos ciegos a los caminos de Dios. Somos hostiles hacia Él (Rom. 8:6-8) sin saber que lo somos. El ejemplo de la conversión del apóstol Pablo nos muestra claramente cómo las escamas son retiradas de nuestros ojos.

¡Algunos, como Saulo (Pablo), incluso luchan contra Dios, pensando que están haciéndole un servicio! (Vea Juan 16:2.)

Note este recuento más largo en Hechos 9:1-22: “Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas...que si hallase algunos…de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. Mas yendo por el camino…le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué Me persigues?”

“Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues…Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer…Entonces Saulo se levantó de la tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco”.

“Donde estuvo tres días sin ver…Había entonces…un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión…Levántate…y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo…porque he aquí, él ora, y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista”.

“Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos…El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste…Yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por Mi nombre”.

“Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor…me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado…Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos… [y] predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios. Y todos… estaban atónitos, y decían: ¿No es éste el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos ante los principales sacerdotes? Pero Saulo mucho más se esforzaba, y confundía a los judíos…”

No sólo la vista física de Saulo fue restaurada, sino que al mismo tiempo, la vista espiritual también le fue dada. De un solo golpe, Dios le dio a Saulo la capacidad de entender que Jesús era el Cristo y que él, Saulo, había estado luchando contra Él por perseguir a su Iglesia. Dios planeaba usar a Saulo para un propósito específico. Primero su nombre sería cambiado a Pablo. Después de eso, iba a convertirse en un apóstol.

¿Pero espera Dios que intentemos convertir a otros? ¿Él requiere — o siquiera desea — que vayamos de puerta en puerta, predicando a los demás que no están interesados? ¿Se supone que debemos “imponer nuestras creencias a las personas” y tratar de obligarlos a ver lo que Dios nos ha dado a entender?

¡La respuesta es no! No es nuestra posición tratar de convertir a otros. Ése es el trabajo de Dios. Él hace el llamado: “Ninguno puede venir a mí [Cristo] si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero…Y [Cristo] dijo, Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre” (Juan 6:44, 65).

¿Predicó Pablo de casa en casa?

Muchos creen que Pablo predicó el evangelio de casa en casa, a aquellos que no estaban convertidos. Esto se debe a una interpretación equivocada de Hechos 20:20. Pero cuando el contexto completo es examinado, empezando en el versículo 17, el significado apropiado puede ser entendido. Pablo “Enviando…a Éfeso, hizo llamar a los ancianos de la Iglesia” diciéndoles, “Yo…os he enseñado [a los ancianos], públicamente y por las casas”. Él enseñó a los líderes de la Iglesia en sus propios hogares. Pablo no fue de casa en casa enseñando al que abriera la puerta.

En una casa alquilada en Roma, Pablo “recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios”, que Cristo le había ordenado predicar (Hechos 28: 30-31). Cristo le había enseñado personalmente el evangelio a Pablo (I Cor. 15:8; Gál. 1:11-2:2).

Una de las enseñanzas de Cristo fue que no debemos forzar nuestra creencia en nadie (Mat. 7:6). Esto deja en claro que Pablo no trató de convertir a la gente predicando casa por casa. Sus enseñanzas públicas se llevaron a cabo principalmente en las sinagogas judías.

Hechos 2:46 es otro versículo extensamente malentendido: “Y [los doce apóstoles y otros discípulos], perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón”. También es importante señalar que estos individuos eran unidos. Perseveraban diariamente “unánimes”. Todos creían las mismas cosas — ya eran de un mismo sentir.

Esta escritura está describiendo a personas que comían juntas, así como alguien puede invitar amigos y conocidos cercanos a su hogar para una comida y compartir juntos. No está hablando de personas que iban a las casas de los extraños, tratando de convertirlos.

En esta circunstancia particular, muchos de diferentes naciones se habían reunido en Jerusalén para Pentecostés, una de las fiestas anuales de Dios. Ya que ellos habían viajado una gran distancia y no tenían hogar en Jerusalén, los hermanos allí los invitaron a sus hogares para comer. (La versión Reina Valera de la Biblia usa el término “partiendo el pan” que significa el consumo de comida.) Los cristianos convertidos comían en los hogares de otros cristianos convertidos — no estaban predicando en los hogares de individuos o de familias no convertidas.

En Lucas 10:5-7, nos encontramos con la instrucción directa de Cristo de no predicar de casa en casa: “En cualquier casa donde entréis, primeramente decid: Paz sea a esta casa. Y si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se volverá a vosotros. Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os den; porque el obrero es digno de su salario. No os paséis de casa en casa”.

Los cristianos nunca deben tratar de obligar a nadie a aceptar la verdad de la Biblia. Cristo mostró que la Palabra de Dios es demasiado valiosa y preciosa como para que nosotros hagamos alarde de ella descuidadamente. La instrucción que tenemos es: “alumbre nuestra luz delante de los hombres” (Mat. 5:16). Una luz no hace ruido. ¡Por lo tanto, los cristianos deben enseñar por sus ejemplos!

Una perla de gran precio

Si una persona no ha pedido nuestra literatura, no debemos dársela sin más. Publicitar nuestro sitio web, la revista o las emisiones por Internet, o señalar a personas en la dirección correcta es una cosa. Ellos pueden elegir no hacer caso o apartarse de ello. Ellos deben tomar la decisión de si lo quieren o no.

Cristo dijo en Mateo 7:6, “No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen”.

Cristo no está diciendo que algunas personas sean perros o cerdos. Él está diciendo que aquellos cuyas mentes están cerradas a la verdad no apreciarán lo que ofrecemos. Ellos podrían reaccionar con ira y volcarse contra usted. Cristo en ninguna parte instruyó a sus discípulos para que fueran por el mundo tratando de convertir a la muchedumbre. Si Dios no abre la mente de las personas a la comprensión espiritual, entonces tratarán la verdad de Dios de la misma manera que los cerdos tratarían las perlas — como lodo. Los cerdos no entienden ni aprecian la gran belleza y el valor de las perlas. Las personas que no son llamadas por Dios tampoco podrían comprender el gran valor de sus verdades. Ellos “la pisotearían bajo sus pies”.

En Mateo 13:45, Cristo compara una vez más las verdades de Dios con las perlas: “También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas: que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró”. Al igual que el mercader, que vendió todo lo que tenía para comprar una perla de gran precio, Dios espera que tratemos su verdad como una gema valiosa e inapreciable.

¡Gran error!

Forzar nuestras creencias recientemente descubiertas en los demás es uno de los errores más grandes que una persona recién convertida puede cometer. Esto es especialmente cierto si Dios está llamando a un esposo o esposa, pero no al cónyuge. Esto puede y a veces logra romper matrimonios. Cuando el cónyuge no llamado es empujado con el tiempo se volverá hostil y el matrimonio se desintegrará. ¡Lo peor que un cristiano recién convertido puede hacer es tratar de persuadir a su cónyuge para que se convierta a su religión!

No le predique a su esposo o esposa. Deje que sus buenas obras hablen por usted. Recuerde a Juan 6:44: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere”.

¡Tenga en cuenta que Cristo dijo que Él no vino a traer la paz! Usted puede preguntar: ¿Pero no es eso lo que el mundo enseña ahora?

Note en Mateo 10:34-36: “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa”.

Cristo no vino a traer la paz a este mundo en este momento. ¡Él traerá paz cuando vuelva y haya destruido a los ejércitos de este mundo!

Cada persona es un agente moral libre. Esto significa que usted no puede obligar a una persona a aceptar o a seguir ninguna religión. ¡Uno debe tomar su propia decisión en cuanto a si va a seguir a Dios o no!

Unidos en yugo con los incrédulos

La ley de Dios prohíbe a su pueblo unirse en yugo desigual (II Cor. 6:14). Esto se aplica al matrimonio, así como a otras áreas de la vida. Pero si la pareja ya está casada cuando uno o el otro es llamado, no empeore la situación al tratar de convertir al otro. No moleste ni discuta con su pareja. Deje que su esposo o esposa vea los frutos que se producen en usted — amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza (Gál. 5:22-23). A medida que estos se vuelvan más evidentes, disminuirán literalmente la intensidad de cualquier confrontación que su pareja pueda buscar.

Nunca mencione la religión a las personas con cuales tenga una relación fuera del hogar o la Iglesia. Deje que ellos lo introduzcan a la conversación. Permita que ellos hagan las preguntas. El pueblo de Dios trata con personas en el mundo todo el tiempo. Estamos en este mundo, pero no somos de este mundo. Tenemos que hacer negocios con los que nos rodean. Usted se dará cuenta de que le irá mejor con ellos cuando sepan que no les representa una amenaza.

Por otra parte, si os demandan dar razón de la esperanza que hay en vosotros, estad siempre preparados para presentar defensa (I Pedro 3:15).

No todos son llamados ahora

La mayoría de las iglesias del cristianismo tradicional enseñan hoy en día que Cristo vino a salvar al mundo de sus pecados. Esta es la razón por la cual un número de estas iglesias tienen grandes campañas para “salvar almas” o “volver los corazones a Jesús”. Estos mismos grupos también sostienen que Jesús habló en parábolas a fin de que la mayoría de las personas entendieran mejor lo que estaba diciendo.

Pero las propias palabras de Jesús refutan esta afirmación. Note el versículo 10 del capítulo 4 en Marcos: “Cuando estuvo solo, los que estaban cerca de Él con los doce le preguntaron sobre la parábola”. Cristo estaba hablando con sus discípulos y algunos otros que estaban a su alrededor. Las multitudes mencionadas en el versículo 1 ya estaban lejos de Jesús. Y les dijo en el versículo 11: “A vosotros [sus discípulos] os es dado saber el misterio del reino de Dios; mas a los que están fuera [Aquellos no convertidos, los que Él no estaba llamando a entender], por parábolas todas las cosas”.

Jesús utilizó las parábolas para encubrir — ocultar — el significado verdadero, de modo que aquellos con los cuales Él no estaba trabajando no pudieran entender. Continúe en el versículo 12: “Para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados”. Él utilizó parábolas para que sea más difícil de entender — ¡no más fácil! Jesús revela que sólo a una pequeña minoría de la población mundial se le daría el verdadero entendimiento. Nunca ha sido la intención de Dios llamar a todos a la conversión ahora. Esto sólo ocurrirá durante y después del milenio.

Cristo les predicó el evangelio a la multitud como un testimonio (Mat. 24:14), no para convertirlos. Esta es la misma comisión que tiene la Iglesia hoy: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones…enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” (28:19-20).

¿Cuál es nuestra parte?

Como cristianos, nuestra tarea es estar listos para cuando Dios llame a los individuos. Tenemos que estar cumpliendo nuestra misión, la que Cristo dio a su Iglesia: “Id…haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo: Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” (28:19-20). Es nuestra tarea enseñar y bautizar a los que Dios llama.

Debemos ir por todo el mundo utilizando los mejores y más eficaces medios a nuestro alcance. Deténgase y considere cuántos cientos de miles estamos alcanzando ahora. ¡Es asombroso! Usando el Internet solamente, tenemos la capacidad para alcanzar al mundo entero. ¿Qué habrían dado los apóstoles originales por poder hacer esto?

Al principio, aprender la verdad puede ser un tiempo de gran frustración y decepción. La familia y los amigos pueden pensar que se ha vuelto loco con su nuevo afán por convencer a otros de lo que está aprendiendo de la Biblia. Empezamos a mostrarles lo que la Biblia realmente dice, comparándola con lo que la mayoría ha enseñado. Aquí es donde algunos nuevos hermanos se meten en problemas. Éste es el lugar en donde los amigos y la familia comienzan a evitarnos. Nos convertimos en personas “sujetas a restricciones”, “insociables”, “chifladas”. Pero cuando ese celo es correctamente ejercido puede ayudar en nuestra misión.

Entonces, ¿cómo debemos predicar el evangelio? Una forma es a través de nuestro ejemplo. Cristo dijo en Mateo 5:14-16, “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.

Observe que Jesús dice, “para que vean vuestras buenas obras”. La manera cómo vivimos influenciará otros alrededor de nosotros. Las personas se darán cuenta cómo actuamos en la vida — ya sea en el trabajo o divirtiéndonos — y cómo actuamos bajo presión.

A la gente en el mundo nunca se le debe “predicar”. Este acercamiento sólo servirá para alejarlos de los temas que de otro modo les interesaría.

La Iglesia de Dios Restaurada explica lo que está mal con este mundo sin predicar “sobre” los que están en éste. Enseñamos a la gente la causa de los problemas del mundo — de cómo la humanidad es incapaz de resolver sus dificultades — y cómo esos problemas serán solucionados. Enseñamos sobre los temas que están en la mente de la gente — y por qué hay tanto mal a su alrededor. Enseñamos sobre “causa y efecto”, no en poner tiritas adhesivas sobre los problemas.

Muchos se sorprenden de que los problemas y desafíos que tienen en sus vidas — algunos aparentemente sin solución — pueden ser resueltos obedeciendo a Dios. Al poner a Dios primero en todo, las vidas se pueden enderezar y llegar a ser satisfactorias.

¿Cómo entonces debemos apelar al mundo? Hay muchos estilos de vida distintos — diferentes personas, costumbres e idiomas. Pablo nos da algunas pautas a seguir: “Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número. Me he hecho a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley. Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos” (I Cor. 9:19-22).

Pablo nos está diciendo que nos comuniquemos con las personas a su nivel — “que hablemos su lenguaje”, “que nos pongamos en sus zapatos”, que entendamos su charla (siempre y cuando permanezcamos dentro de las leyes de Dios, por supuesto). Para ser más eficaz en ayudar a los demás, Pablo miraba las cosas desde su perspectiva. Se convirtió en “uno de ellos” a fin de que le pudieran entender.

Unificados con una voz

Nuestros sitios web — juntamente con la literatura y los programas de El Mundo por Venir — están diseñados para predicar al mundo en diferentes maneras. Una de ellas es para advertir al mundo de lo que está próximo a venir — a través de la advertencia especial, el atalaya y su mensaje — como fue descrito por el profeta Ezequiel (cap. 33).

Pero los que no están interesados pueden simplemente optar por no verlo. Nosotros no los forzaremos. Si no están interesados, es porque Dios no los está llamando en este momento. Él puede llamarlos antes del fin de la era o puede escoger esperar — ¡pero eso depende de Él!

A diferencia de otros grupos que ofrecen un escenario de “penumbra y condenación”, nosotros también traemos buenas noticias. Buenas noticias de cómo será el mundo muy pronto. Esta buena noticia es la venida del reino de Dios — el gobierno de Dios — que Cristo trae con Él desde el cielo.

El maravilloso mundo de mañana será una época de gran alegría, paz y prosperidad para todo el mundo.

Anime a la gente a visitar nuestro sitio web y estudiar los temas que les interesan. Alentémoslos a que escuchen nuestros sermones y emisiones. Hay una gran cantidad de información fácilmente accesible. Si no tienen acceso al Internet en sus hogares, anímelos a que visiten su biblioteca local o Internet café (el acceso a la biblioteca es gratis a menudo), o escriba para pedir nuestra ayuda.

También tenemos que llegar a los que Dios está llamando ahora. Se les debe enseñar su Camino. Deben ser bautizados. Deben ser alimentados con la Palabra de Dios por su ministerio. Si es posible, en esta era, ellos deben poder encontrarse con otros de un mismo sentir. Sin embargo, esto es a menudo sólo posible una vez al año, durante la Fiesta de los Tabernáculos. En ciertas áreas, los hermanos deben entender que pueden estar solos por un periodo — o incluso un largo tiempo.

Cada miembro debe: “Estar siempre preparado para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (I Pedro 3:15). Estudie nuestra literatura. Sepa los títulos. Conozca los folletos a fondo, para que pueda ofrecer una respuesta sensata, siempre y cuando se le pregunte. Estudie su Biblia (II Tim. 2:15). Llegue a conocer su Biblia como a un viejo amigo.

Pero, si usted tiene amigos cercanos en un grupo “dispersado”, teniendo algunas de las verdades de Dios, hay otras maneras para ser una luz. Cuando tenga invitados en su hogar, tenga la literatura de la iglesia exhibida en una mesa para que todos la vean. Muéstreles cuánto puede ser producido por un pequeño grupo cuyos corazones están en la Obra. Hágales saber que hay un grupo que no se comprometerá con la verdad.

Si tienen preguntas, contésteles lo mejor que pueda. Si usted no puede contestar a sus preguntas, diríjalos a la Sede o a alguien que pueda.

¿Qué puedo hacer?

Recibimos muchas cartas de personas que preguntan cómo pueden ayudar. Muchos de ellos están “encendidos” — y ansiosos de servir en todo lo que puedan, pero a veces imprudentemente.

Éstos son algunos extractos de algunas de esas cartas, de personas en alguna parte del mundo que nos han encontrado a través de nuestro sitio web:

“Estimado Señor...quiero saber más sobre muchos temas en la Biblia para que así yo también pueda propagar las buenas nuevas de la venida del reino de Dios...Quiero difundir el mensaje sobre la verdad de Dios...”

“Hola...estoy leyendo una gran cantidad de material de su sitio web, y acepto totalmente sus creencias y me quiero unir a La Iglesia de Dios Restaurada y quiero ser parte de su familia de la Iglesia. Ayúdeme por favor, y explíqueme cómo es posible unirme a La Iglesia de Dios Restaurada y permanecer como un miembro. Quiero difundir el evangelio y las creencias eternas...”

“Querido hermano... quiero decirle que sus libros serán una bendición para todos nosotros...En el futuro nos gustaría traducirlos a los idiomas locales...Quiero aprender más para ser un buen maestro para la gente de aquí...Es nuestro deber continuar enseñando a estos la verdad. Muchos aún no han llegado a conocer esta verdad. Es por eso que necesitamos su relación laboral con nosotros para llegar a la gente de aquí con la verdad — el evangelio del reino... Estoy trabajando duro todos los días y espero que muchos sean alcanzados con la verdad...”

Recuerde, el evangelismo personal no es la manera de difundir la Palabra de Dios. Hay que hacerlo de una manera organizada, planificada, guiada por la Sede de la Iglesia de Dios. Tenemos que estar de acuerdo con el mismo mensaje y con un propósito unificado. A través de nuestro sitio web y el Programa de Distribución en Estantes, hemos preparado un medio para hacer esto. Cualquier miembro que desee ayudar puede hacerlo poniéndose en contacto con nosotros. ¡Ésta es la mejor manera de ser parte de la obra más grande sobre la tierra hoy!